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Las disparidades económicas intrarregionales en Andalucía

Antonio Rafael Peña Sánchez
 

 

TEORÍAS EXPLICATIVAS DE LAS DISPARIDADES ECONÓMICAS ESPACIALES.

TEORÍAS DEL CRECIMIENTO ENDÓGENO.

La tesis del “entorno innovador” o los “milieux innovateurs”.

Esta nueva visión surge a mediados de los ochenta a partir del trabajo del economista francés Aydalot (1986), y fue luego desarrollada por el Groupe de Recherche Européen sur les Milieux Innovateurs (GREMI) , dedicándose a la investigación sobre el desarrollo de los sistemas productivos y la innovación tecnológica (Ratti, 1992). En este modelo la innovación se presenta como una de las variables explicativas del desarrollo económico regional por parte de los modelos de desarrollo local y endógeno y, por ello, cabe presuponer que la capacidad de innovación depende de variables internas a los propios territorios (Bretschger, 1999; Gersbach y Schmutzler, 1999; Ogawa, 2000; De Groot et. al., 2001; Love y Stephen, 2001; Fischer, 2001; Fritsch, 2002; Audretsch, 2003; Cheshire y Malecki, 2003). Pero, entonces, nos podemos hacer la siguiente pregunta: ¿por qué esta capacidad se distribuye de forma desigual en el espacio? ¿por qué unos territorios innovan y otros no? ¿cuáles son los factores y variables endógenas que hacen que unos territorios sean más capaces de desarrollar procesos de innovación y de mantenerlos a lo largo del tiempo? Una respuesta a estas cuestiones la encontramos en los análisis realizados bajo la categoría de milieux innovateurs.

Esta nueva teoría explicativa del desarrollo económico regional trata de poner especial énfasis en la contribución al mismo de variables endógenas tales como la capacidad de generación y transmisión de las innovaciones en ciertos territorios . Entre sus planteamientos teóricos destacan la especial atención que presta a la dinámica territorial de la innovación y al papel de la misma en el proceso de desarrollo territorial (Kirat y Lung, 1999; Fischer, 2001).

El proceso actual de globalización que estamos viviendo pone de manifiesto no sólo un fenómeno de distribución de actividades en la economía, sino que descubre la multitud de territorios en los que la innovación puede surgir en sus distintas formas. El poder de atracción de un territorio no está tanto en sus factores de localización, sino en su aptitud para crear recursos y procesos de innovación. De esta forma, esta tesis enfatiza sobre todo el papel de los recursos inmateriales (fundamentalmente el “saber hacer” a través de la imitación tecnológica y la creación tecnológica), la importancia de la cercanía y los “activos relacionales” (como la capacidad de reacción inmediata y la capacidad de traslación de recursos desde las producciones en declive a las nuevas producciones), la relevancia de la cooperación y el aprendizaje en la dinámica de regeneración y reestructuración de las actividades y permite renovar el análisis de los procesos de innovación (Maillat y Perrin, eds., 1992; Bramanti y Maggioni, 1997; Maillat, 1995b y 1998).

La noción de “entorno” viene referida a la capacidad que posee un determinado ámbito territorial para capitalizar la proximidad de los actores en forma de aptitudes y comportamientos orientados a la producción, transmisión y acumulación de saberes y conocimientos vinculados a la actividad productiva. Esta noción puede presentar tres enfoques (Quevit, 1991; Furió Blasco, 1996a, pág. 124; Mella Márquez, 1998a, pág. 25): un enfoque organizativo, que trata de resaltar las formas de combinación de inputs productivos de las empresas, bien sean éstas de externalización o de integración/internacionalización orgánica; un enfoque territorial o micro, que percibe el “entorno” como un agente colectivo reductor del grado de incertidumbre y de los costes de transacción derivados de las relaciones interempresariales y dinamizador de las funciones de investigación, transformación y control de la información; y un enfoque cognitivo (referido a las funciones de aprendizaje, “saber hacer” y acumulación de la cultura técnica), que señala la importancia que tiene el mercado local de trabajo y su contribución a la reproducción y transformación del “entorno”.

Este concepto de “entono” se caracteriza, también, por contener cuatro propiedades (Mella Márquez, 1998a, pág. 26): la existencia de un colectivo de actores autónomos en sus decisiones y estrategias (empresas, instituciones de formación e investigación, entidades públicas locales); la dotación de elementos materiales (empresas, infraestructuras) e institucionales (entidades públicas y asociaciones privadas locales); una lógica de interacción entre actores que valoriza/capitaliza los recursos existentes; y una dinámica de aprendizaje o capacidad de los actores para buscar soluciones a los nuevos problemas derivados de los cambios en la esfera nacional e internacional. Asimismo, las dos últimas propiedades (interacción y aprendizaje) conllevan la formación de un “saber hacer” creador de nuevos productos y tecnologías, el desarrollo de “normas de comportamiento” que permiten un equilibrio entre cooperación y competencia imprescindible en la creación de un espacio de trabajo colectivo, la capacidad de conocer e identificar las oportunidades de interacción de los restantes actores, y el desarrollo de relaciones interterritoriales que sitúen el entorno en el marco global.

El “entorno innovador” puede definirse como un ámbito territorial en el cual las interacciones entre los agentes económicos se desarrollan por el aprendizaje que hacen de las transacciones multilaterales generadoras de externalidades específicas a la innovación y por la convergencia del aprendizaje de formas cada vez más eficientes de gestión en común de los recursos . Según lo anterior, el entorno diremos que es innovador cuando se cumplan dos requisitos: a) apertura al exterior para asimilar los recursos específicos que necesita, y b) capacidad de creación de “redes de innovación” . En realidad, entre el “entorno innovador” y las “redes de innovación” existen relaciones de interacción mutuamente enriquecedoras: los entornos dinamizan y fortalecen las redes y las redes aumentan y desarrollan la capacidad creadora de los entornos. Desde una perspectiva de la planificación, la idea del “entorno innovador” y de las “redes de innovación” pueden resultar bastante eficaces. Centrar la atención en las sinergias y vínculos internos, en vez de hacerlo en los agentes y factores de producción, contribuiría a acercar a los legisladores al proceso de desarrollo económico y no tanto a las condiciones genéricas previas del desarrollo. Podría orientar los mecanismos de oferta tecnológica hacia las verdaderas necesidades de los agentes, reales o potenciales, de una economía local. Podría evitar que se crearan infraestructruras inútiles o innecesarias y mostrar que la principal función de las autoridades encargadas de la planificación pública debiera ser la activación, movilización e interrelación de los agentes locales y no el suministro de servicios e incentivos desde fuera (Cuadrado Roura, 1992, pág. 554).

La tesis del entorno innovador sostiene que éste es un espacio en el que actúan elementos que normalmente se consideran fuente de creación de desarrollo económico y de cambio, los cuales se benefician del elemento de proximidad geográfica y de las homogeneidades económicas y culturales que permiten definir territorialmente el propio medio o entorno local/regional. Estos elementos a los que anteriormente nos hemos referido son (Cuadrado Roura, 1992, pág. 552; Sallez, 1994):

* Economías externas, “economías de distrito” o redes de distrito, las cuales promueven el llamado clima industrial capaz no sólo de reducir las desventajas en términos de costes de las pequeñas empresas locales, sino de ayudarlas en sus procesos de innovación (ejemplo de ello es el proceso educativo y formativo producido en el citado medio o entorno). La experiencia ha demostrado que la permanencia de la capacidad innovadora en una economía regional/local se encuentra muy limitada si se pretende llevar a cabo internamente, planteándose la existencia de una fuerza externa que facilite dicha labor, a la que se le ha conocido como redes transterritoriales, entre las que podemos encontrar: redes de cooperación entre empresas (colaboración tecnológica, alianzas estratégicas, acuerdos de comercialización, etc.); redes de cooperación entre instituciones de investigación; y redes de cooperación entre instituciones públicas (gobiernos regionales y municipales que deseen cooperar en proyectos tecnológicos, educativos o de infraestructura).

* Economías de proximidad o redes de complementariedades competitivas, que presenta las siguientes ventajas: reducen los costes de transacción por facilitar la circulación de la información, genera y facilita el contacto personal y disminuye el coste de obtención de información dentro de la economía local. La proximidad tiene gran importancia por tres motivos: primero, por la existencia de recursos locales de capital humano que son casi inmóviles con respecto al territorio externo, pero que tienen una gran movilidad dentro del medio o entorno estudiado (lo que facilita el proceso de aprendizaje colectivo, mejora la productividad de las empresas y favorece la imagen del medio como lugar de producción y centro comercial); segundo, porque permite que se establezca toda una red de contactos entre los agentes locales; y tercero, por las sinergias que se producen en virtud de una base común de carácter cultural, psicológico y a menudo también político.

* Elementos sinérgicos o redes de sinergia, que favorecen la capacidad local de innovación por medio de procesos de imitación, interacciones entre agentes locales, sociedades mixtas privadas y públicas para proyectos de infraestructuras y servicios, interacciones entre centros de investigación y empresas potencialmente dispuestas a adoptar invenciones con rapidez, y colaboración entre clientes y proveedores.

En definitiva, la tesis del “entorno innovador” pone en evidencia la necesidad de tener en cuenta el espacio en las dinámicas de innovación, argumenta brillantemente las estrechas interrelaciones existentes entre región e innovación y permite comprender los mecanismos por los cuales el territorio representa un recurso específico cuya construcción constituye un elemento esencial del proceso de desarrollo económico.


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