Tesis doctorales de Economía


SISTEMA DE CIUDADES, CENTROS POBLADOS Y DESARROLLO REGIONAL
LA MICRORREGIONALIZACIÓN EN EL ORIENTE DEL ESTADO DE TLAXCALA

Daniel Hernández Hernández

 

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5.2 Esquema de planeación para el desarrollo microrregional

5.2.1 Estrategias

Es indispensable contar con un Plan de Desarrollo Microrregional con miras a lograr un proceso de integración desde los niveles inferiores, es decir, a partir de los centros de integración microrregional en un proceso de ascenso sistémico con el conjunto de centros poblados de mayor jerarquía, e inclusive con el sistema de ciudades, hasta lograr una integración en condiciones de mayor equidad con su cabecera regional o cabecera de los centros de integración microrregional. De esta manera se pretende realizar un ejercicio de planeación aplicada, contrario a la forma tradicional de llevar a cabo los procesos de planeación desde las esferas macroeconómicas y sin tomar en cuenta las necesidades reales de la población a quien se busca beneficiar. Para que este procedimiento pueda garantizar resultados positivos, se requiere como condición indispensable, la puesta en operación de programas integrales de dotación de servicios que demanda la población y sobre todo, que funcionen como elementos integradores de las microrregiones, y de estas con su gran centro dinamizador o cabecera regional. La concentración de funciones es un elemento sustancial que señala la existencia o carencia de funciones en una localidad que pertenece a un determinado nivel en la jerarquía territorial, y también es un indicador de la dinámica de los lugares centrales y los ubica en la estructura territorial de la cual forma parte. En tal sentido, estas funciones señalan la centralidad del asentamiento referida a su capacidad para proporcionar variados bienes y servicios, tanto a su población como a la población residente en otros asentamientos, principalmente en aquellos que forman parte de la microrregión de la cual se constituye su lugar central.

Asimismo, se requiere fomentar la cooperación entre empresas locales, mediante la creación de una oferta territorial de servicios a la producción, identificando las necesidades de innovación para las micro, pequeñas y medianas empresas, mejorando la gestión empresarial y la modernización de la gestión pública local que dé como resultado la simplificación administrativa y una eficiente coordinación institucional; esto ayudará a diversificar el sistema productivo local para la creación de nuevas empresas y la generación de más empleo.

Implementar la planificación estratégica y participativa como método de trabajo, a fin de que los actores y promotores del desarrollo microrregional propongan estrategias que respondan a las condiciones locales, con especial énfasis en el fomento de la cultura emprendedora y a la valoración del medio natural y patrimonio cultural. Esto requiere condiciones de liderazgo, visión y motivación, es decir, una actitud pro-activa de dichos actores, en especial de los responsables gubernamentales. Cabe señalar, que con el fin de reducir el impacto posible de los cambios de gobierno o de los representantes de las organizaciones, se requiere institucionalizar los procesos de planeación microrregional, incorporándolos a la legislación en la materia, lo cual evitará que el desarrollo local no dependa únicamente de individuos o personalidades. Otro aspecto de singular relevancia es fomentar una visión integral del desarrollo rural y urbano debido a que tradicionalmente se ha identificado el desarrollo rural y agrario, como un sector subordinado al desarrollo urbano, industrial y de servicios; pues es un hecho que los mercados urbanos se componen de productos del medio rural, como son: recursos naturales, agua, materias primas y productos alimenticios; y al mismo tiempo, estos mercados se surten de insumos, maquinaria, manufacturas y servicios.

Actualmente, los gobiernos locales enfrentan diversas exigencias que se pueden sintetizar en los siguientes tres grandes campos del acontecer social: en primer lugar, las relacionadas con la creciente competitividad de los diversos territorios; en segundo lugar, las que corresponden con un real funcionamiento democrático y participativo de la sociedad (no sólo limitado al hecho electoral); y en tercer lugar, a la creciente descentralización de competencias que todo ello conlleva. Por ello, y desde esta perspectiva de crear las condiciones para lograr un desarrollo más justo y sustentable, como estrategia, es necesario hacer una serie de reflexiones teóricas y analíticas que permitan llevar a cabo acciones para alcanzar una buena gobernanza, es decir, la capacidad institucional en la gestión y administración pública con participación de los diferentes actores como son: el sector gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Se trata de un concepto que alude a la habilidad para coordinar y promover políticas, programas y proyectos que representen los intereses de todos los actores locales. En resumen, gobernanza es la suma de diversas vías individuales e institucionales, públicas y privadas, que posibilitan la planificación y gestión de los asuntos comunes en un territorio; se trata de un proceso que permite que los diferentes intereses y conflictos puedan ser tratados de forma conjunta a través de la cooperación, lo cual incluye a instituciones formales, acuerdos informales y desarrollo de capital social territorial. Esto es esencial para la construcción de una base participativa en el proceso del desarrollo microrregional.

Para implementar las estrategias de desarrollo microrregional que aquí se proponen, se requiere de voluntad política y liderazgo activo por parte de los gobiernos locales, a fin de lograr una legitimidad amplia en la sociedad y acuerdos entre los actores clave. Para lo cual, es fundamental incorporar los siguientes aspectos: un pensamiento estratégico con una visión de largo plazo ante la situación actual, con capacidad para evaluar procesos favorables y obstáculos mediante el esquema de análisis de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas (FODA); integración territorial de los planes y programas sectoriales, que implica el desarrollo de redes y alianzas estratégicas entre actores públicos y privados, a través de una gestión pública real y transparente que haga posible la adecuación de enfoques, instrumentos y políticas a las circunstancias de la cultura local de las microrregiones objeto de aplicación de los planes y programas de desarrollo.


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