Contribuciones a las Ciencias Sociales
Octubre 2011

RECEPCIÓN DE LA OBRA MARTIANA. UNA MIRADA DESDE MEDARDO VITIER PARA EL SIGLO XXI



Eloína Núñez López (CV)
Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”
nleloina@fcsh.upr.edu.cu



RESUMEN

Medardo Vitier y Guanche (1886-1960)  es  reconocida,  como una de  las personalidades intelectuales  de toda la herencia filosófica cubana del siglo XIX. Se distingue en él, un pensamiento filosófico profundo y dominante vocación pedagógica, caracterizado por su sentido cultural y humanista;   es a su vez,  el más importante sistematizador de la misma, desde José Agustín Caballero hasta José Martí,  y se  aprecia precisamente  el estudio profundo y ensayos que sobre José Martí hace el Maestro Vitier.

Palabras claves: Vitier, Martí, filosofía, humanismo



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Núñez López, E.: Recepción de la obra martiana. Una mirada desde Medardo Vitier para el siglo XXI, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, octubre 2011, www.eumed.net/rev/cccss/14/

ARTÍCULO

Hay hombres a los que la muerte solo  les arrebata el cuerpo, porque sus semejantes le disputan el alma. La retienen alimentándola de memoria y tributo. Eso son seres que trascienden su época. Conocen la inmortalidad no como don divino, sino como vigencia perenne de su pensamiento.
Así podemos identificar a Medardo Vitier. ¿Quién es Medardo Vitier?
La herencia filosófica cubana progresista encuentra en Medardo Vitier un auténtico cultivador, que es a su vez el más importante sistematizador de la misma, desde José Agustín Caballero hasta José Martí. También es una de las personalidades intelectuales más representativas   e importantes de la cultura y la filosofía cubanas durante la República, caracterizado por la cubanía, la honestidad y la vocación identitaria,   porque  penetró en la filosofía del siglo XIX con inusitada profundidad, a partir de un método que le permitió captar el objeto en su expresión sistémica y de modo contextualizado. La historia de la filosofía y de las ideas en el filósofo cubano del siglo XX, aborda creadoramente el pensamiento de sus máximos representante en toda su riqueza de aprehensiones. Sus análisis, plenos de sensibilidad humana y razón analítica, son capaces de desentrañar el pensamiento vivo del padre Caballero, Varela, Luz, Varona y Martí.

La herencia filosófica cubana progresista encuentra en Medardo Vitier (1886-1960) un auténtico cultivador, que es a su vez  el más importante  sistematizador de la misma, desde José Agustín Caballero hasta José Martí.
Aunque Medardo Vitier,”se adelantó  notablemente –tal y como afirma, su hijo Cintio Vitier - ,  en el examen de  la concepción del mundo del fundador del Partido Revolucionario Cubano con su folleto José Martí: su obra política y literaria (1911), se echa de menos  un estudio mayor de su pensamiento en Las Ideas en Cuba, y sorprende su casi total ausencia en La Filosofía en Cuba”(1).
Sin embargo, posteriormente dedica una gran parte de su producción científica a nuestro “Héroe Nacional”:”Martí, estudio integral” (1954) Premio del Centenario; “Varona y Martí” (1960); “Martí y la tradición” (1960); “Martí hombre de contenido múltiple” (1961), “Martí estudio integral “(1954),entre otros.

 Más tarde, expone  en sus lecciones y conferencias, ”la vida  del Apóstol cubano  fue breve en el tiempo (1853-1895), pero la llenó de sentido humano (...)estudió, sufrió,  viajó,  predicó la Revolución junto a los hombres, fundó un partido,  preparó la guerra, vino a ella y cayó de los primeros en la contienda (...) estaba dotado para  penetrar las almas, en las cuales descubría aposentos de luz (...) temprano decidió echar su suerte “con los pobres de la tierra”. Escogió la vía del sacrificio (...) Lo hizo todo con perseverancia, sin desfallecimiento, sin odio. (...)Creía en la realidad del bien. Creía en la eficacia del amor para vencer el poder de las tinieblas.
Quiso con afecto filial a España, “la España de allá”, como él decía; y tanto que lo testifica:
 “Amo la tierra florida,
musulmana o española,
donde brotó su corola
la poca flor de mi vida”.(2)

Y fue realmente poco  lo que Martí vivió, apenas había cumplido sus cuarenta y dos años.

Más tarde, Vitier logra  desarrollarlo de manera sistematizada en su obra: Martí estudio integral (1954), y aborda  el contenido filosófico de  su obra literaria: "No organizó un sistema; no estudió metódicamente la filosofía; pero tuvo genuinas aptitudes de pensador que se evidencian en numerosas páginas, y poseyó criterios - algunos dolorosamente elaborados -, acerca del mundo y de la vida humana"(3).
Es imposible, siguiendo viejos cánones en torno a la especificidad de la filosofía, negar el status de filósofo al pensador cubano más grande de todos los tiempos. 
¿O es que hay filosofía sólo en tratados densos de Lógica, Axiología, Epistemología u Ontología?, ¿o que el saber filosófico sólo es expresable a través de sobrios conceptos lógicos o categorías y las imágenes no expresan también esencialidades? ¿O es que sólo desarrolla filosofía el filósofo profesional?  Dejemos que responda M. Vitier: "su mente - refiere a Martí- es especulativa y propende a formular asertos pertenecientes a dos "regiones" filosóficas (...) la ontológica y la axiológica (...)  En efecto, lo que tiene de sentencioso -y no es poco- se le vierte por esos declives, donde los problemas, siempre abiertos, incitan y parecen retar al intelecto: el ser y los valores, la íntima contextura del universo y del hombre, por una parte, y el sentido de toda acción, por otra"(4).
De que manera,  negar la presencia de especies filosóficas al discurso martiano.  Un discurso pleno de sentido cultural y vocación ecuménica que hace centro suyo al hombre en búsqueda constante de su ser esencial y su ascensión ético - humana.
 Medardo Vitier, en su "Martí, estudio integral”, revela con profundidad la esencia filosófica de la obra martiana, particularmente su concepción del hombre, el sentido de la vida y los valores que le sirven de cauces de realización humana.
 
Con excelente maestría,  logra, Vitier,  "situar a Martí en su mundo, mostrando su mentalidad y eticismo, y las corrientes de cultura que alcanzó y reflejó"(5). El autor devela los caracteres de cubanidad, americanidad, hispanidad y universalidad del Maestro, incluyendo la dimensión filosófica y sobre todo la axiología que encauza su programa filosófico - pedagógico. 

Vitier reseña  el valor de la tradición en José Martí: “Al hallar una ejemplar tradición revolucionaria y al vincularla con su obra, fijó para la cultura pública la importancia del pasado.  El pasado no significa compromiso de repetición. Los problemas cambian. Lo que persiste es - enfatiza M. Vitier- por una parte, el nexo espiritual que conduce a la gratitud, y por otra, la actitud de los antepasados. La actitud de elevación y de honradez no envejecen, aunque los problemas sean diferentes.  Eso es lo que sintió Martí, y - lo reitero- no sólo se valió de esa fuerza sino que fijó para la posteridad el valor social de la tradición.  Mientras más original es un guiador - sea en el pensamiento o en la acción- más se atiene a las formas superiores de lo humano, si los halla en sus antecesores.  Originalidad - excelente idea de M. Vitier, asumiendo al Apóstol- no es desvinculación; no lo es, si bien se  mira,  ni  aún  en  las  direcciones  más excéntricas del arte" (6).
La tradición es memoria para  el diálogo,  y  raíz para insertarse a lo universal con status propios. M. Vitier con extraordinaria  sensibilidad  lo destaca en Martí. Es por eso que, Martí, sin desechar a Varela, a Luz, a Mendive, asume a Emerson y otros pensadores, sin dejar de ser Martí.  Fuertes raíces alimentan el frondoso follaje y le abren cauces culturales.

Por eso, en mi criterio, resulta  productivo el estudio integral que hace el Maestro Vitier, en torno a Martí, capaz de desplegar con racionalidad dialéctica su enfoque socio-cultural antropológico y fijar con alto oficio y magna cogitación las dimensiones política, artística, ética, sociológica y filosófica de Martí como zonas de la cultura. Cultura de resistencia y de ascensión humana.

A partir de esta concepción, develando temas esenciales, subalternos, ocasionales y otras mediaciones, el filósofo penetra en la selva martiana.  Seguro que "eso, la naturaleza humana, su modo de comprenderla, es lo que late en toda la obra de Martí" (7).
Al decir de Vitier,   "Martí vivió  como una fuerza espiritual - eso era en esencia- en contacto perpetuo con el misterio del universo.  Recuérdese aquella línea de sus Versos sencillos:

"y crece en mi cuerpo el mundo" 

De ahí que sintiera como suyo ese modo de panteísmo que vibra en Emerson, desligado de todo credo formal.  Así dice Martí: "Para él no hay cirios como los astros, ni altares como los montes, ni predicadores como las noches palpitantes y profundas".      Quién lea los Versos Sencillos hallará no pocas estrofas transidas de eso que pudiéramos denominar sensibilidad cósmica.  Se siente allí un espíritu atraído por la Naturaleza, ganoso de descansar de los hombres...

"Yo sé de Egipto y Nigricia,
de Persia y de Jenofonte,
y prefiero la caricia
del aire fresco del monte."
"Yo sé las historias viejas
del hombre y de sus rencillas,
y prefiero las abejas
volando en las campanillas."(8)

Al sentido cósmico, presente en el pensamiento filosófico de Martí, Medardo Vitier agrega, el finalismo, que según él, "(...) late acá y allá en sus artículos.  Recuérdese esta aserción suya: "corren leyes magníficas por las entrañas de la Historia".  Esos credos, que caen en lo metafísico, le robustecían la fe en cosas más inmediatas y palpables.  He ahí cómo lo cotidiano se nutre de lo eterno. (…) "El Universo, con ser múltiple, es uno"(9).  
En la Cosmovisión martiana, la espiritualidad del hombre es esencial, su subjetividad, como agente histórico-cultural.  Lo que no significa que lo hiperbolice. 
Para él, lo material y lo espiritual constituyen una unidad inseparable.  Recuérdese la polémica en el Liceo Hidalgo, de México.  Incluso aboga por una filosofía de la relación que no separe lo ideal y lo material, que no discurra hacia los extremos.  Simplemente que lo aborde en su relación.
"En síntesis –considera  Medardo  Vitier-  que el pensamiento filosófico, de José Martí, es el de un creyente en la sustantividad del espíritu.  Tuvo esa seguridad y en él fue fecunda, porque lo llevó a amar, a creer en  la  Historia,  a  darse  por  los  demás,  a  refutar  el descreimiento, a presentir la vuelta del Cristo, "el de los brazos abiertos, el de los pies desnudos”, y todo, sin que nadie, ni hindúes, ni católicos, ni teósofos puedan reclamar como adepto al grande hombre". El hombre - síntesis de la cultura cubana -, que echó suerte con los pobres de la tierra e iluminó con su pensamiento y su praxis el futuro de la nación cubana.
En toda la obra martiana  están presentes contenidos filosóficos, en  varias dimensiones: ontológicas, epistemológicas, etc.  Así también las de carácter axiológico, Martí encuentra en la axiología, en los valores, la base del cultivo humano.  "En el caso de valores (Axiología), - escribe M. Vitier- no intenta clasificación alguna ni se propone examinar la naturaleza del "valor", en sus varias apariciones.  Lo que indico es la existencia, frecuentísima, de valores en el curso de sus escritos.  Se le vivifican, los afirma, los acentúa.  No pasa de eso, pero quien tenga sensibilidad filosófica se percata de ello, y sobre todo, asiste a un fenómeno de interés: la presencia de los valores, no en plano de explicación, no en instancia de conceptos, sino como vivencias” (10).

Los valores en Martí son modos esenciales del devenir del hombre en su naturaleza social, integrados en la cultura, a manera de formas de existencia del ser humano y sus necesidades materiales y espirituales.

Sin embargo, su obra renovadora, revolucionaria, y creadora no  se reduce   a la   esfera de   la relación axiológica: ética - política, en los marcos de su concepción integradora de la cultura; pues si ciertamente Martí produce un viraje revolucionario en los conceptos e ideas políticas de su tiempo cubano y americano, incluyendo la tabla de valores conque juzga y piensa la realidad, también en la esfera de la estética, en relación estrecha con la ética, muestra originalidad y creación.  Se trata no sólo de un hombre de pensamiento y acción que conjuga en unidad indisoluble misión y oficio, sino además de un artista y de un creador. Esto naturalmente matiza su axiología con nuevos colores y esencias, incluyendo su concepción de la subjetividad humana y por supuesto la especificidad de la filosofía que nuclea su cosmovisión. Política, ética y estética y sus sistemas de conocimiento y valor que les son consustanciales, tematizados en Martí en una concepción integradora de la cultura, dan expresión unitaria a su discurso y lo dotan de modos apropiados y métodos idóneos para aprehender el objeto en su dinámica y concreción.   
Martí no sólo evoca y predica la necesidad de sembrar y cultivar humanidad en el hombre para que nazca, eche raíces y se multiplique, sino además funda una cultura de los valores, imprescindibles para la convivencia social y para el propio despliegue de   las energías creadoras que el hombre lleva en sí y desarrolla en función de la sociedad.   
En el pensamiento de Martí, se integran  los valores en la cultura, como producción del hombre, en función de la sociedad, sienta premisas teórico-metodológicas para establecer jerarquías y niveles en cuanto a determinaciones del quehacer humano se refiere.  La unidad indisoluble entre lo ético y lo estético y el lugar que ocupa en los marcos de su axiología, responde en gran medida al hecho de que Martí es un hombre de pensamiento y acción. Esto determina en él un concepto.  "La vida - escribe Martí a Joaquín Macal - debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo.  No aplicar teorías ajenas, sino descubrir las propias. No estorbar a un país con abstracciones, sino inquirir la manera de hacer prácticas las útiles.  Si de algo serví antes de ahora, - enfatiza el Maestro- ya no me acuerdo: lo que yo quiero es servir más.  Mi oficio... es contar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer todo lo grande... Vengo a ahogar mi dolor por estar luchando en los campos de mi patria, en los consuelos de un trabajo honrado, y en las preparaciones para un combate vigoroso". 252
Los valores que enseña, cultiva y transmite Martí, tanto en su verso como en su prosa, no son entes abstractos, sino consustancial al despliegue humano, en fin, integrados a una cultura de la razón y de los sentimientos.
Resulta interesante la forma en que José Martí aborda El Programa de la República: ”El hombre es un ser sucesivo, es decir no se actualiza de una vez, sino que en lo individual y en lo histórico, despliega gradualmente sus propensiones. Lo mismo acontece con el Estado: es programático, con la particularidad de que el programa nunca se realiza en forma normal progresiva”.253
Tal como reseña Vitier, “es un programa en extremo sintético del cual han de derivarse legislaciones, administraciones, servicios. Se formuló  un día de la predicación que precedió a la guerra del 95. Se halla en una cláusula de un discurso famoso de José Martí, (…) sólo cinco palabras que son las estrictamente programáticas: ”Para el bien de todos” .En la Política de Aristóteles se atribuye igual finalidad al Estado. En la obra que Santo Tomás de Aquino dedica a la gobernación del país  se consigna eso mismo como objeto De modo que – señala Vitier – conociera o no Martí esos pasajes, las cinco palabras citadas tienen los referidos antecedentes clásicos”.254
 Acota Vitier,”Para el bien.” ¿Qué bien?  Y responde: “el bien de la seguridad (“la eminente dignidad de la persona humana”, según los tratadistas), (...)  el bien de la subsistencia en forma decorosa, (...)  de la justicia (virtud que exaltaron los estoicos y santificó el Cristianismo), (...) de la educación ciudadana, (...) y  en fin, al bien de la libertad, que es, en el pensamiento de Hegel, la meta o cima de todos los altibajos de la Historia. Desde luego otros bienes, ya de tipo subalterno, pero esenciales”.255

Más adelante describe Medardo Vitier, “sociedad es, para la ciudadanía, comunidad, coherencia, cultivo de lo superior humano.  El que fomenta clases y  estancias no vive en sociedad. Cuando el programa que comento dice “de todos” implica vinculación y no actitud desatendida. Los mejores serán los que se sientan  cerca “de todos”. Si por razones económicas  o de educación decimos  clases bajas,  esa es mera forma del lenguaje. Esencialmente no hay inferiores. Mejor dicho, enfatiza Vitier,  lo son quienes limitan su simpatía y su trato natural a una parte de la Sociedad”.256
Sabía bien Martí que la República, al menos durante tiempo, se movería lejos  de las cinco palabras del texto. ”Lo sabía porque era realista como todos los fundadores, contra la  idea, muy generalizada, de que son iluso” (...) no  obstante, “tenía a la vez presente que los pueblos necesitan  la norma en sitio alto. Si no la realizan, se debe a imperfección humana, pero donde esa norma desaparece quedamos en las tinieblas, (..) en medio siglo la República ha estado a distancia de tan saludable norma. Y  no es que  la República no haya hecho mucho. (...) no hay necesidad  de negar  las realizaciones cubanas en los distintos períodos gubernamentales. Enseñanza, higiene, asistencia social, urbanización, legislación justa... Sería insensato desestimarlo.  La falla está en que ha podido  hacerse más,  y sobre todo en que necesitamos- asegura Vitier cierta ejemplaridad oficial para que  la Educación, por ejemplo, logre su fuerza y su eficacia.257
Es por eso que Vitier considera: “Si nos atenemos a que la República sea “para el bien de todos”, al momento pensamos en cuatro medios: la seguridad de la persona a la integridad del Tesoro de la nación, a la pureza del sufragio, y a la formación escolar, académica, de una mentalidad reorientada (...) No fue la República “para el bien” del fundador máximo. Para él fue agonía. Quiso, al menos, que el amor salvara a sus compatriotas. Los espíritus de misión dejan a su paso sentencias perdurables para que las medite, o siquiera por excepción, las aplique el mundo”.258
La obra histórico -  filosófica de Medardo Vitier, y el discurso en que se despliega, parte de las raíces y con espíritu ecuménico, está penetrado por un humanismo sin fronteras que potencializa por sobre todas las cosas al hombre en búsqueda perenne del bien, la belleza y la verdad.
Por eso Medardo Vitier, se convierte en figura fundadora de la sistematización de la Filosofía cubana. Con certeza Cintio Vitier, en la entrevista realizada, asumió con beneplácito mi afirmación: “Que la obra histórico-filosófica cubana del Siglo XIX de Medardo Vitier aún no ha sido superada” 259, pero con su acostumbrada modestia, señaló que no era el más indicado para afirmarlo.
En M. Vitier, la posesión de un método - sociocultural antropológico- traduce más que un estilo de pensamiento sistematizador, un sentido cultural que permea toda su obra.
La filosofía y  la cultura en Medardo Vitier Guanche,  tienen una significativa y extraordinaria importancia filosófica y política  en los momentos actuales(1) en que el estudio  de las obras cimeras de la cultura  resulta más necesario que nunca, ante la amenaza de la generalización  de una cultura globalizada, universal, que impone la tendencia al eclipse y si es posible, a la desaparición de las culturas nacionales, como un fenómeno mundial, pero con mayor posibilidad en el mundo subdesarrollado.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1 Vitier, C. Palabras liminares. Vitier, M. Las ideas en Cuba. La filosofía en Cuba. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 2002.
2. Vitier, M. José Martí. Estudios, Notas, Efigies Cubanas. Editorial Minerva. La Habana, 1944, p. 245.
3. Vitier, M. Martí, hombre de contenido múltiple. Valoraciones II. Universidad Central de Las Villas. Dpto. de Relaciones Culturales, 1961, p. 98.
4. Vitier, M. Martí, Estudio integral.  La Habana, 1954, p. 281.
5. Vitier, M. Martí,  estudio integral. La Habana, 1954, p. 10.  
6. Ibídem, p. 27-28.
7. Ibídem, p. 318.
8. 244 Vitier, M. Martí, hombre de contenido múltiple. Valoraciones II. Universidad Central de Las Villas. Dpto. de Relaciones Culturales, 1961, p. 99.
9Ibídem, p. 101.
10. Vitier, M. Martí, estudio integral. La Habana, 1954, p. 299.  
11.Veáse,  Núñez López E. Tesis Doctoral:”El pensamiento filosófico-humanista de Medardo Vitier”. Universidad de La Habana, 2005.

(1)
Eloína Núñez López tiene 26 años de experiencia en la Educación Superior Cubana en la Universidad de Pinar del Río, profesora Titular y doctora en Ciencias Filosóficas, miembro del Tribunal Nacional Permanente para la obtención del Grado Científico de Doctor en Ciencias Filosóficas en Cuba. Miembro del Comité Académico y profesora de la Especialidad de Postgrado   para los Trabajadores Sociales en la Universidad de Pinar del Río y de tres Maestrías: Cultura Económica y Política, Estudios Sociales, y en la de Desarrollo Social. Coordinadora de la Cátedra Honorífica “Medardo Vitier” y del Proyecto territorial: “Programa Integral  para la Superación  Profesional de los profesores  en el pensamiento humanista de Medardo Vitier”, investigadora del Proyecto Científico Nacional: “Dimensión latinoamericana del pensamiento filosófico-educativo y socio-educativo cubano.” Miembro del Consejo Científico y Vicedecana de investigaciones y postgrados de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Pinar del Río.
Tiene más de 80 publicaciones  en Cuba y el extranjero.