Contribuciones a las Ciencias Sociales
Octubre 2013

PRÁCTICAS CULTURALES Y CONSUMO DE DROGA EN LA SOCIEDAD MINDELENSE, CABO VERDE.



Jorge Da Costa Sousa Fernandes Semedo (CV)
Universidades de Mindelo y Lusófona
Alisa N. Delgado Tornés (CV)
Alicia de la C. Martínez Tena (CV)
Universidad de Oriente
jorse1940@gmail.com





Resumen.
Las sociedades desarrollan, dentro de su marco cultural, convenciones y patrones socioculturales que son reproducidos en una diversidad de espacios privados y públicos. Hay un grupo de factores que explican el consumo de drogas en jóvenes, algunos de ellos asociados a la pertenencia a grupos que practican ciertos rituales como señal de mayoría de edad.
Indagar los factores socioculturales asociados al consumo de droga, nos permitió situar las prácticas culturales que condicionan los primeros contactos de los niños y adolescentes con sustancias que devienen más tarde, en adicción, en el espacio doméstico: la familia.
Palabras claves. Prácticas culturales, consumo de la droga, ritos,  factores sociales y culturales, agentes de socialización.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Da Costa Sousa Fernandes Semedo, J., Delgado Tornés, A. y Martínez Tena, A.: "Prácticas culturales y consumo de droga en la sociedad mindelense, Cabo Verde", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Octubre 2013, www.eumed.net/rev/cccss/26/consumo-droga.html

Introducción.
Se calcula que unos 230 millones de personas, o el 5% de la población adulta del mundo, consumieron alguna droga ilícita por lo menos una vez en 2010. Los consumidores problemáticos de drogas suman unos 27 millones, o el 0,6% de la población adulta mundial. En general, el uso de drogas ilícitas parece haberse estabilizado en todo el mundo, aunque continúa aumentando en varios países en desarrollo. La heroína, la cocaína y otras drogas se cobran la vida de aproximadamente 0,2 millones de personas cada año, siembran devastación en las familias y causan sufrimiento a miles de otras personas. Las drogas ilícitas socavan el desarrollo económico y social y fomentan la delincuencia, la inestabilidad, la inseguridad y la propagación del VIH. (Informe mundial sobre las drogas 2012)1
Trabajar la perspectiva sociocultural del consumo de sustancias psicoactivas como el alcohol,  requiere detenerse en los cambios de sentido que la sociedad caboverdiana le va confiriendo a partir de las prácticas culturales que son arraigadas en el seno familiar y que se reproducen en los grupos de jóvenes, cuando estos comienzan a buscar complicidad en lo que anteriormente, fue una tentación.
Pareciera que no existen conexiones entre la familia  (prácticas culturales);  los adolescentes y jóvenes, y la droga. Sin embargo, tal y como se demuestra en el presente artículo, los adolescentes y los jóvenes son puentes que permiten conectar a las practicas con la trayectoria del consumo de la droga, lo cual nos permite hablar de una trayectoria cultural del consumo
En el contexto de Cabo Verde los toxicómanos jóvenes son  numerosos y en consecuencia las implicaciones sociales cada vez  más  visibles y perjudiciales. Toda política estatal deberá atenerse a un orden de prioridades para acometer estos y otros problemas sociales. En este caso, lo más urgente es la necesidad de conocer la trayectoria cultural del consumo de la droga, sus niveles de socialización  para actuar y controlar el consumo de la droga;  la prioridad es social y la explicación es también cultural.
Es en el contexto cultural, donde el consumo de drogas, puede hallar nexos con algunos de los principales problemas sociales de las últimas tres décadas y  constituye la idea a defender en el presente artículo, cuya finalidad no consiste en suscitar los viejos argumentos a favor de la penalización indiscriminada de los sujetos que consumen drogas, ni dramatizar sus consecuencias a partir de posiciones radicales a posteriori, sino buscar las explicaciones en las prácticas culturales que se han instituido en las familias caboverdianas y sus reproducciones en  otros espacios de la sociedad.
La familia es el primer y principal espacio social de socialización; es donde nosotros aprendemos los valores, los comportamientos, los hábitos  y se expresan nuestros sentimientos. Es en la familia donde se experimentan las primeras relaciones sociales, es el espacio de afecto y conflicto y, por lo tanto, como institución, ejerce una importante función social. Es en ella que se estructura la psique humana, las relaciones de afecto y amor, protección y apoyo, comprensión, valores y límites de sobrevivencia, seguridad, socialización, comunicación. 
Es en la familia donde se produce el primer nivel del  proceso de socialización que sigue todo individuo desde su nacimiento por el cual aprende e interioriza los requerimientos de la sociedad en la que vive. Es el proceso por el cual el individuo aprende a convivir con otros, al mismo tiempo que va formando su propia personalidad. Tiene una gran importancia en las primeras fases de la infancia, pero dura toda la vida del individuo. Es en este proceso, donde los niños reciben las primeras influencias sobre el consumo de drogas.
Estrategia metodológica.
Dada la complejidad del problema investigado se seleccionó  una metodología que permitiera indagar en los factores socioculturales. La investigación se nutre de diversos campos y enfoques en sociología y desarrolla momentos de intervención cuantitativa, pero también cualitativa, por esta razón, aunque de forma general, es pertinente referirse a los criterios y principios que soportan el diseño de la misma. En este sentido el criterio metodológico asumido es en esencia de complementariedad y de pertinencia, por lo tanto, el problema de la metodología es ante todo un asunto de pertinencia. Se acude a la triangulación o utilización de varios tipos de métodos o de datos. Particular importancia para esta investigación tiene el empleo de la etnografía  y en particular para el estudio de poblaciones ocultas. Las técnicas que se utilizaron fueron las entrevistas en profundidad, que muchas veces se estructuraron en relatos de vida, y la observación participante en el campo. Hacer etnografía para la presente investigación es trabajar en un nivel micro social, en el que se procesan prácticas y percepciones que dan cuenta de la estructura y de las dinámicas socioculturales más generales.
Las técnicas utilizadas fueron  las entrevistas en profundidad, que muchas veces se estructuran en historias de vida, y la observación participante en el campo. Hacer etnografía para la presente investigación fue trabajar  en un nivel micro, local, en el que se procesaron prácticas y percepciones que dieron cuenta de la estructura y de las dinámicas socioculturales más generales.
Como parte de la estrategia elaborada se constituyo un grupo de trabajo que facilito la constatación de datos obtenidos en el trabajo empírico. La composición de este  Grupo Asesor, compuesto por personas con diversas formaciones a nivel profesional que ocupan diversos cargos a nivel Estatal e internacional y que vienen dedicando grande parte de su tiempo al estudio de la drogadicción en Cabo Verde, devino en una importante herramienta para la confrontación de ideas, presupuestos, experiencias en el tratamiento de la droga, y los factores socioculturales asociados al consumo.
La selección de la muestra obedeció a los siguientes criterios: adultos que reproducen las prácticas culturales que estructuraron sus acciones en otros espacios de convivencia social; jóvenes que consumen la droga y que por esa causa han sido juzgados como delincuentes; jóvenes que han construido una organización que reproduce las prácticas culturales aprendidas en la familia; jóvenes estructurados en grupos  identificados por ciertas afinidades culturales.
Se elaboraron una base de datos con la información 332 personas (jóvenes y adultos), los espacios visitados, sus instituciones, su localización y el estrato de los jóvenes consumidores y no consumidores
Para los fines de la investigación era importante observar la heterogeneidad de las familias,  grupos de jóvenes,  así como la diversidad de condiciones en las que se desempeña las prácticas socioculturales relacionadas  directamente a la trayectoria cultural de la droga. Por esta razón el estudio se realiza en la comunidad Ribera Bote, de la isla de San Vicente
I.-   La isla de San Vicente y sus comunidades.
Cabo Verde es un archipiélago situado frente a la costa de Senegal, de origen volcánico, formado por 10 islas. Praia, es la capital y se encuentra en la isla Santiago. Fue colonia portuguesa desde 1460 hasta 1975, año en que obtuvo su independencia tras un pacífico proceso. Durante la época colonial, fue un importante lugar de escala e intercambio en el comercio de esclavos. Su cultura y su gente son una mezcla de elementos europeos y africanos. Esto se observa muy bien en algunas islas, como la de San Vicente, donde la gente presenta toda la gama de colores en su piel, sus ojos, y su cabello.
La isla de San Vicente, parte integrante del Archipiélago de Cabo Verde, posee un área geográfica de  227 Km, con una población residente de 51.257 según el INE del 2011.
La ciudad nació cuando en el Siglo XIX los ingleses se instalaron en la isla, dando comienzo la industria de carbón (para abastecer a los barcos que viajaban en el Atlántico) en el Puerto de Mindelo.
San Vicente nunca fue una isla de esclavos, Mindelo fue convertida en el espacio de compra y venta de los negros esclavos que eran traídos desde África. En aplicación a la Portaría Regia de 1 de Marzo de 1857, se instituyo la abolición de la esclavitud en San Vicente, siendo entonces la primera isla del archipiélago que ha sido agraciada con la ley abolicionista. Fue una ley aplicada por derecho, pues de hecho para esa época solo había 32 esclavos (siendo 18 hombres y 14 mujeres), los cuales hacían una vida libre debido a la característica de la economía de la isla.
La evolución de los núcleos poblacionales de la isla de San Vicente y su avance socio económico, apoyado por una estructura policita funcional, llevó al gobierno central a reconocer que estaban reunidas todas las condiciones necesarias para la creación de una ciudad con cierta autonomía, así, siendo por Decreto Regio del 14 de Abril de 1879,  la Villa Mindelo fue llevada a categoría de ciudad, con derecho a las armas y con una división administrativa que también coincidía con la división eclesiástica, con la creación de barrio de Nuestra Señora de la Luz que abarcaba todo el consejo, que a su vez se dividía en aldeas y  localidades.  Recientemente el barrio fue dividido en dos.
Es muy difícil cuantificar la población de la isla de San Vicente con una cierta estabilidad, por ser una isla extremadamente cosmopolita con una fuerte emigración y migración, y, la agravante de tener épocas bajas que en el aspecto turístico internacional, y nacional, tiene como factor dinamizador las fiestas y festivales que periódicamente se realizan, específicamente el Festival de Bahía de las Gatas que se realiza en el mes de agosto y  que moviliza muchas personas nacionales y extranjeros, sin contar el flujo de aquellas que diariamente hacen el trayecto San Vicente, Santo Antao/ San Vicente, agregándose a ello, personas que viven en una isla y trabajan en otra.
Descubierto por los portugueses, fue utilizada la isla  durante mucho tiempo como puerto de agua de (abastecimiento de agua y de víveres) por las carabelas, en el  período de los descubrimientos, y, a partir del siglo XVIII, como local de abastecimiento de navíos y ya en el siglo XX, de aviones. La ciudad de Mindelo, en San. Vicente  y la isla de Sal se convirtieron en  puntos de estancia obligatoria, y reservorios de mezclas culturales.
De plaza giratoria para el abastecimiento de carbón, las islas de San Vicente, Praia, Sal, Buena Vista y Maio, pasan `a ser puertos para la comercialización de combustibles y lubrificantes,  puntos de tránsitos de estupefacientes, cuya ínfima parte es consumida por sus habitantes y traficantes.
Ribera Bote es una de las comunidades más populosas de la isla de San Vicente, con una población proveniente de sectores populares y clase media (pequeños comerciantes, comerciantes informales, jornaleros, obreros, etc.). Ubicado en el centro histórico de la ciudad, es una enorme demarcación en la cual se insertan barrios, donde encontramos viviendas que delatan el nivel de ingreso de las familias.
El tipo de familias que habitan en los barrios escogidos: Ribeirinha, Tchetchenia, Vietnam, Chan Tilisa, son predominantemente de extracción socioeconómica baja y en su mayoría son familias de altos riesgos: desempleo, familias desestructuradas, bajas condiciones de hábitat.
A continuación se exponen las principales prácticas culturales que condicionan los primeros contactos de los niños y adolescentes con sustancias, bebidas y estupefacientes en la isla de San Vicente.
II.-  Prácticas culturales y el consumo de droga en Mindelo.
Los responsables de la transmisión de las normas, valores y modelos de comportamiento son los llamados agentes de socialización, que son muchos y pueden actuar de acuerdo, por lo menos en una serie de normas y de conductas en torno a las cuales se da un consenso de toda la sociedad, pero que también pueden competir entre sí transmitiendo diferentes contenidos que reflejan la pluralidad de los valores y opiniones existentes en la sociedad, ya que es difícil imaginar la socialización como un proceso unitario e indiferenciado. (Rodríguez Pérez, A: 2007)
La familia es el agente de socialización más importante en la vida de un individuo, no sólo porque es el primer agente, sino porque constituye en el nexo entre el individuo y la sociedad. Es la familia la que socializa al niño, le permite interiorizar los elementos básicos de la cultura y desarrollar las bases de su personalidad, y la confirmación de las expectativas de los padres puede adoptar dos formas (Miller, P.A. y otros, 1995): la primera forma de conformidad se etiqueta como obediencia y se refiere a situaciones en las que un niño se ajusta a las peticiones o presiones de los padres simplemente para obtener recompensas o evitar castigos.
Los ritos y ceremonias que se desarrollan en la mayoría de las familias caboverdianas son considerados un conjunto de acciones con una elevada significación para todos los miembros de la familia, y que se basan en creencias que la tradición ha legitimado. Los rituales que se realizan en las islas de Cabo Verde están asociadas a la celebración de los nacimientos de los hijos, al arribo a la mayoría de edad (15 y 16 años), a la celebración del casamiento y a la muerte o misa del séptimo día, principalmente. Estos ritos son maneras de actuar que surgen en el seno de grupos reunidos y que están destinadas a suscitar, a mantener o a rehacer ciertos estados mentales de esos grupos. (Durkhein, E: 2004:15)
Estas prácticas culturales están fuertemente relacionadas con creencias, por lo que son prácticas que estructuran el sistema de relaciones de la sociedad de Cabo Verde y han acompañado a las familias y descendientes durante toda su existencia y permanecen hasta nuestros días.
El conocimiento de las prácticas culturales nos llevó a revelar el habitus de familia, en tanto un sistema de disposiciones que han permanecido en el tiempo y que han orientado la percepción y las prácticas más allá del ámbito propiamente familiar, al ser extendidas a otros espacios de sociabilidad. Desde este concepto Bourdisiano, se ha podido explicar el proceso por el cual lo social se interioriza en los individuos para dar cuenta de las concordancias entre los universos simbólicos y las estructuras objetivas (modo en que se organizan y desarrollan las ceremonias).
Las preferencias culturales altamente configuradas en las estructuras mentales del caboverdiano no operan en un vacío social, están condicionadas por los límites impuestos por el orden institucionalizado en el interior de las familias.
En esta investigación también se reafirma el criterio de que las conductas de imitación de modelos adultos o de pares es un factor de incidencia particularmente significativo en el consumo. Generalmente los jóvenes imitan, por una parte, los comportamientos de los padres en relación con el consumo de bebidas y otras sustancias psicoactivas lícitas, y también a los grupos de pares que frecuentan. Esta circunstancia no se agrava cuando los padres, por ejemplo, son moderados en el consumo, pero entraña un grave riesgo cuando estos modelos tienen conductas extremas, es decir, cuando son consumidores exagerados o cuando muestran actitudes excesivamente prohibitivas. Lo apuntado es altamente observable en las familias, barrios y grupos de jóvenes estudiados.
De esta forma, el entorno social en el que se ubica el fenómeno del consumo de sustancias psicoactivas: la familia, la convivencia, las actitudes, las metas a que se desean alcanzar, los valores y percepciones del consumo de sus pares y del resto de la sociedad en el medio en el cual el sujeto se desarrolla, son variables que ayudan a explicar y comprender el problema.
En este contexto, el habitus como sistema de disposiciones adquiridas por medio del aprendizaje implícito o explícito, funciona como un sistema de esquemas generadores, crea estrategias que pueden estar objetivamente conformes con los intereses objetivos de sus autores (familias y grupos), sin haber sido concebidas expresamente con este fin.
A continuación se exponen las  prácticas culturales que han sido construidas y legitimadas; ellas son:
Fiesta del séptimo día.
Constituye una de las ceremonias más significativas para las familias caboverdianas. El nacimiento de un hijo está asociado a un evento celebrado al séptimo día. No hay invitación y todas las personas que conocen de este suceso pueden entrar a la casa y compartir con los padres la alegría del nacimiento de un nuevo miembro de la familia. Para un número importante de familias, el nacimiento del niño o niña no se produce en el hospital, sino en la casa. Este hecho propicia una acción de connotado simbolismo: al ser cortado el cordón umbilical con un objeto cortante (tijera, cuchillo) el ombligo es tratado con tabaco para evitar las posibles infecciones, con lo que se inicia el primer contacto con una de las hierbas más consumidas. Es conocido por los padres y demás miembros adultos de la familia que este hecho condiciona el surgimiento de bacterias que ponen en riesgo la vida del nacido. Precisamente el tiempo de incubación del virus es de siete días, tiempo en que los padres atentos al desenvolvimiento del niño o niña, festejan la evolución, con bebidas, comidas y canciones.
El séptimo día del nacimiento, con el que la tradición oral legítima que el nacido no muere, los padres celebran el nacimiento del hijo o hija.
Asociadas a la ceremonia del séptimo día, las bebidas son las ofrendas para festejar tan importante acontecimiento. Con los padres y demás adultos, están los hijos más pequeños y en ese entorno de una intensa interacción social, se desenvuelven los procesos de socialización que tienen como elemento estructurador de esas acciones sociales, el consumo de bebidas alcohólicas, el fumar tabaco y otros cigarrillos elaborados artesanalmente.
El ambiente festivo y grupal facilita una estrecha interacción cara a cara de todos los participantes en la ceremonia, donde los más pequeños observan como mudos testigos. Esto supone que todos están a la vista de todos: qué beben, cómo lo hacen, qué se fuma, cómo elaboran el cigarro o el tabaco, qué hierbas son utilizadas. Lo anterior, sin embargo, lejos de implicar homogeneidad, permite a cada uno manifestar su individualidad en un contexto inclusivo, de modo que se puede decir lo que se desee sin temor a no ser aceptado o provocar burla o hilaridad. La festividad se realiza el séptimo día y se permite la libre expresión. Lo anterior es válido aun cuando pueda concebirse esta parte del ritual como un juego, donde cada uno interviene cuando le llega el turno y según ciertas reglas. De todos modos, hay una libertad casi total en el plano de la interacción verbal, una narrativa densa.
El constructo de este imaginario colectivo de acompañamiento a los niños y adolescentes está imbricado a toda una serie de condiciones y circunstancias estructurales y coyunturales, propias del contexto sociocultural, las cuales han hecho que los jóvenes, en otros contextos, generen y recreen nuevas formas y dinámicas en torno a los consumos que responden a las cotidianidades de los sujetos.
Ana Maria Silva, como hermana mayor, con cinco hermanas, asistió a cinco fiesta de siete. La primera fue la más destacada porque tenía siete años de edad, se acuerda bien por ser la primera vez que vio a su padre borracho. Desde el principio, todos los familiares empezaron a beber con una cierta euforia y cerca de media noche todos se reunieron en el cuarto donde estaba el bebé durmiendo y lo despertaron, acto seguido empezaron a cantar en alta voz una canción que hablaba de poderes sobre naturales.
José Pedro dos Santos: Tengo un vasto conocimiento de las fiestas del séptimo día por ser una cosa que despierta mucha atención, al punto de frecuentarlas , no solamente para comer y beber gratuitamente sino para mirar lo que pasaba en el seno de las familias. Constaté que es un punto de iniciación de las drogas y bebidas alcohólicas, que los padres- no sé si por estar borrachos o por ser una práctica habitual- les dan bebidas alcohólicas a los niños, los incitan a que beban, y muchas veces esos muchachos acaban por emborracharse por primera vez. Es un hecho curioso que un gran número de adultos que hoy frecuentan bares y están en la calle son niños o niñas que empezaron a beber en casa de sus padres en celebraciones familiares y en acontecimientos realizados de vez en cuando en reuniones tradicionales, que forman parte de la tradición familiar y de los hábitos y costumbres.
Ceremonias de iniciación o fiesta del debutante.
La cultura de la iniciación o fiesta del debutante puede adoptar una variante referida a un consumo de bebidas, sustancias y cigarrillos, con lo cual se conectan con las prácticas socializadas en el seno de las familias, legitimadas y ahora reproducidas en estas ceremonias, precisamente en una etapa de la vida donde no se hallan los límites entre la niñez y la adolescencia. Llegan a estas celebraciones con una representación colectiva de sucesos acaecidos y que marcaron patrones de comportamiento. El tabaco y el alcohol, fieles acompañantes de sus padres, adquieren para los hijos ya adolescentes, nuevos significados con el acto de iniciación de otra etapa de la vida.
La adolescencia es una fase del ciclo vital donde se pone en juego la transición de la niñez a la adultez, en la que se producen transformaciones de orden biológico y psíquico que dejan su impronta definitiva en el sujeto adulto (Quiroga, 1998). De ahí que pueda pensarse en ella como una etapa de experimentación de la autonomía e independencia necesaria para encarar la vida adulta.
La adolescencia no se presenta como una unidad, sino como una sucesión de tiempos lógicos, que si bien respetan una temporalidad, permiten pensar las transiciones como superaciones de cada etapa evolutiva.
Para algunos jóvenes y adolescentes caboverdianos, experimentar el consumo de drogas licitas e ilícitas es un rito necesario para atravesar la fase de iniciación. Normalmente, esta iniciación acontece en las fiestas familiares, cumpleaños en la fase de debutante, y en fiestas colectivas o populares, auténticas manifestaciones de cultura popular; los niños y precisamente las niñas adolescentes, son “liberadas” por las familias para quedarse en las fiestas hasta 2 o 3 días sin acompañamientos de adultos. Suele ser a estas alturas cuando tienen el primer contacto con las drogas, inducidos por colegas y compañeros de pandilla.
Joan Batista Ferreira, «Mi primer contacto con la bebida alcohólica fue en casa de mis papás, a los 11 años de edad. Recuerdo que se celebraba el guardacabeça (fiesta del séptimo día) de mi hermana menor, María. Había algunos amigos de mis papás y sus hijos. Se comió, se bebió y se hacían cuentos y anécdotas. A medianoche todos se dirigieron a la habitación donde se encontraba la niña, cantando para impedir que las brujas le robasen la vida
Adilson Freitas Dinis: Mientras la gente adulta se divertía me junté a un grupo de varones más crecidos que se aislaron en el patio y probé la padjiña para demostrar que era crecido como ellos. Hasta ese momento lo había rechazado siempre, pero bebí en celebración de mi cumpleaños. A partir de esa fecha, me asocié al grupo y comencé a probar la padjiña hasta que se convirtió en un hábito.
En concordancia con lo anterior, la búsqueda y el establecimiento de territorialidades para el consumo se han convertido en el mecanismo a través del cual los jóvenes iniciados en el consumo han demarcado espacios micro- socioculturales, donde la “autorización” para el consumo y la auto-visibilidad como consumidores, emergen como elementos de resistencia al señalamiento social.
De hecho, se podría decir que la mayor parte de estos jóvenes son experimentadores o consumidores ocasionales y que muchas veces son introducidos al consumo de droga por el grupo de pares.
En la etapa de la adolescencia el grupo de pares se configura como el espacio social fundamental para construir la identidad. El grupo de amigos es el primer espacio social propio, por fuera de la órbita familiar, que da el soporte para poner en práctica los primeros pasos de independencia y autonomía y dan cuenta de una marcada condición gregaria respecto al uso del tiempo libre. Nuevamente se destaca el rol del grupo de pares: la mayoría prefiere pasar su tiempo libre con amigos, y en la medida que crecen en edad se incorpora la pareja o novio como compañero ideal para estos momentos.
El grupo de pares es también el contexto social y cultural donde comienzan a darse los primeros consumos culturales, que terminarán definiendo el lugar de los otros y el propio en el espacio social. Se trata de verdaderos “laboratorios de actividad simbólica” (Urresti, 2005), donde se pone en práctica la diferenciación social: aquí es donde se empieza a definir el gusto, las elecciones culturales y finalmente el estilo de vida del joven. El grupo de amigos opera entonces como un espacio intermedio entre el contexto social general (el de las clases sociales, y la familia) y el espacio íntimo del sujeto.
Ellos, influenciados generalmente por pares, hacen uso de sustancias de manera ocasional y no necesariamente desarrollan dependencia. Sin embargo, para aquellos jóvenes que pertenecen a pandillas, el consumo de drogas constituye a menudo la única alternativa para enfrentarse al mundo en el que viven, así mismo, pueden ser los más sensibles a reaccionar favorablemente a la dependencia de drogas.
María: Fuimos para un salón privado, cerramos las ventanas, encendimos la candela, hicimos un círculo y nos sentamos en el suelo, y nos pasábamos el cigarrillo enrollado mano en mano. La colega extranjera rehusó la invitación una y otra vez. Le pedimos que no se lo dijera a nadie y prometió no hacerlo.
El grupo o lo grupal proviene del hecho de que el círculo facilita una estrecha interacción cara a cara de todos los participantes. Esto supone que todos están a la vista de todos. Lo anterior, sin embargo, lejos de implicar homogeneidad, permite a cada uno manifestar su individualidad en un contexto inclusivo, de modo que se puede decir lo que se desee sin temor a no ser aceptado o provocar burla o hilaridad. Al permitir la libre expresión, el círculo dura. Lo anterior es válido aun cuando pueda concebirse esta parte del ritual como un juego, donde cada uno interviene a su turno; hay una libertad casi total en el plano de la interacción verbal.
La observación reiterada de los rituales de la droga revela que la contrapartida no es inmediata: el cigarrillo circula para todos y se consume entre todos. Pero aun cuando se consume, no se pierde. Quien lo ha liado y aportado, lo recupera luego. Quien lo tuvo alguna vez, vuelve a tenerlo. Esto implica circulación en el espacio y en el tiempo, pero de manera ritual
Casamiento
El casamiento, sociológica y jurídicamente es un contrato celebrado entre dos individuos de sexos diferentes a fin de constituir familia y bienes comunes. Por eso el casamiento es un fenómeno universal, con variaciones de países y dentro de un mismo país, de región en región, conforme sus hábitos, costumbres y rituales tradiciones. En Cabo Verde, en sus nueve islas habitadas, el casamiento presenta variantes diversas.
El casamiento está indisolublemente vinculado con un grupo de festividades que propician el consumo de sustancias legales e ilegales. Entre canciones, lecturas de poemas, bailes con la novia, caminatas hacia la iglesia, se entretejen las leyendas, ceremonias y ritos que el casamiento perpetúa.
Los casamientos en las islas de Cabo Verde están asociados también a las épocas del año. Mayo sigue siendo el mes de baja tasa de nupcialidad y particularmente, el día 13, que la tradición ha asociado a supersticiones que la oralidad se ha encargado de construir. Las cosechas, sinónimos de abundancia en la familia, son las mejores épocas para realizar las ceremonias.
En la isla de Santiago, la figura principal de un casamiento es la madrina de bautismo de los novios, es ella quien pide la mano de la novia, planifica y marca la fecha, el local y todo lo relacionado con el casamiento, incluido el lugar donde vivirán los novios.
Los preparativos del casamiento a veces duran meses. Comienzan con una ceremonia en que la madrina, acompañada por un grupo de batucadera (mujeres que improvisan ritmos musicales y satirizan algunas personas, y elogian a otras), hacen pedidos para los novios.
La actividad más importante de toda esta ceremonia es la despedida de soltero. Normalmente un baile, donde la bebida es en ocasiones la principal protagonista.
Estas ceremonias llegan a durar semanas, tiempo suficiente para que las familias y grupos reproduzcan prácticas culturales que han sido socializadas en el seno familiar.
Teresa Gomes expresó: Hay ceremonias que aún conservan las viejas tradiciones. He asistido a casamientos que, basados en una costumbre medieval, cierta noche, previamente combinado con la madrina, el novio o el pretendiente con un grupo de amigos, la noche antes del casamiento, van por la novia y la conducen a un local secreto, donde pasan la noche, preferentemente a la casa donde vivirán después de las nupcias. Por la mañana, la madre o los familiares más cercanos se dan cuenta de que la muchacha no durmió en la casa. Comienza una búsqueda ficticia hasta que la madrina aparece para esclarecer la situación, indicando el paradero de los desaparecidos. He desposado a muchas novias en Cabo Verde
Ceremonia del muerto (misa del séptimo día).
Adentrarnos en la celebración de la fiesta del muerto propicia detenernos en las prácticas también asociadas a los constructos micro-culturales que revelan cómo el consumo de bebidas alcohólicas, cigarrillos, hierbas y otras sustancias, reproduce adicciones.
La misa del séptimo día es un espacio de creación sociocultural y da cuenta de la capacidad de los seres humanos para desarrollar intensas relaciones a las cuales se les asignan multiplicidad de significados.
Con independencia de que la ceremonia del séptimo día demuestra la capacidad económica del difunto, las bebidas y los cigarrillos estructuran los sentidos de los que participan.
Es una celebración que también se desarrolla en el séptimo día de haber fallecido la persona, en el que el espíritu del muerto abandona la casa y se retiran los objetos mediante los cuales fue venerado y recordado ante un altar.
Según testimonios, la ceremonia fúnebre de la muerte es un hábito cultural, tan arraigado al uso y costumbre de los caboverdianos que hay grupos de personas que salen los fines de semana y visitan las casas donde se desarrolla esta tradición, para comer y beber sin pagar nada.
Se cuenta que una vez había un grupo de personas en una casa en que acababa de fallecer un hombre, esperaban para comer y beber cuando entró un joven quien cansado de esperar preguntó a la viuda: Señora, ¿cuando es que van servir la comida?
Ella respondió: Somos pobres y no tenemos medios económicos para hacer nada!
El muchacho riposto: “Quien es pobre, no se debe morir”.
Conclusiones.
El consumo de drogas se presenta en la actualidad como uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta la sociedad caboverdiana, tanto por la magnitud del fenómeno como por las consecuencias personales y sociales derivadas del mismo; buscar sus nexos con prácticas culturales asentadas en las familias, y constatar estos con las dinámicas de grupos de jóvenes, permitiría el logro de una mayor comprensión de la trayectoria de este hecho social.
El estudio del consumo de la droga en la sociedad caboverdiana permitió advertir en el nivel de familia, un grupo de prácticas culturales de vieja data que han permitido la construcción de estructuras mentales y disposiciones subjetivas que han favorecido en adolescentes y jóvenes la reproducción del habitus de familia en los nuevos espacios de sociabilidad.
El contexto que facilita la práctica del consumo de drogas es los lugares públicos y fiestas. En particular, los barrios estudiados  se caracterizan por la existencia de casas y terrenos abandonados, lo que facilita la distribución y el consumo de drogas entre los miembros de los grupos de jóvenes. En el inicio del consumo de drogas, se crea el significado del consumo de drogas, donde se muestran efectos emocionales y de bienestar, relajamiento, desinhibición y sentimientos de felicidad, en los que sobresalen las actitudes positivas más que las actitudes negativas.

Bibliografía.
Baratta, Alesandro. 1991, Introducción a una sociología de la droga, problemas y contradicciones del control penal de la drogodependencia, España, Editora Popular.
Durkhein; E. ______________2004. Las formas elementales de la vida religiosa.  Colofón, S. A. - Morena 425-A - 03100 México, D. F. ISBN 968-867-017-0
Instituto Nacional de Estadística. 2011. Recenseamento Geral da População e Habitação. RGPH; 2010. Cabo Verde.
Miller, P. A y otros. 1995. “El desarrollo y la socialización de la conducta prosocial”. en HINDE, R.A. y GROEBE, J.O.: Cooperación y conducta social. Ed. Visor. Madrid.
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Rodríguez Pérez, A. 2007. “Principales modelos de socialización familiar” Foro de Educación No 9. pp. 91-97
Urresti, M.1998.  La cultura en la Argentina de fin de siglo. Eudeba, Buenos Aires.

1 El volumen de consumo mundial de drogas ilícitas se mantuvo estable durante cinco años hasta finales de 2010 entre el 3,4% y el 6,6% de la población adulta (personas de 15 a 64 años). Sin embargo, entre un 10% y un 13% de los usuarios de drogas siguen siendo consumidores problemáticos con drogodependencia y/o trastornos relacionados con el consumo de drogas; la prevalencia del VIH (estimada en aproximadamente un 20%), la hepatitis C (46,7%) y la hepatitis B (14,6%) entre los usuarios que se inyectan la droga continúa sumándose a la carga mundial de morbilidad; y, por último, pero no por ello menos importante. (Informe mundial sobre las drogas. 2012)