José Mª Prat Forga (CV)
1. INTRODUCCIÓN
            En  el actual contexto globalizado los turistas son cada vez más experimentados, con  nuevas motivaciones y mayor exigencia de calidad en su demanda de productos y  servicios, pidiendo un trato cada vez más personalizado (Richards y Palmer,  2010). Todo ello está provocando no sólo cambios en la demanda turística sino  también en la oferta, de manera que ya no hay un turista-tipo, sino varios  tipos de turistas, y diversas tipologías de turismo (Boltanski y Chiapello,  2002; Prat y Cànovas, 2012). Este fenómeno cobra mayor fuerza con la actual  crisis económica presente en nuestro país, ya que el dinero disponible para  destinar al turismo se ha reducido, siendo cada vez más importante el tipo de  turismo que se desea realizar y la selección del destino más adecuado (Mittal y  Kamakura, 2001; Velasco, 2009; Folley et al., 2011). 
              Uno  de los productos cuya demanda más está creciendo es el turismo cultural, ya que  su consumo proporciona un alto grado de satisfacción a sus consumidores y,  además, el gasto turístico realizado suele ser superior a la media (Sirakaya y Woodside,  2005). Se trata de un turismo donde el componente emocional adquiere  extraordinaria importancia, ya que las emociones son el elemento central del  proceso global de satisfacción del turista (Parker y Matthews, 2001) y, como  consecuencia, la gestión de sus expectativas debe completarse con la gestión de  las emociones. De esta manera, los destinos han de ser capaces de ofrecer, a  través de una serie de actividades más o menos complementarias, una amalgama de  emociones que permitan a los turistas experimentar unos estados de distinta  intensidad, pero que les satisfagan y les comprometan con  el destino turístico (Hankinson, 2005; Richards y Palmer, 2010) 
              Los  territorios de interior no han estado ajenos a esta nueva situación y su  apuesta por satisfacer la demanda cultural y de ocio de estos turistas ha ido  creciendo en estos últimos años. Por ello, en estos destinos se han desarrollado  unos programas turísticos que combinan ambas necesidades, con el objetivo de  que los visitantes no sólo conozcan las particularidades histórico-culturales  de estos territorios sino también su folklore y sus productos autóctonos  (Higginbotham, 2011). Con ello se ayuda a mejorar el desarrollo local, ya que  se crean más puestos de trabajo, directos e indirectos, y se consumen los  productos y servicios locales. 
              Para  que esta apuesta sea competitiva, es necesario desarrollar un marketing  promocional muy focalizado en resaltar el patrimonio histórico-cultural del  territorio, teniendo en cuenta cuales son las motivaciones de los turistas que  deseen visitar este destino. Sin embargo, en ocasiones, esta apuesta se  fundamenta en mantener o incrementar una falsedad histórica, ya que así puede  construirse una oferta turística bien estructurada (elementos tangibles e  intangibles), que sea coherente con las necesidades de unos turistas ávidos de  consumir la cultura y la historia, y satisfacer sus motivaciones previas. 
              En  consecuencia, el objetivo general de este trabajo es confirmar como, a partir  de un patrimonio histórico-cultural determinado, puede desarrollarse con éxito  una oferta turística basada en falsedades o, al menos, en datos históricamente  incorrectos. Por ello, aquí se presenta el caso de las ruinas del castillo de Montségur,  que bajo el lema de ser “el último reducto de los cátaros en el sur de  Francia”,  se ha convertido en una  atracción turístico-cultural de primera magnitud, apoyada en un marketing que,  sin tener en cuenta la realidad histórica, sí que favorece el desarrollo de  este turismo, a costa de seguir manteniendo los estereotipos de toda clase. 
              El  presente artículo describe, después de esta breve introducción, la evolución  histórica de los cátaros en el sur de Francia, teniendo muy en cuenta las  principales características de su religión. A continuación, se dan unas  pinceladas sobre el desarrollo de dicho turismo en este territorio, para  centrase seguidamente en el análisis del caso de Montségur. Para ello, después  de presentar sus antecedentes y la metodología que se ha aplicado, se analizan  las respuestas dadas a un cuestionario cerrado, mediante una encuesta realizada  al azar, en verano del 2013,   a los visitantes de este monumento histórico. Una ve  efectuado dicho análisis, se hace una discusión del caso y se presentan las  conclusiones. Se finaliza este trabajo con la relación bibliográfica de las  referencias utilizadas.  
2. EVOLUCIÓN DE LA HEREJÍA CÁTARA EN EL SUR DE FRANCIA
            Con  la finalización del siglo X se produce la desmembración del Imperio Carolingio  y la parcelación del poder político en manos de la nobleza y de los grandes  funcionarios reales. A nivel religioso, en la Europa cristiana aparecen falsos  profetas anunciando el anticristo y el fin del Mundo (Nelli, 1995). Sin  embargo, la benignidad del clima y la relativa paz proporcionaron un período de  bienestar y expansión demográfica, provocando el crecimiento de los pueblos alrededor  de los castillos, monasterios e iglesias, roturándose los bosques, desarrollándose  los cultivos y mejorándose las técnicas agrícolas, provocándose un aumento de  las cosechas (Berlioz, 1994).
              En  este contexto de prosperidad económica y cierta paz social, muchos cristianos  se orientaron hacia otras preocupaciones al margen de la mera supervivencia a  corto plazo. Una de las principales, si no la mayor, era la religiosa, especialmente  focalizada en la esperanza de salvación eterna (Brenon, 1975; 1994; Chaunu,  1984; Runcinan, 1989). Esta búsqueda, canalizada por el culto a las imágenes  religiosas y a las reliquias de los santos, provocó la aparición de múltiples desviaciones  teológicas, que, en ocasiones, se les acusaba de brujería, y en otras de  herejía. Sea cual fuese la acusación, se las empezaron a condenar,  quemando a los culpables en las hogueras,  como ocurrió en Orleáns en 1022 (Roquebert, 1992; Nelli, 1995). En esta situación  emergió un fuerte dualismo entre el bien y el mal, tal como se plasmó en  múltiples pinturas medievales con las representaciones de arcángeles, demonios  y dragones (Lambert, 1976; Runcinan, 1989; Brenon, 1998).
              Ya  en la segunda mitad del siglo XI, la reforma impulsada por el Papa Gregorio VII  liberó a la iglesia provincial de la tutela imperial, y la volvió a situar bajo  el control directo de Roma. Se fundaron nuevas órdenes religiosas, como la del  Císter, y se reforzó la ideología de la dualidad entre el bien y el mal. Se  denunció el Islam y se predicó la guerra santa contra los infieles (Labal et  al., 1984; Rouquette, 1991; Rochette, 1994). En esta época también se produjo  la separación entre las iglesias cristianas de oriente y occidente, por razones  de teología trinitaria, y en el Imperio Bizantino aparecen los “bogomilos”  -cuyo nombre procede del Pope Bongomil-, que practicaban la piedad más  exagerada y el modo de vida más ascético, negando el culto a las imágenes  religiosas, las cruces y las reliquias, así como el valor de los sacramentos (Lambert,  1976; Chaunu, 1984; Berlioz, 1994; Brenon, 1998). 
              Poco  después, a principios del siglo XII, el occidente cristiano redescubre a los  herejes, que sistemáticamente son llevados ante los tribunales episcopales de  justicia y, en bastantes ocasiones, quemados vivos (Rouquette, 1991). Además,  la Iglesia, que hasta este momento había mantenido una posición ambigua, a  mediados de este siglo toma la iniciativa de una represión que afectó a todas  las clases sociales, desde los campesinos y artesanos hasta los canónigos y  nobles (Moore, 1991). Tal como ocurriera en el siglo X con los bogomilos, estos  nuevos herejes se organizan también en comunidades mixtas, cuestionan la  humanidad de Cristo y utilizan la imposición de las manos como forma de  absolver los pecados (Brenon, 1975, 1998; Runcinan, 1989).    
              Este  evangelismo disidente se estableció fuertemente en el sur de Francia,  especialmente en las ciudades de Tolosa, Carcasona y Albi, gracias a la  protección de la nobleza local, y extendiéndose rápidamente por las pequeñas  poblaciones de estos condados. Así, en 1167, en Saint Félix del Lauragais, en  los confines del condado de Tolosa, se celebró una asamblea general de las  iglesias herejes europeas, bajo la presidencia del obispo Nicetas de  Constantinopla, alto dignatario bogomilo, creándose las sedes obispales y las  diaconales de Carbona, Carcasona, Albi, Tolosa, Cahors y Agen (Labal et al.,  1984). 
              Estos  cátaros meridionales –también llamados “albigenses”- mantenían una organización  tripartita: los que rezaban (monjes y clérigos), llamados Buenos Hombres y  Buenas Mujeres; los que luchaban (soldados y nobles); y los que trabajaban  (campesinos y artesanos). En la cumbre de las colinas de la cara norte de los  Pirineos se construyeron pequeños pueblos amurallados y densamente poblados,  con las viviendas formando estrechas callejuelas alrededor del castillo feudal  y de la plaza pública (Brenon, 1994; Nelli, 1995). De esta manera proliferaron  los “castrum” -palabra que procedente del latín medieval no hacía referencia a  un castillo sino a un pueblo fortificado-, donde convivían las viviendas con los  diversos oficios, las tiendas, las ferias y los mercados; conformando un  conglomerado de frenética actividad. 
              Todo  ello estaba favorecido por la ausencia del derecho de primogenitura en el  derecho consuetudinario, de origen romano, que estructuraba la sociedad feudal  occitana y permitía un sistema señorial con el reparto de rentas entre los  diversos miembros de una familia y el ejercicio conjunto del poder (Moore,  1991; Roquebert, 1992). De este modo, una parte de la amplia familia nobiliaria  abandonaba la torre feudal de sus antecesores y se instalaba en las mejores  viviendas de estos pueblos (Gascón, 2004). Además, esta pequeña nobleza local  había desviado a su favor el cobro de los impuestos y cánones de los campesinos  para con la Iglesia –los diezmos eclesiásticos-, lo que les permitía vivir  bastante cómodamente, convirtiéndolos en rivales económicos de los abades y de  los prelados papales (Roach, 1997; Brenon, 1998; Gascón, 2004). 
              Esta  nueva Iglesia cristiana, independiente de Roma, con su propia jerarquía  episcopal, un sacerdocio mixto y sus casa religiosas –ignoraban la clausura, estaban  abiertas al pueblo y eran lugares donde, además de rezar y servir de morada,  también eran  utilizados como talleres,  escuelas y hospicios-, era intelectualmente correcta, no exigía impuestos,  trabajaba para vivir y no pregonaba otra cosa que el distanciamiento del mundo,  sus pompas y sus riquezas (Moore, 1991). La predicación cátara también se  celebraba en la intimidad de las casas particulares, donde se reunían las  familias, amigos y vecinos, leyéndose y comentando la Biblia, con especial  énfasis en la salvación eterna a través de la dualidad entre el bien y el mal (Brenon,  1975; 1998). 
              Para  los cátaros, Cristo era el Hijo de Dios, enviado por éste a la Tierra como  mensajero, bajo simple apariencia humana, con la finalidad de recordar el  mensaje de salvación del Evangelio, la justicia y la verdad, rechazando la  violencia, la mentira y el juramento. No creían en el Pecado Original, bendecían  el pan en la mesa –sin aceptar la presencia real de Cristo- y practicaban el Bautismo  y la imposición de las manos. No adoraban las imágenes de los santos, ni sus  reliquias, ni la cruz. Predicaban que todas las almas eran buenas e iguales, y  que todas se salvarían mediante la observación de los preceptos evangélicos y  el llamado “consolament” (sacramento que hacía las veces de bautismo,  penitencia, ordenación sacerdotal y extremaunción), liberando a la población  cristiana medieval de la angustia del Juicio Final y del infierno eterno. Para  ellos, el mal solo podía manifestarse en el tiempo, ilusorio y transitorio, de  modo que no había más infierno que este mundo y las almas de los seres humanos  vivirían eternamente felices en el Cielo (Brenon, 1994; 1998; Nelli, 1995; Gascón,  2004). Se trataba de una teología fundamentalmente igualitaria que era bien  vista, y apoyada en muchas ocasiones, tanto por la nobleza rural como por el  pueblo llano; lo que aseguraba su rápida expansión por el territorio, sin  sufrir las represiones físicas comunes en otros lugares europeos (Berlioz,  1994). 
              Este  fenómeno tuvo su apogeo a partir de 1194, con el conde Raimundo VI de Tolosa,  el cual se mostró abierto y tolerante con los cátaros (Roquebert, 1992). Sin  embargo, desde la Iglesia oficial romana la principal herejía de los cátaros no  era el dualismo de su lectura de la Biblia sino su concepción de la naturaleza  puramente divina de Cristo, lo que permitía compararlos a las grandes herejías  paleocristianas (monofisismo, adopcionismo, arrianismo). De este modo, el  Concilio de Reims de 1157 y el Decreto de Verona de 1184 sirvieron para  coordinar las primeras medidas organizadas contra esta herejía, donde el  culpable era objeto de exclusión social e infamia, cuando no quemado en la  hoguera –ésta era una forma medieval de saneamiento por el fuego-. En 1208, el  Papa Inocencio III impulsó una cruzada –guerra santa- contra estos herejes, que  se desarrolló desde 1209 hasta 1229, donde la primera fase se saldó con el  fracaso de las tropas afines al Papa. Sin embargo, cuando en 1224 Arnaury de  Monfort, hijo de Simón de Monfort –jefe militar de los cruzados- cedió todos  sus derechos sobre el Languedoc al rey Luís VIII de Francia, éste atacó los  territorios cátaros. Finalmente, en  1229, el joven conde de Tolosa, Raimundo VII, se  sometió al nuevo rey francés, Luís IX, comprometiéndose a perseguir la herejía y  desmantelar sus plazas fuertes. Aunque posteriormente dicho conde intentó sin  éxito sacudirse este yugo, aliándose en 1242 con el rey de Inglaterra y el  conde de la Marca, murió en 1249 sin haberlo conseguido (Labal et al., 1984;  Rouquette, 1991; Moore, 1991; Berlioz, 1994; Brenon, 1994, 1998). 
              Con  la eliminación de la nobleza local -que había sido un importante sostén de los  cátaros- y la toma del control directo del territorio por parte de los reyes de  Francia, los cátaros pasaron a la clandestinidad, siendo paulatinamente  eliminados por la Inquisición y sus tribunales –que se establecieron de forma  permanente en las ciudades episcopales de Albi, Tolosa y Carcasona- y  confiscados sus bienes. 
   
  3. EL  DESARROLLO EN EL SUR DE FRANCIA DE UN TURISMO DE PROXIMIDAD BASADO EN LOS  CÁTAROS 
            El turismo de proximidad es una  alternativa muy utilizada para el desarrollo de los territorios de interior.  Para ello la comunidad local necesita la identificación de sus valores propios,  de forma que se puedan establecer unas singularidades que permitan diferenciar  este destino del resto (Donaire, 2008; De la Calle y García, 2010). Bajo estas  premisas es necesario conocer que aspectos del territorio son lo  suficientemente propios, auténticos y específicos (Blanco, 2009). Para que  dicha identidad sea lo más real posible es preciso desarrollar una cultura  local propia, ya que, en muchos países, la homogeneización cultural y de la  información ha supuesto un desprecio de todo aquello que nos es más próximo, y  un deseo por todo aquello que nos es lejano (Norberg-Hodge, 2006; Astruc, 2009;  Hernández, 2011). 
              Este  tipo de turismo puede ser fundamental en revertir este proceso, puesto que  permite un mejor conocimiento del territorio, mediante la identificación de sus  valores y su revalorización (Díaz y Llurdés, 2013). De esta manera, el viaje  turístico histórico-cultural de proximidad se presenta como una experiencia cuyo  consumo ayuda a la satisfacción personal y a la formación cultural y social (Astruc,  2009; De la Calle y García, 2010; Fullagar et al., 2012: Díaz y Llurdés, 2013).
              Dentro  de esta estrategia, actualmente, en los territorios del interior del sur de  Francia se está promocionando el turismo sobre los cátaros, destacando las  rutas de los castillos de Carcasona, la Montaña Negra, Los Albigeres, Toulouse,  el País de Foix y el Lauragais. Otra ruta cátara de interés, es la  transnacional denominada “El camí dels Bons Homes”, que va desde Berga (en  Cataluña) hasta Foix (Midi-Pyrénées), cubriendo un recorrido de 220 km a través de los  Pirineos.
              La mayoría son rutas funcionales y  temáticas, basadas en conceptos (“los cátaros”) y recursos comunes (“los  castillos”); desarrollándose una serie de productos y de servicios turísticos  al respecto. Dichas rutas frecuentemente se confunden entre sí por el nombre  (aquí, las “rutas de los cátaros”), aunque la diferencia puede ser  significativa, por su esencia, y de ésta para todo su proceso de valorización  turística (Hernández, 2011). 
            Generalmente se han creado estas tematizaciones con un  objetivo turístico-cultural, de forma que unos destinos, en este caso la región  francesa del Midi-Pyrénées, entren en el mercado turístico diferenciándose a  partir de algunos elementos caracterizadores. Las tematizaciones se consideran  instrumentos intelectuales e imágenes que sirven para concebir un producto, su  organización y su comercialización (Rochette, 1994). El tema asegura la  coherencia, y la forma más usual es a través de un itinerario, de una ruta,  como red que une distintos puntos y que se imbrica en el movimiento propio del  turismo (Torres, 2006; Blanco, 2009). Se trata de unas iniciativas para promocionar  un determinado tipo de turismo (rutas, castillos), de forma que éste se puede  apreciar fácilmente.  Así, con el  epígrafe “turismo sobre los cátaros” en el buscador Google de Internet (en  fecha 9 de septiembre de 2013) aparecen 54.200 entradas; con “turismo cátaro”  aparecen 55.200; con “rutas de los castillo cátaros” 43.100; y con “rutas de  los cátaros” 85.000. Con ello se puede obtener una idea de la magnitud de esta  expansión temática.    
              Por  ello, las ruinas de los castillos de Peyrepertuse, Puilaurens, Aguilar, Usson,  Miglos, Lastours, Termes, Puivert, Quéribus, Saissac, Minerva, Arques, Roquefixade  o el propio Montségur, entre otros, bajo la denominación genérica de “castillos  cátaros” atraen a miles de turistas a lo largo del año, convencidos de llevar a  cabo un peregrinaje a las fuentes del catarismo. Sin embargo, como hemos visto  en el apartado anterior, la realidad fue muy distinta. Estos imponentes  edificios eran fortalezas mandadas construir por los sucesivos reyes de  Francia, desde finales del siglo XIII, con el fin de vigilar y defender la  frontera meridional de sus posesiones frente a la Corona de Aragón, manteniendo  este valor estratégico durante varios siglos, hasta firmarse la Paz de los  Pirineos en 1659.   
              Los  cátaros no construyeron templos ni capillas ni, mucho menos, castillos.  Solamente consolidaron los “castrum” o pequeños burgos amurallados. Tampoco  difundieron un arte específico, ni una concepción esotérica de sus actividades.  Las estelas discoidales que nos han llegado, muy numerosas en esta región,  corresponden a monumentos del arte popular, con frecuencia tardío, que solían  estar agrupados alrededor de las iglesias y que, posteriormente, sirvieron como  estelas funerarias e hitos, aunque erróneamente se las ha querido ver como tumbas  cátaras, ya que éstas fueron destruidas en su totalidad por la Inquisición  (Brenon, 1998; Gascón, 2004). 
              Sin  embargo, en la actualidad todavía se promociona una historia cátara  distorsionada de la realidad. Así, por ejemplo, en la web oficial del Comité  Regional de Turismo del Midi-Pyrénées, sobre el castillo de Montségur se indica  textualmente lo siguiente: “(…) La tragedia vivida en este lugar, y también los  rumores sobre un eventual tesoro y el carácter topográfico tan particular del  sitio han otorgado a  Montségur una dimensión fantástica.  Calificada de templo solar o de castillo del Grial (Rahn, 1986), atrae a un  sinfín de apasionados por el esoterismo venidos del mundo entero. El  fenómeno  culmina en el solsticio de verano, cuando el peñasco rocoso se  encuentra invadido por una muchedumbre que espera ver el famoso radio rojo. Ese día al alba, el sol entra por las  ventanucas orientales y vuelve a salir rápidamente por las occidentales para  indicar, según dicen, el lugar del tesoro de los cátaros (…)”.   
4.  ANÁLISIS DEL CASO DE MONTSÉGUR
   
  4.1. Antecedentes
            El  “castrum” de Montségur, cabeza y sede de la Iglesia hereje desde 1232, por su  situación estratégica, era también lugar de acogida para muchos nobles cátaros  comprometidos con el conde de Tolosa y contra la Inquisición (Gascón, 2004). De  este modo, allí se reunieron muchas de las comunidades expulsadas de los  territorios vecinos, convirtiéndose en un polo de resistencia cuya influencia  se irradiaba por todo el territorio. Las casa religiosas se multiplicaban en  las escarpadas terrazas de Montségur (Brenon, 1975; Roquebert, 1992; Nelli,  1995).
              Sus  fuerzas, en 1242, participaron en la incursión de Avignonet y, en dicha fecha allí  también se ejecutaron a varios inquisidores y a su séquito, destrozando los  registros y sublevando el país, aunque, como hemos visto en el capítulo  anterior, en los años siguientes los aliados de Tolosa fueron derrotados por el  ejército francés, lo que obligó al conde a firmar una nueva capitulación  (Nelli, 1995, Brenon, 1998). Mientras, las fuerzas cruzadas iniciaron el sitio  al peñón, volviéndose la situación insostenible al cabo de unos meses de  asedio, de forma que en marzo de 1244 se produjo la definitiva rendición de Montségur  (Brenon, 1975, 1994, 1998; Labal et al., 1984; Moore, 1991; Rouquette, 1991;  Roquebert, 1992; Nelly, 1995). 
              La caída de Montségur, muriendo  quemados en la hoguera más de doscientos cátaros, significó el fin de la  resistencia del conde de Tolosa (Brenon 1975, 1994; Rouquette, 1991). Entre las  llamas de Montségur desapareció también toda la jerarquía episcopal de la  Iglesia cátara occitana, marcando dicho acontecimiento el fin de esta herejía  en estos territorios, aunque a principios del siglo XIV la doctrina cátara  todavía seguía viva en algunos lugares de Occitania –concretamente entre la  Gascuña y el Lauragais-, en una nueva sociedad jerarquizada bajo la autoridad  real (Labal et al., 1984).  
              La  fortaleza de Montségur, las actuales ruinas del “último castillo cátaro”, no  fue un templo, ni siquiera un castillo cátaro, sino que se construyó cincuenta  años después del asalto de 1244 para proteger las fronteras meridionales de los  territorios del rey de Francia de las acometidas catalana-aragonesas (Brenon,  1998). 
   
  4.2. Metodología  aplicada
               Para conocer cual era  la relación entre los conocimientos previos de los visitantes sobre la cultura  e historia de este destino y su motivación para realizar el viaje, se ha seguido  parcialmente el modelo de impactos sobre el turismo de proximidad y el  desarrollo local propuesto por Díaz y Llurdés (2013). Dicho modelo se basa en  el uso de tres indicadores. El primero, denominado Índice de Conocimiento (IC),  se  refiere al papel del turismo como  herramienta de conocimiento del propio entorno. Se calcula a partir de las  respuestas de las entrevistas y/o cuestionarios, y mide el grado de  reconocimiento del paisaje por su propia población y la generación de  conocimiento sobre este paisaje (Sala, 2009). El segundo, denominado Índice de  Interés (IT), mide el grado de interés mostrado por la población local hacia  los acontecimientos que tienen lugar en él. El tercero, llamado Índice de  implicación (II), evalúa la participación activa de la población en los  acontecimientos de su territorio, es decir, su implicación en la vida  asociativa, política y cultural local (Díaz y Llurdés, 2013). 
              Sin  embargo, en el caso presente, para adaptar este modelo a los objetivos de este  trabajo, a partir de las respuestas al cuestionario, se ha utilizado el Índice  de conocimiento (IC) como elemento de medición del conocimiento previo que  tenían los visitantes sobre el fenómeno histórico-cultural que iban a visitar;  y el  Índice de Interés (IT) como medidor  del grado de interés de los visitantes por realizar esta visita. En cuanto al  tercer indicador, el Índice de implicación (II) aquí ha sido sustituido por lo  que llamaremos el Índice de Fabulación (IF), que nos muestra el grado de  aceptación de las fábulas más o menos históricas que se han tejido a lo largo  de los años alrededor del fenómeno histórico-cultural que se va a visitar, en  nuestro caso las costumbres más o menos esotéricas de los cátaros. 
              Una  vez obtenidos los resultados correspondientes a cada índice por separado, el  siguiente paso ha sido relacionar estos índices entre ellos. Así, la relación  entre el IC y el IT determina si un mejor conocimiento previo de aquello que se  va a visitar incita a un mayor interés por dicha visita. La relación entre el  IC y el II indica si existe una relación directa entre el conocimiento previo  de lo que se va a visitar  y la  aceptación de las fábulas pseudo-históricas tejidas alrededor del mismo.  Finalmente, la relación entre el II y IT dará una idea más precisa de si el  interés por la visita está más o menos relacionado con la aceptación de dichas  fábulas. 
              Para  analizar este caso se ha realizado una encuesta personal aleatoria a 417  visitantes que iban a subir a las ruinas del castillo de Montségur, desde el parking  habilitado al efecto, a lo largo de diferentes días de los meses de julio y  agosto de 2013. Para ello se diseñaron veinticinco preguntas cerradas a  responder “in situ”. De ellas, once eran sobre el grado de conocimiento que los  visitantes tenían del fenómeno cátaro, nueve sobre su motivación para realizar  esta visita y las cinco restantes sobre el interés previo en la visita. El  perfil socio-demográfico de los encuestados se detalla en la tabla siguiente  (tabla 1). 
Tabla 1. Perfil socio-demográfico de los encuestados
| n | % | n | % | ||||
| total encuestados | 417 | 100,00% | profesión | asalariado | 98 | 23,50% | |
| género | hombres | 192 | 46,04% | ama de casa | 67 | 16,07% | |
| mujeres | 225 | 53,96% | autónomo | 24 | 5,76% | ||
| edades | <15 años | 39 | 9,35% | funcionario | 43 | 10,31% | |
| 15-25 años | 51 | 12,23% | jubilado | 63 | 15,11% | ||
| 26-35 años | 48 | 11,51% | estudiante | 89 | 21,34% | ||
| 36-45 años | 79 | 18,94% | parado | 21 | 5,04% | ||
| 46-55 años | 85 | 20,38% | liberal | 12 | 2,88% | ||
| 56-65 años | 57 | 13,67% | lugar de residencia habitual | Languedoc-Rosellón | 53 | 12,71% | |
| > 65 años | 58 | 13,91% | Midi-Pyrénées | 67 | 16,07% | ||
| estudios | primarios | 44 | 10,55% | resto de Francia | 34 | 8,15% | |
| secundarios | 195 | 46,76% | Catalunya | 215 | 51,56% | ||
| superiores | 178 | 42,69% | resto de España | 37 | 8,87% | ||
| primera visita | si | 315 | 75,54% | resto de Europa | 8 | 1,92% | |
| no | 102 | 24,46% | resto del mundo | 3 | 0,72% | 
Fuente: elaboración propia
            Como  se puede observar en la tabla anterior, algo más de la mitad de los encuestados  eran mujeres (el 53,96%). Por edades, predominaban los que se tenían entre 36 y  55 años (el 39,32%), seguidos por los menores de 36 años (el 33,09%) y los  mayores de 55 años (el 27,59%). Destacan el 9,35% de menores de 15 años, que generalmente  iban acompañados por sus familiares, y el 13,91% de mayores de 65 años. En  cuanto al nivel de estudios realizados por los encuestados, solamente el 10,55%  manifestaron poseer solamente estudios primarios, mientras que la gran mayoría  tenía estudios medios o superiores (el 89,45%). Tres cuartas partes de los  encuestados dijeron que ésta era su primera visita a las ruinas del castillo de  Montségur. En cuanto a su profesión, predominaban los asalariados (23,50%) y  los estudiantes (21,34%), seguidos por las amas de casa (16,07%), los jubilados  (15,11%) y los funcionarios (10,31%. 
              Con  relación a su lugar de residencia habitual, el 60,43% vivían en España, fundamentalmente  en Catalunya (215 de los 417 encuestados), mientras que el 36,93% eran  franceses, especialmente de las dos regiones más cercanas (Midi-Pyrénées y  Languedoc). Como se puede apreciar, se trata de un turismo de proximidad, ya  que solamente el 10,79% de los encuestados tenían su residencia permanente  fuera de las regiones franco-españolas más cercanas.   
4.3. Análisis del caso
            Tal  como se detalla en los resultados del perfil socio-demográfico de los  encuestados, nos encontramos ante un perfil-patrón formado por hombres y  mujeres, indistintamente, mayoritariamente entre 36 y 55 años (el 39,32%), con  estudios medios o superiores (el 57,45%), que son asalariados (el 23,50%),  residen en Cataluña (el 51,56%) y que era la primera vez que visitaban las  ruinas del castillo de Montségur (el 75,54%). 
              En  cuanto a las preguntas de la encuesta, en primer lugar, con relación a la  motivación de los encuestados para acudir a visitar las ruinas del castillo de Montségur,  en el gráfico siguiente (Figura 1) se detallan las preguntas realizadas y los  resultados de las respuestas dadas. 
Figura  1. Motivación de los encuestados para realizar la visita a las ruinas 
                del  castillo de Montségur

Fuente: elaboración propia
            Como  se puede observar en el gráfico anterior, los encuestados respondieron  mayoritariamente que visitaban dichas ruinas para satisfacer su curiosidad por  conocer como eran las ruinas de un castillo cátaro típico (el 22,46%) y por  estar “in situ” en las ruinas del último reducto cátaro de este territorio (el 20,76%).  En cuanto a las restantes preguntas, tres fueron valoradas por los encuestados  de forma muy similar entre ellas (con una valoración entre 11,5 y 17). Éstas  eran la necesidad de satisfacer su curiosidad para conocer las costumbres  cátaras, estar en un reducto mágico y esotérico y acudir al lugar solamente  porque se lo han recomendado otras personas (en este caso un 11,86%). La  motivación de ir a este lugar para conocer detalles de la religión cátara fue  solamente confirmada por un 7,80% de los encuestados. Finalmente, ir allí por  referencias detalladas a través de guías y folletos turísticos, oficinas de  turismo o portales de Internet solamente fue indicado por menos del 5% de las  respuestas.     
              Así  pues, se confirma una motivación mayoritaria de las visitas (el 67,76%) debida  a conocer algún aspecto relacionado con los cátaros (siendo la menor, la  motivación religiosa). Solamente un 12,36% acudieron para satisfacer su morbo  por lo mágico. Con referencia a los turistas que acudieron al lugar solamente  por que se lo habían recomendado directamente o a través de los medios impresos  o audiovisuales, sin ninguna otra motivación previa, estos eran el 19,88%. 
              En  cuanto a las respuestas dadas a las preguntas realizadas para conocer el grado  de conocimiento real de los encuestados sobre el fenómeno cátaro, tal como  puede observarse en el gráfico siguiente (Figura 2), se  obtuvieron dos grandes grupos de resultados.  Uno, con menos del 30% de respuestas. El otro, superando el 50%.
Figura 2. Grado de conocimiento de los encuestados sobre el fenómeno cátaro

Fuente: elaboración propia
            Así,  en el primer grupo (menos del 30% de respuestas) se encuentran su conocimiento  de las principales características de la religión cátara (el 27,10% de los  encuestados), su creencia de que los cátaros practicaban algún tipo de ritual o  brujería (el 22,54%), su creencia de que la religión cátara era una nueva  religión (el 22,30%), su conocimiento de quienes eran los Buenos Hombres y las  Buenas Mujeres (el 22,54%) y su creencia de que la guerra contra los cátaros  era solamente una cruzada religiosas (el 25,18%). Por su parte, en el segundo  grupo (más del 50% de respuestas) se encuentran su creencia de que los cátaros  creían en el sacramento de la Eucaristía (el 53%), practicaban actividades  esotéricas (el 62,11%), que eran una desviación del cristianismo (el 73,86%),  que se trataba con una guerra re religión donde también había un fuerte  componente político (el 72,90%), su conocimiento de que en las laderas de Montségur  fueron quemados más de 200 cátaros (el 76,98%) y que se trataba de las ruinas  del último reducto cátaro en aquellos territorios (el 92,33%).
              Analizando  más detalladamente estas respuestas, se puede observar como hay una buena  correspondencia entre el grado de conocimiento del tipo de guerra que allí se  libró. Así, el 25,18% de los encuestados que creían que se trataba de un  conflicto estrictamente religioso, mientras que el 72,90% asumía que también  había un conflicto político, con intereses económicos y de poder. En cuanto al  tema religioso, la mayoría dijeron que se trataba de una desviación del  cristianismo  (el 73,86%), pero solamente  el 27,10% conocían las características principales de esta herejía y el 22,54%  sabían quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres. Además, el 22,30%  creían que era una nueva religión, lo cual no es estrictamente cierto. Con  relación a las actividades que ejercían los cátaros, aún predomina un cierto halo  de misterio, ya que el 62,11% manifestaron que dichas actividades incorporaban  rituales esotéricos y el 22,54% algún tipo de brujería. Finalmente, la inmensa  mayoría (el 92,33%) creían que se encontraban ante el último gran reducto  cátaro, lo cual, a pesar de la propaganda turística al respecto,  no es cierto, tal como aquí se ha explicado;  y el 76,98% que en sus alrededores, al terminar el asedio, se quemaron más de  200 cátaros, lo cual es cierto relativamente, ya que si bien sí que fueron  quemados en una hoguera comunitaria estos cátaros, ello no fue después del  asedio al castillo (entonces éste aún no existía) sino al “castrum” (pueblo  fortificado).
              Seguidamente  se analizan las respuestas dadas por los encuestados sobre el grado de  conocimiento previo a la visita, en función de su curiosidad manifiesta. Así,  en la Figura 3 se presenta una tabla con los resultados relativos al grado de  conocimiento previo de los encuestados que manifestaron curiosidad por conocer  la religión cátara.  
   
  Figura  3. Conocimientos previos de los entrevistados que manifestaron curiosidad por  conocer la religión cátara
| ¿Cree que las ruinas del castillo de Montségur son los restos del último reducto cátaro en este territorio? | 365 | 94,81% | 
| ¿Conoce las características de la religión cátara? | 91 | 80,53% | 
| ¿Cree que los cátaros ejercían actividades esotéricas? | 73 | 28,19% | 
| ¿Sabe quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres? | 87 | 92,55% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros fue solamente de religión? | 34 | 32,38% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros tuvo también un importante componente político? | 241 | 79,28% | 
| ¿Sabe que en los alrededores de Montségur fueron quemados más de 200 cátaros? | 318 | 99,07% | 
Fuente: elaboración propia
            Como  se puede apreciar en la tabla anterior, la gran mayoría de este segmento de  encuestados (más del 80% en todos los casos), que manifestaron curiosidad por  conocer la religión cátara, creía que las ruinas de Montségur era el último  reducto cátaro en aquel territorio, conocía las características de la religión  cátara, sabía quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres, creía que  la guerra contra los cátaros tenía componentes políticos y religiosos y sabían  que allí se habían quemado en la hoguera a más de 200 cátaros como consecuencia  del asedio al castillo. Además, rechazaban la idea de que los cátaros  realizaban actividades esotéricas (solamente lo aceptaba el 28,19%).  
              Respecto  a los resultados relativos al grado de conocimiento previo de los encuestados  que manifestaron curiosidad por conocer las costumbres cátaras (Figura 4), el  porcentaje obtenido para cada variable es bastante distinto al anterior. Así,  se mantenía que una gran mayoría (más del 80%) creía que las ruinas de  Montségur era el último reducto cátaro en aquel territorio, sabía quienes eran  los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres, y que allí se habían quemado más de  200 cátaros.  Sin embargo, menos de la  mitad (el 47,79%) conocía las características de la religión cátara y el 37,07%  pensaba que estos realizaban actividades esotéricas.
Figura 4. Conocimientos previos de los entrevistados que manifestaron curiosidad por conocer las costumbres de los cátaros
| ¿Cree que las ruinas del castillo de Montségur son los restos del último reducto cátaro en este territorio? | 357 | 92,73% | 
| ¿Conoce las características de la religión cátara? | 54 | 47,79% | 
| ¿Cree que los cátaros ejercían actividades esotéricas? | 96 | 37,07% | 
| ¿Sabe quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres? | 78 | 82,98% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros fue solamente de religión? | 45 | 42,86% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros tuvo también un importante componente político? | 217 | 71,38% | 
| ¿Sabe que en los alrededores de Montségur fueron quemados más de 200 cátaros? | 315 | 98,13% | 
Fuente: elaboración propia
En cuanto a los que tenían curiosidad por conocer las ruinas de un típico “castillo cátaro” (Figura 5), la mayoría de los encuestados (más del 70%) creía que estas ruinas era lo que quedaba del último reducto cátaro en aquel territorio, sabía quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres, creía que la guerra contra los cátaros tenía componentes políticos y religiosos y sabía que allí se habían quemado a más de 200 cátaros. Sin embargo, desconocían las características de la religión cátara (el 70% de los encuestados) y el 44% creía que estos realizaban algún tipo de actividades esotéricas.
Figura 5. Conocimientos previos de los entrevistados que curiosidad por conocer las ruinas de un castillo cátaro
| ¿Cree que las ruinas del castillo de Montségur son los restos del último reducto cátaro en este territorio? | 363 | 94,29% | 
| ¿Conoce las características de la religión cátara? | 34 | 30,09% | 
| ¿Cree que los cátaros ejercían actividades esotéricas? | 114 | 44,02% | 
| ¿Sabe quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres? | 67 | 71,28% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros fue solamente de religión? | 34 | 32,38% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros tuvo también un importante componente político? | 265 | 87,17% | 
| ¿Sabe que en los alrededores de Montségur fueron quemados más de 200 cátaros? | 309 | 96,26% | 
Fuente: elaboración propia
Con referencia a los que manifestaban curiosidad por conocer como eran las ruinas de un castillo cátaro (Figura 6), todos los encuestados estaban convencidos que aquellas eran las ruinas del último reducto cátaro en aquel territorio, y una gran mayoría (más del 80%) sabía que allí se habían quemado más de 200 cátaros y creía que aquella guerra también había tenido una importante componente política.
Figura 6. Conocimientos previos de los entrevistados que manifestaron curiosidad por estar en las ruinas del último reducto cátaro del territorio
| ¿Cree que las ruinas del castillo de Montségur son los restos del último reducto cátaro en este territorio? | 385 | 100,00% | 
| ¿Conoce las características de la religión cátara? | 78 | 69,03% | 
| ¿Cree que los cátaros ejercían actividades esotéricas? | 65 | 25,10% | 
| ¿Sabe quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres? | 65 | 69,15% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros fue solamente de religión? | 37 | 35,24% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros tuvo también un importante componente político? | 251 | 82,57% | 
| ¿Sabe que en los alrededores de Montségur fueron quemados más de 200 cátaros? | 312 | 97,20% | 
Fuente: elaboración propia
Finalmente, entre los que manifestaron curiosidad por estar en un reducto mágico y esotérico, el porcentaje de los que creían que los cátaros realizaban dichas actividades era total (el 100% de los encuestados así lo afirmó), mientras que solamente el 18,58% conocía las características de aquella religión y el 33% sabía quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres. Sin embargo, casi todos (el 98%) sabían que allí habían sido quemados más de 200 cátaros.
Figura 7. Conocimientos previos de los entrevistados que manifestaron curiosidad por estar en un reducto esotérico y mágico
| ¿Cree que las ruinas del castillo de Montségur son los restos del último reducto cátaro en este territorio? | 345 | 89,61% | 
| ¿Conoce las características de la religión cátara? | 21 | 18,58% | 
| ¿Cree que los cátaros ejercían actividades esotéricas? | 259 | 100,00% | 
| ¿Sabe quienes eran los Buenos Hombres y las Buenas Mujeres? | 31 | 32,98% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros fue solamente de religión? | 45 | 42,86% | 
| ¿Cree que la guerra contra los cátaros tuvo también un importante componente político? | 254 | 83,55% | 
| ¿Sabe que en los alrededores de Montségur fueron quemados más de 200 cátaros? | 317 | 98,75% | 
Fuente: elaboración propia
            Así  pues, los visitantes con conocimientos previos sobre los cátaros y su religión,  conocían las características básicas de estos y desechaban los ritos mágicos y  esotéricos, pero creían que aquellas ruinas donde estaban eran las de un  reducto cátaro, el último. Por su parte, los que creían en el esoterismo  cátaro, no conocían las características de aquella religión pero también  estaban convencidos de pisar el último suelo cátaro, y fantaseaban con los  pasadizos secretos, los ritos mágicos y el Santo Grial.
              Seguidamente  se ha analizado el grado de correlación entre los tres índices indicados en la  metodología: índice de conocimiento (IC), índice de interés (II) e índice de  fabulación (IF). Para ello, para cada encuestado se ha calculado cada uno de  dichos índices a partir de las respuestas dadas, eliminándose los resultados  más extremos (un 10% por arriba y otro 10% por abajo) con el objetivo de tener  una muestra más equilibrada y fiable (Vecchio, 1991). Después, se ha efectuado  la correlación dos a dos entre los índices. Así, en primer lugar, se ha  analizado la correlación entre los índices de conocimiento (IC) e interés (II),  obteniéndose el gráfico siguiente (Figura 8). 
Figura  8. Correlación entre los grados de conocimiento previo e interés
                con la  visita de los encuestados

Fuente: elaboración propia
            Como  se puede apreciar en el gráfico anterior, existe una correlación directa muy  clara entre ambos índices; lo que indica que cuanto mayor era el conocimiento  previo que los visitantes tenían sobre los cátaros, mayor era su grado de  interés en la visita. 
              A  continuación, por el mismo procedimiento, se ha calculado la correlación entre  los índices de interés (II) y de fabulación (IF), obteniéndose el gráfico  siguiente (Figura 9).
Figura 9. Correlación entre el grado de interés de los encuestados en la visita y su grado de aceptación de las fábulas sobre los cátaros
 
 
              
  Fuente:  elaboración propia 
            Como  se puede ver en el gráfico anterior, en este caso también existe una clara  correlación directa entre ambos índices, de modo que una mayor aceptación por  las fábulas sobre los cátaros se corresponden con un mayor índice de interés en  la visita.
              Finalmente,  se ha calculado la correlación entre el grado de conocimiento previo de los  encuestados sobre los cátaros (IC) y su aceptación de las fábulas sobre los  cátaros (IF), obteniéndose el gráfico siguiente (Figura 10). 
Figura 10. Correlación entre el grado de conocimiento sobre los cátaros de los encuestados y su grado de aceptación de las fábulas sobre los cátaros

Fuente: elaboración propia
            Tal  como se puede comprobar en el gráfico anterior, la correlación entre ambos  factores es inversa, aunque algo dispersa. Así, cuanto mayor es el grado de  conocimiento sobre los cátaros por parte de los visitantes, menor es su grado  de aceptación de las fábulas existentes al respecto; lo cual es lógico.  
              En  conclusión, se confirma que existe una fuerte correlación directa entre un  mejor conocimiento previo de aquello que se va a visitar y el interés por dicha  visita, y entre dicho interés y la aceptación de las fábulas sobre el tema a  visitar. Además, cuanto mayor es el citado grado de conocimiento, menor es la  aceptación de las fábulas al respecto.  
4.4. Discusión del caso
            En  el análisis realizado en el presente trabajo se ha podido comprobar como existe  una clara correspondencia entre los visitantes que manifestaban un cierto  conocimiento sobre los cátaros y su religión y su rechazo por las actividades  esotéricas. Y además, entre dicho grado de conocimiento y el interés en la  visita. Sin embargo, la confirmación de que una mayor aceptación de los  rituales de esoterismo y magia de los cátaros se correspondían en gran medida  con un mayor interés en la visita, demuestra como las pseudo-historias pueden  tener su “atractivo turístico”.  
              Independientemente  de estas correlaciones, analizando individualmente cada una de las respuestas, había  dos variables en las que todos estaban de acuerdo. Una era cierta (la mayoría de  los encuestados manifestaba conocer que allí se habían quemado más de 200  cátaros) -lo que se explica fácilmente por la información que hay sobre este  tema en el parking de los vehículos y que los visitantes solían leer  previamente a la empinada ascensión al castillo-. La segunda era falsa -aquellas  ruinas no eran las de un castillo cátaro sino que eran las de un castillo  cincuenta años posterior-, ya que, como se ha explicado en este artículo, el  castillo de Montségur, cuyas ruinas están bien visibles en la actualidad, nunca  fue una fortaleza cátara, a pesar de la propaganda turística que repetidamente  así lo afirma. 
              Que  Montségur no haya sido nunca un templo solar donde los cátaros habrían  celebrado fiestas maniqueas en honor al solsticio de verano, ni que allí se  oculten estancias misteriosas, ni pasadizos secretos ni tumbas de nobles y  religiosos cátaros, ni que haya sido nunca el castillo donde se albergaba en  Santo Grial –símbolo eucarístico con el que los cátaros no tenían nada que ver,  ya que no creían en la presencia real de Cristo en la Eucaristía- no cambia  nada sino al contrario. Montségur significa el combate exaltado y doloroso de  un puñado de hombres y mujeres contra el poder entonces establecido, religioso  y militar, llevándolos hasta la hoguera en defensa de su libertad para creer en  la religión por ellos elegida. 
              Hay  que tener en cuenta que el fenómeno cátaro, durante mucho tiempo solamente fue  conocido por la interpretación que dieron de él los vencedores. Hasta los años  cincuenta del siglo XX se mantuvo una especie de consenso histórico, alimentado  por algunos trabajos publicados sobre el tema a lo largo de los siglos,  esencialmente por teólogos católicos. Este consenso tendía a relativizar los  sucesos de la cruzada y de la Inquisición, presentados como un mal menor,  necesario para limpiar Occitania de la contaminación de esta herejía, que  amenazaba el orden entonces establecido. Solamente en las últimas décadas, la  historia medieval ha multiplicado sus fuentes, aclarando notablemente los  orígenes y el desarrollo de esta herejía, despojándola de mitos y presentando  una nueva visión de los sucesos entonces ocurridos.    
              Sin  embargo, para los promotores del turismo en estos territorios les es mucho más  fácil mantener los estereotipos anteriores, ya que la magia, el esoterismo y la  brujería, combinan perfectamente con las guerras de religión, la Inquisición y  las hogueras a los herejes, y los asedios a los castillos casi inexpugnables.  Por ello, las impresionantes ruinas del castillo de Montségur son el símbolo  turístico perfecto –y un elemento patrimonial histórico tangible-que permite  aglutinar todas estas variables, aunque ellas no sean estrictamente ciertas, ni  dicho castillo entonces existiese. Hacía falta disponer de unas ruinas que  permitiesen estructurar todos estos elementos y las del castillo de Montségur, algo  más moderno, eran perfectas. 
              A  los promotores turísticos, públicos y privados, les importa mucho más que los  turistas acudan a un determinado destino, paguen las entradas a unos recintos,  compren los productos de la zona y consuman las comidas más o menos autóctonas,  ya que ello revierte directamente en el aumento de los puestos de trabajo (en  hostelería y restauración, en las tiendas, en los talleres artesanos, en el  mantenimiento y en los servicios existentes alrededor de este turismo), que no  dar a conocer la verdad estricta de un fenómeno que tuvo una gran importancia e  influencia en aquellos territorios en una determinada época.
              Así  pues, en este artículo se puede apreciar como en algunos destinos, con un  significativo patrimonio histórico-cultural, se presenta el dilema entre dar a  conocer toda la verdad sobre algún tema concreto (en este caso, la religión  cátara y lo que allí ocurrió realmente) o fomentar un desarrollo turístico  basado en errores y estereotipos, pero que atraen a los turistas. Generalmente,  casi siempre predomina este segundo aspecto, ya que suele ser más “vendible” y  concuerda con las expectativas previas de los visitantes, por lo que desde los  estamentos públicos no se hace un esfuerzo profundo y continuado para minimizar  este error.        
5. CONCLUSIONES
            El  patrimonio histórico-cultural de un territorio está constituido por todos  aquellos elementos y manifestaciones tangibles o intangibles producidas por las  sociedades, resultado de un proceso histórico, en donde la reproducción de las  ideas y del material se constituyen en factores que identifican y diferencian a  ese lugar de cualquier otro. Modernamente, este patrimonio incluye no sólo los monumentos y manifestaciones  del pasado (sitios y objetos arqueológicos), sino también lo que se llama  patrimonio vivo; es decir, las diversas manifestaciones de la cultura presente  en el lugar en aquel momento histórico, su artesanía y arte popular, su  indumentaria, sus conocimientos, valores, religión, costumbres y tradiciones.  Este último constituye el patrimonio intelectual: es decir, las creaciones de  la mente, así como los patrones de comportamiento y la cultura histórica de un  determinado estilo de representación o de interpretación. En definitiva los  elementos que constituyen el patrimonio histórico-cultural son testigos de la  forma en que una sociedad o cultura se relacionan con su ambiente.
              Como recurso al servicio del desarrollo duradero, este tipo de turismo tiene valor por sí mismo. Representa al  mismo tiempo la memoria  colectiva de una comunidad y un recurso potencial para su futuro. Los recursos patrimoniales son frágiles y  no renovables, y el desarrollo de la actividad turística depende de ellos, mediante  la creación de nuevos productos. 
                Los mutuos beneficios que se derivan de la relación entre el turismo y el  patrimonio provocan que ambos tengan objetivos económicos comunes. La  conservación de los recursos patrimoniales y su proceso de transformación en  producto turístico son un incentivo para la revitalización de la identidad  cultural de un territorio. El mercado  turístico necesita los recursos patrimoniales para el desarrollo de estos nuevos  productos, los cuales aumentan el valor de la experiencia turística de forma  que les interesen a ambos sectores. Patrimonio y turismo son, pues, altamente  compatibles, y la interdependencia entre ambas áreas es inevitable. El sector  turístico supone una fuente de riqueza y de beneficios positivos sobre el  entorno económico-social, al favorecer el desarrollo económico de la zona; así  como facilitar los intercambios y contactos culturales y favorecer la  conservación del entorno patrimonial. 
              Esta  simbiosis entre los elementos histórico-culturales, tangibles e intangibles, de  dicho patrimonio crea una estructura muy adecuada para el consumo de un  turismo, en general, de proximidad, que demanda consumir esta experiencia sin  tener demasiado en cuenta la veracidad de la oferta. En este estudio se ha  confirmado como, a partir de un patrimonio histórico-cultural determinado (por  una parte, las ruinas del castillo medieval de Montségur y, por la otra, el  fenómeno religioso-social de los cátaros) se puede construir y desarrollar con  éxito, una oferta turística basada en datos históricamente incorrectos. 
              Así,  se ha podido comprobar como las ruinas de dicho castillo, denominado por toda  la publicidad turística como el “último reducto de los cátaros en el sur de  Francia”, se ha convertido en una atracción turística histórico-cultural de  primera magnitud, apoyada en un marketing promocional que, sin tener en cuenta  la realidad histórica, favorece este desarrollo y el mantenimiento de  estereotipos de toda clase, en aras de un mayor desarrollo local y sin tener  demasiado en cuenta la veracidad histórica. 
              Sin estas ruinas históricas, la  “turistificación” del fenómeno cátaro estaría falta de unos recursos  patrimoniales tangibles, que pudiesen corporeizarlo de manera adecuada para los  turistas. Todo ello lleva a un nuevo dilema. ¿Debería primar la veracidad  histórica o la “tematización teatralizada” de un territorio y de un fenómeno  social y religioso?. Ahí queda la pregunta, para que futuros estudios sobre  este tema ayuden a resolverla.  
              Sin  embargo, este trabajo también presenta algunas limitaciones, cuya importancia  puede variar los porcentajes de las respuestas dadas al cuestionario, pero no  cambiar el sentido del objetivo del trabajo. En primer lugar, al ser una  encuesta realizada al azar,  no se  dispone de una distribución totalmente normalizada ni se puede verificar que  sea la más habitual. En segundo lugar, al realizarse dicha encuesta en verano,  el perfil de los visitantes puede ser algo diferente al de los del resto del  año.
              Finalmente,  este artículo pretende poner de manifiesto como desde un determinado relato  histórico-cultural, sea más o menos cierto, se aprovecha un patrimonio  histórico distinto para potenciar un turismo de proximidad basado en ambos  elementos. Se trata de una temática muy poco estudiada en el campo académico del  turismo en estos términos y futuras investigaciones deberían completar los  referentes teóricos de este tipo de turismo y completar el análisis del caso  aquí presentado, matizando sus resultados. Además, su estudio abriría las  puertas a otras investigaciones relacionadas, como son la delimitación del  ámbito de la proximidad, la relación entre turismo de proximidad e identidad o  la compatibilidad entre ésta con otras formas de turismo preexistentes en un  mismo destino. 
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