Tesis doctorales de Economía


CAMBIO INSTITUCIONAL EN LA REPÚBLICA POPULAR DE CHINA
SU INFLUENCIA EN EL SECTOR INDUSTRIAL

José Salvador Meza Lora

 

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4.3. Las raíces de una nueva estructura institucional

A pesar de que el recambio en la dirección política no se había dado del todo, la nueva situación política, inédita en China, dejaba ver que las transformaciones futuras no podían ser una continuación de las viejas prácticas dado que:

- La aplicación de esas políticas durante el periodo Maoísta fue una “difícil” y “dura” lección. Las consecuencias del “Gran salto Adelante” y la “Revolución Cultural” mostraron con claridad de que no era posible continuar aplicando políticas de “shock”, radicales y comprehensivas propias de ese liderazgo. Lo abrupto de esos cambios y el rompimiento con las instituciones prevalecientes condujeron a grandes fracasos y tropiezos, cuyos resultados, desde el punto de vista social, habían sido desastrosos, sobre todo, para la población campesina.

- No solo este tipo de políticas radicales habían mostrado su ineficacia durante el liderazgo maoísta. Al inicio del periodo Post Mao, el Plan de 10 años, propuesto bajo la dirección gubernamental de Hua Guofeng, fue elaborado bajo las mismas premisas. El fracaso de esta propuesta radical y acelerada, condujo, de manera implícita, a un rechazo de los mecanismos que conllevaban la implementación de este tipo de propuestas, y a la vez, favoreció políticas con un corte más racional, cauteloso y gradual.

- El éxito en la aplicación de algunas propuestas institucionales durante el periodo de la prerreforma había dejado huella en la memoria institucional del pueblo chino. Su reconsideración era una posibilidad para resolver los problemas y carencias a los que se enfrentaba el país posterior a la Revolución Cultural. Algunas de estas propuestas institucionales habían surgido desde la base, otras en cambio, desde el aparato gubernamental como fueron las medidas aplicadas durante el periodo de “Rehabilitación” y de “Ajuste”.

La previsible alianza entre los grupos “moderados” y “reformistas”, quienes a pesar de sus notables diferencias en las estrategias políticas y económicas, los unificaba el objetivo de quitarle credibilidad al liderazgo prevaleciente y establecer nuevas vías para el crecimiento, sobre la base de la aplicación de medidas graduales y limitadas. El grupo de los “moderados” no abogaba por una reforma económica ni por cambios institucionales radicales, razón por lo cual, a semejanza de las políticas de “reajuste económico” posterior a la aplicación de la política del Gran Salto Adelante, prefieren introducir el término de “reorientación” en lugar de hablar de una “reforma”. Los “radicales”, proclives a hablar más de “reforma” que de “reorientación”, consideraron oportuno apoyar un conjunto preliminar de reformas moderadas como un primer paso hacia cambios futuros más profundos. Sin embargo, en ambos grupos permanecían fuertes compromisos con el socialismo prevaleciente y estaban de acuerdo en la necesidad de implementar cambios en la esfera económica y política

Dada las circunstancias a las que hemos hecho alusión con anterioridad y las experiencias institucionales vividas durante la fase de la “prerreforma”, se hacía factible la aplicación de nuevas propuestas. Estas solo pudieron ser solo aplicadas en provincia de una manera gradual y con una modalidad experimental por las siguientes razones:

• La centralización del poder político, económico y el crecimiento industrial del sector de la industria pesada en las grandes ciudades hubiera hecho imposible la aplicación de políticas reformistas so pena de subvertirse el orden social. En cambio, al ser el sector agrícola el más castigado por la burocracia central en la aplicación de una política de industrialización que privilegiaba a la industria pesada, la había tornado en el sector más débil, por lo tanto, sería allí donde las nuevas políticas encontrarían una menor resistencia . Por otro lado, los impactos negativos por la aplicación radical de las políticas agrícolas gubernamentales maoístas habían sensibilizado a los líderes y a los grupos locales en contra de las “viejas prácticas” y los hacía receptivos a nuevas propuestas que permitiera a sus provincias alcanzar un mayor desarrollo económico. No es de ninguna manera casual que sea la agricultura el primer sector donde se aplicaron las políticas reformistas.

• En consideración de la situación económica y del sistema político que prevalecía a fines de la década de 1970, la instauración de una política gradual era la única estrategia que tenía oportunidad de ser implementada exitosamente. Una estrategia de shock hubiera acarreado innumerables problemas políticos de consecuencias imprevisibles. El hecho de que se hayan dado cambios graduales permitió la adopción de un nuevo sistema de incentivos sin romper radicalmente con el pasado, permitiendo evaluar “paso a paso” los límites y alcances de esas nuevas medidas. Asimismo, a través de esta estrategia se minimizaron y diversificaron los riesgos que pudieron resultar de su aplicación. El gradualismo permitió “corregir” con mayor facilidad el rumbo mientras se caminaba y en caso de haber tenido que “dar marcha atrás” en un momento determinado, hubiera sido menor el riesgo económico, político y social. Deng Xiaoping, describió a este acercamiento como: “Cruzando el río a tientas mientras se camina sobre piedras...”

• El no conocer con precisión los resultados a que se llegaría con la aplicación de estas medidas indujo su aplicación bajo una modalidad de tipo experimental. Las nuevas políticas se impusieron primero en un espacio geográfico claramente determinado, luego se extendió a empresas, sectores y regiones previamente seleccionados. Solo hasta después que se evaluaron sus resultados y se estuvo seguro del éxito en su aplicación en el ámbito local, entonces el liderazgo gubernamental lo promovía en todo el país. Si no funcionaba, el liderazgo tenía la opción de eliminarla con un costo muy bajo y sin preocupación política alguna.

Siendo estos los prerrequisitos que soportaban la aplicación de las propuestas reformistas, habría que agregar dos más que se deducen de ellos. Su carácter local, en virtud de que los gobiernos locales y provinciales debían de disponer de cierta autonomía para experimentar las reformas. Y el pragmatismo, dado que los resultados que se esperaban con la aplicación de las políticas eran el único mecanismo posible que permitía distinguir lo acertado o no de esa política. Lo anterior se ilustra con el dictado pragmático tan conocido de Deng Xiaoping: “no importa si es negro o blanco, el mejor gato es aquel que atrapa ratones”. En otras palabras, lo importante estriba en determinar si con la aplicación de las políticas económicas y arreglos institucionales se logra alcanzar (o no) niveles altos de bienestar y crecimiento económico sin importar el “supuesto” carácter de clase que las distingue.


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