Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 2, Nº 19 (septiembre 2010)

VISIÓN MARTIANA DE LA EDUCACIÓN
 

Nelia Eloisa Vega González (CV)
Maritza de la Rosa Legón (CV)
neliavega@infomed.sld.cu

 

El contexto actual caracterizado por el desarrollo económico y científico técnico en el marco de la globalización neoliberal genera contradicciones económicas, políticas y sociales, que provocan amenazantes peligros para la existencia de la humanidad, por todo esto la educación del hombre, su desarrollo humano es un problema de especial importancia en nuestros tiempos.

La sociedad, entonces, demanda con fuerza la formación de profesionales competentes, lo que depende, no sólo de los conocimientos y habilidades que desarrolle en el currículum universitario sino también de los intereses y valores que regulan su actuación profesional, lo que ha sido objeto de discusión, reflexión y análisis en eventos nacionales e internacionales, donde se destacan los avances de la pedagogía con nuevos conceptos, teorías, técnicas y prácticas educacionales que exigen importantes transformaciones en todos los niveles de enseñanza.

El modelo educacional cubano, reconocido en el mundo entero por sus éxitos, tiene sus cimientos en las tradiciones históricas, culturales y el ideario educativo de los padres fundadores de la nacionalidad cubana como: José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero y como síntesis del pensamiento cubano del siglo XIX, José Martí cuyo legado trasciende los límites de su época y cobra especial significación en el contexto actual.

Es necesario para el perfeccionamiento de la práctica pedagógica contemporánea, el estudio del pensamiento de destacados educadores como Martí, por la permanente actualidad y universalidad de las ideas y principios legados.

Este trabajo tiene el objetivo de mostrar la validez del pensamiento pedagógico de José Martí como fundamento histórico para el desarrollo de la educación en la actualidad, y “para que nuestras ideas de hoy – a decir de Eusebio Leal - , nutridas del pensamiento revolucionario universal, tengan siempre, como fundamento, como piedra, como ancla salvadora, la obra y la vida de Martí…”

Martí en su obra aborda las regularidades del complejo proceso de la educación, como su carácter científico, práctico, establece el nexo entre la educación y la instrucción, valora los programas de estudio, contenidos, métodos para la formación del hombre nuevo que cada época necesita.

José Martí (1853 - 1895) dedico toda su vida a la lucha por la independencia de la patria, sin embargo, en su inagotable obra realizó extraordinarios aportes en temas políticos, filosóficos, científicos, culturales y pedagógicos. Toda esta producción intelectual estuvo en correspondencia con las diversas profesiones que ejerció, resumidas por Hart, al decir “Fue Martí maestro, periodista, combatiente político que, de manera infatigable estudió, leyó y escribió acerca de todo lo humano que ocurría en el mundo de su época…”

La trayectoria de Martí como Maestro, se inicia en Guatemala, en 1877, contratado por el gobierno de ese país para impartir clases de literatura en la Escuela Normal, fue nombrado también catedrático de Literatura y de Historia de la Filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Central de este propio país. Y un tiempo después ofrecía clases gratuitas de composición en la Academia de Niñas de Centro América. Al regresar a Cuba en 1878, Martí impartió clases en el colegio habanero “Casa de Educación”, así mismo en 1881, establecido en Caracas, en el colegio “Santa María” impartió clases de Gramática y de Literatura Francesa, y en el “Villegas”, donde enseñaba Literatura, y creó una cátedra de oratoria. Durante su largo exilio neoyorquino ejerció la docencia como profesor de español en la Escuela Central Superior de la ciudad.

El apóstol fue un vivo ejemplo de consecuencia entre el pensamiento y la acción por lo que de su desempeño como docente realiza análisis y reflexiones sobre la temática educacional que constituyen enseñanzas y conocimientos de inapreciable valor en nuestros días.

La temática educacional encontró espacio a lo largo de toda la obra del maestro donde valora los programas de estudio, las características de la clase, el método, actividades y expone las principales regularidades del funcionamiento y desarrollo del proceso educativo con un enfoque crítico, destacando el papel y carácter de las ciencias en el mismo, así señala: “Que se trueque de escolástico en científico el espíritu de la educación…”

Martí otorga un significativo papel a la educación en la formación de un hombre y una sociedad nueva, al señalar que...”La educación no es más que esto: la habilitación de los hombres, para obtener con desarrollo y honradez los medios de vida indispensables en el tiempo en que existen, sin rebajar por eso las aspiraciones delicadas, superiores y espirituales de la mejor parte del ser humano...” La formación integral del hombre a partir de conocimientos útiles para su aplicación creadora en la transformación natural y social del mundo, teniendo en cuenta el carácter humanista del proceso educativo y la formación de valores universales para el ser humano, portador de virtudes y cualidades superiores.

De esta manera resalta la unidad de la instrucción y la educación que se materializa en la enseñanza, para desarrollar las facultades intelectuales, el conocimiento para aprender, que unido al cultivo de los valores, logran la formación de convicciones en el hombre, al respecto realiza profundas reflexiones, como: “Leer, escribir, contar: eso es todo lo que les parece que los niños necesitan saber. Pero ¿a qué leer, si no se les infiltra la afición a la lectura, la convicción de que es sabrosa y útil, el goce de ir levantando el alma con la armonía y grandeza del conocimiento? ¿A qué escribir, si no se nutre la mente de ideas, ni se aviva el gusto en ellas?”

Conocedor de los sistemas de educación de su época crítica los métodos empleados, al tiempo que nos hace propuestas de solución, al decir: “El remedio está en desenvolver a la vez la inteligencia del niño y sus cualidades de amor y pasión, con la enseñanza obligada y práctica de los elementos activos de la existencia en que ha de combatir, y la manera de utilizarlos y moverlos.”

Es de inapreciable valor para Martí el proceso de aprendizaje, donde el maestro como orientador y guía, estimula al estudio, propicia las vías para la investigación de la realidad, el desarrollo de habilidades para pensar que conduzca al estudiante a la participación activa, protagónica en el enriquecimiento de su inteligencia y creatividad para alcanzar su realización plena, al respecto señala: “…Si las escuelas fuesen (…), casas de razón donde con guía juiciosa se habituase al niño a desenvolver su propio pensamiento, (…) para que deduzca por sí las lecciones directas y armónicas que le dejan enriquecido con sus datos, a la vez que fortificado con el ejercicio y gusto de haberlos descubierto.”

En el pensamiento educativo martiano la formación del hombre es concebida a partir del desarrollo de habilidades y competencias para la creatividad, la aplicación del conocimiento a situaciones nuevas, desplegar iniciativas y transformaciones en función de las exigencias del contexto social, es decir, el hombre que conoce, piensa, siente y actúa. "Hombres vivos, hombres directos, hombres independientes, hombres amantes eso han de hacer las escuelas…" José Martí O. C. t. 11, p. 86.

En sus reflexiones en torno a la educación Martí insiste en el desarrollo de los sentimientos, cualidades, es decir, cultivar los valores en la conducta de los hombres, como medios de ascensión y perfección humana para el desarrollo de sus energías creadoras, la virtud, la satisfacción moral, el amor al trabajo, la independencia y la dignidad que promueven el cumplimiento del deber social de manera espontánea y libre en el hombre, lo que solo se logra con amor, que a decir del maestro, “… es el lazo de los hombres, el modo de enseñar y el centro del mundo.”

Por todo esto critica la educación “…del temor y la obediencia...” así como las escuelas que funcionan como “...meros talleres de memorizar, donde languidecen los niños, año tras año en estériles deletreos, mapas y cuentas; donde se autorizan y ejercitan castigos corporales, donde el tiempo se consume en copiar palabras y enumerar montes y ríos…”

Martí es partidario de un proceso educativo basado en la estrecha relación de alumnos y profesores a través de la comunicación centrada en el respeto mutuo, clara, sencilla, de carácter dialógico, donde el docente propicie en los estudiantes la reflexión, el debate y la construcción del nuevo conocimiento. Razonamientos que constituyen pilares de la práctica educacional en nuestros días.

Analiza el sentido práctico de la educación, vinculada al trabajo, a la vida, al plantear “En cada escuela, patio para sembrar, y taller donde se maneje la escuadra…” , el trabajo como forjador de las futuras generaciones y vía fundamental para el desarrollo moral de la personalidad.

Consideró la educación como una necesidad para el progreso social y por tanto un derecho del hombre sin distinción de clases sociales, razas y sexos. Así refiere “…que todas las clases de la nación, que es lo mismo que el pueblo, sean bien educadas…” Plantea que debe brindarse desde las edades tempranas de forma gradual hasta la universidad, tiene en cuenta la educación técnica, así como para los impedidos y/o discapacitados cuya enseñanza cualifica como “…una sublime profesión de amor…” con lo que se vence el error de la naturaleza. Aboga por la educación de la mujer como un derecho y garantía en la continuidad del desarrollo social “…que pueda vivir de sí con honor (…) pero con hábitos y lecciones que convengan a la belleza y finura de su sexo” y precisa “…la educación de la mujer garantiza y anuncia a los hombres que de ella han de surgir.” Por todo esto señala como principios de la educación la enseñanza libre y obligatoria, al servicio de la nacionalidad.

El apóstol señala que el fin de la educación "… no es hacer al hombre nulo, por el desdén o el acomodo imposible al país en que ha de vivir; sino prepararlo para ser bueno y útil en él" . Por lo que considera necesario organizar de manera coherente los programas y planes de estudio de todos los niveles de enseñanza, para lograr una educación científica y la formación de un hombre integral, digno de su tiempo, preparado y comprometido con el desarrollo y la transformación social del medio que lo rodea, al decir, “Debe ajustarse un programa nuevo de educación, que empiece en la escuela de primeras letras y acabe en una universidad brillante, útil, en acuerdo con los tiempos, (…) y aspiraciones de los países en que enseña…”

En la obra intelectual del maestro encontramos un sólido pensamiento pedagógico que aporta tesis y valoraciones con plena vigencia por lo que son de obligada consulta para el quehacer educativo de la escuela cubana y latinoamericana actual.

El pensamiento educativo martiano predica la educación como un derecho humano, vinculada a la época, a la vida, al trabajo, su preocupación por los sistemas educativos, planes de estudio, programas, métodos y actividades, es decir; todo el conjunto armónico que conlleva la formación de un hombre de acuerdo con los tiempos nuevos. En la obra martiana se caracteriza la educación científica por ser: natural, integral, desarrolladora y con un elevado sentido práctico.

Los desafíos educativos de este siglo ubican en un lugar especial las ideas del maestro acerca del hombre y el proceso de formación de sus capacidades para enfrentar y resolver los problemas que se le presentan, así como el desarrollo de sentimientos, cualidades y valores éticos, morales que lo doten de grandes virtudes como ser humano. “…Por eso es tan necesario, urgente, perentorio, que situemos a Martí en el lugar que le corresponde, en nuestra vida institucional, nacional, familiar, y le demos la dimensión que él requiere…”

Adquieren un valor inapreciable en la actualidad las palabras del apóstol al decir: “No hay monstruos mayores que aquellos en que la inteligencia está divorciada del corazón.” Por lo que en este nuevo milenio la educación tiene el reto de formar un ser humano, más humanizado, un ser que marche junto a los cambios, creando y manipulando la avanzada técnica, sin perder la sensibilidad para ser solidario, comunicativo, contribuyendo a la transformación y mejoramiento de la sociedad. La necesidad en este siglo de profundizar y sacar a la luz la piedra angular del pensamiento educativo de Martí: la integración del sentimiento y del pensamiento en la educación.

De Martí muchos hemos aprendido, por eso hago máxima de vida una de sus lecciones: “aquel que no hace todo lo que puede hacer, peca contra lo natural y paga la culpa de su pecado” . Es esta la razón de ser de este trabajo, es esta también la razón que me mueve a recurrir a Martí para mejorar la esencia humana, pues esa fue para él la misión cimera de su empeño.

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15. Ubieta Gómez, Enrique: “Ensayos de identidad.” Editorial letras cubanas. La Habana, 1993.


 

 
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