Contribuciones a las Ciencias Sociales
Mayo 2014

LOST. LA FILOSOFÍA. CLAVES DE LA SERIE. 2010. BARCELONA, GRIJALBO. ISBN 978-950280504-7. PP. 131



Maximiliano E. Korstanje (CV)
maxikorstanje@arnet.com.ar
Universidad de Palermo



Resumen.
La serie Lost ha despertado en el mundo moderno y occidental una atracción como pocas series de televisión. Se cuentan entre ellas varios artículos y dos libros centrales en la discusión filosófica del mundo-lost. Uno de ellos, y tal vez el más importante en lengua hispana es Lost, la filosofía, escrito por Simone Regazzoni. En este libro se explora el problema de la verdad, el dilema de la ética, la violencia y la tortura, y la idea de seguridad entre otros. La presente pieza resume, revisa y crítica las limitaciones del mundo moderno a través de los ojos de Lost, de sus personajes y de aquellos que se ven representados en un argumento que amerita ser comprendido.
Palabras claves, filosofía, existencialismo, modernidad, angustia, muerte.


Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Korstanje, M.: "LOST. La Filosofía. Claves de la serie. 2010. Barcelona, Grijalbo. ISBN 978-950280504-7. PP. 131", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Mayo 2014, www.eumed.net/rev/cccss/28/existencialismo.html

Simone Regazzoni, un joven filósofo italiano y profesor de la Universidad Católica de Milán, presenta su libro Lost, la filosofía en donde hace una convincente defensa de la tesis relativista.  El mundo tal como lo conocemos es una abstracción de la conciencia que sólo habita en ella hasta el punto de ser moldeado por la experiencia. El sujeto no percibe como sugería el viejo idealismo sino que es precisamente el entorno aquel que moldea al sujeto. En esta perspectiva, los dieciocho capítulos que componen este valioso libro se centran en discutir diversos aspectos de la filosofía de la vida, la idea de verdad y sus límites y de la modernidad que ameritan ser revisados.
Más allá de representar una ficción, admite Regazzoni, Lost es un tratado de filosofía existencialista. La isla exhibe no solo todos los nuestros temores y las grandes miserias de la sociedad, sino que apela a la idea del Dios omnipresente que todo lo contiene. No existe afuera lejos de la Isla. Todo remite a ella, y ella a la vez se encuentra aislada de todo. En un mundo de aventura y contrastes absolutos, el enigma de la verdad se hace necesario en todas las discusiones “la complejidad de la narración de Lost, que juega abiertamente a hacer que te pierdas, plantea todos estos interrogantes en torno al enigma de la verdad, llevando a cabo desde el inicio una deconstrucción de las fronteras que separan verdad y ficción, verdad y mentira, verdad y error, y poniéndonos en guardia contra los mismos riesgos de la voluntad de verdad que puede asumir la forma más terrible de violencia”. (p. 61).
La narración ha sido producto de un quiebre primigenio, un trauma que lleva al vuelo Oceanic 815 a una experiencia aterradora, muerte misma de casi todos los pasajeros. La alucinación de uno de los supervivientes construye el mundo Lost en donde la consecución de los eventos en forma de tiempo cronológico no tiene lugar.  En perspectiva, asistimos a un tratado de relativismo que argumenta dos axiomas centrales. El primero y más importante, es que el ciclo de la vida se encuentra ligado a la muerte. Al momento que unos mueren, otros nacen y viceversa. Desde que se nace el cuerpo ya está muriendo hecho por el cual, Regazzoni cuestiona la concepción de la vida como un resultado de “lo muerto”.
Por demás interesante se torna el hecho que muchos de los capítulos de la serie abren tomando como referencia visual, el ojo de alguno de los protagonistas. Las ideas preconcebidas son ampliamente discutidas en el mundo Lost ya que todo parte de la perspectiva de cada uno y la necesidad de negociación. Empero ¿cómo comprender si todo es negociación el rol que ocupa la tortura en varios de los episodios de la serie?.
La tortura es una forma simplista engendrada en la voluntad de verdad. Quien ataca al relativismo en búsqueda de una verdad absoluta, se encuentra con la voluntad de morir. La obsesión por la verdad representa no solo una de las limitaciones humanas, sino el elemento central que explica la violencia. Regazzoni pone como ejemplo el caso de la tortura empleada  en varias ocasiones por Sayid para obtener confesiones. Lo que Sayid busca es explotar el estado de excepción que se genera por la idea impuesta de seguridad. Empero, la tortura en Lost adquiere un carácter público y aceptado que luego de la proclamación de la guerra contra el terrorismo se ha tornado una constante dentro de la sociedad estadunidense.  No es Sayid un torturador miembro de la guardia de Sadam únicamente, sino que él acepta su pasado en forma abierta en un mundo donde la tortura ya no es más practicada en secreto. Como resultado de dicha tendencia, la tortura abandona el mismo estado de excepción y de horror que generaba décadas anteriores para entrar en la normalidad. Se da, en otros términos, una normalización de la violencia a través del lente instrumental de la tortura. Ello sucede porque su enunciación cambia su propia esencia (enunciado) transformando también el campo de la ética. En la sociedad americana, torturar es la base de un buen ciudadano porque a través de ella cuida al resto de la comunidad.
Lo expuesto lleva al lector a difíciles cuestiones morales propias del mundo postmoderno en donde la idea iluminista de verdad, como la de Dios, se han ido para siempre. En realidad tenemos ciertas discrepancias con el argumento de Regazzoni, y en esta reseña vamos a presentar nuestra postura. 
A primera vista, Regazzoni presenta el relativismo como una consecuencia de la libertad de pensamiento de cada persona y por ende de su derecho a concebir el mundo desde su perspectiva. La verdad es antes que nada una construcción consensuada, cuyos límites para quienes la buscan en la maldad misma. La violencia, dentro de la cual entra la tortura, es un resultado de la búsqueda insoslayable de la verdad. Esta forma de pensamiento que lleva a la interpretación del sujeto por el sujeto, es parte de la postmodernidad misma, como advierte David Harvey. El mundo económico se ha quebrado luego de que las potencias capitalistas se dieran cuenta que el embargo del petróleo del 73 ponía en riesgo el aparato productivo de escala. Desde entonces, la idea de verdad, geografía, de dios, de más allá se ha fragmentado acorde se han dividido también los segmentos necesarios hacia donde apuntan las “ideologías de mercado”. Ya el sujeto es un “mundo en sí mismo”, slogan que ha retomado vigencia en los últimos tiempos. Para Harvey, este punto de quiebre representa el pasaje de la modernidad a la posmodernidad donde el otro queda olvidado, ignorado y cercenado a existir según uno mismo (Harvey, 2004). ¿No es ésta la justificación misma del egoísmo?. David Riesman (2001) en su libro, The lonely crowd, dirá la circulación de bienes y las organizaciones remiten históricamente a tres tipos ideales centrales. La primera tendencia, propia de la antigüedad, donde el individuo y la ciudad eran uno, se denomina “tradicional” [tradition-directed]. Esta tendencia, luego de la revolución industrial ha dado lugar a una nueva forma orientada a “lo interno”,  [inner-directed]. Esta forma de vida promovía la virtud individual del hombre con su Dios, y con el trabajo que demostraba la voluntad de ese Dios en la tierra. Con la postmodernidad, la tradición interna ha mutado a otra nueva, en donde la mirada del otro y los eventos sucedidos en espacios ajenos al grado de control del sujeto han establecido nuevas formas de existencias, [other-directed]. Esta última postura lleva al hombre al vacío existencial y a la sociedad, pues se abandona así mismo por abrazar la mirada de los otros. Los medios de comunicación y la fascinación moderna por la cobertura de eventos que trascienden las fronteras del estado nacional son un producto de esta tendencia. La explicación es simple a grandes rasgos. Cuando la circulación de bienes, que es la base de toda forma económica de sociedad, crece, se necesitan no solo más brazos y más territorio, sino formas de contención para ese consumo más complejas. La tradición funciona con unidades económicas pequeñas, a la vez que la forma orientada a lo interno necesita del estado nacional. Por el contrario, el sistema global en donde se desdibujan los contornos se puede fundamentar en cuestiones que son ajenas a la propia voluntad del sujeto, se les impone de la misma forma que la crisis en la economía de un país lejano. Las formas imperiales son proclives, más allá del tiempo o la cultura, al tipo ideal “other-oriented”. Como construcción la verdad orienta y justifica la producción económica. Los hombres no van a la guerra porque su búsqueda de la verdad es diferente, o contradictoria, sino todo lo contrario. La verdad sirve de justificación a sistemas económicos discrepantes que en competencia intentan imponerse.
Indudablemente, el relativismo ha generado problemas epistemológicos importantes para la Ciencia. Ya no hay una hipótesis central de investigación que guía a los investigadores, mucho menos escuelas de pensamiento. Lo que ha quedado es una “imposibilidad manifiesta” para ver con claridad las causas de los eventos, una miopía de corte existencial que lleva al “nihilismo” y la “angustia” producida por la pérdida de control. No es importante, cual es el sentido último de la verdad como afirma Regazzoni, sino su relación con el sistema de producción económico. Más aun, esta fragmentación que según algunos autores es irreversible (Beck, 1992; Giddens, 1993; Lash & Urry, 1993; Bauman, 2001; Korstanje, 2010, 2012);  genera una falta de confianza en el otro que lleva a la violencia. Aquí uno mismo debe cuestionarse ¿qué es la violencia?, ¿somos naturalmente violentos, o es la violencia una manifestación del homo-politicus?.
Un león asesina a su presa sólo por necesidad, su instinto lo lleva a emplear su agresividad natural para lograr la supervivencia. Al contrario del hombre, quien además de mantener innata su agresividad, puede hacer uso de la “violencia” cuando las fronteras de su seguridad están en peligro. La violencia, en consecuencia, es siempre política y alude a una pérdida real o imaginada de poder. La violencia no solo es inherente a todas las sociedades sino que funciona como un gran catalizador preservando los límites institucionales para evitar la fragmentación del grupo. Por ello, una sociedad se hace más violenta cuando los lazos sociales y las instituciones que les determinan experimentan un cambio sustancial. El error primario en el argumento de Regazzoni es no comprender la naturaleza política de la violencia, a la vez que se refugia en el relativismo para describir un mundo, pero sin anunciar las causas o consecuencias que esa forma de vivir tienen para la ética. Partiendo de la base que la ética se fundamenta en lo público, Regazzoni elude la necesidad de este debate, asumiendo que “la violencia se hace ética porque es pública”. Eso equivale a decir “que las máximas hitlerianas son éticas porque la mayoría adhiere a ellas”. El relativismo es, en sí mismo, un proyecto y porque lo es, arrastra incluso a la moral por el mismo camino. Insistentemente, Regazzoni hace una crítica férrea de los trabajos kantianos hasta el punto de aceptar que “la verdad es sólo la funcionalización de la propia interpretación”. La constante en la vida es el amor que  interpela a la libertad de rechazar que da la misma elección. Resumiendo, la libertad de todo sujeto no se encuentra fundamentada por su decisión personal en un mundo donde tiempo y espacio pueden desdibujarse en cualquier momento, sino en la búsqueda del otro desde la duda que abre “la misma libertad”.  Con la postmodernidad, deviene el incesante temor en el futuro, la incertidumbre, el declive de la confianza, y el consumo como forma de relación; y todo ello, puede ser posible por la introducción de la idea de “libertad”. Con sus aportes y limitaciones, el libro presenta una discusión filosófica seria centrada sobre bases conceptuales sólidas, que aspira a convertirse en un lúcido análisis de la modernidad en la cual vivimos.  
Referencias.
Bauman, Z. (2001). “Consuming life”. Journal of consumer culture, 1(1), 9-29.

Beck, U. (1992). Risk society: Towards a new modernity (Vol. 17). London, Sage.

Giddens, A. (1993). Post-Modernity or Radicalized Modernity?. Social Theory: The Multicultural & Classic Readings, 531-538.

Korstanje, M. (2010). “Economía del riesgo, un análisis crítico a la mirada de Ulrich Beck”. Economía, Sociedad y Territorio, 10(32), 275-281.

Korstanje, M. E. (2012). “Bases para comprender la Economía del Riesgo: Modernidad, tabú y representaciones”. Rev. austral cienc. soc, (22), 5-24.

Harvey, P. (2004). La Condición de la Posmodernidad: investigación sobre los orígenes del cambio cultural. Buenos Aires, Amorrortu Editores.
Lash, S., & Urry, J. (1994). Economies of signs and space (Vol. 26). London, Sage.

Riesman, D. (2001) The Lonely Crowd: a study of the changing American Character. New Haven, Yale University Press.