LA LECTURA COMO PILAR EN LA EDUCACIÓN PARA LA IDENTIDAD CULTURAL DE LOS UNIVERSITARIOS



Yaquelina Marta León Pino*
Mayelín Magdely Ruiz Álvarez**
Universidad José Martí, Cuba
yaquelin@uniss.edu.cu


RESUMEN

La necesidad de formar universitarios con plena conciencia de su identidad cultural, capaces de reflexionar, debatir, amar y respetar diversas manifestaciones que caracterizan “lo cubano” en el mosaico de la cultura universal, así como vigorizar el sentido de pertenencia y el compromiso con el patrimonio tangible e intangible de la nación, es un reto actual de la universidad cubana. El reconocimiento de la lectura como un ejercicio profundamente ideológico y desarrollador de conciencia, permite al profesor universitario utilizarla como un valioso instrumento, si de contribución a la educación para la identidad cultural se trata; aspectos que son valorados en el presente artículo, derivado de una investigación teórica. El mismo tiene como objetivo reflexionar –desde posiciones pedagógicas- en torno a la lectura como pilar en la educación para la identidad cultural. 

PALABRAS CLAVE: cultura, identidad cultural, lectura, promoción de la lectura, profesor universitario.

ABSTRACT

The necessity to form university students full convinced of their cultural identity, and at the same time, able to meditate, to debate, to love and to respect diverse manifestations that characterize "the Cuban culture" within the mosaic of the universal culture, as well as to energize the sense of property and the compromise with the tangible and intangible patrimony of the nation. This is a current challenge of the Cuban university. The recognition of reading as a deeply ideological and conscience developer exercise, allow the university professor to use it as a valuable instrument, when talking about education to strengthen  the cultural identity. All these aspects are appraised in the present theoretical investigation, which has as objective to reflect -from pedagogice positions- around  reading as pillar in the education of the cultural identity.
 
KEY WORDS: culture-cultural identity-reading-reading promotion-college professor.

 

1 LA IDENTIDAD CULTURAL: EXPRESIÓN DE LA CONTINUIDAD DE LA HISTORIA EN SU DEVENIR
“(…) sólo se admira lo que se conoce,
sólo se ama lo que se admira
 y sólo se está comprometido con lo que se ama.
 Sólo así se alcanza la identidad entre
el pensamiento, el sentimiento
y la actuación.”(Mendoza, L.  2009:56).

La identidad cultural es una dimensión de la identidad nacional de los pueblos. Es el resumen de una época y resultado de un largo proceso ético, que la convierte en base de la eticidad de una nación y ocupa un lugar trascendente como expresión del humanismo y de la educación moral. No solo está concebida  por sus expresiones artísticas, sino también por el conjunto de normas, valores, tradiciones, creencias, costumbres y modos de comportamiento de un grupo social determinado; de ahí que genera sentimientos de orgullo y sentido de pertenencia, expresados en posiciones de arraigo y lealtad. 

Para su estudio, es preciso conocer primero ¿qué es la cultura? En sentido general, la cultura es la memoria de una nación; es todo lo que un pueblo es capaz de crear en su devenir histórico, va más allá de sus expresiones artísticas y tiene una importante carga de subjetividad, lo que permite trasmitir y recrear las tradiciones nacionales.

Otro concepto en las Ciencias Sociales no ha provocado tantas definiciones como ella. Etimológicamente proviene del verbo latín “colo”, cuyo significado estaba ligado a la palabra cultivar y se utilizaba sólo como término agrotécnico, vinculado al cultivo de la tierra.

Es el filósofo romano, Marco Tulio Cicerón (106 – 43 a.C.) quien por primera vez usa el término en sentido figurado, en vinculación estrecha con la razón humana, refiriéndose a una cultivación del alma o “cultura animi”. Con ello trató de describir el desarrollo de un alma filosófica, entendida como un alto ideal para el desarrollo humano.

Él examinó los modos de influencia de la filosofía sobre la vida humana e introdujo así el término cultura en la literatura al relacionarlo con el conocimiento filosófico; dando inicio a la larga historia de este concepto.

El Renacimiento, como nueva forma de expresión, registra el comienzo de una cultura más terrenal, humanista, no sólo dirigida hacia el hombre, sino también realizadas por el hombre, desde sus propias posibilidades creadoras espirituales, de su poder subjetivo. Así, el Humanismo se vio en oposición a la ideología religiosa del Medioevo, ya que defendió el derecho del hombre a su propio pensamiento.

Con esta corriente, la cultura deja de concebirse como algo divino y se convierte en “obra” del hombre. Por ello, puede afirmarse que la Humanística descubrió esta forma de actividad y la ratificó como modelo esencial para el ulterior desarrollo cultural, bajo el principio de que el hombre es el creador de la cultura.  

La filosofía premarxista, en relación a dicho problema, se basa en el concepto de que la esfera ideal, la de la actividad espiritual, es la única importante del desarrollo humano, lo que determina por sí la existencia de la cultura.

En cambio, el materialismo dialéctico e histórico, el cual representa un grado peculiarmente nuevo en el desarrollo del pensamiento filosófico, ofrece un punto de partida que permite comprender mejor a la cultura, pues la examina en una unidad dialéctica entre lo general y lo particular y en una estrecha interacción entre lo material y lo espiritual; concibiéndola así, como una forma histórica determinada.

La teoría marxista plantea que toda cultura material condiciona la existencia de la cultura espiritual, entendiendo la primera como:  “(…) los valores materiales, las fuerzas productivas y los vínculos que se establecen entre los seres humanos en las relaciones de producción, que, a su vez, generan  las económicas y las sociales.” (Valdés, 1998:1). Y la segunda como: “(…) una gama de resultados obtenidos en el campo de ciencia, la técnica, el arte, la literatura y la construcción, a lo que se suman los conceptos filosóficos, morales, políticos, religiosos, etc.” (Valdés, 1998:1).

L. S. Vigotski, (1987) aplicó de forma creadora la filosofía marxista a la psicología. La cultura para él, es producto de la vida social y de la actividad social del hombre, que tiene un significado estable ya que se ha formado en el desarrollo histórico y trasmitido de generación en generación.

Sus estudios revelan que es a través de la apropiación de la experiencia histórico-social que el hombre asimila las distintas formas de actividad humana, así como los signos o medios materiales y espirituales elaborados por la cultura.

En la literatura cubana más contemporánea se encuentran estudios acerca de la cultura, también desde una óptica marxista–leninista. Tal es el caso de L. Tejeda (2000:5) quien considera que: “(…) la cultura es, en fin de cuentas, el trabajo acumulado por la humanidad a través de su historia, todo lo que el tiempo ha decantado como valioso para ser adquirido por las nuevas generaciones (…).”

Otra opinión científica del término la brinda R. Pupo (2006: 4) al plantear que: “(…) la cultura es encarnación de la actividad humana, es lo cognoscitivo, lo valorativo, lo práctico, lo comunicativo. Por eso es el ser esencial del hombre. Es medida de la ascensión humana. La actividad humana se concreta en la cultura. Es producción humana en todas sus manifestaciones: material y espiritual (…).”

En esta perspectiva, C. Baeza y M. García (2006:52) entienden por cultura: “(…) un sistema vivo que incluye un sujeto socialmente definido que, actuando de determinada manera en una situación histórica y geográfica específica, produce objetos materiales y espirituales que lo distinguen.”

Visto así, cada sociedad ha tenido una forma particular de elaborar su cultura y eso es lo que le aporta su sello, su originalidad, su identidad cultural. De ahí que, el concepto identidad cultural, surge en el proceso de interrelación entre las culturas.

El tema de la identidad cultural en Cuba, ha sido investigado por reconocidos intelectuales como F. Ortiz (1983,1991), N. Araujo (1989), R. Pupo Pupo (1990,2000, 2006), E. Ubieta (1993), L. Tejeda (1999, 2000), M. García y C. Baeza (2006), R. Zamora (2006), P. P. Rodríguez ( 2002), entre otros. No obstante revisaremos algunos criterios que permiten valorar la percepción que, sobre este fenómeno, se tiene en el contexto cubano actual.

Por identidad cultural, L. Tejeda (1999:92) entiende que: “ (…) son los valores morales, implícitos en nuestra cultura (que tienen como fuente la tradición histórica), presentes en la vida cotidiana y en el comportamiento personal y social del cubano, y revelados en las obras artísticas y literarias, que contribuyen a enriquecer nuestro patrimonio más auténtico.”

Por su parte, al referirse al término, R. Zamora (2006: 178) expresa: “(…) cuando los portadores de expresiones culturales convivientes toman conciencia de su existencia autónoma y de su complementariedad en el tiempo histórico y en el espacio geográfico, así como de su necesidad de permanencia, estamos en presencia de la identidad cultural. “

Este autor expone además ideas básicas que permiten comprender la importancia que encierra el proceso identitario; las que pueden resumirse en los siguientes preceptos:

  • La asunción de la identidad es un proceso de comunicación entre culturas.
  • Conceptualmente expresa la continuidad de la historia en su devenir.
  • Presencia de distinciones entre la identificación y la diferenciación.
  • Existencia de la diversidad dentro de una misma identidad.

C. Baeza y M. García, (2006:51) afirman: “Llámese identidad cultural de un grupo social determinado (o de un sujeto determinado de la cultura) a la producción de respuestas y valores que, como heredero y trasmisor, actor y autor de su cultura, éste realiza en un contexto histórico dado como consecuencia del principio sociopsicológico de diferenciación – identificación en relación con otro (s) grupo (s) o sujeto (s) culturalmente definido (s).”

También presentan una serie de análisis que constituyen una propuesta para hacer más objetiva la concepción del fenómeno que se estudia. En la obra citada precisan que:

  • El fenómeno de la identidad contiene elementos como: el alter y el sujeto con el que se comunica, la herencia cultural de éste y la actividad de la cual los objetos son resultado.
  • Se manifiesta desde un grupo primario hasta una región supranacional.
  • Es un proceso sociopsicológico, donde se tiene en cuenta la mismidad, la otredad y la

      relación entre ambas.

  • Es un proceso de comunicación intercultural.
  • Hace patente el derecho a la existencia, coexistencia y desarrollo de distintas formas

      de cultura.

Además, estas autoras develan la dimensión axiológica del concepto. Al respecto opinan que: “(…) el concepto de identidad cultural pudiera ser considerado como de intención axiológica sin que la escala de valores que ello conlleva tenga obligatoriamente una connotación ética, ya que puede referirse a otros ámbitos de la ideología, la espiritualidad y la conciencia de los grupos humanos (Baeza y García, 2006:52-53).”

Por lo acabado del estudio de las autoras citadas, se asume lo que en él se plantea acerca de esta categoría, al formular una visión abarcadora de la identidad cultural y analizar el tema en su complejidad, amplitud, dialéctica, vínculo con la vida espiritual del hombre, sus intereses, el mundo que llega a ser significativo para él, así como su historicidad.

Otro aspecto significativo que desde la ciencia expresan los investigadores es que reconocen la identidad cultural como un proceso complejo. Eso se debe a que es cambiante, está en constante devenir, en constante proceso de construcción.

La identidad cultural no es proporcionada para siempre, tiene un origen y un desarrollo sujeto a condiciones históricas concretas. Por eso hay hilos de continuidad, ya que se mantienen rasgos estables en cada momento, adicionándoles nuevos elementos apreciables y novedosos. 

De ahí que todos los elementos que le son esenciales y los cuales son dignos de resguardarse para las futuras generaciones deben preservarse para que sea reconocido como el mismo pueblo que ha gestado su propio proceso histórico - cultural.

Al respecto,  Roberto Fernández Retamar (2004) considera la identidad como un proceso cambiante, que afirma su esencia, pero evoluciona dialécticamente hacia el desarrollo. Considera el autor que: “(…) Identidad no significa inmutabilidad, no significa que no haya cambios (…) un pueblo está permanentemente cambiando y al mismo tiempo conserva sus características específicas”.

Así ha ocurrido con la identidad cultural cubana. Es preciso comprender la riqueza, diversidad y colorido de los valores formados durante su devenir histórico, los cuales convergieron en un espacio nunca acabado y se aglutinaron los elementos más importantes de sus raíces; donde la variedad étnica que coincidió aquí, fundó una sola cultura, una sola nación y una concepción social que la distingue en este “ajiaco”, como lo llamó Fernando Ortiz (2006:113), lo cual constituye su identidad.

El término transculturación, creado por Ortiz, designa la complejísima transformación de culturas que tuvo lugar en Cuba, y que sin conocerla es imposible entender la evolución del pueblo cubano. En ese contexto la identidad cultural cubana tiene las siguientes características: 

  • En su origen precedió a la identidad nacional y es el resultado de un largo proceso de mestizaje de las diversas etnias que llegaron a Cuba por voluntad propia o a la fuerza.
  • Es resultado del proceso de desarrollo de la autoconciencia histórica de sus miembros.
  • Debido a la influencia de la estructura socioclasista, surgieron dos expresiones culturales coexistentes: la oficial y la popular, lo cual es un reflejo de las contradicciones clasistas en la nación cubana.
  • Establece nexos entre lo cubano y lo latinoamericano y caribeño.
  • Es un proceso de transculturación nunca acabado. Se sigue ratificando hoy como un proceso de reafirmación de lo nacional.

La identidad cultural cubana es un proceso que condiciona y refleja el comportamiento y el modo de actuar del cubano, el cual se caracteriza por tener rasgos como la hospitalidad, imaginación, voluntariedad, buen humor, ingenio, bravura, alegría, expresividad, vivacidad, excesiva gesticulación al hablar, facilidad para establecer relaciones interpersonales, autonomía, solidaridad y fuerte carácter nacional; reflejado en su capacidad para reaccionar ante cualquier intento que ponga en peligro la unidad e integridad de la nación.

Permite este análisis comprender que la cultura de un pueblo se enriquece, convive en contacto con otras culturas, pero tiene la necesidad de cuidar el espíritu propio, para no ser confundido, ni absorbido. Es esencial que los ciudadanos pertenecientes a una nación tengan conciencia de sus raíces históricas, como herramienta para mantener la memoria más auténtica, así lo patentizó el apóstol José Martí (1992,6: 18) cuando expresó: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.”

2 EL RESCATE DE LA LECTURA EN JÓVENES UNIVERSITARIOS: PILAR ESENCIAL EN LA EDUCACIÓN PARA LA IDENTIDAD CULTURAL

“Leer es una coraza contra todo tipo de manipulación.
Moviliza las conciencias, nuestro principal
instrumento de lucha frente
 al poder devastador de las armas modernas
que posee el imperio (…)”. 
(Castro, F., 2007:1).

Un principio esencial en la política cultural y educacional del Estado cubano ha sido la conservación de su identidad, al considerarla fundamento de la nación; así está refrendado en la Constitución de la República (1998:20-21), cuando se expresa textualmente: “El Estado defiende la identidad de la cultura cubana y vela por la conservación del patrimonio cultural y la riqueza artística e histórica de la nación”.

Sin embargo, numerosos pedagogos cubanos contemporáneos, en sus investigaciones, reconocen que uno de los problemas más importantes en la sociedad cubana actual, es la situación que presenta la preservación de la identidad cultural, ya que se aprecian numerosas insuficiencias, especialmente en las jóvenes generaciones. La existencia de esta problemática hace necesario que se le preste atención como parte de la educación general e integral de los niños, adolescentes y jóvenes cubanos, ya que la conservación de la identidad es un arma ante la ofensiva enajenante de una cultura impuesta.

En la formación de la personalidad de las nuevas generaciones no puede faltar el conocimiento de la cultura nacional. No se ama lo que no se conoce, lo que se ignora no despierta sentimientos de admiración y de pertenencia. En ese sentido es donde la educación está llamada a jugar un papel fundamental.

Históricamente la juventud como grupo y la universitaria en particular, se han caracterizado por un conjunto de rasgos psicológicos que la acercan a las causas más nobles de la humanidad. La etapa juvenil es un período de transición bio-psico-social intermedio en el que surge una nueva situación, determinada por el nacimiento de fuertes necesidades de autodeterminación e independencia, de afianzamiento de la necesidad de ocupar un lugar en la vida, así como de surgimiento de nuevas motivaciones que dan lugar a una peculiar posición interna del joven y que condiciona el tipo de relaciones que se establece entre éste y el mundo que lo rodea.

Al referirse a este período de la vida M. C. Novoa (2002: 85) plantea: “Se destaca en esta etapa un aumento y profundización de la actividad psíquica y una estrecha unidad entre sus procesos y formaciones psicológicas, la elevación de su implicación personal en lo que siente, piensa y hace, se manifiesta en un mayor nivel de independencia y el incremento de la crítica y la reflexión, sobre la base de una cosmovisión del mundo más amplia y consolidada y de convicciones que se han ido formando en el devenir de su personalidad.”

En relación al desarrollo de la esfera cognitiva y afectiva de la personalidad en la edad juvenil, Segura y coautores (2009: 35) consideran que: “En el aspecto cognitivo los procesos que lo componen adquieren un matiz emocional, motivado por la necesidad de adquirir conocimientos que sirvan de base a su formación profesional. La percepción y la memoria se dirigen hacia aquellos aspectos relacionados con su preparación para el futuro. El pensamiento se perfecciona y se convierte en un pensamiento crítico-valorativo. En lo afectivo, los sentimientos se hacen más estables, profundos y variados.”

De ahí que la Universidad requiera de formas novedosas que den paso a la reflexión, la toma de partido y promuevan la necesidad de profundizar, investigar, polemizar y realizar análisis críticos, movilizando su interés por cuestiones en las que tengan que poner de manifiesto su ideología y sentimientos.

Este tipo de institución no puede conformarse con sus procesos de docencia e investigación, requiere también ampliar acciones para dar cumplimiento al trabajo ideológico y la formación de valores, entre ellos, la inserción de los elementos que aportan el contenido general de la conciencia nacional como elemento integrador dentro de la estructura de la personalidad del joven, lo cual incluye la identidad cultural, inherente a la cubanía, como expresión de un tipo específico de nacionalidad.

En ese sentido, la Universidad, reconocida como centro cultural y con una marcada responsabilidad con la sociedad, constituye una de las vías más importantes para el desarrollo y preservación de los valores de la cultura. Una cultura expresada en los diferentes saberes, que acerque a sus estudiantes a conocer las costumbres, las tradiciones, la creación artística y literaria, etcétera, que han cultivado las distintas generaciones que le han antecedido; para lograr que sientan admiración, respeto, orgullo y compromiso ante sus realizaciones.

Por otra parte, debe contribuir al conocimiento de lo más auténtico de las diversas  expresiones culturales,  como rechazo a la vulgaridad y la superficialidad  seudocultural, que también atenta contra los mejores valores de la cultura. Todo ello permite a los jóvenes reflexionar, debatir, amar y respetar las diversas manifestaciones que caracterizan “lo cubano” en el mosaico de la cultura universal; vigorizándoles el sentido de pertenencia y el compromiso con el patrimonio cultural de la nación.

La Universidad debe trabajar sostenidamente en actividades dirigidas a influir en el gusto artístico y promover lo más auténtico como guía de enriquecimiento espiritual de los jóvenes que en ella estudian.

“En la actualidad, y ante las irrenunciables aspiraciones y perspectivas de nuestro desarrollo social, debemos rescatar la dimensión ética del conocimiento frente a los embates de la banalización. La lectura, como pilar esencial de la formación cultural, puede contribuir a la batalla por preservar nuestros valores en medio de la globalización hegemonista y con la inevitable presencia de un mercado subcultural, tenemos que conservar y desarrollar el diálogo intelectual que propicia un buen libro.” (Biblioteca Nacional José Martí, 2000:97).

Como aquí se expresa, la lectura puede ser utilizada como herramienta para adquirir conocimientos, así como valores éticos y estéticos; lo cual le atribuye un alto poder transformador del ser humano.

Ello es reconocido por numerosos autores como: Víctor Fowler Calzada (2000), Amaury Laurencio Leyva (2002,2004), Juan Ramón Montaño Calcines (2004, 2006, 2007), Georgina Arias Leyva (2004, 2008), Ramón L. Herrera (2009) y Orlando José González Sáez (2013), entre otros. En sus argumentos, afirman que la lectura tiene predominio en la formación multifacética de la personalidad, tanto en la esfera cognitiva como afectiva, ya que es una vía para adquirir y enriquecer los conocimientos e influye sobre los sentimientos, las emociones, la imaginación; en fin en todos los procesos psíquicos.

La lectura como expresión sociocultural está estrechamente vinculada a la ética y se complementan en el proceso de formación del ser humano. Tanto la literatura como la ética designan habilidades discursivas y disciplinares privilegiadas que aseguran la educación. Leer la literatura que nos antecedió y la del presente, es apreciar la totalidad ética del mundo y de la cultura. Es un ejercicio que permite varios acercamientos y devela las principales significaciones sociales e individuales.

Quien lee, elige y asume responsablemente su elección. Posterior a la lectura hay siempre un valor que se acepta o que se rechaza, porque el lector, en la medida que lee, varía o confirma sus puntos de vista. “Y es que detrás de cada estrategia y dinámica de la lectura hay siempre una axiología que se despliega” (Montaño, 2006: 157).

Para este autor, la lectura es un ejercicio profundamente ideológico. La considera práctica sociocultural, porque incluye las costumbres y los valores determinados en cada sociedad, por lo que la tradición humanista habla de que el texto que se lee es portador de un espíritu que al mezclarse con la espiritualidad de quien lee, lo forma, lo transforma o lo deforma.

Por tanto, la lectura es un proceso en el que un conocimiento adquirido modifica la estructura cognitiva que se halla en un sujeto lector y lo capacita para adquirir un nuevo conocimiento, y no sólo eso, sino que también lo hace humano por la esencia espiritual que desarrolla en la conciencia, específicamente en la esfera ideológica. De ahí que constituye un vehículo de formación multifacética del individuo (intelectual, ética y estética).

Se puede leer en todo tipo de formato, géneros, estilos; la lectura en diferentes soportes tiene el mismo valor para contribuir a transformar positivamente las maneras de percibir, sentir, valorar, imaginar, usar, compartir y concebir la lectura como construcción sociocultural; lo que puede ser aprovechado para trabajar los gustos, las afinidades, las reacciones, y las interpretaciones, entre otros aspectos que se consideren convenientes.

Si se quiere construir lectores, que con sistematicidad acudan a todo tipo de fuentes de información para leer, es necesario desarrollar un sistema de acciones atractivas, encaminadas a la formación de hábitos de lectura adecuados. Este proceso se materializa esencialmente en el trabajo con los lectores, en la orientación sobre qué leer y cómo leer, es decir, en la promoción de la lectura.

Al respecto G. Arias (2008:126) considera que la promoción de la lectura es aquel: “Conjunto de acciones (administrativas, académicas, económicas, políticas, sociales y culturales) que una persona, comunidad, institución o nación desarrollan a favor de la formación de lectores y del acceso democrático a la lectura.”

La promoción de la lectura es una tarea educativa que necesita del perfeccionamiento de un conjunto de operaciones intelectuales, afectivas y volitivas; capacidades éstas que le permiten al lector recurrir regularmente y de forma consciente a los textos como vía para satisfacer sus necesidades de conocimientos y entretenimiento. De ahí que esta tarea no debe dejarse a la espontaneidad, sino que debe ser planificada, orientada, ejecutada y controlada; realizando acciones encaminadas a provocar el interés por materiales diversos de lectura. 

El promotor de la lectura es quien cultiva y abona en el lector que se forma, la necesidad y el interés por leer y debe caracterizarse, entre otros aspectos, por ser un lector convencido, creativo y entusiasta; sólo así su papel de mediador entre el lector y el libro construirá un ambiente apropiado para entusiasmar y transmitir los conocimientos y las emociones en torno a lo leído, es decir, compartir el gusto por la lectura; ya que se trata de algo que no se enseña, sino que se contagia, se difunde y se transmite.

Para esta labor es muy importante que conozca bien el texto que desea promover y a los lectores, de manera que pueda prestarles un soporte para la reflexión y la valoración de los textos y situar el libro y la lectura en su justa significación y valor social.

Ello implica lograr una actividad lectora sistemática, ayudar, mediante diferentes estrategias a comprender el texto, haciéndoles no estacionarse en un nivel simplemente literal, sino conducirlos a un nivel interpretativo y crítico que promueva un diálogo participativo; pero, además de favorecer una lectura reflexiva debe lograr que a la vez sea gozosa, de manera que el joven pueda descubrir el encanto de la lectura y provocar el gusto estético.
 
Para promover lectura solo se necesita una persona que ame los libros, de ahí que esta actividad no está sujeta únicamente a los profesionales de la Bibliotecología, sino que va más allá, alcanzando a los docentes. No hacen falta grandes equipos o cuantiosos materiales, simplemente se necesita tener deseos de construir nuevos lectores.

Todo ello puede servir de soporte al profesor universitario, que independientemente de la materia que trabaje, está llamado a ser un promotor de la lectura, buscando siempre la combinación armónica entre él como promotor y la emancipación del sujeto lector, ya que su objetivo final es que el estudiante se acerque al libro, que es acercarlo a la cultura.

Este análisis permite valorar la importancia de la lectura en la educación para la identidad cultural, ya que a través de ella se pueden adquirir nuevos modos de actuación. La identificación de los individuos con su realidad a través de la literatura alcanza significación social positiva y se integra a las vivencias que nutren la experiencia del hombre en la sociedad. La relación vivencial y armónica con ella, favorece la percepción activa de la realidad y la toma de posición respecto al sentido de pertenencia y el compromiso.

En este contexto, es importante promover la lectura de textos que permitan un acercamiento a la cultura nacional, sus raíces, su devenir actual y su sello particular respecto a otras culturas, de modo que el lector sea sujeto activo en el aprendizaje de los elementos que caracterizan su cultura más auténtica y le permitan asumirla, amarla y defenderla conscientemente.

El docente, como promotor de lectura, tiene la misión desde su rol de dirigente del proceso docente, de aprovechar las virtudes y valores de la lectura para acercar a los estudiantes al conocimiento de las costumbres, las tradiciones, la creación artística y literaria, que han cultivado las distintas generaciones, para lograr que sientan admiración, respeto, orgullo y compromiso ante sus realizaciones ya que como plantea L. Britto, (2015:3) “En última instancia la batalla es cultural. Cada país (…) tiene que ser un núcleo de resistencia cultural. La cultura es libertad”.

A ello puede contribuir la lectura que es y seguirá siendo un método objetivo y científico para enriquecer la cultura general e integral y por consecuencia, el fortalecimiento de la educación para identidad cultural.

CONCLUSIONES

El proceso de educación  para la identidad cultural es un sistema complejo, con esencia humanista, que responde a intereses de la patria como la defensa de su independencia y de sus valores más auténticos. Tiene compromiso con los sentimientos patrióticos y orienta hacia el sentido de pertenencia a la nación.

Desde la ética humanista del docente universitario, es preciso promover el legado de la cultura para protegerla en medio de la globalización neoliberal y la inevitable presencia de un mercado subcultural.

La lectura constituye un medio para lograr el enriquecimiento espiritual de los universitarios y el aumento de sentimientos de rechazo a la vulgaridad y la superficialidad seudocultural, ya que el conocimiento sobre la cultura, propicia un acercamiento a la más rica tradición nacional, a los verdaderos valores artísticos y despierta emociones y vivencias afectivas estables como sentimientos de amor, admiración, orgullo y compromiso con la cultura nacional.

BIBLIOGRAFÍA

Arias, G. (2008): Hablemos sobre promoción y animación a la lectura. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Araujo, N. (1989): Apuntes sobre el valor y significado de la identidad cultural. En Pueblo y Educación. La Habana.

Baeza, C y García, M. (2006): Modelo teórico para la identidad cultural. En Almazán del Olmo, S. y Serra García, M. Cultura cubana. Colonia (t. I). Editorial Félix Varela. La Habana, pp. 51 – 65.

Biblioteca Nacional José Martí. (2000): Programa Nacional por la Lectura. En Compendio de lecturas acerca de la cultura y la educación estética.  Editora Política. La Habana, pp. 96 – 110

Britto, Luis. 2015, septiembre 17. Intervención en la VI Reunión de Ministros de cultura del ALBA-TCP. En periódico Granma, p. 3.

­­­­Castro, F. (2007) diciembre 15. “Carta de Fidel a Oscar Niemeyer”. En periódico Granma, p. 1.

Constitución, Cuba. (1998). Capítulo V. Educación y Cultura. En Constitución de la República de Cuba. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, pp. 19 - 21.

Fernández, R. 2004. Cubanía e identidad.  Conferencia [casette de vídeo]. La Habana: Cined.

Fowler, V. (2007): La lectura ese poliedro. Ediciones Bachiller, Biblioteca Nacional José Martí. La Habana.

González, O. (2013): Actividades vinculadas al patrimonio local para fortalecer la identidad cultural en los alumnos(as) de noveno grado. Villa Clara: Universidad de Ciencias Pedagógicas. Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas.

Herrera, R.  L. (2009):  Magia de la letra viva. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Laurencio, A. 2002. La Historia Local y su proyección axiológico identitaria en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Historia de Cuba en Secundaria Básica. Holguín: Universidad de Ciencias Pedagógicas . Tesis en opción del Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas.

Laurencio, A. (2004): La identidad cultural y su prospección educativa. Disponible en  www.dict.uh.cu/Revistas/Educ_Sup/022004/Art050204.pdf.  Consultado en 20/6/2015 a las 23:34.

Martí, J. (1992): Otras crónicas de Nueva York. En Vitier, C. Cuadernos martianos III. Preuniversitario. (2. ed.). Editorial Pueblo y Educación. La Habana,  pp. 118 - 120.

Mendoza, L. (2007): Proyecto: Contribución de las humanidades a la formación cultural y a la consolidación de valores de la identidad de los profesionales de la educación. Universidad de Ciencias Pedagógicas.  La Habana.

Mendoza, L. (2009): Cultura y valores hoy. Aproximaciones a un desafío. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Montaño, J. R. (2006): La literatura en desde para la escuela. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Novoa, M C.  et. al. (2002): La clase, vía esencial para desarrollar el trabajo ideopolítico y la formación de valores: una experiencia de la universidad pedagógica de Santiago de Cuba. En La labor educativa en  la escuela. Editorial Pueblo y Educación. La Habana.

Ortiz, F. (2006): Los factores humanos de la cubanidad. En Almazán del Olmo, S. y Serra García, M. Cultura cubana. Colonia (t. I). Editorial Félix Varela. La Habana, pp. 110 - 115.

Pupo, R. (2006): Entrevista realizada por la Dra. Ida M. Hernández para la clase # 5. En  IPLAC. Maestría en ciencias de la educación. Módulo 2 [casette de video]. La Habana: Cined.

Rodríguez, P. P. (2002): Cultura e identidad. Notas en medio de un debate. En MINED. Cultura Política. Segunda parte.  Editorial Pueblo y Educación. La Habana,  pp. 10 – 13.

Segura, M. E, et al. (2009): Psicología para educadores. En García Batista. G. (comp.). Maestría en Ciencias de la Educación. Fundamentos de las Ciencias de la Educación. Materiales Básicos y Guías de Estudio. Módulo II. Primera y segunda parte. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. pp 1 - 47.

Tejeda del Prado, L. (1999): La formación de la identidad en la personalidad. La Habana: Universidad de Ciencias Pedagógicas. Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Psicológicas.

Tejeda, L. (2000): Personalidad e identidad cultural. En Compendio de lecturas acerca de la cultura y la educación estética. Editora Política. La Habana, pp. 3 -  11.

Ubieta, E. (1993):  Ensayos de identidad. Editorial Letras Cubanas. La Habana.

Valdés, S. (1998): Lengua nacional e identidad cultural del cubano. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana.

Vigotski, L. S. (1987): Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. Editorial Científico – Técnica. La Habana.

Zamora, R. (2006): Notas para un estudio de identidad cultural cubana. En Almazán del Olmo, S. y Serra García, M. Cultura cubana. Colonia  (t. I). Editorial Félix Varela. La Habana, pp. 173 - 187.

* Licenciada en Educación en la Especialidad de Español-Literatura. Profesora Asistente y Máster en Ciencias de la Educación. Ha impartido como docencia de pregrado Literatura Cubana y Latinoamericana. En la actividad de posgrado se ha desempeñado fundamentalmente en temáticas como: “El valor formativo de la lectura”, “Métodos y técnicas en la formación de lectores”, “Animación a la lectura en el contexto escolar”, “La cultura informacional como necesidad de estos tiempos”. Ha investigado en temas relacionados con “Actividades de animación a la lectura que contribuyan al fortalecimiento del valor identidad cultural”, “Diagnóstico de necesidades de lectura en la formación de intereses lectores en docentes en formación de la UCP de Sancti Spíritus”, “Estrategias encaminadas al desarrollo de necesidades de lectura en estudiantes de la Universidad de Ciencias pedagógicas”, “Proyecto desarrollo sociocultural Reparto Delicias. Específicamente la tarea: “Estrategia para la promoción de la lectura desde las minibibliotecas comunitarias”. Ha tutorado Tesis de grado y de Maestría vinculadas a temáticas de formación de lectores en los centros educacionales.

** Licenciada en Educación en la Especialidad de Historia. Profesora Auxiliar y Máster en Ciencias de la Educación. Ha impartido como docencia de pregrado la Historia de Cuba y Encuentros con la Historia de mi Patria. En la actividad de posgrado se ha desempeñado fundamentalmente en temáticas como: “La dimensión ética del desempeño docente desde el pensamiento pedagógico de Martí y Fidel”, “Temas actuales de la política, la ideología, la ciencia, la tecnología y la cultura”, “Formación histórica y axiológica desde los nuevos enfoques”. Ha investigado en temas relacionados con el “Estudio sobre las particularidades del malestar docente en los egresados de la Facultad de Ciencias Pedagógicas de la Universidad de Sancti Spíritus José Martí, “Medición del impacto de la superación en los profesionales de la educación en el territorio”, “Proyecto desarrollo sociocultural Reparto Delicias. Específicamente la tarea: “Estrategia para la promoción de la lectura desde las minibibliotecas comunitarias”. Ha tutorado Tesis de Grado y de Maestría vinculadas con la historia de Cuba y la motivación por el aprendizaje de las raíces históricas del pueblo cubano.



Tlatemoani es una revista acadmica , editada y mantenida por el Grupo eumednet de la Universidad de Mlaga.

Para cualquier comunicacin, enve un mensaje a blancate2005@yahoo.es


 

Directora: Dra. Blanca Torres Espinosa; revista.tlatemoani@uaslp.mx
Editor: Juan Carlos Martnez Coll

ISSN: 1989-9300

Numero Actual
Presentacin
Normas de Publicacin
Hemeroteca
Consejo de Redaccin
Comit
Otras Revistas de EUMEDNET