TURyDES
Vol 6, Nº 15 (diciembre/dezembro 2013)

UN DIÁLOGO SOBRE LAS RELACIONES ENTRE EL TURISMO Y LA POBREZA EN EL CENTRO HISTÓRICO DE BOGOTÁ

María Alejandra Cortés Gutiérrez (CV) y Carlos Martín Carbonell Higuera (CV)

INTRODUCCIÓN

El presente artículo surge a partir de una entrevista realizada por María Alejandra Cortés a Carlos Carbonell para su trabajo de grado, intitulado “La actividad turística como alternativa de mitigación de la pobreza. Caso de estudio: Centro Histórico de La Candelaria”. La dinámica suscitada por la entrevista dio lugar a un pensamiento reflexivo derivado de un diálogo de saberes (Morin, 1999; Freire, 2005), inscrito en el horizonte de las relaciones sociales generadas en el campo ecosistémico del sector turístico en Colombia (Sousa Santos, 2009; Bourdieu y Wacquant, 1995).  Los resultados de esta entrevista, inscrita en el marco de la investigación antes citada, conducen a la formulación de una serie de preguntas en torno a cómo el turismo se piensa y se reinventa en relación con los actores sociales presentes en el territorio de los centros históricos urbanos, los cuales deben convertirse en un aspecto indispensable para esta industria en crecimiento al momento de elaborar propuestas de planificación y gestión.

Hoy en día, se estudia la incidencia que tiene el capital sobre las cuestiones sociales, relegándolas, reemplazándolas, discriminándolas y apartando al individuo de un mal llamado “desarrollo”. En esta situación, donde se hace evidente una tendencia hacia la desigualdad y donde las relaciones están mediadas por un componente capitalista, deben empezarse a desarrollar procesos de superación de estas injusticias, garantizando un equilibrio que incluya un turismo integrador y no un turismo tendiente a la reproducción de condiciones de exclusión, como ha venido ocurriendo en algunos territorios donde esta actividad se está llevando a cabo.

 ANÁLISIS DE CONTEXTO

La presente reflexión gira en torno a las consecuencias del sistema-mundo capitalista, que ha conllevado al aumento desmedido de situaciones de discriminación, pobreza y marginalidad:

Las crisis del capitalismo no son simples fluctuaciones en los ciclos de negocio sino producto de sus contradicciones políticas y económicas y de intentos de reestructuración del patrón poder. En el sentido estricto económico son crisis de rentabilidad del capital (o sea ganancias), lo cual implica la disminución en los niveles de inversión acompañados por crecimiento del capital financiero, destrucciones masivas de capital, desempleo masivo, marginalidad y hambre para las masas trabajadoras, los sectores populares y los campesinados (Lao, 2011: 9).

Por esta razón, las dinámicas económicas actuales tienden al aumento de las desigualdades e injusticias dentro de los territorios, así como a la pauperización de las condiciones de vida de las personas.  En oposición a esta visión de crecimiento capitalista, Amartya Sen propone la idea de buscar el equilibrio a partir del enriquecimiento del factor humano, es decir, el alcance de un desarrollo individual integral de las personas a través de la libertad y las capacidades de las personas:

(...) el desarrollo no puede ser medido sin tener en cuenta el estilo de vida que pueden llevar las personas y sus libertades reales. En otras palabras, el concepto de desarrollo no puede limitarse al crecimiento de objetos inanimados de conveniencia como los incrementos del PNB (o del ingreso personal), o la industrialización, o el progreso tecnológico, o la modernización social (Sen, 2002: 38).

 En relación con la dinámica capitalista surge además un concepto que directa o indirectamente se desarrolla paralelamente a la exclusión social. Este concepto es el de segregación socioespacial, que genera diferenciación tanto en las bases sociales como en el plano de los territorios urbanos. En este contexto, da cabida a espacios fragmentados en donde se evidencian rupturas en las dinámicas socioculturales.

Dentro de estas territorialidades fragmentadas, la segregación socioespacial inclusive se presenta en aquellas donde el turismo apenas se está desarrollando, pero en las cuales se presentan condiciones estructurales inequitativas que van en contra del desarrollo humano y a la vez del desarrollo local o endógeno:

(…) las ciudades ya no son concebidas, o ya no estarían girando en torno a la producción sino que más bien estas ciudades turísticas están volcadas a la producción de un espacio que permita el consumo de bienes, servicios y paisajes. Este cambio de funcionalidad de las ciudades coexiste con un cambio global de la orientación del capitalismo. De esta manera se refuerza que en las ciudades turísticas se privilegie la visibilidad del consumo, actividad que “libera” a la sociedad actual frente a la actividad de producción, actividad que “esclaviza” a la sociedad (Ibarra, 2007: 203).

Por lo tanto, estos destinos urbanos, en aras de sus mismas características funcionales, llegan a ser escenarios propicios para la producción y reproducción del capital, olvidando el factor humano y permitiendo el crecimiento de las desigualdades.  De esta manera, lo que debe buscar el turismo es un acercamiento desde una visión humanista por encima de una utilitarista, que favorece a los que ostentan grandes capitales financieros y no a aquellos habitantes locales que conviven dentro de estos destinos turísticos. Así, se hace imprescindible una participación del ciudadano-habitante de estos territorios dentro de estos procesos con el fin de garantizar su autonomía individual y la capacidad de generar empoderamientos y autogestión para el crecimiento regional.

Pero estos procesos no se pueden adelantar sin una fuerte presencia del enfoque del desarrollo sostenible, o más específicamente, no son viables sin un turismo sostenible que comprenda la relación existente entre el individuo y el medio, y la capacidad de engendrar desarrollos altamente beneficiosos para los locales y los residentes en los territorios a partir de la actividad turística.

Dentro de la visión holística que supone el turismo sostenible es importante tener presente que los actores sociales del territorio deben ser los líderes en estos procesos y que se requiere trabajar conjuntamente con ellos en la gestión y planificación turística del territorio.

Es por esto que la entrevista se concibe también con el propósito de efectuar una reflexión en torno a uno de los problemas que hoy convive con el turismo y que para muchos es ignorado: la pobreza; basándonos en una mirada que va desde el análisis del sistema mundo global hasta recaer en la observación de los escenarios locales, como es el caso del Centro Histórico de Bogotá, sector donde se presentan situaciones de carencia, pero donde al mismo tiempo se está generando un desarrollo turístico de gran dinamismo en años recientes.

En este contexto, la pobreza es un problema crítico que afecta el adecuado desarrollo de las personas y su calidad de vida. Por ejemplo, para el presente caso de estudio, El Centro Histórico de La Candelaria se concibe como un territorio vulnerable y con altas deficiencias en desarrollo, a pesar de que es un lugar con una gran presencia como destino turístico. Esta situación socioeconómica negativa se explica entre otras razones por ser La Candelaria en sí misma un Centro Histórico y todo lo que conlleva su significado.

Por lo tanto, primero es esencial explicar la noción de Centro Histórico y cómo ha sido históricamente concebida. Su significado va más allá de ser un lugar con ciertas características socioculturales. Así, el Centro Histórico también se manifiesta como un lugar con alteraciones en materia urbanística y con una elevada tendencia hacia la generación de valor económico y patrimonial, lo cual incrementa las brechas socioeconómicas e induce a la producción de entornos marginales. Por ende, llegan a ser espacios susceptibles de intervenciones y modificaciones, en el curso de las cuales se desencadenan segmentaciones socioespaciales:

Los centros históricos en América Latina son los espacios urbanos más complejos y frágiles de la ciudad, pues comparten una contradicción fundamental al tener los más altos valores simbólicos e identitarios, a la vez que una fuerte degradación física y social (Rodríguez, 2008: 54).

Estos territorios, debido a su configuración dislocada y compleja, de alguna u otra manera van a generar crisis y a concebirse como escenarios que engendran situaciones de ruptura, desigualdad y marginalidad.

Por lo tanto, se ve afectada la vitalidad del Centro Histórico de La Candelaria y su simbolismo, haciéndose necesario superar la reproducción de las desigualdades y de los contextos frágiles frente al impetuoso avance del capitalismo en las ciudades globales.

Como resultado de esta visión del Centro Histórico, la realidad del Centro Histórico de La Candelaria es crítica debido a su dinámica socioeconómica, caracterizada por pobreza, sobrepoblación, entre otros:

(…) Coexisten diversas dinámicas sociodemográficas, lo cual contribuye a una situación cada vez más compleja, difícilmente restituida en su conjunto: empobrecimiento, inseguridad, y más recientemente gentrificación o cosmopolitización, todo esto se da en un proceso de despoblamiento: la población de este sector ha sufrido en los últimos 34 años un descenso marcado, pasando de 35.047 habitantes en 1973 a 22.621 en 2005 (Lulle, 2010: 4).

El Centro Histórico se caracteriza también por las bajas condiciones de vida que ponen en situación de vulnerabilidad a la población residente tradicional, la cual sufre problemas de distribución de ingresos, de falta de oportunidades laborales, de políticas gubernamentales excluyentes, de necesidades básicas insatisfechas y de condiciones de vida precarias:

Otros indicadores muestran que los niveles de pobreza en la localidad, si bien no son tan agudos como en otras localidades de la ciudad, tampoco representan un tema menor. Por ejemplo, el 48% de la población hace parte de los niveles I y II del Sisbén, el 14% se encuentra por debajo de la línea de pobreza y el Índice de Calidad de Vida (ICV) arroja un resultado de 48 sobre 100.  Puede afirmarse que el Centro Histórico concentra una población residente con baja capacidad de pago, un nivel medio de necesidades básicas insatisfechas y situaciones de pobreza comparativamente menores que, sin embargo, no son minimizables ni desestimables (Zabala, 2005: 37).

Problemas como el hacinamiento, la educación y las condiciones de vida de los habitantes de la localidad de La Candelaria, la hacen un centro vulnerable y sin el desarrollo que se esperaría para ser un sector en el que el turismo cada día se hace más importante.

En estas áreas de deterioro urbano, se encuentran hogares en condiciones de vulnerabilidad. Familias que, además de su situación de pobreza (en la Candelaria, el 42,6% de la población se encuentra bajo la línea de pobreza y el 14,1% bajo línea de indigencia), presentaron otras condiciones que ponen en peligro la integridad física y psicológica de sus miembros, como la violencia intrafamiliar, abuso en el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas, prostitución y mendicidad.  Esta situación, sumada a la exclusión social y urbana, propicia territorios de miedo, es decir, zonas reconocidas como inseguras, en las que se desarrollan actividades ilegales e ilícitas (Cámara de Comercio Bogotá, 2007: 20).

Frente a este contexto, el turismo y la pobreza se vinculan en cuanto a que el primero supone generar dinámicas constructivas que alivien los deterioros tanto sociales como económicos de los territorios; es decir, debe estar en la capacidad de superar los problemas estructurales y de fondo existentes en los espacios, que conllevan pérdida de significados y de condiciones adecuadas para su operación como destino turístico, con el fin de trascender la decadencia a la que últimamente se han visto enfrentados los Centros Históricos de las ciudades en muchas regiones del mundo.

En muchas ocasiones el turismo genera una marcada segregación socioespacial, la estigmatización y exclusión de sujetos sociales, la dispersión de las necesidades comunes, alteraciones físicas en los territorios y en su componente social, afectando en forma negativa las relaciones espaciotemporales que se establecen en los territorios con alto valor turístico.

Así, dentro del concepto de turismo, las políticas que se desarrollen en torno a éste deben ser promotoras de los procesos productivos como: generación de ingresos, asistencia a los microempresarios, mayores oportunidades laborales, igualdad tanto de mujeres como hombres en el tema laboral, calidad en el empleo, el paso de la informalidad a la formalidad.  En este sentido, el tema político es fundamental para la adopción de iniciativas orientadas a la mitigación de la pobreza a través de una adecuada planificación y gestión del turismo, debido a que es imprescindible facilitar alternativas democráticas con logros en los liderazgos políticos.

Partiendo de la planificación del turismo dentro del Centro Histórico de La Candelaria, el Distrito Capital trabaja actualmente en el Plan Nacional de Desarrollo, que incorpora dos componentes: el que hace referencia a la faceta participativa y un segundo elemento que es el del desarrollo local.  Con base en este referente, se diseñó el Plan Local de Desarrollo 2012-2016 “La Candelaria Humana”, estructurado con la participación de algunos actores sociales que hacen parte de la localidad de La Candelaria y que ayudan a identificar y delimitar las principales problemáticas del sector:

“(…) está fundamentado principalmente en tres ejes de acción. El primero, es superar la segregación y la discriminación: el ser humano como el centro de las preocupaciones del desarrollo; el segundo eje transversal, se refiere a un territorio que enfrente el cambio climático y se ordene alrededor del agua; el tercer eje visualiza una Candelaria que defiende y fortalece lo público” (Guerrero, 2012: 2).

Entrando al tema del territorio local y la importancia que el turismo tiene dentro de éste, en La Candelaria se adelanta el Plan de Ordenamiento Territorial “Plan de Desarrollo Social y Ambiental y de Obras Públicas para la localidad 17 de la Candelaria, 2009-2012: Candelaria turística, dinámica e incluyente”, cuyo objetivo es:

El Plan de Desarrollo de La Candelaria Positiva, quiere estimular la integración de los sectores productivos con su capital humano, mediante la acción comprometida, dinámica, oportuna y pertinente de todos los actores locales, con el fin de optimizar las oportunidades que tienen los habitantes de la localidad, mejorando su calidad de vida y generando los espacios requeridos para que las personas desarrollen y potencien sus capacidades personales, sociales, laborales y empresariales. Las acciones de esta administración están comprometidas con la inclusión y el reconocimiento de los derechos de sus habitantes, pero también con la integralidad y la autonomía que requiere cualquier ser, para poder proyectarse y superarse en cualquier ámbito (Alcaldía Local, 2010: 1).

Continuando con la rama del turismo y su importancia para el desarrollo económico y social, existe a nivel nacional el “Plan Sectorial de Turismo 2011-2014. Turismo: factor de prosperidad para Colombia”.  Éste se articula al Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014, en el cual se le da prioridad en un capítulo al sector turístico:  “Turismo como motor del desarrollo regional”.  Entre otros temas, se incluye el fortalecimiento de la institucionalidad, el mejoramiento en la calidad de los servicios y destinos turísticos, el fortalecimiento del talento humano, el mejoramiento de la infraestructura, el fortalecimiento de productos turísticos y la inversión en el sector del turismo. Además, se mencionan programas para el mejoramiento de la industria turística dentro del territorio colombiano.  Estos programas son: 1) Programa Nacional de formación y capacitación en turismo; 2) Programa Nacional de Bilingüismo para la industria turística y 3) Programa de Fomento e investigación en turismo.  De esta manera, el Plan Sectorial de Turismo enfoca sus esfuerzos hacia el fortalecimiento de las habilidades y competencias del talento humano, atendiendo la demanda turística y la situación de empleabilidad, es decir, de generación de empleo.

Dentro de la búsqueda de un equilibrio entre turismo y desarrollo de los habitantes, se ha concertado el cluster de Turismo en La Candelaria. No obstante, este cluster ha sido criticado por algunos de los habitantes y empresarios de la localidad, debido a su falta de concreción frente a la realidad y la conclusión de políticas y estrategias de funcionamiento, que han sido desviadas del objetivo común empresarial, creando vacíos en su funcionamiento:

Con la puesta en marcha de diferentes proyectos, la Administración Local de La Candelaria: Turística, Humana e Incluyente, desde el objetivo de la productividad, ha consolidado al cluster de Turismo como un actor colectivo orientado al fortalecimiento de la participación social, que define objetivos compartidos y desarrolla esfuerzos locales conjuntos, desde la autogestión, la cogestión y la concertación para transformar la realidad económica y social de La Candelaria en torno a su potencial turístico (Wilches, 2012: 1).

Los clusters deberían romper con estructuras cerradas y fomentar la integración, convirtiéndose en un sector de apoyo y con beneficios para las empresas del mismo sector. Además hay que cuestionarse ¿qué tanto está aportando a los locales y a los pequeños empresarios? ¿Por qué aún hay inconformismo tanto en habitantes como en los empresarios en cuanto a la labor realizada por el cluster de La Candelaria?

Por lo tanto, se ha determinado que dentro del Centro Histórico de La Candelaria no siempre el crecimiento del turismo es sinónimo de progreso para las comunidades, y que incluso puede ser generador de una serie de problemas tanto en los entornos naturales como en el deterioro socioeconómico que involucra al territorio y sus actores sociales. Esta situación muchas veces es producto de la debilidad en las políticas de planeación y de una contundente política de desarrollo sostenible que garantice el bienestar de la población local.

Como consecuencia, el Centro Histórico de La Candelaria debe superar la reproducción de desigualdades y centrarse en los focos para su desarrollo. Por ejemplo, los proyectos colectivos de carácter social y económico ayudan a la integración y mejoramiento de estos territorios.

2.  LA ENTREVISTA REFLEXIVA

En el contexto antes presentado, la intención de la entrevista es acercarnos a un planteamiento sobre la pobreza, el turismo y la inclusión en los Centros Históricos e incorporar ideas pertinentes del propio entrevistado y de sus referencias a otros autores en torno a la reflexión que supone el turismo como alternativa para la superación de la pobreza.

Los resultados obtenidos y las opiniones desarrolladas durante el siguiente diálogo nos cuestionan acerca de la realidad del turismo, los actores sociales en territorios débiles caracterizados por la pobreza y otro tipo de vulnerabilidades sociales, que niegan el desarrollo humano del individuo así como sus posibilidades de participación social y de mejoramiento en la calidad de vida.
 
Son estos interrogantes provocados por la influencia de los polos de desarrollo turístico en los lugares de destino los que condujeron a la búsqueda de un investigador sobre temas urbanos y especialista en centros históricos, conocedor de los temas de turismo e inclusión social y habitante del sector de La Candelaria, situación que le proporciona una perspectiva privilegiada para dar lugar a una “reflexión”, esto es, una enunciación de ideas informadas, conscientes del contexto en el cual surgen y con respecto al cual plantean sus impresiones, en el marco de una relación dialógica e intercultural entre el estudiante y el experto, que integra de manera indistinta la doxa (el saber común) y las referencias a fuentes técnicas o académicas (Bourdieu y Wacquant, op, cit.; Guber, 2001).

El objetivo principal de este ejercicio consiste en ofrecer pistas para superar la invisibilidad a la que están sometidos los actores sociales en los territorios que experimentan el dinamismo de una industria turística en crecimiento.

Alejandra Cortés: ¿Es posible explicar el tema de pobreza a partir de los modelos de desarrollo?

Carlos Carbonell: Lo primero que hay que tener en cuenta es que la pobreza es un tema global, es un problema que no se puede concebir únicamente desde un punto de vista local o nacional, sino que es una problemática que aqueja al mundo entero, no sólo como lo veíamos anteriormente en términos de Primer y Tercer Mundo, sino también entrar a ver cómo ese Tercer Mundo ha afectado a regiones del Primer Mundo. Comprender cómo la pobreza es una situación que cada día es más fluida, que cada vez va más a espaldas del individuo, del inmigrante, de la persona pobre que va de un lado para otro, y por lo tanto, no corresponde a un lugar fijo. Entonces, hay una primera reflexión de cómo, ante todo, la pobreza es un tema global, y segundo, un problema que fluye en el territorio mundial, que está generando dinámicas en el territorio mundial, no sólo de permanencia, aunque las dos situaciones ocurren en esa realidad.

A: Entonces, esa realidad que usted menciona, ¿es una realidad que se está viviendo y que hace parte del sistema mundo capitalista?

C.: Exacto, entonces en ese paradigma de “sistema mundo”, tenemos que irnos un poco atrás porque éste tiene sus desarrollos en la actualidad.  Por ejemplo, lo han analizado autores como Immanuel Wallerstein (2005), quien habla de una postura para un análisis del sistema-mundo y comienza a analizarlo más o menos desde el siglo XV.

Es decir, este fenómeno presenta una dinámica que está integrada plenamente a unos nuevos conceptos de intercambio, los cuales se inauguran con el descubrimiento de América y con la hegemonía de Europa sobre el mundo. Desde ahí tenemos que empezar para entender que esas condiciones de desarrollo estructural desigual vienen desde el momento de fundación de nuestra ciudad. Ya nuestra ciudad era desde un principio un lugar que dependía de las necesidades y de los intereses de España y de los intereses de la metrópoli colonial para extraer materias primas, para explotar el territorio descubierto y conquistado.

Ese es un primer elemento de análisis histórico que tenemos que plantear y es que Bogotá se presenta como la conquista de un territorio con un objetivo estratégico, como se decía en la colonia: “poblar y fundar ciudades” en todo el territorio americano para crear unas redes económicas que permitieran a España y a los europeos incrementar sus riquezas; lo cual es un modelo que persiste en la actualidad. Tenemos que partir de ese punto de vista y ver cómo esos modelos de desarrollo actual (eso a lo que nosotros llamamos Modelos de Desarrollo), parten de una estructura económica internacional desigual que se constituyó a nivel planetario y que continúa hasta el momento actual con modificaciones.

A.: Al hablar de mitigación de la pobreza es importante resaltar la participación de los actores sociales. En el libro Turismo, pobreza y territorios en América Latina (Carbonell, 2008), usted resalta que la inserción de estos actores es “marginal y asimétrica”.  ¿Qué alternativa sugiere para superar esta situación?

C.: Bueno, en el plano global, en la coyuntura actual se pasa en el mundo a una hegemonía neoliberal.  Después de la caída del Muro de Berlín sobreviene en todo el mundo una situación de avanzada neoliberal que algunos teóricos del desarrollo incluso denominan hoy en día post–neoliberalismo, como la situación en la que nos encontramos hoy en día en el siglo XXI.

Así, la tendencia actual del sistema mundial es a la profundización de las asimetrías, porque el sistema neoliberal privado parte de la concentración y oligopolización de los factores productivos. Entonces las esperanzas no son muy halagadoras; sin embargo, el sistema neoliberal también ha demostrado éxitos en la gestión económica mundial en términos de estabilización monetaria, lo cual tranquiliza los mercados, no genera inflación, reduce los riesgos de recesión y crea una plataforma para el desarrollo económico, pero lamentablemente dentro de estas dinámicas de extracción y expropiación ese desarrollo termina en manos de la inversión extranjera y también en manos de los actores con mayores volúmenes de capital.

A causa de esto, la marginalidad persiste, a pesar que de todos modos parte de esa riqueza y también la transición tecnológica ayuda a que se hayan democratizado muchos factores de producción. Son situaciones que de todos modos, a pesar de esa acumulación y de esa hiperconcentración del capital en el plano mundial, hay ciertos escenarios en donde algunos de esos capitales (sociales, culturales, simbólicos, tecnológicos, humanos y económicos) se han democratizado y desconcentrado.

Entonces son cosas que en una coyuntura de capitalismo flexible, permiten una mayor difusión por el sistema, circulan más por el sistema y por lo tanto eso ayuda a que haya captaciones de capital en muchos puntos de la geografía global, que no necesariamente pertenecen a los más ricos sino que también hay otras personas que se pueden beneficiar de ellos, incluso hasta en las situaciones de rebusque.

De todos modos hay muchos de esos actores que son marginales, hay un principio dentro de esta situación que se vive, hay actores que están en situación y condición de marginalidad y no llegan a beneficiarse de ese flujo de capitales. El capital fluye y pasa por su lado, pero ellos no se benefician, conduciendo a situaciones de mayor marginalidad.

Sin embargo, la marginalidad está ligada a otros factores de carácter social.  La marginalidad no solamente es económica sino también social.  Por ejemplo, la tercera edad, los discapacitados, eso es otro tipo de marginalidad, los locos, los enfermos siquiátricos también participan de esa marginalidad y pues son situaciones mucho más estructurales de pobreza social que también hay que tomar en cuenta; no todo está sujeto a las fuerzas del mercado.

De todos modos, dentro del contexto actual del mercado global las asimetrías son una característica del sistema porque incluso algunos principios de la Teoría de Sistemas dicen que los sistemas tienden a ser asimétricos.  Entonces estamos en un sistema-mundo.  Ese sistema-mundo, por muy diversas razones, se caracteriza por su diversidad, una diversidad de base, diversidad histórica, geográfica, diversidad geológica, diversidad de muchísimos tipos.  Todo eso genera asimetrías en un sistema y por eso el objetivo sería de algún modo tender a la minimización de esas asimetrías.

A.: Ese flujo de capitales también incide en la gestión turística que debería trabajar por la mitigación de esas pobrezas. Entonces en esos territorios donde cada día es más evidente la problemática de pobreza, ¿cómo garantizar soluciones viables que se alejen de esa concentración de capital en unas pocas empresas?

C.: Bueno, eso ya nos conduce más a una situación glocalizada, que es la situación específica del turismo. ¿Dónde existe el turismo dentro de ese sistema-mundo? Existe en muchos lugares, existe en toda la geografía del territorio planetario, tanto en los puntos específicos como en los puntos de conexión con esos lugares turísticos. Entonces esas son dos cosas que hay que tener en cuenta para poder mejorar los sistemas de gestión turística.

La pobreza se sitúa en muchos de esos lugares, la encontramos tanto en las ciudades como en los caminos, en las carreteras, en los pequeños pueblos que conectan con ciudades; allí la pobreza está presente. El desarrollo turístico es una actividad que se genera, que se produce en algunos de esos territorios donde suelen ocurrir varios fenómenos relacionados con el efecto de destino.  El “efecto destino turístico” hace que haya un atractivo en un lugar muy remoto del planeta o en un lugar de la geografía local simplemente.  En algún lugar local, porque el turismo localiza esa situación global, esas desigualdades, esas asimetrías, esas condiciones del sistema-mundo global que se localizan en un territorio turístico determinado.

Cuando el turismo llega a esos lugares de interés, el atractivo determina ese interés por el desarrollo turístico, de otro modo no hay nada; sin atractivo no hay desarrollo turístico. Entonces esos capitales del mundo que fluyen por todos lados confluyen en esos lugares en los que hay atractivo. Así, lo primero es cómo vamos a gestionar ese atractivo; eso es lo fundamental, la gestión del atractivo para una adecuada gestión turística.

Sin embargo, esa gestión del atractivo tiende a ser aprovechada por los grandes capitales que tienen muchos medios de influencias políticas y económicas y generan monopolios, generan lugares de enclave, generan dinámicas de enclave, que lamentablemente conducen a situaciones de exclusión.

Esa es la primera situación, la situación del dominio territorial. La otra es una situación de funcionamiento sistémico. El sistema-mundo capitalista moderno tiende por su propio funcionamiento, por su propia dinámica económica a la acumulación. De todos modos, eso hace también que así no lleguen grandes capitales sino que lleguen pequeños capitales o capitales a nivel nacional o a nivel regional a esos lugares, la plusvalía de esos negocios empieza a generar procesos de acumulación que recaen en unas pocas manos, dejando a las comunidades que no tienen capacidad de inversión al margen de estos beneficios.

De todas formas se producen de manera natural dentro de esos sistemas; hay tendencia a la acumulación porque se está generando una dinámica económica, pero hay que entender que de todos modos a nivel local, a nivel regional, muchas de esas personas tienen derecho a vivir de eso, porque es inevitable la relación económica con el territorio y la relación económica con el entorno.  Los seres humanos tienen una inevitable relación económica con el entorno y esa tendencia a la generación de capital, generación de bienestar y generación de beneficios, no sólo es un problema de hegemonía y de dominación sino que al mismo tiempo también es un problema de supervivencia.

A.: En el tema del territorio, una de las características de los Centros Históricos es que son espacios muchas veces vinculados con entornos periféricos y de pobreza, en los cuales se perciben deterioros físicos y sociales.  ¿Cómo se podría repensar su dinámica y entrar en procesos de recuperación?

C.: Bueno, en ese punto entramos a hablar de nuestro territorio local que es Bogotá, el Centro Histórico.  Lo primero es considerar qué es Centro Histórico. En estos momentos, en la actual coyuntura se están produciendo cosas muy interesantes en términos de la noción de “centro”. Primero que todo tenemos que hablar de la dimensión cultural.  Recordemos que de todas formas la pobreza no sólo es un problema económico sino que también es cultural, imaginario, inmaterial.  Es una inmaterialidad que de todas formas se refleja en las relaciones reales, dentro de las relaciones sociales y se concreta en el territorio. Tenemos que entrar a definir qué es el centro, y qué distintas consideraciones se están haciendo con respecto al centro. 

Entonces hoy en día, en la actual coyuntura de esta Alcaldía y a nivel nacional y mundial, hay cuatro niveles de interpretación del centro. Parte de su situación cultural se relaciona con la situación de la gente que comúnmente, desde el sentido común dice “vamos al centro”, y el centro pueden ser muchos lugares. En la cultura bogotana, decir “vamos al centro” tiene muchos sentidos, podemos ir al centro, al Centro Histórico, al Centro Internacional, dentro del lenguaje común.

Mucha gente también considera a Teusaquillo y la Soledad como parte del centro, pero también están las interpretaciones institucionales.  Entonces los cuatro niveles de interpretación institucional hoy en día son: el Centro Histórico de La Candelaria, el Centro Tradicional, el Centro Ampliado y la Región Capital.  Son los cuatro escenarios del centro en el ámbito urbano.

El Centro Histórico de la Candelaria es centro histórico por su condición de patrimonio nacional, por su condición de monumento nacional, es un patrimonio de la nación, entonces los límites están dentro de la localidad de La Candelaria aunque no coincidan con los de la localidad. Creo que por el sur, el Centro Histórico tiene una delimitación distinta de la de la localidad. Luego está hoy en día una noción importante porque es objeto de las políticas actuales y esa es la del Centro Tradicional.

El Plan de Revitalización del Centro Tradicional está comenzando a diseñarse en el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural y ya comenzó a entrar en marcha con algunos ejes de política. Lo interesante con esa noción de centro de acuerdo con la pregunta es que incorpora nuevos barrios a esa centralidad de la localidad de la Candelaria, trayendo una visión más real de lo que es el Centro Histórico de Bogotá, porque hay muchos centros que se quedaron por fuera de esa visión de centro histórico patrimonial.

Entonces el centro patrimonial dentro de los planes de la Alcaldía incluye barrios como las Nieves, el Voto Nacional, San Victorino y, dentro de lo que es pertinente para el tema de pobreza, los sectores de la localidad de La Candelaria menos favorecidos como Santa Bárbara y Belén. Así que, aquí tenemos una visión de revitalización que va en camino de la recuperación del Centro Histórico Tradicional, la cual  tiene como principios la integración social y la preservación patrimonial, que son los dos elementos fundamentales de ese plan. Aquí entonces tenemos, en coherencia con el Plan de Desarrollo de la actual Alcaldía 2012-2016, una relación directa con el Plan de Desarrollo en su eje tres (3), que es la inclusión social; entonces, lo más importante de entender es que el turismo y el patrimonio cultural no están desvinculados de una noción económica más amplia, de un entorno macroeconómico más amplio.  Esto quiere decir que el desarrollo de la ciudad va a traer desarrollo turístico y eso se va a ver reflejado en el Centro Histórico Tradicional, entonces por eso es tan importante que el Plan de Desarrollo ya traiga una línea de inclusión social, lo cual va a facilitar la aplicación de políticas en ese sentido y por eso el Plan de Revitalización ya trae una estrategia de revitalización.

Sin embargo, la institucionalidad es compleja y más en los entornos urbanos, por lo cual esto entra en una especie de contradicción con la Empresa de Renovación Urbana (ERU, 2011). La empresa tiene una idea de renovación, mientras que el centro tradicional tiene una visión de revitalización. Entonces la noción de renovación está mucho más ligada al componente urbanístico, mientras que la visión de revitalización en contextos patrimoniales tiene un fundamento social. Revitalizar la arquitectura es importante, pero al mismo tiempo la sociedad.  Estos procesos de revitalización se han aplicado en centros históricos de otras nacionalidades a nivel mundial.

Por lo tanto, la renovación es un concepto más urbanístico. Esos procesos ya entran a hacer cambios sustanciales sobre el territorio, por lo cual muchas veces estas dinámicas del territorio entran en choque con las comunidades locales. Las comunidades locales suelen ser muy sensibles a los macroproyectos, en especial cuando se trata de poblaciones con altas condiciones de vulnerabilidad.

Las sociedades con mayores recursos tienen mayor capacidad de acción en términos de capitales y gerencia política, ellos pueden gestionar las cosas de modo distinto; pero para las comunidades vulnerables, esos cambios físicos pueden traer problemas de cierta importancia, entonces por eso la renovación es, como dice el término de moda, mucho más “locomotora” que los planes de revitalización.

Sin embargo, la ciudad no solamente se limita al Centro Tradicional, que es muchísimo más amplio y tiene muchas más necesidades que son las mismas de la ciudad en términos de planeación, en términos de generación de vías, en temas de movilidad y otros factores, lo cual termina llevando a generar condiciones adversas para las comunidades locales y para el patrimonio cultural.

El tercer nivel es el del Centro Ampliado. Entonces el centro ampliado tiene también otras dinámicas. La ERU entra a generar una serie de dinámicas muy interesantes en el contexto urbano que pueden ser discutibles por las confrontaciones que se pueden generar con las comunidades que habitan ese sector o que tienen sus negocios en esos sectores, pero que de todos modos, también pueden resultar en propuestas interesantes para la ciudad. Hemos visto que de todas formas ha habido condiciones positivas en los últimos años como no las había habido anteriormente. La renovación urbana también es un proceso de experimentación y la propia historia de la ciudad explica que la planeación no hubiera funcionado, que no hubiera tenido un concepto arquitectónico y urbanístico de tan alto nivel como hemos visto después del cambio constitucional.

Entonces ha habido sin duda renovaciones urbanísticas interesantes que han beneficiado a conjuntos enteros de población, pero que de todos modos, también por contraste, han generado procesos de discriminación o de segregación socioespacial en comunidades vulnerables.  Siempre nos enfrentamos a esas paradojas, pues de todos modos la ciudad es un sistema complejo, por lo tanto es difícil su gestión, son muchísimas variables, son muchísimos cruces y es muy difícil definir y diseñar el nivel de gestión apropiado para la ciudad. Es por eso que ahora también hay UPZ’S para mejorar la gestión de los territorios locales, pero también hay localidades, entonces esa complejidad dificulta más la gestión urbana que en otros contextos territoriales.

El último nivel es el de la ciudad-región. Tenemos que de todos modos la ciudad se desenvuelve en un contexto regional. La ley 1454 de 2011 creó la RAPE (Región Administrativa de Planificación Especial), que corresponde a la región Bogotá-Cundinamarca. Eso es otro centro, que hace referencia al centro de Colombia, el centro estratégico del país. No por casualidad Bogotá está ubicada aquí, porque además de la Sabana, su carácter de centro del país, si lo vemos geográfica y políticamente, están íntimamente relacionadas, pues lo geográfico determina también esa centralidad política. La región delineada por la RAPE puede tener un PIB superior o similar al Perú, lo cual ya dice mucho de su fuerza, de su capacidad y de sus potencialidades de desarrollo y competitividad a nivel mundial. Este factor es fundamental también para el turismo porque el turismo, por el hecho de que Bogotá sea el centro de una actividad turística, no solamente se limita al centro tradicional sino que permite ser un puente, una puerta hacia otros escenarios turísticos más amplios a nivel regional.

La RAPE fue posteriormente disuelta, pero incluso en el Viceministerio de Turismo, la práctica de las políticas públicas permite evidenciar que los clusters regionales no sólo se limitan a Cundinamarca sino que ya trascienden esa frontera y van hasta Meta, Tolima, Eje Cafetero, Boyacá y Santander. Entonces esos clusters cada vez tienden a ampliarse y a generar más redes de integración en ámbitos regionales de mayor o menor amplitud; este es otro nivel de centralidad que es muy importante y va a serlo para el país y para la ciudad en los próximos años, y ahí también vamos a encontrar sin duda algunas paradojas del desarrollo, situaciones de exclusión y segregación que de todos modos van a estar ligados a este sistema de turismo.

Pareciera no tener relevancia para el Centro Histórico, pero de todos modos sí hay una relación por las capacidades productivas, por las capacidades de oferta de servicios que se pueden generar dentro de un centro tradicional como el de La Candelaria, centro privilegiado de un contexto turístico de mayor amplitud.

A.: ¿Cómo desde el turismo se puede trabajar para el mejoramiento de esos Centros Históricos en temas de armonía social y temas productivos?

C.: Bueno, de todos modos hay que partir de la aceptación, como diría Amartya Sen, de la diferencia en las escalas, en el aprovechamiento y beneficio de las oportunidades (Sen, 2000). Las oportunidades se presentan, la gente tiene derecho a progresar, tiene derecho a bienestar, a tener calidad de vida, oportunidades de negocio y hasta el más pobre intenta hacer algo para sobrevivir; a niveles de pequeña y mediana empresa y a niveles de grandes empresas, esta situación es la misma, hay muchísimos empresarios que teniendo cien millones de pesos, les alcanza sólo para montar un pequeño negocio, entonces cien millones de pesos no es un capital significativo en el actual contexto mundial, doscientos, trescientos millones de pesos y hasta quinientos millones de pesos no es un capital significativo y de todos modos no son muchas las personas que los tienen.  Hay muchas personas que no alcanzan a ese umbral de los quinientos millones de pesos para poner un restaurante de calidad en La Candelaria; entonces no estamos hablando de gente muy rica, pero sí de gente que tiene derecho a progresar, a tener su capital, que tiene derecho a sustentar a su familia y este tipo de cosas y van a haber siempre diferencias en esas oportunidades.

Esas personas aprovechan esa oportunidad que les ofrece la Candelaria dentro de un contexto de libre mercado, de libre cambio y de libre comercio. Ellos aprovechan ese contexto para generar beneficios privados.  Algunos tienen un restaurante y otros tienen un puesto de perros. Por eso se habla del aprovechamiento de las oportunidades que están vinculadas también a procesos históricos de acumulación que en la actualidad son muy difíciles de juzgar. Hay algunos procesos de acumulación juzgables y condenables, pero también hay mucha gente honrada que ha generado procesos de acumulación y que hoy en día son oligopolistas.  Entonces esa situación de aprovechamiento de las oportunidades desde la perspectiva de Amartya Sen es importante tenerla en cuenta, porque eso genera asimetrías y desigualdades y obviamente va a generar situaciones de desarmonía con otros actores sociales que no tienen esas mismas oportunidades; entonces eso es muy difícil de equilibrar.

Lo más importante es fomentar en las actuales circunstancias del proceso posneoliberal, de acuerdo con los “teóricos del desarrollo” ya mencionados, dinámicas de inserción del capitalismo flexible en los ámbitos del desarrollo territorial que generen beneficios para los residentes locales y las poblaciones vulnerables en tales escenarios (García Delgado y Nosetto, 2006; Dos Santos, 2004).  Yo pienso que uno de los elementos más importantes para la armonía social es generar mayores vínculos de solidaridad, de cooperación, y sobre todo de incrementar los niveles de responsabilidad social empresarial; yo pienso que es la salida para que el sector privado genere procesos, proyectos y planes para otros actores sociales menos favorecidos en sus propios contextos territoriales donde ellos operan.

Así, esto también termina por beneficiarlos porque son acciones que permiten congraciarlos con la comunidad y contribuyen a generar mejores condiciones en el territorio, en especial tratándose de una actividad como el turismo que requiere estabilidad y seguridad para su ejercicio.

A.: ¿Cuáles considera son los problemas más críticos que presentan los Centros Históricos actualmente?

C.:  Antes quiero subrayar de todos modos que esa responsabilidad social empresarial debe partir de alianzas público-privadas, porque a pesar de que el sector privado puede hacer esa responsabilidad social empresarial, los sectores más vulnerables socialmente requieren de un sector público más sólido, el sector del Estado, el sector de la administración, el sector institucional; en tanto sectores que están más allá de los intereses privados, también son garantía de resolución de esos problemas sociales, debido a que la tendencia del privado es a no generar lazos de solidaridad y cooperación y a privilegiar el beneficio propio.  Entonces hay un mayor nivel de capital que se destina a los créditos privados que a los proyectos solidarios. El Estado debe estar ahí también para garantizar esos procesos.

En este sentido, otro tema importante, es el de la  armonización del turismo y el patrimonio. Una de las características de los centros históricos es su conexión con lo patrimonial, con lo tradicional.  Se presentan muy diversas situaciones en los centros históricos; los centros históricos pueden ser cualquiera, hay centros históricos que están muy bien, por ejemplo París, o por ejemplo Londres, son centros históricos que tienen un altísimo nivel pero que de todos modos presentan paradojas del desarrollo.

París, por ejemplo, tiene unas problemáticas socioespaciales muy fuertes, la gente vive en las afueras, en los suburbios, la ciudad es una ciudad-museo, tiende a patrimonializarse cada vez más, a ser cada vez más una joya de preservación y la gente tiende a salir a los suburbios. Los precios del suelo tienden a ser altísimos, el proceso de gentrificación, de aburguesamiento del Centro Histórico se produjo en toda la ciudad de París desde finales del siglo XIX. No obstante, esto es una tendencia creciente, pues la gente de bajos recursos fue expulsada de la París céntrica, pero ahora las clases altas están tendiendo a vivir en los suburbios. En la actualidad, hay suburbios de muy alto nivel y suburbios de muy bajo nivel, donde se han presentado violencia y dificultades.

Londres tiene otra característica y es que todavía no ha resuelto el problema de las construcciones antiguas y de los habitantes tradicionales que viven en el centro de Londres. El proceso de gentrificación en Londres es mucho más reciente, da inicio en la segunda postguerra y es un modelo inverso al de París, pues se produce bajo el modelo de “suburbios para estratos altos”; por ello la ocupación del centro fue más democrática, aunque hoy en día está tratando de generar estrategias para patrimonializar los lugares céntricos, procurando que la gente salga a vivir a otros lugares de la ciudad pero tratando de generar una gentrificación con beneficios patrimoniales y culturales, porque me imagino que habrá antiguos residentes que se quieren quedar a vivir en ese centro, habrá otros que no, pero la tendencia es a crear un distrito patrimonial en esa zona, aunque ya no con construcciones modernas, sino con ese mismo estilo de construcción que hay en el centro y con algunos procesos de transformación urbana de vanguardia en algunos sectores.

De todos modos, el asunto es que hay varios paradigmas y modelos de desarrollo importantes en términos de ese aburguesamiento de los centros históricos.  En París desalojaron a todo el mundo hacia los suburbios y se aburguesó todo el centro, todo el Paris intramuros. En el centro de Londres se presenta otro tipo de habitabilidad en el centro de la ciudad. Entonces son dos procesos de gentrificación distintos, caracterizados por olas sucesivas y marcados por una variedad de circunstancias históricas. 

Otros centros históricos patrimonio de la humanidad como La Habana que por sus condiciones económicas actuales, por su condición de desarrollo, por su modelo de desarrollo, tiene un centro histórico vetusto, devastado, con apenas un pequeño centro patrimonial.  Este centro histórico está prácticamente derruido, aunque paradójicamente mantiene sus edificios patrimoniales, porque no ha generado un modelo de desarrollo capitalista que destruya eso. Los edificios están viejos, pero los tiene. Entonces eso depende de los territorios, que varían de acuerdo a los modelos de desarrollo.

De esta manera, cada uno de estos centros tiene distintas problemáticas. Bogotá tiene una situación particular, pero en lo que es el Centro Histórico de La Candelaria, el problema fundamental que es difícil de resolver es el de la tremenda asimetría que hay entre la población residente y la población de flujo.  Al mismo tiempo, la población ha dejado de ser tradicional, porque ya hay una sedimentación poblacional en La Candelaria muy variada.

La gente que ha vivido cien, hasta doscientos años y hasta quién sabe cuántos años, viene viviendo hace rato en La Candelaria y son habitantes del sector desde hace mucho tiempo. Habría que acudir a la historia para saber desde hace cuánto tiempo están acá, pero las transformaciones urbanas y la atracción que se generó hacia el centro, especialmente a partir de los años 90s, cuando viene todo el discurso postmoderno y también las nuevas necesidades urbanas, las universidades y todo este tipo de cosas, el turismo y las cuestiones de tipo laboral y administrativo hacen que haya repoblamientos de otras clases sociales e incluso de extranjeros que vienen acá a comprar y a poner el negocio. Eso genera también otro tipo de problemática: ¿Quién es la población de La Candelaria hoy?  Existe la comunidad de “los candelarios”, como se llaman ellos mismos, esa identidad está muy presente hoy en día entre los residentes; yo pienso que esa noción de identidad no se puede desconocer, pero tienen que reconocer también que están vinculados a unas dinámicas urbanas de una tremenda dimensión y que se traduce en términos estadísticos en 500.000 o 600.000 habitantes flotantes por día, entonces es una población que tiene unos treinta mil habitantes de los candelarios, frente a quinientas o seiscientas mil personas flotantes al día. Es una desproporción impresionante, por lo cual resolver esa encrucijada es fundamental en la ciudad, porque es necesario establecer a quién consideramos como habitante, pues hay que tener en cuenta que entre esos seiscientos mil habitantes también hay comerciantes que llevan muchos años viviendo en La Candelaria. Esas personas, en una ciudad dormitorio van y duermen a Bosa y durante el día permanecen en el centro histórico, entonces ¿dónde viven?, pues duermen en Bosa y viven en La Candelaria, entonces ¿son habitantes o no? Todas esas consideraciones de carácter sociológico es necesario comprenderlas para hacer una mejor gestión del turismo y mejores procesos de planeación urbana en el centro de la ciudad.

Yo pienso que ese es el problema crítico de La Candelaria, entender quién es la comunidad de La Candelaria para, a partir de ahí, crear procesos de gestión. Esa es una primera situación, sin avasallar a las minorías, porque una primera forma de exclusión social son las exclusiones minoritarias. Es cierto que este es un país democrático, pero el principio de las minorías también hace parte del contexto constitucional. A esas treinta mil personas de todos modos hay que garantizarles ese espacio en la ciudad que es histórico y que les pertenece por tradición, y que hace parte de ese concepto de “tradición”, donde los habitantes también son “tradicionales” de ese territorio. Por eso es buena la noción de centro tradicional y no de centro histórico, porque el centro histórico tiene una condición patrimonial mientras que el centro tradicional implica también las tradiciones de la gente que habita todavía ahí.

De este modo, “los candelarios” obviamente tienen derechos, pero tienen que entrar a dialogar, deben ser más flexibles en sus políticas hasta donde se pueda, hasta donde la “locomotora” lo permita para poder integrarse de la mejor manera a las demandas urbanas; entonces, la armonía depende tanto de los grandes como de los pequeños.

A.: Para concluir, frente a la relación entre los actores sociales y los clusters, ¿cómo asegurar una relación armónica entre ambos sin alteraciones en el territorio?

C.: Más o menos en consonancia con lo que estaba comentando, los clusters son fundamentales en un proceso de desarrollo regional y un proceso de desarrollo territorial a nivel regional.  En el desarrollo del Centro Histórico existe el cluster de La Candelaria. En este cluster hay desde el vendedor de artesanías hasta el joyero de esmeraldas que tiene grandes capitales.  Ellos han sido los principales impulsores de este cluster y son los que más socios tienen en el cluster, entonces ellos son los principales jalonadores de este proceso.  Pero no les podemos pedir a los grandes agentes privados que repartan sus beneficios entre todos los asociados, eso es utópico, no tiene sentido, ellos no lo van a hacer porque sus condiciones de competencia son de alto nivel.  No obstante, en el cluster sí se pueden generar proyectos de responsabilidad social empresarial donde ellos pongan un aporte de capital un poco más considerable y donde otros pongan un aporte de capital menos considerable; esto reduce las barreras, genera integración, lazos de solidaridad, fortalece la identidad, y puede generar otro tipo de respuestas y de resistencias a las dinámicas urbanas.

Parece que la coordinación estratégica que se puede dar entre cultura y patrimonio, entre los candelarios, entre las comunidades tradicionales que viven aquí todos los días y los empresarios que también viven todos los días, que te los encuentras en la esquina, que también pueden hacer parte de la comunidad y generar lazos de integración donde el desarrollo económico pueda generar proyectos culturales de interés social y de interés comunitario, en beneficio de esas comunidades que habitan sobre ese territorio y que pueden generar mayores condiciones de equidad.

Obviamente, no sin la participación del Estado, de las instituciones, porque ellos también pueden aportar en ese proceso de edificación del cluster y las comunidades residentes.  Entonces, esa relación armónica entre lo social, lo cultural y lo patrimonial hace que el desarrollo turístico sea un desarrollo sostenible y también patrimonialmente sostenible. Es decir, en la noción de sostenibilidad está lo cultural, está lo ecológico y lo social, y dentro de lo cultural está lo patrimonial.  Lo patrimonial hace parte de lo cultural, por lo cual se debe velar por intervenciones urbanísticas respetuosas del patrimonio del centro histórico, que es el insumo del atractivo. Sin atractivo no hay desarrollo turístico, entonces el atractivo es patrimonial, porque el turismo simplemente se beneficia de ese insumo, de ese bien patrimonial y cultural.

Entonces el turismo para avanzar en esos procesos de desarrollo con criterio de sostenibilidad patrimonial requiere que sus transformaciones sobre el territorio sean consonantes con las reglas y normas urbanas, y no generen procesos “locomotoras” sobre el territorio sino procesos más suaves de desarrollo capitalista, porque esa tendencia del desarrollo capitalista de cualquier forma es inevitable en la coyuntura actual.

REFLEXIONES FINALES

El primer enfoque para solucionar esta problemática de pobreza mencionada en el transcurso de esta reflexión es el desarrollo humano de los habitantes en aquellos territorios donde el turismo se está desarrollando de manera gradual y creciente:

Es preciso combatir la pobreza, pero no podrá hacerse de cualquier modo. El proceso, el camino, la participación y la libertad son la condición indispensable para mitigar la pobreza, no sólo desde la perspectiva del ingreso, sino desde el punto de vista humano, desde la complejidad (Sachs, 2005: 116).

Por otro lado, es necesario repensar las dinámicas de los diferentes actores sociales debido a que son ellos los principales participantes en los procesos y estrategias de desarrollo; de esta manera, se les debe garantizar mayor vinculación y participación a este proceso, e inclusión en los beneficios que implica el crecimiento de la industria turística. Pero, para que se pueda lograr realmente una participación proactiva, es necesario que dentro del Centro Histórico de La Candelaria se supere la segregación social y cultural a través de una mayor igualdad en los beneficios, en el reconocimiento del factor social por encima del económico y de alternativas que busquen ante todo la integración social.

De todas formas falta mayor claridad en las políticas y en los procesos y estrategias que se llevarán a cabo para lograr un equilibrio territorial sin alterar ninguno de los factores que están integrados a lo urbano, físico, social, económico, patrimonial, cultural y legislativo.

El turismo dentro de la economía nacional debería ser concebido como una “locomotora ligera”, inscrita dentro de lo que se denominan las “industrias blandas”, que pese a su aparente corresponsabilidad con los ecosistemas naturales, rurales o urbanos no deja de representar riesgos para las dinámicas territoriales y socioculturales.  Esta situación implica incluir, en el marco de los escenarios urbanos, una perspectiva regional para su implementación, ya que el turismo bien planeado y guiado es en sí mismo un polo de desarrollo que satisface las necesidades de integración social y espacial.

Simultáneamente, es necesario tener en cuenta el concepto de educación y transformación cultural dentro de este proceso de superación de la pobreza. Se debe partir del reconocimiento y apropiación del patrimonio, conservando el territorio porque se debe crear conciencia en torno a la importancia que el patrimonio supone en el marco de los valores socioculturales y en la actividad turística, que abarca dicho patrimonio para su desarrollo. 

Finalmente, se hace evidente la necesidad de una articulación entre los diversos sectores y la gestación de procesos de responsabilidad social provenientes de las empresas prestadoras de servicios turísticos para garantizar mejoras en las condiciones de vida de los habitantes locales y los residentes tradicionales.

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