Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 28 (junio 2011)

LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ESTUDIANTE EN PREUNIVERSITARIO


Martha Beatriz Vinent Méndez (CV)
Profesora Titular
martha.vinent@ucp.sc.rimed.cu




Una de las pretensiones educativas que persiste a través del tiempo, desde el surgimiento mismo de la vida en sociedad, ha estado referida a la formación integral del educando. Desde la antigüedad, se perciben diversos modelos que sintetizan el ideal educativo en cada formación económico – social.

Entre los avances que hoy se constatan en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, el incremento del caudal de conocimientos que a diario se generan, también impacta en las expectativas para la formación de las nuevas generaciones, e incluso en la connotación integral de dicho proceso, en tanto ello se aproxima y atempera sistemáticamente a lo que tiene planteado ante si la sociedad como resultado acabado del proceso de formación de sus ciudadanos.

La formación integral del estudiante es un proceso gradual de enriquecimiento de la personalidad en la situación social que caracteriza la etapa de desarrollo en que este se encuentra, de donde provienen variadas influencias y se establecen interrelaciones que, en íntimo vinculo con las particularidades individuales ya adquiridas por él, constituyen la principal expresión de todo lo que interviene como fuente de desarrollo, en la adolescencia tardía.

Además de su carácter gradual, la formación integral es analizada como un proceso consciente y de carácter continuo que transita gradualmente hacia lo interno del individuo, hacia la adquisición de experiencias en términos de valores y hacia la autodirección, por ello constituye premisa y resultado del crecimiento de la personalidad.

Para cada momento del desarrollo se definen desde, lo social, ciertos referentes que direccionan el mismo, los que se conocen como tareas del desarrollo (Havighurt, cit Collazo, 1992, Torroella 1986). Es precisamente, desde esta perspectiva, que debe organizarse todo el sistema de influencias educativas que permitan de manera sistemática la estimulación de los recursos personológicos con los que cuenta el estudiante.

La formación integral en la enseñanza preuniversitaria se presenta como un proceso de preparación del estudiante para el futuro, en particular de preparación para la futura profesión, toda vez que se encuentra en la antesala de su entrada a la universidad.

Este proceso de preparación resulta dirigido por la escuela y deviene en el propio proceso como autodirigido, en dependencia de las características que tomen las relaciones esenciales que se establezcan entre estudiantes, grupo escolar, las asociaciones de estudiantes, y los profesores.

Los principales autorreferentes personales y sociales con los que cuenta el adolescente tardío en el proceso de su formación, se conforman bajo el influjo de las diferentes valoraciones que ha recibido de los demás a lo largo de todo el proceso de su formación como personalidad, condicionando sus estilos personales para enfrentar y/o asumir una realidad concreta, a partir de decisiones personales que pueden ser transitorias o tener un carácter más duradero y trascendente, condicionados por la autovaloración.

Entre los procesos externos del desarrollo vinculados a la formación integral se distinguen: los procesos pedagógicos, los procesos socioculturales y los procesos de protagonismo social.

Los procesos pedagógicos constituyen un aspecto de esencia en el proceso docente educativo, por su influencia en la adquisición de un conjunto de valores, de manera consustancial con la asimilación de los conocimientos, hábitos y habilidades que se forman en los estudiantes a través de las diferentes asignaturas propias del plan de estudio y del sistema de actividades extraescolares y extradocentes que realizan, con un fundamento pedagógico, psicológico y sociológico.

Los procesos pedagógicos se originan esencialmente en la escuela, pero la trascienden, en especial en el preuniversitario, le permiten al estudiante la paulatina consolidación de sus formaciones psicológicas: motivos, aspiraciones, intereses, ideales, aparejado a ello les coloca en condiciones de adoptar una actitud definida hacia los acontecimientos de la realidad, lo que en gran medida va condicionando su orientación con respecto a ese futuro inmediato, elemento este de reconocido valor.

La esencia formativa de los procesos pedagógicos radica en que, a través de ellos se produce la articulación entre el sistema de conocimientos de las diferentes asignaturas, los objetivos, contenidos, métodos, formas, medios que son utilizados para la enseñanza, de igual forma le permiten al alumno plantearse sus propios objetivos de aprendizaje y a la vez promueven los modos en que éste se pone en contacto con el mundo de las profesiones.

A través del enfoque profesional de las asignaturas y de las restantes actividades que la escuela realiza, como punto de partida para que el estudiante, con un mayor nivel de definición, pueda otorgar un significado a lo que aprende y relacionarlo con lo laboral, se garantiza que el alumno pueda conocerse a sí mismo, y definir sus intereses, limitaciones, y temores, para así reflexionar sobre sus posibilidades reales de alcanzar una determinada profesión.

El alumno, en esta etapa, aprende a conocer las características esenciales de las profesiones y su valor social, todo lo cual debe expresarse en los diferentes ámbitos de la vida del preuniversitario, en particular en el aprovechamiento docente.

Los procesos pedagógicos en este nivel deben conducir por excelencia a la formación en los estudiantes de una actitud hacia lo profesional, como vía más próxima de inserción en la vida laboral y creadora de la sociedad, de manera que gradualmente se comienza a emancipar con respecto al medio escolar propiamente dicho.

En la medida en que se estimule la búsqueda independiente de nuevas informaciones, el estudiante estará en mejores condiciones para conocer sobre sus perfiles de aplicación, sus problemáticas esenciales, lo que contribuye a la conformación de la identidad profesional (González Rey, 1995), así como a la concientización del conjunto de valores consustanciales al desempeño de la profesión, a la cual aspira.

En ellos se concreta un sistema de relaciones que debe facilitar y potenciar la adquisición de los saberes de la humanidad, en términos instrumentales y que garantizarán la actuación social del estudiante en correspondencia con las características del contexto en que se encuentra.

Junto a los procesos pedagógicos existen los llamados procesos socioculturales, que transcurren en el entorno y que deben encaminarse a reforzar y enriquecer la labor docente educativa de la escuela los cuales se ejecutan contando con el apoyo y la colaboración sistemática de organizaciones, e instituciones de la comunidad, región o territorio.

Este marco sociocultural, externo al preuniversitario, no solo es un punto de partida para el proceso formativo sino que pretende del preuniversitario que le devuelva a estos mismos alumnos con un grado determinado de socialización en los complejos problemas que le son propios, y en tal sentido sienta pautas específicas.

Los códigos socioculturales constituyen referentes para el trabajo formativo que realizan los grupos pedagógicos, y de activismo social en el preuniversitario y aportan modelos sociales específicos, códigos sociales de comunicación, entre otros, transformados y reconsiderados por los propios estudiantes.

A través de estos procesos el estudiante de preuniversitario tiene la posibilidad de aplicar los conocimientos científicos adquiridos durante la clase a la solución de los problemas que se presentan en la vida cotidiana de su comunidad, y se convierten en un mecanismo que facilita la incorporación de la vida cotidiana a los procesos de la escuela.

Desde lo sociocultural se garantiza un espacio definido de demostración y entrenamiento en contextos sociales diversos, donde se ejecuta un sistema de actividades de carácter cultural, recreativo, deportivo, científico - técnico, patriótico, con una connotación formativa y permite que el estudiante compruebe la utilidad de lo aprendido para solucionar problemas de la vida cotidiana, además de constituir una vía para comprender mejor la realidad que le rodea, a la vez que adquiere nuevos conocimientos. Conoce también hechos y problemas pasados y presentes, obtiene información de la vida productiva, cultural y social de la comunidad, que al ser incorporados a su experiencia, le permiten comprender, involucrarse y comprometerse con su realidad.

Por otra parte los procesos socioculturales inciden en la formación integral del estudiante en tanto devienen de la realidad en la que éste se desenvuelve, de sus condiciones objetivas y subjetivas y de sus peculiaridades. Dichos procesos se articulan a partir de necesidades e intereses que responden a la vida cotidiana en forma de; costumbres, prejuicios, mitos, creencias y tradiciones, los cuales reafirman y/o desvalorizan, en lo cotidiano los procesos que se generan desde la escuela.

Entre los procesos pedagógicos y los socioculturales se establece una relación dialéctica esencial cuya dinámica garantiza que el estudiante tenga que enfrentar las contradicciones y dicotomías que se establecen entre lo científico y lo cotidiano, entre lo docente y lo extradocente, entre lo escolar y lo ciudadano, logrando con su actuación la conjugación entre lo real, lo sentido y lo expresado.

Desde esta perspectiva sociocultural y a través de estos procesos se transmiten y aprenden modos específicos de relación humana, actitudes y formas de actuación valoradas socialmente; en definitiva, la legitimación de valores y de sistemas materiales y espirituales, incluido el valor mismo de la enseñanza preuniversitaria.

En el proceso sociocultural se llegan a conceder significados equivalentes a cuestiones que resultan muy diferentes entre sí; a su vez, se van trasmitiendo expectativas y frustraciones tomadas de las propias relaciones sociales elementales y primarias que establecen estos estudiantes en los diferentes contextos de la vida cotidiana, que constituyen sus formas concretas de existencia y que se manifiestan en un tiempo, en un espacio, con un ritmo dado en las relaciones que el estudiante establece. Dichas relaciones se encuentran muy vinculadas al carácter de las elecciones fundamentales que debe realizar el adolescente en relación con su futuro y se convierten en elementos que con gran fuerza van permeando las mismas.

Desde los procesos pedagógicos el estudiante de preuniversitario debe formarse para que, en su actuación cotidiana, logre de manera evidente una ruptura con la supuesta naturalidad de lo que está ocurriendo en su acontecer, modificando su sistema de representaciones para encontrar nuevos aprendizajes, nuevos marcos de referencia y lograr establecer la relación adecuada entre sus necesidades y los elementos que garantizan la satisfacción de éstas, entre la experiencia alcanzada y las representaciones que va construyendo desde lo cotidiano.

Tal es el caso de las influencias que recibe de su entorno cotidiano y particularmente de la familia, a partir del status real de determinadas profesiones como médico, abogado, en contraposición a otras profesiones como la de profesor, la enfermería, entre otras.

La contradicción dialéctica que se establece en el proceso de socialización del estudiante entre los códigos sistematizados de la cultura, propios del preuniversitario, y los códigos socioculturales provenientes de su entorno, no siempre encuentra las alternativas de respuesta necesarias en la escuela, lo que provoca el consiguiente distanciamiento del proceso formativo que tiene lugar entre el preuniversitario y la vida.

Las interacciones y relaciones que se producen en el ámbito educacional, redundan en la reinterpretación que los propios alumnos hacen de las referencias que traen del entorno a las propias situaciones educativas en las que se involucran. Estos códigos no median mecánicamente en las relaciones de los alumnos, sino que a través de estas situaciones educativas, dichos códigos aportan un nivel de significado a la organización social que los contiene. Estas relaciones se manifiestan en los diferentes componentes de la formación integral del estudiante, pero en particular, en las actividades útiles que realiza en la comunidad y sobre todo en la calidad de la convivencia social.

Los procesos de protagonismo social, por su parte abarcan todas las esferas de actuación grupal, en un determinado tiempo y espacio de la vida del estudiante de preuniversitario, y se expresan como aquellas actividades y acciones de carácter social en las que participa, las que le permiten formar y manifestar sus principales compromisos con la sociedad, que se sustentan en la formación de un elevado compromiso en toda la actuación del estudiante.

El protagonismo propio de las asociaciones estudiantiles, se fundamenta en las condiciones sociales y económicas que marcan a la sociedad contemporánea en el contexto de la globalización y que afectan al estudiante en los más disímiles contextos en los que se inserta, por ello existe la posibilidad de que se genere o potencie en estos estudiantes el activismo social característico de esta edad, vinculado en este caso a la preparación para la elección profesional y para la actividad laboral, en ello la orientación educativa de los docentes y de la institución en general, desempeñan un importante papel.

Por su propia esencia los procesos de protagonismo social, emergentes por lo general en el seno de las asociaciones estudiantiles constituyen un eslabón importante del proceso de formación integral del estudiante, que garantiza la preparación de éstos para el ejercicio social pleno, a través de la actividad comunitaria que realizan sus miembros, la cual se expresa de muy diversas maneras.

Esta dimensión determina el establecimiento de relaciones intersubjetivas entre los participantes de la situación grupal, tanto durante la organización y planeación de la actividad, como en la propia ejecución de esta, brindando amplio espacio a la formación de una postura ante la vida, como expresión de los principios morales que en forma de convicciones y/o valores el individuo ha asumido.

En ella las asociaciones juveniles tienen un lugar decisivo, porque constituyen el escenario fundamental, aunque no el único, de formación y expresión de protagonismo del alumno en particular y del grupo en general.

Pueden ser tomados como criterios de protagonismo el adecuado cumplimiento de sus deberes como estudiante y como ciudadano, lo que significa actuar con responsabilidad, con honestidad y compromiso, como tareas esenciales del estudiante de preuniversitario, considerando que desde ellas se garantiza la preparación para la vida laboral, para las futuras elecciones en relación con lo profesional y lo personal, a partir de que el alumno asuma las consecuencias de sus propias decisiones, dentro de los límites que le competen.

De manera que la relación entre los procesos pedagógicos y los procesos socioculturales, es expresión de una contradicción más general entre la escuela y la vida, donde los procesos de protagonismo, intervienen dinamizando esa relación dialéctica esencial, y la mediatizan.

De otra parte son considerados como procesos internos del desarrollo todos aquellos recursos personales con los que cuenta el estudiante de preuniversitario para lograr las principales tareas propias de su edad, en relación con sus capacidades, aptitudes, habilidades, intereses, necesidades, motivos, costumbres, saberes y creencias.

Los procesos internos intervienen como elementos que mediatizan las influencias que, desde lo externo, le llegan al estudiante y le posibilitan la autorregulación de su actuación, a la vez que nuevas potencialidades de desarrollo.

Dichos recursos se sustentan, esencialmente, en la capacidad que va alcanzando este estudiante para identificar sus procesos de desarrollo, es decir, el nivel de desarrollo de su autoconciencia, de su autoimagen, de la autoestima, de sus posibilidades para autovalorarse y autoevaluarse, de reflexionar sobre sí y sobre su realidad.

Al llegar a la enseñanza preuniversitaria, las influencias formativas que recibe el adolescente tardío le permiten realizar una mayor orientación de todos sus recursos personológicos hacia su consolidación como un ser electivo.

La connotación electiva se expresa en la posibilidad de tomar decisiones conscientemente argumentadas, debido a la proximidad para convertirse en un ciudadano útil, por ello se perfeccionan sus autorreferentes en la medida en que van siendo utilizadas sus zonas de desarrollo próximo (Vigotsky, 1966), en los diferentes sistemas de relaciones que se establecen en el proceso de su formación integral.

Tales procesos psíquicos se integran en múltiples configuraciones psicológicas, las que se actualizan convenientemente en determinados contextos, adquiriendo un matiz especial en la búsqueda de la identidad personal, reforzada por el énfasis reflexivo que el adolescente le concede a su mundo interno.

Este proceso de búsqueda durante la adolescencia tardía refuerza la necesidad de lograr mayores niveles de independencia y de dirigir su actuación hacia el futuro, desde el presente, seleccionando alguna ocupación o meta que constituirá la base para la elaboración de planes o proyectos de vida, que son el fundamento para reafirmar su sentido del sí mismo.

El sistema de procesos conscientes propicia el enriquecimiento gradual de la formación del estudiante, en términos de experiencias que le permiten ganar en independencia para la elaboración de estrategias personales, para tomar decisiones, logrando con ello una actuación cada vez más autodeterminada en el medio social, como expresión de los niveles de desarrollo que se van logrando en el estudiante y que sientan las bases para diagnosticar e incrementar los potenciales de desarrollo con los que éste cuenta.

La unidad del desarrollo se individualiza o particulariza en el potencial de desarrollo que se va creando en la adolescencia tardía. Dicho potencial es manifestación particular de una relación dialéctica en la cual la forma en que llegan determinadas influencias externas a la vida del alumno de preuniversitario y su mundo interno, en el transcurso de la actividad conjunta y la comunicación, le permite mejores condiciones para su aprendizaje actual y futuro.

De manera que representa lo nuevo que se va creando como resultado de la particular relación entre los procesos externos y los procesos internos del desarrollo del estudiante, representando las posibilidades de desarrollo actualizadas y no actualizadas, con las que cuenta el individuo para su realización como personalidad y que se expresan en términos de recursos personológicos que van a determinar la nueva postura interna del sujeto en el contexto social, el cambio en el comportamiento, así como la calidad de sus aprendizajes en las situaciones educativas en las que se involucra como sujeto, siendo en este caso la autodeterminación una expresión de los niveles que alcanza el individuo en el desarrollo del sí mismo.

El potencial de desarrollo encuentra su fundamento en las condiciones de actividad y comunicación, que son propias de la etapa de desarrollo en las que se encuentra el adolescente tardío. En su esencia se relaciona con el nivel de autodeterminación que se va configurando en este estudiante de preuniversitario, a través del proceso docente educativo.

Las unidades del desarrollo constituyen síntesis subjetiva de aquellas situaciones externas, relevantes para el sujeto, en relación dialéctica con su mundo interno, en las cuales éste tiene la posibilidad de manifestar los actuales recursos con los que cuenta, a la vez que expresar sus potencialidades específicas para desarrollarse.

En sentido general, presuponen la existencia de una situación en la cual la solución o ejecución de las tareas que le corresponden a un individuo, no pueden ser realizadas exitosamente sin la intervención de otros que posean mayor experiencia, y es precisamente en esa interacción con el otro que se va produciendo el proceso formativo.

Las unidades del desarrollo en tanto sistemas de actividades y relaciones que son subjetivizadas por el individuo como relevantes para su crecimiento personal y social, más que cualquier otra actividad o relación, comprometen sus recursos potenciales en una etapa dada de la vida.

Las asociaciones estudiantiles, al ser espacios de independencia y reflexión personalizada, se pueden constituir en unidades de desarrollo para el estudiante de preuniversitario, aún cuando en este momento de su desarrollo coexisten múltiples actividades y relaciones, que intervienen en la configuración de la personalidad del estudiante y que también ejercen una influencia estimulante en su desarrollo personal.

En la vida de las asociaciones el alumno planifica y toma decisiones, tiene que enfrentar conflictos y contradicciones que se generan en su actuación cotidiana. Ante situaciones como éstas, su comportamiento puede ser muy variado, adoptando posturas que van desde el alejamiento físico o mental de la situación, hasta afrontar directamente la misma, al colaborar junto a otros en el hallazgo de una solución satisfactoria.

Las asociaciones se presentan como, un elemento mediatizador, para el proceso de la formación integral, en tanto son espacios para reflexionar, comprometerse y asumir responsabilidades.

Las relaciones esenciales que se establecen al interior de los procesos externos del desarrollo en el preuniversitario, donde el activismo social mediatiza la relación esencial entre lo pedagógico y lo sociocultural profesional y entre estos y los procesos internos del desarrollo, devienen en una regularidad de la formación integral del estudiante.

En sentido general estos procesos, que conforman las condiciones externas y condiciones internas del desarrollo del estudiante en preuniversitario, se interpenetran dialécticamente.

Los procesos que intervienen como condiciones externas del desarrollo, son portadores en sí mismos de formas específicas para lograr la regulación del comportamiento del estudiante desde lo externo, en el sentido de que cada uno de estos procesos tiene en la enseñanza preuniversitaria sus propias configuraciones, y por ello se presentan como influencias educativas que se sustentan en la zona de desarrollo actual del estudiante y operan como posibilidades para que lo que acontece en cada uno de estos procesos, pueda ser personalizado por el mismo.

Por su parte, los procesos que caracterizan las condiciones internas del desarrollo, se presentan como aquellos contenidos afectivos-motivacionales y cognitivos- instrumentales de la personalidad del estudiante, que caracterizan su zona de desarrollo actual, cuya existencia y nivel de desarrollo le permiten procesar las influencias que recibe desde el contexto social y en correspondencia con ello, autorregular su conducta.

La concientización por el estudiante de los procesos internos de su desarrollo, garantiza la posición de sujeto, el compromiso, el protagonismo en el propio proceso de su formación integral y con ello su posición electiva en relación con la vida laboral, personal, familiar, social y política, expresado como una tendencia hacia el futuro, sustentada en sus posibilidades de desarrollo no actualizadas.

Lo anterior significa que el potencial de desarrollo que posee el estudiante, le permite establecer una valoración crítica entre los procesos de evaluación externa que recibe en su sistema de relaciones e interrelaciones y el proceso de autoevaluación que se produce en él. Como consecuencia, al configurarse el proceso de autodeterminación, éste se expresa en un nivel de regulación consciente volitivo.

Desde el sistema de procesos conscientes que tienen lugar en la escuela, el estudiante ocupa una nueva posición social que lo prepara y enfrenta hacia la elección de su futura profesión, lo cual se constituye en un acto de autodeterminación producto de la reflexión personalizada de sus capacidades, deseos e intereses, de las posibilidades reales vinculadas al objeto de su elección, y de las necesidades sociales existentes.

A través de la elección profesional el estudiante establece un análisis para determinar si sus necesidades, intereses aspiraciones e intenciones se corresponden con los requerimientos de estas profesiones, las exigencias para su desempeño, las demandas que de ellas hace la sociedad, así como de sus perfiles de aplicación.

Especialmente en el preuniversitario, el nivel de autodeterminación se manifiesta en el hecho de que el estudiante pueda desarrollar sus formaciones afectivo motivacionales y valorativas a través de la dinámica de los procesos de dirección y autodirección en las diferentes situaciones educativas que se originan en el proceso docente.

En el preuniversitario la preparación para el futuro se garantiza a partir de la labor de orientación educativa que realiza el colectivo pedagógico, encaminada a promover en el estudiante el desarrollo de sus recursos personales y sociales para propiciar las elecciones personales, y con ello una participación cada vez más activa en función de su propio crecimiento y desarrollo.

La formación integral del estudiante en el preuniversitario transcurre en íntima relación dialéctica con las influencias que recibe de su entorno social más lejano ( macro medio), es decir de las influencias que ejerce la sociedad a través de los medios de comunicación masiva, desde donde se promueven modelos de actuación profesional y se legalizan necesidades profesionales, se valorizan las profesiones y se brindan informaciones que en general el estudiante procesa y pone en relación con sus expectativas; las influencia del entorno más inmediato; la comunidad ( mezo medio ), desde donde provienen modelos concretos de actuación profesional que por vía directa o indirecta inciden en los procesos de valorización y desvalorización de determinadas elecciones, así como las influencias de la familia ( micro medio ), portadora de tradiciones, creencias y expectativas en relación con lo profesional que va depositando en sus hijos, por vía directa o indirecta y que en sentido general se constituye para el estudiante en una presión familiar que gravita sobre sus elecciones futuras.

En este proceso se presenta como regularidad el que las relaciones que se establecen entre la escuela y el entorno social están mediadas por el grupo escolar como espacio indispensable de transformación para el estudiante, de plenitud para el desarrollo de su individualidad, a partir de los valores que existen en el grupo y que el estudiante va haciendo suyos, de las evaluaciones que del grupo recibe y de todas las modificaciones que se van presentando en él en relación con sus concepciones, sus propias creencias y que con mucha fuerza durante esta etapa de desarrollo encuentran expresión en las decisiones que el estudiante de preuniversitario realiza.

Nuestra visión sobre la formación integral es explicada como un sistema de procesos conscientes, que deviene de la relación esencial que se establece entre procesos externos e internos del desarrollo, la que se sintetiza en las unidades de desarrollo que son esenciales en la creación del potencial del desarrollo característico del adolescente tardío, lo que se expresa en forma de comportamiento social activo y positivo del estudiante en los diferentes contextos.

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