Tesis doctorales de Economía


SISTEMA DE CIUDADES, CENTROS POBLADOS Y DESARROLLO REGIONAL
LA MICRORREGIONALIZACIÓN EN EL ORIENTE DEL ESTADO DE TLAXCALA

Daniel Hernández Hernández

 

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CONCLUSIONES

Una de las primeras conclusiones es reconocer que es de suma importancia analítica abordar el desarrollo regional desde los ámbitos mínimos funcionales que son los espacios microrregionales; éste fue uno de los propósitos iniciales más relevantes de ésta investigación, de tal manera que el haber analizado los sistemas de centros poblados y el sistema de ciudades, fue para dar congruencia metodológica en el proceso mismo de la investigación. Por tanto, en la etapa de exposición interesa hacer énfasis en los resultados de esas estructuras.

Al conocer el nivel de jerarquía de los centros de integración después de haber incursionado en el análisis general del sistema de centros poblados y del sistema de ciudades se han logrado los objetivos inicialmente propuestos en cuanto a que ahora se conocen los criterios, principios y medios, a través de los cuales se articulan de manera jerárquica dichos centros. Todo ello se sintetiza en las alternativas y posibilidades que se propusieron indagar a través de dichos objetivos.

Un aspecto relevante que se deriva de ésta investigación es que se cuenta con elementos teórico-metodológicos sustantivos que hicieron posible diseñar un modelo gráfico de desarrollo microrregional con enfoque territorial; mismo que dará la pauta para la discusión teórica y para su propio enriquecimiento conceptual, factor muy importante en el contexto de los propósitos de las ciencias regionales. Pues se parte del convencimiento de que ese modelo es la escala más adecuada para lograr la necesaria cohesión socioeconómica.

En cuanto a las preguntas guía que sirvieron de base en el diseño del esquema de investigación, se puede decir que efectivamente fueron de mucha utilidad, porque se logró encontrar ciertos elementos de respuesta, como son los siguientes: a) se conocen las formas en que se expresan las relaciones interterritoriales entre centros de diferente jerarquía; y b) se han identificado los instrumentos de planeación del desarrollo en las esferas inferiores. Todo lo cual entendido como una unidad de análisis para la puesta en práctica de los planes de desarrollo de esas estructuras, con lo cual es factible alcanzar mejores niveles de vida de la población rural y urbana.

Respecto a las hipótesis planteadas que es un aspecto sustancial, se puede afirmar que éstas fueron desarrolladas y probadas conforme a la aportación metodológica que consistió en procesar y analizar los flujos interterritoriales entre los centros integradores y sus áreas de influencia, lo cual además ayudó a aportar información como prueba de que el desarrollo microrregional es una de las mejores opciones para dinamizar estos espacios en conexión con estructuras del territorio de mayor alcance.

En relación con lo anterior, se advierte la necesidad de implementar nuevos procesos de descentralización y sobre todo de regionalización a partir de los niveles jerárquicos inferiores, con el propósito esencial de equilibrar el desarrollo de las regiones, mejorar el entorno, hacer un uso eficiente y sustentable de los recursos, y con ello, mejorar las condiciones de vida de la población.

Las ciudades son territorios importantes que marcan el desarrollo de la sociedad, pues ahí se concentran las actividades industriales, financieras, comerciales, culturales, políticas, entre las más importantes. La dinámica de estas concentraciones se basa, en primera instancia, en el contacto continuo entre ellas, y en un segundo momento, con asentamientos o concentraciones más pequeñas y que bien pueden ser de tipo urbano o de carácter rural. Los actuales retos del desarrollo, obligan a estructurar estrategias acordes a la realidad local de los territorios; esto quiere decir, que independientemente del tamaño y de las diversas potencialidades que tengan las concentraciones poblacionales, se deben considerar para la puesta en práctica de los modelos de desarrollo microrregional que respondan al interés general de la sociedad: mejorar sus condiciones de vida.

Con base en estos puntos de vista, y considerando que los objetivos y las hipótesis propuestos en esta investigación, como ya se señaló, fueron cumplidos cabalmente al identificar las estructuras que vinculan a esas diversas concentraciones, así como las perspectivas de lograr una mayor y mejor integración, hasta el nivel alcanzado en esta investigación, se pueden agregar las siguientes conclusiones: que es necesario romper con los paradigmas que conciben al desarrollo como sinónimo de beneficio económico, en donde el territorio, la gente y los recursos naturales pasan a segundo término. Por ello, es indispensable proponer un nuevo paradigma que parta del reconocimiento de que la sociedad, en sí misma cuenta con los recursos suficientes para lograr su propio bienestar. En consecuencia, hace falta buscar la integración de los flujos de recursos de todo tipo, incluyendo, desde luego, la tecnología, la información y el conocimiento. En otras palabras, se requiere abandonar las visiones equivocadas de que solamente el desarrollo se puede impulsar en donde ya está; lo cual es un grave error, tanto desde el punto de vista metodológico, como desde la óptica de las políticas públicas, si se considera precisamente que es ahí en las zonas de bajo desarrollo donde se encuentra el potencial enorme para lograr un verdadero desarrollo endógeno, equilibrado y sustentable.

El desarrollo regional, como ya ha sido señalado, es en esencia desequilibrado, debido a la diferente dotación natural de recursos con que cuentan cada una de las regiones, los tipos y tamaños de las concentraciones poblacionales, ya sean de carácter urbano, rural o mixto, a las economías de aglomeración, entre otros factores; todo esto conlleva a que el crecimiento, además de que se concentra en un número limitado de territorios, es un crecimiento y desarrollo marcado por las desigualdades endógenas y exógenas. Por ello, es necesario romper con la tradicional relación de regiones desarrolladas y atrasadas, así como evaluar el papel de la inversión pública y privada, tanto para diagnosticar las diferencias regionales, así como para inducir un modelo alternativo de corte prospectivo. Este planteamiento al igual que otros de carácter similar, si bien se hacen a manera de conclusiones para este trabajo, es necesario señalar que deben contextualizarse en la perspectiva de acciones futuras a realizar en el marco de la práctica cotidiana del acontecer social, para lograr realmente los objetivos. Pero aquí entra la cuestión más importante, que es la dimensión territorial, es decir, no se puede continuar concibiendo a todos esos flujos de los que ya se hablaba, en abstracto. Se tiene necesariamente que incorporar el componente espacial y territorial como el elemento determinante del desarrollo, y al mismo tiempo, se deben diseñar políticas de desarrollo regional y microrregional integrales; ya no más las políticas parciales y sectoriales que históricamente se han impulsado en todo el territorio del país y el territorio de la entidad no ha sido ni es la excepción.

De manera tradicional, algunas áreas del territorio se han venido saturando, y si esta tendencia continúa, entonces se estima que los efectos al ambiente serán de mayores magnitudes, causando un deterioro del medio natural, social y económico. Además, algo fundamental es que si bien existe un proceso desigual de desarrollo, son precisamente las regiones atrasadas, las que aún no estando saturadas de actividades económicas, potencialmente las condiciones están dadas para que ocurran desastres ambientales con graves efectos hacia la seguridad de la población. Se observan procesos caóticos de urbanización en diferentes escalas y territorios, en donde no se aplica la legislación ambiental y de asentamientos humanos con legalidad, transparencia, eficiencia y eficacia. Existe falta de coordinación institucional en todos los órdenes de gobierno; lo que hace que se requieran mayores presupuestos para atender problemas prioritarios y urgentes de impacto. Entonces, la alternativa para mitigar cuando menos los efectos y los riesgos potenciales, así como propiciar un desarrollo mas equilibrado, es impulsar el desarrollo local a partir de la integración sistémica vía servicios, comercio e industria micro, pequeña y mediana, a partir de las regiones de menos desarrollo, con las ciudades y regiones más grandes.

Si entendemos al orden territorial como instrumento técnico-jurídico cuyo fin, entre otros, es reducir las polarizaciones y las diferencias de crecimiento territorial existente entre los diversos estándares o jerarquías de las estructuras territoriales, entonces la actuación pública tendrá en la microrregionalización, a partir del sistema de centros, una excelente definición de los posibles ámbitos espaciales de actuación para reducir estas diferencias. En esos ámbitos será mucho más viable contribuir a la construcción de un sistema relacional mínimo, en términos de redes e intercambios internos, de tal manera que se constituya en un soporte funcional de ese sistema y, conforme ese sistema relacional mínimo se consolide en la estructura inferior que la contiene, pueden esos espacios ir consolidando estructuras para actuar en niveles territoriales superiores e ir sosteniéndose en un flujo de relaciones complementarias y no subordinadas, y alejándose de los intercambios desiguales que caracteriza a la estructura territorial polarizada.

A través de la microrregionalización es posible caracterizar el espacio rural en el contexto actual de fuerte interdependencia entre territorios y adecuar su dinámica a una serie de acciones que conduzcan a disminuir las diferencias entre los niveles jerárquicos de la estructura territorial. Dicho proceso debe descansar sobre la base de los sistemas de centros poblados considerando la naturaleza y el carácter de los intercambios en el interior de las áreas zonificadas en niveles de las regiones pequeñas, buscando el mayor equilibrio en los intercambios y evitando subordinaciones, hegemonías e intercambios desiguales, entre otros tipos de relaciones que rompen con el mínimo equilibrio territorial. Por ello, se debe impulsar un orden territorial que contribuya a ampliar la base funcional del subsistema de centros que conforman las microrregiones para consolidar el conjunto de la estructura territorial de la cual forma parte.

Los núcleos concentradores o centros de integración deben contar con los equipamientos colectivos principales que estarán a disposición del entorno rural. Deben también concentrar la oferta comercial y de servicios destinada a la población del entorno rural y reunir condiciones de oferta de trabajo en la industria y en la actividad terciaria que podrían eventualmente ser ocupados por la población rural. Precisamente, la capacidad que poseen estos centros para retener población migrante desde el medio rural, está directamente asociada con su capacidad para generar fuentes de trabajo en la industria y los servicios. De ahí que es importante dotar a estos centros de infraestructura productiva, incentivar las inversiones productivas, mejorar su entorno productivo y mejorar la calidad de vida. Por ello, se propone una estrategia para la asignación de inversión en tres fases:

1) En una primera fase, se debe partir de considerar a los Centro de Integración Microrregional más grandes con inversión pública inducida.

2) En la segunda fase, se debe diseñar un plan con el suficiente sustento técnico, en donde se demuestren las inconveniencias de sólo destinar recursos adicionales en los centros de integración más avanzados. Entonces, esos recursos disponibles se pueden destinar para fomentar la inversión en infraestructura económica en los centros de integración más atrasados, con el objeto de inducirlos en actividades directamente productivas y promoviendo simultáneamente la inversión en infraestructura social; esto permitirá preparar y capacitar la mano de obra que ahí existe.

3) En la tercera fase, se pueden hacer restricciones a los centros de mayor desarrollo, como ya fue expuesto en el apartado de los escenarios de planeación, en tanto que los centros intermedios estarán ya cerca del tamaño óptimo, y ya para entonces se podrá dotar de inversiones en infraestructura económica a los centros o regiones pequeñas atrasadas.

Sin embargo, es conveniente mencionar que si bien el desarrollo de una región o de un conjunto de regiones, que como todo proceso de desarrollo, es un fenómeno complejo, la inversión pública es solamente uno de varios factores que intervienen en su dinámica; pero es el que tiene y ha tenido históricamente un peso importante pues si bien ha contribuido a fomentar los desequilibrios interregionales, con el modelo de regionalización a partir de los Centros de Integración Microrregional, se busca revertir esta tendencia.

Desde la perspectiva de las instituciones, resulta fundamental tomar en cuenta estos elementos para la conformación de políticas territoriales adecuadas en donde cada organismo incorpore la dimensión territorial en sus análisis y en sus políticas sectoriales; de tal manera que las áreas responsables de la ordenación del territorio, en las distintas escalas y jurisdicciones, propongan ciertas directrices para los diferentes sectores de la sociedad, con la finalidad de que sean incorporadas en las gestiones respectivas. Por lo tanto, las tareas de coordinación institucional deben tener como finalidad armonizar las acciones sobre el espacio geográfico. Entonces, la política de desarrollo en las estructuras inferiores, debe tener el carácter de un proceso participativo, descentralizado, activo y consensuado; que sea capaz de movilizar al conjunto de actores sociales en pos de un proyecto común, articulando un proceso de análisis y reflexión interjurisdiccional e intersectorial con visión estratégica.

La moderna gestión del desarrollo, particularmente en los ámbitos micro de las regiones, debe ser orientada por el sector público, pero no únicamente, más bien se busca que sea participativa, de consenso, de acuerdo y compromiso, de reflexión, de acción y que sirva de referencia para lograr una visión integrada de la organización territorial. Las estrategias entonces, tienen que incorporar y considerar la importancia creciente del sector privado y la que le incumbe al Estado en sus diferentes jurisdicciones como agentes de transformación territorial, incluyendo como una política de estado, la dimensión microrregional en los planes y programas sectoriales.


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