Contribuciones a las Ciencias Sociales
Enero 2012

"EL MUNDO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN"

Yuniesky Matos Castillo (CV)
yuniesky@imias.cug.co.cu
Centro Universitario IMIAS

 

RESUMEN

El filósofo que ocupa la atención denota un pensamiento en el cual es necesario profundizar; pues la obra citada resulta compleja, multitemática,  donde la reflexión filosófica se vale de la hermenéutica, de los métodos  y principios del materialismo dialéctico, desentrañando así las ideas controvertidas que expone Arthur Schopenhauer al argumentar la razón y la voluntad. Cuestión que motiva el estudio realizado para esclarecer la relación que ofrece el pensador en estos conceptos columna vertebral del sistema, abordando la condición natural y existencial en el (objeto-sujeto) que representan los mismos.

ABSTRACT

The philosophy which occupies attention denotes a thought of which it is necessary to carefully study; it is complicated, multitheemed,  where the philosophical  reflections, methods and scientific, dialectic and materialist principles of comprension resurface the controversial  ideas which are expressed by  Arthur Schopenhauer  in this argument of reason and will power. The question   which motwates the study   which   was carried out in orde   to resurface the relation which offers the thinker in a vertical cord concept approaching the natural and existential condition (object - subject) which the represent.      

PALABRAS CLAVES : Representación, Voluntad, Irracionalismo.



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Matos Castillo, Y.: "El mundo como voluntad y representación", en Contribuciones a las Ciencias Sociales, Enero 2012, www.eumed.net/rev/cccss/17/

INTRODUCCIÓN

El Mundo Como Voluntad y Representación ”, nacida en 1819 entre el “mar de entronques dialécticos” del pensamiento hegeliano y  los aires renovadores de 1848, representó la columna vertebral de las concepciones de Arthur Schopenhauer  sobre el mundo y el  hombre en su re-juego existencial.
A podido observarse a través de los años, la cierta apatía o pereza hacia este modo del interrogar, pero Arthur Schopenhauer  ocupa un puesto en la historia de la filosofía no solo por la relevancia existencial y originalidad teórica –independiente del complejo doctrinario filosófico-religioso en que se nutre, y con los que trató de interpretar los problemas de su tiempo,- sino por abonar el mundo intelectivo humano e insistir en una comprensión natural-psicologísta del mismo.
 Aunque sus reflexiones han sido tomadas muchas veces y entendido pocas por la ligereza crítica, en circunstancias de manera absoluta, encerrándolo solo en el marco del pesimismo irracionalista o voluntarismo representacional, Schopenahur  mantiene  una lucha significativa  hacia el optimismo voluntarista y racional.  
En nuestro tiempo, cuando se habla de irracionalismo, no se deja de mencionar  a Schopenhauer situándolo junto a  Sören Kierkergard como los máximos representantes de esta corriente,  es de dilucidar, que las referencias al punto no excluye la totalidad que representa, quiere esto decir que podemos encontrar en toda su obra el contraste de un debatido racionalismo sin sopesar, un análisis de la voluntad natural instintiva como de la representación, del amor y la locura, de la verdad y la política, de la razón y el poder, del genio y la erudición, lo metafísico y lo contradictorio, de pesimismo y optimismo entre otras disyuntivas, que forman parte de un cuerpo doctrinal interpretativo.
 Mark Mitin señala que ‘’los problemas del racionalismo y el irracionalismo ocupan un destacado lugar tanto en la historia de la filosofía como en la vida espiritual contemporánea. El racionalismo en sus diferentes formas, se orienta a la ciencia, al conocimiento de las regularidades del desarrollo del mundo material y los fenómenos espirituales. El irracionalismo, por el contrario, niega en general o rebaja por todos los medios el conocimiento científico y apela a ciertas premisas inmediatas, intuitivas, instintivas, supuestamente incomprensibles para la razón’’ . Por lo que se deduce partiendo de análisis actuales acerca de  Schopenahuer, el mismo forma parte de esta negación o desvalorización de la ciencia, consideración que ha de interrogarse desde una nueva interpretación desde el andamio contemporáneo.
Pudiéramos denominar la filosofía de Schopenhauer de dos maneras:

Ello no es más que una tendencia de su tiempo, decir irracionalismo no es decir voluntarismo, decir sin embargo racionalismo es decir en gran medida, representación. Schopenahuer escribió en pleno romanticismo, un rasgo general de aquella sociedad que llamaron después la enfermedad del siglo, aquel sufrimiento intelectual que marco la vida del londinense George Byron del español  Mariano José Larra , y del alemán  Goethe: “Los sufrimientos de Joven Werther”, “El Fausto”. Como obra cumbre de esta corriente llamada irracionalista en su  tendencia artística es el “Tristan e Isolda” de Ricardo Wagner , incubada precisamente al calor de “El mundo como voluntad y representación” según lo confiesa el propio Wagner. La desesperación romántica parte del sentido pesimista de la realidad en pleno movimiento, la convulsión social descrita en el plano literario y la búsqueda de nuevos estilos artísticos, categoríales que implican nuevas concepciones e incertidumbres.  
Estudiando “El mundo como voluntad y representación”, no damos cuenta de referencias a estas concepciones, si bien es claro que no determina solución alguna, deja Schopenhauer libre alternativa, no define al final si es necesario este camino o aquel, solo descansa  en el comentario de decisión voluntaria desde la permisión voluntarista natural, haciéndole digno de su teoría refiriendo  una liberación  a través de umbrales enajenativos en – especie de nirvana,  velo de Maya, flagelación-   función de  gobernar el imperio del instinto o la voluntad individual también en forma de placer, única vía al paso pasional por la  ciencia.
Al estudiar a los cínicos, estoicos, hindúes, cristianos, recetaba que “la vida más sencilla  más llena de privaciones, a pesar de los inconvenientes de que la naturaleza la ha rodeado, es la más soportable y la que más conviene que sigamos, pues todo medio amplio para hacerla más grata, toda comodidad, toda diversión y todo placer no hacen sino atraernos nuevos tormentos y mayores dolores que los naturales a la vida” .  Sin embargo, ¿quién conoce que dicha privación es un fundamento para el bien y a la vez una fuga a los tormentos sino la misma razón? ¿Quién determina a fuerza de decisión el privarse o no sino la voluntad natural que constituye el individuo?, para Schopenhauer la voluntad es el motor neurodinámico pero inconsciente de la vida, la que impulsa hacia el futuro correspondiente a la condición natural que posee en la objetivación humana, el combustible del futuro “es”, función orgánica de dos elementos esenciales: la voluntad y la Razón.
Para él la renuncia al placer forma parte de la posibilidad de concentrarse en sus reflexiones (razón) aunque el cuerpo (voluntad objetivada), lo instintivo, imponga olvidarse de ello requiriendo de un gran esfuerzo intelectual.
Si bien ambos conceptos (voluntad-razón humanas) son necesarios móviles, es patente que la renuncia conlleve a un mayor comprometimiento con la ciencia, aunque de aquí surja la idea de pasión por la ciencia donde se sintetiza la voluntad y la razón ordenando dicha actividad la segunda. Recordamos – a través de esta especificidad aparentemente sencilla- pocos hombres de ciencia que no renunciaron a placeres, a la satisfacción de necesidades básicas hasta vivir en la más paupérrima pobreza, a ellos debe la ciencia que no solo es fundamento de la razón sino también de la voluntad.
A partir de la propuesta del pensador podemos conocer este proceso sustancial que forma esencia en el hombre común y científico, la Voluntady la Razón, reconociendo de antemano que no parte del objeto ni del sujeto sino de la representación para comprender el mundo real, fuente del conocimiento sin dejar de reconocer ni poner en duda que el mismo exista. En fin, el objetivo que nos hemos propuesto en esta investigación es Valorar la relación voluntad-razón desde la complejidad de la obra “El mundo como voluntad y representación”, definiendo la esencialidad de la concepción filosófica en Arthur Schopenhauer.

DESARROLLO.
1- Fundamentos relacionales de la existencia representacional y la razón voluntarista.
   “…mi sistema no va nunca más allá de la experiencia; se contenta con desarrollar la verdadera explicación del mundo experimental. No es un sistema de conceptos puros…ni un sistema de conclusiones deducidas a priori …es un saber inspirado en el estudio del mundo real y en las conclusiones que respecto de él nos suministra nuestra propia conciencia, saber orientado en nociones claras.”
I
 Relación (objeto-sujeto- representación).
“El mundo es mi representación, esta realidad es aplicable a todo ser que vive y conoce” . Así inicia Arthur Schopenhauer las reflexiones acerca de la existencia objetiva  en cuanto “objeto del conocimiento”, y la existencia subjetiva o estado interno del conocer en cuanto “sujeto del conocimiento”, categorías que veremos en su implicación mutua y dualidades de contenidos en cada una. Partir del sujeto al objeto o viceversa no hace en el pensamiento de Schopenhauer  mella alguna, si desde esta máxima podríamos decir que se reconoce la intención interpretativa del mundo y sus relaciones a través de una posición psicologísta entre lo fenomenológico y lo representacional,  haciendo necesario subordinar el complejo natural al complejo subjetivo.
 “El mundo es mi representación”, se recrea esencialmente como fundamento gnoseológico que demuestra la existencia de dos elementos de universos complejos y coexistencia real para  producir conocimiento, relacionable directamente con los intereses del sujeto.
Por siglos el hombre busca conocer el mundo en todas dimensiones de existencia, desde la subjetividad histórica que le tocó, vivió y vive, en un espacio- tiempo limitado para sí. Medida esta en que lo trasforma a sus necesidades desde la afección y cognición individual haciéndose colectivo, provocando ciertas alteraciones en el objeto de su conocimiento imponiéndole dependencia figurativa desde su condición de sujeto creador.
Obviamente, para Schopenhauer no era difícil comprender, no solo la necesidad de que el mundo era su representación, sino, de que sin representación no se cumpliría la relación (objeto-sujeto) del conocimiento.
Algunos pensadores de inicios del siglo XIX,  han reconocido en función de teorías psicológicas , el proceso de relación que establece Schpenhauer entre objeto-sujeto- representación, siendo esta última la mediadora,  estructurada junto al complejo real del sujeto que conoce como ser, el ser de las cosas. Por tanto el ser de las cosas no implica que conozcamos las cosas mismas, sino, solo las  relaciones con otros seres diversos y finalmente la relación con el ser: sujeto del conocimiento todo ello como forma de interconexión compleja del ser en general. Solo al hombre le ha sido dada la posibilidad natural de tener conciencia de su representación, y llegar a poseerla es llegar a tener un sentido filosófico del ser de las cosas, o sea, imagen genérica y particular del ser. El re-conocer – noción de experiencia o participación de ella, sentido de aguda reflexión -  la realidad que determina al ser que es capaz de representación (Hombre), no es problema para Schopenhauer, pues es necesaria para dicha reflexión y cada hombre que conoce esta verdad “sabe muy bien que no conoce un sol ni una tierra y si únicamente un ojo que ve el sol y una mano que siente el contacto, pero que el mundo que lo rodea no existe mas que como representación, esto es en relación con otro ser, aquel que le percibe, o sea, él mismo.” Esto es que, el complejo sensorial recibe conforme su acción, información objetiva que a la vez codifica y reproduce, sea en acciones lingüísticas, semánticas o simbólicas pudiendo quedar en el sentido de la reflexión o conjugarse con la práctica siendo o no el resultado final del movimiento intelectivo; pero todo ello en su mayor contenido es trabajo del proceso interno del hombre -precisa Schopenhauer- de su subjetividad, sin la cual sería imposible llamarnos seres racionales.
La representación (puente) entre el (objeto-sujeto) del conocimiento, es un factor integrado a los demás factores internos y para Schopenhauer es el portal de conocimiento. La pregunta que realiza el hombre al “ser general” natural en sus dos aspectos: (objeto-sujeto) sobre quien se impone en cuestión de conocimiento, o sea, ¿quién determina al final a quien?, no es lo neurálgico del pensador, sino, ¿cómo se determinan ambos elementos? Y en cuestión de práctica  humana, ¿cuál es el más importante? Las condiciones históricas que influyeron en el análisis de las condiciones subjetivas propiciando el conocimiento al ser humano, son un factor de importancia para entender su filosofía; Schopenhauer de hecho no asume un partido, aunque sí como él mismo lo manifiesta, se inicia desde el  pensamiento Platónico y Kantiano proyectándose más al idealismo objetivo. Puede considerarse que parte de la “idea de relación (sujeto- R-objeto)” para el análisis de la realidad cognoscente, siendo estos clásicos la columna vertebral de su sistema.
 Para el materialismo de la primera mitad del siglo XIX, una de las limitaciones que contenía el idealismo era  partir del sujeto, más bien de condiciones existenciales  para la comprensión de la realidad; en tanto para el idealismo  la limitación del materialismo residía en partir del objeto en cuanto escapaba constantemente  ser aprehendido en su forma más pura, claro que no era la intención del materialismo apropiarse de forma mágica del objeto real, concreto, sino de sus relaciones internas y externas si el mismo lo permitía,  siendo lo único posible de acatar o apropiar relativamente; pero tal confusión que se extendía en cuestión de conocimiento era obvia a causa del poco desarrollo de la ciencia en su generalidad, y si es de considerarse, ni de los métodos mecanicistas o metafísicos en sí mismos sino del propio paso de la ciencia. En Schopenhauer partir de la experiencia pura, del racionalismo silogístico o del racionalismo experimental, a fin de cuentas no respondía a las necesidades o dificultades mismas del sujeto, sean existenciales o románticas, ideológicas o prácticas, sino más bien, provocaban una individualización partidista especulativa del conocimiento que trataremos más adelante, sin embargo caía el pensador en el mismo error que critica al individualizar el sujeto cognoscente. 

II
 Relación (objeto- sujeto-existencia).
Cierto es la defensa del objeto real para el conocimiento sin el cual no existiría, sin embargo, en Schopenhauer  no es suficiente para entender al ser individual buscando  conocer, en cuanto es capaz de determinar a posteriori si interrogar o no, todo depende del motivo que active la voluntad, de su capacidad para descubrir y analizar, por la razón de que conocimiento es comprensión de la existencia en su “es” activo pero no la existencia misma, esta puede o no estar dotada de inteligencia entendimiento o razonamiento, por tanto se puede comprender el hombre desde el objeto pero también desde el  sujeto, así lo hace pensar Schopenhauer buscando comprender al individuo natural y racional en relación al “es” natural  y la naturaleza misma.
El punto común es que el hombre necesita del conocimiento para su proceder, necesita vencer en función de sus intereses, pero siempre dos fundamentos lo van a dominar: el ser sujeto de un objeto, el ser objeto de un sujeto. Esta correlación puede entenderse de la siguiente manera: si el  “ser humano” se compone en sujeto (razón, pensamiento) objeto (cuerpo) y la naturaleza en derredor de este individuo natural en objeto (cosas) sujeto (es, movimiento), mostrando ambos elementos como dualidades recíprocas ello conlleva a entender la subordinación de la primera a la segunda. El primer fundamento: ser sujeto de un objeto en el plano particular es la dependencia de su “es” (razón, inteligencia, razonamiento) como elementos de la actividad permitida por su ser objeto natural (instinto, necesidad). Pero este traspasa el plano individual en el que se recrea  y actúa sobre el objeto natural conforme a la condición del “es” que comporta o el “para lo que es”, o sea, dependiendo de su sustancia material. El ser objeto de un sujeto como segundo fundamento se valora a partir  de la  subordinación del objeto a los caprichos del sujeto creador individual quien se considera dueño de la acción del objeto y le domina, solo cuando el objeto se revela en su necesidad natural este le libera como autocomprensión de la sobrevivencia. En la segunda variante de este fundamento segundo, nuestro objeto natural (cuerpo) está determinado  por el sujeto natural o “es” el cual comporta las leyes del movimiento, variación, selección, muerte, etcétera. Se concluye de todo esto que en el ser humano las relaciones se establecen entre ambos “es”, o lo mismo, entre el es humano y el es natural fuera de su re-conocer o de su yo como expresión máxima de su “es” que como sabemos implica acción. Ambos sujetos forman parte del objeto general, del individual por un lado y del natural por el otro, siendo el “es” individual expresión más acabada. Como el sujeto está ligado con el objeto individual y el objeto con el sujeto, por lo que ser sujeto significa tener un objeto, y ser objeto tanto como ser conocido de un sujeto, lo mismo exactamente, cuando un objeto es determinado, de modo que dará lo mismo decir: “el sujeto conoce de tal o cual manera” y yo digo: “los objetos se pueden dividir en tantas clases de facultades cognoscitivas”. Si decimos ya no existen la sensibilidad ni la inteligencia es lo mismo decir: “el mundo ha terminado”, si se dice “no hay ningún concepto” o “la razón ha desaparecido” es lo mismo que decir ya no hay más que bestias .  
El ser objeto (fenómeno, cosa que es) de un  sujeto ( lo que “es” – en este caso-  para nosotros a través de conocimiento, razón),  no es crear al objeto por el sujeto, sino, lo que “es” para el sujeto que conoce, significación, y desde donde lo reflexiono o qué instrumentos lógicos necesito para una comprensión profunda o  por lo menos cerca de la verdad, que pueden llegar a desembocar en lo que fue, por ejemplo, el positivismo, el materialismo, o el mismo voluntarismo, una clara visión de lo que fue el “objeto que es” y a la vez se abre a la interrogante de la época, y a la respuesta del sujeto individual o social de la misma. Sin embargo está limitado el “es” o sujeto, en cuanto es finitud objetual, o sea depende de la existencia del objeto, a diferencia del “es” divino que se expande a la infinitud, Schopenahuer deduce un “es” limitado al sujeto.
El ser sujeto de un objeto – aparentando una contradicción - nos pone en el entender de la infinitud en cuanto el objeto no tiene límites reales, aún queriendo no depender el hombre como individuo objetual de la realidad que lo determina sería esclavo en su contenido natural, y si su sujeto dejara de ser conciente (irracional), no se reconociera mediando aun la vida seguirá siendo sujeto – en cuanto permanece en actividad-  para un objeto natural. En  Schopenhauer, la comprensión de esta relación puede entenderse, en que la existencia del objeto real infiere el “es”, o el ser del objeto como: sujeto del mismo, o sea, el para lo que “es”, su función natural que no “es”  consciente, por tanto no elabora ni crea, pero expresa  movimiento, trasformación, cambios de estados que discurren al azar y que solo a un sujeto le es posible comprenderlo, entender no masa objetual sino el “es” . Este elemento consciente solo es la esencia del objeto Homo que “es”: Sapien Sapien, el conocer, la razón es el ‘’ser’’ del homos, definiéndose como ‘’ser’’ humano. El trasfondo del asunto no le motiva al pensador porque su punto de partida es el entender entonces el “es” del objeto natural donde también está el Homo, a través del “es” del mismo (razón, reflexión). “No hay otra verdad más cierta, más independiente ni que necesite menos pruebas, la de que todo lo que puede ser conocido o sea el universo entero, no es objeto mas que para un sujeto, percepción del que percibe, en una palabra, representación” . La comprensión literal manifiesta o puede manifestar a algunos entendidos la unilateralidad del sujeto.

III
Sobre la existencia del conocer.
En nosotros se cumple, la relación (objeto-sujeto) del conocer, hasta ahora no ha existido otro ser donde se cumpla tal dualidad, solo al hombre fue dada por naturaleza la posibilidad de ser sujeto para los objetos. Según la fisiología, en los animales más inteligentes no se cumple esta relación de conocimiento.
 Desde el punto de vista hermenéutico, podemos decir, se interroga a cada parte del mundo o a la materia en general desde su pluralidad. Sería entonces: ¿cual es el sujeto de tu objeto? Para Schopenhauer “todo lo que constituye parte del mundo, tiene forzosamente por condición un sujeto, y no existe más que por el sujeto” , puede decirse entonces que el sujeto de un objeto real sin que el hombre se los represente, es, el “ser del objeto”, esto es, la función sea homogénea o heterogénea que realizan en el mundo. En cuestión se afirma que el ser del hombre, no es su ser objeto entre muchos, sino, en ser sujeto (razón)  que en esencia dice lo que “es”, la otra interrogante redunda en la relación ser sujeto-ser objeto ¿soy ser sujeto de mi mismo, o “ser objeto” entre los objetos del mundo?  La respuesta para Schopenhauer sería: soy de mi mismo y a la vez del mundo,  resaltando así al sujeto lleva consigo exaltar la voluntad y la representación como sus formas máximas de existencia.  
El sujeto (conciencia) es la oposición causal del objeto a conocer, que está fuera de la conciencia siempre y cuando no sea ella misma; pero si - esbozado de otra manera - desapareciesen todos los sujetos ¿Quién demostraría la existencia de los objetos del conocer? Hasta sería absurdo hablar de demostrar, entiéndase esto, no como cosa, sustancia, sino como ser objeto de un sujeto, como conocimiento. La existencia no para la cosa sino para mi, es la idea del conocimiento, la pregunta del hombre estriba, no en qué pasaría o qué sería del mundo sin los seres humanos, sino, qué sería de la existencia sin el sujeto (conciencia) que la comprenda, simplemente este es el espacio transitivo  de la prehistoria a la historia. “El mundo como representación tiene dos métodos necesarios, esenciales e inseparables (…) -afirma Schopenhauer-: el objeto, cuya forma es el tiempo y el espacio, y por ende la multiplicidad (…)  y el sujeto fuera del espacio y el tiempo, pues está todo e indiviso en cada ser capaz de representación (…) si desapareciese cada uno de aquellos (sujetos), desaparecería también el mundo como representación” . Si dejase de existir el objeto natural (entiéndase como categoría) como fuente de conocimiento, dejaría de existir el sujeto en cuanto parte como objeto que “es” y forma parte del objeto natural. Por el contrario, si dejase de existir el sujeto que conoce, también el mundo como representación. “Por eso estas dos mitades (objeto-sujeto) son inseparables aun para el pensamiento, pues cada uno de los dos solo tiene sentido por y para el otro, nace y desaparece con él” .
Partiendo de las primeras ideas de A. Schopenahuer referente a la representación en el primer libro de esta magna obra, se deja por sentado además la relación representación-voluntad, - la primera como elemento general que comprende la razón-  tratando este asunto como “una verdad muy grave, que con seguridad hará pensar y aún temblar a cualquier hombre, a saber que con el mismo derecho que dice: el mundo es mi representación; pues también dice el mundo es mi voluntad” , si se incluye razón en vez de representación diríace el mundo es mi razón por tanto mi voluntad o el mundo es mi voluntad conforme a mi razón, en caso contrario. A partir de aquí Schopenahuer se pregunta ¿que es una realidad sin representación (en esencia razón) ni voluntad?
El materialismo afirma que el mundo seguiría en las mismas condiciones si desapareciese el sujeto de la representación y la voluntad, nada exterior a este cambiaría. Para el biologicismo significaría una alteración en el proceso de selección natural además de una quiebra evolutiva teniendo en cuenta la conexión de la especies de la alta escala para su desarrollo. Al romanticista no le importaría vivir del proceso subjetivo centrado en sentimientos: placeres, dolores, injusticias, justicias, penurias, alegrías, etcétera, del ser humano; siendo ello su caldo de cultivo, girado a la infinitud creadora del sujeto cognoscente, una especie de libertad infinita de los sentimientos, donde la voluntad aquieta una línea y la persigue o no  conforme a su decisión.
La relación de partida, conforme a cualquier sistema filosófico depende de las condicionantes históricas en que se mueve el (sujeto-objeto) de la representación, de los estímulos o motivos causales de su ciencia, del desarrollo del pensamiento científico de la época, la cual expresa diversos grados de representaciones en su desarrollo, no un cocimiento definido, sino representaciones científicos intuitivas que caracterizan y comprenden una realidad determinante al (sujeto-objeto) del conocer, que en cierta medida depende de un proceso de elección histórico concreta enunciado  en el devenir de la voluntad natural.
Hasta ahora se ha tratado de comprender la intrínseca relación que Schopenahuer propone entre (objeto-representación-sujeto), o (sujeto-objeto del conocimiento)conforme a la realidad de la existencia como acción. El pensador establece según se aprecia un proceso de correlación, donde la voluntad es la razón del ser, formando parte de la esencia del (sujeto-objeto) del conocimiento (Hombre) y del (objeto-sujeto) natural. Lo cierto es que no propone una identidad de sustancias ni obviamente de conceptos, pues fácticamente define a cada uno su contenido, revelándose ello en su tesis doctoral donde propone que ‘’ entre el acto de la voluntad y la acción del cuerpo no hay relación alguna causal, sino que ambas son inmediatamente una y la misma cosa, que es percibida dos veces: una vez en la conciencia o en la sensibilidad interior, como acto de la voluntad, y otra en la sensibilidad exterior como acción muscular’’ , debe entenderse esto solo la interacción funcional del hombre en su dualidad Psico-natural.

La conexión con el mundo visible, o lo mismo con el mundo material, hace del individuo un reconocer que está dentro del mismo, como objeto no como sujeto que sale de si mismo para fundarse en identidad con los objetos fuera de él.  El hecho de que se quiera “definir” un mundo visible, representativo, perceptible – como se hizo notar más arriba- “fuera del sujeto“ es para Schopenhauer absurdo, y no es que dependa de este para existir, sino que el mundo fuera “cosa”, no : existencia, pues el reconocer que existe y definirlo como tal solo corresponde al “ser humano”. La realidad objetiva no existe fuera de la conciencia y mucho menos independiente, por lo  que entendemos que esta, la conciencia, forma parte de esta realidad sin la cual no existiera, aún en el recóndito mundo de la fantasía y la imaginación. Esta idea asevera que (cosa-ente) y (existencia-“es”-acción)  son por demás representaciones diferentes aunque formen parte de un complejo natural de apariencia unívoca, en cuanto existencia expresa la cosa en su movimiento, transformación, o sea, (cosa-objeto) y (existencia-sujeto), elementos inseparables pero definibles. Bueno es aclarar que “es” y existencia son sinónimos para el pensador  manifestándose solo en el individuo, así la existencia es la expresión del “es” individual en su re-conocerse y actuar, ella se muestra en interrogantes que veremos más adelante. En todo esto se resuelve una aparente identidad que muchos filósofos contemporáneos analizan, identidad que se consuma en la verdadera realidad de la conciencia, como parte de la realidad universal, depende de ella para ser, o mejor dicho para que sea el “es” de la “cosa” existencial.

IV
Consecuencia: (Representación-Voluntad)
La comprensión gravita en la relación que se ha dejado entrever desde el principio de la exposición, unido a la imposibilidad de la realidad objetiva fuera del sujeto de su misma existencia, o sea del “es” que le pertenece, le mueve, le define de forma inseparable su razón de ser. Este “es” se establece entre la imagen que se expresa en su forma y contenido por un lado,  por otro su función natural sea orgánica e inorgánica, o en términos actuales: bióticas o abióticas. Se puede comprender pobremente con dos preguntas que interrogan por el ser: ¿Qué “es”? (Cosa), ¿para que “es”? (Existencia), cuestiones que posteriormente desarrolla Heidegger en el “Ser y el Tiempo”.
El papel creativo del “ser humano” por las propiedades naturales del cerebro, dio y da luz al conocimiento, y las condiciones puras, plenamente objetivas de las cosas inciden pero no determinan en término absoluto el proceso intelectivo, dependiendo ello  en gran medida del sujeto de la representación, siendo por un lado, que la misma, forma parte de la realidad heterogénea, por lo que puede expresarse más o menos este intelecto,  el “es” de la “cosa” en posibilidad a lo dado natural, por otro, el poder de la voluntad para hacer, crear, analizar, reflexionar, etcétera, una voluntad que se identifica con la “cosa” y se objetiva en el “es” racional. Si se estudia a fondo el pensamiento Schopenhaureano respecto a la sustancia de la voluntad se puede considerar una relativa relación con la categoría materia por cuanto  las dos definen semejantes procesos.   “La esencia de la materia es la acción (…), en la materia es donde se produce la simultaneidad (…) la verdadera esencia de la realidad” ; es decir  la esencia de la cosa: voluntad es la acción, una vista al cuadro a priori de los predicados del Tiempo, Espacio, Materia que Schopenahuer presenta en el segundo tomo de “El mundo como voluntad y representación” daría fundamento a este punto. Específicamente proyecta a la categoría materia a la  siguiente manera: 1) No hay más que Materia, 2) la Materia se determina por los accidentes, 3) la Materia no se destruye sino solo sus formas y cualidades, 4) por medio de la Materia pensamos, 5) Materia es equilibrio, 6) tiene acción propia, 7) es absoluta, 8) carece de forma y cualidad independiente al reposo  y al movimiento . Una realidad que expresa un principio de razón que la mueve, para Schopenahuer es el principio de razón del devenir, en esencia: voluntad, en cuanto conservación, evolución, movimiento, cambio, donde el objeto del conocimiento  sigue diluido para el sujeto que lo toma y lo deja siempre. “Así, hablando en términos generales, el objeto no existe mas que para el sujeto,  y (…) cada clase de representaciones – en el caso del cognoscente-  existen en el sujeto mas que para el empleo particular que llamamos facultad de conocer” , donde se consuma lo intuitivo y lo abstracto.  El sujeto del conocimiento analiza y comprende el movimiento por cuanto se encuentra en el mismo, la sucesión del mundo objetual  en (espacio-tiempo), la relación constante de causa y efecto, donde en esencia todo esta identificado con la voluntad. La voluntad, no forma parte de este movimiento en cuanto infiera algún estado de reposo,  ella es en si movimiento, no forma parte de la relación (espacio-tiempo), (causa-efecto), sucesión: es en general todo ello en su realidad heterogénea. 
La comprensión de los elementos que entran en el suceder (espacio-tiempo) cavilan en las ideas del filósofo,  afirmando que  cada momento “solo  puede existir en cuanto aniquila el momento anterior, su padre, para ser a su vez aniquilado por el siguiente, como el pasado y futuro (…) que el tiempo y el espacio, y todo lo que en ello se da (…) todo lo que aparece como causa y motivo solo tiene una existencia relativa(…) Heráclito proclamaba el eterno fluir de las cosas, Platón hablaba de lo que siempre deviene pero nunca “es” ( el conocimiento que escapa a la aprehensión humana): Spinoza de puros accidentes de la única sustancia a la cual solamente corresponde el verdadero ser y existe por si, Kant opuso lo conocido de este modo, como mera apariencia, a la “cosa en si”, finalmente la antigua sabiduría de los indios se expresa del siguiente modo: es Maya el velo de la ilusión que cubre los ojos de los mortales y les hace ver un mundo del cual no puede decir que sea ni que no sea… de lo que todos ellos hablan (…), no es otra cosa que lo que nosotros estamos examinando: el  mundo como representación sometido  al “Principio de Razón General” , esto es a la sucesión, al devenir, a la indeterminación del conocimiento, la cosa y la existencia, particularmente sometido a la representación humana. 
El “Principio de Razón General” ocupa según Schopenhauer la esencialidad del (objeto-sujeto) del conocimiento, entiéndase que todos los factores son cautivos del movimiento y el cambio, por ello se incuban dentro de este “es”, los principios de razón suficiente del devenir, del (espacio-tiempo), del conocer en su especificidad y generalidad, del ser en general. La suficiencia no refiere para Schopenhauer un punto límite del (sujeto-objeto) diferente del hombre, ni del (sujeto-objeto) humano.  Significa, el motivo constante del suceder, de la coexistencia de las cosas, del entender y reconocer la absoluta trasformación, movimiento, cambio de la (materia-voluntad) como categoría fundamental de la existencia.  Cómo puede entenderse este principio aplicado a la realidad natural y al hombre que pertenece a ella, sino desde la relación (objeto-sujeto) de conocimiento y viceversa. Si la razón en el hombre forma parte de un proceso  externo e interno complejo reconociéndose como tal en la conciencia, siendo la esencia del hombre, su “es”, en la naturaleza esta razón: “es”, abarca movimiento. Cual sería el factor común, la acción, el movimiento, en la naturaleza serían fuerzas espontáneas, en el individuo estas mismas fuerzas reguladas por el complejo racional.

V
Principio de Razón Suficiente.  Fundamento del: (objeto-sujeto natural); (objeto-sujeto cognoscente).

El tiempo y el espacio se determinan recíprocamente, pero el motor que los impulsa, su sucesión, es considerado por Schopenhauer como: principio de razón general (voluntad-materia), quien determina todos los elementos particulares que se encuentran en su área de acción. En esta consecutividad se consuma una interrogante que abarca todo lo existencial, atendiendo, además de lo dicho anteriormente, “que todo tiene una razón- y ello- nos autoriza a preguntar en todas las cosas el porqué, de ahí que este “porqué”, pueda considerarse como la madre de todas las ciencias” . La columna vertebral de esta idea Schopenhaureana es que nada- según cita a Wolf: “existe sin una razón de ser” sin una causa que confiera de hecho algún efecto entendible desde el sujeto que busca el conocer. Para Schopenahuer el mundo visible situado en tiempo y espacio, con una relación intrínseca de causa y efecto, deduce de esta manera (movimiento, cambio, sucesión), está sobre la base del principio de razón en cuanto que este complejo objetivo existe no solo como ser (objeto-sujeto), ni seres en si metafísicos, sino como ser que es “para sí” y “para otro”, esto es dialéctica del devenir histórico. La razón suficiente de que el mundo o el universo es: futuro constante, sin la armonía preestablecida de Leibniz, según la cual las leyes de la naturaleza revisten carácter conveniente razonable y moral, es la defensa de este filosofo, teniendo en cuenta además que tal movimiento no depende del sujeto para su ‘’ser lo que es’’ natural reconociendo la objetividad de las leyes , pero si depende en su categoría existencial, en su única posibilidad de ser representado y reconocido. El pensamiento como función del cerebro es el lenguaje del universo.
Un elemento fundamental en el proceso de la representación es el entendimiento como se ha observado en las figuras anteriores y que requiere de explicación, este funciona como propiedad del reconocerse ante otros objetos y sujetos, “es”, el “es” del yo.  El objeto natural no cognoscente – que no puede conocer pero que es conocido-  incide en nuestros sentidos, a esta sensación le atribuimos una causa percibida como objeto. Sin embargo “esta operación (…) no es una inferencia de nociones abstractas que deba su origen a la reflexión o la voluntad, sino que se produce inmediatamente con certeza y necesidad (…), este es el modo de conocer del entendimiento (…) sin el cual nunca se produciría la intuición, y no habría más que una conciencia opaca (…) ”  de la realidad, pues es una raíz conectiva del pensamiento. Sería, no que existe el objeto, pues se que me lo represento, que lo percibo, deduciendo a partir de la aprehensión de sus relaciones y propiedades ciertos o inciertos criterios, que no existe como cosa en mi pensamiento, sino como fenómeno por ello es más rica la realidad. De aquí que esta raíz permita concretar su estructura, entender que “este mundo como mundo de la representación existe solo por el entendimiento  y para el entendimiento ”. La acción del sujeto, es entendible además, por la condición que el entendimiento muestra el elemento consciente, racional a través  del auto conocimiento del ser,  pensándose así mismo, he aquí que “exista” por  el entendimiento. En cuestión  de conocimiento seguirá existiendo para el entendimiento de las cosas del mundo y de si mismo.
 Del análisis se deriva, como hemos venido reflexionando junto a Schopenahuer, “que el objeto del conocimiento supone siempre un sujeto como correlativo indispensable (…) y para ello es indispensable el entendimiento del sujeto que conoce. Para el sujeto que conoce, “objeto y representación son una misma cosa (…) pues, aunque aparente identidad de ello se deduce si seguimos el hilo de la comprensión que la representación es la imagen pobre que retiene el sujeto, pero es lo que atrapa la inteligencia, el entendimiento, la razón. Consideró que la síntesis entre la realidad y la representación es entonces un móvil de conexión: la voluntad, la vida.  
En cuanto se reconoce el sujeto solo a través de la representación que tiene del mismo, “luego que el ser del objeto de la intuición es su obrar (…) en este obrar consiste la realidad de las cosas (…)” o sea, en el reconocernos ante el mundo objetual. Si el mundo no existe objetivamente, sino solo en la representación como muchos parten para entender la filosofía de Schopenahuer ¿es posible entonces conocerlo a través del análisis de estas representaciones? Claramente el hombre analiza solo sus representaciones en cuanto no es capaz de atrapar la realidad en sus concretas existencias. Las cosas, los objetos o los fenómenos de la representación existen objetivamente, de ello no tiene duda Schopenahuer, la cuestión estriba en el punto de partida del conocimiento que busca, por la complejidad subjetiva entenderse así mismo en primer lugar, después el mundo natural que le rodea.
El  entender se hace en la comprensión del “obrar de las cosas, un movimiento constante, incesante, esto es “devenir” o (Principio de Razón Suficiente), sin esta propiedad de los objetos específicamente su movimiento, no existiría “la posibilidad del conocimiento del mundo intuitivo” . Propiedad que poseen los cuerpos materiales de obrar uno sobre otros, de producir mutuos cambios y esto es lo que permite la actividad de la intuición, reconociendo el movimiento como  parte esencial de la realidad.
“El entendimiento- para Schopenhauer-  es base indispensable para la intuición (…), que permite comprender las relaciones de causalidad entre (objeto-sujeto) cognoscente y natural. La actividad, “que constituye la esencia de la materia (…)” , al ser pensada por el sujeto siendo el mismo a la vez producto material, por tanto movimiento interno, implica una relación (devenir-movimiento externo)-(movimiento interno), siendo en sí uno solo como totalidad, manifestándose para el entendimiento en esta doble naturaleza. Esta relación de movimiento natural externo y natural interno, dominado por el segundo es lo que desemboca en el conocimiento. “Los simples cambios- afirma Schopenahuer- que sufren los órganos de los sentidos por las impresiones exteriores (…) pueden llamarse en tanto que no producen placer ni dolor: representaciones, porque no tienen una acción inmediata sobre la voluntad,  sin embargo lo percibimos, por lo que solo existe para el conocimiento. 
Schopenhauer dedica- como ya observamos más arriba su participación en las dos figuras- un análisis a la inteligencia, por ser la función capaz de “apoderarse de las relaciones de causalidad de los objetos mediatamente conocidos (…)”, además de ser fundamento de la vida práctica  que opera a través de la “prudencia”.  Cuando el hombre en su capacidad de elección incitado por la voluntad, actúa por medio de la perspicacia, la penetración (reflexión) y la sagacidad actúa con inteligencia. La prudencia es “inteligencia al servicio de la voluntad” . La utilidad de la inteligencia es lo que hace; junto a los demás factores que componen el mundo cognoscitivo, el “ser creador”, sean cuestiones prácticos-teóricas. El elemento decisivo en la práctica para el desarrollo no es en si mismo la razón que posee, sino un integrado: el entendimiento que proviene en alguna medida de la inteligencia, “sin embargo, no se pueden- afirma Schopenhauer- establecer con absoluta precisión los limites de estos conceptos, puesto que siempre se trata de una y la misma función (…) esta, en su mayor lucidez , nos sirve unas veces para inferir en los fenómenos de la naturaleza, otras para inventar máquinas complicadas por el empleo de causas conocidas en la producción de determinados efectos; otras aplicados a la motivación(…), la falta de inteligencia se llama (…) estupidez y es la torpeza a la aplicación de la ley de causalidad, la incapacidad para la incomprensión inmediata del encadenamiento de causa y efecto, de motivos y acción” .
Schopenahuer  declara que no es solo del hombre la función de la inteligencia, también en los animales ella opera aunque de un modo más instintivo, maquinal, se fundamenta por la experiencia, siendo capaces de administrar más tiempo las imágenes anteriores. La cuestión está a la hora de crear, donde la demanda es más compleja fusionando junto a la razón y el entendimiento. Aun en los animales inteligentes se puede apreciar “exactamente lo que puede la inteligencia sin el concurso de la razón y el entendimiento, es decir del conocimiento abstracto por conceptos; en nosotros en cambio, no podemos conocer esto porque la inteligencia y la razón se auxilian recíprocamente” .
Schopenhauer trata de evitar explicar la relación de los fenómenos reales y existenciales a partir de los partidos tradicionales materialistas e idealistas, buscando una síntesis racional para dar una nueva comprensión de la realidad natural en que se resuelve el sujeto cognoscente y el complejo subjetivo del que depende el hombre para entender y crear, sin embargo no sale de la especulación acerca de la complejidad interna del pensamiento devenido por la complejidad externa natural dado a la fortaleza de la voluntad objetivada en el ser humano. De aquí la liberación de la voluntad que impide la libertad al pensamiento, colocándose en la región de una pura e interesante teoría. Es además su objeto definir al hombre como objeto de un sujeto y sujeto de un objeto al mismo tiempo, reconociendo la separación y la dependencia  del sujeto al objeto para su realidad fenoménica y la dependencia del objeto al sujeto cognoscente para su realidad existencial.  El “ser” del hombre recae más  es su sujeto,  en un  “es” que lo determina como lo que “es”, la naturaleza en su complejidad también posee el “es” compatible a: movimiento, devenir progreso, evolución o sea voluntad; ese para lo que “es”, es completamente objetivo; pero es solamente comprendido por el es interno del hombre. “No hemos partido ni del objeto ni del sujeto, sino de la representación que los contiene y los presupone a los dos, porque el desdoblamiento es sujeto y objeto es su forma primera”
VI
Método de la unidad realidad-representación.
Las ideas sobre el partido que da vida a sus reflexiones, despeñan para muchos en clara redundancia de exclusión mutua (objeto-sujeto) cognoscente (objeto-sujeto) natural, trascendiendo a un aparente oscurantismo eclectisista al partir de la representación, eliminado -al parecer- desde la subjetividad toda realidad del objeto natural.
 El problema de partida estriba en primer lugar,  cuando se refiere a representación infiere lo que se representa, o sea, un: ser objeto, no es en alguna medida la percepción específica de una silla, una mesa o un caballo,  reconociendo sin dudas de que existen,  sino las relaciones mediatas que se establecen entre todos esos (objetos-sujetos) cognoscentes y naturales encontrándose en el proceso de transformación de la materia; el fenómeno o los fenómenos del conocimiento  son analizados desde el sujeto cognoscente, no es ir a la realidad y unir una silla con un caballo – en función a las reglas de la lógicas y las relaciones de subordinación, con-subordinación, etcétera, - pues es absurdo; aunque  percibimos y aplicamos la inteligencia el entendimiento  y la razón veremos en ello el inminente fundamento natural que le hace parte de una misma cosa (factor común),  una cosa universal que abarca, hasta donde conocemos, infinito, siendo para el filósofo Alemán: la materia que se desdoble en sujeto (razón-voluntad) objeto (realidad pura- voluntad), y a entrambos diríace que existe una unidad real que aclara el marxismo posteriormente como concatenación universal afirmada desde los ejemplos figurativos (Ver esquemas 1; 2). Aquí la importancia que da Schopenhauer al pensamiento, a su poder creativo, cuando exalta la esencia del hombre  indisolublemente unido a su realidad natural, no teniendo existencia propia por lo que no existe pensamiento como ente en si sino como producto de la fuerza energética, del movimiento de la materia, de la evolución fisiológica anatómica y analítica del ser humano, a todo ello lo llama Schopenahuer el poder de la voluntad: devenir.
Estas ideas se reafirman cuando define el método de trabajo, instrumento para medir sus reflexiones formando el meollo de partida a todo análisis. Para Schopenahuer “(…) este método diferencia -su-  filosofía de todas las anteriores que han partido o bien del objeto o bien del sujeto, (…) tratan de explicar el uno por el otro (…) con ayuda del principio de razón, mientras que nosotros subordinamos al imperio de dicho principio las relaciones entre sujeto y objeto, dejándole solo – aparte- el objeto” , método de la unidad (realidad-representación).  El comprender esta relación a través del principio de razón, desde el complejo subjetivo, se hace determinante en la búsqueda del conocimiento, es de notar que la comprensión se aplica al método que corresponda, en el caso del subjetivo, o sea si el problema está en un elemento conceptual, psíquico, existencial, se trataría entonces sobre la base del principio de razón, el método de análisis lógico con la participación del entendimiento y la inteligencia. Si el comprender redunda sobre confluencia de fenómenos naturales en relación (causa-efecto) es el método objetivo en forma de materialismo, para Schopenhauer el más lógico y el que conduce más lejos . No obstante, las impresiones que poseemos a partir del complejo representacional es lo que subsiste para conocerla, datos mediatos condicionados por nuestra propia capacidad más los límites reales, datos de una complejidad natural relativa, pasado por el mecanismo y la elaboración del cerebro en sus funciones bio-psicológicas, modelándose  a las   formas propias del entendimiento” .
La propuesta de Schopenhauer es una exigencia contra lo definitivo, si es cierto que era esencial romper las trabas teológicas en la que estaba y sigue estando en parte el desarrollo científico, lo adverso del materialismo constituía la sequedad que para sus entonces trataba el elemento existencial, el complejo psicológico. Los conceptos (voluntad-razón) dejan entrever el conflicto contra la iglesia alemana de su tiempo, el contraste racional con la fe en la lucha por demistificar la verdad, salir de la especulación psicológica dogmático cristiana, modelando la voluntad natural y humana al albedrío divino. El pensamiento cristiano muestra un dios poderoso: omnisapiente, omnisciente, omnipotente, voluntarista como esencia de su poder, verdad ensalzada desde lo más hondo de la fidelidad teológica realizándose conforme a intereses de partido. En contra de una voluntad reductora del poder creativo de la individualidad, de la subyugación por medio del temor a la reprehensión, Schopenhauer la retoma lanzándola a la naturaleza en forma de movimientos diversos (energía, magnetismo, evolución, progreso natural, competencia, selección natural, etcétera), afianzándola a la naturaleza donde se  realiza; trayéndola en formas categóricas o lo mismo en formas de representación, puede entenderse como lo que aprehendemos de la realidad que no es ella misma.
 En la naturaleza la voluntad se hace libre y no determinada  a Jehová, como se ha entrevisto en la investigación el ser humano para Schopenhauer es un producto natural, somos libres conforme a nuestra voluntad natural, mostrando la parte objeto del ser humano. Esta voluntad se expresa por medio del propio producto del objeto en movimiento complejo, o sea en el sujeto, aquí la importancia de la filosofía de Schopenhauer, las condiciones de la voluntad a partir del sujeto, el estudio de las situaciones diversas en que se encuentra la voluntad humana y el mecanismo regulador de sus instintos naturales (voluntad). Es importante destacar que estas ideas fueron reconocidas en el Psicólogo Sigmun Freud, posteriormente en Herbert Marcuce filósofo de la escuela de Frankfurt especialmente en una obra titulada “Eros y Civilización”, estudio que descarta los elementos ontogenéticos y filogenéticos de la evolución humana ya en su condición social; pero dichos conceptos sobre condición natural (instintiva) y racional del ser humano, voluntad sicológica, determinación, entre otros desarrollados por el Psicoanálisis y el Conductismo, fueron presentados primeramente por Schopenahuer en: “El mundo como voluntad y representación” desde una comprensión fundada más al idealismo, sobre la base de un análisis filosófico que se distingue del pensamiento precedente .

VII
Relación: (ciencia-representación)
Solo de la ciencia es el papel transformador del conocimiento, única capaz de desentrañar las más enigmáticas interrogantes, pero la ciencia no lo es todo para la comprensión de la vida en su generalidad – determina Schopenhauer-,  pues ninguna ciencia verdaderamente tal, entendiendo por ciencia una serie de conocimientos regidos por el principio de razón, puede ser completada sin darnos una explicación del mundo enteramente satisfactoria, porque ni puede penetrar la esencia íntima de las cosas ni puede salir de la representación en la cual está confinada , si revelase esta la esencia, la verdad no escapara constantemente de la ciencia, podremos descubrir una aparente esencia pero no es más que parte de otra y así hasta un final indefinido, en esto resulta lo relativo del conocimiento. El ser que posee razón puede ser racional y también no racional (instintivo, voluntad natural), es un contrasentido analizado ya por Tomas Hobbes cuando escribió que: las piedras y los seres inanimados no pueden errar porque no tienen facultades para razonar e imaginar , por lo que la voluntad natural de Schopenhauer reconocida en la realidad pura donde se incluye el (objeto-sujeto) humano, puede ser discutida o aparentemente desmentida con agudos razonamientos, pero sería caer constancia incorrecta de la verdad. Por ello la voluntad se extiende a través del entendimiento humano, en fin, el partir del objeto o del sujeto, depende de las exigencias del conocimiento, y ninguna propondría a cabalidad el definitivo saber de una investigación expresándose la furtividad, el escape de la realidad al sujeto cognoscente. 
El partir del objeto no es suficiente, lo mismo que partir del sujeto, esto sería para Schopenahuer el punto de inicio más adecuado dado que primeros nos representamos las cosas para luego ser interrogados por su ser. Esta propuesta de elección no es en alguna medida al azar, sino que depende de motivos y de sus relaciones de causalidad, donde el poder de la voluntad se hace determinante. 
Schopenhauer nos hace comprender una posición dialectológica – no consecuente-  cuando valora “la dependencia recíproca inseparable del sujeto y el objeto a pesar de la oposición” , a pesar de sus contenidos comprendidos por separado se fundamentan en el factor común analizado anteriormente: la naturaleza. La especulación crítico-filosófica , hace notar cómo ambos elementos se diluyen mutuamente, o mejor, que el sujeto se reduce al objeto y viceversa sin ahondar en el elemento intermedio: la representación.
 Si deja de existir el sujeto de la representación en su totalidad, si dejase de existir el hombre, dejaría de existir el mundo como representación, porque entendible es que una cosa es la realidad natural rica e indeterminada al sujeto cognoscente, y la otra, la realidad subjetiva determinada. La cuestión del conocimiento vista desde el sujeto cognoscente, donde este es dependiente para conocer el objeto y a su vez el objeto  que se interroga o que es interrogado por el sujeto, se conoce no en cuanto tal, como ya habíamos definido anteriormente, o sea como elementos metafísicos sino en interrelación fenoménica.  La dependencia del objeto natural en relación sujeto cognoscente “es” en cuanto fuente del conocimiento, teniendo en cuenta que el mundo objetual “es”: devenir, movimiento, cambio, transformación, interrelación, evolución, dialéctica en su lenguaje natural  trasformando el sujeto o mejor dicho interpretando el sujeto sin lo cual no sería posible comprender, entender, razonar el objeto, por ello “todo lo que el mundo nos revela (…) es relativo y dependiente” . Este revelar del mundo es realizado a través de un sujeto cognoscente, un revelar que demuestra la limitación, o mejor dicho, la imposibilidad de un conocimiento aprendido en su totalidad por el individuo que busca descubrirlo y se reconoce en la generalidad descubierta hasta el momento. El mundo objetivo se nos revela en y desde la representación, el complejo subjetivo se revela a través de la conducta, de las acciones cognoscitivas con la razón como fundamento. “Cuando consideramos el sujeto-afirma Schopenhauer- hay en el hombre solamente, entre todos los habitantes de la tierra, otra facultad cognoscitiva; en él se inicia otra nueva conciencia que ha sido denominada  muy atinadamente  y con certero instinto: la reflexión” . Es posible entender el doble carácter de este revelar, por un lado objetivo y por otro subjetivo; la relación entre movimiento, cambio, (causa-efecto) en el (espacio-tiempo), es un completo revelarse en su leguaje fenoménico y natural.
 La función de la representación, percepción, noción, conceptos y su génesis compleja abstracta, el entendimiento, el razonamiento, la inteligencia etcétera, es un revelar interno conocido por la auto comprensión. Existe una estrecha relación entre el saber que somos parte de este revelar natural y la naturaleza del mismo, pero Schopenahuer busca referirse a los contenidos que estructura cada uno, específicamente el comprender, y los puntos alternativos del mismo dominado  por el poder heterogéneo de la elección. La naturaleza no elije revelarse en su devenir heterogéneo en la diversidad natural donde se encuentra  el hombre, simplemente se revela, o se objetiva. Schopenhauer conoce de antemano,  que solo al hombre ha sido dado, como parte del movimiento natural, esta posibilidad de elección, este dar no viene de la dádiva exterior de alguna criatura real o mítica, sino, que es parte de su propia condición orgánica, real.
Finalmente podemos hacer un redefinición de estas ideas en especie de conclusión acentuando finalmente que el modo de ser de la voluntad es un continuo devenir en el que se afirma el querer-vivir. Todos los seres se disuelven en la voluntad única y su afirmación en el incontenible devenir; el determinismo absoluto es la expresión de esta disolución de los múltiples en la serialidad del devenir: todo momento del devenir procede de un momento anterior y va hacia un momento siguiente en una serie infinita; en la serie del proceso todo tiene una razón suficiente de  “ser”. Si el determinismo domina el proceso del devenir de la voluntad, ésta en cuanto tal es irracional: no hay razón de ser de la voluntad, entendámoslo como fin determinado; el proceso del devenir es un proceso necesario pero la existencia de la voluntad es contingente; la voluntad es razón de ser pero no hay razón de ser de la voluntad.
En el devenir la voluntad se mantiene como “ser”; la producción de lo devenido en el devenir “es”, en realidad, reproducción de la voluntad única: la incesante muerte de aquél la condición de la vida de ésta. La voluntad natural es ciega, no “ve” lo que hace, no es inteligencia de sí sino obrar sin inteligencia; no tiene amor ni odio para lo que crea, es indiferente para con su obra, sólo quiere ser lo que ya era, repetirse. Esta voluntad se halla fragmentada en individualidades en las que se contrapone y lucha como voluntad única y en las que se va objetivando, de forma gradualmente creciente, el querer vivir. La forma más alta de objetivación del querer vivir es el hombre, ya lo observamos; la conciencia humana es la reflexión del querer vivir sobre sí mismo, la visión que de sí mismo tiene el querer vivir, la representación de la voluntad.
En la conciencia humana se produce la manifestación de la voluntad en forma representacional escindiéndose en un objeto en permanente devenir y un sujeto estable permanente inobjetivable. Aun cuando en su origen la conciencia humana sea tan sólo la visión de la voluntad natural individual y aunque ese yo individual no sea más que una manifestación de ella es también para el hombre la ocasión de sustraerse al horror; la conciencia, que de modo inmediato es visión del horror, se protege de ese mismo horror por medio de la contemplación pura, en la que el sujeto se separa y diferencia de su yo individual  convertido en conciencia de su propio ser, abismándose en el goce de la visión que tiene por objeto no ya el horror inmitigado de la voluntad, sino la representación del mismo para el conocimiento.

2-  Razón-voluntad, un argumento crítico de la realidad y la experiencia.
En relación con el análisis expuesto, la voluntad resulta o se expresa en su contenido natural, siendo idéntica en causa y efecto en objeto y acción, por ello no solo se expresa sino que “es” también naturaleza, lo que Schopenhauer indica como objetivación de la voluntad, siendo esto la parte visible, tangible de la realidad. Teniendo en cuenta que la esencia de esta objetivación es el devenir en su complejidad, o sea, se objetiva por y para el devenir (movimiento, transformación, cambios cuantitativos y cualitativos etcétera.) Por tanto el cuerpo en su constitución anatómica, fisiológica, orgánica, es parte de esta objetivación natural genéricamente libre en su contenido y forma, en este caso manteniendo la misma línea genética que conforma la semejanza humana en todo el proceso de evolución.
En el reino animal donde nos encontramos, subsisten especies que por su desarrollo natural asemejan al hombre dada su relativa inteligencia, si hombre es en general la noción racional de actos o actividad analítica, el conjunto de estos animales inteligentes supone actividad irracional (instintiva). Puede inferirse que en el reino animal hay grados en que se objetiva más la inteligencia devenida esta de la objetivación corporal, o sea, si el cuerpo es objetivación de la voluntad, la razón es objetivación del cuerpo en actividad, pero entre todo esto existe una intrínseca relación, he aquí un fundamento importante, la razón, dada al escalón mayor de la evolución y a la actividad práctica o experimental como génesis de la misma.
La llegada a este nivel racional del hombre como rey del reino animal no ha sido una simple transformación adaptativa, Biogenética, sino que dentro de todo esto se expresa una lucha en la que hace insistencia Schopenahuer donde el (objeto-sujeto) natural impone sustancia heterogénea al (sujeto-objeto) cognoscente variando el proceso de actividad voluntario-instintivo racional, conforme a las cualidades de sus representaciones. ‘’Así vemos en toda la naturaleza lucha, guerra y alternativas de victorias- que en la condición inconsciente de la naturaleza se traduce como adaptabilidad, imposición, competencia de las fuerzas que constituyen el movimiento universal- en lo cual hemos de conocer el necesario desdoblamiento que se opera en el seno de la voluntad (..) la materia cambia constantemente de forma en cuanto los fenómenos físicos, químicos y orgánicos siguiendo el hilo de la causalidad, luchan por manifestarse, disputándose mutuamente la materia que necesita cada uno de ellos para expresar su idea (concreción, realidad, o para el sujeto cognoscente, representación).
 A través de la naturaleza entera podemos seguir esta lucha, porque en el fondo el mundo no consiste más que en ella’’ . Damos por entendido que esta lucha descartada por su contemporáneo y polémico Hegel en interconexión dialéctica de los conceptos, de las representaciones para el caso  de Schopenhauer, fue interpretada por los eminentes dialécticos: Marx y Engels en la Concepción Dialéctico Materialista de la Historia, dividida en proceso de interconexión natural y social.
El poco desarrollo de las ciencias prácticas, no permitieron a Schopenhauer comprender a fondo esta concepción de la historia pero sí, a nuestra consideración la concepción dialéctica de los movimientos o cambios naturales. La lucha se extiende en la heterogeneidad objetual, no tiene límites físicos, salvo en una acepción que complementa y forma el ‘’es’’ humano: la Psicológica. ‘’Esta lucha cósmica alcanza su máximo de visibilidad en el mundo animal (…) cada animal solo puede conservar su existencia por el constante sacrificio de otra existencia, de modo que la voluntad de vivir se devora constantemente a si misma (…) hasta que la especie humana, como superior a las demás, considera al mundo como una inmensa fábrica para su uso (…) el género humano encarna aquella lucha (…) con la más terrible violencia en que el hombre llega a ser enemigo del hombre’’ . El enfrentamiento causal que constituye la competencia- como observamos ya Schopenhauer había llegado a algunas consideraciones antes que Darwin- en el reino animal, la supervivencia, no se explicaría por la simple constitución orgánica de las especies en pugna sino confluyeran fuerzas vitales relativamente organizadas por leyes Bióticas y Abióticas, lo que puede también definirse como reguladores espontáneos de la necesidad.
Por un lado la saciedad en fracciones de reposo para algunos, mientras otros reinician la búsqueda para llegar al estado anterior; es cuando el instinto a la vida se conecta nuevamente entrando en un círculo de actos finitos particulares.  Voluntad es también necesidad, instinto, saciedad lo que en estados de manifestación diferentes.
Para Schopenhauer ‘’cada cuerpo debe ser considerado manifestación de una voluntad’’ , corresponde esto al hecho de que la existencia del mismo se debe a la lucha de fuerzas naturales, manifestación de una voluntad viene siendo manifestación del complejo natural (universal) para su realidad diferenciada. ‘’La voluntad se presenta en forma de esfuerzo’’, aunque esta idea aparente de debilidad inicial, pues el estado originario de cada cuerpo según la física moderna no puede ser el reposo sino el movimiento, ‘’esfuerzo hacia delante en el espacio-tiempo infinito, sin descanso, sin termino’’ .
Que es en fin este esfuerzo del cual proviene el hombre, pues: voluntad de vivir, en cuanto se realiza o se niega, esta última la explicaremos más adelante. La realización y la negación son elementos que viajan juntos en el espacio tiempo en cuanto forman el doble carácter de la voluntad - significada para una mejor comprensión - , tanto en la actividad natural general como en la específicamente humana. Es entonces el ser humano un constante realizarse y negarse en parte por lo que le ha sido dado y lo que da en su ‘’es’’ particular y general, definiéndose este último como esquema social.
“En el animal vemos la voluntad de vivir más al desnudo que en el hombre, en el cual está como disimulada por el mucho conocimiento que tiene y cuya capacidad para fingir consigue ocultarla de tal modo, que su verdadero ser no sale al exterior más que casualmente y por algunos momentos’’ , en esto consiste que cuando se libera de mecanismos de represión, el (objeto-sujeto) humano encarna esa lucha que anteriormente referíamos,  lucha con la más terrible violencia en que el hombre llega a ser enemigo del hombre en cuanto se expresan voluntades individuales, de aquí que las enemistades, los conflictos, puede encontrarse en esta génesis natural.
La voluntad se expresa o se manifiesta en diversos grados por un lado el grado inferior, y conectado a este, el superior.

El grado inferior de objetivación de la voluntad lo constituyen las fuerzas primordiales de la naturaleza, para Schopenhauer las principales, las cuales aparecen en toda materia sin excepción. En esta concentración  de fuerzas naturales Schopenhauer observa la carencia de lo que llamamos conocimiento como matriz organizada de algún modo, dado este análisis se puede deducir  que siendo nuestro cerebro parte de la realidad material, no independiente de ella por lo que su ‘’es’’, la conciencia, no existe sin este,- el conocimiento como relación de contacto (objeto-sujeto) del conocer (sujeto-objeto) natural- posee todos los elementos  de la parte inferior en que se objetiva solo que en ínfima porción. Utilizando el método abstracto se congenia que quizás, aunque para algunos parezca falto de razón, que la naturaleza contiene dentro de si,  elementos que  constituyen  partes de las sustancias cerebrales. ‘’En los grados superiores de objetivación de la voluntad vemos aparecer la individualidad, especialmente el hombre, como diferencia de los caracteres individuales, es decir como personalidad cabal expresada ya exteriormente por la fisonomía individual fuertemente marcada, la cual comprende todo el conjunto de la corporización’’ . Vislumbrar en los grados superiores una mayor síntesis de la materia, es llegar a la conclusión de una realidad común, sea o no la misma materia para su comprensión. Encontramos en esta teoría, cabe destacar, los primeros pasos de la teoría evolucionista madurada a partir de la segunda mitad del siglo XIX apoyándose en la antropología y otras ciencias naturales. El interés de darle al hombre su condición primigenia fuera del teologismo,  de valorarlo como lo más importante y central del universo es notable en Schopenahuer, la limitación radica en el carácter individual de esta valoración, en no reconocer la condición social de la existencia (objeto-sujeto) cognoscente.
La interrogación que sigue este discurso puede representarse de la siguiente manera: ¿Como se manifiesta específicamente la voluntad en los actos concientes del hombre, o sea cual es el papel de la razón? ¿Es completamente libre la voluntad, conforme a su naturaleza animal? ¿A que le llamamos negación de la voluntad de vivir? La dificultad de las interrogantes estriba en que respondiendo una de ellas a cabalidad, daría respuesta a las demás. La presente investigación no enfatiza suficientemente en un análisis que agote conforme  al tiempo las interrogantes, pero trataremos de ser lo más sinópticos posible.
Puede interpretarse como la no existencia de alternativas, decisión de un cuerpo cansado a marcar el límite de su existencia. Restarle a la vida el valor que posee, la indiferencia al amor, a la amistad, al deseo de luchar por el bienestar o la supresión de la libido en sucesión ascetista  etcétera.  Schopenhauer, en todo el trayecto del discurso bautiza al hombre de la condición instintiva desprovista de conocimiento que infiere su génesis natural. ¿Qué ha sido el conocimiento para el hombre? ¿No es acaso un proceso individual, un complejo sistema cerebral en fusión, de cualidad subjetiva, lo que se le llama a través de la práctica: proceso cognoscitivo? Entonces,  ¡no regula el conocimiento, en todas sus variantes, éticas, estéticas, lógicas, al individuo natural, instintivo! Este elemento genético, mediante la práctica del lenguaje y la socialización desarrolló nuestro pensamiento racional, y para ello fue y es necesaria la relación (objeto-sujeto). “No hemos de creer por esto que el conocimiento convertido en aquietador por haber producido la voluntad de vivir, no este expuesto  a recaer ni puede considerarla como un bien definitivamente adquirido. Por el contrario, hay que reconquistarlo perpetuamente (…) siendo el cuerpo la voluntad misma convertida en objeto o fenómeno en el campo de la representación mientras el cuerpo perdura, la voluntad de vivir  existe también y aspira constantemente a volver a la realidad y a inflamarse de nuevo  con más ardor que nunca’’ , perora así una redención constante sobre ella misma, la negación de lo que “es” para “ser” nuevamente viajando en su naturaleza especifica hacia lo infinito. “La esencia de la voluntad en si empírica, es la ausencia  de todo fin, de todo límite, porque es una aspiración sin términos” , ella se niega en los movimientos constantes (materia) a través de líneas fortuitas en el espacio-tiempo,  reconociéndose en el contenido conciente del ser racional que trataremos más adelante. Ahora bien, cuales son los obstáculos para la negación de la voluntad de vivir, pues primero: la muerte, donde el cuerpo individual se expande en lo que fue, vuelve a retomar su estado primitivo siendo este cuerpo escindido parte de  la voluntad misma, Schopenhauer afirma, si este muere,  muere la voluntad que le mueve. Por un lado la voluntad individual es lucha constante del cuerpo, contrariedades sin límites conocidas por él, lucha instintiva, por otro, la lucha se hace más organizada, pues poseemos la razón que nos orienta a elegir entre diversas acciones, entre un deseo y otro. Las necesidades fisiológicas, orgánicas del cuerpo, son impuestas a la razón que no es capaz de determinarlas o dominarlas  por completo. Alimentarnos, liberarnos de desechos corporales por poner algún ejemplo, son esencia de la voluntad de vivir, el cuerpo en cuanto instintivo lucha por ello hasta no importarle suprimirse a si mismo si fuese necesario. La razón para Schopenahuer, gobierna relativamente los deseos de la voluntad, del cuerpo,  pero no los determina en su totalidad. La voluntad adquiere un esquema excepcional cuando esta se traslada de madre y padre a hijo, este es gobernado mientras la capacidad de razón no haya determinado su posibilidad conductual, o sea, cuando aun la razón maternal o paternal no observe en la razón del hijo libertad de elección, voluntad dominante, unido a características culturales y personológicas; pero no está Schopenhauer analizando culturas, sino conductas a partir del proceso práctico de relación (objeto-sujeto) natural, (objeto-sujeto) de la representación.
Entrado ya en el proceso de organización, la voluntad es capaz de pensarse así misma, descubriéndose el carácter racional e irracional como condición indispensable para la elección. No solo es irracional la voluntad genésica, o sea, en su estado natural, sino que esta irracionalidad de la voluntad- dice Schopenahuer- se ha reconocido también en su manifestación más elevada, es decir, como voluntad del hombre al decir que esta es libre, independiente; pero se ha olvidado la necesidad a que los fenómenos de la voluntad están siempre sujetos, considerando libres los actos del hombre, no siéndolo en realidad, pues cada una de sus resoluciones se rigen necesariamente de sus propio carácter bajo el influjo de los motivos .  Si hemos de considerar la voluntad, tenemos que hacerlo solo a través del proceso de renunciación racional en todas las implicaciones de la vida, una manifestación del yo sin limitación práctica.
La libertad es la relación entre la voluntad en lucha por subsistir sobre todo, y gobernar al instinto, aun por encima de la razón que le hace organizarse y elegir entonces como hacerlo de una forma más conveniente. La interconexión  necesaria de la voluntad y la razón es lo mismo entre el cuerpo y la conciencia, la voluntad en el ‘’es’’ natural indica que esto no existiera sin la esencia vital de movimiento, lucha etcétera. La voluntad traspasa estos límites a través de la actividad, adquiriendo experiencia acumula entendimiento, elije conforme a sus necesidades instintivas si el momento lo indica o de sus necesidades espirituales junto a la misma condición. Esto lo explica Schopenhauer – y en lo cual hemos insistido para un mayor entender - de la siguiente manera: ‘’ la voluntad que considerada puramente en si es un impulso inconciente, ciego e irresistible, como lo vemos todavía en la naturaleza orgánica y vegetal y en sus leyes, así como en la parte vegetativa de nuestra propia vida, adquiere…conciencia de su querer y de aquello que quiere, que no es otra cosa que este mundo, la vida tal como se nos presenta; por eso al mundo visible le llama su imagen, su objetividad (…) decir voluntad de vivir es lo mismo que decir lisa y llanamente voluntad’’ , lo mismo diríace de la negación de la voluntad de vivir. Ella se niega en la naturaleza, nuestra madre y casa, pues nosotros somos parte de esa negación intrínseca. El reconocerse se establece en la condición conciente de nuestra existencia, sin dudas parte  dependiente de este proceso puede negarse y establecerse ella misma un regulador que luego de creado por su misma condición no lo domina en su totalidad ni este a ella. En caso de un dominio determinado, sin discusión se lo lleva el poder natural de su ser.

     
Schopenhauer establece una relación de voluntad – deseo inconciente, voluntad – deseo conciente. En la primera parte se muestra el acaecer constante de la misma, quiere decir,  lo que quiere irremisiblemente y lucha por ello, ese estado puede explicarse desde la actuación de los animales, pues “el animal quiere y sabemos también lo que quiere, quiere su existencia, su bienestar, su conservación y su propagación ”. Lo mismo no ocurre en las personas en este estado de existencia donde las necesidades naturales, mientras nos concurra la vida será un constante fluir como modo y constitución  del ser movimiento, cambio, transformación en su totalidad.
Voluntad es igual a deseo, la misma cosa examinada desde el plano instintivo o conciente. Claro que el deseo nos indica movimiento a partir de dos factores, el de necesidad orgánica y satisfacción espiritual; pero en el estado primigenio del deseo como lo que es, el paso del deseo inconciente, natural, al conciente es un proceso complejo de fluctuaciones, contradicciones. El deseo consciente nos indica la elección lógica, racional, conforme a nuestras costumbres, tradiciones, caracteres personales finalidad proyectos, teniendo en cuenta que no siempre los deseos responden a intereses racionales. “Toda voluntad es voluntad de algo, tiene un objeto, un fin de su querer,….La manifestación de la esencia de la voluntad es un perpetuo fluir, un eterno devenir. Lo mismo encontramos en los deseos  y los esfuerzos del hombre que le presentan la realización de su fines que persigue como el  ultimo fin de la voluntad, pero un ves alcanzados no parecen ya lo que antes. En fin, sin el objeto, sin la representación, yo no puedo ser sujeto del conocimiento, sino mera voluntad ciega, sin mi, sujeto del conocimiento, la cosa conocida no puede ser objeto, sino mera voluntad, impulso ciego” .

CONCLUSIONES
Las conclusiones que emite el resultado de  esta investigación no imprimen finalidad alguna en criterios categóricos en el estudio del pensamiento de Schopenhauer, solo una resultante que pretende desentrañar la complejidad con que el filósofo interpretó su época a través de una visión actual, que se revela mediante un análisis crítico del contenido complejo y controvertido en el discurso de la obra por lo cual se enuncian las siguientes conclusiones.