Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 2, Nº 21 (noviembre 2010)

LA EDUCACIÓN EN VALORES EN LOS ADOLESCENTES Y SUS FAMILIAS PARA EL DESARROLLO DE UNA CULTURA DE LA CONVIVENCIA CON LOS ADULTOS MAYORES
 

Dania Ondina Feria González (CV)
Escuela Secundaria Básica Ernesto Tizol Aguilera. Municipio Rafael Freyre. Provincia Holguín
Universidad Pedagógica Rafael Freyre, Cuba
leyda02022@hlg.jovenclub.cu

 

Resumen: La convivencia con los adultos mayores es un tema de esencia en la contemporaneidad debido al proceso de envejecimiento de la población. Este fenómeno llama la atención de los especialistas de diversas ramas, entre ellas a la educación. El tener en cuenta las características de los contextos es imprescindible para lograr la transformación en los sujetos que se educan, en consecuencia, educar en valores para convivir con los adultos mayores debe ser una preocupación de los que pretendan educar para la vida.

El amor a los ancianos, él respeto que debe tenérseles, ha formado parte de las tradiciones de las familias y de las instituciones escolares, es imprescindible buscar nuevas formas para continuar con esta tradición La autora considera que para lograr educar en valores para convivir se requiere la coherencia en la labor educativa de la escuela y la familia y propiciar el desarrollo de proyectos que favorezcan la participación intergeneracional.

Palabras claves: convivencia, valores para convivir, adolescentes, adultos mayores, desarrollo humano.

En el ser humano la herencia genética provee de potencialidades, pero es la educación lo que convierte esas potencialidades en acciones y en una forma de interactuar con sus semejantes.

El sobrevivir responde a la necesidad de preservar la vida, pero convivir es reconocer el derecho de los otros a vivir, es reconocer que no vivimos solos sino en constante intercambio.

Entre los principios que pueden constituir la base de cualquier código ético se encuentra el respeto por la vida humana, la lucha por su preservación. La ciencia debe tener un fuerte basamento humanista, a tono con estos preceptos, debe reconocer los seres humanos como valor supremo y ocuparse de las regularidades que definen su convivencia.

Las ciencias pedagógicas en sus estrategias educativas deben trazarse como prioridad, la educación en valores para convivir en correspondencia con las características de los contextos.

Actualmente ocurren procesos a nivel macro social que influyen en los seres humanos con marcada influencia en la convivencia familiar y social.

El proceso de envejecimiento de la población por el aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad, entre otras causas, es uno de ellos.

El siglo XX, a criterio de los demógrafos, resultó ser el de los nacimientos en masa y la amenaza de la sobrepoblación, para el actual XXI, se vislumbra otro fenómeno: el acelerado envejecimiento de la población.

El aumento de la esperanza de vida (de 50 años en 1900 a 75 aproximadamente en el 2000) pudiera registrarse como uno de los mejores logros de la humanidad, sin embargo, es fuente de preocupación para gobiernos y naciones por la readaptación social, económica y familiar que exige.

Nuestro país no es ajeno a esto, en 1998, los mayores de 60 años representaban el 13,6 % de la población y para el 2020 un aproximado de 21%.

En Cuba más del ochenta por ciento de la población de adultos mayores vive con la familia, solo un nueve por ciento vive solo y alrededor de un siete por ciento se encuentra institucionalizado, la escuela debe tomar esto en cuenta en sus concepciones y prácticas.1

El problema no es solo numérico, esto genera mayores gastos de salud y asistencia social y un índice de carga mayor para la población económicamente activa.

Este proceso ha sorprendido a la sociedad, se aprecia una percepción ambigua del envejecimiento por las diferentes generaciones en los ámbitos laboral, social, familiar, se hace evidente la carencia de una cultura gerontológica, las limitaciones físicas y psicológicas propias de la edad, son vistas como barreras para la inserción social.

La sociedad de la tecnología y el consumo, premia la destreza de la juventud y concibe a la vejez como la edad del no proyecto y fuente de privaciones.

La exclusión que se hace de los adultos mayores en determinados proyectos sociales, el no derecho a premiaciones en determinados eventos, el no acceso a matrículas académicas y a empleos que fijan una edad determinada, son algunos ejemplos.

Los medios de comunicación brindan un tratamiento burlesco a la ancianidad, se usan adjetivos peyorativos sobre todo en programas humorísticos. Los prejuicios impiden ver esta edad como un estadio vital del desarrollo y relegan a los adultos mayores a planos secundarios que limitan sus verdaderas posibilidades, se aprecia una tendencia a verlos como personas inferiores a los que no se les da la oportunidad de reciprocar lo que recibe.

Se caracteriza al adulto mayor desde un sentimiento de minusvalía que no está en correspondencia con sus demandas sociales, afectivas y culturales, estos en la actualidad poseen un nivel de autoestima que requiere una convivencia intergeneracional más plena.

Los organismos internacionales precisan la preparación de los individuos para convivir, como uno de los pilares básicos del nuevo milenio, se prioriza el aprendizaje para convivir con los adultos mayores como uno de sus contenidos esenciales.

La ONU aprobó esferas prioritarias para llevar adelante el plan de “Acción Internacional sobre el Envejecimiento” que define metas relacionadas con la familia y la educación.” “Con el aumento de la longevidad, la existencia de las familias que incluyen cuatro o cinco generaciones es común en todo el mundo”

“Los cambios en la condición de la mujer reducen su función tradicional de atender a los de más edad, es necesario que la familia en su conjunto, incluido los varones, asuman y compartan las tareas del hogar y el cuidado de los adultos mayores.”

”Se insiste en la incorporación de la información sobre el envejecimiento en programas de enseñanza de las escuelas primarias y secundarias. El sector salud que tradicionalmente ocupó una posición hegemónica en este campo debe continuar, pero resulta imprescindible fortalecer su vinculación con otros sectores, en particular, la educación”2.

Representantes de la UNICEF han precisado que “La prioridad que se enmarca hoy en Cuba está encaminada hacia un terreno en que UNICEF históricamente no trabajaba: la adolescencia, se argumenta que “en Cuba ya no se trata de exigir que se cumplan los derechos del niño, sino, aumentar el disfrute de los derechos”.

Se precisa que el problema demográfico más importante que tiene Cuba es el envejecimiento de su población y se pronuncia por contribuir a que un adolescente sepa que le va tocar vivir en un mundo donde tendrá que aportar mucho más que sus padres, su esfuerzo será mayor al haber menos agentes productivos, más adultos mayores que jóvenes y ese es un reto muy importante y difícil de enfrentar”3

En los documentos presentados en forums de desarrollo social, los organismos internacionales precisan la exigencia a la educación de preparar a los individuos para convivir como unos de los pilares básicos del nuevo milenio.

El Proyecto Regional de Educación para América Latina y el Caribe: PRELAC, en la “Declaración de la Habana”, 2002, precisó como finalidad, promover cambios en los paradigmas educativos vigentes para asegurar aprendizajes tendientes al desarrollo humano en correspondencia con las características de los contextos en que se desarrollan los individuos.

Los pilares del aprendizaje del siglo veintiuno constituyen una excelente guía para interrogarse acerca de los contenidos de la educación, aquí se define la necesidad de: “Aprender a vivir juntos, desarrollando la comprensión y valoración del otro, la percepción de las formas de independencia, respetando los valores de pluralismo y comprensión”

Se precisó la necesidad de promover “una educación a lo largo de toda la vida, en múltiples e interactivos ambientes humanos y educativos, centrada en una educación en valores como núcleo de la formación de la personalidad, que promueva aprendizajes orientados a posibilitar el ser, el hacer, el conocer, a favorecer la convivencia humana”

El Foro Mundial sobre la Educación, en el Marco de Acción de Dakar marca pautas a los sistemas educativos. En este evento se precisó como educación básica “la satisfacción de las necesidades de aprendizaje para la vida, que incluyen conocimientos, habilidades, valores y actitudes para que las personas desarrollen sus capacidades, vivan y trabajen con dignidad, participen integralmente en el desarrollo y mejoramiento de su calidad de vida, tomen decisiones con información suficiente y continúen aprendiendo durante toda la vida”.

La educación debe proporcionar habilidades y competencias para vivir y desarrollar una cultura del derecho, el ejercicio de la ciudadanía y la vida democrática, la paz y la no discriminación; la formación de valores cívicos y éticos.

Para ello se deben establecer normas de flexibilidad para que las escuelas integren en el currículo contenidos y experiencias significativas relevantes de su familia y su comunidad que le permitan interactuar con ella.

Se consideró la necesidad de capacitar a profesores, padres y madres de familia, jóvenes y adultos para que promuevan y apoyen estos aprendizajes en contextos de la vida cotidiana.

Regularmente en el encargo de la escuela se precisa un fin pero no se concreta para que el profesor sepa que conocimientos, actitudes y prácticas debe promover para educar en valores que tributen a la convivencia humana. En su implementación subyace un condicionamiento que redimensiona el papel determinante de lo social , en detrimento de lo subjetivo, de lo interno y particular de los sentimientos, ideales, vivencias personales y valores.

En consecuencia, la labor educativa pierde capacidad de adaptarse a coyunturas más específicas de la vida de los individuos, de sus familias, del grupo escolar.

Se evidencia una falta de coherencia de la escuela y la familia para estos fines, no se resuelve la dicotomía entre lo que se orienta, educa y se enseña en la escuela y la realidad visible en el hogar.

No se aprovechan las potencialidades axiológicas que brindan los contenidos y los diferentes momentos del proceso pedagógico para integrar la escuela y la familia en la educación en valores que contribuyan a la formación de una cultura de la convivencia humana. El llamado didactismo es una tendencia en las instituciones educacionales a todos los niveles que influye en el tratamiento dado a temas de esta índole.

Es insuficiente la adaptación a los contextos familiares, la orientación se queda en el plano de lo impositivo, se trabaja más en la modificación de comportamientos que en la formación integral de las familias para que puedan educar en valores para convivir con los adultos mayores.

En la mayoría de las vías de orientación a la familia se manifiesta la posición vertical, institución escolar-familia, no se posibilita una retroalimentación de los temas que se abordan y una participación de todos los agentes socializadores.

Los temas que se escogen para las escuelas de educación familiar no incluyen con sistematicidad contenidos relacionados con la convivencia humana.

El carácter formal de estos intercambios influye en que en ocasiones no se logre la empatía necesaria para un diálogo enriquecedor y franco, en el funcionamiento familiar de las nuevas generaciones con su familia subyacen problemas subjetivos que influyen negativamente en la educación en valores para convivir, no se resuelve la dicotomía entre lo que se orienta en la escuela y los modelos que se observan en el hogar.

El interés que se tiene a todos los niveles en los resultados cognitivos, influye en las tendencias que prevalecen de soslayar la preparación de los adolescentes en contenidos definitorios para la convivencia humana, en consecuencia no se ha logrado que se corresponda el nivel de los conocimientos con la actuación de los adolescentes y sus familias donde aún persisten modos de convivir que contradicen los roles asignados en relación con el adulto mayor.

La necesidad de los educadores de constatar logros en el comportamiento de los estudiantes en plazos cortos, contribuye a la simplificación de problemas complejos que se les presentan en su práctica diaria y las soluciones que dan a los mismos como es el caso de la preparación para la convivencia humana.

Los adultos son portadores de modos de actuación incorrectos en relación con la forma de convivir con los adultos mayores como consecuencia de la educación tradicional que han recibido.

En los modos de actuación de los adolescentes son frecuentes la violación de límites y reglas en el trato al adulto mayor, no manifiestan una relación de empatía, dan muestras de insensibilidad y falta de humanismo.

Estas regularidades influyen en la calidad de vida de la familia, se ha demostrado que las buenas relaciones humanas, el convivir en un ambiente donde se cuente con los recursos psicológicos para resolver los conflictos, constituyen elementos que inciden en el bienestar y estado de salud de las personas.

Las regularidades presentes en la convivencia de los adolescentes con los adultos mayores, la problemática de la incoherencia en la labor formativa de la escuela y la familia en el proceso pedagógico de la secundaria básica, el estudio de sus causas y manifestaciones en los modos de actuación de los adolescentes, las características del contexto familiar con una permanencia estable de adultos mayores que demandan una forma especial de convivir y relacionarse permite definir la problemática de cómo favorecer la educación en valores en los adolescentes y sus familias para convivir con los adultos mayores de modo que se contribuya al desarrollo humano desde la institución escolar.

Se define como objetivo la fundamentación de alternativas a introducir en el proceso docente educativo de la Secundaria Básica para la contextualización pedagógica con fines axiológicos de las regularidades presentes en el vínculo intergeneracional adolescentes y sus familias con el adulto mayor.

Tanto su formulación como su solución están vinculadas directamente a la práctica social pedagógica para resolver problemas de la vida de los educandos, en estrecho vínculo con su contexto sociocultural y a la vez contribuye al desarrollo de la sociedad.

Se concibe la actividad humana como modo de ser de la realidad social, el sujeto es el hombre concreto cuya esencia son las relaciones sociales, en el hombre individual se concretan y transparentan las relaciones sociales.

Sujeto es ese hombre que obra y conoce activamente, dotado de conciencia y voluntad. El objeto es aquella parte de la realidad objetiva que el hombre humaniza, que se integra a su actividad, no es toda la realidad objetiva sino aquella parte que entra en contacto con el hombre.

En la relación sujeto objeto la actividad humana se expresa como una síntesis que integra a manera de sistema tres momentos: la actividad práctica, la actividad cognoscitiva y la valorativa. La actividad del hombre supone determinada contraposición del sujeto y el objeto en las relaciones que establece.

En la convivencia humana se hace visible la relación sujeto-objeto, entiéndase por sujeto también no solo al individuo sino al grupo, a la sociedad. No se puede establecer una relación de primacía entre el objeto y el sujeto.

El sujeto influye sobre el objeto transformándolo. El objeto influye sobre el sujeto incitándolo a conocer. Esta relación se hace muy evidente en la convivencia humana toda vez que ella es acción de convivir, es cohabitar, vivir en compañía de otros, ya sea de una o más personas en el marco de las relaciones interpersonales.

Cada día se hace más necesaria esta interacción, a pesar de los avances de la ciencia y la técnica que aportan a la calidad de la vida humana en materia de comunicación, de salud, nada sustituye al vínculo humano, a las relaciones cara a cara, a la interrelación positiva entre las personas sobre la base del respeto mutuo, la consideración y la solidaridad.

Las relaciones entre los sujetos que se establecen en los diferentes espacios de la convivencia humana devienen objeto de conocimiento de sociólogos, psicólogos, y otros especialistas e interesan también a la educación por la influencia que estas ejercen en la personalidad de los sujetos.

En la convivencia humana, (…)”el hombre como sujeto de su propia personalidad debe diferenciar, sintetizar, tomar decisiones y desarrollar toda una serie de procesos activos cuya resultante es el comportamiento, lo cual indica que el sujeto actúa y conoce activamente, que está dotado de conciencia y voluntad” 4

La trascendencia de las relaciones que los sujetos establecen entre sí, es cuestión esencial en el desarrollo de la personalidad y de su calidad de vida, como la percepción del individuo de su situación dentro de un contexto cultural, de la forma en que es tratado por los demás y de los valores presentes en el medio en que vive muy relacionados con sus objetivos, relaciones, expectativas e intereses en la vida.

El estudio de la calidad de vida contempla los factores que contribuyen al bienestar y al sentido de la vida de cada sujeto y su relación entre estos, su esencia es subjetiva, de modo que conviene examinar como en el proceso de interacción con los demás, el hombre asimila y se apropia de la experiencia acumulada en el transcurso de su desarrollo histórico, esto marca su estilo de vida y el sentido que le da a la misma y en esto la educación juega un papel fundamental.

La interacción humana, mediante el contacto directo con los otros, es una de las necesidades sociales básicas del hombre. En sus relaciones con los demás el individuo satisface otra necesidad fundamental, la de nuevas experiencias y nueva información.

En la convivencia el ser humano interpreta y trasforma su entorno, le da un sentido a su existencia. Su realidad objetiva es tanto material como espiritual, son esenciales esas relaciones sociales que conforman el grupo en cuyo seno nace y se desenvuelve.

El enfoque histórico cultural define la naturaleza interactiva del ser humano en virtud de la cual se produce la interrelación de este y su realidad entendida como sistema complejo de objetos, fenómenos, otros sujetos, la cultura y la sociedad en general, se entiende entonces la necesidad de lograr una interacción armónica no solo en el sentido de la sobrevivencia sino en el de la trasformación y de la creatividad.5

La convivencia intergeneracional favorece el intercambio natural y humano entre los miembros, en ella se devela la unidad y diversidad, a pesar de la presencia de edades con especificidades. En los espacios sociales, en la familia, en la comunidad, la convivencia intergeneracional está marcada por la presencia de adultos mayores que demandan atención y cuidados especiales.

Es precisamente en el seno de tales espacios donde se desarrollan los procesos socio psicológico que sirven de enlace entre la sociedad y el individuo y donde este encuentra su más completa expresión como sujeto y objeto de la interacción social.

El desarrollo del conocimiento humano ha llegado a una fase en la que el estudio y la solución de los problemas teóricos cognoscitivos se convierten en condición indispensables para el progreso de la ciencia, no puede ofrecerse un análisis integral del conocimiento prescindiendo de la valoración la cual estará incompleta sin el vínculo con el conocimiento.

La actividad de los hombres sería imposible sin los conocimientos y su concreción en la práctica pero solo a través de la actividad valorativa del sujeto puede esta impregnarse de los resultados del proceso cognoscitivo. La educación, que tiene la intención de transformar los sujetos que en ella participan tiene en la educación en valores un medio de potenciar práctica, conocimiento y valoración.

El objeto es proceso y es formación del hombre. El objetivo del proceso formativo define la necesidad de preparar a los ciudadanos con conocimientos, capacidades, convicciones, valores para actuar en un contexto social en correspondencia con las necesidades del desarrollo sostenible y del desarrollo de las ciencias, se debe profundizar en aspectos de carácter subjetivo en la convivencia humana.

Las nuevas generaciones deben aprender a vivir armónicamente con los adultos mayores no solo por el fin humanista de este empeño sino por la preparación que le tributará esta convivencia a su propia vida: en la misma medida que aprenda a convivir, aprenderá a prepararse para llegar a esa etapa de la vida y asumir una actitud positiva ante el envejecimiento.

La educación tradicional en la que durante siglos se han formado a las nuevas generaciones se ha centrado en la enseñanza de contenidos ajenos al hombre y la vida humana, “Concebimos a la educación como una preparación para la vida, como lo han pensado insignes educadores, por lo cual consideramos que la primera cosa que tendremos que aprender es indudablemente aprender a vivir, el arte de vivir.”6

El fin humanista de dar más años a la vida y más vida a los años tiene en el factor subjetivo un gran aliado. De nada valdrán los esfuerzos de incrementar el nivel de vida de la población sino se comprende que su mayor tesoro es el capital humano. Se comprende entonces que las acciones emprendidas para atender al adulto mayor por la asistencia social, la salud pública no bastan, hay que sumar a los individuos a este empeño y en esto la educación es esencial.

La educación con su papel formativo y la influencia que debe ejercer en la familia puede contribuir a educar para una convivencia enriquecedora, que favorezca el desarrollo integral de los adultos mayores en armonía con las nuevas generaciones. Esta aspiración constituye un reto, en Cuba, se enfrentan las desigualdades sociales recibidas del pasado neocolonial y las generadas debido al período especial; ellas no pueden ser eliminadas de golpe como se quisiera, sino mediante el desarrollo económico integral y la educación en una conciencia social de lucha por la verdadera dignidad humana.

Las acciones emprendidas en la batalla de ideas fortalecen la lucha contra los prejuicios discriminatorios por la raza, la edad, el género, el color de la piel, creencia religiosa u otro tipo de prejuicio relacionado con la desigualdad heredada de la sociedad burguesa.

Resulta evidente la necesidad de buscar alternativas para que la escuela pueda ofrecer su capital humano, su infraestructura, al servicio de la sociedad y propiciar el desarrollo de proyectos participativos intergeneracional que permitan integrar los factores socializadores y las diferentes generaciones para juntos, aprender a convivir.

Se asume la integración, tendencia del mundo contemporáneo, como una necesidad del siglo XXI y la multisectorialidad como forma de globalización, en la actualidad una sola ciencia no puede resolver los problemas del hombre por la complejidad de los fenómenos que se estudian, tal es el caso de la convivencia humana.

Es necesario promover cambios en las concepciones, actitudes y prácticas de los docentes, los adolescentes y sus familias, para ello se requieren de la intervención de especialistas y sobre todo de la unidad de los factores socializadores en el proceso de educación en valores.

La educación en valores para convivir se convierte en un imperativo de esta época donde el hombre como sujeto generacional juega un papel fundamental en la perpetuación de sí mismo como especie y de la familia, principal proveedora de los recursos psicológicos, económicos afectivos para convivir.

Como se ha apuntado, lo axiológico en el individuo no es patrimonio de lo emocional, está presente en lo cognitivo, lo volitivo y lo actitudinal. En la relación del hombre con la realidad a través de la práctica, el conocimiento y la valoración se posibilita el valor que este pueda adquirir y el nivel de su interiorización.

El conocimiento es premisa de la valoración, se valora adecuadamente lo que conocemos y la práctica es condición indispensable de la valoración, es imprescindible la coherencia entre lo que se enseña y lo que se practica para educar en valores

La valoración es el reflejo subjetivo en la conciencia de la significación que para el hombre poseen determinados objetos y fenómenos de la realidad, en estrecha relación con las necesidades, intereses, fines, experiencias y concepción del mundo.

La práctica representa un proceso objetivo, los valores, que expresan las necesidades objetivas de la sociedad, surgen y existen independientemente de la voluntad y la conciencia de los hombres. "valor es sólo una forma de significación, es aquella significación que desempeña un papel positivo en el desarrollo de la sociedad, es valor lo que favorece el progreso social, lo que propicia la salud y la vida social. Lo que lo obstruye o aniquila es antivalor” 7

A criterio de la autora, los valores son cualidades socialmente valiosas de los objetos y fenómenos de la realidad, son conocimientos significativos que una vez interiorizados por los individuos llegan a regular las necesidades y motivos de sus modos de actuación y crean el compromiso ético de que perduren, independientemente de las características del contexto en que se encuentren.

La educación tiene como fin la formación integral del hombre, su cultura, sus valores en interrelación dialéctica, en consecuencia debe tener un fin más amplio que la mera instrucción: la formación de una cultural general integral, los valores para convivir son imprescindibles en relación con todo proyecto social que priorice el ser humano.

La educación en valores para convivir responde a las esperanzas del desarrollo humano porque “el futuro está amenazado por tensiones conflictivas que ponen en peligro la convivencia fraterna de los diferentes miembros de la familia humana”

“La amenaza a la convivencia y a la fraternidad está en el modelo de la economía moderna donde la solidaridad, la preocupación por los débiles, el centrar la atención en los individuos son consideradas frenos al crecimiento económico”8

Un reto para el desarrollo axiológico es optar por un sentido del crecimiento humano que en última instancia es vivir, no excluyendo al otro, sino con el otro, sin dañar al otro, teniendo presente al otro como país, pero sobre todas las cosas como persona, como grupo humano.

“Los retos que enfrenta la sociedad actual, enfrascada en preservar un modelo distinto de sociedad en la cual las relaciones entre los hombres y entre los pueblos se diferencian por completo de las trabas impuestas por “el imperio del dólar”, plantean a la escuela exigencias muy elevadas.”9

La mayoría de los interesados en la temática axiológica coinciden en que se deben educar valores, considerados estos con un carácter más integrador y asociados a la espiritualidad, con una apertura de conciencia del individuo en relación con los contextos en que se desarrollan.

“Entre los valores imprescindibles a educar en la contemporaneidad se reconocen la ayuda al débil, al enfermo, el rescate y la potenciación de la piedad como valor, de la bondad, del decoro, de la amistad, del amor y no solo de pareja sino también de amor al prójimo, al colectivo, a la familia, a la sociedad en la cual uno se ha formado, en resumen, valores elementales de convivencia y civilidad, sin estos valores es difícil pensar en otros de mayor rango y alcance social. Se considera la utilidad de valores a los que se les ha denominado “fondo de oro” de la cultura universal y conquistas históricas de la civilización entre los que están los relacionados con el convivir.

Estos valores se refieren a las formas de relaciones entre los individuos, padres e hijos, adultos y menores, personas sanas y enfermas que se convierten en normas de convivencia humana, reafirman el valor humano de la ancianidad, la ayuda al débil, el amor al prójimo, al colectivo, a la pareja, a la familia, a la sociedad, la capacidad para la tolerancia y la empatía.”

”El valor de una sociedad se determina por el número de hombres que han sabido ser buenos hijos, buenos hermanos, buenos padres y buenos ciudadanos”10. La autora confiere esencialidad a la educación en valores para convivir con adultos mayores por su trascendencia para la familia y para los adolescentes:

Se necesita un análisis más profundo con un cuestionamiento crítico a la actuación desde lo individual en el marco de la familia y los grupos sociales. Se manifiestan actitudes egoístas y pocos humanistas en las relaciones con los adultos mayores, lo cual indica la necesidad de una nueva mirada a la convivencia intergeneracional como espacio propicio para la educación en valores.

Si educamos a los adolescentes para convivir con los adultos mayores se contribuye a un tipo de hombre a tono con el desarrollo humano entendido en sus dimensiones de la formación de valores y capacidades y como son utilizadas por los individuos para lograr calidad de vida en lo objetivo y en lo subjetivo.

El desarrollo es un todo, es un proceso cultural integral rico en valores que abarca el medio natural, las relaciones sociales, la educación, la producción, el consumo y el bienestar.11 Como se aprecia este concepto involucra aspectos cualitativos de la condición humana, es inconcebible entonces el desarrollo humano al margen de la educación.

A partir de la Declaración de Jomtiem se redimensiona el concepto de desarrollo humano al tener en cuenta a la educación como proceso consustancial al ser humano, al aportarle destrezas, conocimientos que los capacitan para el desempeño social y se incluye a la familia como contexto definitorio para el desarrollo humano.

Los estudios de salud familiar se iniciaron a partir de que la OMS afirmara que “la salud es un hecho que determina y está determinado por el funcionamiento de la familia como unidad bio-social en el contexto de una sociedad dada.”12

La orientación familiar desde el contexto educativo para convivir con los adultos mayores influye en la calidad de la salud de los adolescentes y sus familias, en la posición de cada grupo generacional ante el auto cuidado, los estilos de vida sanos, la actitud ante el envejecimiento como proceso natural.

El buen trato que reciban los adultos mayores repercute en su salud a tal punto que:”la no satisfacción de las necesidades básicas de afecto por la familia origina respuestas de inmovilidad, encierro, aislamiento, angustias, postergación, y hasta depresión que en algunos casos pueden ser profundas.13

En investigación realizada por el MINSAP se reconoció que en los centenarios que viven junto a su familia y emocionalmente se encuentran bien, disminuyen las discapacidades, estrechamente relacionadas con la depresión.14 Se comprende entonces la importancia de preparar a los adolescentes y sus familias para convivir con los adultos mayores sobre la base de la educación en valores humanos que posibiliten un cambio de actitud.

Sí se potencian relaciones humanas basadas en la empatía las generaciones más jóvenes se pondrán en el lugar de los adultos mayores, comprenderán que llegaran un día a esa etapa y aprenderán a considerarlos y a respetarlos.

En este intercambio los más jóvenes también se favorecen al recibir el cúmulo de experiencias, saberes, tradiciones que los adultos mayores trasmiten desde su posición de intérpretes de la verdad.

El que la escuela atienda el problema de la convivencia adolescente adulto mayor contribuye a que se materialicen en la cotidianeidad los valores humanos, en ocasiones se es capaz de grandes empeños, dígase la entrega desinteresada al trabajo, el abandono de todo interés individual ante tareas colectivas, sin embargo, falta humanismo y solidaridad en las relaciones humanas, en la atención a los hijos, a la familia, con el compañero o vecino más cercano.

Ernesto Che Guevara, en sus análisis sobre la actitud del hombre del futuro que según él, en el caso de Cuba, se vislumbraba en hechos heroicos de entrega total a la causa revolucionaria argumentó: “encontrar la formula para perpetuar en la vida cotidiana esa actitud heroica es una de las tareas fundamentales desde el punto de vista ideológico…es necesario el desarrollo de una conciencia en la que los valores adquieran categorías nuevas. La sociedad en su conjunto debe convertirse en una gigantesca escuela.”15

En la declaración sobre las responsabilidades de las generaciones actuales con las generaciones futuras adoptadas el 12 de noviembre de 1997 por la Conferencia General de la UNESCO se precisó la necesidad de mantener un clima de relaciones positivas que estimule la comunicación y el desarrollo de valores entre una generación y otra en todas sus manifestaciones formativas de modo que se contribuya a enfrentar los males sociales que afectan la convivencia humana.

Es evidente la necesidad en los seres humanos de una cultura de la convivencia donde se convine de manera armónica la experiencia cultural transmitida de generación en generación y las características de la época a la que pertenecen ante procesos como el del envejecimiento de la población.

En la historia de la humanidad, en varias de sus civilizaciones han prevalecido concepciones sobre las relaciones de los más jóvenes con los adultos mayores, que merecen reconocimiento e indican la línea a seguir en la contemporaneidad.

Los chamanes, hombres sabios de las comunidades indígenas tradicionalmente han resuelto los problemas de su tribu, son considerados estos ancianos las personas más idóneas para orientar y dirigir al resto de la tribu.

En la filosofía china se mezclan el yin y el yang, los opuestos que revelan el equilibrio del universo, la experiencia con la vitalidad, lo que debe permanecer con lo que se llama a cambio.

En Atenas existía el Areópago, un consejo de adultos mayores responsabilizado con la toma de decisiones respecto a problemas definitorios para la sociedad, se consideraba las personas mayores seres superiores que debían ser escuchados y obedecidos.

En todas las épocas ha prevalecido una tradición de respeto al adulto mayor, sin embargo, se está cediendo espacios en la labor educativa, lo cual es reflejado en los modos de actuación, no sólo de los más jóvenes, sino de otras generaciones como los adultos encargados de servir de modelos a los adolescentes.

Se hace necesario que el adolescente comprenda que los adultos mayores pertenecen a su misma especie, son seres humanos que merecen vivir, desarrollarse, cambiar y transformarse en toda su autenticidad.

La reflexión de que, al ser sus semejantes, tienen que ponerse en su lugar y no hacer a ellos lo que no quisiesen que les hicieran cuando llegaran a esa edad, es esencial, así pueden apreciar sus potencialidades de desarrollo y no sólo sus limitaciones como hasta ahora se ha hecho.

Con las acciones que se promueven desde lo subjetivo se influye en la reducción de gastos por conceptos de medicamentos, de ingresos hospitalarios, por limitaciones físicas y motoras de los adultos mayores y ausencia al trabajo de los cuidadores. Es válido señalar también que si se educa a la familia en la conciencia de la unidad familiar en el cuidado al adulto mayor, se garantiza la solidaridad con los cuidadores para los cuales no existen suficientes estrategias de atención.

Es evidente que la educación en valores en los adolescentes para convivir con los adultos mayores debe partir de una base gnoseológica, de cierta teoría que ayude a conocer sus características particulares, a tono con esta necesidad se ofrece una concepción que precisa núcleos básicos en relación a los adultos mayores, recomendaciones a las familias y recursos psicológicos para el logro de una convivencia positiva con los adultos mayores.

Se ofrecen situaciones de aprendizaje de orientación axiológica para contribuir a la educación en valores para convivir con los adultos mayores.

Desde la escuela se debe llegar a la familia para promover una cultura de la convivencia con los adultos mayores entendida como: el aprendizaje de cocimientos particulares sobre esta etapa del desarrollo, la adquisición de habilidades y actitudes para relacionarse con ellos en la dinámica familiar y social y la interiorización de valores como el humanismo, la justicia, la dignidad y solidaridad, expresados en modos de actuación de la vida cotidiana.

Este empeño no será viable si no se prepara adecuadamente a los docentes, se ha demostrado sus carencias en el tema de la convivencia humana, lo cual manifiestan en el marco de las relaciones que establecen en la institución escolar y en sus familias. Según Sabater (1997),”son evidentes las carencias tanto en los programas tradicionalistas de preparación de los maestros como en la práctica de la rutina diaria donde tienden a perpetuar saberes cerrados , contenidos que repiten años tras años a los estudiantes.”16 En consecuencia, son válidos los criterios de Gloria Fariñas (2007) de que “la cultura, educación, y desarrollo humano forman una tríada incuestionable (…) No toda cultura, ni toda educación, provocan un buen desarrollo humano. Son determinadas formas de ver la cultura, determinadas formas de asumir la educación las que conducen al desarrollo.”17

Resulta imprescindible la coherencia de la escuela y la familia en la educación en valores de modo que los saberes relacionados con la forma de convivir con los adultos mayores no entren en contradicción con las vivencias de los adolescentes en sus familias, los métodos de investigación aplicados corroboran que en la familia se promueven modos de actuación incorrectos en relación con los adultos mayores.

Para el logro de esta aspiración se debe trabajar desde la escuela y la familia en función enseñar a los adolescentes a pensar en los demás, a brindar afecto de forma sincera, exteriorizarlo mediante frases que hagan explicitas el interés en los adultos mayores, demostrar la sinceridad, el respeto y la solidaridad.

Demostrar a los adolescentes la necesidad de ayudar a los adultos mayores sin que medie interés, bajo el precepto martiano de que las cosas buenas han de hacerse sin llamar al mundo para que lo vea a uno pasar.

Propiciar que no se valore a los adultos mayores sin conocimiento de causas, no llevarse por las primeras impresiones, profundizar en sus características mediante un intercambio franco y sincero donde se les reconozca como diferente, asumir con empatía una actitud de solidaridad en las relaciones humanas, antes de juzgar ponerse siempre en lugar del otro, tener en cuenta limitaciones, posibilidades y situaciones especificas de esta etapa de desarrollo.

No trasmitir sentimientos de minusvalía: No concebir a los adultos mayores solo como personas que reciben sino capaces de ofrecer… ayudas, consejos, compañía, saberes, experiencias, enseñanzas y afectos, tradiciones.

Comprender la vivencia de soledad que hace el adulto mayor ante las pérdidas de ocupaciones, amistades, familiares, roles, espacios, que hacen surgir una especie de desesperanza, se debe insistir en la comunicación y expresión de afectos hacia ellos por todos los miembros e la familia.

Proponerles actividades para mantenerlos ocupados y entretenidos donde puedan levantar su autoestima y confianza en sus posibilidades.

Demostrar las posibilidades de los adultos mayores para: amar, trabajar, estudiar, disfrutar de la vida, divertirse, tener proyectos individuales y contribuir desde la comprensión a su cumplimiento.

Guiar a los adolescentes a solidarizarse con los cuidadores de los adultos mayores.

En consecuencia colaborar brindándoles compañía, ayuda, solidaridad, practicar el servicio a domicilio y la creación de contextos de seguridad en los hogares y en la comunidad.

Orientar a los adolescentes para que puedan influir en la eliminación de la imagen negativa de la vejez que se tiene a nivel familiar y de toda la sociedad, para ello enfrentar criterios, promover conocimientos y demostrar formas de convivencia donde se refuerce su imagen como intérprete de la verdad y encargados de trasmitir conocimientos, tradiciones y valores espirituales.

Enseñar a respetar, amar y tratar a los adultos mayores con sentido de empatía (ponerse en su lugar, valorar la vejez como reflejo de lo que seremos para en el presente contribuir a su felicidad y prepararnos para nuestro propio envejecimiento)

Comprometer a los adolescentes con brindar ayuda a los adultos mayores para reforzar su validísimo en la familia, en la escuela y la comunidad, colaborar para que los adultos mayores tengan acceso a los recursos educativos, culturales, espirituales y recreativos de la sociedad .

-Contribuir para que en la dinámica familiar se respete el lugar del adulto mayor, no sobreprotegerlo, aceptarlo como es, elevar su autoestima, posibilitar su integración, eliminar la agresividad tanto física como verbal, aceptar el cambio que significa su presencia en el hogar y en consecuencia colaborar en su bienestar físico y espiritual.

Se concluye que, ¨en la medida que se extienda la vida, paralela a la cultura del buen vivir el hombre de hoy y de mañana, sabrá más de si mismo, podrá tener y dominar los medios para una buena longevidad y será capaz de ayudar a su familia y a otras personas en el control de su salud para favorecer a generaciones de hombres y mujeres saludables con mejor envejecimiento y superior calidad de vida, propuestas de las dos Asambleas Mundiales sobre el envejecimiento así llegar al periodo adulto mayor con un envejecimiento activo y satisfactorio.¨

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