Contribuciones a las Ciencias Sociales
Agosto 2009

 

IDA, EL NUEVO JALÓN EVOLUTIVO. UNA POLÉMICA QUE NO CESA
 

Edgardo Adrián López
edadrianlopez@yahoo.com 

  
“¿A quién quieres más, hombre enigmático; dime, a tu padre, a tu madre, a tu hermana o a tu hermano?”

Charles Baudelaire**

“[…] Espartaco, solo en la oscuridad, [estaba] con las manos entrelazadas en la nuca y la frente perlada de sudor. Ahora que nadie lo veía, podía cerrar […] Podía incluso hablar solo y discutir consigo mismo, como se acostumbra en las montañas […] Aquel que guía a los ciegos no debe temer por su orgullo, ya que […] él puede ver y los demás no […]”

Arthur Koestler***
 



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Adrián López, E.: Ida, el nuevo jalón evolutivo. Una polémica que no cesa, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, agosto 2009, www.eumed.net/rev/cccss/05/eal.htm


 

I

Tal cual se supo el pasado martes 19 de mayo de 2009, un aficionado a coleccionar fósiles descubrió por casualidad, en una zona volcánica cercana a Frankfurt (Messel), Alemania, las osamentas que guardó durante veinticinco años, desde 1983.

Los restos, luego de ser subastados y finalmente adquiridos por la Universidad de Oslo (Noruega), se exhibibieron en el Museo de Historia Natural de Nueva York. La osamenta pertenece a un “mono/lémur” hembra1 de unos 47 millones de años, con cola, de unos cincuenta y tres centímetros de altura, de entre 650 y novecientos gramos, pero lo más importante puede ser la anatomía de su pie (cf. infra). Aunque los análisis recién comienzan, se sospecha que detenta ciertos rasgos similares a los que se aguardan encontrar en Primates al estilo de los simios y en los Primates Homo.

Su pulgar oponible y sus dedos, que no son garras, indican que se trata de un Primate. Se infiere que se alimentaba de frutos, semillas y hojas del Eoceno, pero aunque se asemeja a un lémur, le faltan características anatómicas peculiares (determinada disposición de los colmillos, entre otros rasgos). Tampoco es un mono, a pesar que se aproxima. Como en los ejemplos de los que originan especies inéditas, es un fósil de “transición” que aúna las características que por la especiación, se diferenciarán notablemente con el suspirar de los eones.

Un conjunto de paleoantropólogos, son entusiastas con respecto a que el Darwinius Massilae agrupa los rasgos para ser el ancestro de lémures, monos, simios y de los Homo, id est, el “punto de bifurcación” a partir del cual la especiación distingue a esas grandes líneas evolutivas. Para cumplir con ello, además de ser un primate que es sin duda, el antecesor de los lémures, Ida debe ser un primate antropoide o casi uno, es decir, tiene que emparentarse con los primates antropoides de las características de monos, simios y Homo. Para los muy escépticos, Ida es únicamente el antepasado de los lémures. Uno de los rasgos que podría definir el asunto, es que el pie de este ancestro de los lémures, posea un hueso peculiar (el talus)2.

Para otros especialistas, Ida no es en realidad, lo suficientemente antigua para ser el verdadero “eslabón extraviado”3 que sea el ser vivo a partir del cual se dividen los Primates de la talla de los lémures, y los Primates como los monos, los simios y los Homo. Au fond, sólo parece acercarse a ese “eslabón perdido”.

II

Sin embargo, el antepasado de los lémures no es el único punto en desacuerdo entre los paleoantropólogos atareados con la dinámica de los procesos que condujeron al Homo Sapiens sapiens.

Otro de los temas álgidos son dos4 conjuntos de huesos que ponen en jaque las fechas estándares en redor a la especiación de los Ardipithecus, Australopithecus y Homo.

En 2005, en el barro volcánico de la región de Nakali, Kenia, al Este del valle de Rift, se excavó un fósil de unos 10 crones; se trataba de un simio. ¿Cuál es el problema? Que se imaginaba que los Homo y los simios se habían separado hacía unos siete millones de años...5

Un equipo develó en 2006 y 2007, en la región de Afar, Etiopía, osamentas de otro simio de 10 crones.

A esos restos, se añade el discutido Proconsul africanus, de unos 20 millones de años6.

Los dos hallazgos independientes y en regiones lejanas, más el supuesto Proconsul parecen aconsejar que la especiación divergente o en clinamen, entre los simios y los Homo quizá sea de hace trece o más crones.

Otra de las disidencias es que la mayoría acepta que nuestra especie se originó en África y se expandió a partir de ella, en distintas “etapas” y por desiguales encrucijadas evolutivas que nuestros antepasados debieron solucionar. Al respecto, en 13 de junio de 2003, en el poblado de Herto, Etiopía, fueron desenterrados esqueletos, junto a herramientas y a animales, de unos ciento sesenta mil años que apoyan la hipótesis del origen africano de los Homo y su posterior irradiación, desde aquellos lugares. Los especimenes fueron bautizados Homo Sapiens edaltus, porque para los de la aldea era un hombre antiguo. Gustaban de la carne de hipopótamos7 lo que a su vez, revela una compleja división del trabajo, una intrincada sociedad, formas de comunicación y una meditada estrategia de caza, por la peligrosidad del animal.

No obstante, existen quienes son de la insólita concepción sobre que la especie afloró en múltiples puntos del globo8.

III

Hasta el momento, las dos osamentas humanas más antiguas son el “Hombre del Milenio”, Orrorin tugenensis o “Milennium Man”9, Kenia, 2000, y el Sahelanthropus tchadensis o “Toumai” (el Chad, 2001), los cuales datan de hace por lo menos, de entre seis y 7 millones de años10. Estas cifras, ponen otra vez en escena, la cuestión de en qué época se diferenciaron los simios y los Homo: el “proto-gorila” de unos diez crones de Etiopía, aludido ut supra, subraya la fecha en torno a entre los 10 y los siete millones11.

Por lo demás, indica que los Homo de esa etapa poseían más aptitudes que las que se diagnosticaban12 y aunque no se imagina cómo, parece que desde el principio, los Primates antropoides de la citada serie, eran bípedos.

El “Hombre del Milenio”13 es 1 cron más viejo que el Ardipithecus ramidus14, desempolvado en Etiopía en el ‘94, y casi tres millones más que Lucy, la Australopithecus afarensis más conocida. Se confirma por igual, que el origen más plausible para la especie fue el valle Rift (distrito Baringo), Kenia, Etiopía, África.

No obstante, lo más increíble es que el espécimen que es más antiguo que los otros nombrados, es el que tiene una morfología cercana a la nuestra, lo que explicita que a partir del instante en que se distinguieron los Primates antropoides simios y los Primates antropoides Homo, existieron múltiples “líneas” evolutivas de bípedos15, de los cuales algunos sobrevivirían durante mucho tiempo (como los Australopithecus, que llegan a convivir con los habilis y con los erectus), a la par que otros, como el Ardipithecus, se disolverían.

IV

En 10 de diciembre de 2000, en Etiopía, fueron encontrados los restos de una niña que todavía era lactante a los tres años y de la especie Australopithecus afarensis (el fósil es de unos 3, 3). Los especialistas en fonación, gubian que el infante y la especie eran incapaces de hablar16. Sin embargo, otros son más cautos17, al postular que bien podrían comunicarse al modo de los chimpancés que se acicalan unos a otros.

El cráneo y la tibia del afarensis o afaerensis, son simianas, en paralelo a que el anamensis, posee un cráneo análogo al de los monos del Mioceno y su tibia es más humana. No obstante, el Australopithecus anamensis es más arcaico que el afarensis, dado que su mandíbula es muy simiesca. Pero el Australopithecus anamensis era al mismo tiempo, un bípedo y un gran trepador.

En brochazos muy gruesos18, tenemos entonces, que entre los tres19 y los 7 millones de años, miraron los cielos de África, los desiguales Australopithécidos (tales como el afarensis, el robustus20, el boisei21, el bahrelghazali, el anamensis, el africanus22), y otras especies de la estatura del Kenianthropus platyops o del Ramapithecus23, quizá entre otras24 no “desempolvadas”.

En los últimos tres crones25, vivieron más líneas de Australopithecus, tales como el garhi y el africanus. Al lado de ellos y con algunos supervivientes de los anteriores, existieron especies disímiles a los Australopithecus, tales como el Homo habilis, el Homo erectus26, el Paranthropus robustus27, Paranthropus bisei, el Homo ergaster, el Kenianthropus rudolfensis, un Ardipithecus habilis y el Paranthropus Aethiopicus.

Hasta ahora, se esculpieron y reformularon cientos de “modelos” de especiación, pero con el “Hombre del Milenio”, su descubridor, Martin Pickford, postuló que el Orrorin es un “clivaje” interesante en la rama que condujo a los Homo28. Piensa que acaso hace más de siete millones de años, hubo un ancestro; a partir de él, se originaron dos “apéndices” evolutivos. El primero condujo a los Primates antropoides como los monos africanos.

El segundo, bifurcado a su vez, con posterioridad, pudo dar lugar, por un lado, a los Australopithecus, vertiente acabada en la extinción, y por otro, a homínidos que desembocaron en el Homo Sapiens sapiens actual. Pickford imagina que el “Hombre del Milenio” es ya una separación respecto a los Australopithécidos, y cree que antes que el Orrorin, pudo haber un género intermedio, el Praeanthropus, más cercano al antepasado común (si existe) entre los Australopithecus y los Homo. Sin embargo, la apuesta no es ampliamente aceptada.

Para “agudizar” más las “disonancias”, en una región semidesértica cercana al lago Turkana, fueron hallados por los Leakey los restos de un homínido de 3, 5 crones, el Kenyanthropus platyops, que no es un Australopithécido29, por lo que se confirma que hubo distintas “vetas” cohabitando (pero..., ¿cuántas?; ¿cuáles especies?).

V

Yendo hacia otro estrato, se piensa que el Homo Habilis fue uno de los primeros de la rama Homo o el primero de ella; otros sostienen que no es un Australopithécido, pero tampoco un Homo30.

Hay quienes delinean que el Erectus, que es ponderado ya Homo31, empleaba el fuego32; otros, adjudican ese “control” a los Neanderthal33. Lo factible es que haya sido una “invención” simultánea de las dos especies en tiempos distintos pero cercanos, o que una de ellas haya “copiado” a la otra.

Luego del erectus existe un notable vacío de registros fósiles, hasta cerca de unos trescientos mil años34. Aquí asoma un Homo Antecessor, Atapuerca (Burgos), de hace unos 800.000 y que es in fact, muy moderno. Algunos lo consideran el ancestro común35 entre los sorprendentes Neanderthales y los primeros Homo, que confluirán en el Sapiens sapiens.

VI

En lo que se refiere al arduo tema de la organización, unos estudiosos cincelan taxativamente, que las “tribus” emergieron en el Neolítico, a partir de la invención de la agricultura36, pero los maravillosos enfoques alrededor de nuestros “primos”, los Neanderthales, que fueron más inteligentes y diestros de lo que se aceptaba..., parecen haber gestado no sólo el fuego en cuanto primera revolución tecnológica37, sino que inventaron la organización tribal. Of course, los Neanderthal desaparecieron muchísimo antes que arribase el Neolítico.

Los partidarios estrictos del lexema “tribu” enlazado con la agricultura, esculpen que los clanes y las “gens” son tribus, lo que fue dicho por el Marx del vol. I de los Grundrisse38. Incluso para él, el barbarismo del feudalismo era “tribal”39.

Por consiguiente, las “bandas” son las organizaciones colectivas que dominan desde el Homo erectus hasta el Neolítico, con lo cual con “bandas” muy avanzadas asomaría el trueque simple e incluso, el barter “complejo” y hasta el comercio o un “proto” comercio, lo que nos surge francamente, exagerado (para otros demasiado engelsianos, la organización/base es la “horda”...). De manera que debemos postular una definición orientativa40 de “tribu”, que permita emplear la noción tal cual lo concretamos en Remolinos y circunvalaciones...41

En los partidarios de lo tribal agrícola, se añaden las ideas de “señoríos”, “poblados”, “aldeas” y “jefaturas”, las que son ponderadas formas tribales42. Aunque una cantidad de los documentos consultados no atesoren la “seriedad” científica exigida por Nature o por National Geographic, nos surge que determinados “poblados” y ciertas “aldeas”, no estaban funcionando en calidad de tribus; son otra “vertiente”, pero ello también puede acabar muy especulativo...

Para estimular el enmadejamiento de las nociones, los que le dan un alcance tan vasto a las “bandas”, no dejan a un costado el cuasi etnocentrista, freudiano y añejo concepto de “horda”43, al que apelamos para pincelar a las comunas pre habilis, a las que se supone “tanteando” la instauración del “tabú del incesto”, a modo de norma que compele a buscar “pareja” en otros grupos, a fines de que, tal como lo sostuvo el brillante y actual Lévi-Strauss en una entrevista de 13 de mayo de 2009, la reproducción biológica adquiera al mismo tiempo, una implicancia simbólica que consista entre otros fenómenos, que los “esposados” amplíen las “alianzas”44 con distintos conglomerados de “individuos” y a la par que insiste lo sexual, respire un intercambio más sustancial que es el de mujeres (por ende, los Homo habilis no se “socializarían” en “hordas”).

VII

Por último, hay desavenencias acerca de las disímiles especies que coexistieron en las desiguales “etapas” de la Prehistoria.

Muy aventuradamente, especialistas45 “heréticos” sostienen que en el Paleolítico Inferior (que va desde hace un millón de años, hasta la retirada de la glaciación Riss –100 mil años), fueron coetáneos los más pertinaces Australopithecus, los Pithecanthropus, los Homo habilis, los erectus y los Neanderthales. Si fuera así, el Lítico “Arcaico” sería nada más que la última “sección” de la larga hominización, que arrancó cuando los Primates antropoides al estilo de los chimpancés y los Primates antropoides del aspecto de los Australopithecines, divergieron.

Simplificando, las tres grandes industrias líticas fueron el Prechelense (hachas de mano talladas en una sola cara), el Achelense (hachas “almendradas”) y el Acheulense (hachas livianas y puntas de proyectil).

Se podría especular, corrigiendo un poco lo que enunciamos en otros sitios, que es en esta larga “etapa” en la que una norma “flexible” rige las actividades de los agentes del Paleolítico Inferior, que es la búsqueda de lo imprescindible, sólo de acuerdo a lo que se necesite de ello, sin importar mucho lo que pudiera invertirse en luz diurna.

Poco a poco y de forma “meandrosa”, con las distintas clases de organización social (“manadas” de Australopithecines simiescos, “hordas” de Australopithecus “más” humanos, “bandas” de los primeros Homo), la división del trabajo, la fabricación de instrumentos, entre otros fenómenos, comprobamos la constitución intrincada del amanecer y el anochecer, en un contraste que dará origen al tiempo. La emergencia de lo temporal, entrará en competencia con la norma arriba mencionada y terminará imponiéndose, quizá por la “presión” demográfica (aunque pequeña, acaso no haya que subestimarla...). Con la derrota de la regla “flexible”, asomará la necesidad de administrar la luz diurna para conseguir sustento, es decir, lo que como marxistas no leninistas, no soviéticos y muy heterodoxos, evaluamos como “tiempo de tarea” con la figura de una “ley”, que es la “norma valor”. Sin embargo, es plausible que el tiempo de trabajo que costaba lograr obtener una herramienta, cosechar un fruto, cazar, no actuara en calidad de una regla ciega, imperativa. Tal vez, ello aconteció de manera catastrófica y casi inevitable en el Lítico Medio, por la mayor complejidad de las organizaciones (recordemos que afloran las “tribus”), por la variedad en las industrias de la piedra, entre otros elementos.

Los cambios de opinión que hemos registrado desde que nos abocamos a agrupar la hominización, las especies, el Paleolítico, los modos de organización social, la estructuración de algo increíble como lo temporal, para luego concluir en el tiempo de labor, son pareceres que se alteraron porque son isotopías que exigen demasiada imaginación, con escasa o nula base empírica. Por añadidura, no existen acuerdos entre cómo se “engarzarían” las desiguales especies descubiertas hasta el presente, y en cómo alguna de ellas llegaría a ser Homo y después, Sapiens sapiens. Así las cosas, es natural que hayamos variado de parecer con frecuencia, a medida que aprendíamos más y más en torno a los problemas aludidos y en la proporción en que se difundían múltiples datos. Casi con seguridad y cuando se tenga un esquema evolutivo más delineado, habrá que volver a repensar lo adelantado.

Tomando el “camino” que dejamos en “suspenso”, es dable comunicar que el Lítico Medio comenzó hace unos cien mil años y terminó con la glaciación Würm, hace unos 40 mil. Es factible que todos los Primates antropoides similares a los Australopithecus, incluido el Homo erectus, desaparecieran, permaneciendo el resistente Neanderthal. Es posible que del erectus o de otro, haya emergido la línea que desembocaría mucho después en el Cromagnon, que afloró en probable competencia con los Neanderethales, que se extinguieron.

Los tipos de artefactos pueden distinguirse en Levalloisiense (lascas triangulares grandes) y Musteriense (raspadores y buriles).

El Paleolítico Superior principió desde hace unos cuarenta mil y hasta hace unos 12 mil años, es decir que abarcó los periodos finales de la glaciación Würm.

Las industrias de la época son el Gravettiense (figurillas artísticas), el Solutrense (hojas de laurel y bastones de mando), y el Magdaleniense (herramientas de hueso).

Entre mediados y fines del Lítico “Primitivo” Superior, emergió el Homo Sapiens sapiens, pero los datos son muy inseguros y tremendamente polémicos.

VIII

En parte, los motivos a raíz de los que percibimos esas divergencias, se deben a lo escaso que conocemos de nuestra especiación, a pesar de lo mucho que hemos avanzado. Realmente, hay dificultades en explicar la emergencia del bipedismo, entre otros asuntos46.

En paralelo, los registros no son todo lo completos que necesitaríamos para estar seguros si hubo o no un Ardipithecus habilis o un “Hombre del Milenio” en cuanto ramas evolutivas múltiples.

El otro factor, es el lamentable componente de poder, fama, prestigio, búsqueda de reconocimiento, egocentrismo, interferencias políticas, cuestiones de financiamiento planteadas por asuntos ideológicos, etc., que para nosotros no es “externo” a la ciencia, sino inherente a su funcionamiento. Los Leakey47 trazaron estrechos vínculos con políticos africanos, fundaciones, revistas científicas, policías, jueces, ocasionando que no únicamente posean en su haber enormes ventajas a la hora de la indagación en el terreno, en la datación, en la comunicación satelital, en la confección de los esqueletos, en la clasificación de las herramientas, sino en el control y a veces, prohibición (!) de investigar en terrenos aledaños a donde efectuaron sus descubrimientos más revolucionarios.

Of course, ellos no son los únicos que proceden de esta guisa. Andrew Hill, catedrático de Antropología de la Universidad americana de Connecticut, acusó a un investigador de Kenia con educación inglesa, Martin Pickord, de “invadir” su “propio” lugar de excavaciones en la zona de Baringo, en las serranías de Tugen. Pickford contraatacó, negando la acusación y afirmando que detrás instigaba Richard Leakey, quien ya, en 1985, había expulsado48 a Pickford.

Otro de los factores y que no es despreciable, es el racismo, dado que la “línea” aconsejada por el keniano “britanizado” (cf. supra), quizá no obtenga “crédito” por haber sido conceptuada por un africano, enemistado con los poderosos Leakey. Traigamos a colación los que frente a evidencias palmarias, cimientan la idea de que no somos de África, sino de casi infinitos lugares y por supuesto, de la etnocentrista Europa49.

Obras consultadas

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López, Edgardo Adrián Remolinos y circunvalaciones. Elementos de materialismo crítico, derramado en 27 de enero de 2009 en la Biblioteca virtual de Derecho, Economía y Ciencias Sociales, dependiente del grupo EUMED.NET, Universidad de Málaga, Málaga, España, colectivo Dirigido por el Dr. Juan Carlos Martínez Coll. Se hace la salvedad que el título del palimpsesto fue abreviado por razones editoriales y de presentación. No obstante y sin los cambios de marzo de 2009, el texto puede consultarse en

http://www.eumed.net/libros/2009a/480/index.htm. ISBN-13: 978-84-692-0137-4, con depósito legal en la Biblioteca Nacional de España Nº 09/21487.

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