Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 1, Nº 10 (diciembre 2009)

LOS RIESGOS LABORALES DE LA ENSEÑANZA


 

Ana Matas Garrido
jmariohv@yahoo.es
 


Introducción

Con frecuencia los profesionales de la enseñanza, como cualquier otro trabajador, nos enfrentamos a numerosos riesgos en el ejercicio de nuestra profesión. En nuestros días, ser un profesional de la educación puede conllevar una presión considerable y a veces incluso un cierto factor de riesgo relacionado con la violencia en el trabajo. Un asunto preocupante que requiere de medidas de prevención. Los profesionales de la educación constituyen uno de los sectores con un índice de estrés más elevado en su trabajo, debido en buena parte a los riesgos de violencia de que pueden ser objeto en algunas ocasiones.

A pesar de esto, todavía hoy, socialmente persiste la idea de que quienes trabajamos en la enseñanza no nos enfrentamos a riesgos especialmente dañinos. La mayor prueba es que hay una gran cantidad de enfermedades y riesgos para otras profesiones, y sin embargo para la enseñanza no aparecen recogidas. Sin embargo, cada año se publican datos y se realizan estudios donde se que pone de manifiesto la persistencia de patologías específicas entre los trabajadores del sector que afectan a las personas, que terminan enfermando. Además, al ser enfermedades que se van generando en un espacio temporal muy grande, suelen escapar a la relación evidente de causa-efecto que tienen, por ejemplo, los accidentes, y al no ser reconocidas como enfermedades profesionales, derivan hacia quienes las padecen todos los gastos de rehabilitación y recuperación de dolencias que son ocasionadas con motivo del desempeño del trabajo. Si a esto añadimos que la vigilancia de la salud a través de los reconocimientos médicos no se hace de forma sistemática y específica hacia los riesgos propios de nuestro entorno laboral, se completa un círculo que imposibilita tomar las medidas preventivas adecuadas.

En este artículo, trataré de dar somera cuenta de los riesgos laborales más importantes, así como de las medidas que se deben aplicar en los centros educativos para que sean evitados.

Riesgos Laborales de la Profesión docente.

Inestabilidad laboral en el empleo.

La incertidumbre acerca de la continuidad en el puesto de trabajo de algún tipo de profesorado provoca serias deficiencias en el equilibrio entre el esfuerzo que exige su trabajo y las compensaciones que les aporta. Esto es evidente en el caso del profesorado interino.

Sin embargo no son los interinos o sustitutos el único colectivo que sufre la inestabilidad. Existen, asimismo, otros trabajadores de la enseñanza que desempeñan tareas que les exigen el uso de vehículos en diferentes puntos geográficos (itinerantes) o que tienen un perfil profesional muy diferente: inspectores/as, coordinadores/as, psicopedagogos/as, sindicalistas/os, tutores/as de prácticas/os, etc. Por tanto, me refiero a los accidentes a la hora de ir o volver al trabajo (accidentes in itinere), ya que en muchos casos, es necesario realizar largos desplazamientos.

Tanto unos como otros corren una serie de riesgos, que deberían ser asumidos por la Administración. Precisamente, esta inestabilidad concatena y por tanto, desencadena, el siguiente “grupo” de riesgos.

Ansiedad y estrés.

Los factores de riesgo psicológico en el entorno laboral y su prolongación temporal, pueden hacer que aparezca el estrés. Es esto mismo, el estrés y de otros trastornos psicológicos, una de las mayores causas de bajas laborales entre docentes.

Pero, ¿por qué?.

Los profesores sufrimos, además de un elevado volumen de trabajo, una gran exigencia psicológica. Sin embargo, es la falta de apoyo social que nuestra labor recibe y la descompensación entre el esfuerzo y la ilusión que muchos docentes ponen y las escasas compensaciones que se reciben, lo que hace que la ansiedad sea bastante común entre los profesionales de la enseñanza.

Además, generalmente, los profesores sentimos una gran exigencia social sobre el sistema y sobre nosotros mismos, lo que se refleja en un aumento de la carga de trabajo individual (horario lectivo, número de alumnos/as por aula, número de grupos a su cargo, complejidad del alumnado, falta de personal especializado y de apoyo, irracionalidad de los horarios, falta de personal administrativo en todos los niveles educativos, carencia de tiempos de encuentro para los equipos docentes, falta de momentos de pausa reales,…), así como en una carencia de apoyo social hacia la labor docente (falta de apoyo y colaboración por parte de las familias y la sociedad, inadecuada gestión de los conflictos, carencia de colaboración de las familias, etc.).

Un prolongado estado de depresión y / o ansiedad, desembocará en el conocido Síndrome de Burn-out, o síndrome del trabajador quemado. Dicho síndrome consiste en un tipo de estrés prolongado motivado por la sensación que produce la realización de esfuerzos que no se ven compensados personalmente ¿y profesionalmente?. Se suele dar en trabajos sociales que implican el trato con personas e importantes exigencias emocionales en la relación interpersonal (personal sanitario, docentes, policías, etc.), que resultan en un deterioro, desgaste o pérdida de la empatía.

En especial padecen el síndrome de burn-out personas altamente calificadas y comprometidas, en las que los intereses profesionales predominan sobre los intereses personales.

Su principal causa es estar sometido a un gran número de factores psicosociales, como por ejemplo:

o Exceso de responsabilidad.

o Monotonía, falta de vocación.

o Excesiva ratio en el número de alumnos por clase

o Escasez de medios.

o Conflictos con alumnos y padres.

Violencia laboral.

Con frecuencia nos encontramos en todos los medios de comunicación recurrentes noticias en las que los casos de violencia escolar están a la orden del día, situaciones de violencia que los usuarios de la enseñanza, como el alumnado o en algunos casos sus familiares, han protagonizado con docentes. Se trata de episodios de violencia física, verbal o amenazas e intimidaciones vejatorias llevadas a cabo en lugares públicos, normalmente la propia escuela, donde tanto la autoridad moral de los profesores como su integridad física quedan quebrantadas.

Trastornos musculares y de huesos.

Esguinces, hernias, dolores musculares y de huesos, lumbalgias, problemas cervicales… Estas afecciones ocupan los primeros puestos entre las dolencias causantes de bajas en el profesorado, ocasionadas a lo largo del tiempo de forma lenta y progresiva.

Para hacernos una idea de tales dolencias y su progresión en el tiempo, mencionaré, por ejemplo, a los maestros y maestras de educación infantil que se inclinan para estar a la altura de niños y niñas de tres o cuatro años; al profesorado de Educación Física, que está sobrecargado de actividades musculares a lo largo de todo su horario laboral y de su vida profesional. Todo esto pone de manifiesto riesgos como el mantenimiento de posturas forzadas, las sobrecargas musculares o los movimientos y esfuerzos repetitivos, así como los trastornos procedentes de estar mucho tiempo de pie. Esta postura también puede provocar alteraciones circulatorias, varices, dolores lumbares.

Otros riesgos.

En este apartado incluiré los riesgos procedentes de deficiencias de seguridad, así como los que son propios de cualquier puesto de trabajo.

Debemos prestar especial interés a las caídas y golpes:

Caídas al mismo nivel como por ejemplo tropezar por un pasillo lleno de mochilas debido a la estrechez de las clases.

Caídas a distinto nivel como por ejemplo cuando se va cargado por unas escaleras atestadas de alumnos, debido a la escasa anchura de las mismas, o por ser éstas resbaladizas.

Choques/Golpes contra objetos inmóviles como por ejemplo las mesas, o con objetos móviles como puede ser un choque con un alumno que va corriendo por un pasillo.

Falta o exceso de iluminación en las clases, así como la existencia de reflejos en algunas clases, que obliga a cerrar las persianas y utilizar durante todo el día luz artificial.

Ruido existente en clases cercanas, o proveniente de la calle. También causa de estrés, al igual que las vibraciones por la existencia de obras cercanas.

Contacto con virus y bacterias, al estar un gran número de personas encerradas en una clase con un número reducido de metros cuadrados. Gripe, gripe A, rubeola, tétanos, hepatitis B, etc.

Ambientes secos, polvo de las tizas y esfuerzos en la voz pueden provocar enfermedades respiratorias, afonías o irritaciones. Actualmente, sólo los nódulos en las cuerdas vocales están reconocidos como enfermedad profesional para el sector de la enseñanza. La lista de enfermedades profesionales está publicada en el Real Decreto 1299/2006 de 10 de noviembre, BOE de 19 de diciembre de 2.006.

Contactos eléctricos, como por ejemplo la utilización de un aparato eléctrico en mal estado, o su conexión a un enchufe que ha sido roto por los alumnos.

Medidas a tomar.

Para prevenir riesgos en los Centros Docentes, todos los Centros deberían tener un Plan de Prevención donde se especificaran los riesgos potenciales del Centro. También se debería indicar los medios disponibles para hacer frente a una posible emergencia. Una vez elaborado el Plan los alumnos y profesores deberían conocerlo y realizar simulacros para que en caso de que ocurra la emergencia puedan poner en práctica todo lo aprendido.

También es fundamental, por motivos de seguridad, que un profesor sepa cómo actuar ante un accidente. Así, es conveniente que conozca qué se debe hacer cuando un alumno sufre una herida, quemadura, contusión, etc.

Por lo tanto, la Prevención de Riesgos Laborales y la Salud Laboral debe estar integrada tanto en la práctica como en la gestión educativa diaria.

Además de esto, los profesores deberíamos recibir una formación sobre prevención de riesgos laborales. Esta formación contribuiría sobremanera a la prevención de posibles accidentes de trabajo y enfermedades profesionales, mejorando la cultura preventiva de los docentes, sea a través de la motivación personal, sea a través de la aprehensión de actitudes y aptitudes que modifiquen los comportamientos inseguros, reduciendo las situaciones de riesgo.

Por ello, los profesores deberíamos ser formados en técnicas básicas de comunicación, normalización, prevención medioambiental y dominio de los primeros auxilios básicos, conocimientos que además de la utilidad laboral evidente, conforman la puesta en disposición para la transmisión de dichos conocimientos y actitudes a los alumnos.

Teniendo en cuenta todo esto, las soluciones que deberían adoptarse radican en la necesidad de (adoptar, entre otras, las siguientes medidas):

o Rebaja de las ratios.

o Creación de un mejor clima de convivencia.

o Dotación de mayores recursos humanos y materiales.

o Espacios físicos mejores.

o Mejor formación inicial y formación contínua.

o Mayor vigilancia de la salud relacionada con el trabajo.

o Motivación del profesorado.

o Mayor reconocimiento social.

o Establecimiento de profesorado de apoyo.

Conclusión.

Todos los riesgos mencionados afectan de una manera bidireccional a las condiciones de trabajo de los profesionales de la enseñanza, quienes nos enfrentamos a situaciones que deben ser identificadas, evaluados sus riesgos y establecidos los planes de prevención, a fin de que se eviten los accidentes laborales y se produzcan enfermedades profesionales que, todavía hoy, no son reconocidas como tales.

Bibliografía.

www.wikipedia.es

www.prevenciondocente.com

www.mec.es

www.inhs.es

www.riesgolaboral.org

Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.


 

 
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