Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 3, Nº 23 (enero 2011)

LA PRÁCTICA EDUCATIVA CON DISCAPACITADOS
 

Eduardo Ullate Rada
papagayomutado@msn.com

 

La práctica educativa con discapacitados suponía un reto para mí.

Con la realización del curso de monitor de tiempo libre me vi obligado a realizar unas prácticas educativas que no sabía en qué lugar y ciudad iba a realizarlas. Tras una larga meditación decidí explorar un “nuevo mundo”, el de la educación de personas discapacitadas.

Por mis propios medios elegí un centro llamado FEAPS, una asociación con dos sedes situadas en el barrio del Actur de Zaragoza. Es una entidad que se dedica a ayudar a personas con discapacidad física y mental de diferente grado cuya meta es lograr que sus pupilos disfruten y pasen un rato agradable con los monitores mediante juegos, excursiones o campamentos.

Los componentes de esta asociación decidieron que desarrollaría mis prácticas en un albergue de Comarruga.

Se tratará de una colonia en la que supervisaré a personas con discapacidad mental y motora. Deberé estar pendiente en el desarrollo de sus tareas cotidianas (aseo, alimentación…), sirviéndole también al resto de los monitores como apoyo en el menester de otras tareas tales como juegos, veladas o una excursión a Barcelona.

Así pues la función principal que tendré será la de ejercer como el resto de los monitores en el cuidado y educación de los discapacitados así como preocuparme de que lo pasen bien.

Una vez explicado todo lo anterior por parte de la asociación tuve que acordar una serie de objetivos. Entre otros destacaron como principales el que realice las prácticas en el campamento participando en las reuniones junto con las personas que ahí trabajan aprendiendo de las mismas y pidiendo consejo o ayuda en caso de necesitarlo.

Además deberé planificar y dirigir de forma autónoma varias sesiones de juegos, manualidades o representaciones, conocer el marco teórico de intervención en el campo de los discapacitados e inculcar a los chavales una serie de valores que les sean útiles en su futuro mediante el juego y las diferentes actividades.

Expuestos los objetivos tuve que idear una serie de actividades que me gustaría llevar a la práctica en el propio campamento.

Dichas actividades fueron participar en las reuniones, poder dar a conocer mis puntos de vista sobre lo que se esté tratando, aportar mi opinión sobre los contenidos de la reunión, así como dar ideas cuando se estén preparando actividades para alguna jornada determinada. Involucrarme en lo que mis compañeros han preparado para los acampados, observando cómo lo hacen para luego seguir un poco el hilo conductor.

Añadí que me gustaría preparar el primer día una presentación para que los acampados se conociesen diciendo nombre, edad y lo que les gusta hacer.

Estas son aspectos que me gustaría hacer, pero además, esperaba que conforme pasaran los días en el campamento se me ocurriesen más ideas dependiendo de las características que observase en los propios discapacitados.

A partir de este momento lo escrito en papel se plasmó dos meses más tarde en la propia realidad.

Una vez llegado al campamento, con una duración de diez días, tuve una persona encargada de supervisar mis prácticas. Ella pasó mucho tiempo conmigo realizando actividades, talleres, juegos, observando cómo cuidaba de mis acampados.

Evaluaba basándose en mí observación del día a día.

Cuando preparaba y detallaba las actividades que quería realizar con los acampados, debía mostrarle mi esquema de trabajo o mis notas para que pudiera evaluar todo. Tanto lo que tenía programado como de lo que finalmente realizaba. Además mantendría durante el campamento reuniones para comentarle mis propias impresiones.

Puedo decir que aunque en un primer momento estaba asustado en la propia educación de personas con deficiencia y que no estaba seguro de poder desarrollar las actividades planeadas en el proyecto de prácticas, en general el ambiente que encontré en el campamento fue muy bueno.

He descubierto que el trabajo de animador de tiempo libre con discapacitados me gusta bastante porque los chavales lo pasan muy bien rodeados de sus compañeros compartiendo juegos o talleres.

Los monitores aprendemos tanto de los acampados como del resto de las compañeros. Creo que es un trabajo muy gratificante porque se disfruta mucho haciendo reír y pasarlo bien a otras personas.

Me gustaría apuntar que para trabajar en un lugar así has de ser una persona dinámica y sobre todo, muy activa. Los chavales necesitan estar en todo momento distraídos. Tener imaginación y recursos es algo muy importante ya que si una actividad no funciona has de ser lo suficientemente rápido como para cambiar y motivar a los alumnos.

En conclusión, estoy muy satisfecho con el resultado de las prácticas que realicé. Tal es el éxito que volveré a repetir sin pensármelo.


 

 
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