Contribuciones a las Ciencias Sociales
Junio 2014

LA IMAGEN URBANA DE LOS POBLADOS HISTÓRICOS CON VALOR PATRIMONIAL, EN LA OFERTA TURÍSTICA GLOBAL



Rigoberto Lárraga Lara (CV)
rigobertolarraga@gmail.com
Universidad Autónoma de San Luis Potosí



Resumen

El Patrimonio vernáculo se encuentra actualmente amenazado por la globalización, la transculturización, la homogenización, la pérdida de identidad y de valores, así como por el avance de  los procesos de urbanización, de las explotaciones mineras, agrícolas e industriales, las guerras, el narcotráfico entre otras causas, situación que implica tomas decisiones de carácter político, social y económico.

Los Poblados Vernáculos forman parte importante del patrimonio histórico y cultural  de los pueblos, que aún los posen, su conservación y mantenimiento exigen ya no ser vistos como objetos, a ser descritos y contemplados con una postura romántica a-histórica, sino como fenómeno en proceso de evolución constante. Bajo esta premisa esta ponencia trata de fijar una postura relativa a  que ellos tienen un valor  patrimonial social  e histórico, que los hace ver como un bien social, capaz de generar excedentes económicos, en beneficio de la comunidades que los posen, y así elevar la calidad de vida, conservar la identidad y el arraigo  entre otros valores.

Esta ponencia maneja la tesis de que es posible conservar el Patrimonio Vernáculo   como la expresión fundamental de la identidad de una comunidad, y como este fenómeno se ha traducido y materializado en su imagen urbana y ella es vivencia en su cotidianidad, así mismo, ella se manifiesta como expresión de la diversidad cultural del mundo. Cabe manifestar que  la tesis que sustenta esta ponencia se basa en su argumentación  que se fundamenta en las siguientes  premisas  referidas a :

  1. El espacio y la imagen urbana son consecuencia de los determinantes geográficos -espaciales y ellos responden a patrones culturales y estilos de vida de la población alojada.
  2. La Habitabilidad, la forma de vida y la imagen rural son un producto de insumo social.
  3. La imagen urbana de los poblados vernáculos es producto de su estructura, identidad y significado -
  4. El valor del  potencial de los poblados vernáculos como patrimonio social y cultural es necesario ponerlos en valor como producto cultural, para, obtener su máxima rentabilidad  social, cultural y económica
  5. La sustentabilidad del paisaje arquitectónico rural debe ser facilitado y fortalecido de manera endógena.

El Patrimonio Vernáculo construido se identifica con  la forma  cultural y tradicional en que las comunidades han producido su propio hábitat.  Su imagen urbana es producto de un proceso continuo, de evolución cambios necesarios y una continua adaptación como respuesta a los requerimientos sociales y ambiental que incide en el ser y el hacer de sus habitantes, Su continuidad espacial y temporal se ve amenazada en todo el mundo por las fuerzas de la homogeneización cultural y arquitectónica, a  que se encuentra  sujeto este mundo globalizado ¿Cómo esas fuerzas pueden ser controladas y adecuadas a su cotidianidad estilo y padrón de vida ..¿Acaso, este, entre otros, son el problema fundamental a que se encuentran sometidos las diversas comunidades? Problema que debe ser resuelto por las distintas comunidades, por los gobiernos, y los hacedores del espacio edificado? Debido a esa homogeneización de la cultura y a la globalización socio-económica, las estructuras vernáculas son, en todo el mundo, extremadamente vulnerables y se enfrentan a serios problemas de obsolescencia, equilibrio interno e integración.

Es necesario, por tanto, como ampliación a la Carta de Venecia, establecer principios para el cuidado y protección de nuestro Patrimonio Vernáculo.

Palabras Clave: paisaje arquitectónico, valor patrimonial, turismo rural


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Lárraga Lara, R.: "La imagen urbana de los poblados históricos con valor patrimonial, en la oferta turística global", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Junio 2014, www.eumed.net/rev/cccss/28/imagen-urbana.html

EL ESPACIO Y LA IMAGEN URBANA ¿UN BIEN SOCIAL CAPAZ DE SER NEGOCIABLE?
El abordaje del espacio, se ha hecho por numerosas disciplinas, bajo enfoques diferentes y cada una de ellas han empleado diversos puntos de vista para definirlo, en nuestro caso, el enfoque a darle es el espacio socialmente habitable, nos dice Salazar, se parte de la idea que… el espacio está definido por una comunidad, cuyas prácticas sociales determinan las diversas concepciones y modalidades del espacio, e igual estas pueden determinar las practicas. Bajo esta premisa concebimos el espacio de nuestros poblados vernáculos en los que “se subraya la articulación entre dos aspectos del mismo: las formas construidas o materia y lo social” a lo que Silvia Ostrowersky (1987: 119) llamaría “como la fisicabilidad de los hechos sociales”, que en nuestro caso es la imagen urbana, en ella se manifiesta de forma eficiente la materia, el medio ambiente y la sociedad que se plasman en la escena urbana.

¿Pero cómo debemos de intervenir en la imagen urbana, para traducirla en un bien cultural capaz de generar un valor agregado social y económicamente justificado?- La imagen urbana como bien cultural y no más que ella es capaz de generar estos patrones de comportamiento, NorbergSchulz (1975) establece “los esquemas de comportamiento que el individuo desarrolla al interactuar con su entorno, son su espacio existencial”. Las imágenes que caracterizan la escena urbana, sus valores estéticos y simbólicos producen sensaciones de placer estético que marcan el sentimiento plástico y el simbólico, los mismos que sirven para construir mitos, o imágenes psicológicas capaces de generar estado de satisfacción o desahogo psicológico. El espacio de los poblados vernáculos,  su escala, su territorialidad, su arquitectura, sus lugares, las sociedades que los habitan y las imágenes que producen, dan elementos para identificarlos, comprenderlos, entenderlos y traducirlos, y dan la pauta para considerarlos como un producto o bien social, capaz de ser negociado y producir una rentabilidad social, económica y financiera capaz elevar la calidad de vida, la habitabilidad, la competitividad de lugar, de quienes lo poseen.

 El discurso de los poblados vernáculos, sus unidades significativas y el espacio referidos a lo que Fernand Braudel (1968: 60-77) comenta sobre “la existencia de un lenguaje de la ciudad es un discurso; y este discurso es verdaderamente un lenguaje”, o como dice Levy (2000) “el espacio está en el relato, lo mismo que el espacio funciona en el relato” aquí cabe preguntarnos si acaso ¿la lectura del discurso no crean un valor agregado, que den un plus a la identidad?, ¿acaso este patrimonio identitario no es vendible como un producto de cultura y de ocio creativo?
Cabe decir que la imagen urbana también manifiesta las relaciones sociales en su concreción del espacio, en el cual la gente actúa, gestiona lo social, lo económico, lo religioso y los valores, todo lo anterior es leído, en la escena urbana, en ella hay actores, y espectadores, es su mundo de la vida, aquí nos dice Braudel (1968: 60-77) “la correspondencia entre las estructuras sociales y las estructuras mentales como garante de la dimensión social”. Por lo anteriormente expuesto consideramos que el espacio social, la imagen urbana, sus valores patrimoniales, sociales, escénicos y paisajísticos son un bien social de la comunidad, capaz de ser negociado consigo misma y con otras sociedades, y que es capaz de producir una rentabilidad social, económica y ecológicamente sustentable.

HABITABILIDAD, LA FORMA DE VIDA Y LA IMAGEN URBANA COMO INSUMO CULTURAL.
La función de este apartado es establecer la relación que se da entre la habitabilidad, la forma de vida y la imagen urbana en los poblados vernáculos y como ellas se pueden conjuntar para producir un bien social capaz de generar una rentabilidad sustentable. La geografía, la cultura y los estilos de vida de las sociedades que habitan los poblados vernáculos configuran un espacio urbano de características singulares: sus plazas, calles, callejuelas, barrios, etcétera, tienen y se manifiestan tanto física y socialmente, como son una respuesta a las necesidades de habitabilidad de sus habitantes; entendemos como habitabilidad a la forma de usar el espacio público y como ella se da en él; al respecto nos dice NorbergSchulz (1975: 46) “el espacio existencial del hombre está, pues, determinado por la estructura del ambiente que lo rodea, pero sus necesidades y deseos crean un regeneración”, pero acaso esta estructura no está espacialmente configurada por su imagen urbana y conformada por aspectos tangibles, e intangibles referidos estos a aquellos como los contemplativos, ceremoniales, comerciales, religiosos, etcétera. Así el espacio es el teatro de la vida rural, cabe hacer notar que la vida en los poblados vernáculos se da en los espacios abiertos, él se convierte y juega un papel social preponderante, la vida en él se vuelve colectiva; así el hecho de habitar este espacio, si “modo” de habitarlo crea características socioeconómicas y perceptivas que fortalecen la identidad y el arraigo. Podemos preguntarnos ¿hasta qué punto el espacio rural puede convertirse en un bien social o un producto social capaz de ser mercadeado, para producir excedentes socioeconómicos que coadyuven a su conservación y mejoren la calidad de vida de sus habitantes? ¿Acaso el espacio rural como fruto de su larga historia?, como comenta FernandBraudel (1968: 60-77), y nosotros agregamos “no es digna de ser considerada como parte sustantiva de su patrimonio social y turístico”?
La habitabilidad del espacio y de la imagen rural los podemos concebir como un rasgo significativo de los poblados vernáculos, como hemos manifestado anteriormente, la habitabilidad como la forma en que un grupo humano se relaciona  con su espacio útil para su desarrollo. Así la habitabilidad es un producto de un proceso cultural y se  manifiesta una forma de vida y la cultura de un grupo social, y  es así, como los poblados vernáculos son fruto de diferentes mundos sensoriales, de diferentes maneras de ser y de pensar.

La argumentación anterior y sus premisas nos conducen a la tesis de considerar a la habitabilidad y a su imagen urbana como un producto de valor social útil y provechoso que nos habla del espíritu del lugar, que tiene un valor social, económico y financiero capaz de producir un valor agregado a la imagen urbana en beneficio de la sociedad que lo genero, conservo y le dio valor, y que en este mundo globalizado lo auténtico, lo espontaneo, la identidad adquieren cada día más valor como patrimonio de un pueblo que lo ha construido a través de una larga historia.

LA IMAGEN URBANA COMO IDENTIDAD
La imagen urbana es la expresión del mundo vital o mundo de vida de sus habitantes, ella es la síntesis de su experiencia de vivir (Husserl, 2006: 2), establece la factibilidad de estar “ahí”, así los poblados vernáculos manifiestan el estar ahí de sus habitantes, de su ser en el mundo. El comprender la lectura que nos da el texto de la imagen rural de los poblados vernáculos, es saber y ver su identidad, su carácter; el interpretar y traducir los textos es comprender a sus habitantes en su temporalidad y espacialidad.

La imagen urbana nos da la base para entender a los poblados vernáculos como identidad, es decir, nuestra mirada es no verlos como objetos, sino como fenómenos de vida, como la imagen del mundo de sus habitantes, de su saber, de sus relaciones hombre-vida-naturaleza; las escenas urbanas contienen en sí mismas los significados de la vida de los que la habitan, por eso ella tiene significado, los comprendemos ,  como ellos entienden y comprenden al mundo,; estos espacios como señala Gadamier (1993) “animageassembletheworld”. “La imagen urbana es producida por el hombre y es producto de cultura”, nos dice Paniagua (2006), la imagen urbana es contenido de vida, de identidad, que significa ser eso, diferente de eso, la imagen urbana es identitaria del lugar y con el mundo de la vida, implica el horizonte del lugar, que es el mundo social, el material y el construido, el de los valores, el de lo tangible e intangible, en el estar ahí, el ser eso, nos dice Paniagua (2006).

 Por eso, la identidad, como la habitabilidad, el mundo de la vida, el espacio existencia, son bienes socialmente rentables y el saber mercadearlos socialmente producirán un plus en beneficio de la propia comunidad que históricamente la ha construido con un costo social producto del hacer, de la geografía, del lugar y la cultura.

EL POTENCIAL DE LOS POBLADOS VERNACULOS COMO PATRIMONIO URBANO – ARQUITECTONICO Y TURISTICO.
El turismo cultural, es en principio una actividad urbana; su interés  son los bienes culturales que los poblados vernáculos ofertan. La posibilidad de generar la actividad turística en la actualidad son muchas, los poblados vernáculos, son una oferta a cielo abierto que exteriorizan en sus lugares, su modo de vida, sus costumbres, su imago mundi, etcétera, estos son recursos de que disponen para su uso y explotación, no son un peligro, mientras y siempre y cuando el turismo este debidamente controlado.

Los turistas buscan experiencias auténticas que los poblados vernáculos les ofertan: imagen urbana, folclor, gastronomía, historia, actividades programadas, todos ellos forman parte de un patrimonio turístico. La autenticidad, el arraigo, el locus loci, la identidad son valores dignos de ser explotados. Hay que considerar que la imagen urbana es importante tanto para el habitante como para quienes lo visitan, nuestra acepción de la imagen urbana es que ella es un todo en el que hay valores que preservar y mantener, tiene un valor social y un valor estético, produce bienestar y orgullo, es en sí  misma la expresión viva de su patrimonio y se constituye en el rostro de la ciudad, manifiesta sus valores tangibles e intangibles, muestra su historia, su rostro social y arquitectónico, su estilo de vida, es una fuente de placer y de disfrute, en fin es un bien social patrimonial que malgama valores. Como obra colectiva es de todos, manifiesta la que un grupo humano es capaz de construir, de vivir, de existir y ser. Esta es una responsabilidad social y colectiva; el patrimonio no es para ser guardado, ni para dejarlo perecer, es para rentabilizarlo social y económicamente en bien de la propia comunidad, los poblados vernáculos tienen un patrimonio histórico, cultural y social único, no son solo de interés para sus poseedores, sino para la comunidad regional, nacional y porque no de la humanidad en general, lo que nos exige aprovecharlo de manera productiva, eficaz y eficiente, así el saber aprovecharlo adecuadamente y los recursos que genere harán posible su mantenimiento, conservación, su permanencia y adecuación al tiempo, eso significa una responsabilidad compartida.

La imagen urbana es de hecho y de facto la variable más importante capaz de mejorar la calidad visual y perceptiva del paisaje urbano, y quizás la única apta para recuperar sus valores genuinos, por lo mimo nos arropamos en el regionalismo crítico, que pregona la conservación de lo local dentro de lo regional y lo global.
La competitividad y la sustentabilidad son valores evidentes para su conservación así entendemos que la competitividad posibilita su presencia a nivel local, regional o nacional por eso debe ser parte de la oferta patrimonial que genere recursos para su desarrollo sustentable convirtiéndose así en el garante de su conservación. Debemos buscar un desarrollo integral, donde el turismo sea una parte sustantiva del mismo, pero no la más importante, su desarrollo debe ser acorde a la vocación de los valores del territorio, es decir, debe haber un desarrollo planificado, equilibrado, equitativo, eficiente y eficaz no solo del sitio, sino del territorio donde se encuentran ubicados los poblados folclóricos.

El turismo puede ser negativo para la cultura y ecología del territorio de los poblados vernáculos, el reto para conservarlos es fuerte debemos de pensar en la capacidad de carga de su área de pertenencia y el impacto positivo o negativo de sus externalidades, de manera tal de dirigir las acciones hacia otros sectores que garantizan la sustentabilidad dentro de un desarrollo equilibrado.

Tenemos que pensar que los poblados no solo cuentan, solo con un patrimonio turístico, sino además que este forma parte de un macro-patrimonio constituido por lo agrícola, lo minero, lo paisajístico y otros capaces en conjunto de diversificar las acciones.

Es así que al acrecentar el capital natural y cultural se lograra incorporar a las comunidades locales y fomentar en ella que la sustentabilidad es un negocio redondo, en esta época de cambios climáticos, sociales y económicos.

Esta mirada es a futuro, no solo para el desarrollo del turismo sino en forma holística dará la oportunidad de alcanzar beneficios mediante una rentabilidad sustentable. En este renglón Setur ha desarrollado principios que dan consistencia y objetividad a los procesos de planeación; el acceso a estos se considera que su conocimiento facilitara la gestión de un nuevo programa turístico (poblados vernáculos con valor patrimonial), con los consiguientes beneficios que esta acción conlleva.

La sustentabilidad del paisaje arquitectónico debe ser facilitado y fortalecido de manera endógena.
Aunque el vocablo sustentabilidad es ajeno al léxico indígena, sus referentes empíricos no lo son porque están presentes en la práctica arquitectónica indígena, que, a nuestro juicio, contiene los elementos de sustentabilidad siguientes: i) continuidad en el uso ancestral de conocimientos constructivos; ii) continuidad en la conservación del conocimiento arquitectónico ancestral –parte del patrimonio cultural indígena de México-; iii) continuidad en el uso de diversos materiales locales extraídos del escenario mega-diverso de flora y fauna donde se inserta; iv) poca o nula dependencia externa de materiales y conocimientos constructivos, con lo cual se robustece la autosuficiencia y relativa independencia de las comunidades rurales; v) costos de construcción acordes con el contexto económico local caracterizado por baja liquidez y abundancia de fuerza de trabajo; vi) existencia de mecanismos de reciprocidad –como la “vuelta de mano”- que no sólo reducen los costos de construcción también contribuyen a la continuidad de prácticas solidarias tradicionales; vii) conservación del conocimiento in situ porque se trasmite de manera práctica de una generación a otra, de padres y abuelos a hijos y nietos;  viii) participación de la mayor parte de los integrantes adultos, hombres y mujeres, de cada familia en los proyectos de construcción; ix) la diversidad de soluciones arquitectónicas que satisface la mayor parte de sus necesidades de vivienda.

Por ello, el conocimiento y posible rescate de las tecnologías constructivas, las relaciones solidarias de trabajo colectivo, la interpretación simbólica de sus construcciones en su cosmovisión acerca de la naturaleza como un todo y los patrones de asentamiento y vivienda de los grupos indígenas presentan un aporte al conocimiento que enriquece a la sociedad mexicana y brindan insumos importantes a la conceptualización del tema de la sustentabilidad en la arquitectura.

Las intervenciones en el ámbito del mejoramiento de la vivienda, ecoturismo en las áreas rurales e indígenas por parte de las políticas de subsidios gubernamentales en mucho de los casos no responden a los requerimientos de estos grupos y ponen en riesgo la continuidad del conocimiento arquitectónico indígena y su proceso de adecuación e innovación, por el de simple sustitución.

De aquí la necesidad de hacer una caracterización de la arquitectura indígena e identificación de sus componentes de sustentabilidad en la vivienda rural, utilizando métodos adecuados que nos aproximen más a las comunidades indígenas y nos permitan convertirnos en facilitadores del fortalecimiento de la sustentabilidad en aquellas comunidades que la han deteriorado.

Es necesario entonces, tener una actitud profesional renovada que nos permita aprender a ver con los ojos del “otro”, teniendo en cuenta su cosmovisión y necesidades a resolver. Haciendo a un lado el enfoque tradicional de ver a la arquitectura indígena como piezas de museo, sin usuarios vivos, como reliquias dignas de conservar por su papel en el paisaje arquitectónico de nuestra cultura.

CONCLUSIÓN
Señora y señores: la conservación y puesta en valor de los poblados históricos con valor patrimonial no debe ser una postura romántica, univocista o equivocista, sino aquella que considera el patrimonio como un todo capaz de ser rentable, sustentable y competitivo, que garantice la conservación no solo de la imagen urbana de los poblados históricos, sino de su paisaje natural y cultural, de sus valores agrícolas, mineros, ganaderos y paisajistícos como un todo, propiedad no solo de su comunidad, sino como un bien social cuyas regalías nos benefician a todos. haciendo patente al consumidor del bien social , su materialización en la escena y paisaje urbano y natural, de su cotidianidad ,estilo de vida ,de su imago mundi  , propiciando la experiencia psicológica de percibir , lo que experimenta el individuo o la colectividad en su habitar, en su existir en el  a  través de su uso, y de tener él (consumidor )  conciencia de estar en él, identificarse con él, y traducirlo en nuevos conocimientos y   nuevas ,experiencias  sensibles y culturales  de esquemas de comportamiento socialmente aceptados por la comunidad  receptora .

BIBLIOGRAFÍA
Ostrowersky, Silvia. Compositions. Espaces et Societes, 1987.

Levy, Jacques y Lussault, Michel.Logiques de l´espace, esprit des lieux. Paris. Editorial Berlin. 2000.

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NorbergSchulz, Christian. Existencia, espacio y arquitectura. Barcelona. Blume. 1975
Braudel, Fernand. La historia y las ciencias sociales. Madrid. Alianza Editorial. 2002, (1968).

Paniagua Sánchez Aldana, Déborah. La arquitectura barroca mexicana ¨Imago mundi¨ del espacio existencial del México virreinal. (Ponencia inédita). Morelia. III Seminario de Arquitectura, territorio y población en el antiguo Obispado de Michoacán virreinal. 2005.

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