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La Empresa es su Resultado
El Beneficio editorial y la Contabilidad del Conocimiento.

Francisco Luis Sastre Peláez

 

MEDIDA Y VALORACIÓN DEL RESULTADO EMPRESARIAL

Clarificaciones previas al establecimiento de la medida

La problemática relativa a la definición del valor compete particularmente a las instituciones culturales, si bien no puede olvidarse la poderosa influencia que el Orden Tecnoeconómico tiene en su configuración.(1)

No obstante, aunque la conceptualización del valor es sociocultural, su manifestación final mediante el acto de consumo se realiza en la esfera de lo personal. De ello resulta que, si no el concepto mismo, al menos una parte del contenido de lo valioso variará no sólo con las sociedades, sino con los grupos que conforman éstas e, incluso, con los individuos que integran dichos grupos. Así, y en concreto, lo que haya de valioso en la empresa y en su actividad, así como en qué medida los distintos bienes se convierten en depósitos de valor, son cuestiones a las que, probablemente, se dará diferente respuesta según los grupos e individuos que hayan de emitir su juicio. La resultante de ello es que, cuando nos ocupamos del análisis del valor, hay que abandonar en algún momento ese campo en el que “todos estamos de acuerdo” (el terreno de las medidas estándar), para penetrar en un ámbito cada vez más relativo y personal, determinado por la naturaleza del sujeto medidor y de su propósito (que implica la valoración particular y/o el ajuste de los estándares)(2). Esta necesaria referencia al sujeto exige la determinación de los grupos de interés que habrán de realizar la valoración del resultado.

Supuesta la referencia explícita a un cierto grupo valorador, y habida cuenta de la enorme complejidad y variedad de aspectos que es posible considerar dentro de la empresa y de su actividad, surge un segundo condicionante: la necesaria selección de los elementos significativos para el propósito de la medición; es decir, aquellos en los que, para el grupo seleccionado, se materializa y soporta el valor.

Así pues, y resumiendo, el establecimiento de una medida del valor exige realizar previamente las actividades siguientes: a) fijar un punto de vista para realizar la medición, lo que sólo puede hacerse en referencia a un grupo y a su escala de valores (determinar un criterio de valor) y b) seleccionar, en el objeto a medir, las características significativas, es decir, portadoras de valor.

Teniendo en cuenta estas consideraciones, pasemos a analizar en los epígrafes siguientes las diversas clases de medidas estándares disponibles, con el fin de seleccionar aquéllas que pueden ser más apropiadas para nuestro propósito.


1. Por medio de la publicidad, de la que son soporte imprescindible los medios de comunicación.

2. No es conveniente la realización de una medida totalmente personal, pues ello nos privaría de la posibilidad de comparación (también aquí funciona el “principio de relatividad” de Galileo). Es mejor elegir cuidadosamente una medida estándar (socialmente aceptada y utilizada) y, posteriormente, proceder a su ajuste y valoración.


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