Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 25 (marzo 2011)

TRABAJO EDUCATIVO Y PROYECTO DE VIDA: UNA RELACIÓN NECESARIA
 

Mirta Felicita Mayet Wilson
Universidad de Ciencias Pedagógicas “Frank País García”de Santiago de Cuba, Cuba
mirta@ucp.scu.rimed.cu
 

 

Resumen:

El colectivo pedagógico como espacio de coordinación de las acciones educativas debe potenciar el desarrollo de cualidades y valores en los estudiantes que faciliten la realización de proyectos de vida desarrolladores que les permita tomar las riendas de su futuro, comprometiendo su ser y hacer, en función de direccionar su comportamiento, ocupando un rol protagónico en su proceso formativo.

Precisamente el presente artículo va dirigido a los colectivos pedagógicos, en aras de promover la transformación en los modos de actuación de los futuros profesionales de la educación, incentivando la elaboración de proyectos de vida realistas y alcanzables, y llevándolos a la práctica como elemento esencial para la autorregulación y perfeccionamiento de su personalidad a partir de la necesaria relación trabajo educativo- proyecto de vida.

Palabras Claves: trabajo educativo, proyecto de vida, colectivo pedagógico, formación, formación profesional.

Summary:

The group teaching as an area of coordination of educational activities should promote the development of qualities and values in students that facilitate the realization of life projects developers to enable them to take charge of their future, jeopardizing its be and do, depending on direct their behavior, taking a leading role in their learning process.

Precisely what this article is intended for educational groups, in order to promote transformation in the modes of action for future education professionals, encouraging the development of life plans realistic and achievable, and putting them into practice as essential to self-regulation and improvement of his personality from the necessary relationship education work-life project.

Keywords: education, life planning, educational group, formation, vocational training.

En Cuba, la escuela es la institución social que le ha sido asignada la misión de conducir el proceso educativo, que conlleva a la formación y desarrollo de las nuevas generaciones, por lo que resulta importante la labor de los colectivos pedagógicos para cumplir esta importante labor.

La escuela cubana y en particular los centros formadores de profesores, inmersos en la renovada revolución educacional y cultural reclaman del despliegue de las potencialidades creadoras de los colectivos pedagógicos con vista a conducir los procesos de cambio educativo, sustentado en los aportes de destacados educadores cubanos, entre ellos: José de la Luz y Caballero, Félix Varela, Enrique José Varona, José Martí, entre otros.

En el cumplimiento de esta aspiración el accionar de los colectivos pedagógicos debe caracterizarse por la unidad para emprender las acciones, el trabajo sistemático y coherente para lograr una formación continuada, un ambiente de cooperación, además de aglutinar a otras instituciones educativas que también ejercen influencia y contribuyen a la educación. En tal sentido A.S Makarenko afirmaba que… “Ni un solo educador tiene derecho a actuar en solitario… allí donde los educadores no están unidos en colectivo y el colectivo no tiene un plan único de trabajo, un modo único definido de abordar al niño, allí no puede haber ningún proceso educativo” (1).

Actualmente es importante resaltar que, en la universidad de ciencias pedagógicas durante el período de habilitación pedagógica, el colectivo de profesores posee mejores condiciones para desarrollar con éxito el trabajo educativo, teniendo en cuenta su permanencia en la atención a los estudiantes, unido a una mayor presencialidad y experiencia en la Educación Superior.

El colectivo pedagógico de año es un espacio de mediación entre lo social (exigencias sociales, modelo del profesional) y lo individual (personalidad de cada sujeto implicado), el cual está integrado por profesionales de la educación, organizados por una institución docente con vista a cumplir determinadas exigencias y tareas educacionales de gran contenido social.

Constituye un referente esencial la teoría de Vigotsky cuyos postulados constituyen la base conceptual y metodológica en la explicación de la formación de la personalidad, por tanto se asumen los fundamentos relacionados con la naturaleza sociohistórica de la psiquis humana, pues parte de la premisa de que el hombre es un ser social, un producto de la sociedad y un sujeto de las relaciones sociales, además de considerar que los fenómenos psíquicos se desarrollan históricamente, en función de las condiciones de vida y actividad social en que el sujeto está inmerso. También se asume de este autor, la mediación de la actividad y la interacción humana en el desarrollo de la subjetividad individual, el papel de la cultura y la educación en ese desarrollo. Consecuentemente, el desarrollo es fruto de la interacción social con otras personas (colectivo pedagógico), que representan los agentes mediadores entre el individuo y la cultura.

En consecuencia, el trabajo educativo requiere iniciativa y creatividad, por ello es incorrecto emplear formas y métodos de organización únicos y obligatorios para todos los casos, no es posible dar recetas de cómo educar.

El trabajo educativo comprende la asimilación de normas de conducta, sentimientos, cualidades, actitudes, conceptos morales, valores, principios y convicciones en los estudiantes que se forman en la universidad pedagógica, propiciando la participación consecuente en el desarrollo del proceso histórico social, de forma activa y creadora. Esta labor educativa se sustenta en el principio de la unidad entre el proceso de enseñanza y el de educación, es decir, se enseña y se educa en todo momento, mediante la participación activa y consciente del estudiante en las diversas actividades. Al respecto, José Martí consideraba que había que instruir, orientar, dirigir el pensamiento, pero al mismo tiempo, era imprescindible orientar y dirigir los sentimientos. En este sentido se revela el papel que juega el maestro en la formación de los educandos.

En consecuencia, en el trabajo educativo, “… el educador ocupa un lugar significativo, porque es el responsable de organizar las influencias que recibirá el alumno, tanto en la clase como en el resto de las actividades en que participa. El corazón del trabajo educativo es la labor de los profesores” (2).

En las ideas anteriores se refuerza y a la vez se connota la importancia de la labor del colectivo pedagógico en la educación y formación de los profesionales de la educación, que en opinión de la autora, resulta oportuno que se considere como contenido de esta labor, el desarrollo de proyectos de vida en los estudiantes, haciendo énfasis en los profesionales, utilizando para ello diversos espacios ya sea por vía curricular o extracurricular.

Evidentemente, el proyecto de vida como contenido y sustento del trabajo educativo permite concebir al estudiante no solo como objeto sino además como sujeto de su educación, teniendo en cuenta que “Los Proyectos de Vida constituyen sistemas de orientaciones y valores vitales de las personas, que expresan la síntesis de sus necesidades y aspiraciones esenciales proyectadas en los contextos y escenarios imaginados de su autorrealización personal, de acuerdo con la posibilidad reconstructiva de la experiencia pasada y su actualización con los recursos reales disponibles para su transformación y desarrollo “ (D’ Ángelo, O. 1983) (3)

Se destaca la necesidad de involucrar al estudiante en su propio proceso de desarrollo, a través de un proceso orientador, en tanto, “una educación verdaderamente desarrolladora tiene que estar orientada a que la personalidad conscientemente pueda plantearse el logro de niveles superiores de desarrollo como una necesidad intrínseca. Nadie puede llegar a ser protagonista de ningún proceso al margen de sus propias necesidades y aspiraciones” (N. Cárdenas, 2003) (4)

La idea anterior permite corroborar la afirmación de que los estudiantes en su formación profesional pueden adquirir la capacidad para dirigir y controlar su actividad y su comportamientoen los diferentes contextos y también guiar su propio desarrollo, lo cual se facilita a través de sus proyectos de vida, sustentados en valores humanos como la responsabilidad, solidaridad, incondicionalidad y dignidad considerados como “jerarquizados” en la formación de los profesionales de la educación, de manera tal, que se articulen con proyectos sociales que garanticen tanto el bienestar del estudiante como también de la sociedad, al trazarse expectativas en su proyecto de vida como vía para el mejoramiento humano, elevando su autoestima.

Sin embargo, la aplicación de métodos y técnicas de investigación y la propia experiencia empírica de la autora de este trabajo, demuestran que una gran parte de los estudiantes han estructurado insuficientemente su futuro, lo cual se evidencia en: carencia de planes para el futuro en el orden personal y profesional, escaso conocimiento de sí mismo, dificultades en la autovaloración; en otros casos no logran identificar acciones para alcanzar las metas propuestas y regular su conducta de acuerdo a lo que exigen estas, lo que incide en la actitud que asumen ante el cumplimiento de los deberes estudiantiles.

A partir de estas insuficiencias el profesor como formador educativo debe fortalecer determinadas cualidades en los estudiantes entre las que se encuentran:

-Responsabilidad por las consecuencias de las acciones.

-Disposición para cumplir las tareas y planes propuestos.

-Desarrollar motivaciones y valores que garanticen el cumplimiento de la meta propuesta.

-Flexibilidad en el pensamiento.

-Visión de futuro.

El proyecto de vida facilita al colectivo pedagógico la estructuración un trabajo educativo más organizado, en tanto, permite el conocimiento de las direcciones de la vida de cada uno de los estudiantes, posibilitando identificar sus principales problemas así como, las áreas de conflicto para cumplir su función orientadora y apoyarlos en el proceso del crecer, de manera que tomen decisiones pertinentes que tengan en su base a los valores.

Propiciar proyectos de vida desarrolladores que contribuyan al bienestar emocional de los estudiantes y a su preparación para un futuro pleno, implica mayor calidad de vida. El logro de este propósito requiere de la unidad de los docentes para emprender las acciones, del trabajo sistemático y coherente para lograr una adecuada formación, basada en: la comunicación dialógica, abierta, franca; en la reflexión, en el conocimiento de sí para la toma de decisiones y la autodeterminación.

Es importante destacar que, los estudiantes en las universidades de ciencias pedagógicas se encuentran en el umbral de la vida adulta, aparece en ellos la necesidad de determinar su lugar en la vida, estrechamente vinculada a la preocupación por el futuro. Es una etapa de definiciones, por eso los proyectos de vida que se venían conformando tienen que concretarse o materializarse, adquiriendo gran connotación en la formación del profesional de la educación, pues a través de los proyectos de vida ellos expresan sus necesidades y aspiraciones esenciales, se trazan metas teniendo en cuenta sus potencialidades reales de lograrlas.

De ahí que, la sustentación en valores del proyecto de vida se complementa con el planteamiento de metas de gran significación en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana y de lo social, que es expresión de aspiraciones y expectativas en relación con los valores asumidos. En la elaboración de sus proyectos de vida los estudiantes necesitan conocerse a sí mismos, descubrir sus habilidades, sentimientos y jerarquizar las metas a alcanzar, conciliando el ideal con la realidad donde están inmersos, con las limitaciones y necesidades del contexto. En tal sentido, afirma Del Pino Calderón Jorge: “… lo que hace admirable y útil a un proyecto de vida es su capacidad de integrar nuestros sueños con las necesidades y posibilidades sociales, que nos permite servir a los demás en la misma medida en que somos felices y estamos orgullosos de nosotros mismos…A partir de esta dialéctica entre lo social y lo individual , entre lo externo y lo interno es que se produce la autodeterminación del ser humano y este decide qué va a hacer con su vida “(5)

De manera que el proyecto de vida como formación psicológica constituye una elevada expresión de nuestra conciencia y desarrollo. Se demuestra la necesidad de continuar buscando nuevas vías, estrategias y métodos para el perfeccionamiento del trabajo educativo en la formación de los profesionales de la educación, ya que estos tienen un papel esencial en la continuidad de la sociedad, al insertarse en las escuelas para educar a las futuras generaciones. Para el logro de este propósito es importante que los colectivos pedagógicos logren movilizar el potencial autorregulador de la personalidad de los estudiantes, implicándolos en su proceso formativo donde juega un papel fundamental la elaboración interior de las influencias exteriores. En relación a ello N.I.Boldiriev expresó: “El paso de lo exterior a lo interior, la transformación de las influencias exteriores en motivos interiores, actitudes y orientaciones vitales, es la condición necesaria de la formación y el desarrollo de la personalidad” (6)

En la práctica de la educación, la atención de los colectivos pedagógicos se centra con frecuencia solo en la organización de las influencias exteriores sobre la personalidad del estudiante; cuando en realidad se precisa llevar de frente la relación sentir-pensar-actuar que permita la elaboración de proyectos de vida transformadores. Es decir, el profesor debe saber cómo el estudiante comprende, cómo siente las diferentes impresiones y qué saca de ellas ya que el sujeto actúa en su integridad como personalidad, de ahí la importancia de tener en cuenta la unidad de lo cognitivo y lo afectivo.

A modo de conclusión, resulta importante significar que, el accionar del colectivo pedagógico orientado a propiciar la elaboración de proyectos de vida desarrolladores y alcanzables que conduzcan a la transformación deseada en los estudiantes, constituye el resultado de un adecuado trabajo educativo.

Existe una necesaria relación entre trabajo educativo y proyecto de vida concebida como un aspecto esencial en el quehacer pedagógico, siendo una alternativa que facilita el autoperfeccionamiento de la personalidad y de los modos de actuación profesional de los estudiantes.

Referencias bibliográficas:

(1)Makarenko, A. La colectividad y la educación de la personalidad

La Habana. Editorial Pueblo y Educación. 1979. p20

(2)Fragmentos del discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el acto de graduación del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domenech”, el 7 de Julio de 1981.

(3)D’ Angelo, O. Sociedad y Educación para el Desarrollo Humano. Editorial Pueblo y Educación, 2004.

(4)Cárdenas, N. La educación y el autodesarrollo de la personalidad. ISP J.Marinello. Matanzas. Congreso Pedagogía. 2001.

(5)Del Pino Calderón, Jorge. Temas de Introducción a la Formación Pedagógica. Editorial Pueblo y Educación. La Habana. 2004. p120.

(6)Boldiriev N.I Metodología de la Organización del Trabajo Educativo

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