Cuadernos de Educación y Desarrollo

Vol 1, Nº 5 (julio 2009)

EQUIPOS COOPERATIVOS EN EL AULA


 

Eva María Rodríguez Cobos
jmariohv@yahoo.es





No cabe duda de que los seres humanos vivimos en sociedad, una sociedad cada vez más variopinta, hablando, pues, de interculturalidad. Dentro del aula, ocurre exactamente igual, nos encontramos con un amplio abanico de alumnos, con distintas características (sociales, económicas, de raza, de sexo, de religión …), distintas expectativas, distinta motivación, … Por ello, la educación en valores cobra una relevancia especial, sobre todo en este caso la “educación para la paz”, ya que este tema transversal hace referencia no sólo a la guerra, sino también a las relaciones entre personas, y dentro del aula al aprendizaje cooperativo.

La escuela es un lugar idóneo para aprender actitudes básicas de convivencia: respeto, tolerancia, solidaridad, participación, comprensión, ayuda a los demás, diálogo, … De aquí se deriva que nuestra misión como docentes no es únicamente preparar a nuestros alumnos desde un punto de vista académico, sino también ayudarles a convertirse en ciudadanos responsables y comprometidos con su entorno social y familiar. Dentro del aula, vamos a fomentar estos valores a través del aprendizaje cooperativo, pero ¿qué es exactamente el aprendizaje cooperativo?

El trabajo cooperativo consiste en “trabajar en equipo para lograr metas compartidas, en cooperar con nuestro grupo de trabajo para beneficiarnos de todos los conocimientos que el grupo aporta”. Se trata de aprender a trabajar en equipo de forma que los resultados sean favorables no sólo para uno mismo sino para el grupo. Directamente, pues, estamos trabajando uno de los temas transversales, la educación para la paz, entendida, como ya dijimos anteriormente, como aprendizaje cooperativo dentro del aula.

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No obstante, esto no es nada fácil, y no me refiero únicamente a la dificultad de trabajar en valores, sino a hacer que los alumnos reconozcan la importancia de dichos valores y los hagan prevalecer en el aula y en su proceso de enseñanza-aprendizaje.

Por ello, a continuación veremos posibles pasos que nos ayuden a ver cómo podemos abordar dicha labor:

1. Concienciación.

Los alumnos han de tomar conciencia de que el grupo aporta más ideas, puntos de vista y conocimientos que cada individuo de manera aislada e independiente. Podríamos usar una serie de slogans hechos en cartulina que colgaríamos por toda la clase. Algunas ideas podrían ser:

 Cooperemos para llegar antes a la meta.

 Nosotros cuatro = a podemos.

 En la unión está la fuerza.

 2+ 2 = éxito.

 Dialoguemos para llegar a un acuerdo.

2. Agrupamientos.

Los agrupamientos deberán ser flexibles y heterogéneos. Se recomienda 4 personas por grupo, con tareas individuales (según la capacidad y las características de cada alumno: un organizador del trabajo, un portavoz del grupo, un encargado del material, un encargado de las TIC) y tareas de grupo.

3. Motivación.

La Unidad Didáctica debe ser motivadora y de interés para los alumnos, de tal manera que ayude a fomentar el interés individual y colectivo. Se trata de trabajar temas de relevancia para nuestros alumnos, que conecten el aula con sus vidas fuera de ésta, con su estilo de vida.

4. Objetivos.

Los objetivos deben de ser claros y deben partir tanto del individuo como del grupo, es decir, objetivos individuales y colectivos. Los alumnos deben comprometerse a hacer todo lo posible para alcanzar dichos objetivos, ya que de dicho compromiso no sólo dependerá su éxito individual sino también el éxito colectivo del grupo. Dicho éxito colectivo será mayor si todos los miembros del equipo trabajan eficazmente y llevan a cabo sus compromisos de trabajar por y para el grupo.

5. Actividades.

Las actividades deben favorecer el trabajo en grupo, fomentando la colaboración y la responsabilidad compartida.

6. Solución de dificultades.

Las dificultades que vayan surgiendo en el aula con motivo del trabajo en sí y del trabajo en equipo (distintas opiniones, dificultad a la hora de ponerse de acuerdo, …) deben irse solventando a través del diálogo con el fin de que dichas dificultades no entorpezcan el aprendizaje. Dicha misión estará a cargo del profesor y de los propios miembros del equipo, de tal manera que se fomente un valor indispensable en nuestra sociedad actual: el compromiso social, que dentro del aula se traduce como compromiso de ayuda con respecto a nuestros compañeros.

7. Evaluación

La evaluación consistirá en un examen escrito de contenidos, una autoevaluación individual, una autoevaluación del equipo y una evaluación del profesor sobre el trabajo en grupo. Las autoevaluaciones serán iniciales, formativas y finales. Los objetivos principales son:

1) Que los alumnos aprendan a ser críticos con ellos mismos, valorando lo que saben y lo que no saben.

2) Que sean capaces de hacer un seguimiento de su aprendizaje, por ello, se autoevaluarán antes de iniciar la unidad didáctica (evaluación inicial), durante el desarrollo de la unidad (evaluación formativa) y al finalizar dicha unidad (evaluación final).

8. Recuperación.

Se preverán actividades de recuperación individual para los objetivos no alcanzados.

Se trata, pues, de programar una unidad didáctica de un área tomando como eje central un tema transversal (en este caso, educación para la paz) y el aprendizaje cooperativo o trabajo en grupo, es decir, es hacer de cada unidad didáctica un trabajo grupal, que favorezca el aprendizaje individual y colectivo, ya que los alumnos se ayudan entre ellos, aportando todos sus conocimientos y habilidades, que no son las mismas en cada individuo. Por ejemplo, en el aprendizaje de una lengua extrajera, no siempre el que más conocimiento tiene de las estructuras gramaticales y del vocabulario es siempre el mejor comunicador. Este hecho tiene que quedar patente en los alumnos, que deben reconocer que las capacidades personales son distintas en cada persona y que todas esas capacidades juntas puestas al servicio común del grupo forman un todo bastante completo que les beneficia en su proceso de enseñanza-aprendizaje.

 Mejorar las relaciones entre los alumnos de la clase.

 Dinamizar el proceso de enseñanza-aprendizaje de todos los alumnos del aula.

 Incrementar el rendimiento escolar de los alumnos.

 Fomentar la educación en valores, potenciando el diálogo y la autoestima.

 Aprender a autoevaluarnos y a evaluar críticamente a los demás.

BIBLIOGRAFÍA

YUS, R. (1996). Temas transversales: hacia una nueva escuela. Grao. Barcelona.

MEC (1993). Temas transversales y desarrollo curricular. Ministerio de Educación y Ciencia.

JOHNSON, D. W., JOHNSON, R. T. y HOLUBEC, E. J. (1999): El aprendizaje cooperativo en el aula. Buenos Aires: Paidós.

OVEJERO, A. (1990): El aprendizaje cooperativo. Una alternativa eficaz a la enseñanza tradicional. Barcelona: PPU.   


 

 
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