Revista OIDLES - Vol 2, Nº 4 (junio 2008)

ANÁLISIS COMPARATIVO DE LA HUELLA ECOLÓGICA DE DOS EMPRESAS DEL SECTOR PESQUERO GALLEGO

Por Adolfo Carballo Penela, Juan Luis Doménech Quesada, María do Carme García-Negro, Carlos Sebastián Villasante, Gonzalo Rodríguez Rodríguez y Monica González-Arenales

 

 
 

1. LA HUELLA ECOLÓGICA

La huella ecológica (EH) es un indicador de sostenibilidad desarrollado a principios de los 90 por William Rees y Mathis Wackernagel. El concepto relaciona las necesidades de capital natural de una economía con el área biológicamente productiva que le corresponde (Wackernagel et al 1999a), siendo diseñado como una herramienta de planificación para medir la sostenibilidad ecológica (Wackernagel et al 1999a, Wackernagel y Silverstein 2000) con el propósito de estimar la magnitud del consumo humano que excede la capacidad de regeneración de la biosfera (Wackernagel 1999b).

La huella HE es definida como “la superficie de tierra productiva o ecosistema acuático necesario para mantener el consumo de recursos y energía, así como para absorber los residuos producidos por una determinada población humana o economía, considerando la tecnología existente, independientemente de en qué parte del planeta está situada esa superficie ” Su punto de partida es la asunción de que, tanto el consumo de recursos como la generación de residuos pueden ser convertidos en la superficie productiva necesaria para mantener estes niveles de consumo, o, en otros términos, en la HE. La HE es comparada con la superficie disponible, asumiendo que las poblaciones con una huella superior a la superficie de la que disponen son insostenibles (Lenzen et al., 2003), existiendo lo que se denomina déficit ecológico .

Debemos destacar que tanto a nivel local, refiriéndonos en este caso a países, regiones..., como global o planetaria, la HE puede superar a la superficie disponible. En el primer caso, los países tienen capacidad para abastecerse de bienes y servicios fuera de sus fronteras, por lo que su consumo puede superar su capacidad de producción. Esto es importante, pues, si bien la HE se suele referir a un país o región, no se está calculando la huella de ese territorio, si no del estilo de vida de sus habitantes.

En el segundo caso, estaríamos en una situación donde el consumo humano supera a la capacidad regenerativa de la biosfera, consumiendo el capital natural más rápido de lo que se regenera, con una redución del stock existente. Esta situación, denominada sobrepasamiento , no puede ser mantenida indefinidamente, pues a largo prazo se consumiría el capital natural (Wackernagel and Silverstein, 2000). El sobrepasamiento no es un fenómeno exclusivamente global, si no que también puede ocurrir a nivel de países o regiones.

Otra cuestión a aclarar se relaciona con que la HE incluye sólo la superficie ecológicamente productiva para usos humanos, excluyendo, por ejemplo, desiertos y polos. Se considera, por tanto, la superficie terrestre y marina que soporta la actividad fotosintética y la biomasa empleada por los humanos. No incluye areas no productivas, áreas marginales con vegetación no distribuída homogéneamente, ni biomasa que no es usada por los humanos .

La HE es dividida en distintas subhuellas. En la mayoría de los estudios realizados se emplean las seis siguientes: :

- Cultivos.- Aquella superficie en la que los humanos desarrollan actividades agrícolas, suministrando productos como alimentos, fibra, aceites, etc

- Pastos.- Área dedicada a pastos, de donde se obtienen determinados productos animales como carne, leche, cueros y lana.

- Bosques.- La superficie ocupada por los bosques, de donde, principalmente se obtienen productos derivados de la madera, empleados en la producción de bienes, o también combustibles como leña.

- Mar.- La superficie marítima biologicamente productiva aprovechada por los humanos para obtener pescado y mariscos.

- Superficie construída.- Área ocupada por edificios, embalses... por lo que no es biologicamente productiva.

- Energía.- El área de bosque necesaria para absorber las emisiones de CO2 procedentes de la quema de combustibles fósiles.

Igualmente, suelen distinguirse distintas categorías de consumo, de modo que, para cada una de ellas, se establecen las distintas necesidades de superficie. Concretamente, la propuesta inicial de los autores establece 5 categorías de consumo: alimentación, hogar, transporte, bienes de consumo, servicios, que a su vez pueden ser divididas en las subcategorías que se consideren oportunas.

Uniendo las categorías de consumo con las categorías del uso de la Tierra, se obtiene una matriz consumo-superficies, donde cada fila muestra la apropiación de superficie de una categoría de consumo concreta, y cada columna la distribución de la apropiación de un tipo de superficie entre los distintos tipos de consumo.

2 MÉTODO DE CÁLCULO

2.1 MÉTODO DE WACKERNAGEL O COMPUESTO

Tal y como Bicknell et al. (1998) señalan, el método de cálculo propuesto por Wackernagel y colegas, denominado a veces método compuesto , implica el empleo de estadísticas de consumo y población, con la finalidad de estimar el consumo anual per cápita .

Se comienza determinando el consumo total de cada producto por los habitantes del territorio estudiado. Esta labor se suele realizar de un modo indirecto, añadiendo a la producción de cada bien las cantidades importadas, restando las exportaciones del mismo. Una vez hecho esto, se divide el consumo total por la población, obteniendo un valor medio por habitante (t/hab.). Esta forma de proceder suele facilitar el cálculo de la huella, pues, por lo menos a nivel de países, es común que existan fuentes estadísticas que ofrezcan la información necesaria.

Una vez calculado el consumo de cada categoría de produto por habitante, debemos transformarlo en la superficie necesaria para producir la cantidad consumida. Para esta labor, el método propuesto emplea información de la productividad biológica de la superficie de donde se obtiene el producto en cuestión, expresada en toneladas por hectárea (t/ha). Así, dividiendo el consumo (t/hab.) entre el rendimiento (t/ha), obtenemos las hectáreas de superficie que cada habitante necesita para obtener la cantidad consumida de cada categoría .

Podemos ilustrar el método de cálculo con un simple ejemplo. Consideremos que queremos estimar la HE de un producto, por ejemplo, el trigo, consumido por los habitantes de un territorio en un año cualquiera. La tabla siguiente recoge la información necesaria para poder aplicar el método:

Tal y como muestra la tabla el consumo total de trigo en ese territorio y año ascendería a 750.000 t. Considerando la población que reside en él, 2.800.000 habitantes, se obtiene un consumo de 0,26 t de trigo/hab. Dado que se asume que la productividad media de todas las superficies del planeta donde se cultiva trigo es de 1,2 t/ha, la HE por habitante sería de 0,217 ha/hab. De otro modo, un habitante de es territorio en el año estudiado necesitaría 0,217 hectáreas de superficie cultivable para poder consumir 0,26 t de trigo.

Para el calculo de la huella total de este territorio, habría que proceder de igual manera con cada uno de los productos que se consuman, asignando su huella a la superficie que corresponda (la madera a la superficie “bosques”, los productos pesqueros a “mar”… No obstante esta forma de calcular la huella no se aplica en el caso de la energía consumida.

2.1.1 La huella de la energía

La huella asociada al consumo de energía presenta una serie de particularidades que la diferencian del resto de componentes. El objetivo es recoger los consumos de energía de la economía estudiada, para ser comparados con la cantidad de energía que puede ser suministrada anualmente por una hectárea ecológicamente productiva (Wackernagel y Rees, 1996).

La metodología propuesta (Wackernagel y Rees 1996; Wackernagel y Monfreda, 2004) establece diferencias en función de cual sea la fuente empleada en la producción: combustibles fósiles, energía nuclear, hidroeléctrica, eólica y solar

Combustibles fósiles

La estimación de la huella asociada al consumo de energía, ha sido uno de los principales problemas que tuvieron que afrontar Wackernagel y Rees. El esquema de cálculo general, basado en relacionar el consumo de un producto con su productividad natural no es válido en este caso, pues tal relacción no existe, o por lo menos, no es directa.

Fueron varias las alternativas manejadas para solucionar este problema. Una primera opción, denominada “método de sustitución renovable” o, en algunos casos “método de sustitución de biomasa” proponía estimar la superficie necesaria para producir la cantidad de un sustituto de los combustibles fósiles vinculado directamente con la superficie (leña, etanol…) que permitiese obtener la misma cantidad de energía fósil consumida. Otra alternativa, denominada “recuperación de combustibles fósiles” se basa en estimar la superficie de bosques necesaria para continuar con el consumo de combustibles fósiles indefinidamente, en función de sus tasas de sedimentación y acumulación en la litosfera (Wackernagel y Monfreda, 2004).

No obstante, la solución elegida considera la capacidad de los bosques para absorber CO2, empleando la metodología denominada “absorción de emisiones” .El método elegido parte de estimar las emisiones de CO2 de la economía estudiada, tratando de determinar la superficie de los bosques necesaria para absorber las emisiones. De este modo, se consigue relacionar el consumo de energía con la variable superficie, si bien se asume, inicialmente, que los bosques son el único medio de absorber las emisiones, además relaccionar el consumo de energía con un único efecto, las emisiones de CO2, sin considerar otros gases e impactos.

Para esto, es necesario determinar una tasa que sintetice la cantidad de CO2 que puede absorber una hectárea de bosque. Esta tarea es compleja, pues factores como el tipo de especie, la latitud, la edad de los árboles… influyen notablemente en los valores que alcanza este parámetro (Valentini et al., 2000). No obstante, Wackernagel y Rees (1996) solucionan este problema aplicando una tasa de absorción de 6,6 t/CO2/ha/año, obtenida de estudios referidos a los bosques canadienses, siendo la tasa empleada en una buena parte de estudios. Otro valor comunmente empleado son los 5,21 tCO2/ha/año que propone el Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, 2001)..

Energía nuclear

La inclusión de la energía nuclear en el análisis de huella ecológica es otro de los principales problemas que tiene el indicador, siendo origen de numerosas críticas . Por un lado, la alta densidad de los combustibles empleados en las centrales nucleares, propicia que la demanda de productividad biológica sea muy baja en relación con la cantidad de energía producida (Wackernagel y Monfreda, 2004). Por otro, la capacidad de la biosfera para asimilar materiales radioactivos es mínima, por lo que el problema del almacenamiento aún está sin resolver. A mayores, los efectos devastadores en el territorio en caso de accidente, incrementarían sustancialmente la huella ecológica de esta fuente de energía.

No obstante, se considera que su exclusión podría ser interpretada en el sentido de que los países donde la energía nuclear tiene una fuerte presencia son más sostenibles (Monfreda et al, 2004). De ahí que se decidiera incluirlo en el análisis, tratándolo como un combustible fósil, la pesar de que, tal y como señalan Mc Donald y Patterson, (2003), la energía nuclear y los combustibles fósiles tienen impactos ambientales sustancialmente diferentes . Desde esta perspectiva, dada una cantidad de energía de origen nuclear, se estima la cantidad de combustibles fósiles necesarios para producirla, procediendo luego a estimar las emisiones de CO2 asociadas a esa cantidad de energía, así como la superficie de bosque necesaria para absorberlas. Algunos autores complementan este análisis, incluyendo el riesgo de un accidente nuclear, incrementando la huella de acuerdo con la superficie afectada en un hipotético desastre .

Energías renovables

La energía hidroeléctrica, eólica, y solar tienen en común una productividad por hectárea más elevada que los combustibles fósiles (Wackernagel and Rees, 1996), si bien existen importantes diferencias entre ellas. Su huella incluye tanto la superficie ocupada por las instalaciones empleadas para producir electricidad (respectivamente, la superficie inundada por las presas, los aerogeneradores y los paneles solares ), la energía incorporada en esta infraestructura, así como la pérdida de productividad debido al uso de esta superficie para la producción de energía.

Energía incorporada en los flujos comerciales

Además de la suma de las superficies necesitadas por cada una de las fuentes señaladas, la HE requiere una serie de ajustes para incluír la energía incorporada en las importaciones o exportaciones netas de bienes manufacturados. Parte de la energía consumida en la economía estudiada es empleada en la producción de bienes que son exportados, por lo que esa parte debe ser excluída de la huella, al ser disfrutada por los habitantes de otras zonas. Del mismo modo, los consumos asociados a la producción de bienes importados, deben ser incluídos en la huella de la energía del territorio en cuestión, pues aún que contienen energía producida en otras economías, es consumida por los habitantes del territorio estudiado.

Este ajuste precisa de los flujos físicos de importaciones y exportaciones, aplicando un factor que recoge la cantidad de energía incorporada en cada categoría de cada bien . Multiplicando este factor de intensidad energética, en gigajulios por tonelada (Gj/t), por las toneladas de cada producto, se obtiene la energía incorporada a las exportaciones/importaciones netas, y, una vez estimadas las emisiones asociadas, se estima la huella del flujo resultante, pudiendo aumentar o reducir la huella existente en función de si hay importaciones o exportaciones netas.

Si bien este ajuste es coherente con los objetivos de la huella, orientados a estimar la huella del estilo de vida de los habitantes de un territorio, lo cierto es que puede fomentar comportamientos no deseados. Tanto Ibáñez (2001) como Mayor (2003) señalan que, de acuerdo a este ajuste podría darse la paradoja de que un país intente reducir su huella exportando bienes intensivos en el consumo de energía, empleando en este trabajo sus recursos energéticos, soportando al mismo tiempo los efectos medioambientales de la producción de energía. Igualmente, la huella sería menor si se importan bienes con un contenido energético más bajo .

2.1.2 Avances en el método compuesto

Hasta ahora se expusieron las principales cuestiones relacionadas con el método compuesto, tal y como se concibió inicialmente. Sin embargo, Wackernagel y colegas fueron introduciendo nuevas cuestiones que tratan de mejorar la metodología de la huella . Tal y como Ferng (2001) señala, estas mejoras afectan a cuestiones como la introducción de factores de equivalencia para incluír en el análisis la diferencia en la biocapacidad entre las diferentes categorías de superficie; factores de rendimiento, que recogen las diferencias entre la biocapacidad local y global, o la incorporación en la huella de un espacio para las otras especies.

Siguiendo a Wackernagel et al., (2004) y Wackernagel et al., (2005), otras mejoras que afectan a la metodología, se relacionan con la diferenciación entre productos primarios y secundarios; la inclusión en la huella de la capacidad de absorción de los océanos; la aplicación de factores de rendimiento en la huella de la superficie construída o la inclusión de la producción primaria neta requerida (PPR) y los niveles tróficos de las capturas en la huella ecológica de los productos de la pesca. A mayores, existen avances relacionados con la aplicación de factores de equivalencia y rendimiento, pudiendo calcular el indicador aplicando rendimientos globales, locales o constantes.

Dada la difusión de los factores de equivalencia y rendimiento, consideramos oportuno explicar su funcionamiento. Los factores de equivalencia surgen para evitar comparaciones entre superficies con diferente productividad. La distribución de la huella en diferentes tipos de superficie, propició que se obtenga mediante la suma de cada una de ellas (cultivos, pastos, bosques...), sin que tengan la misma capacidad para producir biomasa para usos humanos. Al sumarse hectáreas que no son homogéneas, una misma huella podría mantener un consumo de recursos diferente en función de su composición. Es decir, para producir una misma cantidad de biomasa pueden ser necesarias más o menos hectáreas, dependiendo del tipo de superficie que consideremos.

Para evitar este problema se elaboran factores que ponderan cada tipo de superficie en función de la relación entre su productividad y la productividad total de la superficie del planeta. Por ejemplo, la aplicación de un factor de equivalencia de 3,2 a la superficie “cultivos”, indicaría que esta superficie tiene capacidad para producir 3,2 veces más biomasa que el total de superficie ecológicamente productiva del planeta (Wackernagel, 1998). Así, la HE no se expresaría en hectáreas reales, si no en hectáreas ponderadas o estandarizadas.

La aplicación de factores de equivalencia, implica la introdución de un tipo de factores de naturaleza similar que afectan a la superficie ecológicamente productiva disponible. Recordemos que la HE se compara con la superficie disponible, que refleja las hectáreas reales que ocupa esa superficie en cada país, región, etc. estudiados. En la medida en que el uso de factores de equivalencia expresa la huella en hectáreas cuya productividad está homogéneizada, en la mayoría de los casos, de acuerdo con la productividad mundial, debemos hacer lo mismo con la superficie disponible. De este modo, los denominados factores de rendimiento ponderan la superficie ecológicamente productiva disponible de cada país en comparación con la del planeta, de modo que la productividad local se iguala a la media global.

Un factor de rendimiento de 1,5 significaría que la productividad local de esa categoría de ecosistema es un 50% superior a la media mundial (por ejemplo, absorbe un 50% más de CO2, produce un 50% de cultivos por héctárea) (Wackernagel, 1998). De otro modo, cada hectárea de ese país sería equivalente a 1,5 hectáreas con la productividad media del mundo. Al aplicar factores de rendimiento a todos los países, la superficie ecológicamente productiva mundial es la misma expresada en hectáreas reales o físicas que en hectáreas estandarizadas.

Tal y como señalan Wiedmann y Lenzen (2006), la mayoría de los trabajos de huella ecológica adoptan las hectáreas estandarizas, denominadas hectáreas globales (Gha), como unidad, entendidas como un tipo de superficie ponderada empleada para informar de la biocapacidad disponible y demandada , que varía en función de la bioproductividad del mundo, por lo que puede cambiar de un año a otro (GFN, 2008).

2.2 APROXIMACIÓN DE LOS COMPONENTES

Además de esta metodología, la más empleada, la consultora Best Foot Forward ha desarrollado la denominada “aproximación de los componentes”. Este método señala una serie de actividades que se consideran son los componentes principales de la huella (consumo de electricidad, consumo de gas, alimentos, viajes en coche, viajes en tren, etc), estimando para cada una de ellas una huella estándar, expresada en unidades de consumo por hectárea. Así, la estimación de la HE de cualquier región, organización… se realizaría multiplicando su consumo, por este factor, calculado previamente. Por ejemplo, para la actividad “viajes en coche” se estiman una huella estándar, expresada en ha por km viajado/pasajero en un determinado país. Si una región, organización,... quisiese calcular su huella, debería multiplicar la distancia recorrida por seus habitantes, en km, por el factor precalculado .

De este modo, el cálculo se agiliza, pues es inmediato, una vez que sepamos los consumos de la realidad estudiada. Algunas de las críticas a esta metodología se relacionan con la capacidad de los componentes para recoger la totalidad de la huella. También se mencionan los problemas de doble contabilización que pueden surgir, en la medida en que es frecuente la ausencia de información completa referida al ciclo de vida de los componentes, necesaria para estimar la huella (Monfreda et al., 2004).

La aplicación de esta metodología se limita casi exclusivamente al Reino Unido, donde se desarrollaron diferentes estudios como, por ejemplo, Best Foot Forward & Imperial College (2000), Best Foot Forward (2001) o WWF-UK (2002).

2.3 CÁLCULO DE LA HUELLA EMPLEANDO ANÁLISIS INPUT-OUTPUT

Finalmente, existe, al menos, otra alternativa a la hora de calcular la PE, aplicando Bicknell et al. (1998) la metodología input-output en el análisis de la HE (Ferng, 2001).

Esta metodología proporciona una nueva forma de entender el marco de análisis de la PE, incorporando las conexiones entre la producción de bienes y servicios de una determinada economía y su demanda final. El método parte de las tablas input-output convencionales elaboradas para países o regiones. En la medida en que los coeficientes input-output reflejan las necesidades, directas e indirectas, de inputs de cada sector económico para obtener un determinado nivel de consumo final, su transformación en coeficientes de superficie, permite la estimación de la superficie total que necesita cada sector económico, considerando su demanda final en el momento del cálculo.

Tal y como señalan Bicknell et al. (1998), este análisis permite ahondar en la apreciación de las necesidades de industrias que, inicialmente, no parecen ser intensivas en superficie. Otros autores como Lenzen and Murray (2001), Lenzen at al., (2003), o Ferng (2002), también señalan el potencial de esta metodología para corregir algunas debilidades del método original, en temas como el análisis regional, la distribución de la Tierra o la huella de la energía, además de incluír necesidades directas y indirectas de superficie . Al contrario, el hecho de que la mayoría de tablas input-output estén expresadas en términos monetarios, y no físicos, supone una importante limitación de este tipo de análisis (Wackernagel et. al., 2005). Otros problemas se relacionan con la adecuación de las tablas input-output al año en el que se estime la huella , o con la asunción de que la tecnología empleada para producir los productos importados es la misma que la del país que elabora las tablas (Suh, et al., 2004).

3 DEBATE SOBRE LA HUELLA ECOLÓGICA

A pesar de que la HE es relativamente un indicador nuevo, ha alcanzado una popularidad notable, tanto dentro de la comunidad científica, como entre instituciones y consumidores. Sin embargo, es difícil que un único indicador recoja eficientemente todos los aspectos relacionados con la sostenibilidad ecológica y, para mejorar su utilidad, debería ser empleado con otros indicadores que proporcionen información adicional (Wackernagel et al., 1999; Rees 2000).

Por tanto, es necesario conocer las fortalezas y debilidades de la PE, tanto para garantizar que se emplea adecuadamente, como para decidir que otros indicadores pueden complementarla. A continuación, resumimos brevemente las fortalezas, debilidades y principales críticas recibidas por la PE.

3.1 FORTALEZAS

Las fortalezas de este indicador se relacionan, en primer lugar, con que se considera que persigue un objetivo, cuantificar la superficie transformada por los humanos, adecuado. Vitousek et al., (1997) detallan como las alteraciones humanas en el uso de la superficie (entendida como aquella que incluye la superficie terrestre y los océanos) están afectando al funcionamiento de los ecosistemas de nuestro planeta, poniendo en peligro su mantenimiento y, por lo tanto, el flujo de bienes y servicios que suministran a la humanidad. En la medida en que la HE mide cuanto capital natural es empleado y, por lo tanto, transformado por los humanos para satisfacer nuestras necesidades, cuantifica que parte de los ecosistemas han sido modificados (Wackernagel et al., 1999).

Desde otro punto de vista, considerando las asunciones implícitas en el concepto, la HE incorpora tres aspectos básicos relacionados con el desarrollo sostenible: (1) considera la complementariedad entre el capital humano y natural ; (2) es consistente con las leyes de la termodinámica; (3) incluye la dimensión social del desarrollo sostenible, considerando los límites ecológicos. Otra fortaleza importante es su capacidad para comunicar los resultados, pues su claridad y sencillez conceptual (Rees 2002) favorecen su uso para la toma de decisiones.

Finalmente, en la medida en que el indicador establece diferentes categorías de superficie apropiada y consumo de bienes, permite identificar demandas de productividad de diferentes campos, permitiendo la implementación de medidas de acuerdo con las necesidades de cada una de estas áreas.

3.2 DEBILIDADES

La HE excluye algunas cuestiones que tienen un impacto ecológico notable, como el consumo de agua y recursos naturales, y algunos tipos de contaminación. Adicionalmente, asume que cada tipo de superficie tiene un único uso (van den Bergh y Verbruggen, 1999a), incluyendo sólo la superficie ecológicamente productiva. No obstante, la superficie improductiva puede ser empleada, directa o indirectamente, para usos humanos (Lenzen and Murray, 2001; Lenzen et al., 2003).

En segundo lugar, la metodología empleada para cuantificar el impacto del consumo de energía está exclusivamente centrada en el CO2, sin considerar otros gases. Análogamente, la HE considera un único modo de compensar las emisiones: la capacidad de absorción de los bosques.

En tercer lugar, otra limitación importante se refiere a la no diferenciación del uso sostenible y no sostenible de la tierra. Así, en la busca de incrementos de productividad, la HE podría incentivar métodos de producción insostenibles (Herendeen, 2000).

A pesar de que estas limitaciones son aceptadas por los partidarios de la PE, se considera que la exclusión de estas cuestiones la convierte en un indicador conservador, de modo que la demanda humana de bioproductividad es incluso más elevada de lo que muestra la PE.

Por otro lado, algunas de estas debilidades están siendo incluídas en el análisis de huella ecológica y cuestiones como la inclusión del metano y otros gases de invernadero (Walsh et al., 2007; Lenzen and Murray, 2001) o la diferenciación entre el uso sostenible y no sostenible de la superficie (Lenzen and Murray, 2001; Lenzen et al., 2003) fortalecen al indicador. Igualmente, con el objetivo de superar las limitaciones inherentes a un análisis estático, el estudio de series temporales contribuye a reducir ciertas distorsiones típicas de los estudios referidos a un único año (Wackernagel et al., 2004a).

3.3 CRÍTICAS RECIBIDAS

A pesar de la popularidad alcanzada, es cierto que la HE ha recibido diferentes críticas, que cuestionan algunas de las asunciones realizadas. Algunos aspectos cuestionados son: (1) el papel desempeñado por el comercio en la HE (Lenzen y Murray, 2001; van den Bergh y Verbruggen, 1999a); (2) el uso de productividad global y no local (Bicknell et al, 1998; Lenzen y Murray, 2001); (3) la consideración de fronteras políticas y no relacionadas con los ecosistemas (van den Bergh y Verbruggen, 1999ab); (4)el hecho de que, de acuerdo al indicador, algunos países industrializados con poca superficie no pueden ser sostenibles (van den Bergh y Verbruggen, 1999a,b); (5) la aplicación del concepto de capacidad de carga a poblaciones humanas (McDonald y Patterson, 2003). Tal y como señala Costanza (2000), la controversia surge cuando la HE pasa de simplemente analizar los resultados a interpretar la HE como indicador de algo más.

Existe, por lo tanto, un interesante debate en relación con la interpretación de la HE que aún no ha sido cerrado (ver, por ejemplo, las réplicas a las críticas mencionadas de Ferguson, 1999; Loh, 2000; Rees, 2000; Wackernagel, 1999; Wackernagel y Silverstein, 2000; Wackernagel et al., 2004b; o Woods, 2004).

No obstante, los comentarios críticos recibidos tuvieron, sin duda, influencia en la visión que los mismos Wackernagel y Rees, tenían de su propio indicador. De este modo, si en los objetivos iniciales, se destacaba la eficiencia de la HE como indicador de sostenibilidad y herramienta de planificación (Wackernagel y Rees, 1996), más recientemente se redireccionan hacia metas más específicas y, quizás, menos ambiciosas que las iniciales. Así, la HE se centra exclusivamente, por lo menos en teoría, en la contabilización del capital natural y la documentación del sobrepasamiento ecológico (Wackernagel et al., 2004b). Sin cambiar la esencia del concepto y del método de cálculo, la formulación actual del indicador se centra en el estudio de la capacidad de recuperación de la biosfera [...] necesaria para renovar el consumo de recursos de una población definida en un determinado año, considerando la tecnología existente y la gestión de recursos de ese año (Monfreda et al., 2004). Los mismos autores insisten en este cambio, señalando que la huella ecológica es una medida del sobrepasamiento y no una medida de sostenibilidad ecológica (Wackernagel et al., 2004b). Así mismo, se matizan notablemente, algunas cuestiones fuertemente criticadas, como, por ejemplo, el significado del déficit ecológico, lo que contribuye a incrementar la aceptación en la comunidad científica.

En todo caso, más allá de esta controversia, la contribución de la HE al debate de la sostenibilidad ecológica se basa en que:

- Muestra claramente la dependencia que los humanos tenemos de los ecosistemas (Chen et al., 2007).

- Mide esta dependencia, considerando las necesidades de capital natural de una determinada economía o población (Wackernagel y Rees, 1997), proporcionado un criterio para documentar el sobrepasamiento.

- Relaciona cuestiones relativas a la sostenibilidad ecológica con variables socioeconómicas como las tendencias demográficas, la expansión económica, cambios en la eficiencia en el consumo de recursos, y la prosperidad económica (Wackernagel et al., 2004b).

4. LA HUELLA ECOLÓGICA CORPORATIVA

4.1 CONCEPTO Y OBJETIVOS

Tanto porque la legislación ambiental está cada vez más desarrollada como por la presión de consumidores y la propia concienciación de los dirigentes, las empresas deben asumir cada vez compromisos ambientales mayores, contribuyendo al logro de un medio ambiente sostenible, o, cuando menos, evitando su degradación.

En este contexto resulta interesante la elaboración de una herramienta que muestre, de modo simple, la situación medioambiental de organizaciones y empresas, debiendo ser un elemento útil para la toma de decisiones al respecto.

Surge, entonces, la posibilidad de emplear la HE con este fin, pues es un indicador que sintetiza diferentes efectos en el medio ambiente; su cálculo es relativamente simple; se expresa en unidades fácilmente comprensibles siendo, por tanto, útil para la toma de decisiones. La aplicación de la HE a organizaciones era una posibilidad señalada por los propios creadores del indicador (Wackernagel y Rees, 1996). En la medida en que las empresas, al igual que los ciudadanos, son consumidoras de recursos y generadoras de residuos, tenemos los elementos necesarios para calcular una huella, por lo que, es perfectamente factible obtener una huella corporativa.

En su contra, podría cuestionarse el sentido de que las empresas empleen un indicador expresado en una unidad, las hectáreas de superficie productiva, apropiado para países o regiones, pero quizás, menos relacionado con corporaciones. No obstante, tal y como justificaremos en la sección siguiente, la superficie ocupada puede tener también sentido en una huella corporativa. Por otro lado, las diferentes metodologías que se vienen aplicando, permiten expresar la huella ecológica, no sólo en términos de hectáreas, si no en términos de emisiones, principalmente de CO2, surgiendo lo que algunos autores denominan huella del carbono . Esta adaptación es notablemente atractiva para las empresas, sobre todo, considerando las exigencias que deben afrontar en el marco del Protocolo de Kioto, plasmadas en España en los diferentes Planes Nacionales de Asignación de Derechos de Emisión de Gases de Efecto Invernadero.

Por otro lado, la huella corporativa puede ser también relacionada con los bienes que cada empresa produce. Su expresión en términos de hectáreas o toneladas de CO2, por tonelada de producto, confiere al indicador la capacidad de ser empleado como elemento en una ecoetiqueta (Doménech, 2007). De este modo, el consumidor dispondría de información medioambiental relevante y comprensible a respecto de los bienes que consume y de las empresas productoras.

4.2 MÉTODO DE CÁLCULO

Al igual que sucede con la huella en su versión tradicional, no existe un único método de cálculo para empresas y organizaciones. Es más, en la medida en que partiendo de la metodología general se pueden calcular, sin necesidad de muchos cambios, huellas de determinados consumos de las empresas, existe también incertidumbre a respecto de que conceptos se incluyen en el cálculo de la huella ecológica de organizaciones. Por otro lado, ni Wackernagel ni Rees han propuesto una metodología específica para las organizaciones, por lo que no existe una referencia clara, como en el caso de países y regiones .

Sin embargo, es importante determinar qué cuestiones se incluyen en la huella corporativa, estableciendo también una metodología de cálculo. En este sentido, podemos destacar, al menos tres tendencias en lo que se refiere al cálculo de la HE de organizaciones. En primer lugar, la “aproximación de los componentes” puede ser aplicada en este contexto. En la medida en que el método se basaba en precalcular una huella “estándar” de una serie de componentes que luego es multiplicada por el consumo de cada uno, el método es valido para organizaciones, sin que practicamente sea necesario realizar cambios a respecto de la manera de proceder para países o regiones. Simplemente habría que multiplicar los consumos de la organización por la huella de cada componente.

Algo similar sucede con la metodología input-output, que está alcanzando cierta difusión en el ámbito de organizaciones (Gallego y Lenzen, 2005; Wiedmann y Lenzen, 2006). Los fundamentos del método de cálculo son los mismos que los empleados para el cálculo de la HE de países o regiones, basándose, igualmente, en las tablas input-output estándar y en la división sectorial que reflejan. Así mismo, es necesario transformar los coeficientes input-output en coeficientes de superficie.

En esta línea, se realizaron avances a la hora de elaborar aplicaciones informáticas que adaptan los resultados a las necesidades de las organizaciones, desarrollándose el software denominado Bottomline3 (ou BL3) (Wiedmann et al. 2007), que basándose en el análisis input-output, calcula la huella ecológica, la huella del carbono, gases de efecto invernadero, uso de energía y recursos y otros parámetros que son útiles para evaluar la situación medioambiental de la empresa. Las ventajas e inconvenientes son los mismos que cuando se aplica esta metodología a países, si bien tanto la necesidad de un software específico para el cálculo como la posibilidad de que la desagregación sectorial presente en el análisis input-output no se ajuste con las características de la empresa (Suh et al., 2004) son dos aspectos negativos a considerar.

Finalmente, una tercera aproximación a la huella ecológica de la empresa es el “metodo compuesto de las cuentas contables” desarrollado por Doménech (2004a, 2004b, 2007) partiendo del concepto de huella que Wackernagel et. al., (2000). Doménech impulsó igualmente la creación de un Grupo de Trabajo interuniversitario sobre “Mejora de la huella ecológica corporativa”, en el que participan las Universidades de Oviedo, Cantabria, Valencia, Cádiz y Santiago de Compostela, representada por el Grupo de Investigación de Economía Pesquera y Recursos Naturales. En la medida en que participamos en su desarrollo, éste es el método de cálculo elegido para nuestra estimación, ahondando, a continuación en sus fundamentos teóricos.

4.2.1 Descripción de la metodología seleccionada

El origen del “método compuesto de las cuentas contables”, podemos encontrarlo en la huella familiar (Wackernagel et. al., 2000). Basándose en la matriz de consumos y superficies presente en la hoja de cálculo elaborada para el cálculo de la huella de los hogares, Doménech (2004a, 2004b, 2007) elabora una matriz que recoge los consumos de las principales categorías de productos que una empresa precisa. Su referencia en este trabajo fué la Autoridad Portuaria de Gijón, la primera organización a la que se aplicó esta metodología.

La idea general es elaborar un listado de las principales categorías de productos consumidos, existiendo también apartados para los residuos generados y el uso del suelo. Tal y como señalamos a continuación, la huella se expresa tanto en hectáreas estandarizadas como en toneladas de CO2 .

La información necesaria, se obtiene, principalmente, de documentos contables como el balance y la cuenta de pérdidas y ganancias, si bien puede ser necesaria información de otros departamentos de la empresa, que dispongan de información específica de determinados apartados (generación de residuos, superficie ocupada por las instalaciones de la organización...).

La matriz de consumos-superficies

Esta matriz se implementa en una hoja de cálculo, la principal herramienta para el cálculo de la huella. Su estructura no difiere, en lo sustancial, de la matriz de consumos-superficies empleada en el cálculo de la HE de países. Así, las filas muestran la huella de cada categoría de producto, mientras que las columnas de la matriz también incluyen, entre otras cosas, las distintas superficies en las que se divide la huella. No obstante, la hoja de cálculo elaborada para estimar la HE de las empresas es más compleja, tal y como describimos a continuación (Ver la Tabla 3).

Comezando por las columnas, la hoja de cáculo se divide en 6 grupos, correspondiendo el primero a la descripción de las diferentes categorías de productos consumibles. Estos, están agrupados en cuatro grandes bloques: consumo energético, a su vez distribuído en seis subgrupos , uso del suelo, recursos agropecuarios y pesqueros y recursos forestales. Dentro de cada grupo se pueden incluír tantos productos como se desee.

El segundo grupo de columnas muestra los consumos de cada producto, expresados en unidades específicas. Las unidades de la primera columna del grupo se relacionan con las características del producto y, por ejemplo, el consumo de electricidad se recoge en kwh, el de agua en m3... la segunda columna recoge el valor de los consumos en euros, mientras que la cuarta los muestra en toneladas. La quinta columna recoge la energía en gigajulios (Gj) de cada consumo, obtenida multiplicando las toneladas de producto, por la cantidad de energía por tonelada empleada en su producción (Gj/t), denominada intensidad energética, presente en la cuarta columna.

El tercer grupo de columnas muestra la productividad de cada bien, existiendo dos columnas, la productividad natural, en toneladas por hectárea, y la productividad energética, en gigajulios por hectárea.

El cuarto grupo consta de seis columnas que muestran la HE, repartida entre las diferentes superficies en las que se divide la huella, las mismas que en la huella de los países (energía fósil, tierra cultivable, pastos, bosques, superficie construída y mar) si bien ahora la primera es la energía y no la superficie cultivada .

Existe un último grupo de dos columnas que recoge la huella ecológica total o terreno ocupado y la contrahuella, o terreno disponible. Este concepto se describirá en apartados posteriores.

Proceso de cálculo

Una vez vista la estructura de la hoja de cálculo, podemos comenzar a ver como se calcula la huella, lo que, al mismo tiempo, nos servirá para entender el significado de algunas de las nuevas columnas, no presentes en la matriz consumos-superficie tradicional. Nuestro objetivo no es describir detalladamente el método de cálculo, si no hacer una descripción general que nos permita comprender las principales ideas implícitas en él.

La metodología desarrollada por Doménech va a mantener la filosofía de la HE tradicional, con la particularidad de que una buena parte de los bienes que se consumen en una empresa no se obtienen de ninguna superficie productiva. Las empresas compran máquinas, ordenadores, consumen electricidad... todos ellos son bienes para los que la huella no puede ser calculada por el método tradicional, dividiendo el consumo entre la productividad de la superficie de la que proviene o bien, porque, al no ser bióticos, no proceden directamente de ninguna superficie.

Surge entonces un problema, pues la mayoría de consumos no se pueden computar en la huella de acuerdo a como se venía haciendo. En este caso, se sigue, en cierto modo, el mismo razonamiento que en el caso de los países, pues el indicador recoge el impacto de la energía empleada en su producción. Sin embargo, el modo de estimar esta huella es ahora diferente.

En el caso de los territorios, se tiene en cuenta el consumo de energía total de los habitantes del país o región estudiado, realizando un ajuste en función de las importaciones y exportaciones de bienes. Como en las empresas eso no es posible, Doménech (2004a, 2004b, 2007), recurre a factores de intensidad energética, que indican la energía consumida en la producción de cada categoría de producto, expresada en gigajulios por tonelada . Tienen sentido, entonces, la cuarta y la quinta columna del segundo grupo de la hoja de cálculo, pues la energía total incorporada en la producción de cada producto se obtiene multiplicando el consumo en toneladas por la intensidad energética. En el caso de los bienes amortizables, la HE recoge cada año su cuota de amortización, evitando flutuaciones elevadas en los períodos en los que se adquiera el inmobilizado.

Una vez que se obtiene la energía, se compara con la productividad energética de cada combustible, calculando de este modo la huella de los recursos no bióticos. La productividad energética se refiere a la cantidad de energía que puede asimilar una hectárea de bosque (Doménech, 2007), estimada a partir de la cantidad de energía contenida en las emisiones de CO2.

En la medida en que, para cada combustible, existen factores estándar que recogen la cantidad de CO2 que emiten por Gj consumido, es posible realizar la operación inversa, estimando los Gj de cada combustible que fueron necesarios para emitir la cantidad CO2 que puede absorber anualmente una hectárea. En este sentido, la tasa de absorción de CO2 por hectárea empleada por Doménech no son las 6,6 tCO2/ha/año propuestas por Wackernagel y Rees (1996), si no que se actualiza este valor a 5,21 tCO2/ha/año, de acuerdo a la propuesta del Panel Internacional sobre Cambio Climático (IPCC, 2001) .

La estimación de la huella de la energía se aplica también a los servicios que contrata la organización estudiada y a los residuos que genera, ambos importantes en la huella de las organizaciones. En relación a los primeros, se asume que una parte del coste del servicio se corresponde al consumo energético, estimando el peso de esta parte para cada tipo de servicio. Este porcentaje se aplica al importe del servicio, obteniendo “los euros que se corresponden con el consumo energético” (Doménech, 2007). Este valor se transforma en toneladas considerando el precio de los combustibles, procediendo luego a aplicar la intensidad energética correspondiente, del mismo modo que se haría al estimar la huella de la energía de cualquier otro recurso no biótico.

En lo tocante a los residuos, se estima la huella de la energía, con la particularidad de que se descuenta la cantidad de energía que se recupera en el proceso de reciclado, en el supuesto de que una parte de los residuos generados se reciclen.

Por otro lado, una empresa también puede consumir recursos bióticos, como alimentos, madera... En este caso, la estimación de la huella se realiza por el método habitual de dividir el consumo, en este caso en toneladas, por la productividad natural de la superficie a la que se asigna cada producto . No obstante, la huella de los recursos bióticos, debe incluír también la energía que se emplea en la producción de estos bienes, por lo que, además de la huella “natural o biótica”, se estima su huella energética, de igual modo que se haría para cualquier otro producto. Por lo tanto, la HE de este tipo de bienes tiene las de los componentes señaladas, la “natural” y la energética.

En relación con las productividades empleadas, es necesario aclarar que se opta por el uso de productividades globales o mundiales, pues, tal y como indica Doménech (2007, 84), “en el creciente mundo globalizado en el que vivimos, los artículos consumidos por las empresas o corporaciones tienen diversas procedencias, lo que haría muy dificultoso trabajar con las productividades locales de cada uno”. Autores como Relea y Prat (1998) defienden, esta opción para la huella de los países, afirmando que el uso de productividades locales puede provocar que aquellos con más recursos económicos consuman recursos de los lugares más productivos del planeta para reducir su huella vía productividad, dejando los productos de tierras menos productivas y, por tanto, con mayor huella, a los países pobres.

Finalmente, en las organizaciones se recoge el uso del suelo, tanto en tierra firme como en el mar. En este caso, se diferencian distintos tipos de suelo (construído, zonas de cultivos, pastos...), estimándose también la contrahuella de la organización.

La contrahuella es un concepto asimilable, en parte, a la superficie ecológicamente productiva de un país o región. Recordemos que en la versión clásica de la huella ecológica, se compara la superficie necesaria para satisfacer las necesidades de los habitantes de un determinado territorio, la propia huella ecológica, con la superficie disponible para satisfacer esas necesidades, surgiendo un déficit o una reserva ecológica dependiendo de cual de las dos superficies fuese mayor.

Por ello, el concepto de superficie ecológicamente productiva tiene sentido al hablar de territorios, pero no tanto en el caso de organizaciones. Todos los países disponen, en mayor o menor medida, de una parte de su superficie que es empleada para producir recursos bióticos, por lo que la comparación entre la superficie disponible y la consumida siempre va a ser posible. La huella ecológica asume que es positivo disponer de superficie productiva y, por tanto, que los habitantes del territorio estudiado satisfagan sus necesidades con productos producidos en el propio territorio. Desde el punto de vista de la condición de sostenibilidad, un país que no disponga de superficie ecológicamente productiva nunca va a poder ser sostenible, por lo menos de acuerdo con la concepción inicial del indicador, pues sus habitantes deben consumir, aún que sea simplemente para satisfacer sus necesidades vitales.

En caso de las empresas, esta asunción es difícil de mantener, pues muchas no necesitan terrenos donde se produzcan recursos bióticos. Un taller de reparación de coches, una entidad financiera,... realizan actividades sin ningún vínculo directo con este tipo de recursos. Surge entonces el concepto de contrahuella. El punto de partida es que, si bien es deseable que las empresas reduzcan su huella siendo más eficientes, esto es, reduciendo sus consumos, se considera positivo que dispongan de espacios naturales, permitiendo que inversiones en este tipo de superficie reduzcan la huella. De este modo, la huella ecológica fomentaría que el sector privado se involucre en la conservación de los espacios naturales (Doménech, 2007) lo que se considera positivo, en términos de sostenibilidad.

Las superficies de cultivos, pastos, bosques, jardines o, por ejemplo, reservas marinas, que disponga la empresa contribuirán a contrarrestar una parte de la huella, pues son consideradas contrahuella. Para reducir la huella una hectárea, bastaría con adquirir la misma cantidad de terreno de una de estas superficies. En el caso de que se invierta en superficie arbolada, se reducirán también las emisiones de CO2, considerando la tasa de absorción de 5,21 tCO2/ha/año. Si a la HE le restamos la contrahuella, obtenemos la HE neta, o de otro modo, la superficie que precisa la empresa menos que aquella de la que dispone.

Así, si en la HE de los países es necesario disponer de superficie ecológicamente productiva para no incurrir en déficit ecológico, en la huella de las organizaciones es positivo disponer de contrahuella, pues permite reducir su huella. A igual que la superficie ecológicamente productiva, la contrahuella se multiplica, además de por el factor de emisión correspondiente, por un factor de rendimiento, que pondera la productividad de la contrahuella en relación a los valores globales.

Fortalezas y debilidades

La metodología sigue, en lo fundamental, la filosofía del método desarrollado por Wackernagel y Rees. Es por tanto un método facilmente asimilable para aqueles investigadores familiarizados con el análisis de huella desarrollado por estos dos autores. En cuanto a su alcance, hablamos de un método completo, que permite añadir nuevos consumos a las categorías de propuestas, incorporando también la generación de residuos. Es, por tanto, un método flexible, que permite su adaptación a las particularidades de cualquier tipo de organización. Igualmente, se expresa en hectáreas y toneladas de CO2, lo que incrementa su utilidad.

Las debilidades se relacionan, no tanto con las propias características del método de cálculo, si no con la dificultad de obtener determinados factores de conversión (euros a hectáreas e intensidad energética, principalmente) precisos y actuales, pues las fuentes de información para su elaboración suelen ser escasas.

Por otro lado, el grupo de trabajo interuniversitario sobre huella ecológica corporativa mencionado anteriormente, esta trabajando en aspectos como la incorporación del ciclo de vida de los combustibles consumidos, residuos peligrosos y gases diferentes del CO2 el uso de infraestructuras publicas por las organizaciones, las tasas de absorción de pastos, cultivos y sistemas acuáticos, además de mejorar la precisión de cuestiones como la huella de los servicios y las comidas de empresas.

5. LA HUELLA ECOLÓGICA CORPORATIVA: EL CASO DE DOS EMPRESAS DEL SECTOR PESQUERO GALLEGO

A continuación aplicamos la metodología propuesta a dos empresas pesqueras de Galicia, denominadas B1 y B2. Nuestro objetivo es estimar su huella ecológica, detectado las principales áreas donde se genera, además de analizar las diferencias existentes entre los dos casos estudiados.

5.1. CARACTERÍSTICAS DE LAS EMPRESAS ESTUDIADAS

B1 es una sociedad limitada constituída en 2004. Dispone de una embarcación de 29 metros de eslora, con un motor de 280 CV de potencia, una capacidad de 233 GT de arqueo bruto y una antigüedad de 9 años. Sus especies objetivo son la merluza (94.244 kilos en 2006) y la cabra (4.562 kilos) capturadas mediante la modalidad de palangre de fondo. Pesca al suroeste de las Islas Británicas, en la zona denominada Gran Sol, a la que se desplaza 14 veces al año, transcurriendo 20 días desde el momento de su partida hasta el regreso. La tripulación es de 17 personas.

B2 es una comunidad de bienes constituída en 1994. Dispone de una embarcación de 25,70 metros de eslora, con un motor de 275 CV de potencia, una capacidad de 152 GT de arqueo bruto y una antigüedad de 14 años. Sus especies objetivo son el pez espada (21.496 kilos en 2006), la musola dentuda (99.689 kilos), el marrajo (11.772 kilos) y el bonito (57.218 kilos), capturados mediante la modalidad de palangre de superficie (cacea, en el caso del bonito). Pesca dentro del caladero nacional, en una zona comprendida entre el Cabo Fisterra y la costa Cántabra, realizando 12 mareas al año, con una duración media de 25 días. La tripulación es de 12 personas.

Las dos empresas están formadas por un único barco, sin oficinas en tierra, si bien B1 posee una nave que usa como almacén. La ausencia de oficinas es frecuente en las empresas pesqueras, donde un armador puede tener varios barcos, pero cada un constituye una empresa independiente. El domicilio particular del armador suele figurar como el domicilio de la empresa, realizando las gestiones administrativas necesarias mediante una gestoría, o bien desde la cofradía a la que pertenece el armador. Ahí pues, la huella de las dos empresas estudiadas es, principalmente, la huella del barco.

5.2 OBTENCIÓN DE LA INFORMACIÓN

En la obtención de la información se distinguen dos fases. En primer lugar, se suministró información general de la HE a las dos empresas estudiadas. Telefónicamente se explicaron los objetivos del estudio y el tipo de datos necesarios, con la finalidad de familiarizar con el indicador a las persoas encargadas de proporcionar la información.

En segundo lugar, se elaboró un cuestionario, enviado al departamento de contabilidad de las dos empresas. El cuestionario trataba de ser una guía, indicando las principales categorías de consumo necesarias para estimar la HE de una empresa pesquera. Para eso se consultaron las encuestas empleadas para la elaboración de las Tablas Input-Output de la Pesca Conserva Galegas 1999 (García-Negro, 2003), pues recogen con detalle la estructura económica de las empresas pesqueras gallegas. No obstante, el cuestionario enviado no era cerrado, pudiendo añadirse los consumos que se considerasen oportunos. Se solicitó información referida al ejercicio económico 2006, año al que está referida la huella calculada.

5.3 RESULTADOS DEL ESTUDIO

Los principales resultados del estudio se resumen en la siguiente tabla, que recoge la HE, las emisiones de CO2, así como las principales ratios relacionados con el análisis realizado .

En ella, se observan diferencias importantes en la HE de las dos empresas estudiadas, variando la huella desde las 1.083,5 Gha de B1 a las 540,2 Gha de B2. En los dos casos, la HE bruta coincide con la neta, pues ninguna de las dos empresas invierte en capital natural. En cuanto a las emisiones de CO2, las diferencias se mantienen elevadas, si bien menores, debido a que todos los consumos se transforman en hectáreas, pero no todos generan CO2 . En este caso, las emisiones de B1 ascienden a 1.678,2 t de CO2, mientras que las de B2 a 1.026,4 t de CO2.

Es interesante relacionar la huella con la mercancía vendida, pues la diferencia de HE en términos absolutos puede ser debida a la dimensión de las empresas estudiadas. La relación de la huella con la producción de la empresa, además de proporcionar información útil para los gestores y consumidores, nos permiten contextualizar el indicador en relación al tamaño de la empresa.

En este caso, B1 sigue ocupando el primer lugar con 10,09 Gha y 16,9 toneladas de CO2 por tonelada de mercancía vendida, pues, además de tener una huella más alta, comercializa menos toneladas de pescado que B2, si bien son especies de un valor unitario más alto, por lo que la rentabilidad no tiene porque ser más baja. Las ratios de B2 son notablemente inferiores, alcanzando, 2,8 Gha y 5,4 toneladas CO2 por tonelada de mercancía vendida.

Son destacables las diferencias existentes entre las dos huellas pues, si bien las artes de pesca no son las mismas, estamos hablando de dos empresas con un único barco, no muy diferentes en cuanto a eslora, potencia y arqueo; con tripulaciones compuestas por un número similar de marineros, sin que tampoco exista mucha diferencia en el número de días que permanecen en el mar. No obstante, las huellas no son similares, siendo necesario indagar el motivo de esas diferencias.

Las tablas siguientes recogen la HE de las dos empresas, mostrando su distribución entre los distintos tipos de superficies.

En ellas se observa que no existe mucha distancia en lo que atañe a la huella asociada a las superficies “tierra cultivable”, “pastos”, “bosque” y “terreno construído”, si bien la suma de estas subhuellas en B1 es un 20,60% más elevada (81,3 Gha frente a 67,4 Gha). Por tanto, la huella correspondiente a la “energía fósil” y la superficie “mar” se dispara en B1, superando ampliamente a B2. En el primer caso, B1 tiene una huella de 322,07 Gha, lo que significa que es un 63,43% superior a las 197,06 Gha de B2. En el segundo caso, la diferencia es aún mayor, ascendiendo la huella del mar de B1 a 680,12 Gha, casi 2,5 veces más que las 275,74 Gha de B2. Esto supone que la HE de la superficie “mar” significa un 62,8 % de la huella total de B1, que se convierte en un 92,4% si añadimos la huella correspondiente a la energía.

En el caso de B2, esta predominancia de la huella de los productos del mar es notable, pero no tan acentuada, alcanzando este componente el 51,0 % de la HE total. Al igual que B1, si se añade el consumo de energía, obtenemos una parte muy importante de la HE, el 87,5%.

Con la finalidad de avanzar un paso más en la busca del origen de las diferencias en las huellas de las dos empresas, desagregamos las Tablas 5 y 6. Las Tablas 7 y 8 recogen la huella de la energía y de los recursos agropecuarios y pesqueros, donde se concentra la mayoría de la HE en los dos casos, originándose, además, las diferencias.

Una buena parte de la diferencia de la huella asociada a la energía se debe a un consumo de gasóleo b más elevado por B1, cuya HE en ese concepto es un 42,17% más alta que la de B2 (194,31 frente a 136, 67 Gha respectivamente). Se podría pensar que este mayor consumo se debe a las características y/o la actividade de las embarcaciones, si bien señalamos que las diferencias en este apartado no eran tan grandes. No obstante, existe un aspecto importante a destacar. Una parte del gasóleo comprado en 2006 por B1 no se usa como combustible, si no que se emplea para dar estabilidad a la embarcación.

Hasta 2006, la embarcación de B1 pescaba empleando palangre de superficie. En enero de ese año, se cambia de arte de pesca, trabajando con palangre de fondo, lo que requiere determinados ajustes en la realización de las actividades pesqueras. El que nos afecta, en este caso, se relaciona con la necesidad de incorporar más peso al barco, para tener una mayor estabilidad. Este peso se consigue adquiriendo un remanente de gasóleo (73.529 litros, equivalentes a 62,2 toneladas) que se acumula en la bodega del barco, sin que, en principio, se tenga intención de consumir. De ahí el mayor consumo por parte de B1 .

No obstante, a pesar de que el consumo de combustibles es una de las componentes principales de la huella de la energía fósil de las empresas pesqueras, no es la causa fundamental de las diferencias entre los dos casos estudiados, debiendo resaltar la importancia de la energía incorporada al cebo , necesario para pescar.

La empresa B1 consume en 2006 51,42 t de cebo, frente a sólo 19,6 t de B2. De ahí que la energía incorporada a esta partida sea sustancialmente diferente en un caso y en el otro, propiciando que la huella de la energía incorporada a los cebos de B1 sea 10 veces más elevada que la de B2 (82,47 frente a 31,42 Gha de B2).

Obviamente, el consumo de cebos queda reflejado también en el componente de la huella que recoge el consumo de productos del mar, que en el caso de B1 alcanza 617,63 Gha, un 57,0 % de la HE de esta empresa. La importancia exagerada de los cebos es otra de las principales diferencias en relación a B2, cuya huella en este concepto asciende a 235,3 Gha, un 43,5% de su huella total. Por lo tanto, en ambas empresas el consumo de cebos es el componente que, con diferencia, genera más PE, siendo esta la característica distintiva de las dos empresas estudiadas.

Se observa, por lo tanto, que el consumo de combustible y cebos son los elementos que generan más HE en las empresas estudiadas. En cuanto al primero, la búsqueda de la eficiencia en el ocnsumo obedece no sólo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente, sinó con la propia gestión gestión de las empresas pesqueras. El incremento de los precios de los combustibles es uno de los principales retos que en la actualidad debe afrontar el sector pesquero europeo, amenazando la supervivencia de muchas empresas, tal y como señalan los propios pescadores . Además de las medidas institucionales pertinentes, la superación de estos problemas pasa por el diseño de estrategias que mejoren la eficiencia energética de las embarcaciones. El análisis de HE permite medir los avances en este tema, contribuyendo a cuantificar el éxtito o fracas de las medidas que se adopten.

En cuanto al segundo, se destaca al consumo de cebos como el principal generador de HE en las empresas pesqueras. Si bien, tal y como señalamos, podríamos estar sobreestimando la importancia de su componente energética, su repercusión en la huella del marlo convierte en un importante elemento a considerar en este tipo de empresas.

Agradecemos también la colaboración desinteresada de las empresas participantes y, especialmente, las aportaciones de Antonio Basanta Fernández, cuyo conocimiento del sector pesquero y de las empresas estudiadas ha sido fundamental para la realización de este estudio.

4. CONCLUSIONES

En este artículo hemos expuesto las bases del análisis de huella ecológica. En primer lugar, se describió la versión clásica del indicador, aplicada a los habitantes de un determinado territorio (país, región etc), incidiendo en cuestiones como las diferentes opciones metodológicas, o el debate generado alrededor de la HE. En este sentido, es destacable como el indicador parece redireccionarse, al menos a nivel teórico, hacia metas menos ambiciosas, con la finalidad de salvar ciertas críticas. Por otro lado, desde organismos como Global Footprint Network se está intentando avanzar en la homogéneización de la metodología de cálculo, lo que, de conseguirse, contribuirá a incrementar la robustez a la hora de interpretar los resultados.

Por el momento, no existe esa homogéneización metodológica a la hora de estimar la huella de organizaciones y empresas, existiendo diferentes alternativas. En todo caso, consideramos que la HE es una herramienta útil y aplicable a corporaciones, pues el indicador sintetiza en un único índice, simple y facilmente comprensible, la situación medioambiental de la empresa.

En nuestro caso, aplicamos el “método compuesto de las cuentas contables”, a dos empresas pesqueras galegas. Consideramos que la metodología elegida es la más completa, en el sentido de que permite añadir todos los consumos que se desee, además de ser lo suficientemente flexible como para reflejar las particularidads de las empresas estudiadas.

Los resultados muestran huellas muy diferentes para las empresas estudiadas, a pesar de ser, aparentemente, bastante similares. El análisis realizado permite la localización de aquellas áreas que propician estas diferencias, principalmente el consumo de combustibles y los cebos.

Es destacable que la naturaleza del proceso productivo puede determinar, en buena medida, la PE. En el caso de las empresas pesqueras, una parte importante de la huella se genera en el momento en el que se determinan las especies a capturar, el arte a emplear y la zona en la que se va a pescar.

No obstante, considerando estas restricciones, las empresas tienen cierto margen de actuación. Los acuerdos para reducir el número de aparejos repercuten tanto en el ahorro de combustible como en el consumo de cebos, el principal componente de la HE en las empresas estudiadas. Este tipo de acuerdos, adoptados en el sector temporalmente , son vitales para la reducción de la huella de empresas con las carcterísticas de las de nuestro estudio. Dado que los cebos deben ser adaptados a las características de las especies capturadas, puede ser difícil reducir su huella de otro modo. No obstante, cuestiones como el uso de descartes como cebos, cebos artificiales, actuaciones posibles en determinadas pesquerías, podrían contribuir, en algunos casos, a esta labor.

Agradecimientos

Este trabajo fué realizado gracias al financiamento obtenido del contrato de investigación “Huella Ecológica para el proyecto IMAPS: Revisión de los índices de conversión a recursos naturales, así como de la metodología general”, dentro del proyecto europeo IMAPS (Integrated Management of Risks and Environment in Port Cities), coordinado por la Autoridade Portuaria de Gijón.

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