Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 24 (febrero 2011)

REFLEXIONES SOBRE LA FORMACIÓN DEL VALOR SOLIDARIDAD EN LOS DOCENTES EN FORMACIÓN INICIAL, EN LA CARRERA DE EDUCACIÓN PRIMARIA
 

Nuris Romero Álvares
Universidad de Ciencias Pedagógicas “Pepito Tey” Las Tunas, Cuba
nuris@ltu.rimed.cu

 

 

Resumen

Al hablar del docente que aspira a formar nuestra sociedad, no podemos dejar de mencionar la necesidad de formar valores y de modo significativo el valor solidaridad, pues constituye un elemento de gran importancia en la formación de docentes en formación inicial de la carrera de Educación Primaria, en estrecha relación con el sistema de valores; el cual se forma a través de la actividad que desarrolla durante la carrera, sus vivencias, la comunicación y las valoraciones positiva hacia las interacciones de ayuda mutua, cooperación, desprendimiento, altruismo, desinterés, entre los sujetos que han de preparar a las nuevas generaciones.

Palabras claves: valores, solidaridad, necesidades, actividad, comunicación, vivencias, actividad valorativa.

El valor solidaridad como un elemento de la conciencia social e individual, expresa la significación social positiva, buena, de ayuda mutua, cooperación, altruismo, en oposición al mal, al egoísmo humano. Se refleja en forma de principios, normas sobre el bien y el mal, lo que regula la conducta hacia la interacción benéfica de los unos hacia los otros en la satisfacción de sus necesidades y el perfeccionamiento humano.

L a formación del valor solidaridad tiene varia etapas de desarrollo: desde edades tempranas, (en preescolar), a partir de la formación de nociones positivas acerca de la realidad, (en la edad escolar); la aparición de juicios de valor; a tendencia hacia la autodeterminación, (en los adolescentes) y la aparición de escalas de valores y convicciones personales, (en la juventud).

Cuando nos referimos a la formación del valor solidaridad lo consideramos como un proceso educativo en el que el contenido axiológico, referido a las ayudas, cooperación, altruismo, desprendimiento, sacrificios: adquieren una significación positiva desde el punto de vista social; que en el contexto de las relaciones interpersonales son aprobadas y reconocidas, al pasar a ser parte importante de la conciencia del sujeto.

La solidaridad adquiere una significación individual en lo intra-psicológico, lleno de afectividad y donde la voluntad hace gala, al regular la conducta del sujeto hacia sus semejantes y la de una forma positiva; incorporándose a su vida como un proceso individualizado y tipificador de su personalidad.

Los jóvenes vivencian desde niños, día a día las interacciones que se producen entre las personas, los actos de solidaridad; a su vez ellos también en sus interacciones pueden llegar a ser solidarios con otros, a través de su forma de ser, la cual se va perfeccionando en la vida cotidiana, en las relaciones con los familiares, compañeros o amigos; en la vida la realidad se va interiorizando cada vez más la significación social positiva de las relaciones sustentadas en el amor y la unidad de los seres humanos, cuya manifestación se expresa a través de sus cualidades.

Es en estas vivencias positivas, en el contexto de su desarrollo que el contenido del valor solidaridad va ocupando un lugar un lugar en la escala de valores del sujeto ejerciendo una función orientadora, valorativa y normativa, convirtiéndose en reguladora y autorreguladora de su conducta y de su actitud ante la sociedad.

Es un proceso cambiante y no se produce espontáneamente, en él inciden múltiples factores, entre ellos se destacan: lo cognitivo, lo afectivo-volitivo, las vivencias, necesidades y experiencias personales.

Las “necesidades e intereses” se constituyen en fuerza motriz en la formación del valor solidaridad desde la formación inicial de docentes, al ser fuente objetiva de la actividad valorativa y motor impulsor en la orientación de las acciones de los sujetos hacia sus semejantes, (J.R. Fabelo, 1987) “…pues el sujeto social en la misma medida en que actúa en correspondencia con sus necesidades evalúa la realidad, discrimina aquello que es negativo o superfluo de lo útil, positivo y necesario que concuerde con lo que desea y tiene significación vital y social”. (1).

A su vez la solidaridad se convierte en una necesidad para todos los sujetos que interactúan, al tener la posibilidad de dar y recibir ayudas, de cooperación como un deber, sin discriminación, no porque sean amigos o se les conozca; sino porque todos tenemos el deber de ayudar al prójimo y el derecho de recibir ayuda de nuestros semejantes.

En la actividad valorativa se mueven los intereses y necesidades, su satisfacción y sirve de vehículo para la conversión de posibilidad de la solidaridad en realidad cualitativamente superior; al llevar en sí misma la negación de lo presente, pues las condiciones existentes no satisfacen el proceso de formación inicial del docente.

La actividad valorativa está mediada socialmente, así mismo el valor solidaridad emerge a partir de las valoraciones del tejido social en que deviene, se acumula de generación en generación, como resultado de la práctica social milenaria que constantemente se actualiza en la interacción con la realidad, haciéndola más humana.

Considerando la actividad valorativa como un proceso, referido al establecimiento de juicios valorativos, ideas que definen los criterios de valor sobre cualquier objeto, fenómeno, relación o circunstancia de la realidad, que incluye lo relativo a sí mismo, y que se expresan en posiciones positivas, ambivalentes o negativas acerca de ellos; estos criterios de valor se forman bajo la influencia de la práctica, objetal y comunicativa, la cual, en su desarrollo, no sólo engendra el ser real y funcional de las cosas, su significado, su valor, sino también la capacidad subjetiva del hombre para hacerles inteligibles.

Por lo que se deduce que la actividad valorativa incide en la formación y proyección que cobra el valor solidaridad “su significación” en las interacciones; regulado a partir de las valoraciones formadas al respecto, como reguladora y trascendente en la vida espiritual del los docentes en formación inicial, que condiciona la autoaceptación personal profesional y su valía.

La comunicación como forma especial de la actividad es un aspecto importante en la formación y objetivación práctica del valor solidaridad, a través de ella se valora, coordina y concretan las interacciones sujeto-sujeto sus nexos, vínculos; Ibáñez, J. (1987, González, F. y Mitjáns, A. (1989); Ibáñez, J. (1987); Penman, R. (1990);González, F. y Valdés, H. (1994); González, F. (1995),se prescriben las percepciones y las condiciones en que han de realizarse y regula la actividad psíquica de los docentes en formación inicial. La solidaridad es una propiedad humana, que se objetiva en la actividad social a través de la comunicación.

En la actividad y la comunicación se concreta el trato humano en la diversidad particular e individual de los sujetos que interactúan. Como expresara Carlos Marx, (1844), “…la relación del hombre consigo mismo solo se hace objetiva y real para él a través de su relación con otro hombre” (2), a través de ella se produce la calidad de las interacciones, la cooperación, ayuda mutua, altruismo, amor o lo opuesto a la solidaridad.

El valor solidaridad se constituye a partir de un sistema de ideas vivas y actuantes, lleno de contradicciones internas, dadas por la propia complejidad de las relaciones en el proceso de formación del docente y la diversidad de los sujetos que interactúan a partir del nivel de desarrollo alcanzado en la comprensión y desarrollo de este valor en lo intra-psicológico, nivel que en un momento determinado no satisface las exigencias de los cambios que se producen en la sociedad, provocando transformaciones que asimilan los rasgos positivos.

La existencia de contradicciones internas, se manifiesta de la siguiente forma: hacia unos sí, hacia otros no; algunas veces hacia la misma persona sí, algunas veces hacia la misma persona no; algunas veces hacia las otras personas sí, otras no; del mismo modo se produce respecto a determinados grupos.

En este sentido el valor solidaridad orienta la actividad y acciones de las personas hacia el mejoramiento humano y de sus condiciones de vida poniéndose objetivos, metas y fines. Como necesidad imperiosa para satisfacer las necesidades humanas.

Para N. Chacón, 2002, el valor solidaridad expresa: “la significación social positiva que tiene el hecho de establecer relaciones interpersonales por medio de la correlación de intereses individuales, de las clases, sectores, de la nación y de los países, en aras de un beneficio común a favor del progreso”. (3)

Explicita la necesidad de las interacciones que ayuden al perfeccionamiento constante del ser humano, este significado está perneado por la posición social que ocupan los sujetos interactuantes

El valor solidaridad genera un sentimiento de apoyo mutuo, agradecimiento, altruismo, respeto a las diferentes ideologías, de razas o de otro tipo, y sobre todo estimula y promueve la unidad de voluntades y de las fuerzas humanas, por el logro de objetivos o empeños comunes propuestos por quienes lo practican.

Sin embargo considera (N. Chacón, 2002) que la solidaridad se ve afectada en su contenido de las relaciones entre los (individuos más próximos), descuido de la atención humana al compañero, concentración en los problemas propios, egoísmo e individualismo, ante la solución de problemas materiales personales y familiares lo que afecta al valor colectivismo, al altruismo y los hábitos de educación formal. Además para ella es un valor que contribuye a aglutinar y a integrar la diversidad todas las fuerzas que contribuyen al progreso social o en este caso las fuerzas que intervienen en el proceso de formación inicial de docentes

La relación entre los distintos factores prepara al docente para la integración a la sociedad, su socialización, por medio de la interiorización de las normas y valores que son aceptados como adecuados, promovidos desde la formación inicial promoviendo la correlación entre lo social y lo individual sobre la base del colectivismo, el altruismo, la cooperación, ayuda mutua, sacrificio, en varias dimensiones. Papel esencial desempeña la solidaridad como valor en la solución de las contradicciones entre la individual y lo grupal.

La socialización e individualización del valor solidaridad es sumamente compleja, por tratarse de un aspecto importante del desarrollo de la personalidad y donde intervienen muchos factores, antes mencionados; pero reconocemos que se produce como una unidad dialéctica de asimilación y objetivación de los contenidos socialmente válidos, las valoraciones; de las relaciones concretas entre sí, la situación social del desarrollo, la actividad y la comunicación, reconociendo las diferencias individuales y las condiciones para su expresión.

Las vivencias afectivas son de gran importancia para la formación del valor solidaridad y expresión de él, a través de ellas expresamos conductas solidarias, interactuamos en ayudas, altruismo, cooperación y desprendimiento; reflejando modos de actuación que son también interiorizados en la actividad. Como estado de satisfacción o no con los otros.

Las propias funciones de las vivencias, como reflejo y regulación, L. I Bozhovich, (1982) expresa el papel de las vivencias en la formación de la personalidad. Sirve para comprender la relevancia que tienen las vivencias para la formación del valor solidaridad, la necesidad que lo mueve, lo agradable que le resulta o no ser solidario. (A.N. Leontiev, 1986) “…expresa que las vivencias efectivas tienen la función de señales internas; además regulan la actividad del sujeto, orientando y conduciendo su actuación”. (4) Y nos vincula al polo positivo, negativo, ambivalente o indefinido: constituyendo las interacciones un aspecto importante en el tránsito hacia lo agradable o positivo en la interiorización del valor solidaridad.

En esta interrelación, es donde cobra “significado” la solidaridad, a partir de las vivencias, que generan el contacto con la realidad. Viendo las “significaciones como importantísimo componente de la conciencia” (A.N. Leontiev, 1982), es la forma ideal del mundo objetal, es el reflejo psíquico de la realidad, generadas en la actividad y la comunicación. Donde la formación inicial de docentes se convierte en una cantera rica en vivencias, dadas por las interacciones sujeto-objeto y sujeto-sujeto, los contactos, intercambios, en actividad y comunicación, que posibilitan la formación y desarrollo del valor solidaridad

Sin embargo es importante destacar nuevamente la importancia de los intereses en el plano individual en su correlación con los intereses de otros y los sociales. Por lo que ello indica el sentido personal que ha de cobrar la solidaridad para el sujeto, constituyéndose este en una relación especial de la significación con el individuo en el plano psicológico, más interno, subjetivo, de autodeterminación, es decir se distingue la solidaridad como algo intrínseco, es la elaboración subjetiva que realiza la persona de lo que ha heredado, es la creación y recreación continúa del valor solidaridad en este caso como reguladora de la personalidad, unida a todos los elementos intrínsecos que conforman y regulan la personalidad; alcanzando la independencia, intencionalidad o en caso contrario su opuesto; siendo reflejadas en las relaciones con los demás.

La formación de las significaciones sociales positivas de los valores en convicciones personales se producen en la juventud, es un tránsito importante de lo concreto a lo abstracto y se convierte en regulador de la actividad del sujeto, siendo de gran importancia la dirección consciente del valor solidaridad desde edades tempranas, de forma sistemática, planificada, reforzada en la adolescencia y la juventud, etapa de desarrollo en que se encuentran los sujetos de la muestra

Sin embargo la formación del valor solidaridad tiene una relación estrecha con la personalidad, en su carácter procesal, va adquiriendo nuevos niveles de desarrollo, en consonancia con la situación social del desarrollo; es además reflejada a través del estilo de vida de la persona y condición importante de su desarrollo.

Es importante destacar que el ser humano no nace como ente moral y axiológico, sino que es necesario formarlo. La finalidad del proceso educativo es mucho más que desarrollar la información, es la unidad de lo instructivo y lo educativo pues al sujeto hay que comprenderlo en su estrecha unidad de lo racional y emocional, “…no por gusto la tarea suprema de la educación es la humanización, la formación de valores, las costumbres las tradiciones…”. (5), (R. L. Bombino, 2004), que en última instancia se producen por medio de la aprehensión de la cultura nacional y universal.

En la formación inicial de docentes, es necesario desarrollar el valor solidaridad en interrelación con el sistema de valores, dada la necesidad de los mismos en su formación profesional, en su preparación integral; al ser portador de valores legítimos, auténticos, como estilo de vida, puede transmitirlos a sus alumnos y estos a su vez se identifican con él, al estar expresados los valores que la sociedad demanda.

Al proyectar la formación del valor solidaridad como un proceso, reconocemos la interacción que se da entre los aspectos tanto internos como externos que intervienen en el desarrollo de la personalidad. Partiendo de las propias relaciones sociales y hacia la interiorización y sentido personal de los elementos que tipifican una conducta solidaria y en su evolución hacia una actividad volitiva donde prime el desprendimiento y el sacrificio hacia los que nos rodean; como manifestación un estilo de vida solidario, y como elemento dinamizador de las relaciones sociales.

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