Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 24 (febrero 2011)

IMPORTANCIA Y VIGENCIA DEL PENSAMIENTO DE EDGAR MORÍN EN LA COMPRENSIÓN DEL CONOCIMIENTO. UNA VISIÓN DESDE LA PSICOLOGÍA
 

Mildreth Larquin Castillo
Universidad central Marta Abreu de Las Villas, Villa Clara, Cuba
dailycm@uclv.edu.cu
yaisetg@uclv.edu.cu


 

RESUMEN

El presente artículo pretende exponer los diferentes retos que presentan la educación y el aprendizaje del siglo XXI mediante la exposición de las particularidades que presenta el conocimiento adquirido por el hombre a través de su historia.

Se basa fundamentalmente en algunos planteamientos ofrecidos por Edgar Morín en su libro “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” , buscándose los puntos de la psicología que coinciden y cumplen los requisitos planteados por Morín para disminuir los errores cometidos en la obtención del conocimiento, lo que repercute en los procesos de educación y enseñanza.

Se establece como necesidad fundamental el abordaje de los errores presentes en el conocimiento actual como consecuencia de las diversas teorías, concepciones y procedimiento metodológico existentes, lo cual reafirma la necesidad de implementar cambios que permitan la integración de todas las ciencias, la incorporación y comprensión de las individualidades, los cambios en las concepciones de los investigadores y sus receptores, entre otros aspectos que serán abordados con mayor profundidad.

Estos cambios necesarios, objetos de repudio y resistencia por algunos investigadores por las transformaciones que demanda, se perciben materializados en algunos postulados teóricos de la Psicología, resaltándose la importancia de tomar en consideración, además de los hechos objetivos, los aspectos subjetivos inherentes a todos los fenómenos como la interpretación, la imaginación, concepciones, estereotipos, percepción del mundo, los que influyen en la producción del conocimiento como consecuencia de ser observados, interpretados, producidos por seres humanos portadores de estos contenidos subjetivos.

El proceso de enseñanza, las estrategias de aprendizaje, el estudio del cerebro humano, entre otros, han sido objeto de estudio desde hace varios siglos, intentando el hombre buscar bases sólidas que expliquen cómo se produce la interiorización del conocimiento en el ser humano.

El estudio del cerebro constituyó un enigma, realizándose ejercicios tan horrendos para nuestra sociedad actual como la trepanación, donde se intentaba buscar la anomalía cerebral en las personas con “trastornos”, efectuándose una operación que llevaba casi a la totalidad de los pacientes a la muerte, o cuando la inquisición intentaba purificar el alma de esa fuerza endemoníaca que provocaba comportamientos “desajustados” mediante su ejecución en la hoguera.

Surge entonces la psicología como ciencia puntera en el estudio y comprensión de la psiquis humana, fundamentada por varias teorías donde cada una intentaba dar una explicación a los fenómenos de la subjetividad humana. Se une, con el desarrollo de los estudios y los conocimientos, a otras ciencias como la biología, la psiquiatría, la neurología, permitiendo abarcar otras esferas vinculadas a su objeto de estudio.

De esta forma aparecieron teorías que intentaban explicar el resultado del funcionamiento del cerebro humano y de los procesos cognitivos que se producen en el mismo, sin embargo, se muestra la tendencia de justificar científicamente sus resultados mediante estudios generalizables, capaces de categorizar la mente humana en rangos evaluativos con la finalidad de validar los resultados para grandes poblaciones, momento donde se pierde un concepto fundamental como la individualidad.

Con la segunda guerra mundial se produce un auge del estudio de la inteligencia humana y por tanto de los procesos cognitivos como memoria, atención, pensamiento, etc. tomando mayor valor los test mentales como vía para cuantificar un proceso y ubicarlo en un margen preestablecido donde se ubicará al sujeto estudiado. De esta forma se pretende racionalizar el funcionamiento humano en dos patrones fundamentales: “normal” y “anormal”.

En la actualidad todavía contamos con estas técnicas para la evaluación de estos procesos psicológicos con una aplicación “diferente”, pues el resultado de estas técnicas se somete a un proceso de triangulación (que incluyen también otros test cuantificables) donde se pretende lograr mayor precisión en el resultado obtenido, pero el efecto final continúa siendo el mismo: ubicar a un sujeto dentro de un rango establecido previamente mediante investigaciones que no incluyeron esta persona que está siendo estudiada actualmente.

La justificación de su utilización puede buscarse en la necesidad de organizar los procesos de evaluación, en la necesidad de determinar los sujetos con conductas que se ubican fuera de lo establecido por la sociedad como normal y de obligatorio cumplimiento, razón por la cual surge la duda de hasta dónde somos realmente libres de expresar un comportamiento.

Esta forma de manejar el conocimiento, de cuantificar los procesos cognitivos con las deficiencias que muestra, ha sido analizada por varios pensadores, encontrándose ante la necesidad de implementar cambios capaces de subsanar los errores presentes en la actualidad, los cuales influyen de forma negativa en varias esferas como la educación.

Un autor de vital importancia por los textos publicados y la certeza de sus planteamientos es el filósofo y educador Edgar Morín, quien publica en 1999 “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, donde establece la necesidad de lograr un cambio en el modo de manejar el conocimiento, con la consiguiente y necesaria transformación en la educación, la enseñanza y el pensamiento.

Este autor aboga por la necesidad de una reforma en el pensamiento y la enseñanza donde el centro de atención lo represente la figura humana, logrando mejores soluciones a los problemas de la humanidad, pues focaliza la individualidad como elemento fundamental en la comprensión de los fenómenos.

Esta importancia otorgada a la individualidad constituye un punto de avance importante para las ciencias, principalmente para la psicología, encargada del estudio del ser humano, que aunque expresa su conducta en el medio donde se desenvuelve, su comprensión se basa sobre el análisis de que es un sujeto individual, que interpreta la influencia del medio de forma personalizada y con condiciones internas propias que determinan en su actuar.

Edgar Morín expresa que el conocimiento lleva al riesgo del error y la ilusión , lo que representa un obstáculo que debe enfrentarse y valorarse en todas las investigaciones y producciones de conocimiento que se realicen.

El conocimiento, producto de la interacción con el medio, no es el reflejo puro de las cosas del mundo exterior pues las percepciones que se realizan son “traducciones y reconstrucciones cerebrales ” a partir de la interacción del hombre con el medio mediante procesos de comunicación, tanto verbales como extraverbales. En este complicado proceso entra en juego la subjetividad del observador con sus conocimientos, experiencias y vivencias pasadas y actuales, su concepción del mundo, sus interpretaciones de la realidad, su implicación hacia la misma con las consiguientes emociones vinculadas el fenómeno estudiado, su motivación por la investigación y los resultados, el nivel de cientificidad que debe lograrse producto de la competencia y validación de los resultados; viciando esta realidad de percepciones que reflejan la personalidad del investigador dentro del marco investigativo sin poder alcanzarse un estudio puro de la realidad misma.

Estos errores de concepción y de ideas se originan entonces como proyección de la subjetividad humana, debiendo la ciencia valorar su influencia sobre la producción de conocimientos pues su presencia es siempre latente y su posibilidad de eliminarla es imposible.

A decir de Morín, la educación debe orientarse hacia “la identificación de los orígenes de errores, de ilusiones y de cegueras” pues el conocimiento científico no puede orientarse únicamente a los problemas epistemológicos, filosóficos y éticos actuales.

Establece además una clasificación de errores, considerando en primer lugar los errores mentales.

La psicología, encargada de estudiar la psiquis humana, tiene actualmente grandes retos en su objeto de estudio pues el conocimiento del cerebro humano se muestra incipiente, ya que constituye un órgano complejo en su funcionamiento y estudio. Actualmente resulta imposible distinguir la diferencia entre las alucinaciones, las ilusiones y las percepciones, los límites entre el sueño y la vigilia, lo imaginario y lo real producto de las interpretaciones que enunciamos anteriormente, los límites de lo normal y lo patológico… a esto se suma un concepto introducido por el psicoanálisis y que actualmente constituye una incógnita y es el inconciente, donde se encuentran aquellos conocimientos, sucesos que no somos capaces de exteriorizar y concienciar voluntariamente pero que ejercen influencia sobre el comportamiento humano en conductas proyectivas (algunas como la transferencia, desplazamiento, regresión), provocando igualmente errores e ilusiones que tampoco podemos controlar o erradicar.

Morín hace especial referencia a la memoria como proceso cognitivo que genera errores. Su análisis lo realiza como consecuencia de la vinculación de la memoria con la afectividad del sujeto en la selectividad de la información asimilada y evocada, prefiriendo aquella que le resulta significativa y desechando la que para su persona resulta insignificante, de esta forma recordamos experiencias, vivencias y datos que nos resultan significativos, mientras desechamos aquellos que valoramos como negativos, nocivos o insignificantes, pudiéndose hablar entonces de una selectividad de la información, lo que determina los resultados del estudio del mundo real.

Esta información puede contaminarse a su vez con la propia imaginación del sujeto al incorporar nuevos datos como consecuencia de la estrecha interrelación entre los procesos cognitivos.

Otro problema que debe enfrentar el conocimiento actual es el error intelectual, donde a decir de Morín, “los sistemas de errores (teorías, doctrinas, ideologías)…protegen los errores e ilusiones que están inscriptos en ellos” . Esto se produce como consecuencia de la rigidez que existe actualmente en la mayoría de los investigadores al rechazar la información que no conviene integrar pues forman parte del campo de conocimiento de otras teorías con las cuales existen contradicciones y diferencias, siendo entonces la única solución la armónica integración de las concepciones de las disímiles teorías y sus investigadores para lograr una unificación capaz de disminuir estas deficiencias, solución que en los momentos actuales resulta imposible.

Morín valora como otra clasificación de los errores los vinculados a la razón . Establece dos tipos de racionalidad: la constructiva que elabora teorías verificando su carácter lógico, la compatibilidad de las ideas que la componen y los elementos empíricos a los que se dedica; así como la racionalidad crítica que se ejerce sobre los errores e ilusiones de las creencias, doctrinas y teorías.

Considera además que esta racionalidad lleva implícita errores e ilusiones pues considera su constitución como un sistema lógico perfecto, basado en la deducción y la inducción, pero realmente se funda sobre bases mutiladas o falsas, negándose a la discusión de argumentos y la verificación empírica.

Considera que la verdadera racionalidad debe ser abierta y operar entre instancias lógicas y empíricas, debe ser el resultado del debate argumentado de las ideas y no la propiedad de un sistema de ideas. Considera que un racionalismo que subestima la afectividad, la subjetividad, los seres y la vida de forma general es irracional. Debe reconocer emociones como afecto, amor, arrepentimiento; debe ser crítica y autocrítica, debe reconocer sus deficiencias.

La importancia de la racionalidad es la posibilidad de establecer diferencias entre la vigilia y el sueño, lo imaginario y lo real, lo subjetivo y lo objetivo, considerada como la actividad de la mente para controlar el entorno logrando su corrección.

Cuando esta racionalidad, que debe permanecer receptiva y dispuesta a la discusión, se encierra en una doctrina, se convierte en racionalización.

De esta forma enfoca una concepción de receptividad a otras teorías, a la necesidad de valorar el conocimiento no solamente desde la crítica, sino también de la autocrítica, evitando esquematizaciones en el conocimiento.

Los errores e ilusiones se manifiestas igualmente en los paradigmas, valorados por Morín como “instaurador de las relaciones primordiales que constituyen los axiomas, determina los conceptos, impone los discursos y/o las teorías, organiza la organización de los mismos y genera la generación o la regeneración” .

La repercusión de sus errores se eleva por la función de los paradigmas de asignar a las teorías y discursos que lo componen las características que determinan su necesidad y verdad, asignándole validez y reconocimiento.

Otro criterio importante a tener en cuenta en la psicología es la valoración del medio social y cultural donde se desarrolla el individuo, constituyendo, en unión a otros factores como condiciones biológicas, temperamento, carácter, etc., un factor esencial en el desarrollo del individuo y primordial para la comprensión de su conducta.

Este medio, con sus creencias, tabúes, valores, tradiciones, normas, también es valorado por Morín en la generación de errores e ilusiones, ya que estas creencias y convicciones imponen en la sociedad pautas de valoración y esquemas de fenómenos que determinan en la producción del conocimiento.

Estas creencias oficiales, doctrinas, verdades consideradas por la sociedad determinan “los estereotipos cognitivos, ideas recibidas sin examen, creencias estúpidas no discutidas, absurdos triunfantes, rechazos de evidencias en nombre de la evidencia y hace reinar bajo los cielos, conformismos cognitivos e intelectuales”

Asume el término establecido por Konrad Lorenz para explicar las primeras experiencias irrevocables que vivencian los sujetos y que determinan su posterior desarrollo, al cual denomina imprinting. Este imprinting, de carácter cultural, marca a los humanos con cualidades propias del medio familiar, escolar, laboral, etc. donde se desarrolla, determinando en la formación de sus ideas y concepción del mundo, por lo que la selección sociológica y cultural de las ideas raramente obedece a la verdad o puede ser implacable con la búsqueda de la verdad, siendo perneada por las condiciones anteriormente mencionadas, constituyendo otra de las causas de las divergencias en los conocimientos y por tanto nuevas fuentes de errores.

La producción de conocimiento se produce desde el surgimiento del hombre. En un principio se manifestó de forma muy primitiva y de generación en generación se transmitían las costumbres y el incipiente desarrollo del hombre en evolución. Con la aparición del lenguaje, la escritura, el hombre tuvo la posibilidad de manifestar sus ideas, gravarlas y poseer otra vía para transmitir sus ideas y realizar el proceso de socialización. Estas ideas, producto de la acción e interpretación del hombre, son el resultado de su actividad y el hombre domina su producción, pero a la vez estas ideas dominan al hombre en cuanto rigen su dinámica de vida, relaciones, comportamientos, interacciones, etc.

De esta forma surgen mitos, creencias, realidad a partir de fantasmas y sueños que se producen por nuestra imaginación ante la necesidad de buscar explicaciones. Las ideas se han profundizado, arraigado, se han convertido en realidad para ese grupo de personas a partir de los símbolos y pensamientos creados por nuestra inteligencia.

Estos mitos e ideas nos poseen y ejercen fuerte presión sobre nuestra conducta, pudiéndose explicar entonces los fanatismos, creencias religiosas, rituales que conllevan a la autodestrucción, lo que va en contra del instinto de conservación, pero aun así se realizan de forma conciente por el individuo.

De esta forma se puede ver una dualidad de dominación e influencia entre la sociedad y sus creencias, ideas y mitos, respondiendo a al influencia del medio en la formación de la personalidad de los individuos y de estos en el comportamiento de la sociedad.

Morín plantea que el hombre es capaz de cambiar esas ideas y mitos, pero sin reducirlas a meros instrumentos para utilizarlos rígidamente y convertirlos en objetos no variables, sino que establece la importancia de tomar estas ideas y someterlas a análisis, hacer conciencia de la enajenación plasmada en ellas, verificar su veracidad y determinan sus errores.

Se manifiesta gran flexibilidad en la concepción de Morín al manifestar que “una idea o una teoría no debería ser pura y simplemente instrumentalizada, ni imponer sus veredictos de manera autoritaria; ella debería relativizarse y domesticarse. Una teoría debe ayudar y orientar las estrategias cognitivas conducidas por los sujetos humanos” .

Enuncia una paradoja ineludible: “debemos llevar una lucha crucial contra las ideas, pero no podemos hacerlo más que con la ayuda de las ideas” . Expresa que solo deben reconocerse “las ideas que conllevan la idea de que lo real resiste a la idea” . Esta es la tarea principal en la lucha contra la ilusión. Este concepto resulta en extremo difícil y la psicología, como ciencia que estudia la mente humana, debe encaminarse a buscar los mecanismos para determinar cuales de esas ideas son las que se acercan a la verdad.

Otra concepción que debemos enfrentar, según Morín, es lo inesperado, donde el hombre hace resistencia pues ha instalado con gran seguridad sus teorías sin margen para la flexibilidad y el cambio.

Todas estas fuentes de errores e ilusiones mencionadas anteriormente nos abren un amplio margen de errores en disímiles esferas, por lo cual su determinación y erradicación constituye una tarea de la educación y dentro de ella, como fuente de apoyo, de la psicología.

Morín coincide con pautas de la psicología donde aborda la necesidad de comprender las condiciones bioantropológicas (aptitudes del cerebro-mente humana), condiciones socioculturales (cultura que permite los diálogos e intercambio de ideas) y condiciones zoológicas (las teorías abiertas) como generadoras de verdaderas interrogantes sobre el mundo, sobre el hombre y sobre el conocimiento mismo.

Considera la estrecha relación que existe, para buscar la verdad, entre las actividades auto-observadoras y las actividades observadoras, las auto-críticas y las críticas, los procesos reflexivos y los procesos de objetivación.

Este proceso de crítica evita el enajenamiento que se produce cuando la mente está ubicada en la búsqueda de un conocimiento específico donde se manifiesta un margen de error. Resulta necesario entonces encontrar patrones para lograr la “reflexibilidad” planteada por Morín. Esto se convierte en el control constante para evitar idealismos, para evitar la incorporación al conocimiento de nuestras expectativas, deseos, proyectos, subjetividad. La psicología explica claramente este fenómeno y lo analiza como un proceso natural del ser humano como consecuencia de procesos de interpretación que debe realizar de los resultados y conocimientos obtenidos del medio. La lucha contra ese proceso constituye un nuevo reto, que a decir de Morín el ser humano necesita controlar mutuamente las ideas y su mente, tomar conciencia y diferenciar el exterior del sujeto que efectúa la exploración, “estar alertas permanentemente para tratar de detectar la mentira a sí mismo” . Esto provoca cambios sustanciales en las concepciones teóricas, elaborándolas con una óptica abierta, crítica, reflexiva, apta para autorreformarse. La solución a esta deficiencia se logra, según Morín, con la ayuda de “ideas complejas, en cooperación con nuestras mismas mentes buscando los meta-puntos de vista para auto-observarnos y concebirnos… Necesitamos que se cristalice y se radique un paradigma que permita el conocimiento complejo” .

Esto provocaría, según la Psicología, procesos de resistencia que también deben ser combatidos.

Todo este complejo proceso conlleva a un aumento de las posibilidades de error, tanto del exterior como del interior. Las del exterior marcadas por la cultura, la sociedad que inhibe el surgimiento de los nuevos pensamientos y las del interior, provocadas por contradicciones de ideas y pensamientos instaurados y la propia resistencia a los nuevos, los que hacen a los hombres y mujeres del siglo XXI esclavos de sus propios errores.

La pertinencia del conocimiento es otro de los temas abordados por Morín, por lo cual plantea algunos principios necesarios para lograr una mayor efectividad del conocimiento adquirido por el hombre.

El conocimiento del mundo se convierte en una necesidad vital actualmente para establecer sus rangos de errores e ilusiones. A decir de Morín, debe indagarse en los problemas claves del mundo y de las informaciones claves vinculados a este, con la finalidad de evitar imperfecciones cognitivas, principalmente cuando el conocimiento económico, político, antropológico, ecológico, es el mundo mismo. Es necesaria la ubicación de todos los conocimientos en tiempo y espacio.

De aquí surgen nuevos problemas planteados por Morín que elabora en forma de preguntas: ¿Cómo lograr el acceso a la información sobre el mundo y cómo lograr la posibilidad de articularla y organizarla? ¿Cómo percibir y concebir el contexto, lo Global (la relación todo/partes), lo Multidimensional, lo Complejo?

Todo esto requiere de una organización de ese conocimiento, pero esto presenta cada vez más obstáculos por la inadecuación progresiva que se presenta entre los saberes desunidos, compartimentados, divididos y los problemas y realidades del mundo que nos rodea que tienen carácter poli-disciplinarios, multidimensionales, todo lo cual provoca un aumento de la distancia conceptual de los conocimientos y disminuyen la posibilidad de lograr consenso, unificación y esclarecimiento de la verdad.

Vinculados a esta inadecuación se encuentran:

1. el contexto

2. lo global.

3. lo multidimensional.

4. lo complejo.

Morín manifiesta que para que un conocimiento sea pertinente, la educación deberá evidenciar en primer lugar el contexto:

El análisis de los fenómenos y elementos del medio de forma aislada resulta insuficiente y su comprensión se muestra reducida por no encontrarse enmarcada en el contexto donde se produce. En el marco psicológico la interpretación aislada de los fenómenos resulta nociva para la comprensión del ser humano, su estudio y tratamiento, ya que la propia personalidad constituye un sistema complejo e interrelacionado.

La vinculación con el contexto le otorga sentido a la información. De vital importancia resulta este principio para la valoración de conductas desviadas y la repercusión de los delitos cometidos por los reclusos..

Morín cita a Claude Bastien y concordamos con su planteamiento al enunciar que la evolución cognitiva se orienta hacia una contextualización del conocimiento que permite determinar las condiciones de su inserción y los límites de su validez. Resalta la contextualización como vía para obtener mayor eficacia.

Otro aspecto a analizar por Morín es lo global. Este concepto establece la relación existente entre el todo y las partes, concibiendo el contexto como “un conjunto que contiene diversas partes ligadas de manera inter-retroactiva u organizacional”, llevándolo al marco de la sociedad. De esta forma explica el funcionamiento y la organización de la sociedad más allá de una simple vinculación entre sus partes, integrando a cada individuo dentro de la misma.

Este concepto se percibe en la psicología y constituye un punto esencial en la comprensión de la subjetividad humana pues la sociedad constituye uno de los factores en la formación de la personalidad, donde su comprensión favorecerá su estudio y entendimiento. Sobre este concepto y la importancia de valorar la formación de la personalidad de forma holística aborda el enfoque histórico cultural liderado por Vigotsky. Este distinguido autor formula varios conceptos que revolucionaron la comprensión de la personalidad, como la Situación Social de Desarrollo y la Zona de Desarrollo Próximo, donde reanalizan las condiciones internas y externas del individuo para el proceso de desarrollo, así como la influencia de la sociedad mediante niveles de ayuda para el proceso de aprendizaje, ambas tomando en consideración las condiciones existentes en el sujeto y el medio que lo rodea, logrando un análisis individualizado pero ajustado al medio de desarrollo.

Establece una interrelación entre el todo y las partes, constituyendo una guía a seguir y abordar por la educación del futuro, valorada como la presencia indirecta del todo sobre los procesos de aprendizaje y conocimientos específicos. Propone ejemplos que lo ilustran como las células que es una parte pero tienen la información genética que es el todo. En el hombre se concibe como, a pesar de ser un individuo independiente, contiene de manera holográmica el todo del cual forma parte y que hace parte de él.

La concepción multidimensional, también planteada por Morín, se valora por la complejidad de fenómenos como el ser humano y la sociedad. El ser humano es comprendido por su determinación biológica, psíquica, social, afectiva, racional, etc. mientras que la sociedad se debe a dimensiones históricas, económicas, sociológicas, religiosas, etc.

El conocimiento pertinente debe reconocer esta multidimensionalidad e insertar allí sus informaciones, pudiéndose distinguir las partes del todo y estas entre sí.

La psicología se acoge a este concepto al valorar al hombre como un ser bio-psico-social, aunque su estudio lo divide luego por influencias sociales, factores biológicos y formaciones psicológicas, es la integración general la que formula la comprensión del ser humano.

Muy relacionado con este concepto se encuentra la complejidad, concebida por la inseparabilidad de elementos diferentes que constituyen un todo, es la “unión entre la unidad y la multiplicidad”.

Morín expresa que la educación debe crear una “inteligencia general” para referirse a lo complejo de forma multidimensional, para referirse al contexto desde una concepción global.

La inteligencia emocional adquiere mayor significación y alcance cuanto mayor sea, pudiendo resolver con mayor facilidad los problemas especiales. Esta explicación se basa en que la comprensión de elementos particulares necesita de la activación de la inteligencia general para operar y organizar los conocimientos de conjunto en cada caso particular. Esta explicación se vincula con los procesos del pensamiento determinados por la psicología, donde el individuo realiza procesos de análisis, comparación, síntesis, abstracción y generalización, debiendo en primer momento conocer el fenómeno y establecer distinciones con otros para su identificación, llegando luego a establecer sus características esenciales y extrapolarla a otras situaciones. De esta forma se explican conductas como la toma de decisiones, la diferencia de conceptos y conocimientos, procesos de aprendizaje mediante asociación, entre otros mecanismos de aprendizaje y comportamiento del sujeto.

Se explica así lo planteado por Morín de que el conocimiento, buscando su construcción en relación con el contexto, con lo global, con lo complejo, debe movilizar lo que el cognoscente sabe del mundo, lográndose la correlación entre la movilización de los conocimientos de conjunto y la activación de la inteligencia general.

Concibe la educación como estimuladora y desarrolladora de la aptitud natural de la mente para hacer y resolver preguntas esenciales y propiciar el desarrollo de la inteligencia emocional.

En la psicología educativa influyó un concepto mencionado anteriormente como ZDP (Zona de Desarrollo Próximo), donde se tienen en cuenta las condiciones presentes para estimular el aprendizaje y el desarrollo del individuo.

Resalta la importancia de comenzar la estimulación en las etapas tempranas de la vida como la infancia y la adolescencia y comprende la importancia de estas etapas. Esta estimulación se efectúa sobre la curiosidad como característica esencial de la etapa, la cual sufre afectaciones con la instrucción dirigida por el sistema educativo.

La educación, en la estimulación de la inteligencia general, debe utilizar los conocimientos existentes, superar las antinomias provocadas por el progreso de los conocimientos especializados e identificar la falsa racionalidad.

La antinomia constituye un fenómeno que se ha agravado durante el transcurso del siglo XX por motivo de las especializaciones, donde el conocimiento se ha visto fragmentado, se producen grandes avances pero de forma individualizada sin lograr la integración, lo que provoca aumento de contradicciones y distanciamientos entre las ciencias. Este proceso provoca disciplinas hiperespecializadas orientadas hacia sí mismas y desvinculadas de otras, perdiéndose la integración necesaria para la obtención de conocimientos reales.

Este proceso ha provocado la pérdida de las aptitudes naturales de la mente humana para contextualizar los saberes e integrarlos, se ha debilitado la percepción de lo global, con lo cual cada cual se responsabiliza con su especialidad y se desprende de otras ciencias.

¿A qué problemas debe enfrentarse la educación?

Esta hiperespecialización impide la percepción de lo global y lo esencial, lo que afecta la comprensión de los problemas particulares que solo pueden analizarse y pensarse en su contexto.

La psicología plantea la necesidad de vincularse con otras disciplinas que no solamente son la psiquiatría, la medicina, la neurología, sino también la política, la religión, la economía, la música, el medio ambiente, etc. debe vincularse con todo lo relacionado con el ser humano pues su psiquis es el objeto de estudio y todo lo que influye sobre este, concierne a la psicología.

Surgen contradicciones entre los problemas esenciales, que nunca son parcelados, y los problemas globales que son cada vez más esenciales. La cultura general busca la contextualización de la información, mientras que la cultura científica y técnica disciplinaria parcela, desune y compartimenta los saberes, haciendo más difícil su contextualización.

Esta división entre las disciplinas impide “lo que está tejido en conjunto”, conocido científicamente como lo complejo.

El conocimiento especializado abstrae, con lo cual en fenómeno se separa de su contexto y de los lazos e intercomunicación que tenia con ese medio y se inserta en un sector conceptual abstracto como la disciplina compartimentada donde se pierde la relación de una parte con el todo y la multidimensionalidad de los fenómenos.

La psicología debe conocer esta problemática y alejarse de su influencia, pues el estudio del ser humano debe efectuarse en su medio, analizarse de forma global, ya que la personalidad se comporta de forma única e irrepetible, posee un carácter holístico y se desarrolla por la influencia del medio donde interactúa.

Morín aborda el principio de reducción y disyunción como otro de los problemas que debe enfrentar la educación del futuro .

Hasta mediados del siglo XX, la mayoría de las ciencias obedecían al principio de reducción, que disminuye el conocimiento de un todo al conocimiento de sus partes como si la organización de un todo no produjese cualidades o propiedades nuevas con relación a las partes consideradas aisladamente. Reduce lo complejo a lo simple, aplica la lógica mecánica a las complejidades humanas, con lo cual enceguece y elimina todo aquello que no sea cuantificable ni mensurable como las emociones, las pasiones, las alegrías, etc. por tanto, al responder al postulado determinista, oculta el riesgo, la novedad, la invención.

La psicología debe enfrentar este principio en la enseñanza pues procesos tan subjetivos como la motivación, implicación, identificación, autovaloración, forman parte del proceso de enseñanza aprendizaje al igual que los procesos cognitivos, por lo que su estudio integral resulta de vital importancia.

La educación actual enseña a separar, compartimentar, aislar y no mezclar los conocimientos, por lo que la interrelación entre las disciplinas se vuelve invisible. La incapacidad para organizar este saber disperso y compartimentado conduce a la atrofia de la disposición mental natural para contextualizar y globalizar, la inteligencia mecanicista rompe lo complejo en fragmentos, fracciona los problemas, separa lo unido, unidimensiona lo multidimensional, destruyendo las posibilidades de comprensión y de reflexión.

La falsa racionalidad planteada por Morín, descrita como la “racionalización abstracta y unidimensional” afecta también el conocimiento, la percepción y manejo que hacen los hombres sobre el mismo. De esta forma se tienen en cuenta solamente los resultados, estrategias parciales, individuales, sin analizar las consecuencias e influencias secundarias, tanto para la producción como la puesta en práctica de conocimientos.

Se pretende extender el pensamiento pertinente para algunas esferas de modo general, lo que provoca generalizar pensamientos técnicos a procesos humanos, vivos, provocando errores de interpretación y por tanto en el conocimiento adquirido (se retoma nuevamente la intención de cuantificar, clasificar procesos humanos e individuales como pensamiento, inteligencia, normalidad, etc). La parcelación del conocimiento impide comprender los fenómenos en su conjunto, la percepción global necesaria para su mejor entendimiento.

Se logra entonces una acción que crea destruyendo, que elabora sobre bases erróneas, que afecta el pensamiento presente y futuro. La pretensión debe enfocarse hacia la conjugación de los conocimientos sin dejar de considerar la importancia de efectuar el conocimiento de las partes.

Este problema se agrava en el siglo XX donde se considera que “el siglo XX ha producido progresos gigantescos en todos los campos del conocimiento científico, así como en todos los campos de la técnica; al mismo tiempo, ha producido una nueva ceguera hacia los problemas globales, fundamentales y complejos, y esta ceguera ha generado innumerables errores e ilusiones comenzando por los de los científicos, técnicos y especialistas” .

De esta forma, la identificación de las deficiencias de la enseñanza, la educación y el conocimiento que se produce por las diferentes ciencias constituye un paso de avance en la necesaria modificación que debe enfrentar la ciencia del siglo XXI para obtener mejores resultados en su pretensión de conocer y transformar el mundo.

La adecuación, quizás no intencional, de algunos postulados de la psicología a las nuevas propuestas planteadas por Morín para evitar los errores del conocimiento, constituye un punto de avancen y una muestra de la posibilidad real de llevarlos a la práctica y lograr un conocimiento pertinente, más ajustado y cercano a la realidad.

La modificación de la educación, de los procesos de enseñanza, del pensamiento, unido al respeto de la individualidad constituye un punto de partida importante para lograr lo que según Morín constituye el verdadero conocimiento de la realidad.

BIBLIOGRAFÍA:

 Morín, Edgar, (1999). “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”. Publicado en octubre de 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura – 7 place de Fontenoy – 75352 París 07 SP – Francia. UNESCO 1999.

 Rodríguez, B. C. (2009). El Sistema Diagnóstico – Terapéutico de de Edward Bach, apuntes para una sistematización necesaria. Reino Unido: The Twelve Healers Trust.

 Rodríguez, B. C.; Orozco, R. (2005). Inteligencia emocional y flores de Bach, tipos de personalidad en psicología contemporánea. Barcelona: Ediciones Índigo.


 

 
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