Revista OIDLES - Vol 2, Nº 5 (diciembre 2008)

PERSPECTIVA ACTUAL DEL DESARROLLO LOCAL EN EL CONTEXTO DE LA GLOBALIZACIÓN

Por David Almaguer La Rosa y Adaris Avila Albear

 

 

Introducción.

Durante estos últimos años se ha incrementado a escala mundial el debate sobre las temáticas relacionadas con el Desarrollo Local. La literatura internacional recoge innumerables puntos de vista relacionados con el tema, pero dado el carácter que ha adquirido la globalización económica marcada por la aplicación de concepciones neoliberales traducidas en la consolidación de la centralización y la acumulación del capital y la constante evolución del entorno socioeconómico mundial se hace necesario actualizar en que condiciones objetivas se desarrollan los principales procesos e intentos de progreso en este sentido.

La globalización de forma general ha contribuido a crear redes internacionales que permiten interconectar a las localidades sin importancia de su ubicación geográfica, pero se ha convertido a la vez en una vía de canalización de capitales que son finalmente ubicados en espacios que reúnen los requisitos que estén en total correspondencia con los intereses de los centros de poder global.

Toda esta situación ha dado, es verdad, la posibilidad de que las estructuras productivas locales se inserten en la economía mundial, pero habría que preguntarse si este fenómeno beneficia a todos los territorios involucrados, si es homogéneo o si solo pueden competir solo aquellos territorios donde las transnacionales han ubicado su capital.

En este trabajo se realiza un análisis que tiene como objetivo actualizar al lector sobre como está influyendo el proceso de globalización en los procesos de Desarrollo Local y se trata durante su desarrollo de responder a las siguientes preguntas:

¿Representa la Globalización una amenaza o una oportunidad para el Desarrollo Local?

¿Es necesario salvar el papel del Estado - Nación como representante internacional de la localidad?

Desarrollo.

Las profundas transformaciones que sufren actualmente la sociedad y la economía a escala mundial obedecen en gran medida a la globalización, proceso que ha contribuido a aumentar aceleradamente el grado de interacción entre sistemas productivos territoriales gracias a los avances en las tecnologías de la información y de las comunicaciones. Este fenómeno ha generado nuevas formas de relación e interdependencia entre los territorios que ahora sobrepasan los marcos nacionales y operan sobre la base de redes tejidas por un capital con una movilidad internacional muy superior al de hace algunas décadas. Desde esta perspectiva que nos muestra la organización de la economía contemporánea es preciso interrogarse entonces sobre el papel que juega lo local dentro de este nuevo universo de la mundialización de los mercados.

Resulta de suma importancia analizar entonces, en el contexto en que se desenvuelve la economía mundial, en que medida la globalización constituye una oportunidad para impulsar procesos de desarrollo local o si por contrario se impone como freno ha los intentos territoriales en esta materia.

El debate actual sobre la relación entre la globalización y el desarrollo a escala local permite agrupar las ideas en dos tendencias fundamentales. La primera expresa que esta mundialización de la actividad económica puede implicar una seria amenaza a los procesos de desarrollo local en la medida en que contribuya a la pérdida de la autonomía y la identidad nacional de entidades económicas, productivas, sociales e institucionales de localidades ubicadas en regiones cuyos potenciales le han concedido el interés del capital transnacional.

La idea que expresa tal concepción se basa principalmente en las consecuencias socioeconómicas que se producen como resultado de la restructuración productiva que tiene lugar a nivel local cuando los intereses territoriales se encuentran en función de asegurar un crecimiento económico en total correspondencia con el funcionamiento de la economía global, que ha comenzado a concentrar y centralizar el capital en total concordancia con las leyes del mercado mundial obviando antagónicos y complejos procesos de desarrollo nacional y local sobre todo en países subdesarrollados.

Desde este punto de vista se pueden encontrar varias manifestaciones que nos permiten plantear que las localidades no se están beneficiando del proceso de globalización (Bervejillo 2005):

1. Marginación o exclusión: para aquellas localidades o áreas que no llegan a ser –o dejan de serlo– atractivas y relevantes para la economía mundial; al disminuir las protecciones estatales muchas localidades enfrentan la posibilidad real de caer en el estancamiento, retroceso o abandono.

2. Integración subordinada: al depender de actores globales externos, que además de no contar con arraigo territorial carecen de responsabilidad frente a la sociedad local con la cual mantienen lazos sumamente frágiles, lo que les permite el retiro de sus inversiones atraídos por condiciones más ventajosas en otros territorios.

3. Fragmentación, desmembramiento y desintegración económica y social: de ciertas unidades territoriales, regiones o ciudades, dependiendo de la diferente inscripción en el sistema global; en algunas ciudades esta fragmentación puede traducirse en una dualización entre capas de población “globalizadas” y las restantes.

4. Amenaza de carácter ambiental: producto de la imposición de un modelo de desarrollo no sustentable.

La otra visión, asume un punto de vista diferente, planteando que la globalización hace emerger a la localidad y la valoriza, pues es a esta escala local donde las formas de organización productiva se consolidan, basadas en una compatibilidad que constituye un elemento determinante de la capacidad competitiva de los sistemas de producción y un agente potencial que contribuye en su conjunto al fortalecimiento del desarrollo en la localidad.

El primer enfoque asume que el actual sistema económico mundial está totalmente dominado por las grandes empresas transnacionales y las decisiones de estas empresas sobre la localización de sus actividades productivas o de Investigación y Desarrollo (I+D) determinan en gran medida qué tipo de actividad económica y cuantos recursos se agrupan en una región determinada. Según este punto de vista, el territorio se convierte en una suerte de variable dependiente de la reproducción del capital y del crecimiento innovador.

La otra tendencia, manifiesta que las localidades están ganando cada vez más importancia en cuanto a su contribución e incorporación a la innovación y a la alta tecnología, lo cual no deja de ser cierto, la globalización permite a ciertos territorios un mayor acceso a recursos globales relacionados con la tecnología, capital y mercados, además de suponer por otro lado para ciertos territorios, una revalorización de sus recursos endógenos.

Esta idea expresa muy bien una realidad objetiva del mundo contemporáneo, donde los territorios se han convertido en agentes de transformación e innovación productiva y han dejado de ser simples fuentes de adquisición de recursos a través de mecanismos internacionales determinados por actividades económicas locales. Los territorios se han ganado un espacio en el sistema económico internacional, han salvado la importancia de actividades productivas que se desarrollan en la base y han comprendido las potencialidades de desarrollo ubicadas en el nivel micro y mesoeconómico. El problema ha sido que en un contexto marcado por la aplicación de estrategias neoliberales por parte de los centros de poder global estos cambios han facilitado en muchos casos procesos de acumulación y centralización regulados por el capital transnacional que desde un punto de vista del análisis marginal pueden suponer costos muy superiores a los beneficios que se derivan de la posibilidad de acceso a los circuitos internacionales integrando de forma compleja las amenazas con las oportunidades en dependencia del tipo de política que se aplique en cada localidad.

Según un trabajo realizado por Sergio Boisier (2005), los “globalizadores” se apoyan en el hecho evidente de que una fracción importante del capital se está concentrando y centralizando a nivel de la economía internacional y hay abundantes datos que confirman este hecho. Se sigue de este tipo de línea argumental que las localidades, regiones e incluso países, están siendo rediseñados de acuerdo a la economía global y a sus principales actores: las empresas transnacionales. Los “localistas” se apoyan en una supuesta reacción del consumo frente a la homogeneización de los bienes y servicios transados y a la respuesta de una parte de las empresas a través de la “especialización flexible”, una estrategia de permanente innovación que trata de acomodarse al cambio incesante, en vez de intentar controlarlo. Tal especialización flexible va de la mano con escalas pequeñas de producción y con la necesidad de “aprendizaje colectivo”, fuertemente facilitado por la cercanía geográfica; de aquí, en parte, la revalorización del territorio.

Cualquiera de los dos enfoques se desenvuelve en fin, desde un punto de vista estructural, propio de un enfoque más científico, dentro de una economía globalizada, descriptora objetiva de la actual fase tecnocognitiva del desarrollo del capitalismo, marcada por la aplicación a nivel internacional de políticas de corte neoliberal incrustadas a la lógica del sistema capitalista, mucho más allá de cualquier concepción teórico-metodológica.

Cuando se analiza la gran diversidad de estructuras productivas y sus complejas interelaciones se llega a la conclusión de que ambos argumentos expresan de una u otra forma la realidad. Los grandes movimientos de capital que genera la globalización afectan el tamaño, la organización e ineludiblemente la localización de unidades productivas territoriales en función de los intereses de las economías de gran escala que respaldan la concentración territorial. Los territorios “afectados” se valorizan y se insertan condicionalmente al mercado mundial, dejando a un lado los intereses nacionales y por tanto su respectiva evolución socioeconómica para convertirse en instrumentos de los centros de poder global; en tanto este fenómeno no es homogéneo otros territorios no participan del proceso globalizador constituyéndose en espacios aislados con altas posibilidades de crear estructuras productivas destinadas al fracaso y escasas alternativas en lo que respecta a los intentos de desarrollo socioeconómico.

En este sentido la organización de economía mundial contemporánea hoy se estructura de forma asimétrica; como plantea el profesor Antonio Vázquez Barquero (2000), ¨A diferencia de lo que propugna el viejo paradigma Centro-Periferia, es policéntrica y además las categorías Norte y Sur han perdido capacidad analítica, ya que los centros y las periferias en el nuevo orden internacional no se sitúan simétricamente a ambos lados de la hipotética línea divisoria entre el ¨Norte¨ y el ¨Sur¨. Existen ciudades y regiones en el Sur articuladas a la economía global y existen ciudades y regiones en el Norte que no lo están.¨ Este enfoque actualiza el paradigma incorporándole además del plano nacional, el territorial, cuyas ubicaciones céntricas (territorios cuyas potencialidades han motivado el interés del capital transnacional y han logrado diferentes niveles de crecimiento económico) y periféricas (territorios con estructuras productivas atrasadas, que no participan del proceso globalizador) no coinciden simétricamente con la mencionada hipotética línea divisoria. Es necesario aclarar que los espacios del norte que no forman parte de la globalización se aprovechan de los excedentes de los que si participan y que se redistribuyen a través de diversas vías.

Las ventajas y las dificultades que la globalización impone al desarrollo local se restructuran y redistribuyen entonces de acuerdo a los movimientos internacionales del capital y bajo el funcionamiento de políticas neoliberales.

La realidad es que los sistemas productivos territoriales ganan cada vez más importancia en su contribución a la innovación y a la alta tecnología; la localidad, en su sentido más amplio está generando actualmente corrientes sinérgicas que favorecen al crecimiento económico y al desarrollo local de las mismas, pero, tomando en cuenta que este proceso viene obligatoriamente asociado a la capacidad local para motivar externalidades positivas y lograr un cierto grado de desarrollo tecnológico, lo que, en los sistemas productivos subdesarrollados y sin grandes potenciales socioeconómicas e institucionales, depende, no sólo de factores endógenos, sino básicamente, de las fuentes exógenas que sea capaz de atraer o recibir, procedente de los tejidos del capital transnacional o de los diferentes canales de redistribución de los excedentes creados en otros territorios o países los resultados dependerán de la forma y la magnitud de la inserción en circuitos económicos globales.

Pero la forma en que podrán insertarse los países subdesarrollados en una economía globalizada esta totalmente determinada por la configuración que ha tomado la economía mundial, la cual se ha debido en gran medida, a que la correlación de fuerzas de las diferentes tendencias políticas a nivel mundial, se han modificado a favor del capital transnacional mundial, lo que ha provocado la creación de un sistema unipolar, que ha permitido el diseño de un proyecto político para canalizar este proceso de globalización a partir de concepciones neoliberales.

Es sobre esta base que podemos plantear que las profundas transformaciones experimentadas por la economía y la sociedad de la mayoría de los países subdesarrollados subyacen dentro de la atmósfera creada por estas erradas políticas neoliberales como parte del actual proceso de globalización.

Los impactos territoriales derivados de este proceso se encuentran intrínsecos a las diversas formas de articulación de las sociedades en un sistema global. El neoliberalismo durante este período ha comprado muchas conciencias haciendo propaganda de las posibilidades que tienen los diferentes territorios de los países subdesarrollados y los principales actores sociales de los mismos de identificación e inserción en los espacios internacionales que propicie un mercado globalizado, como si de ello dependiera el desarrollo económico de los mismos, cuando en realidad el trasfondo de las políticas llevadas a cabo en este sentido han constituido alternativas de organización de la sociedad capitalista que realmente tienen un carácter reivindicativo, y son un elemento de contraposición ante el poder de los estados nacionales, buscando convertir en antagónicas y escisionistas las lógicas contradicciones que se producen entre estos niveles de las economías.

Hay entonces que analizar el papel de los territorios desde el marco de un mundo globalizado en el que los mecanismos de corte neoliberal han dirigido durante las últimas décadas las principales políticas que han llevado al desordenamiento total del actual orden económico mundial donde los territorios subyacen en un mercado global creado por las empresas multinacionales con visibles desproporciones en cuanto a la capacidad de competir, un serio deterioro de los términos de intercambio y profundas diferencias en cuanto al consumo.

Lo cierto es que se requiere de adecuadas estrategias territoriales de desarrollo, que aseguren la introducción y difusión de innovaciones tecnológicas y organizativas en los diferentes sistemas económicos locales, pero asegurando que los mismos respondan a programas nacionales y a la necesidad de preservar el papel del estado nación en cuanto a mantener su capacidad de regulación de los fallos del mercado, la posibilidad de aplicar políticas redistributivas, tratar de contrarrestar la tendencia a la generación de disparidades en la distribución y los ritmos de desarrollo, al control de las externalidades negativas que agreden el medio ambiente y los constantes desequilibrios macroeconómicos, que pueda generar el mercado como mecanismo de funcionamiento de la economía.

Partiendo de este análisis podemos declarar los resultados de la apertura de los mercados territoriales -sobre todo los subdesarrollados- a la economía global:

1. Redistribución mundial de las actividades económicas hacia los territorios.

2. Desaparición de estructuras productivas locales.

3. Dependencia de los mercados locales de los centros de poder económico global.

4. Freno y desviación a procesos de desarrollo socioeconómico locales y con ello las negativas consecuencias derivadas hacia los proyectos desarrollistas a nivel nacional.

En todo este escenario, a los territorios les viene correspondiendo un papel protagónico, en la medida que al tratar de alcanzar cierto grado de desarrollo puedan convertirse en una palanca importante para contribuir al desmembramiento de los estados nacionales, y un elemento importante de negociación y presión política, por parte de los centros de poder del capital transnacional.

En el contexto de un mundo globalizado las ventajas de inserción de las localidades en el sistema de relaciones económicas internacionales favorecerá el desarrollo local siempre que:

• La localidad, aprovechando sus potencialidades de desarrollo y su capacidad para generar externalidades positivas y desarrollo tecnológico encamine sus proyectos de desarrollo y sus posibilidades de inclusión internacional en función de las políticas de desarrollo de los estados nacionales.

• Se fortalezcan todos los factores de unidad que puedan existir entre el territorio y el estado para generar condiciones de desarrollo sobre la base de una transformación del estado representativo en otro participativo, que posibilite que todos los intereses existentes en la sociedad puedan tener una adecuada canalización y aprovechamiento en favor del bienestar de la población.

En su sentido más acabado la globalización contemporánea, representa la oportunidad que puede valorizar los recursos de un determinado territorio mediante la adaptación de las sociedades locales a estos nuevos contextos generados; pero por la forma objetiva en que está influyendo esta interpenetración a escala internacional de las relaciones económicas, políticas e institucionales marcada por una nueva división internacional del trabajo donde los diversos agentes locales adquieren dimensión global podemos plantear que amenaza en su integralidad a los diferentes procesos reactivos de desarrollo local que tienen lugar en cualquier localidad, pero con consecuencias mucho más significativas para las ubicadas en países subdesarrollados.

Bibliografía

1. Bervejillo, Federico, “Territorios de la Globalización. Nuevos procesos y estrategias de desarrollo”, en Revista Prisma Nº 4, Universidad Católica del Uruguay, Montevideo, 1995.

2. Boisier, Sergio, ¿Hay espacio para el desarrollo local en la globalización?, en Revista de la CEPAL No 86, Agosto 2005.

3. García Ravelo, Margarita, “El Desarrollo Local”, en Las teorías acerca del subdesarrollo y el desarrollo: una visión crítica, Editorial Félix Varela, La Habana, 2006.

4. “Globalización y Desarrollo”, CEPAL 2002.

5. González Arencibia Mario, “Una gráfica de la teoría del desarrollo: del crecimiento al desarrollo humano sostenible”, Enero 2006.

6. Sacco Eleonora, “Hacia un desarrollo local en perspectiva latinoamericana”, Mayo de 2002.

7. Vázquez Barquero, Antonio, “Desarrollo endógeno y Globalización.”, en Revista Latinoamericana de Estudios Urbano Regionales, Nº 079, Año 2000.

8. Vázquez Barquero, Antonio, “Desarrollo endógeno. Teoría y políticas del desarrollo territorial”, en Investigaciones Regionales, Nº 11, Otoño de 2007.