Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 1, Nº 8 (octubre 2009)

PLURALIDAD EN LAS AULAS


Nuria María Palanco López

jmariohv@yahoo.es


La diversidad de personas y pueblos es un hecho. Nacemos y somos distintos; es más, la variedad de aspectos físicos, afectivos, morales y culturales engrandece a los seres humanos. Por eso, es preciso respetar y valorar la diversidad, porque de ello depende la convivencia.

Actitudes racistas y xenófobas se repiten con frecuencia en nuestro entorno como reacción frente al fenómeno de la inmigración, es por ello por lo que la educación en los valores del respeto, la tolerancia activa y la solidaridad se presenta como el mejor instrumento para erradicarlas.

España, al igual que el resto de países desarrollados, es muestra de esta sociedad cada vez más plural; sociedad con una nueva dimensión internacional, donde las situaciones de contacto de alumnos de diferentes culturas, lenguas y costumbres son unas de las principales causas de la preocupación por los principios de la Educación Intercultural. Una interculturalidad que, en los últimos años, ha pasado de poner el acento sobre la integración de la población inmigrante en la sociedad de acogida, a ponerlo sobre una educación que se destina a la generalidad de la población y no sólo a las minorías nacionales o inmigrantes.

Cuestión clave para nosotros es saber si la escuela está preparada para dar una respuesta adecuada a esta pluralidad.

Un paso necesario para generar el respeto, la valoración y la participación de todos los alumnos en términos de igualdad es, que el docente adecue la metodología a las nuevas necesidades del aula. Para ello, los programas de formación de los profesores deben de orientarse hacia la adquisición de competencias y habilidades tanto a nivel cognitivo como actitudinal.

Una de las posibilidades más importantes que ofrece el sistema educativo es la posibilidad de modificar el currículum escolar para poder incorporar los contenidos referidos a la Educación Intercultural.

El enfoque cientificista debe de ser sustituido por un enfoque más flexible que cambie actitudes del profesor y lo sensibilice hacia la diversidad que observe en el aula.

El cambio enfoque es imprescindible, puesto que los profesores son los verdaderos guías de la clase, los encargados de organizar a los alumnos, de programar las estrategias, de moderar, de ayudar a la regulación de los conflictos y de preparar un motivador y acogedor ambiente de clase.

Se trata de preparar al estudiante para vivir en armonía en una sociedad plural, por lo tanto el papel de la escuela es orientar hacia el enriquecimiento cultural de todos los alumnos. Para ello debe:

– Fomentar el respeto y la valoración de la diversidad como elemento enriquecedor de los individuos y de los pueblos; aceptando a los alumnos en su singularidad, potenciando la creatividad y la originalidad y evitando las descalificaciones y comparaciones ofensivas.

– Transmitir a los alumnos un mensaje claro sobre la igualdad fundamental de los seres humanos, dando a todos un trato igual y eliminando de la vida escolar preferencias, privilegios y discriminaciones.

– Apostar abiertamente por el interculturalismo, llegando a darle, si parece conveniente, un tratamiento transversal: concienciar de la propia identidad cultural (formas de vida, tradiciones, valores, patrimonio histórico), conocer la realidad multicultural de España en la actualidad y reconocer la aportación de diversos pueblos y culturas a nuestra nación española a lo largo de la historia: fenicios, romanos, musulmanes, judíos...

– Esforzarse por erradicar de los alumnos actitudes y comportamientos contrarios a la igualdad fundamental del ser humano y de los pueblos: xenofobia, fundamentalismos, nacionalismos radicales excluyentes, marginaciones de minorías étnicas.

– Dedicar una atención especial al problema de los inmigrantes, realidad importante entre nosotros, ayudando a los alumnos a asumir actitudes y conductas que favorezcan su integración en la sociedad.

– Para desarrollar una verdadera educación pluralista e intercultural, la escuela tiene que aprovechar todas sus posibilidades: los contenidos de las distintas áreas de enseñanza, las situaciones que viven los alumnos en la escuela y los acontecimientos del contexto sociocultural que llegan, a través de los medios de comunicación, a la vida escolar.

En definitiva, la interculturalidad ha de ser en el marco del aula una interacción entre culturas y tal interacción llegará a ser didáctica cuando el proceso de enseñanza –aprendizaje se realice como una razón comunicativa plena y con adecuada relación de respeto y desarrollo pluricultural.

El reconocimiento de la diversidad cultural en los centros de enseñanza resulta fundamental para conseguir verdaderas sociedades interculturales. No puede haber convivencia pacífica, si no se respeta y valora debidamente la diversidad; diversidad que, bien entendida, no anula la igualdad fundamental de los seres humanos sino que engrandece o enriquece a los seres humanos y a los pueblos.

Los centros educativos tienen el deber de asegurar las bases para la igualdad real y efectiva en la escuela y la sociedad, atendiendo a la diversidad de género, etnia y cultura.

Sólo así conseguiremos que el multiculturalismo se transforme en interculturalismo.

Este debe ser nuestro reto.

BIBLIOGRAFÍA

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