Alexander Abreu Pupo (CV)
			    Universidad de Holguín, Cuba
			    apupo@fh.uho.edu.cu  
			    
			    
			    
			    Resumen
			  La  historiografía correspondiente a los estudios sobre el período colonial cubano destaca  sobremanera los acercamientos teóricos y estadísticos sobre el fenómeno de la  plantación esclavista. La mayor parte de la construcción escritural sobre el  período centra su atención en la plantación azucarera y toda la relación que esta  establece con fenómenos conocidos dentro del ámbito comercial, industrial y  social. Sin embargo, los estudios sobre la plantación del café parecen estar  opacados dejando de conocerse con suficiente profundidad sus zonas de  desarrollo, capitales invertidos, fuerza de trabajo, niveles de exportación y  consumo. 
El  trabajo que sometemos a consideración no pretende cubrir este vacío,  simplemente su objetivo es brindar una panorámica sobre la evolución del café  en Cuba hasta los finales de la década del 60 del siglo XIX. Para ello hemos  consultado un conjunto de textos y documentos que nos han permitido ofrecer  esta síntesis, la cual es el resultado de un trabajo más amplio que  desarrollamos con el objetivo de reconstruir la economía de la jurisdicción de  Holguín en el período 1752 hasta 1868. 
APUNTES SOBRE LA PLANTACIÓN ESCLAVISTA CAFETALERA EN LA CUBA COLONIAL HASTA 1868.
Analizar  la plantación del cultivo del café en Cuba durante el siglo XIX se hace  difícil, los inconvenientes se encuentran en escasa literatura, poca  información documental y estadística .  Los estudios hechos sobre el café están más cercanos a la problemática  antropológica del fenómeno migratorio francés que a su real estructura e  impacto económico y relaciones con la economía mercantil.  
                A  mediados del siglo XVIII se introdujeron los primeros ejemplares de cafeto.  Para 1748 ya se cultivaba siendo el contador mayor de cuentas José Gelabert el  primero en desarrollar una plantación de café en el Wajay. Su ejemplo fue  seguido de la iniciativa de un grupo de productores habaneros “(…) sin  considerarlo como una nueva fuente de riquezas por el mal aspecto que  presentaban sus granos debido a la falta de preparación de los mismos (…)” .  En 1767 el Intendente informaba al rey sobre la difusión del cultivo pero solo  para la satisfacción interna sin llegar a lograr cantidades productivas  relevantes. 
                Los  intereses por desarrollar este cultivo por parte de la Corona española, se  observan en la Real Cédula del 8 de junio de 1768 que proporcionaba diversas  ventajas a los que se dedicaran al cultivo del aromático producto originario de  Etiopía .  En 1779, Cuba exportaba café hacia España sin resultados importantes hasta la  llegada de los colonos franceses.  “Estos  emigrantes tenían cierta calidad. Eran, por lo general, propietarios o  administradores de propiedades que durante su residencia en Haití estuvieron al  frente de sus negocios. Tenían, pues, una gran experiencia en el manejo de las  haciendas destinadas a frutos tropicales y algunos de ellos, no sólo salvaron  algún capital, sino también parte de sus esclavos con los cuales llegaron a  Cuba”.  
                Fue  en la llanura habanera donde comenzó a desarrollarse el cultivo del café en  Cuba, incorporando todo el suroeste y sur de esa región a la economía colonial de  tipo mercantil. Por lo general fueron zonas donde no había penetrado la  producción azucarera. Entre 1800 y 1817 los cafetales en esta zona pasaron de  69 a 779. 
                Al  igual que la caña de azúcar el café contribuyó a la demolición de haciendas  comuneras y la respectiva alza del precio de la tierra. En la región centro-  oriental se cultivó en zonas altas y en la región central el cultivo se  concentró en Trinidad siendo los puertos de La Habana, Matanzas y Santiago de  Cuba los principales exportadores del grano. Para 1816 el número de cafetales  en Matanzas era de 104 incrementándose a 179 al año siguiente. 
                De  la región de Guantánamo los cafetales se fueron desplazando hacia el oeste  llegando a ocupar las alturas al norte y noroeste de Santiago de Cuba. Para 1807  se contabilizaban 1 100 000 matas de café en la región montañosa oriental, es  decir 992 000 más que en 1803. 
                Este  crecimiento lo vemos asociado al Real Decreto del 22 de noviembre de 1792 que  eximió de todos derechos, alcabala y diezmos por espacio de diez años a  productos como el añil, el algodón y “(…) haciéndose extensivo tan señalado  beneficio también al café, comprendiendo en él a los nuevos cafetales que se  formentasen y no comenzándose a contar el plazo de la exención, sino a partir  de la primera cosecha recogida y eximiéndose de derechos de entrada a toda  clase de máquinas e instrumentos agrícolas (…)” . 
                Hasta  los inicios de la década de 1810, el desarrollo cafetalero se caracterizó por  cultivarse por colonos en pequeños fundos o medianos, estos colonos le  entregaban su cosecha al dueño de las tierras o al hacendado más próximo, el  cual disponía de los recursos para la preparación final del cultivo como  mercancía. En este período los cafetales ocuparon menor extensión que los  cultivos de la caña, se ha comprobado que para la fecha con “(…) 10 caballerías  y 40 esclavos se podía obtener una producción media de 1 200 quintales”.  
                Por  lo regular en las plantaciones de café se hacían siembras de otros productos  dándole una mayor diversificación al uso de la tierra. Esta práctica casi  desapareció con el ascenso en más de doce veces de los precios del café en el  período 1812- 1822. Si en 1774 se contaban solo tres cafetales en toda la Isla  para 1827 la cifra será de 2 067 . 
                En  1818, las inversiones en el café llegaban a más de 25 millones de pesos en la  Isla permitiendo que para 1825 el café elevara su exportación a más de un  millón de arrobas, esto sin incluir las del consumo interno .  En la década de 1820 la posición exportadora cubana la encabezaba el café  llegando a imponer el café cubano su precio en determinadas geografías  europeas. 
                En  el occidente de Cuba, en la Sierra del Rosario proliferaron las haciendas  cafetaleras, esta actividad contribuyó a la demolición de varias haciendas  ganaderas y su reparto en unidades menores para dar paso a la caficultura .  Proliferarían los cafetales en el Valle de San Juan, Bayate y Manantiales ,  era “(…) evidente que los refugiados de Santo Domingo no estaban desprovistos  de sagacidad cuando eligieron sus tierras. Sin ninguna duda el terreno era  fértil (…), los cafetos, bien cuidados, pueden florecer durante veinte o  treinta años, y producir un café que alcance más demanda que ningún otro en el  mercado”.  
                En  1808, con la invasión napoleónica a España los refugiados franceses en la Isla  vivieron momentos traumáticos. Para esa fecha eran unos diez mil en toda Cuba .  La Junta de Sevilla determinó su expulsión, generándose una especie de  xenofobia pero también de oportunismo al ser el pretexto para sustraer las  propiedades a los emigrados galos. Las autoridades de la Isla organizaron a  partir del 12 de marzo de 1809 las Juntas de Vigilancia, encargadas de velar  por la expulsión de los franceses considerados indeseables o que no se habían  nacionalizado bajo la bandera española.  
                Hacia  1827 los cafetales del occidente representaban el 62.5% del total nacional. Sus  producciones se dirigían al mercado norteamericano que en 1821 importaba de  Cuba el 41% de sus necesidades ,  mientras que las del Oriente lo hacían hacia Europa y el contrabando. Las  exportaciones anuales por cafetal en el occidente promediaban 334 q por unidad  mientras que el oriente lo hacía para 115. 5 q.  
                Para  1847 la diferencia de unidades se mantenía casi igual, sin embargo el promedio  de las exportaciones por unidad había disminuido en el occidente y se habían  aumentado en el oriente. Esto no  niega la idea planteada por Moreno Fraginals de que los mayores “(…) cafetales  de Cuba no se fundaron en Oriente, sino en la zona occidental Habana- Matanzas.  Lo que sucedió en los cafetales de Occidente fue que el impulso azucarero los  barrió totalmente, sobre todo a partir de 1832. Por el contrario, los cafetales  orientales subsistieron al azúcar (…)”. 
                El  auge cafetalero fue breve, sin negar intensidad, algo más de medio siglo. La  década del treinta del siglo XIX generó su crisis interna donde varios factores  parecieron incidir. Podemos señalar la caída de sus precios en el mercado  mundial por la abundante exportación de las regiones brasileñas sobre todo  hacia el mercado norteamericano que desde la década de 1830 los intereses  agrícolas de esa nación, unido a los navieros implementaron toda una campaña  contra el café cubano como respuesta al proteccionismo español que había  cerrado los puertos cubanos a las harinas norteamericanas ;  a esto se suma que los productores de la Isla se resintieron con la subida de  los precios de los esclavos a través de la trata. 
                De  los factores climatológicos, parece ser que los huracanes intensos de 1844 y  1846 que azotaron el occidente ocasionaron una destrucción casi total de las  haciendas cafetaleras habano- matanceras. Otro elemento que tuvo su incidencia  en la crisis definitiva fue de carácter social, las rebeliones de esclavos de  la década del 40. 
                La  crisis trató de ser superada a través de estudios que permitieran elevar sus  rendimientos. La Sociedad Económica del País convocó a un concurso sobre los  problemas del café. Los premiados fueron Francisco de Paula Serrano y  Tranquilino Sandalio de Noda. Sus informes proponían la tecnificación del  cultivo, la cosecha y su manipulación, así como, el aprovechamiento de la  tierra estableciendo simultáneamente explotaciones agropecuarias para suplir  los bajos rendimientos.  En su Memoria,  Serrano defendía el sistema de colonato que prescindiera de la fuerza de  trabajo esclava, y Noda por su parte, proponía eliminar las haciendas  ineficientes y reformar los cafetales más grandes y mejor equipados. 
                De  acuerdo con las estadísticas que consultamos se puede afirmar que para el  período de la década de 1850 a 1860 ocurre una reversión inmensa en la economía  cafetalera. Entre 1847 y 1862 los cafetales en el Occidente cayeron en un  49.8%, mientras que para el Oriente la caída fue menor en un 3.4%.