Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 30 (agosto 2011)

EL USO DE LA RETÓRICA EN LA ENSEÑANZA DEL IDIOMA ESPAÑOL COMO LENGUA EXTRANJERA


Dania Chaviano Suárez
dchaviano@ucf.edu.cu




INTRODUCCIÓN

La Retórica antigua, que nació en la Grecia del siglo V a.n.e, era simplemente en sus orígenes la artesana de la persuasión, una Retórica fundamentalmente política, una Retórica al aire libre. No obstante, muchos han sido los estudios realizados y el desarrollo alcanzado en este sentido, pero aún se hace necesario un mayor reconocimiento de su utilidad práctica, no sólo en la literatura, el discurso oral, o en los diferentes tipos de textos, sino toda vez que exista un proceso comunicativo.
Según el diccionario de la Real Academia Española (21ª edición) Retórica puede definirse como: “el arte de decir bien, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover” (1ª acepción). No sólo se persuade mediante la literatura o un texto publicitario. Cuando se dialoga o se enseña, el emisor intenta comunicar y debe usar o tener presente las partes de la Retórica para lograr que el mensaje llegue al receptor de la manera esperada.
Los procesos de enseñanza aprendizaje exigen actitudes y habilidades por parte del maestro, habilidades que le van a permitir y facilitar el buen desarrollo del proceso y con ello, la adquisición de los conocimientos por los estudiantes.
Por tanto, este trabajo tiene como objetivo demostrar la aplicación de las partes de esta disciplina  en la clase de español como lengua extranjera.

DESARROLLO

A partir de la premisa postulada por Aristóteles de que “también lo que se hace por costumbre puede teorizarse” (Retórica) surge el canon de la Retórica, que propone la existencia de las cinco partes que componen el procedimiento de deliberación para las decisiones prácticas.  El problema de las situaciones en el discurso es saber primero qué debemos decir y luego cómo; surgen entonces estas cinco partes que son la Invención, la Disposición, el Estilo (la Elocución), la Memoria y la Acción.
Según la didáctica de la enseñanza del español como segunda lengua, existen algunos pasos que deben ser observados en la planificación de una actividad docente. El profesor debe tener bien claro los contenidos que va a impartir y qué objetivos persigue con su actividad; ha de seleccionar los métodos y materiales que le propicien al estudiante las herramientas necesarias para la asimilación de los conocimientos. Estos aspectos  tienen  estrecha relación con los elementos de la Retórica, sobre todo si tomamos en consideración que el principal propósito del maestro es la instrucción y la educación, funciones en las que media la comunicación; se trata entonces de convencer al estudiante, acerca de la importancia y utilidad de los contenidos que explica así como de toda la información que le hace llegar. Ello se evidencia claramente en las clases de ELE,  en tanto  la apropiación de las diferentes funciones comunicativas y su correcto uso, estarán condicionadas por la autopreparación, la elección de los métodos, procedimientos y materiales adecuados que el profesor sea capaz de seleccionar para el ejercicio y  desempeño de su actividad docente.
Veamos algunos aspectos teóricos relacionados con las partes de la Retórica y la vinculación de estas en cada momento de la clase.
El primer elemento de la Retórica inventio o invención, trata sobre el modo de  encontrar lo que debemos decir o hacer (de hecho su nombre proviene de la palabra invenire, encontrar).
Tomando como base este concepto, puede decirse que la invención, de forma general, es todo el proceso de búsqueda de información  que tiene que realizar un emisor a partir de lo que quiere, los elementos propicios para lograr convencer al receptor. Aunque algunos quizás no lo vean así, el profesor toda vez que prepara su clase, requiere de una previa autopreparación, momento de recopilación, análisis y profundización de todo el material que se requiere transmitir. Por ejemplo, un maestro debe impartir en su próxima actividad las funciones comunicativas relacionadas con los hábitos alimentarios, las diferentes formas de preparación de los alimentos, las expresiones a utilizar en un restaurante, entre otras. Para ello debe realizar un pequeño estudio sobre las diferentes expresiones que existen en la lengua, ha de indagar acerca de los nexos entre las culturas, tratando de crear un espacio de negociación entre ambas partes; debe recurrir a la imaginación de situaciones reales de comunicación, o sea, cómo se desarrollan estos procesos tanto acá como en su país. Si esta primera parte se trabaja de manera consciente, tributará no sólo al aprendizaje de las funciones sino a la labor educativa, siempre tratando de persuadir y no de imponer. La invención se centra más en el estudio de qué debemos decir antes que en el cómo. Es el centro de la actividad retórica, pues ahí se genera su núcleo argumentativo, por lo que puede afirmarse que el núcleo teórico de la clase va a estar en dependencia de la capacidad de búsqueda del maestro.
La disposición, como segundo aspecto de la Retórica, trata sobre el orden de las partes, sobre la organización de la cadena de los argumentos que componen una acción, un texto o un discurso. Se vuelve particularmente importante cuando se procede en una secuencia larga, ya que ahí se decide el recorrido que debe seguir el usuario o el lector, recorrido que debe ser productivo, significativo. En la Antigüedad la disposición fue organizada en torno al discurso oral, y se componía de cuatro partes, el exordio (destinado a crear un ambiente favorable en el público) la narración (relación de hechos), la argumentación (discernimiento de los juicios) y la conclusión o epílogo.
La disposición como concepto retórico se ha extendido a una consideración más amplia. Así, con el surgimiento del libro, varias partes fueron estableciéndose para ordenar el discurso (introducción, proemio, prólogo, capítulo, subcapítulo, inciso, conclusión, epílogo, etcétera).
La clase al igual que un discurso oral o escrito, requiere de cierta organización. Luego de la búsqueda de información, el maestro necesita entonces ordenar  cada aspecto, en este caso, teniendo en cuenta la metodología para cada una de las actividades docentes, según la didáctica de ELE. Cuando se comienza una lección o una unidad de estudio en un nivel inicial es importante saber en qué momento se va a transmitir el nuevo contenido. Según algunas consideraciones antiguas, la disposición consta de cuatro partes, las que deben estar vigentes en el proceso de enseñanza aprendizaje. La clase no puede comenzar con la introducción de los contenidos; el estudiante necesita una motivación y ejercicios de calentamiento, generalmente utilizando un texto que incluya la función o funciones comunicativas a aprender, luego el trabajo y la explicación, y por último algunas preguntas o actividades para conocer si realmente el alumno comprendió el contenido en cuestión. Cada parte de la Retórica está presente en las actividades que se realicen dentro de la clase, en este caso, la disposición es necesaria. Tenerla presente permite decidir qué se puede o no hacer, qué jerarquías hay que considerar, toda vez que constituye el esqueleto del argumento y, por tanto precisa su propia organización: la disposición ordena.
El tercer elemento de la Retórica es la elección o elocutio, aunque algunos también lo llaman estilo.  Para un emisor, autor o escritor, el estilo es la manera en que algo es expresado; el resultado de aspectos tales como la elección de las palabras, el tono del discurso o las decisiones sintácticas. El estilo se define así como el arte de hallar la adecuada expresión de las ideas, pensando ya no sólo en el qué, sino en el cómo de las formas comunicativas. Desde una perspectiva retórica el estilo no es algo incidental, suplementario o superficial, ya que la manera en que las ideas son encarnadas decide la impronta que el acto dejará sobre el receptor o lector.
Para todo emisor es la elección uno de los elementos más importantes para llevar a cabo la actividad de comunicar. Cuando se posee la información y se cuenta con la organización requerida- a partir del receptor al que va dirigida la comunicación- se necesita la selección de los recursos que posibiliten elegir el recurso ideal para que el mensaje sea decodificado de una manera más efectiva, para que las palabras contenidas en él conmuevan y  convenzan.
 En la clase de español es significativa la elección correcta de cada una de las palabras o expresiones que se vayan a decir, el método y los materiales didácticos a utilizar, así como algunos  recursos estilísticos en función de lograr los objetivos. Así, en la unidad 2 del programa del Curso Intensivo de la FENHI, mientras los alumnos se hallan en el reconocimiento del tiempo presente del modo indicativo, el docente ha de procurar no utilizar órdenes ni expresiones en tiempos verbales que el alumno no conoce todavía; así mismo, al utilizar un texto  no incluido en el material de estudio, observará cuidadosamente que sus estructuras morfosintácticas estén en correspondencia con el conocimiento real de los aprendices.
En un nivel inicial se trabaja mucho con imágenes que apoyan el contenido, pero también hay que seleccionarlas; hay que tener en cuenta muchos aspectos, tales como las diferencias culturales y claridad para expresar lo que se quiere mostrar, por mencionar algunos. Por todo esto pudiera verse la elocutio como el eje central en el proceso retórico y docente a la vez.
La cuarta parte de la Retórica, la memoria, es uno de los elementos que más han sido olvidados en esta teoría al paso del tiempo. En principio, la memoria parece estar ligada únicamente a la actividad mnemotécnica, en la que el orador retiene en la mente su discurso. Sin embargo, el concepto de memoria en la teoría retórica va más allá: se refiere a la necesidad que tiene el productor de aprender diversos tópicos que puede usar en cualquier momento de la deliberación; es decir, se relaciona con el depósito de los tópicos o lugares que pueden usarse libremente en el discurrir y, por tanto, la memoria está relacionada con la invención. En la preparación de un discurso o de una clase se busca información, se organiza y en este proceso se va aprendiendo. El profesor, por ejemplo, no acostumbra (generalmente) a memorizar la clase; lo que sí intenta es apropiarse de nuevos conocimientos durante su autopreparación que le van a permitir improvisar o moverse en otro tópico en un momento dado de la clase. El uso de la memoria en sentido general,  establece consideraciones relevantes en la preparación psicológica de la comunicación y su puesta en escena.
También conocida como el actio, la acción es otra de las cinco partes de la Retórica que, junto con la elocutio, tiene que ver más con el cómo que con el qué de la actuación retórica. En la Antigüedad se refería a los gestos, formas de vestir o la escenografía que envuelven al orador con propósitos persuasivos. También se consideran importantes en la acción todos los aditamentos que puedan contribuir con el orador, como micrófonos, pantallas y software. El profesor, luego de todo un proceso de autopreparación, debe en fin desarrollar la clase y lograr cumplir los objetivos propuestos. En tal empeño constituyen pilares esenciales la buena dicción, un adecuado volumen de la voz,  correcta entonación y pronunciación de cada una de las palabras, además de la  creación de un clima favorable durante toda la actividad.
En resumen, como se ha puesto de manifiesto, el desarrollo del proceso pedagógico está estrechamente relacionado con  los cinco elementos o partes de la Retórica.

CONCLUSIONES

Aunque algunos no la consideren como lo que es, la retórica clásica aún está presente en los procesos de comunicación; las personas cuando expresan algo lo hacen con un fin y utilizan los medios  necesarios para lograrlo. El humorista tiene que hacer reír, tiene que buscar chistes y después saber  cómo los va a desarrollar para que el público se sienta feliz; el relacionista público tiene que vender el producto y en ese proceso publicitario, oral o escrito, necesita recurrir a los recursos que puedan convencer a las personas y para ello está obligado a pensar en cada uno de los elementos de la Retórica; el maestro, ¿podrá impartir una buena clase sin buscar informaciones sobre el tema, o sin organizar lo que va a hacer, o sin elegir la manera adecuada?
Si se desea enseñar y, más complejo, enseñar una lengua, es una obligación estudiar las partes de la Retórica y tenerlas presentes en cada momento del proceso de enseñanza – aprendizaje.

BIBLIOGRAFÍA

  • Albaladejo Mayordomo, Tomás, Retórica, Madrid: Síntesis, 1989.
  • Alberte, Antonio, "Presencia de la retórica clásica en las artes predicatorias medievales", en José A. Sánchez Marín y Ma. Nieves Muñoz Martín, eds., Retórica, poética y géneros literarios. Granada: Universidad de Granada, 2004.
  •  Aristóteles, Retórica. Trad. de Quintín Racionero. Madrid: Gredos, 1994.
  • Hernández Guerrero, José Antonio & García Tejera, María del Carmen (1994). Historia breve de la Retórica, Madrid: Síntesis.
  • http://elarboldelaretorica.blogspot.com/2007/03/

 

 
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