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El capital intelectual de territorios insulares

Agustín J. Sánchez Medina

 

Modelo para la medición del capital intelectual en territorios insulares pequeños

En este epígrafe se presenta el modelo que se propone en este trabajo. Se comienza con la exposición global de todas las dimensiones que lo componen, para continuar con la explicación detallada de cada una de ellas. Finalmente, se concluye mostrando las relaciones existentes entre las distintas dimensiones.

3.3.1. Dimensiones del modelo

A la luz de las características comunes, ya expuestas en este trabajo, que poseen los territorios insulares se plantea a continuación un modelo que pretende ser de utilidad para realizar la medición del capital intelectual que puede propiciar el que los territorios insulares pequeños obtengan un desarrollo sostenible. Con este fin, y tras la revisión de distintos planes estratégicos de este tipo de territorios se ha observado que, aunque las estrategias propuestas en cada uno de ellos no son idénticas, dichas estrategias se establecían atendiendo, como se puede observar en la tabla 3.3, a unas áreas de actuación concretas, muchas de las cuales resultan comunes en los distintos planes -e.g., problemática social, medioambiental, administración pública, etc.-. Sobre la base de estos planes estratégicos, se ha considerado oportuno proponer, tal y como se observa en la figura 3.2, un modelo con las siguientes siete dimensiones, bloques o categorías de capital intelectual: capital formación y desarrollo, capital administración pública, capital social, capital medioambiental, capital turístico, capital actividad económica y, por último, capital resultado. No obstante, el modelo propuesto debe considerarse abierto a los ajustes necesarios para adaptarlos a las características particulares de cada isla.

En lo que al establecimiento de las dimensiones del modelo se refiere, se ha optado por hacerlo dividiendo el capital intelectual atendiendo a su funcionalidad. De este modo, esta división no coincide con la que se realiza en el Navegador de Skandia para países, donde se realiza en función de la naturaleza de los intangibles. Así, la razón para destacar dimensiones sobre la base de la funcionalidad y no sobre la naturaleza de los activos, viene dada por el hecho de que así la organización del modelo coincide en mayor medida con la de la propia administración pública, lo cual puede facilitar su implementación y su identificación con los objetivos. De esta manera, las dimensiones propuestas no deben ser observadas de forma aislada cual si fuesen compartimentos estancos, sino que, por el contrario, deben verse como distintos bloques vinculados entre sí.

Finalmente, y antes de pasar a definir cada una de las dimensiones planteadas, cabe mencionar que cada una de ellas puede incluir subdimensiones; es decir, se pueden establecer categorías de capital intelectual a un segundo nivel. Por otro lado, dentro de cada una de estas categorías y subcategorías, si éstas existiesen, se deben determinar cuáles son los activos intangibles que se está interesado en gestionar y los indicadores más convenientes para medirlos. Además, dichos activos intangibles e indicadores deben seleccionarse sobre la base de las necesidades, características y circunstancias de los territorios donde se aplique. Así, cada territorio tendrá sus propios activos intangibles, los cuales podrán coincidir o no con el de otros y, por tanto, los indicadores a elegir no tendrán que ser iguales en todos los casos. No obstante, debido a las muchas características comunes que poseen el tipo de territorios objeto de estudio, cabe esperar que muchos de los activos intangibles dentro de cada dimensión coincidan.

Capital resultado

Al igual que ocurre en el cuadro de mando integral con la perspectiva financiera, se plantea esta dimensión como el resultado de lo obtenido para el resto de las dimensiones del modelo, por lo que si se gestionan correctamente el resto de los distintos capitales propuestos, el capital resultado debe incrementarse. Por otra parte, y como ya se ha mencionado, el objetivo de este modelo es contribuir, a través de la gestión de los activos intangibles, a que se produzca el desarrollo sostenible de los territorios insulares pequeños. Así, teniendo en cuenta que variables como la competitividad económica, el equilibrio social o el buen estado de medio ambiente repercuten en el desarrollo sostenible y que, además, estos activos se recogen en otras dimensiones, en el capital resultado se pretende obtener una medición que sea el compendio de todos los activos intangibles que intervienen en el logro de un desarrollo sostenible para el territorio. Es decir, se trata de obtener una medida que determine el grado de sostenibilidad que está teniendo el desarrollo, por lo que más que contener activos intangibles concretos integra medidas globales acerca del cumplimento del objetivo para el que el modelo fue creado. Para realizar dicha medición se utilizarán dos indicadores a través de los cuales, se pretende determinar cuál es, dentro del territorio objeto de estudio, el nivel de desarrollo sostenible. El primero de estos indicadores debe medir la riqueza del territorio –e.g., el producto interior bruto (Pasher, 1999; Bontis, 2002)-. De esta forma, debe tenerse en cuenta que, pese a la ya destacada mayor importancia que cada vez tienen los activos intangibles en la generación de riqueza, el proceso de formación de ésta también se ve influido por los activos tangibles que el territorio posea. Por otra parte, si se atiende a la definición de desarrollo sostenible la mera generación de riqueza no es suficiente para su obtención, ya que, como ya se ha comentado, un territorio puede generar riqueza sin respetar el medio ambiente ni que exista equidad social o condicionando el desarrollo futuro. Con objeto de salvar este problema y, por tanto, de medir además de la generación de riqueza la sostenibilidad con que ésta se obtiene, se introduce el segundo indicador. Éste será un índice que se obtendrá como resultado de realizar la media ponderada de los índices obtenidos en cada una de las restantes dimensiones del modelo, los cuales, a su vez, se calcularán con base al valor ponderado de los distintos activos intangibles que formen parte de las mencionadas dimensiones.

Capital turístico

Dentro del capital turístico deben incluirse aquellos activos intangibles que son estratégicos para el desarrollo del sector turístico, tanto los relacionados con la oferta como con la demanda. De este modo, algunos de los ejemplos de activos intangibles dentro de esta dimensión son, entre otros, la calidad de la oferta alojativa, la reputación del destino o la fidelidad de la clientela, activos todos estos que, sin duda, son vitales para el desarrollo de la actividad turística

Por tanto, dentro de esta dimensión lo que se ha pretendido es reflejar, de forma separada al resto, la principal actividad económica que se desarrolle en la isla. Así, siguiendo a Debance (1999), Mehmet y Tahiroglu (2002) y a McElroy (2000), se puede afirmar que es la actividad turística la que suele tener mayor peso en las economías de los territorios insulares pequeños. No en vano, el turismo es la principal actividad económica en el 70% de las islas europeas, llegando a representar más del 50% del PIB en la tercera parte de ellas (García Falcón y Medina Muñoz, 1999). Por otra parte, los territorios insulares suelen caracterizarse por la escasa dotación de recursos, lo cual provoca la existencia de unos sectores primarios y secundarios débiles. Sin embargo, estos espacios sí suelen gozar de una naturaleza muy singular con altos ratios de biodiversidad por metro cuadrado (Tiempo, 1993), lo cual las hace muy apetecibles para la industria turística. Por ello, en el modelo que se plantea la dimensión destinada a ubicar el sector de actividad económica más importante será habitualmente la turística, si bien existen casos como puede ser el de las Islas Azores donde esta actividad no posee tanta importancia.

Por otra parte, en lo últimos años se ha puesto énfasis en la consecución de un turismo sostenible, como consecuencia de que en muchas áreas que explotaron intensivamente el turismo en los años 80 no son en la actualidad destinos atractivos debido a que varios de estos destinos diseñaron e implementaron planes de desarrollo que no tuvieron en cuenta el impacto social y medioambiental. Así, el concepto de turismo sostenible descansa sobre una serie de principios, los cuales se pueden resumir en la necesidad de proteger los recursos base para el turismo y en satisfacer las necesidades y deseos de los turistas, de los operadores turísticos y de la comunidad local (García Falcón y Medina Muñoz, 1999), no debiendo ninguno de estos grupos de interés tener una posición dominante (Hunter, 1997). Finalmente, mencionar que la literatura especializada en turismo sugiere que el desarrollo turístico debe estar integrado en el contexto más amplio del desarrollo sostenible (García Falcón y Medina Muñoz, 1999, Hunter, 1997).

Capital actividad económica

En esta dimensión se han de incluir todos los activos intangibles que resultan fundamentales para el desarrollo de la actividad económica que tiene lugar en el territorio. Obviamente, se exceptúan aquellos intangibles que se encuentran vinculados al turismo, los cuales, como ya se ha indicado, serán ubicados en una dimensión propia. Por otra parte, cabe destacar que la actividad económica que se desarrolla en las islas pequeñas está condicionada por dos factores geográficos: la lejanía y el tamaño. Así, el primero de estos factores hace que se incrementen los costes tanto de aprovisionamiento como de distribución y aumentan la incertidumbre en los suministros, lo cual provoca, consecuentemente, la subida de los costes de almacenamiento (Briguglio, 1995; McElroy, 2000). Por su parte, el segundo de los factores provoca, entre otras cuestiones, la existencia de un mercado interior pequeño, la carencia de materias primas y de mano de obra cualificada, todo lo cual dificulta la obtención de economías de escala (Baldachino, 2002; Briguglio, 1995; Eurisles, 1999; McElroy, 2000). Este cúmulo de circunstancias, unido a la especial sensibilidad de estos territorios ante cualquier actuación que se realice sobre él (Briguglio, 1995), hace que se deba tener especial cuidado en todos los procesos productivos, debiendo ser explotados de la forma más eficiente posible, para que, de este modo, se pueda obtener beneficio económico causando el menor daño al medio ambiente. Todas estas cuestiones justifican, sin la menor duda, la presencia en el modelo de una dimensión relacionada con las actividades económicas que se realizan en el territorio.

Dentro de esta dimensión se puede establecer una subdimensión para cada una de las actividades económicas que se desarrollen en la isla. De esta forma, si bien las subdimensiones a contemplar dependerán de cada caso concreto, se podrían establecer distintas subdimensiones para la pesca, la agricultura, la ganadería, el comercio y la construcción. Ejemplos de intangibles que pueden quedar encuadrados en esta dimensión son la competitividad de las empresas del sector y su productividad, la imagen de estos sectores, la siniestralidad laboral, etc.

Finalmente, destacar que la economía es, lógicamente, importante e influye en la consecución del desarrollo sostenible (Helminen, 2000; Shearlock et al., 2000; Springett, 2003). Así, al desarrollo sostenible a nivel de empresas se le ha denominado eco-eficiencia, término que se puede definir como el proceso a través del cual la explotación de los recursos, el destino de las inversiones, la orientación tecnológica y los cambios corporativos pretenden maximizar el valor añadido mientras minimizan el consumo de recursos, la producción de desechos y la polución (Helminen, 2000).

Capital social

La dimensión denominada capital social integra todos aquellos activos intangibles cuyo desarrollo permite mejorar la vertebración social del territorio. Así, esta dimensión comprenderá los intangibles vinculados con áreas tales como la salud, la vivienda, el empleo, la inmigración, la cultura, los deportes, la mujer, la juventud, la seguridad ciudadana, la justicia, etc. De este modo, para cada una de estas áreas se pueden establecer subdimensiones que permitan realizar un estudio más estructurado de los activos concernientes a las mismas.

La importancia de esta dimensión dentro del modelo es indiscutible, ya que no se puede concebir actividad empresarial, formativa o pública sin el cuidado de los aspectos sociales. De hecho, tal y como se afirma en Gladwin et al. (1995), Gobierno de Canarias (2002), Selman (2000), Shearlock et al. (2000) o Willson y Buller (2001), no se puede entender el desarrollo sostenible si no va acompañado de esfuerzos en aras del equilibrio y de la justicia social. Por lo tanto, se trata de una dimensión que debe intentar captar, a través de ciertos activos intangibles, el grado de igualdad e integración social que tiene la sociedad insular en su conjunto. Así, ejemplos de activos intangibles pertenecientes a esta dimensión que pueden resultar válidos para cualquier territorio insular pequeño son: la igualdad entre hombres y mujeres, la integración de los inmigrantes, la calidad de la sanidad, la calidad de los empleos, el nivel de desempleo, el envejecimiento de la población, la natalidad, la densidad de la población, etc.

Finalmente, se debe matizar que, aunque se ha optado por llamarlo de la misma forma, el significado que tiene el capital social en este trabajo no coincide enteramente con el aportado por otros autores tales como Banco Mundial (2002), Bertucci (2002), Coleman (1998), Hazleton y Kennan (2000) o McElroy (2002), donde este término hace referencia a aquellos aspectos de la estructura social que permiten la existencia de interacciones sociales.

Capital medio ambiente

El capital medio ambiente incluye aquellos recursos intangibles cuyo desarrollo es determinante para el medio ambiente. Así, este bloque contendrá los activos intangibles que se encuentren relacionados con temas como el agua, los residuos, la energía, el medio ambiente rural y el medio ambiente urbano. Ejemplos de capital intelectual dentro de esta dimensión son la salud ambiental, la calidad del aire, el deterioro del territorio, el impacto en la obtención de energía, la degradación de los acuíferos, la preocupación por la salud ambiental, etc.

Como ya se mencionó en este capítulo, el medio ambiente de los territorios insulares pequeños es especialmente delicado y, por ello, este tipo de territorio resulta más frágil que los territorios con dimensiones mayores (Armstrong y Read, 2001; Briguglio, 1995). Además, debe tenerse en cuenta que debido a las reducidas dimensiones de estas islas, cualquier actividad que se realice termina por tener consecuencias sobre el medio ambiente (Cicin-Sain, 1993). De este modo, si se considera que los recursos naturales son finitos, éstos, por lógica, lo son aún más en los territorios pequeños. Así, si bien la degradación del medio ambiente se ha dado en toda la historia, es en los último años cuando, a raíz del fuerte desarrollo económico y demográfico, este proceso se ha acelerado e intensificado. Por otro lado, la preocupación sobre el medio ambiente ha ido creciendo de forma exponencial en los últimos años. De hecho, en la actualidad existe en gran parte de la sociedad una alta concienciación sobre la importancia para el futuro de las reservas naturales, la degradación del territorio o la contaminación. Finalmente, cabe destacar la importancia del medio ambiente para el logro de un desarrollo sostenible (Shearlock et al., 2000; Willson y Buller, 2001). De hecho, en muchas ocasiones ha sido esta dimensión la que ha adquirido una mayor preponderancia cuando se ha intentado lograr el desarrollo sostenible (Giddings et al., 2002).

Capital administración pública

Este bloque de capital intelectual hace referencia a todos aquellos activos intangibles que son críticos para el correcto desempeño de la administración pública insular. Evidentemente, las atribuciones de estos gobiernos municipales serán diferentes en las distintas islas. Así, en algunas de ellas, como es el caso de Malta o Islandia, el gobierno insular posee las atribuciones del gobierno de una nación, ya que la propia isla es un estado independiente. En otros casos, como es el de las Islas Canarias o el de las Azores, el gobierno insular poseen menos competencias, ya que estas islas forman parte de un estado. Por tanto, y a modo de ejemplo, cabe mencionar que no será igual la problemática de las administraciones de aquellas islas que puedan legislar sobre materia económica y monetaria que la de aquellas otras que tengan sólo capacidad ejecutiva y no legislativa. No obstante, en cualquiera de los casos la importancia de la administración insular y local es básica. De este modo, no se debe perder de vista que éstas van a ser las administraciones más directamente relacionadas con todo lo referente a la isla y que, por tanto, tendrán que lidiar con los problemas diarios que en ella acontezcan. Por otro lado, también es destacable que los gobiernos de los territorios insulares pequeños tienen problemáticas específicas que no poseen otro tipo de territorios mayores; así, por ejemplo, debido a no poder contar con economías de escala, la dotación de servicios públicos se puede ver condicionada (Ocampo, 2002).

En definitiva, lo que se busca con esta dimensión es captar, a través de los activos intangibles, la capacidad que tienen las administraciones insulares y locales para adaptarse a las necesidades y expectativas de desarrollo sociales, medioambientales y económicas de los ciudadanos y, además, hacerlo de forma eficiente. En este sentido, cabe destacar que para García Falcón y Medina Muñoz (1999) el logro del desarrollo sostenible requiere del diseño e implementación de políticas que persigan la sostenibilidad en los ámbitos económico, social y medioambiental. Finalmente, y a modo de ejemplo, algunos de los activos intangibles que se encuentran dentro de este bloque de capital intelectual son: la agilidad en la tramitación de expedientes, la adecuación de las leyes elaboradas a las demandas sociales, etc.

Capital formación y desarrollo

Los activos intangibles que resultan vitales tanto para la formación como para la investigación y el desarrollo que tienen lugar dentro de la isla se incluyen en este modelo en la dimensión capital formación y desarrollo. Así, como ejemplos de este tipo de capital se pueden citar la calidad educativa, la dependencia tecnológica o la aplicabilidad de lo investigado. De este modo, las mejoras dentro de este bloque de capital intelectual tendrán, en el futuro, consecuencias positivas directa o indirectamente en el resto.

Por tanto, la importancia de esta dimensión parece clara. Así, si como ya se ha comentado durante este trabajo, la economía de las naciones depende cada vez más de los intangibles, para las economías de los territorios insulares pequeños resulta fundamental incorporarse a la economía del conocimiento. Sin embargo, para poder realizar esta incorporación con ciertas garantías de éxito, los territorios deben contar con la materia prima que, en este caso, es el conocimiento. De este modo, para adquirir este tipo de activos se puede recurrir a la formación de las personas y a la investigación y al desarrollo. Evidentemente, otra vía para la obtención de estos intangibles podría ser la incorporación de personal cualificado procedente de otras regiones o la adquisición de patentes y metodologías productivas. Sin embargo, estas últimas opciones, que en muchas ocasiones podrían resultar más baratas y rápidas, tienen diversas desventajas. La primera de ellas es que provocaría una total dependencia tecnológica; la segunda, es que relegaría a habitantes de la región de los puestos clave para el desarrollo del territorio. No obstante, y pese a los efectos negativos que puede producir, esta vía puede plantearse para obtener el capital necesario a corto plazo y para formar nuevos profesionales, ya que muchas de las pequeñas islas se caracterizan por la falta de personal cualificado (Debance, 1999; Ocampo, 2002). Finalmente, es preciso recalcar que para las islas pequeñas resulta primordial el contar con una fuerza laboral formada (Mehmet y Tahiroglu, 2002) y que si se desea una alta cualificación en los recursos humanos, se debe lograr un buen nivel educativo y entrenamiento (Armstrong y Read, 2001).


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