Observatorio Iberoamericano de la Economía y la Sociedad del Japón
Vol 7, Nº 22 (enero 2015)

LA NORMALIZACIÓN DEL IMPERIO DEL SOL NACIENTE: JAPÓN RETOMA SU LUGAR EN EL ASIA PACIFICO

Otto F. von Feigenblatt (CV)
vonFeigenblatt@hotmail


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Resumen: Los planes del Primer Ministro Japonés Shinzo Abe de normalizar a Japón en términos de sus relaciones exteriores no debe interpretarse como un retorno al militarismo de finales de la Segunda Guerra Mundial pero más bien, debe ser bienvenida como un proceso natural de transformación y de retorno a unas relaciones exteriores basadas en una ética y filosofía endémica al país. Este ensayo explora las razones detrás de las propuestas del Primer Ministro Japonés y explica posibles consecuencias de dichas propuestas. Se concluye que la normalización de la política externa del Japón conduce a una política centrada en la búsqueda de la armonía regional por medio de un balance entre competición y cooperación internacional.
Palabras claves: Shinzo Abe, Japón, Política, Guerra, cooperación, militarismo.

 

Introducción:
Los planes del Primer Ministro Shinzo Abe de normalizar la política exterior de Japón de forma que su país pueda participar plenamente en la seguridad internacional de la región y en misiones de las Naciones Unidas han sido recibidos por varios países vecinos con aprensión (Kingston, 2011). En particular la República Popular China y la República de Corea han expresado su preocupación y oposición a la normalización de la política exterior de Japón (Malik, 2013; Saul, 2013; Vatikiotis, 2003; Wang, 2008; Weitz, 2011). Antes de poder explorar algunas de las razones por las cuales dichos países se oponen a las propuestas del Primer Ministro Abe es necesario delinear y describir algunos de los planes presentados por el gobierno Japonés.
Japón, con la tercer economía más grande del mundo, un sector industrial altamente avanzado, y una fuerza laboral altamente calificada y productiva, es una potencia mundial desde casi todo punto de vista (Feigenblatt, 2007; Kingston, 2011; Morton & Olenik, 2005; Sakamoto, 2008). Como una anomalía y vestigio de la Segunda Guerra Mundial, la Constitución Japonesa fue compuesta y dictada por las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América (Togo, 2005). El General Douglas MacArthur, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en el Pacifico, tuvo una gran influencia en el contenido y la naturaleza de la constitución resultante. El noveno artículo de la Constitución obliga al país a renunciar a la guerra como herramienta de relaciones exteriores y le prohíbe al país mantener un ejército (Feigenblatt, 2010; Gilson, 2007).  Debido a esta gran limitación, Japon, una potencia mundial desde casi todo punto de vista no ha podido ejercer la influencia a nivel internacional que podría si tuviera unas fuerzas armadas normales. Más que el uso de las fuerzas armadas para guerras ofensivas, un ejército es una herramienta de negociación, la cual se puede usar en la ayuda de países en crisis como es el caso en misiones aprobadas por las Naciones Unidas (Cloke, 1991; Thakur & Weiss, 2009). Debido a las prohibiciones contenidas en la Constitución, Japón no ha podido contribuir militarmente en varias misiones internacionales lo que claramente limita las posibilidades diplomáticas del país. Al verse limitado a cooperación internacional económica y cultural, el país ha sido criticado por su supuesta diplomacia basada en dólares (Dore, 1997; Gomez, 2008; Iwabuchi, 2008).
El Primer Ministro Shinzo Abe simplemente propone normalizar al país para que el mismo disfrute de las mismas posibilidades en el ámbito de las relaciones exteriores que cualquier otro país. Esto conlleva cambiar la Constitución para eliminar la prohibición a la formación de fuerzas armadas regulares y su uso en misiones internacionales. Parte de la normalización es socio-cultural y también psicología ya que el trauma de la Segunda Guerra Mundial debe ser eliminado para que las nuevas generaciones puedan participar en una sociedad internacional y transnacional sin traumas heredados de otras generaciones (Lind, 2009; Peng-Er, 2006). Relacionado al ámbito cultural, el Primer Ministro Shinzo Abe, propone revisar los libros de historia usados en escuelas y colegios para que los mismos incluyan una versión más objetiva del rol Japonés en la Segunda Guerra Mundial.

Objeciones
            Las propuestas del Primer Ministro Japonés han recibido muchas objeciones de parte de países vecinos y también de ciertos grupos sociales dentro de Japón (Callahan, 2008; Evans, 2011). Las protestas mas vociferas en la región provienen de las dos Coreas y de la República Popular China (Kaplan & Denmark, 2011; Ryang, 2010). Básicamente estos países, o por lo menos las elites que controlan la opinión pública, se oponen a dichos cambios debido a que los conectan con la agresión militar del Japón antes y durante la Segunda Guerra Mundial. En el caso de la República Popular China, el régimen del país, ha sido parcialmente formado justificando su existencia en la liberación del país y ha formado una conciencia colectiva sobre ciertas injusticias cometidas por las fuerzas Japonesas en China (Wang, 2008). Debido a esto, la población China ha forjado su identidad en oposición al percibido peligro de la hegemonía Japonesa. El caso de Corea del Norte es muy parecido al de la República Popular China en que el régimen comunista del país se forjo en la lucha contra los Japoneses durante la Segunda Guerra Mundial y por lo tanto justifica su existencia y su “mandato del cielo” basándose en su protección del país contra la influencia y el poderío Japonés. Los dos países han protestado la normalización del ejército Japonés y también se han opuesto a las correcciones de los libros de historia propuestos por el Primer Ministro Japonés.
Interpretación de las Objeciones
            En las relaciones internacionales es importante tratar de entender y de identificar los verdaderos intereses detrás de la retorica oficial (Atzili, 2006; Bercovitch, 1996; Feigenblatt, 2012; Levy, 2000; Midlarsky, 2000; Mitchell, 1981). En el caso de las objeciones a la normalización de Japón propuesta por el Primer Ministro Shinzo Abe se pueden identificar varios posibles intereses. En el caso de la República Popular China, es claro que el país considera que la normalización de las fuerzas armadas Japonesas limitara la libertad de movimiento de las fuerzas armadas Chinas, en particular de la naviera (Saul, 2013). Tomando en cuenta que la República Popular China tiene varios conflictos territoriales en el Mar del Sur de China, y que dicha zona es rica en minerales y otros recursos naturales, podemos concluir que estos conflictos territoriales son un factor importante en el cálculo Chino. También existe el factor de la continuación en el poder del Partido Comunista, el cual adquirió gran parte de su legitimidad durante la guerra contra los japoneses (Sutter, 2012; Zhu, 2011). Por lo tanto la retorica China contra la normalización de Japón no está dirigida exclusivamente a Japón ni tampoco a la comunidad internacional pero más bien es para consumo interno. Esto explica la paciencia del gobierno Chino ante las protestas populares en China contra la alteración de los libros de historia en Japón y ante las visitas de miembros del gobierno Japonés a Yasukuni. La violencia y el desorden permitido por el gobierno Chino en estos casos son totalmente distintos a la tradicional mano dura empleada contra este tipo de protesta (Zhu, 2011).
            En el caso de las protestas de Corea del Norte, la explicación es similar a la de la República Popular China. Durante la Segunda Guerra Mundial las fuerzas comunistas fueron las que montaron la principal oposición a los Japoneses (Kaplan & Denmark, 2011). La mayoría de los miembros de los gobiernos iníciales de Corea del Sur (la República de Corea) fueron entrenados por los Japoneses y muchos de ellos simpatizaban con los Japoneses. Es importante tener en cuenta que Corea fue una colonia Japonesa por mucho tiempo y aunque muchos sufrieron durante el proceso, muchos otros se integraron al Imperio Japonés y adaptaron su identidad como parte de la esfera de influencia Japonesa. Por razones históricas e ideológicas, los grupos más afines a los Japoneses apoyaron al gobierno del Sur, mientras que la oposición apoyo a los comunistas. Esta división persiste hasta hoy y es visible a simple vista en la afinidad cultural presente en el Sur en comparación al norte. Todavía hay mucha gente en el Sur de Corea que habla japonés y la cultura popular Japonesa es omnipresente en la juventud del Sur. Por lo tanto aunque el Sur también protesta, la retorica no es tan ascórbica como la del Norte. La función de la oposición a Japón en el Norte es muy similar al de China, meramente para consumo interno y en parte por razones de seguridad nacional ya que una naviera japonesa poderosa limitaría las vías de comunicación de Corea del Norte.
Reinterpretación de la Posible Normalización de Japón
            Tomando en cuenta varios estudios sobre la naturaleza de las relaciones internacionales y sobre todo teorías de juego como las que describe el famoso “dilema de los prisioneros”, la paulatina normalización de Japón sería beneficiosa para la estabilidad regional y domestica. Mucho se ha escrito sobre el dilema de seguridad en el cual la inversión en mayor armamento en un país se percibe como una pérdida de seguridad por sus vecinos, pero esto ignora el vacío de poder que existe en Asia debido a la asimetría de proyección de Japón en comparación a los demás países de la región. Aunque esta situación asimetría de vacio se perciba como beneficial para algunos países a corto plazo, como es el caso de Corea de Norte y de la República Popular China, esta resulta en la intervención extra regional de las grandes potencias en un intento de rellenar dicho vacio. Un caso evidente de esto es el esfuerzo de los Estados Unidos de mantener un eje concentrado en el Pacifico para garantizar la seguridad de sus aliados (Feigenblatt, 2010; Komori, 2009). Debido a la difícil situación fiscal de los Estados Unidos, esta responsabilidad se convierte en una carga cada vez más pesada desde un punto de vista económico y socio-político. Evidencia de este fenómeno es el cambio de política exterior Americana de promover el re armamento del Japón y de sus aliados. Es difícil para los Estados Unidos justificarle a sus ciudadanos que uno de los países con una historia militar gloriosa no puede participar en su propia defensa. Por estas razones sociopolíticas Japón tiene presión de participar no solamente desde el punto de cubrir los gastos pero todavía más importante es el aspecto de contribuir sangre y sudor (Hook, Gilson, Hughes, & Dobson, 2005; Togo, 2005).
            La normalización de Japón sería beneficiosa para los países vecinos ya que el costo de mantener la seguridad marítima en el Estrecho de Malaca y zonas contiguas seria distribuida de una forma más equitativa. Desde un punto de vista económico es primordial convertir la incertidumbre en riesgo. El comportamiento cada vez mas asertivo de la República Popular China y el posible decremento de las fuerzas Americanas en el Pacifico podrían tener consecuencias impredecibles e indeseadas como un posible aumento en el nacionalismo extremo Japonés y un aumento súbito y exponencial en el tamaño y el armamento las fuerzas armadas de este país. Por lo tanto el aumento paulatino en un ambiente internacional estable de la capacidad de las fuerzas armadas Japonesas transforma la incertidumbre en riesgo calculado. Esta transformación paulatina y controlada seria beneficial para la estabilidad económica de la región.
            Otra forma de entender o reinterpretar los posibles beneficios de la normalización del Japón, es por medio de la teoría de la Harmonía por medio de la Interacción Holística (Harmony through Holistic Engagement) (Feigenblatt, 2013). Esta teoría fue desarrollada inductivamente para explicar las relaciones internacionales del Asia Pacifico. Ampliamente validada, esta teoría, ayuda a interpretar la transición de la política exterior del Japón y las posibles consecuencias de dichos cambios.   La teoría de la Harmonía por medio de la Interacción Holística explica que los países de la región definen Harmonía como estabilidad y prosperidad (Feigenblatt, 2013). La meta de las relaciones internacionales para dichos países es conseguir la harmonía por medio de una combinación de competición y cooperación. El centro de este modelo es que la competición y la cooperación no son lados opuesto de una dicotomía pero más bien partes integrales de la interacción holística (engagement).  En otras palabras la harmonía se consigue por medio de la interacción continua entre dichos países la cual incluye concurrentemente la competencia y la cooperación en varios ámbitos importantes como la economía, seguridad, y aspectos culturales, inter alia
            La normalización del Japón abriría las puertas a una política exterior más flexible y por ende a más posibilidades para la interacción holística. Al eliminar las barreras artificiales de una constitución impuesta por extranjeros extra regionales, el Japón podría aumentar y transformar su interacción con la región y con el resto del mundo. En lugar de simplemente limitarse a ayuda financiera, el Japón podría ayudar a mantener la seguridad en países tan remotos como el Sudan. Se podría reanudar la cooperación entre el ejército Japonés y ejércitos de países pequeños para luchar contra el terrorismo. El entrenamiento de oficiales de ejércitos de países pequeños en Japón ayudaría a convertir dichos ejércitos en fuerzas profesionales y no en organismos de opresión interna. El aumento de posibles herramientas para el uso en la política exterior eliminaría la necesidad de posiciones ideológicamente rígidas, tan características de las relaciones exteriores de los países Occidentales durante la Guerra Fría. Dicotomías rígidas pueden ser trascendidas por una política exterior flexible y holística que permita la simultaneidad de la cooperación y la competición.
            La región del Asia Pacifico se beneficiaria de tener una potencia avanzada como el Japón participando no solo en el desarrollo económico pero también en el desarrollo político-social y de seguridad de la zona. Por lo tanto la normalización del Japón liberaría todo el potencial que el país tiene a nivel internacional. Los beneficios internos serian similares a los externos en que el país se liberaría de las cadenas de la culpa ajena sobre el resultado de la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que las nuevas generaciones no son culpables por lo que sus antepasados hicieron o dejaron de hacer.

Conclusión
            La posible normalización de la política exterior Japonesa ha recibido muchas críticas de sus países vecinos. Estas críticas son en parte herramientas retoricas para la movilización de masas a nivel interno pero también reflejan una visión del ámbito internacional característico de la Guerra Fría. Aunque a corto plazo muchos países de la región perciban desventajas tangibles e intangibles de la normalización del Japón, a mediano y largo plazo esta transformación seria beneficial para toda la región y para el imperio del Sol Naciente.

Referencias
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