Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 2, Nº 16 (junio 2010)

EL ÉXITO DEL TRABAJO DE LOS PROFESIONALES DE LA EDUCACIÓN RADICA EN POSEER LOS CONOCIMIENTOS NECESARIOS PARA APLICAR CORRECTAMENTE LAS FUNCIONES PROFESIONALES EN FUNCIÓN DE LA RELACIÓN QUE EXISTE ENTRE ELLAS. ESCUELA DE SUPERACIÓN CULTURAL “HÉCTOR RODRÍGUEZ”. SITIECITO. VILLA CLARA. CUBA


 

Mercedes Caridad Amador Haramboure (CV)
ISP “Félix Varela”. Villa Clara. Cuba
carloscg@uclv.edu.cu
 

Palabras Claves: Preparación, Funciones, Investigación, Orientación, desempeño.

En las Universidades Pedagógicas, cada vez con mayor frecuencia, se aboga por perfeccionar la formación inicial de los futuros profesionales de la educación, pero para lograr tal objetivo es necesario estudiar profundamente el modelo del profesional que se quiere alcanzar.

Es en este modelo del profesional donde se plantean cuáles son las funciones profesionales que deben desarrollar los maestros en su futura profesión, entre las que se encuentran las docentes-metodológicas, las de orientación y las de investigación, sobre las cuales se debe incidir constantemente para la preparación del maestro que se forma.

La sistematicidad que se tengan los diferentes departamentos sobre los profesores en cuanto a estas funciones profesionales será lo que garantizará la calidad de la preparación de los mismos en el orden procedimental, es decir, en el orden del saber hacer, el tener dominio tanto teórico como práctico de las funciones garantizaría en los futuros profesionales o profesionales en ejercicio, la seguridad necesaria en el trabajo que realizan quedando espacio para la creatividad en el proceso de enseñanza aprendizaje que realizan.

Se trabaja para preparar a los profesores, en su práctica profesional educativa, en la que deben saber proyectar correctamente estrategias de desarrollo a partir de las condiciones existentes, dar respuesta a los problemas de carácter profesional que los afectan y todo esto demanda ineludiblemente una formación investigativa como base necesaria para el éxito profesional.

Esta preparación está muy vinculada con la formación de una concepción científica del mundo por parte de los profesores, lo cual implica, vincular los contenidos científicos a los problemas de la realidad; dominar los métodos de la ciencias para aplicarlos y enseñarlos a utilizar; hacer uso de la gnoseología dialéctica para permitir que los estudiantes transiten conscientemente por la vía del conocimiento científico durante el proceso de enseñanza aprendizaje.

Las funciones son definidas (Álvarez de Zayas 1999, 181) como “... las propiedades que manifiestan los procesos conscientes en su desarrollo y que se expresan mediante acciones generalizadoras. Por otra parte (Centro de Estudios Educacionales 2000, 1) se plantea que ”Una función depende de las otras que posee el objeto durante su movimiento y en sus relaciones con el medio”. Considerando estos aspectos como válidos, se hace necesario particularizarlos en la profesión pedagógica, o sea, cuáles son esas funciones profesionales pedagógicas y qué relaciones hay entre ellas.

Las funciones profesionales pedagógicas declaradas por el Ministerio de Educación (MINED) y los Institutos Superiores Pedagógicos (I.S.P.) sobre las cuales se estructura la formación profesional pedagógica y que son declaradas en la investigación del modelo del profesional del Centro de Estudios Educacionales del I.S.P. “E. José Varona”, son como ya se ha mencionado la función docente metodológica, la función de orientación y la función investigativa.

Considerando que el objeto de trabajo del profesional de la educación es el proceso de enseñanza aprendizaje, entonces hay dos categorías esenciales implicadas, estas son, enseñanza y aprendizaje y deviene por tanto, como primaria la función docente metodológica, puesto que se relaciona directamente con el enseñar y el aprender como acciones generales que caracterizan a los sujetos participantes de este proceso en su interactuar, el profesor desde un rol profesional y los estudiantes desde su rol de aprendices.

Puede preguntarse acerca de estos aspectos, ¿Qué relación puede establecerse entre la función docente metodológica y las demás funciones profesionales pedagógicas? ¿Existe interdependencia entre ellas?. Para responder esas interrogantes, se hace necesario analizar cada una de las funciones y determinar las interrelaciones que existen entre ellas.

La Función docente – metodológica comprende el proceso de enseñanza aprendizaje, para que se desarrolle con calidad, implica la necesidad de que el profesorado tenga pleno dominio de la ciencia particular que imparte, de la metodología de la misma, así como contenidos de las ciencias de la educación.

Lo que conlleva constantemente a una actualización y profundización teórica, a la búsqueda de nuevos métodos de trabajo, a indagar, experimentar, intercambiar criterios con otros colegas en el seno de su departamento o cátedra, e incluso en marcos de actuación profesional más amplios.

La función docente metodológica es entendida como “Actividades encaminadas a la planificación, ejecución, control y evaluación del proceso de enseñanza aprendizaje. Por su naturaleza incide directamente en el desarrollo exitoso de la tarea instructiva y de manera concomitante favorece el cumplimiento de la tarea educativa” (Blanco y Recarey 1998, 85). Puede percibirse la relación de las actividades con una acción generalizadora como es la dirección del proceso de enseñanza aprendizaje, por ello sería oportuno explicitar también las actividades encaminadas a la organización de dicho proceso.

A través de esta función docente metodológica se debe modelar y desarrollar didácticamente la asignatura que se imparte considerando las exigencias curriculares, las diferencias individuales y el contexto grupal, por lo que debe problematizar acerca de: ¿Quiénes son estas personas?, ¿Cómo piensan, sienten y actúan?, ¿Qué necesidades de aprendizaje tienen?, ¿Cuál es el nivel de desarrollo que han alcanzado?, ¿Cuál es su estilo de aprendizaje?, ¿Qué intereses, motivaciones y aspiraciones tienen?, ¿Qué influencias educativas inciden sobre ellos?, ¿Qué tipo de orientación necesitan?.

Estas interrogantes demandan un diagnóstico que sirva de base para organizar científicamente el proceso de enseñanza aprendizaje y como parte del mismo, atender las diferencias individuales, por lo tanto debe abarcar aspectos de índole general, particulares de la asignatura y específicos de cada estudiante. Inmerso en este proceso está la orientación como condición necesaria para el éxito de las tareas de enseñanza – aprendizaje.

El desarrollo del proceso de enseñanza aprendizaje debe ir acompañado de observación sistemática, análisis y reflexión que permitan ir evaluando logros y dificultades y por lo tanto ajustando la planificación a partir del nivel de desarrollo alcanzado e ir proyectando nuevas acciones en función del desarrollo potencial y de los objetivos propuestos. Este es también el punto de partida para la innovación curricular que conduce a propuestas más enriquecedoras de la personalidad de las y los estudiantes.

Se puede plantear que para realizar con éxito esta función el profesor tiene que investigar, saber orientarse y orientar a los estudiantes y en esto consiste la relación que existe entre las funciones, pues deben verse siempre de forma integrada.

La investigación está inmersa en el accionar profesional que demanda esta función docente metodológica. Al respecto, Paulo Freire con gran sabiduría señaló “No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza”. Hoy se habla, con insistencia, del profesor investigador.

"Forma parte de la naturaleza de la práctica docente la indagación, la búsqueda, la investigación. De lo que se precisa es que, en su formación permanente, el profesor se perciba y se asuma, porque profesor, como investigador” (Freire 1998, 32)

Se hace entonces necesario reflexionar acerca de la importancia de la identidad profesional como punto de partida en la formación profesional pedagógica y su vínculo con el desarrollo del pensamiento científico pedagógico y el modo de actuación que debe caracterizar a este profesional donde la investigación se imbrica como esencia del mismo.

La función orientadora es muy importante para alcanzar una verdadera orientación en el proceso de enseñanza que se desarrolla, se deben tener para dar un correcto cumplimiento a esta función tener serios conocimientos de psicología, hay autores que separan la orientación psicológica que debe realizar el psicólogo como especialista capacitado para ello, de la orientación pedagógica que puede realizar el profesor lo cual constituye un aspecto muy discutido.

La función orientadora es entendida por Blanco y Recarey como “actividades encaminadas a la ayuda para el autoconocimiento y el crecimiento personal mediante el diagnóstico y la intervención psicopedagógica en interés de la formación integral del individuo” (Blanco y Recarey 1998, 85). La orientación como acción generalizadora, tiene un carácter eminentemente educativo y está dirigida a brindar ayuda especializada, acompañamiento, en el crecimiento profesional y humano y en la toma de decisiones.

Dentro de las acciones de orientación que la tipifican como función profesional pedagógica están, entre otras, la orientación a la actividad de estudio, orientación vocacional o profesional y orientación pedagógica a la familia, por lo que esta función tiene relaciones de interdependencia con la función docente metodológica. Hay acciones de orientación que pueden realizarse en grupos y otras que requieren atención individualizada.

Para poder realizar con éxito esta función el profesor necesita, una vez precisada el área de orientación y el o los sujetos a orientar, buscar información acerca de la problemática individual y grupal, así como de la familia y la comunidad en que está enclavada la escuela, para dar respuesta a interrogantes necesarias que permitan hacer análisis objetivos en torno a las problemáticas de los sujetos. Esto lleva implícito un proceso de caracterización y diagnóstico como base necesaria para la adecuada orientación pedagógica.

Todo este proceso de búsqueda de información y diagnóstico de la comunidad, de la familia, del grupo, y de cada estudiante no es más que un proceso permanente de investigación que permite hacer un pronóstico lo más objetivo posible y proyectar las acciones de orientación pedagógica necesarias para que puedan enfrentar su realidad de forma consciente y enriquecida, por lo que puede decirse que la investigación educativa está intrínsecamente vinculada a la función orientadora del profesional de la educación.

La función investigativa no debe verse como una función aislada de su quehacer diario, sino que debe ser la vía fundamental del éxito de su desempeño profesional, imbricada en las diferentes funciones que realiza. De esta forma contribuye al autoperfeccionamiento del profesor, a la elevación de la motivación profesional y de la efectividad del proceso pedagógico, lo que redunda en su calidad, vista en el egresado, el cual debe satisfacer las necesidades y demandas sociales, así como ser capaz de proyectar su propio desarrollo.

Asignarle a los profesionales de la educación una función investigativa no debe significar una sobrecarga, sino una exigencia de profesionalización para elevar la calidad del proceso pedagógico.

En la medida en que el profesional es capaz de interpretar adecuadamente su realidad educativa y acceder por sí al conocimiento que guía el perfeccionamiento de la misma, se identifica más con su profesión al involucrarse como parte de la problemática y de su solución, se hace independiente y experimenta sentimientos positivos de realización personal y profesional, se transforma en productor de conocimientos y desarrolla su creatividad en función del perfeccionamiento continuo de la educación y de su autoperfeccionamiento profesional.

La preparación para el cumplimiento de la función investigativa, exige de la apropiación del método científico en el proceso formativo.

Esta función investigativa tiene como contenido esencial:

- La identificación y jerarquización de los problemas que están obstaculizando el proceso educativo. Parte de la observación y valoración de la realidad educativa, y puede concretarse mediante el diagnóstico.

- La teorización acerca del problema para poder asumir una posición científica que sustente las propuestas de cambio que deriven de dicho proceso, lo que demanda una constante búsqueda y actualización teórica.

- La introducción y evaluación en la práctica de los resultados obtenidos con vistas a su transformación y continuo perfeccionamiento, lo que implica la observación y análisis reflexivo permanente “en”, “sobre” y “para” la práctica.

Este contenido esencial comprende las acciones generalizadoras implícitas en el método científico: problematización, teorización y comprobación, donde la práctica está presente en todo el proceso, en estrecho nexo con la teoría. Por lo tanto, lo que se le pide a los profesores, no es que investiguen por investigar, sino que se transformen en profesionales competentes a partir del mejoramiento de su práctica educativa mediante la investigación de los problemas que la afectan, así como la reflexión permanente con visión de futuro, buscando alternativas de perfeccionamiento continuo sustentadas en posiciones científicas y éticas.

Sin embargo muchos profesionales de la educación en ejercicio, aún no son conscientes de este hecho y consideran la investigación como una sobrecarga que los agobia y para la cual no se sienten preparados.

Par lograr una contribución al perfeccionamiento continuo de la realidad educativa del trabajo del profesor y que logre calidad de la educación se debe tener en cuenta que el profesional de la educación es por la esencia de su trabajo un investigador, pero para encontrar soluciones científicas a sus problemas profesionales debe tener compromiso profesional, ser consciente de la necesidad de investigar y tener los recursos teóricos y metodológicos para ello.

Como profesional no debe limitarse a la solución de problemas, sino que la investigación debe permitirle proyectar nuevos niveles de desarrollo de su realidad educativa, esto es, tener visión de futuro y prepararse para el mismo.

Los profesionales de la educación alcanzan prestigio y profesionalidad en la medida en que su actividad profesional puede ser desempeñada con independencia y creatividad, cuando es capaz de analizar críticamente su práctica educativa y llegar, por la vía de la ciencia, a encontrar nuevas alternativas que permitan resolver los problemas más emergentes que la están afectando, así como cuando enfrentan los retos que demanda a la educación, el desarrollo social perspectivo.

¿De qué naturaleza pueden ser estos problemas?

• Problemas educativos individuales, grupales o generales.

• Problemas curriculares (tanto de diseño, desarrollo, como de evaluación)

• Problemas relacionados con las influencias educativas del entorno: Escuela-Familia-Comunidad.

• Problemas de la ciencia particular que imparte (aunque no es lo que se pide hoy a los profesionales de la educación, no se excluye como posibilidad, dado su desarrollo actual y motivación)

Estos problemas por su naturaleza pueden ser de diversa índole, eminentemente pedagógicos, didácticos, psicológicos, sociológicos, y otros, por lo tanto su abordaje necesita de una fuerte preparación en las diferentes ciencias de la educación, en la ciencia de su especialidad, así como el dominio del método científico.

Poder investigar la diversidad de problemas del entorno educativo, conlleva la necesidad de aprender a trabajar en equipos multidisciplinarios, donde cada especialista desde su fortaleza es capaz de aportar elementos que contribuyan a solucionar dichos problemas, puesto que los mismos, al ser problemas de la realidad, no se resuelven fácilmente desde una sola arista de análisis, sino que su solución se encuentra más fácilmente desde la interdisciplinariedad.

Es importante que se perciba la interdisciplinariedad como plantea Fernando Perera en su Tesis en opción al Grado de Dr. en Ciencias Pedagógicas, como "la interacción entre dos o más disciplinas, producto de la cual las mismas enriquecen mutuamente sus marcos conceptuales, sus procedimientos, sus metodologías de enseñanza y de investigación" (Perera 2000, 23),

Quiere esto decir que los profesionales de la educación deben tener claridad de su misión social de “educar” en toda la magnitud del término, y por lo tanto, no pueden esperar que las normativas y decretos para el trabajo escolar, solucionen los problemas singulares que en su realidad educativa enfrentan, sino que deben tener conciencia de la necesidad de encontrar dichas soluciones.

Esto implica un proceso de investigación a partir del análisis crítico de su práctica educativa, diagnosticar los problemas que la afectan, precisar las aspiraciones, modelar e instrumentar las acciones que promuevan el cambio del estado real al estado deseado de dicha realidad.

De ahí que sea impostergable el hecho de que los profesores se sensibilicen con la necesidad de investigar para cambiar, que se armen de los recursos teóricos y metodológicos para ello, lo que demanda además la adopción de nuevos enfoques de investigación.

Esta reconceptualización en el campo de la investigación educacional es importante para que la misma deje de ser externalista y desaparezca la creencia de que la investigación sólo es atributo de "sabios", pasando a la toma de conciencia de que la investigación en el campo de la educación es una función profesional que en las condiciones actuales de la sociedad reviste vital importancia.

Una investigación desde dentro del proceso pedagógico involucra a los protagonistas del mismo, o sea, directivos, profesores, estudiantes, comprometiéndolos con la problemática y su solución, transformándolo en un proceso educativo con enfoque investigativo, donde la ciencia y el compromiso son los recursos fundamentales para el cambio educativo que requiere la escuela cubana actual.

Esto permitirá el uso de variantes que eleven la calidad del proceso y a su vez favorezcan la elevación de la motivación profesional, haciendo que el enfoque externalista de la educación quede atrás y el profesor deje de ser simplemente quien ejecuta las disposiciones, simple cumplidor de normativas que lastran su trabajo, restándole independencia y creatividad.

Cada vez con más fuerza se extiende por diferentes contextos el enfoque humanista, cobrando importancia los seres humanos que protagonizan el proceso: profesor, estudiante y grupo. Estos profesionales tienen mayor independencia y flexibilidad en su desempeño profesional, a partir de que el currículum es visto como proyecto educativo, por lo tanto, más que asumirlo pasivamente, deben investigar.

Por su parte los estudiantes son vistos como sujetos activos de su propia educación y desarrollo, son tomados en cuenta a partir de sus vivencias, experiencias, necesidades, aspiraciones, motivaciones y tendencias. En el contexto grupal se atiende la individualidad y son consideradas las diferencias en un clima de respeto y democracia que favorece la socialización del conocimiento y el intercambio científico de experiencias y opiniones. También se potencia la cooperación a partir de aprender a trabajar en equipos, sin descuidar el desarrollo individual.

Si bien puede considerarse que este tipo de proceso pedagógico es mucho más productivo, también hay que reconocer que es más complejo, porque los retos que deben enfrentar los profesores son cada vez mayores, cobrando importancia lograr el desempeño profesional en el logro de materializar dentro del proceso las funciones.

A modo de conclusión se puede afirmar que el nivel de interrelación que existe entre las funciones profesionales, al darse en el proceso de forma integrada, indica que el conocimiento de una de ellas favorece el conocimiento de la otra, y el conocimiento de las funciones y el dominio de cómo proceder es de gran importancia tanto para el logro de la calidad de la clase, del proceso y de la preparación de los profesores.


 

 
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