Contribuciones a las Ciencias Sociales
mayo 2011

LA INTELECTUAL Y ARTISTA CUBANA EN EL DESARROLLO SOCIOCULTURAL



Dainelkis Madrazo Elizarde
dmelizarde@ucf.edu.cu



RESUMEN

El tema de la mujer ha sido abordado desde disímiles puntos de vista, pero sobre todo en la segunda mitad del siglo XX estos estudios se han incrementado en número y han crecido en calidad. Sin embargo las políticas y los programas que se implementan actualmente deben reforzar medidas favorables al reconocimiento del papel fundamental desempeñado por las mujeres en los procesos sociales, económicos, políticos y culturales, entre otros temas.

El presente artículo pretende analizar el papel que ha desempeñado la mujer cubana en el desarrollo sociocultural. Primeramente se analiza la situación del tema de la mujer en Cuba durante los primeros 25 años después del triunfo de la Revolución y para ello se tienen en cuenta sus antecedentes; luego se exponen los grandes desafíos que tienen las intelectuales y artistas cubanas hoy día, se explican algunas de las formas en las que se puede tener contacto con la obra realizada por nuestras intelectuales y artistas y las de América Latina; por último se destaca la importancia que tiene incentivar y reconocer su labor. El tema de la mujer intelectual y artista recoge varias aristas de las que en este trabajo solo se presenta una pincelada.
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Madrazo Elizarde, D.: La Intelectual y Artista Cubana en el desarrollo sociocultural, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, mayo 2011, www.eumed.net/rev/cccss/12/

INTRODUCCIÓN

En la realidad del cotidiano vivir todavía existen costumbres arraigadas que no son tan fáciles de desprender y que existen fundamentalmente en el plano ideológico de nuestra sociedad. Los viejos patrones patriarcales han sobrevivido no solo en la familia, sino también en la proyección cultural. Se manifiestan fundamentalmente en la propaganda de los medios masivos de comunicación, en la planificación de la vida e incluso en expresiones del lenguaje. Además dificultan el cumplimiento de las leyes con espontaneidad.

Los estudios sobre la mujer no son un elemento nuevo en el panorama investigativo del mundo, pero sobre todo en la segunda mitad del siglo XX estos estudios se han fortalecido.

En Cuba se ha roto el silencio que por mucho tiempo hubo en torno a este tema. Se han creado cátedras de estudio de la mujer, existe un segmento editorial llamado «Mariposa», dedicado a publicar textos, tanto de ficción como de reflexión de autoras cubanas y extranjeras, hay congresos, eventos, se dedican varias revistas de corte monográfico al tema de la mujer, se habla del discurso femenino y de los estudios de género, se debate y se investiga.

Sin dudas, las leyes y la intencionalidad de las instituciones cubanas se dirigen a la igualdad, aunque a veces por varias razones la balanza se inclina hacia manifestaciones que favorecen el sexismo.

Los estudios sobre la mujer en estos momentos son realizados mayormente por otras mujeres que sienten la necesidad de resaltar el valor de aquellas que lo merecen por la calidad de su trabajo y el legado que dejan a nuestra sociedad. Estudios como el de Roxana Popelka sobre las mujeres artistas en los años sesenta, «Trama y temas de la mujer artista del siglo XX» realizado por Amparo Serrano de Haro, el de Mirta Yañes sobre las narradoras cubanas de la década del 90 y el de Hortensia Montero Méndez sobre la obra de la artista plástica Aziyadé Ruiz, y otros realizados por Luisa Campuzano son algunos de los tantos ejemplos que son muestra de ello.

DESARROLLO

Las feministas cubanas de los primeros 50 años del siglo pasado, con sus contradicciones y discrepancias, optaban en su mayoría por un amplio concepto en el cual la lucha por los derechos de la mujer estaba unida a otras contiendas sociales. Una de las estudiosas de este tema, Mirta Yañes, plantea en su artículo «Feminismo y compromiso. Ambigüedades y desafíos en las narradoras cubanas» que «la defensa de las reivindicaciones de la mujer cubana ha estado insertada históricamente en el acontecer social en general».

Los años sesenta suponen el inicio de una década emblemática en todo el mundo. Se produce una toma de conciencia por parte de muchas artistas, dando lugar a un tratamiento feminista en sus planteamientos artísticos. En esa época comienza el movimiento feminista contemporáneo, coincidiendo en el tiempo con otros movimientos sociales, lo cual ha tenido gran relevancia en su desarrollo. Esto permite sentar las bases de lo que será la presencia activa de la mujer en el panorama artístico a partir de los años 70 y 80.

Uno de los primeros temas con el que tiene que lidiar la mujer intelectual y artista es su relación con la tradición artística femenina anterior. En la historia del arte anterior al siglo XX la mujer ha tenido un papel de excepción.

«El arte femenino se ha caracterizado precisamente por esa indeterminación cronológica y ahistórica que evoca la palabra "primera". Muchos textos insisten en ese membrete de excepcionalidad que en realidad garantiza la exclusión a perpetuidad de la mujer artista del arte conformado por todas las "primeras artistas". Así nos encontramos hasta la mitad del siglo XX con ese personaje casi patético, cuyo argumento para aspirar a la gloria, esgrimido todavía por los medios de comunicación como un logro, como un hito, es el de ser la primera mujer que…» (Serrano De Haro, 2009)

María Elena Barroso Villar, profesora de la 1iteratura de la Universidad de Sevilla, en su artículo titulado «Mujer, espacio narrativo e identidad», se refiere a los diferentes momentos por los que ha pasado el feminismo hasta llegar a su construcción actual y al respecto plantea que «la Ilustración dejó a las mujeres excluidas de la ciudadanía, el Estado liberal del siglo XIX les negó voto y derecho a la educación, pero, además, aunque al instaurarse el llamado Estado del bienestar surgieron nuevas élites, el feminismo tuvo que forzar la inclusión de la mujer en esos cambios, pero sin limitarse a formar parte de esos procesos solamente, sino que logró ser agente de ellos.» (Barroso, 2002)

La intelectual cubano-dominicana Camila Henríquez Ureña en su conferencia en la Institución Hispano-Cubana de Cultura, titulada, «Feminismo», el 25 de julio de 1939, proponía una interpretación de la marginalidad femenina como histórica, social, económica y cultural, y confirmaba además, que las mujeres no podían obtener las conquistas solas, ni que únicamente a ella beneficiarían.

A partir de las grandes movilizaciones por los derechos civiles, por los derechos de las mujeres, en contra de la discriminación racial, contra la guerra en Viet Nam, todo lo que se produce en los años sesenta como consecuencia en gran medida de la Revolución Cubana, de su influencia en los movimientos sociales de Europa, los Estados Unidos y la América Latina, una de las grandes reivindicaciones de todo eso proceso era la de las mujeres. En Cuba, por obra de la Revolución, se había producido la incorporación plena de las mujeres al espacio público y sin embargo seguía siendo un país culturalmente patriarcal.

Era más importante la unidad, que mostrar las diferencias, de género en este caso. Tenía mayor relevancia la idea de que estábamos viviendo una épica en la cual lo fundamental eran las grandes batallas militares y los mundos más viriles. Y aunque ya se había aprobado el Código de Familia, no había una interiorización de lo que significaban realmente esas transformaciones para las mujeres. Las transformaciones promovidas por la incorporación de la mujer a la sociedad no eran tenidas en cuanta como algo verdaderamente interesante y fueron consideradas por muchos, no como un triunfo conquistado, sino como una concesión.

El avance de la mujer cubana en esos 25 años después del triunfo de la Revolución, no aparecía reflejado ni en la literatura escrita por hombres, ni en la producción literaria de las mujeres que por además era muy escasa.

«Teníamos un defasaje tremendo en relación con lo que se hacía en el mundo. En el mundo se estudiaba literatura escrita por mujeres, aquí no. En todas partes había gran cantidad de libros escritos por mujeres, pero aquí no. Y sin embargo, las cubanas tenían condiciones sociales y políticas muy superiores a las que existían en cualquier otro lugar.» (Campuzano, 2002)

Esta estudiosa del tema de la mujer en Cuba y en América Latina plantea además que estos estudios, a diferencia de lo que pasaba en Cuba, estaban bastante desarrollados en América Latina, donde sí había literatura femenina a finales de los años 80.

No debe olvidarse que el feminismo, «movimiento complejo y todavía no estudiado debidamente en nuestro país» (Yañes, 2009), tuvo entre sus filas grandes figuras, aunque muchas no se abrigaran bajo el término para realizar sus aportes.

En el siglo XVIII puede mencionarse a la Marquesa de Justiz de Santana, quien es una de las muestras de una temprana asunción de una identidad, al igual que otras mujeres de este siglo que apenas se conocen. En el siglo XIX hay un número importante de escritoras que pudieran mencionarse, pero entre ellas se destaca Gertrudis Gómez de Avellaneda, quien escribe "Sab", primera novela antiesclavista y feminista en la lucha por denunciar la subalternidad de la mujer y también "Dos mujeres", novela en que aborda la condición femenina.

También debe mencionarse la poetiza modernista Juana Borrero, Dulce María Loynaz, la intelectual cubano-dominicana Camila Henriques Ureña, Mirta Aguirre (con sus trabajos sobre Sor Juana Inés de la Cruz y la mujer en América Latina), Vicentina Antuña y Graziella Pogolotti entre muchas otras.

El desarrollo alcanzado por la mujer cubana ha estado y está apoyado por las políticas y estrategias trazadas por el Gobierno y por el trabajo permanente de la Federación de Mujeres Cubanas que a lo largo de todos estos años ha representado los intereses de las mujeres, ha contribuido a su educación ciudadana y ha trabajado con todos los organismos estatales, políticos, sociales y de masas para hacer realidad el ejercicio de la plena igualdad de las mujeres y hombres de nuestro país.

Las políticas y los programas que se implementan actualmente deben hacer hincapié en las medidas favorables al reconocimiento del papel fundamental desempeñado por las mujeres en los procesos sociales, económicos, políticos y culturales, entre otros temas. Una muestra de ello es el Programa de Estudios de la Mujer, que pretende promover, coordinar y divulgar investigaciones sobre la producción cultural y la historia de las mujeres latinoamericanas y caribeñas, y, al mismo tiempo, propiciar la conexión de escritoras, artistas y académicas cubanas con el abordaje de estos temas en la región –y en el mundo- para favorecer el proceso de reconocer a nuestras personalidades.

También debe mencionarse el programa Mujeres en Líne@, organizado por la Casa de las Américas, que tiene como función la de establecer un diálogo interdisciplinario entre las creadoras cubanas, las estudiosas del arte y la literatura producidas por mujeres, y las cuentistas sociales, historiadoras, sociólogas, psicólogas, comunicadoras, la FMC y también personas de otros países que son invitadas.

En las últimas décadas tanto en América Latina como en el resto del mundo han proliferado los foros de reflexión, muestras iconográficas y publicaciones que indagan sobre la condición de la mujer, y particularmente sobre la posición de esta en diferentes ámbitos de determinados modelos sociales, especialmente el occidental.

«El feminismo, a menudo, se declara a sí mismo una teoría política y de la justicia, no una ontología, y muchas veces relaciona lo específico femenino con factores socioeconómicos, desde presupuestos ideológicos diferentes, por lo regular de izquierdas.» (Barroso Villar, 2002).

Algunas modalidades del feminismo han explicado lo diferencial genérico desde hipótesis del psicoanálisis y otros enfoques parecidos, pero al final todos convergen en construcciones varias del universo de las mujeres, algunas de las cuales han llegado a apartar a las mujeres de la ciencia y de la actividad intelectual, debido a la supuesta índole intuitiva, no lógica, de nuestro conocimiento. Por otra parte hay discursos que apuntan hacia una ciencia de mujeres, que se centra más en destacar las diferencias y que en su afán ha llegado hasta el punto de plantear que la razón y la lógica son armas de opresión masculinas.

La cuestión de definir qué ha de entenderse como feminidad suele encauzarse estudiando los rasgos distintivos de algunas de sus expresiones, de sus formas de hacer, fundamentalmente en el terreno de las humanidades, con especial interés en el arte; ejemplo de ello son la literatura, la pintura y el cine.

Al respecto plantea Luisa Campuzano que «biológicamente se nace hombre o mujer, pero la sociedad y la cultura han construido los géneros y han decidido qué es femenino y qué es masculino.»(Campuzano, 2002)

La expansión del movimiento feminista ha influido en la reivindicación de la mujer en sentido general, y como parte de ello de ha beneficiado mucho la mujer artista. Estas reivindicaciones sobrepasan la cuestión política y social y toman un punto de vista femenino sobre temas humanistas. Uno de los elementos que caracteriza el arte realizado por mujeres en nuestros días es que recoge las inquietudes del momento que van desde los conflictos hasta las dudas más frecuentes en nuestra sociedad.

«La crítica feminista ha sido un instrumento eficaz de reconstrucción y de denuncia de los mecanismos represivos del sistema cultural dominante. El arte feminista- que no es lo mismo que arte hecho por mujeres sino un arte que manifiesta un compromiso con una búsqueda de la identidad plástica en femenino- se constituye finalmente como una tradición en el siglo XX.» (Serrano De Haro, 2009)

En relación con lo anterior de puede plantear que esta situación invade todas las esferas de la cultura en su sentido más amplio, pues una gran mayoría de mujeres cubanas mantienen hoy posturas que redefinen su lugar en la cultura toda y validan una tradición de lucha en ese sentido.

«El Empeño colectivo de la mujer para ser actuante en espacios de la cultura que en el mundo entero le corresponden por dignidad y por justicia, no busca ni respalda encumbradores desplazamientos individuales ajenos al mérito de su esfuerzo. Tampoco quiere ventajas coyunturales nacidas de oportunismos. Para su propósito, seguirá necesitando sortear y saltar sobre trabas. Sabe que, aunque pueda contar con ayudantes, ella misma habrá de seguir también siendo el sujeto de ese desplazarse suyo, sin abandonarse, confiada, a ningún libertador.» (Barroso Villar, 2002)

CONCLUSIONES

La mujer está llamada a desempeñar un papel clave en la sociedad, conjugando sus funciones profesionales con las de madre y esposa. Un trinomio difícil de equilibrar al que sólo la sensibilidad y la capacidad femenina puede responder con excelencia.

Se ha destacado mucho el papel de la mujer en la salud, en el desarrollo científico, en la posibilidades de empleo, en el acceso a cargos de dirección y toma de decisiones, en la educación, en los órganos del poder popular, entre otros, pero es muy poco tratado por los medios la presencia de la mujer en el desarrollo sociocultural de nuestro país a través de su labor como artista, promotora cultural o directora de instituciones culturales, sobre todo en los marcos regionales, a partir del reconocimiento por su labor a aquellas que han realizado su aporte a la sociedad desde este punto de vista.

La emancipación de las mujeres en todos los órdenes, garantiza su presencia en mayor escala en todas las funciones productivas de la sociedad; nuestras intelectuales y artistas están llamadas a influir cada vez más en el desarrollo sociocultural de nuestras ciudades y para ello resulta indispensable la validación de su faena diaria en este sentido.

BIBLIOGRAFÍA

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Serrano de Haro, Amparo. (2002). Trama y temas de la mujer artista del siglo XX. Revista Heterogénesis, №4, julio.

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Editor:
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ISSN: 1988-7833
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