TURyDES
Vol 3, Nº 8 (septiembre/setembro 2010)

CIENCIA Y NOCIENCIA EN EL TURISMO: RESPUESTA AL ANTROPÓLOGO DEL TURISMO MAXIMILIANO KORSTANJE

Francisco Muñoz de Escalona


 

1. Presentación

Maxilimano Korstanje acaba de publicar en TURyDes un trabajo (ver http://eumed.net//rev/turydes/08/mk2.htm,) que considera ser la respuesta a otro mío publicado en la misma revista (ver http://www.eumed.net/rev/turydes/07/fme5.htm)

He leído con suma atención el trabajo de Korstanje pero tengo que decir, de entrada, que, desafortunadamente, ese trabajo no responde, como su autor cree, al mío. Mi trabajo versa sobre un hecho constatable, no sobre una opinión o sobre una teoría: la ausencia o ignorancia en la literatura del turismo de la función de producción. Como vengo demostrando, el maisntream del turismo desarrolla más o menos bien el turismo como consumo pero olvida o no tiene en cuenta el turismo como producción. Pero dicho así puede que no se entienda correctamente. No quiero decir que no se tenga en cuenta la producción. Si se recapacita se sabe que la literatura habla mucho de producción, mejor dicho, de productos turísticos. Pero nunca habla, sorprendentemente de producción de turismo. ¿Por qué?, cabe indagar? Una pregunta a la que hay que responder que porque turismo para la concepción hegemónica es todo aquello que adquiere un turista (entendido reduccionistamente como vacacionista para más inri) adquiere o todo aquello que le interesa o le intriga. Por esta razón se adjudica el calificativo de turístico a cosas tan dispares como un lago o un hotel, como un parque temático o un museo, como un medio de transporte o un paisaje. Producir turismo para un turisperito es producir cualquiera de esas cosas.

Es obvio que la concepción convencional puede ser apta para los sociólogos, psicólogos, antropólogos, espistemólogos, geógrafos, historiadores y otros especialistas similares. Incluso para economistas que cultivan sólo la macroeconomía. Pero no para los que aplican el análisis microeconómico. Estos no pueden trabajar sin identificar uno, y sólo uno, producto turístico. Es decir: sin identificar objetivamente el turismo como producto y como actividad productiva.

Es lo que modestamente vengo haciendo desde hace tres décadas sin esperanza de que algo tan elemental logre ser comprendido y tenido en cuenta.

2. Respuestas

Después de dedicarse al cómodo trabajo de la descalificación, el señor Maxilimiano Korstanje termina su dizque trabajo de investigación con un frase muy densa. A ella me voy a acoger para responderle ya que el resto del supuesto trabajo se limita como digo por una parte a la descalificación y por otra a la exposición de una serie de reflexiones archimanidas, las que insisten por enésima vez en la concepción del turismo como descripción de todo aquello que hace el llamado turista. Es decir, insiste de nuevo en el turismo como fenómeno, una visión que como la de sus colegas los turisperitos al uso, parece agotar el objeto de conocimiento que llamamos turismo.

Mi respuesta a Korstanje se limita por ello a su párrafo final porque, como se suele decir, no tiene desperdicio. Y la copio en formato entrevista, no sin antes felicitar a mi corresponsal porque al menos ha terminado por aceptar el reto del debate que parecía venir obviando desde hace tiempo.

3. Preguntas y respuestas

MK: Maximiliano Korstanje

FME: Francisco Muñoz de Escalona

(Las preguntas son de MK y proceden del trabajo antes citado. Las respuestas son de FME. El método puede servir para futuros trabajos)

MK. Se comprende al turismo como una actividad que agrupa empresas e instituciones cuyo fin es posibilitar el desplazamiento de personas de un lugar a otro, por motivos de ocio o negocio.

FME. Sí, así se comprende, pero allá los demás con sus comprensiones. Parece que ni usted ni yo lo comprendemos así.

MK. Por el contrario, la postura científica busca excluir criterios semánticos con el fin de llegar a una definición exhaustiva de lo que es el turismo.

FME. La postura científica no busca excluir criterios semánticos porque las aproximaciones que se afanan por ser científicas se ven en la imperiosa necesidad de destripar el lenguaje ya que todo científico sabe que el lenguaje es un riquísimo arcano de formas de conocimiento que conviene tener en cuenta a fin de pasarlas por la criba de la crítica científica

MK. Ambas definiciones tienen sus pro y contra. La definición acumulativa peca por laxa pero por homogeneizada es funcional a las cuestiones mercantiles mientras que la científica es más elaborada pero por heterogénea (es decir, cada autor maneja su propia definición) es difícil de aplicar.

FME. Lo primero que cuestiono es su simplista y sin embargo pretenciosa clasificación. Para mí tan sólo caben dos clasificaciones: las definiciones científicas y las no científicas o vulgares. Las que usted llama acumulativas entran dentro de las segundas. Por eso el que sean laxas, homogeneizadas, funcionales y mercantiles es lo de menos. Basta con tildarlas de vulgares a pesar del manto academicista con el que cubren sus vergüenzas.

MK. (…) el grado de abstracción de muchas definiciones científicas las hace incomprensibles.

FME. No es el grado de abstracción lo que las hace incomprensibles sino su altísimo grado de confusión conceptual. Nunca el grado de abstracción debe ser tenido por obstáculo por un científico.

MK. Yo sostengo que ambas definiciones (exhaustiva y acumulativa) deben amalgamarse de una manera que permitan sentar las bases de una nueva disciplina académica: la turismología.

FME. ¿Amalgamarse? Si lo científico es de naturaleza analítica debe huirse de la amalgama como de la peste. Ya veo que usted sigue comulgando con la vieja pretensión de la turismología. Lo de menos es el neologismo de Jovicic. Es más criticable la obsesión sin fundamento que dicho término alberga sobre la viabilidad de una nueva ciencia social, autónoma e independiente. Ya lo dejé demostrado en mi tesis (Crítica de la economía turística: enfoque de oferta versus enfoque de demanda. Ver en www.eumed.net. Tesis Doctorales, 1991) Otra cosa es que se consiga desarrollar eso que usted llama “una nueva disciplina académica”. La verdad es que esa disciplina ya existe. Con ese nombre o sin él no es otra cosa que esa amalgama primero multi-, más tarde inter- y ahora parece que trans- disciplinaria que se imparte en todos los centros dedicados a la enseñanza de la materia, una materia que usted y yo sabemos que cada día engrosa con nuevas aportaciones de las demás disciplinas académicas. La ciencia, mi querido amigo, es otra cosa.

MK. Que si pueda dialogar con otras disciplinas pero sin pedir nada prestado.

FME. ¿Nada prestado? ¿Pero la turismología tiene algo propio, algo que no proceda de las demás ciencias, al principio sólo las sociales, pero hoy hasta de las físicas?

MK. El turismo hoy es una actividad comercial como lo puede ser un almacén que se rige bajos los principios de escasez de la economía pero bajo ningún concepto eso autoriza a afirmar que el turismo nace como actividad económica.

FME. ¿No será que padece usted un cierto e inconfesable rechazo por lo comercial o lucrativo? Como usted sabe, durante milenios lo negocioso, lo utilitario (luego lucrativo) fue tenido como socialmente desprestigiante para sus cultores. Eran tiempos en los que lo socialmente prestigiante eran las actividades ociosas. Pero esos son tiempos idos que no regresarán. Hoy hasta los pocos reyes que quedan ejercen actividades negociosas, y incluso gustan de enorgullecerse de ello: se muestran como siendo (aparentemente) diferentes de los demás ciudadanos de la res pública porque creen que así se les tolerará.

MK. El turismo es un fenómeno social cuyas bases oníricas lo emparentan al ocio y cuya importancia en la sociedad es fundamental.

FME. Usted con esta concepción está en su perfecto derecho porque las creencias son libres. También se declara usted acorde con la noción vulgar de turismo que aun sigue latiendo en gran parte de la literatura academicista al uso. Ottawa´91 trató de erradicarla pero con escaso o nulo éxito como se ve. Le recuerdo que ocio es un término no sinónimo de tiempo libre. Me sorprende que un antropólogo tan erudito como usted siga confundiéndolos. El ocio era privativo de las clases dominantes hasta hace algo así como dos siglos en virtud del estatuto de esa clase. Hoy, insisto, extinta esa clase, no existe ocio. Hoy, como sólo existe la clase negociosa, sólo existe el tiempo libre.

MK. La definición que maneja Escalona sobre el turismo no sólo es simplista sino economicista.

FME. Siempre advertí que yo no pretendo definir el turismo. Allá los obsesos con las definiciones. Lo que yo he pretendido es identificar el turismo como actividad económica. Usted dice que es simplista y hasta, ¡oh cielos!, economiscista. Pues, mire usted, señor Korstanje, es evidente que para usted los dos calificativos son peyorativos. Si usted hubiera querido no ser negativo habría podido decir que mi identificación es sencilla y económica. También podría haber dicho que es sencillamente económica. Y con ello habría acertado plenamente.

MK. El turismo no nace en la Europa Meridional (Alemania, Suiza y Austria) mucho menos en los 11 ramilletes de los estudios críticos.

FME. Pues claro que no, mi querido Maximiano. Si usted hubiera leído con más atención mis escritos se habría dado cuenta de que lo que yo digo es que el turismo, entendido como producción y consumo de programas de visita, existe desde que hay sociedades sedentarias. Lejos de mí sostener como sostienen muchos, entre ellos usted, que el turismo es una actividad de ocio entendido como tiempo libre. Desde Ottawa, vuelvo a repetirle, tan turista es quien viaja por cuestiones profesionales como quien lo hace por vacacionismo. Repare en que el vacacionismo no es más que una forma del turismo.

MK. En su trabajo Epistemología del Turismo (un trabajo de por si muy poco claro), Escalona supone erróneamente que los estudios en turismo deben retornar a Stradner o Bernecker.

FME. Pues lo ha entendido usted rematadamente mal, mi querido antropólogo argentino. Jamás he dicho eso. Y si el trabajo le parece “muy poco claro” sepa que es la recensión de un libro recientemente publicado. Si acude a él puede que consiga aclarar lo que no entiende. Sepa que ni soy un espistemólogo del turismo ni creo que haya que acudir a la epistemología para avanzar en el conocimiento objetivo del turismo.

MK. Para Escalona el producto turístico es simplemente “un plan de desplazamiento elaborado por una tecnología especifica que podemos denominar ingeniería turística. Esta técnica es ciertamente muy antigua pues se le pueden atribuir cinco o seis mil años”.

FME. Exactamente, eso es un producto turístico para la ciencia que estudia el comportamiento de los seres humanos para satisfacer sus necesidades materiales, la economía. Sepa que el éxito creciente en el vencimiento de la distancia lleva muchos milenios permitiendo que sea posible satisfacer necesidades con satisfactores distantes. Para ello quien opta a conseguirlo ha de contar con un plan de desplazamiento de ida y vuelta. Y sepa también que ese plan, en la medida en que exige asignar recursos, es susceptible de ser considerado como un producto específico. Y que, como tal, es objeto de una tecnología especializada a la que bien podemos llamar ingeniería turística.

MK. Aquí nacen preguntas que Escalona no responde ¿de cual civilización hablamos?,

FME. De la civilización sedentaria. No le quepa a usted la menor duda. Pero si usted cree que el turismo nace con el hombre espero que me lo demuestre.

MK. ¿esta afirmación no es muy general?

MFE. Pues ya lo creo que lo es. Es tan general que se ajusta a las exigencias de la ciencia. ¿No le parece a usted que cuanto más general es una afirmación más se ajusta a los criterios de la ciencia?

MK. ¿Qué bibliografía sustenta dicha idea?

FME. Ninguna. ¿Dígame en qué bibliografía se basó Copérnico para afirmar que la Tierra da vueltas alrededor del Sol?

MK. ¿era el desplazamiento en la antigüedad una forma de turismo?

FME. Los lineales, no. Pero los circulares, redondos o de ida y vuelta, claro que sí. Se desprende de la identificación del turismo que sostengo. Es de esta forma como se acaba con la confusión en la que vienen cayendo los turisperitos de ayer, de hoy y de siempre. Marginado el sujeto (el que se desplaza para volver y sus motivaciones, hasta ahora excluyentes) queda el objeto mondo y lirondo. La concepción del turismo queda des subjetivizada y consigue, por fin, ser objetivada. El turismo puede así ser estudiado como una actividad productiva específica y diferenciada de las demás.

MK ¿Por qué?

FME. Este por qué es harto ambiguo, señor Korstanje.

MK. ¿los caminos y los alojamientos no han sido una construcción de la antigüedad clásica?

FME. Pues, claro que sí. Pero repare en que tanto los caminos como los demás medios de la intendencia militar fueron construidos para hacer la guerra, primero, y para comerciar, después, para comprar lo que a cada pueblo le faltaba y para vender lo que le sobraba.

MK. ¿el deseo de descansar, como lo he demostrado en varios artículos) no nace de la mitología judeo-cristiana?

FME. Usted sabrá de donde nace. Lo que puedo asegurarle es que el turismo no nace del deseo de descansar. Afueraparte de que, como usted sabe o debería saber, el turismo, incluso en la pacata concepción reduccionista del vacacionismo que usted parece profesar, busca realizar actividades que no se agotan en las del mero descanso.

MK. Muchas preguntas pocas respuestas

FME. ¿Lo dice convencido? Pues por si no las conocía, aquí las tiene: una por una.

MK. Creo que en una dádiva de palabras casi sin sentido, Escalona se pierde en su propia mega-lomanía (de hecho él cree que hay un antes y un después de su abordaje).

FME. Desde siempre asumí que mis aportaciones serían ninguneadas y, sin embargo, eso no frenó mi entusiasmo. No tengo por qué caer en faldas humildades pero tengo la convicción de que he conseguido algo que se daba por imposible: concebir el turismo como una actividad productiva objetivamente identificada, es decir, sin necesidad del concurso del sujeto y sus motivaciones.

MK. En lo personal estoy convencido que hoy se necesita una perspectiva superadora a esta clase de trabajos pseudo-científicos que en su afán de definir todo el tiempo, simplemente oscurecen lo que intentan definir.

FME. ¿Y es usted el que me acusa de megalómano? Pues acepte el reto: aporte si es capaz una perspectiva que supere mis según usted trabajos pseudos científicos. Sepa que la ciencia no es más que el repertorio de verdades que aun o han sido refutadas. Pero esfuércese en refutar las propuestas que yo vengo haciendo desde 1988. No caiga en la descalificación. Descalificar es muy fácil. Es más arduo, y, por supuesto, más meritorio, desarrollar un proceso que merezca ser tenido como científico, es decir, el que arranca de una conjetura verosímil y, en base a ella, procede con sujeción a la lógica deductiva hasta conseguir una explicación convincente de la realidad objeto de conocimiento.



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