Observatorio de la Economía y la Sociedad China
Número 5-  diciembre 2007

 Católicos en China: persiste la tensión entre la Santa Sede y la Asociación Patriótica

Un silencio que “habla” mucho

Pedro Crespi
pcrespi78@gmail.com

El Papa no contestó a la invitación de la Iglesia que responde al régimen para visitar el Gigante Asiático, que tiene entre 8 y 12 millones de bautizados * Persecuciones a los cristianos fieles a Roma * El Partido teme “otra Polonia”


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Pedro Crespi: "Católicos en China: persiste la tensión entre la Santa Sede y la Asociación Patriótica" en Observatorio de la Economía y la Sociedad de China Nº 05, diciembre 2007. Accesible a texto completo en http://www.eumed.net/rev/china/


            Primer axioma de la comunicación: es imposible no comunicarse. El silencio siempre “habla”.  Y qué decir cuando proviene de un líder mundial.  Tal fue el caso de Benedicto XVI cuando el 25 de julio último optó por no hacer comentarios ante la sorpresiva invitación del Vicepresidente de la Asociación Patriótica Católica China, Liu Bainan, para que visitara su país. Según informó ese día el diario la Reppublica de Italia, el Papa eligió “no comentar el asunto con los periodistas debido a su complejidad”.

            Pero, ¿de qué se trata esta “complejidad”? El problema tiene sus años: el Vaticano y la República Popular China no mantienen relaciones diplomáticas desde 1951 –dos años después de que las fuerzas del Partido Comunista, con el liderazgo de Mao Zedong, se impusieran al ejército de la República China-.  La ruptura tuvo su origen por los obstáculos que el Estado impuso a los cristianos católicos –y a otras religiones- respecto a la libertad religiosa y que desencadenó en los años 70´ la aparición de dos tipos de Iglesia: la “patriótica”, que es controlada por el Gobierno y que responde a sus intereses; y la “clandestina”, que es perseguida desde entonces y que es reconocida por la Santa Sede por su fidelidad y comunión a la Iglesia católica.

            El silencio del Papa, por todo lo anterior, no es un tema para pasar por alto. Y esto por dos motivos: en primer lugar, porque en China, según dio a conocer la agencia de noticias aciprensa meses atrás, existen entre 8 y 12 millones de católicos y muchos de éstos pertenecen a la Iglesia patriótica; y en segundo lugar, porque los fieles de la Iglesia católica clandestina sufren permanentes ataques de las autoridades del Partido Comunista que pueden ir desde un arresto domiciliario hasta las torturas más perversas. Ante esta coyuntura cualquier acción que realice el Santo Padre debe ser muy cuidadosa. Son muchos los católicos chinos que están en juego y en medio de una encrucijada por parte del régimen.

 

¿Dolores de cabeza por “otra Polonia”?     

            La libertad religiosa siempre provoca dolores de cabeza a los gobiernos comunistas. Su ejercicio hace tambalear a las dictaduras. Por eso, no es casualidad que el catolicismo y otras religiones encuentren, además de en China, serios obstáculos en países con estados totalitarios como Cuba, Sudán e Irán, entre otros. Un caso emblemático que pinta esta situación es lo que ocurrió en Polonia a fines del siglo pasado, “cuando Solidaridad (el movimiento sindical apoyado por Juan Pablo II) fue legalizado definitivamente y, en agosto de ese mismo año, el católico Tadeusz Mazowiecki, que fue asesor del sindicato, llegó al poder, derrotando abrumadoramente a los comunistas. Polonia fue la primera ficha del ´efecto dominó´. Su caída arrastró a Hungría, que abrió sus fronteras y sus ciudadanos huyeron a Austria; después a Alemania Oriental, cuyos ciudadanos también huyeron propiciando el 9 de noviembre de 1989 la caída del Muro de Berlín´”[1].

            Las autoridades de la República Popular China no quieren “otra Polonia”. “El Gobierno de Pekín no puede permitir lo que la Iglesia hizo allí”, aseveró Bainan al diario La Reppublica en una entrevista a fines de julio. Y, por ello, cada vez es más brutal la opresión que ejercen hacia la Iglesia católica Clandestina desde el Estado. Un claro ejemplo tuvo lugar el 1 de agosto de 2006.  Ese día la Oficina de Asuntos Religiosos del Partido detuvo a un sacerdote católico de la comunidad de Zhangjiakou, porque consideró que sus enseñanzas eran sediciosas. Se trató del padre Li Huisheng que fue “torturado y liberado por la noche. Lo encontraron tambaleándose, en medio de una crisis de vómitos y con fuertes dolores de cabeza. Entonces la comunidad católica (clandestina) respondió protestando. Al día siguiente, un inmenso grupo de policías salió a la calle y la comunidad de Zhangjiakou fue atacada. Unos 90 católicos fueron detenidos, una acción durante la cual dos fieles, que resultaron heridos, necesitaron atención hospitalaria urgente, y una mujer sufrió un aborto. Setenta fueron puestos en libertad. Los veinte restantes siguen arrestados, junto al sacerdote torturado, al que volvieron a arrestar. Con él, los sacerdotes presos hoy en China suman 23”[2].

            La problemática entre el régimen y la Santa Sede no es sólo por la libertad religiosa, sino también por una cuestión política. Las autoridades del Partido Comunista exigen al Vaticano que “deje de reconocer a Taiwán, en una maniobra calculada para rehacer la unidad territorial tras la anexión de Hong Kong y Macao”[3]. Y ésta, aseguran las autoridades del Partido, es la condición fundamental para que el Gobierno tenga una mayor apertura hacia los intereses vaticanistas. Desde Roma, no obstante, son escépticos a las promesas de los popes chinos.

            En este contexto, entonces, es que debe entenderse el silencio de Benedicto XVI ante la invitación del Vicepresidente de la Iglesia patriótica: la Santa Sede reconoce sólo a la Iglesia clandestina a cuyos fieles considera verdaderos “héroes de la fe”, según fuentes vaticanistas. Y el silencio, también, comprende un gran respeto hacia los católicos que por miedo a represalias manifiestan su fe en los templos de la Asociación Patriótica y que, ante una negativa manifiesta del Papa a visitar el Gigante Asiático, podrían sentirse más ahogados en la encrucijada en la que se encuentran.

            “¡Parece que el tiempo de la prueba, en algunas regiones, no ha terminado todavía!”, manifestó en una ocasión Juan Pablo II a los católicos chinos. Y como dijo hace un tiempo el director de la revista italiana Mondo e missione, Giancarlo Politi, a dos años y medio de la muerte del Papa polaco, aquellas palabras aún siguen vigentes. 


Fuentes:

China: la iglesia católica, en la encrucijada. Madrid, 1º de junio de 2000. http://www.archimadrid.es/alfayome/menu/pasados/revistas/2000/en2000/num194/enport/enport01.htm. [Consulta: 21 de octubre de 2007].

China: una iglesia clandestina. Santiago de Chile, Chile, abril de 2007. http://www.aischile.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=96&Itemid=54 . [Consulta: 21 de octubre de 2007].

El Papa que contribuyó a la caída del comunismo. Valencia, España, julio de 2004. http://www.agea.org.es/content/view/1/56/.  [Consulta: 21 de octubre de 2007].

Vicepresidente de la “Iglesia Patriótica” invita al Papa Benedicto XVI a visitar China. Lima, Perú, 25 de julio de 2007. http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=17753 . [Consulta: 25 de octubre de 2007].


 

[1] El Papa que contribuyó a la caída del comunismo. Valencia, España, julio de 2004. http://www.agea.org.es/content/view/1/56/.  [Consulta: 21 de octubre de 2007].

[2] China: una iglesia clandestina. Santiago de Chile, Chile, abril de 2007. http://www.aischile.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=96&Itemid=54 . [Consulta: 21 de octubre de 2007].

[3] China: la iglesia católica, en la encrucijada. Madrid, 1º de junio de 2000. http://www.archimadrid.es/alfayome/menu/pasados/revistas/2000/en2000/num194/enport/enport01.htm. [Consulta: 21 de octubre de 2007].

 



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