Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 27 (mayo 2011)

LA PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO A LOS PROBLEMAS DE CONDUCTA EN LAS ESCUELAS REGULARES


Jorge Duvalón Ramírez
Profesor del Departamento de Educación Especial
Universidad Pedagógica Frank País García. Santiago de Cuba. Cuba
jduvalon@ucp.es.rimed.cu
Odalis Hernández Reyes
Maestra: Escuela Especial Manuel Isla Pérez




Palabras claves: trastornos de la conducta, problemas de conducta, prevención.

Resumen

El presente trabajo forma parte del proyecto SISPRE “Sistema de prevención a la conducta problema” que se desarrolla en Universidad de Ciencias Pedagógicas Frank País García de Santiago de Cuba, el mismo presenta un análisis de la conducta problema y su prevención proporcionando distintas interrogantes a los maestros de la educación regular que le permiten tener mayor precisión en el diagnóstico, caracterización y acciones a desarrollar con estos alumnos, se proporciona ejemplos prácticos de como una simple dificultad en la conducta o el aprendizaje puede convertirse en un gran problema para el niño, su familia y la sociedad en general si no trazamos acciones preventivas tempranamente.

Cada vez más son los niños que fracasan en las escuelas por dificultades que, con una adecuada atención temprana pueden corregirse para que los niños puedan continuar su curso normal en las escuelas, estos fracasos están asociados a muchas causas y condiciones que pueden prevenirse. Las transformaciones que se han producido en algunos sistemas educativos facilitan que los maestros trabajen de manera preventiva durante todo el proceso docente educativo, estas transformaciones, por si solas, no logran mayor efectividad en el sistema de prevención con relación a los problemas de conducta y de aprendizaje si no van acompañados de la consecuente preparación de los maestros para estas nuevas condiciones.

Es el objetivo de este artículo analizar algunos elementos de la conducta problema y su prevención en las escuelas regulares y algunas estrategias para su tratamiento.

Cada grupo cultural es poseedor de ciertas normas de comportamiento a las cuales se supone deban adaptarse sus componentes; la no adaptación a dichas normas constituye la conducta problema. Desde el punto de vista cultural, las manifestaciones de conducta consideradas como problema varías ampliamente.

Por ej: El maestro considera al alumno extremadamente como un alumno preferido, y deseable en su clase, mientras que el psicólogo ve, en esta misma conducta, la posible manifestación de un conflicto que puede interferir en el posterior desarrollo del niño.

Podríamos definir los problemas de conducta como formas del comportamiento humano contra los cuales alguien protesta o resulta afectado.

Martens (1996) llega a la conclusión en sus estudios que cada niño es un problema o puede llegar a serlo y que, en cualquier momento, todos pueden necesitar atención, aunque los signos exteriores pueden fluctuar desde cero, dentro de las normas aceptadas, respecto a la delincuencia juvenil. Por otra parte Cesar Coll y otros autores (1995), citado por J. Duvalón, resaltan la referencia social como criterio para la identificación y definición del trastorno; esto supone su consideración como patrones de conducta estables que implica la violación o no adquisición de las reglas o normas que regulan los intercambios sociales, y que deberían estar adquiridas según la edad del sujeto.

Los maestros y los padres tienden a considerar de mayor gravedad aquellas conducta que alteran el uniforme desenvolvimiento del aula, la tranquilidad del hogar o que violan las normas impuestas o establecidas por la escuela, aun cuesta mucho trabajar dentro y para la diversidad, la no comprensión de este aspecto trae aparejado muchos problemas de disciplinas en las escuelas y constituye una de las causas de la conducta problema, según nuestro criterio.

El silencio absoluto, el no te pares, no te muevas, no hables, el todo el mundo tiene que hacer esto sin tener en cuenta las características individuales de cada cual, el escuchar lo que quiero y no lo que realmente piensan los alumnos, la falta de interactividad y de comunicación significativa constituyen, a nuestro modo de ver elementos que están atentando contra el normal desarrollo de los niños y por tanto a la aparición de distintos niveles de ansiedades que pueden convertirse posteriormente en problemas de conducta, de aprendizaje o en un trastorno propiamente dicho.

¿Cuáles pueden ser las causas de la conducta problema?

Las causas de la conducta problema son muy variadas, pero existen principios generales que ayudan a comprender cualquier problema particular del niño.

La discusión sostenida por los autores entre lo biológico y lo social en la aparición de la conducta problema es un hecho que data de largo tiempo, sin entrar a profundizar en esta aspecto, ya que no es nuestro objetivo, consideramos esta controversia infructuosa cuando algunos autores tratan de arrojar la culpa de toda conducta indeseable, bien sobre lo biológico o bien sobre lo social o tratan de separar la conducta de la psiquis. El hombre es un ser social, lo cual no significa negar lo biológico, aunque muchas investigaciones demuestran el papel importante del aspecto social en la aparición de la conducta problema.

Nadie niega que la conducta del niño sea de un órgano biológico viviente. Si este organismo no funciona adecuadamente a causa de un problema biológico o de ciertos factores patológicos, puede comportarse de manera diferente a la generalidad de sus semejantes. El defecto físico en sí mismo no da lugar, necesariamente, a una forma peculiar de conducta pero, condiciona la respuesta del niño durante la interacción social.

En este sentido Vigotski, citado por Alexandr Tolstij en El hombre y la Edad (1989) elaboró el principio de la unidad integral de lo social y lo individual. Este principio le permitió plantear el concepto de situación social de desarrollo. Con dicho término denominó la peculiar combinación de procesos internos de desarrollo y de condiciones externa. La conducta sin la psiquis no existe como tampoco existe la psiquis sin la conducta, sentenció.

La segunda gran fuente originaria de problemas de conducta es el resultado de la interacción entre el niño y su ambiente, las investigaciones realizadas en muchos países demuestran la gran importancia de estos elementos en la aparición de la conducta problemas concluyendo que estos, constituyen factores determinantes, mientras que, lo biológico constituyen, factores condicionantes.

La naturaleza de la conducta problema está determinada por la historia de vida de ese niño con relación a su medio, es infructuoso el criterio de buscar las causas de la conducta problema a partir del niño, sin tener en cuenta que esos problemas se los crearon en la mayoría de los casos, de ahí que con esta forma de proceder en la búsqueda de las causas, se dirigen hacia el niño todos los tratamientos, todas la repulsa y muchas veces dejamos fuera a los que verdaderamente tienen los problemas. Hay un factor importante que es la comunidad y específicamente el barrio, la vecindad donde se desarrolla el niño con su familia, hasta el niño más pequeño es influido por la comunidad, las condiciones culturales de la misma afectan los patrones de conducta de sus padres y los mismos son asimilados por los hijos.

Desde la edad de tres años, aproximadamente, el niño entra en contacto directo con los vecinos y sus compañeritos de juego. Desde esa temprana edad la comunidad se convierte en un creciente condicionador de su comportamiento.

La escuela es una de las instituciones sociales con la cual el niño establece íntimo y prolongado contacto. La diferencia fundamental con la familia y la comunidad es que ésta posee reglas muchos más específicas que el hogar o de la barriada y se realiza un proceso organizado para cumplir los propósitos dados socialmente a la escuela.

A causa de su íntimo contacto con el niño el maestro es el agente de mayor importancia en las relaciones entre la escuela y el niño. Este solo hecho podría ser un elemento suficiente para sostener la idea que el maestro antes que nada debe, conocer y comprender al niño, este hecho se constituye en el primer elemento de prevención dentro de la escuela. La comprensión de la personalidad del niño, de su conducta, de su estilo de aprendizaje, de su familia y su cultura debe convertirse en el elemento más perentorio para la prevención y el tratamiento a la conducta problema.

Por estas y otras razones insistimos que, aunque el maestro ponga sus esfuerzos sobre la preparación de las asignaturas nunca debe abandonar o menospreciar el estudio del niño y de cómo el proceso que se está desarrollando satisface las expectativas de los niños y su familia, cómo aprende, cómo se comporta, cuáles son los motivos fundamentales que regulan su aprendizaje y su comportamiento.

En más de un 50 % de los niños con problema, estudiado por nuestro proyecto de investigación comienzan teniendo o manifestando algún problemas de conducta, (hiperactividad, manifestaciones de agresividad, incumplimiento de algunas órdenes de los maestros, incumplimiento de tareas, pequeñas indisciplinas que molestan a los demás, etc.) de aprendizaje en los primeros grados, fundamentalmente en segundo y tercer grado, estos problemas no fueron bien atendidos y se fueron agudizando hasta convertirse en problemas de conducta, los cuales responden a diversas causas.

Comprobamos que este situación sigue una trayectoria evolutiva que evidencian cómo podemos corregir tempranamente estos problemas o cómo pueden agravarse estos hasta instaurarse en la personalidad del niño como un estable trastornos de la conducta, en los que hay que realizar una mayor inversión de recursos materiales y humanos para lograr su corrección o compensación.

Pongamos el siguiente ejemplo.

Un niño con problemas de aprendizaje (Consideramos estos como un problema objetivo) no vence los objetivos esenciales del segundo grado en la asignatura Matemática, el maestro, por su parte, concentra toda su atención en el niño sin buscar las causas que puedan explicar este problema, las exigencias aumentan sobre el niño y también sobre el maestro. Se le suprime todo tipo de juegos hasta que no avance en la escuela, se le castiga, recibe el reproche de distintas formas sutiles de los padres y sus compañeritos. ¿Cómo se va sintiendo psicológicamente este niño? Estos problemas objetivos se van convirtiendo en otros más serio aun, el niño comienza a hacerse la idea fija, producto a nuestra actuación, que él no sabe, que no puede responder a lo que se le exige con el éxito de los demás, es el centro de atención (problemas subjetivos) y comienza a ser grosero e irrespetuoso, negativo a realizar las tareas, rechaza la asignatura y por último no quiere entrar al salón de clases. Será que el niño con estas manifestaciones nos está tratando de plantear su inconformidad con las estrategias que hemos utilizado.

Todos estos problemas subjetivos agravan este complejo panorama en que hemos puesto al niño e inmediatamente ponemos la etiqueta “tiene problema de conducta” con la correspondiente implicación que tiene esto para el niño, la familia y el propio maestro, reflexionemos sobre las siguientes interrogantes:

¿Cómo entender e interpretar la conducta del niño?

¿Quién o quiénes deben darle solución a estos problemas?

¿Qué sistema de ayuda necesita el niño?

¿Debemos llevar al niño a una escuela especial para que resuelva estos problemas?

¿A partir de qué diseñamos el sistema de ayuda?

¿Qué participación tiene la familia, cómo involucrarla en el proceso del cambio?

¿Cómo revelar las potencialidades de este niño?

Dejamos abiertas estas interrogantes para que sean analizadas por los maestros, siendo necesario hacer referencia a los siguientes elementos:

1. No podemos buscar las causas solamente en el niño.

2. Hay que buscar también las insuficiencias del proceso que estamos desarrollando en la escuela, en nosotros, en nuestros métodos de trabajo, en las actividades que diseñamos para satisfacer las necesidades, en cómo involucramos al niño y su familia, etc.

El conocimiento de las causas para lograr eficiencia en los programas de intervención a los problemas de aprendizaje y de conducta no parte de conocer al niño, sólo, en el salón de clases sino, también, en el juego, en la comunidad, evitando las generalizaciones que nos conllevan a la simplicidad y superficialidad en las valoraciones con respecto al niño.

En muchas ocasiones el maestro actúa en solitario, sin percatarse que la prevención a estas conductas es un sistema, en las condiciones actuales de transformaciones globales entendemos el sistema de prevención como un proceso movilizador y creador de condiciones anticipatorias a distintos niveles para evitar, atenuar o disminuir los efectos de los riesgos a que están o pueden estar sometidos los niños, niñas, adolescentes y jóvenes con el fin de lograr mayor calidad de vida. Dentro del mismo se tienen en cuenta distintos principios metodológicos que parten de considerar al hombre como protagonista activo dentro del proceso de aprendizaje y desarrollo.

Uno de estos principios es la interacción participación, que va dirigida a transformar el mundo interno del niño, al cambio de funciones psicológicas que garanticen un aprendizaje de modos de actuación positivos, sobre la base de actividades que, conjuntamente, se elaboren con él y aquellas que él proponga.

En este aspecto en la actividad se centra la experiencia interpersonal, garantizando las vivencias del niño y el otro es, el educador u otro niño más capaz, donde todos confluyan en intercambios de saberes. Nos referimos, fundamentalmente, a las actividades donde el niño organiza, estructura, propone, actúa, ejecuta dentro de la dinámica del proceso docente educativo.

Estas las podemos realizar a través de la asignación de tareas, donde el alumno a través de un proceso interactivo defina los objetivos, se ponga en situaciones problematizadoras, que busque los medios racionales para la solución adecuada de un problema, desde su óptica, sus vivencias, desde su cultura, la que ha adquirido en la escuela o fuera de ella para, de esta maneras, poder corregir las actuaciones incorrectas a partir de su reflexión, la concientización y no, de la infructuosa e inmovilizadora imposición. Si estos aprendizajes no llevan esa carga consciente, reflexiva dentro de la implicación, la pregunta ¿qué pasará cuando el niño se encuentre fuera de esa imposición? es fácil encontrar la respuesta.

En estas actividades el maestro interactúa, crea inquietudes, nuevas expectativas y nuevas necesidades en los alumnos.

Admitir y valorar las actividades desde esta perspectiva se necesita un rediseño de los mediadores externos utilizados por el educador y el proceso en sí.

La Personalización y la Socialización es otro de los principios en la educación de estos niños. Educar aceptando el principio de la diferencia y la individualidad, es tener en cuenta y respetar las características de los niños, es organizar y estructurar el proceso sobre la base de esto, poco hacemos si, en las evaluaciones que realizamos a estos menores, sólo nos concentramos en ellos y no, también, al proceso que se desarrolla, es decir, responder las preguntas que poco nos hacemos en estos casos ¿el proceso que estamos desarrollando satisface las necesidades de los niños, despliegan todas sus potencialidades, las actividades que se desarrollan nos conllevan a la solución de los problemas para que pueda continuar su curso “normal” dentro del medio regular, nos hemos propuesto concientemente esos objetivos, conocemos las opciones metodológicas, los padres participan, tenemos en cuenta el grupo escolar como elemento importante que contribuirá de manera decisiva a la socialización del niño a partir del trabajo personalizado.

Este principio, aunque comienza con el trabajo individual o personalizado, no debe ser absoluto este aspecto, pues el niño vive en sociedad, en grupo y debemos educarlo para que conviva y se desarrolle en los distintos grupos a partir de sus propias características y posibilidades.

Confianza, seguridad e identidad es otro de los principios para el tratamiento a los problemas de conducta.

Las propias características de los niños con trastornos de la conducta justifica la existencia de este principio, por eso es tan necesario ofrecer diferentes problemas en la praxis que estimule las relaciones interpersonales significativas, lo cual contribuirá a que el niño tenga una imagen positiva de si mismo, tan deteriorada en estos casos por las constantes críticas, decepciones y fracasos en que el niño se ha visto envuelta.

Una cuestión importante dentro de este principio es crear, en todas las actividades que se desarrollan en le proceso, un ambiente cordial, donde el alumno pueda tener confianza, para que vaya aprendiendo a transmitir seguridad emocional e identificándose con aquellas conducta o manifestaciones que les sean agradables.

El educador en su relación con el niño juega un papel esencial, ya que a los niños les he imprescindible tener confianza en su maestro, tener la seguridad de creer en lo que dice, sobre todo porque actúa en consecuencia con lo que dice, poder contar con ellos, ya que a su llamado, los maestro, darán amistad, comprensión, seguridad, ayuda en la solución de sus problemas o le abrirán un camino de esperanza y optimismo.

Sólo en estas condiciones es posible la relación significativa, que es diferente a la dependencia. A través del vínculo afectivo aparece la identificación con la tarea educativa.

La base de la seguridad es la confianza y, en estos niños, podemos lograrla teniendo en cuenta los elementos siguientes:

• No hacer promesas a los niños que no se puedan cumplir.

• Conocer sus intereses y potenciar su zona de desarrollo próximo.

• Explicarles objetivamente sus posibilidades y limitaciones ante distintos problemas.

• Escuchar con atención sus opiniones.

• Hacer que, a partir del respeto, el niño se sienta apreciado.

Cuando analizamos la conducta de los niños con este tipo de problema encontramos un constante desequilibrio emocional, causado, entre otras cosas, por los reiterados criterios negativos que tenemos de los niños, su cadena de fracasos escolares, por los rechazos manifiestos o incubiertos que se realizan por distintas personas que tienen algún significado para el niño, estos últimos son los que más daño emocional les hacen, ya que él espera que sean estas personas las que más lo ayuden y cooperen en su educación.

El aprecio al niño se manifiesta en un tratamiento respetuoso, quien no respeta al niño y lo trata mal, con agresividad sistemática, no lo aprecia.

El niño no pude percibir el aprecio que le tenemos:

• Basando las relaciones en malos tratos.

• Cuando nos centramos más en los fallos que en los aciertos.

• Cuando hacemos valoraciones simplistas y superficiales de los comportamientos de los alumnos.

Por último, recuerde que, estos niños aunque a veces no les resulten simpáticos o agradables la mayoría están buscando de alguna manera reducir su sufrimiento, de salir de su situación, de buscar otros caminos o de alguien que los ayude a buscar otra luz. Hagamos que se desarrolle para bien, la estrella con que nacen los niños, ya que, en ellos está el futuro del mundo.

Bibliografía que se pueden consultar sobre el tema

TOLSTIJ, Alexander. El hombre y la edad. Moscú: Editorial Progreso, 1989.BRIOSO A, SARRÍA E. TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO Capítulo 10. Editorial Alianza, Madrid, España, 1995.

GONZALEZ REY, Fernando. Personalidad desarrollo y comunicación. La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1995.

DUVALÓN RAMÍREZ, Jorge. El trabajo correctivo compensatorio y sus opciones teóricos metodológicos en el tratamiento a los trastornos de la conducta. En Revista Iberoamericana de Pedagogía Desafío Escolar. Año 2. Vol 6. octubre – noviembre de 1998. p 55 – 62.


 

 
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