José Ramón Terry Gregorio (CV)
           
            terry@ruralpunto.es 
                                 
		      
			
			
			 
			 
			 
            
Resumen: A través del presente artículo se develan algunos de los factores que obstaculizan la aplicación consecuente de las políticas de desarrollo rural en América Latina, región donde la instrumentación de modelos de desarrollo externos ha condicionado históricamente la perdida de protagonismo de la comunidad rural, considerada hoy como el único espacio posible a través del cual se pueden gestionar con eficiencia los recursos humanos, culturales, económicos y naturales, presentes en un territorio rural en el ámbito latinoamericano.
              Palabras clave: Comunidad, territorio,  población, cultura, identidad cultural, desarrollo rural, recursos de la  comunidad.
INTRODUCCIÓN.
El presente trabajo tiene como objeto generar un proceso de  reflexión, en el contexto latinoamericano y caribeño, sobre la importancia que  tiene para el mundo rural rescatar la función que le corresponde desempeñar a la  comunidad, en la dinamización y consolidación de los procesos de desarrollo. 
Desde el punto de vista metodológico el artículo se estructura en  tres partes. En la primera se exponen algunas de las definiciones de comunidad,  realizadas por prestigiosos autores y autoras como Ander Egg, Caballero,  Marchioni, Kisnerman, etc. y se analizan las distintas visiones que existen  sobre un concepto que ha evolucionado, en correspondencia con el protagonismo  alcanzado por la problemática en el escenario internacional en general  y en América Latina y el Caribe en  particular.
En la segunda parte se definen los factores esenciales que dan forma  y sentido a la comunidad, se hace un examen de cada uno de ellos y se describe  la manera en que contribuyen a la noción de la comunidad como sistema.
En el último apartado se argumenta la función que desempeña la  comunidad rural como eje vertebrador del desarrollo, considerando que es el escenario  en el que interactúan, con menor o mayor intensidad, una población con su  cultura, identificada con un territorio rural definido, que tiene a su alcance  un conjunto de  recursos humanos,  naturales, culturales y económicos que puede gestionar para solucionar sus  problemas y mejorar así su calidad de vida.
          DESARROLLO:
  Una reflexión  necesaria en torno a la noción de comunidad.
          Al valorar el desarrollo histórico de las ciencias sociales se aprecia  que el concepto comunidad ha estado presente, como unidad de análisis,  en todos los momentos, lo que justifica la  multiplicidad de definiciones que existen sobre este complejo término y su explicación  desde la  filosofía, psicología, la sociología, la demografía, la economía, la geografía,  el trabajo social, entre otras disciplinas científicas. 
          El protagonismo de esta temática en los principales espacios de  reflexión teórica y práctica interventivas que se suceden en el ámbito  latinoamericano, pone de manifiesto la importancia que se le concede a la  comunidad, entre otras razones, porque se reconoce que es el lugar donde los  miembros que la integran establecen un conjunto de interacciones sustentadas en  la cultura, los valores, las tradiciones y creencias, elementos que constituyen  un factor de unidad e impulso al desarrollo.
          Fue Ferdinand Tönnies el primero en iniciar  este debate desde una perspectiva efectiva al publicar en 1887 “comunidad” (Gemeinschaft)  y “sociedad” (Gesellschaft), un libro que por sus pretensiones  científicas pronto se ha convertido en un  clásico, al definir desde el punto de vista teórico el tipo  ideal de comunidad. 
          Tönnies hizo  referencia a “la voluntad orgánica, vinculada a este tipo de organización  social, que se constituye de tres formas: por placer, por hábito y por la memoria. En  estas tres formas se apoya la división clásica de las comunidades, la primera  es de sangre (la más natural y primitiva, de origen biológico,  como la tribu, la familia o el clan), comunidades de lugar (cuyo origen es la  vecindad, como las aldeas y asentamientos rurales) y comunidades de espíritu  (su origen es la amistad, la tradición  y la cohesión de espíritu o ideología)”1  
          Una cuidadosa revisión  bibliográfica en torno a los estudios sobre la comunidad evidencia que los expertos  han llegado a un consenso sobre los elementos fundamentales que le confieren su  singularidad.
Entre los investigadores que abordan el tema se encuentra Natalio Kisnerman quien señala que “el concepto de comunidad proviene del latín communis, que significa hombres conviviendo juntos en un espacio, compartiendo algo, convivencia, comunicación, unidad. Por lo tanto, podemos en principio decir que es un sistema de relaciones sociales en un espacio definido, integrado en base a intereses y necesidades compartidas”2
Kisnerman reconoce que la comunidad es un complejo de relaciones sociales que se desarrollan en un espacio concreto, que se integra y unifica en función de intereses y necesidades que son comunes y en ese sentido compartidas por sus miembros, lo que permite concluir que la comunidad es algo más que un área geográfica delimitada.
En la definición el autor centra  la atención en las relaciones sociales, aspecto a destacar considerando que a  través de ellas se genera un proceso de socialización de información y  aprehensión de conocimientos que asegura la creación de una identidad colectiva  que regula el comportamiento social de los miembros de la comunidad.
          Marco Marchioni, por su parte,  afirma que desde el punto de vista  estructural, la comunidad se compone de cuatro elementos principales que están  interrelacionados entre sí y esa interacción define la acción comunitaria.  Estos elementos son:
En la misma dirección Ezequiel Ander Egg argumenta que la  expresión comunidad “sirve para designar a una agrupación organizada de  personas que se perciben como unidad social cuyos miembros participan de algún  rasgo, interés, elemento, objetivo o función común, con conciencia de  pertenencia, situados en una determinada área geográfica en la cual la  pluralidad de personas interacciona más intensamente entre sí que en otro  contexto3.”
          Ander Egg introduce el elemento “conciencia de pertenencia” que constituye  uno de los soportes vertebradores del concepto comunidad, ya que no existe  pertenencia sin la presencia de un grupo humano ubicado en un territorio  determinado. Este grupo humano es portador de una cultura, una identidad  cultural y un patrimonio,  un sistema de  valores, tradiciones y creencias propios que le confieren autenticidad y  singularidad.    
          Desde esta perspectiva el sentimiento o conciencia de pertenencia  es resultado de la interacción entre los factores expuestos, los cuales, si son  bien gestionados, garantizan a los  miembros de la comunidad una participación  activa en el diseño, ejecución, evaluación y control de las políticas de  desarrollo.
          El  término unidad social adquiere en esta definición una connotación identitaria que  se traduce en una cohesión social reconocida, aceptada, compartida y respetada  por quienes participan en ella y trabajan por lograr su estabilidad y  permanencia a través de la socialización y consolidación de intereses, objetivos  y funciones que les son comunes. 
          María  Teresa Caballero avala el enfoque de Ander Egg definiendo a la comunidad como  el “agrupamiento de personas concebido   como  unidad  social,   cuyos  miembros participan  de   algún  rasgo  común (intereses,  objetivos, funciones),  con   sentido  de  pertenencia,   situado  en  determinada área geográfica, en la cual la  pluralidad de personas interactúa intensamente entre sí  e influye de forma activa o pasiva en la  transformación  material y espiritual de  su entorno”4
          Para el Grupo Nacional de Trabajo Comunitario Integrado  creado en Cuba para diseñar los lineamientos generales del país en este campo  de acción, la comunidad es “el espacio físico ambiental, geográficamente  delimitado, donde tiene lugar un sistema de interrelaciones sociopolíticas y  económicas que producen un conjunto de relaciones interpersonales sobre la base  de necesidades. Este sistema resulta portador de tradiciones, historia e  identidad propias, que se expresan en identificación de intereses y sentido de  pertenencia, que diferencian al grupo que integra dicho espacio ambiental, de  los restantes”5 
          Las reflexiones realizadas sobre  el concepto de comunidad demuestran que independientemente de la disciplina  científica que la estudie, se estructura a partir de los siguientes factores  transversales: población, territorio, sentimiento de pertenencia y recursos.
          Factores transversales  presentes en la configuración de la comunidad.
Población.
Por sus implicaciones en las políticas de desarrollo el concepto de territorio ha sido definido desde la filosofía, la economía, la antropología, la sociología y la geografía, entre otras disciplinas científicas, que lo consideran como el proceso de construcción socio/histórico de un espacio geográfico que nace con identidad propia y que se distingue de otros espacios por atributos de índole cultural, socioeconómico, físico/natural y político/administrativo.
En la construcción del territorio existe una  dimensión humana que garantiza la creación de un tejido socioeconómico único  que facilita la toma de decisiones colectivas y la adopción de estrategias para  la transformación sustentable o no del entorno, y otra que se corresponde con  el medio natural y que constituye el soporte para la realización de  actividades, usos y creaciones materiales y espirituales de los individuos en  particular y de los grupos humanos presentes en la comunidad en general.
          La manera en que la dimensión humana interactúa con el medio natural  depende de la cultura, la identidad cultural, el patrimonio, el sistema de  valores, tradiciones y creencias, que esa población que habita en el territorio  ha heredado, construido, reconstruido, transmitido, conservado y difundido.
          Los territorios pueden ser urbanos o  rurales y estos últimos se definen como “espacios geográficos, cuya cohesión  deriva de un tejido social específico, de una base de recursos naturales  particular, de unas instituciones y formas de organización propias, y de determinadas  formas de producción, intercambio y distribución del ingreso”6 
          Al analizar el  planteamiento anterior, se concluye que el territorio rural es resultado de un  proceso de construcción socio/histórico en el cual  la población desempeña una función principal en  la gestión del espacio geográfico que habita.
Población.
Se considera a la población como  el conjunto de personas que habitan en un territorio definido, que   se relacionan entre sí con un cierto grado de interdependencia y que realizan  actividades en común atendiendo a intereses, necesidades y objetivos colectivos.
          El conocimiento de la población es un  indicador a considerar en la fase de planificación de las estrategias y  políticas de desarrollo de la comunidad, considerando  que en dependencia de su identificación con el territorio y de su sentimiento  de arraigo o pertenencia al mismo, aumenta o disminuye su capacidad para  involucrarse y participar en la toma de decisiones colectivas.
          En la actualidad resulta  imposible realizar una planificación acertada del desarrollo de la comunidad si  no se tiene en cuenta el análisis del estado de la población (tamaño,  distribución territorial y estructura por sexo y edad, etc.) y  su dinámica (fecundidad, mortalidad,  migración, etc.). 
El sentimiento de  pertenencia de la población a su comunidad, es fruto de un largo proceso de  construcción cultural consciente, en el que intervienen múltiples factores, sobresaliendo entre ellos  compartir el territorio, la historia, la lengua,  las costumbres, tradiciones y creencias.
          Este sentimiento  de pertenencia es parte inseparable de la identidad cultural, entendida como un  “conjunto de significaciones y representaciones  relativamente permanentes a través del tiempo, que permiten a los miembros de  un grupo social que comparten una historia y un territorio común, así como  otros elementos socioculturales, tales como un lenguaje, una religión,  costumbres e instituciones sociales, reconocerse como relacionados los unos con  los otros biográficamente...”7
En este proceso de interrelación dinámica y de aprendizaje  social interactúan factores psicológicos, lingüísticos, históricos, económicos  y políticos que se relacionan entre sí a través de un sistema de contradicciones  dialécticas que se establecen entre los siguientes pares conceptuales.
          La consolidación de la identidad cultural tributa a la  profundización del sentimiento de arraigo y pertenencia de los habitantes a su  comunidad y al fortalecimiento de la cohesión social, por lo que se convierte  en un elemento clave para la configuración de un proyecto territorial que, apoyándose  en la herencia cultural del pasado, proyecta de manera consciente el futuro.
Toda comunidad grande o pequeña,  tradicionalista o moderna, urbana o rural, posee en su estructura interna, un  conjunto de recursos que son esenciales para su buen funcionamiento.
          Ezequiel Ander  Egg define estos recursos como el “conjunto de elementos humanos, materiales e  institucionales de que dispone y a los que puede recurrir una comunidad para  atender sus necesidades y resolver sus problemas”8 
          Desde el punto  de vista metodológico y atendiendo a la realidad latinoamericana actual, resulta  imprescindible definir los recursos de la comunidad como el conjunto de  elementos humanos, culturales, económicos y naturales de que disponen los  miembros de una comunidad y a los que pueden recurrir para atender sus  necesidades y solucionar sus problemas. 
          Por la trascendencia que tienen  estos elementos en el contexto de la planificación del desarrollo de la  comunidad, es esencial detenerse sintéticamente en cada uno de ellos:
Por sus características se considera un recurso estratégico para el desarrollo, por su capacidad para la creación de un tejido social que favorece, desde la gestión, la interconexión y el uso racional, optimo y sostenible del resto de los recursos presentes en la comunidad.
Para valorar la trascendencia de este recurso  en el contexto del desarrollo comunitario, es preciso partir de una concepción  amplia del concepto cultura, entendida aquí como “el conjunto de rasgos  distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y efectivos que  caracterizan una sociedad o grupo social. Ella engloba, además de las artes y  las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los  sistemas de valores, las tradiciones y las creencias”9
          Interpretado así los recursos culturales  trascienden lo estrictamente patrimonial al no apoyarse solamente  en la herencia cultural, sino que descansan  también en una cultura constructiva que todos van creando y transmitiendo,  garantizando la realización de un proyecto colectivo de futuro.
Refiriéndose a la trascendencia de este recurso la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló: “asegurar los alimentos y el agua suficientes para todos y lograr el desarrollo rural sostenible y los medios de vida para las generaciones actuales y las futuras, todo depende de la gestión responsable de los recursos naturales”11
Por necesidades humanas fundamentales entiende  Ezequiel Ander Egg “el conjunto de condiciones de carencia y privación  claramente identificadas y de validez universal, inherente a la naturaleza del  hombre y para cuya resolución éste tiene potencialidades”11   
          Para Max Neef  las necesidades humanas fundamentales se  clasifican a partir de dos tipos de categorías que se interrelacionan y  combinan entre sí: las existenciales en la que se incluyen Ser, Tener, Hacer,  Estar y las axiológicas integradas por Subsistencia, Protección, Afecto,  Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad, Libertad. 
Los argumentos expuestos hasta aquí demuestran que la comunidad se configura a partir de cuatro factores trasversales (población, territorio, sentimiento de pertenencia y recursos) que si se interrelacionan coherentemente entre si garantizan la satisfacción de las necesidades de la población y solución de sus problemas, mejorando su calidad de vida.
Esta interrelación coherente le confiere a la comunidad la cualidad de sistema complejo, asegurando que la misma no se pueda comprender si se analiza de forma aislada cada una de las partes.
Al aludir a la cualidad de sistema complejo, pero en una dimensión  más general, Luis Nogueiras apunta que   “toda comunidad por muy pequeña que sea, no se cierra sólo en un  contexto local, sino que  se  inscribe   en  otros  contextos   más amplios produciéndose las consiguientes interrelaciones en un doble  proceso en espiral que partiendo de la comunidad se dirige hacia su entorno, y  desde el entorno hacia la comunidad”12. 
          Este proceso bidireccional que se mueve entre la comunidad y el  macroentorno.
Partiendo de esta argumentación se infiere que la comunidad, en su  relación con el entorno, es un subsistema de un sistema mayor con el que se  relaciona bidireccionalmente, aportando y recibiendo en dimensiones como cultural,  económica, política y social.
          Este tipo de  relación especial que se establece entre la comunidad y su entorno ha influido  en que algunos investigadores como Sevilla Guzmán, al aludir a la noción de desarrollo,  señalen que “cuando el desarrollo no se refiere al conjunto de una sociedad,  sino que se centra en las áreas, sean rurales o urbanas, a las que se pretende  mejorar el nivel de vida de su población a través de procesos de participación  local mediante la potenciación de sus recursos propios, este se define como  Desarrollo Rural o Urbano”13
          En sus reflexiones  Guzmán reconoce que en materia de desarrollo existe una diferencia sustancial entre  lo urbano y lo rural y establece que esa diferencia pasa necesariamente por  considerar cuatro elementos fundamentales: población, cultura, territorio y  recursos.
En ese sentido cualquier acercamiento a la noción de desarrollo rural, debe considerar como prioritario la interpretación de la comunidad rural, por ser el contexto donde interactúan un conjunto de factores que pueden favorecer el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes del mundo rural. En ese sentido la comunidad rural deviene centro de gestión por excelencia para el desarrollo rural.
La comunidad rural como eje vertebrador del desarrollo en el  ámbito rural. 
          Esta conexión  entre desarrollo rural y comunidad rural se expresa a través del entendimiento  de la comunidad como el escenario en el que interactúa, con menor o mayor  intensidad, una población con su cultura, identificada con un territorio rural  definido, que tiene a su alcance un conjunto de  recursos humanos, naturales, culturales y  económicos que puede gestionar para solucionar sus problemas y mejorar así su  calidad de vida.
          El desarrollo rural se ha definido por Guillermo  Medina como “un proceso mediante el cual se enfrenta la problemática de las  zonas rurales en un esfuerzo de cambio para producir transformaciones  sustanciales en las condiciones de vida de la población que vive en el campo,  en las estructuras económicas, políticas y sociales que faciliten y hagan  posible la plena incorporación del hombre rural a las actividades de la vida  nacional. Lo concibe como una estrategia del desarrollo global del cual es un  componente importante. Su objetivo puede resumirse a lograr que los beneficios  del desarrollo lleguen  equitativa y oportunamente a la población rural”14 
          Este enfoque de  desarrollo reconoce y da prioridad a la relación bidireccional que debe existir  entre lo nacional, regional y local, y especifica las dimensiones fundamentales  que son necesarias considerar en la implementación de las políticas que se planifiquen  y ejecuten con la finalidad de mejorar la calidad de vida de la población del  mundo rural.
          Los pobres  resultados económicos, sociales y culturales alcanzados con la aplicación de  estas políticas como consecuencia, entre otras razones, de la  incoherencia entre el discurso teórico y la  realidad concreta, provocaron en América Latina la reinvención de lo rural y  permitió hablar de una nueva ruralidad. 
          En esta línea de  pensamiento Edelmira Pérez en su trabajo “Hacia una nueva visión de lo rural”  señala que “la nueva ruralidad abarca un conjunto de regiones y de zonas (un  territorio) cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en  diversos sectores como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y  medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la  extracción de los recursos naturales y el turismo, entre otros. Los asentamientos  que hay en estas zonas, se relacionan entre sí y con el exterior y en los  cuales interactúan una serie de instituciones públicas y privadas”15 
          En la nueva  concepción de lo rural la población ocupa un espacio privilegiado al tomarse  consciencia de que sus actividades productivas no pueden quedar reducidas, exclusivamente,  al sector agropecuario sino que deben aprovechar todas las potencialidades existentes  en el territorio donde habitan, con el objetivo de favorecen la pluriactividad. 
          El aprovechamiento  de estas potencialidades locales depende de la manera en que una agrupación  organizada de personas que se perciben como una unidad social, gestiona los  recursos humanos, económicos, culturales y naturales existentes en el  territorio en el que vive. 
          Una  mirada al contexto latinoamericano actual coloca al continente ante la urgente  necesidad de repensar el desarrollo rural al evidenciarse que los principales  modelos de desarrollo aplicados en la región desde los años 60 hasta hoy, se  han destacado por su impulso a la pobreza, a la marginalidad, a la exclusión,  el analfabetismo, la discriminación, el desempleo, etc. Entre las limitaciones  que han favorecido el alcance de estos pobres resultados sobresalen las  siguientes:
Los  efectos negativos de las limitaciones c) y d) se pueden minimizar si se  centrara la atención en un proceso que   debe ser cíclico, constante, sistemático y sistémico para los planificadores  del desarrollo. 
          A partir  de las argumentaciones realizadas se ha llegado a las siguientes  consideraciones generales:
CITAS Y REFERENCIAS.
http://www.monografias.com/trabajos16/comunidad/comunidad.shtml
BILIOGRAFÍA GENERAL.