Contribuciones a las Ciencias Sociales
Junio 2009

 

EL EPISTOLARIO DE JOSÉ MARTÍ. LAS CARTAS A MARÍA MANTILLA
 


 

Duanys Hernández Torres
duanysh@uclv.edu.cu 




Resumen:

El epistolario tiene una marcada importancia en la obra martiana y desde el punto de vista teórico no existen muchos estudios que así lo avalen, por eso en este trabajo se analizarán algunas cartas de Martí en un período determinado, donde la labor política le robaba la mayor parte del tiempo. Es muy importante el estudio de las cartas martianas porque muestran al Martí que oscila desde la política comprometida hasta el amor entrañable.

El objetivo general de este trabajo es profundizar en el estudio del epistolario martiano. Entre los objetivos específicos se persigue determinar en las cartas dedicadas a María Mantilla en el período 1894-1895 la proyección ética martiana y demostrar la intensidad emocional de José Martí aún en años de profunda tensión política.

El desarrollo del trabajo cuenta con un primer epígrafe titulado El último quinquenio en la vida de Martí donde se abordan los hechos históricos más importantes en la vida de Martí entre 1890 y 1895. El segundo epígrafe se titula Las cartas de Martí y se analizan las cartas de Martí a María Mantilla entre 1894 y 1895 para reafirmar esa relación filial que unía a nuestro Héroe Nacional y a su ¨niña querida¨, incluso en los momentos de mayor actividad en aras de la lucha armada.

Palabras claves: epistolario, Martí, María Mantilla, consejos
  



Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Hernández Torres, D.: El epistolario de José Martí. Las cartas a María Mantilla, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, junio 2009, www.eumed.net/rev/cccss/04/dht.htm



1-Los últimos años en la vida de Martí

El último quinquenio en la vida de Martí tiene vital importancia desde el aspecto político en la historia de nuestro país. A partir de 1890 su vida política se hace mucho más intensa. Incluso una vida política no solo al servicio de Cuba sino de América Latina ya que en 1890 es nombrado Cónsul de Argentina y Paraguay respectivamente, en Nueva York. En este propio año pronuncia un discurso conmemorativo por el 10 de octubre y en su afán latinoamericanista es nombrado por el gobierno de Uruguay delegado a la Comisión Monetaria Internacional Americana, celebrada en Washington.

En 1891 aparece publicado en La Revista Ilustrada de Nueva York su ensayo Nuestra América, un texto vital para la comprensión de la unidad latinoamericana. Este propio año es nombrado Cónsul de Uruguay en Nueva York. Desde el punto de vista personal es muy importante porque su esposa e hijo arriban a Nueva York y están con él desde el 30 de junio hasta el 27 de agosto. Pronuncia nuevamente un discurso conmemorativo por el 10 de octubre y renuncia en este mes al cargo de Cónsul de Argentina, Paraguay y Uruguay, respectivamente.

El año 1892 es vital en la labor de Martí al frente de la labor revolucionaria de la guerra. Desde el propio inicio del año lo visitan los dirigentes de la Convención Cubana y les presenta sus ideas sobre la organización revolucionaria que él considera necesario formar. Presenta a José Francisco Lamadriz, José Dolores Poyo y Fernando Figueredo, un esbozo escrito por él, de los documentos que deberían regir la nueva organización: las Bases y los Estatutos secretos del Partido. Presenta los documentos ante un grupo de dirigentes de los clubes revolucionarios y en marzo aparece el primer número del periódico Patria, que él funda y dirige. El 10 de abril se realizan actos de proclamación del Partido Revolucionario Cubano (PRC). También en 1892 realiza una gira de intenso trabajo político por varias localidades donde se agrupan emigrados cubanos: Tampa, Cayo Hueso, Ocala y San Agustín. Viaja a República Dominicana, se entrevista con el general Gómez y le ofrece en nombre del partido, el mando supremo de la guerra. Después parte a Jamaica donde se reúne con emigrados y conoce a Mariana Grajales y María Cabrales, madre y esposa de Antonio Maceo, respectivamente.

En 1893 continúa su labor organizativa al frente del PRC. Viaja por varias ciudades estadounidenses y logra recaudar más de treinta mil pesos para la causa. Conoce en mayo a Rubén Darío a quien llama ¨hijo¨ y por quien sería considerado ¨Maestro¨ y pronuncia un discurso donde analiza el fracaso del levantamiento armado de los hermanos Sartorius, producido en Purnio y Velasco, en la región de Holguín de forma demasiado prematura. Del 25 de mayo al 3 de junio se entrevista con el general Gómez en Montecristi. En julio parte hacia Costa Rica a verse con Maceo y allá se entrevista con el presidente de esa república y también con su ministro de guerra.

El año 1894 es vital dando los toques finales para la contienda que se avecinaba. En los primeros días de abril el general Máximo Gómez acompañado de su hijo Francisco (Panchito), llega a Nueva York para mantener una conversación con él y evaluar personalmente los trabajos realizados. Al cumplirse el segundo aniversario del PRC es reelegido por unanimidad, Delegado del Partido. El 21 de abril Gómez parte hacia Santo Domingo, y deja a su hijo con Martí. Entre el 12 y el 30 de mayo durante su gira por Tampa, Cayo Hueso, Jacksonville, Waycross y Nueva Orleans sostiene entrevistas con los emigrados, informa a los Cuerpos de Consejo y habla en diversos actos.(1)

En junio parte a Costa Rica y se encuentra con Antonio Maceo. Allí también se reúne con los generales José Maceo y Flor Crombet. Después embarca hacia Panamá y de ahí parte hacia Jamaica donde permanece hasta su salida para Nueva York. En julio viaja de Nueva York a México, allí hace un viaje a Veracruz donde se reúne con los miembros de los clubes locales. En agosto parte hacia Nueva York y en los primeros días de octubre emprende su último viaje por las ciudades donde se encuentran los clubes de emigrados cubanos. El 8 de diciembre redacta y firma junto con Enrique Collazo y Mayía Rodríguez el plan de alzamiento que envían a la Isla. El 10 de diciembre ultima los detalles del que será conocido como Plan de la Fernandina. En este mes debido a la traición de Fernando López de Queralta, las autoridades estadounidenses se alertan acerca del plan.

La guerra es cuestión de días cuando rompe el año 1895, pero el 10 de enero una noticia estremece a Martí. Tres barcos cargados de armas con destino a Cuba, a cuya compra se había destinado buena parte de los fondos trabajosamente recabados durante tres años, son apresados en el puerto floridano de Fernandina o en viaje a él. Por un momento Martí queda abrumado, pero un abogado norteamericano amigo suyo logra recuperar parte del cargamento de armas. Además, la reacción en la Isla y en la emigración es más bien de sorpresa entusiasmada al conocerse la magnitud de los preparativos. Martí se rehace enseguida y el 29 de enero ordena el levantamiento para las próximas semanas.

El 30 parte de Nueva York a encontrarse a Gómez. El 24 de febrero estalla la guerra en distintos lugares de Cuba y el 26 recibe en Montecristi el cable que le anuncia el comienzo de la guerra. El 25 de marzo firman el documento conocido como el Manifiesto de Montecristi. Ese día escribe una importante carta a Federico Henríquez y Carvajal y otra en que se despide de la madre.(2) El 11 de abril el Nordstrand parte a las 11 de la mañana rumbo a Puerto Antonio, Jamaica. El capitán desvía la nave y se acerca a Cuba. Ya de noche, hacen descender un bote en el que ocupan sus puestos Gómez, Martí y otros cuatro revolucionarios. Tras grandes esfuerzos llegan a Playitas, cerca del poblado de Cajobabo.

El 15 de abril el general Gómez le informa a Martí que en Consejo de Jefes se ha acordado, a la vez que reconocerlo en la guerra como Delegado del Partido, nombrarlo- en atención a sus servicios y a la opinión unánime- Mayor General del Ejército Libertador. El 5 de mayo se reúnen en el ingenio La Mejorana los tres grandes jefes de la guerra. Hablan sobre la organización de la misma, y sobre ello discuten Martí y Maceo. Vuelve a plantearse la vieja discrepancia del 84 entre el mando militar y el mando político en la revolución. La idea de realizar la invasión a Occidente sí es compartida por los tres dirigentes revolucionarios. El 18 de mayo Martí escribe su última carta a Mercado que quedará inconclusa. El 19 cerca del lugar llamado Boca de Dos Ríos una columna española los sorprende. Martí, en contra de la orden de Gómez de quedar a la retaguardia, avanza con su ayudante Ángel de la Guardia al lado. Cae herido de muerte y la tropa cubana no puede recuperar el cadáver. Los españoles lo llevan a enterrar a Santiago de Cuba.

En esta última etapa de su vida el Apóstol concentró prácticamente todos sus esfuerzos en la preparación de la guerra del 95 y su apretada trayectoria en estos años así lo demuestra. A pesar de su labor organizativa siempre quedaba tiempo para escribirle a familiares, políticos o amigos.

2-Las cartas de Martí

En uno de sus trabajos acerca de Martí, Fina García Marruz (3) hace un acercamiento al epistolario martiano. Refiere Fina que en la más breve u ocasional de sus epístolas se siente al hombre entero y la vibración de la labor magna que se impuso. Las expresiones que le acuden con tanta frecuencia sobre todo en sus cartas últimas revelan, más que la prisa que lo hace excusar la brevedad, la altura y dimensión de ese vuelo.

No se puede contar, describir, analizar: es preciso participar; sus cartas participan prácticamente al contar sus vivencias. Lo primero que llama la atención en las cartas de Martí es que ninguno de los varios senderos por los que él transita (poeta, pensador, revolucionario) conforma de un modo exclusivo y por decirlo así “profesional” ninguna de sus cartas.

Sus cartas, cualesquiera que sea su propósito inmediato, apuntan siempre a uno más lejano y decisivo ir”regando”, como el decía, almas. Muchas de sus cartas revelan ese secreto acontecimiento de los hombres a quienes es preciso cuidarles el recelo con que obstaculizarían la obra de la revolución.

Para Fina García Marruz en las cartas de Martí también aparecen las dos tensiones contradictorias raramente coincidentes en el mismo hombre: la energía de hierro y la dulzura angelical, la capacidad de acción y el don poético, el poder analítico y el golpe de vista sintético, abarcador: es a la vez realista y trascendentalista, más soñador pero también más práctico.

Las circunstancias pueden ser adversas cuando escribe sus epístolas, pero no por eso le impedirán el buen ánimo trabajador. El que lee toda su correspondencia ve la fina captación psicológica que hace de cada corresponsal. El simple encabezamiento de la carta muestra a veces el matiz que va de la carta afectuosa al amigo pobre y, al amigo rico, en que el escrúpulo por parecer lisonjero y el temor de lastimar con una injusta distancia se resuelven en humorismo levemente ceremonioso.

Su estilo para la escritura epistolar se acerca más al tono coloquial que a la escritura literaria propiamente dicha. Aunque siempre hay algo normativo en las cartas de Martí, algo de maestro que no pierde la ocasión de enseñar con delicado disimulo, su tono es siempre entrañable.

La estudiosa plantea la división del epistolario martiano en dos grandes períodos: antes y después de su total entrega a la causa revolucionaria. En el primer tiempo que abarca aproximadamente hasta su renuncia a los consulados de Argentina y Uruguay y a la Presidencia de la Sociedad de Literatura Hispanoamericana en octubre de 1891, se sitúan las cartas más sosegadas de Martí. A partir de 1891 es la época de la entrega a la labor revolucionaria que le llevara la vida. Sus cartas últimas están todas henchidas de luz cubana.

Martí escribe en los últimos años de su vida más de 450 cartas y solamente en los cinco meses de 1895 que vivió; escribió 156 cartas, un promedio de más de una carta diaria. El epistolario es amplio y a sus cartas políticas(Máximo Gómez, Serafín Sánchez, Juan Gualberto Gómez, Gonzalo de Quesada) se unen las que le envía a amistades profundas(Manuel Mercado, Fermín Valdés Domínguez), las que escribe a su madre o sencillamente las que escribe a intelectuales conocidos en aquel momento( José María Vargas Vila, Joseph Pulitzer).

Sobresalen en esta etapa las cartas a María Mantilla, la niña querida que ha dejado en el que es casi su hogar neoyorkino, para ir a México, en viaje preparatorio de su partida final a las costas de Cuba. Martí encabezó las cartas a María llamándola: «María mía», «Maricusa mía», «mi niña querida». En ellas, combinó lo ético y lo estético con un paternal anhelo formativo, poniendo la ternura como elemento afectivo dominante. Le enseñó la armonía, el amor, el respeto humano, la devoción por el trabajo que da dignidad y libertad. Por eso le aconsejó fundar una escuela junto con su hermana Carmita porque «enseñar es crecer». Le sugirió que la actividad con dignidad era el único camino hacia la libertad: «para no tener que vender la libertad de su corazón y su hermosura por la mesa y por el vestido. Eso es lo que las mujeres esclavas -esclavas por su ignorancia y su incapacidad de valerse- llaman en el mundo ¨amor¨». Y entró a definir este sentimiento como «delicadeza, esperanza fina, merecimiento y respeto» (Cabo Haitiano, 9 de abril, 1895).

Según la propia Maria Mantilla (4) toda la educación que ella poseía se la debía a Martí: « Me daba las clases con gran paciencia y cariño, y cada vez que tenía que hacer un viaje, me dejaba preparado el itinerario de estudios que había de hacer en cada día durante su ausencia» Esta preocupación por la preparación intelectual de María, Martí la manifestó en sus cartas: «Ya lo sabré a mi vuelta, por el ejercicio en francés de cada día, que hayas escrito con su fecha al pie, por la música nueva» ( Waycross, 28 de mayo de 1894)

En aras de que afianzara sus conocimientos Martí deja espacio en sus cartas incluso para darle consejos acerca de la traducción del francés al español porque según refiere María: «El francés me lo enseñó de manera sencilla y fácil de comprender» Para Martí y así se lo deja saber a María: « La traducción ha de ser natural, para que parezca como si el libro hubiese sido escrito en la lengua a que lo traduces» Le pone varios ejemplos que demuestran que en francés hay palabras que no son necesarias en español: «Se dice,- tu sabes- il est, cuando no hay él ninguno, sino para acompañar a es, porque en francés el verbo no va solo: y en español, la repetición de esas palabras de persona,- del yo y él y nosotros y ellos,- delante del verbo no es necesaria ni es graciosa» Termina aconsejándole con respecto a este difícil ejercicio sobre : «el cuidado con que hay que traducir, para que la traducción pueda entenderse y resulte elegante,- y para que el libro no quede como tantos libros traducidos, en la misma lengua extraña en que estaba» (5)

Según María Mantilla: «su mayor afán eran mis estudios de piano. Su deseo era que yo llegara a ser una buena pianista- que nunca logré serlo, pero sí pude lograr tocar lo suficiente en aquellos años de niñez para proporcionarle a él muchos ratos de placer» Ese deseo de que su niñita trascendiera en al ámbito musical Martí también lo manifiesta en las cartas y le tiene de regalo algunas partituras: « ¿A qué no sabes que te llevo? Cuatro danzas lindas, de un señor de acá de México, a las cuatro hijas de mi amigo Mercado,-y una Melopea, a que Carmita la recite al piano,-y dos piezas muy finas sobre Ruy Blas y Carmen» (México, julio de 1894) La preocupación por la música aparece en otra de sus cartas:« A mi vuelta sabré si me has querido, por la música útil y fina que hayas aprendido para entonces: música que exprese y sienta, no hueca y aparatosa: música en que se vea un pueblo, o todo un hombre, y hombre nuevo y superior» (A borde del vapor Athos,2 de febrero de 1895)

La preocupación de Martí por la preparación de María es constante y le sugiere que aprenda de forma didáctica: «Y es que vayas haciendo como una historia de mi viaje, a modo de diccionario, con la explicación de los nombres curiosos de este viaje mío (…) Búscalo en el Larousse y en las geografías (…) El Larousse está en casa de Gonzalo y Blanche tiene un buen libro de Mitología. No se sabe bien sino lo que se descubre» (A borde del vapor Athos, 2 de febrero de 1895)

Él nunca se acercó a María como padre autoritario, sino comprensivo, aunque seguro de sus principios. La exhortó a practicar la caridad; a cuidar y a amar a los suyos, en especial a su madre: « Y no le dejes solo el pensamiento a tu mamá. Rodéala y cuídala» (19 de febrero de 1895) En sus cartas está latente el deseo de que María Mantilla cada día fuera mejor pero que acompañara a su madre y le brindara cariño y atención: «Que tu madre sienta todos los días el calor de tus abrazos» (Cabo Haitiano, marzo de 1895) Esa grandeza de la mujer que nos guía en la vida fue otra de las constantes en sus cartas: « Envuelve a tu madre, y mímala, porque es grande honor haber venido de esa mujer al mundo» (Cabo Haitiano,9 de abril de 1895)

Las cartas de Martí muestran esa relación filial y están colmadas de consejos que puede ofrecer el padre más sincero a la hija más querida: « No tengas nunca miedo a sufrir. Sufrir bien, por algo que lo merezca, da juventud y hermosura» (2 de febrero de 1895) Lo decía el hombre que estaba sufriendo por la situación de su país pero que estaba luchando por cambiarla y ese trabajo lo hacia sentir muy bien. Esta carta es fechada a pocos días del fracaso del Plan de la Fernandina y a pocos también del inicio de la gesta independentista. En esta propia carta le aconseja que no sea vanidosa y no se crea superior a los demás: «Es un pecado en este mundo tener la cabeza un poco más alta que los demás, y que hay que hablar la lengua de todos, aunque sea ruin, para que no hagan pagar demasiado cara la superioridad» En otra de sus misivas (9 de abril de 1895) le aconseja: «Pasa callada, por entre la gente vanidosa. Tu alma es tu seda» y en otra parte de esta misma carta le dice «Siéntete limpia y ligera, como la luz. Deja a otras el mundo frívolo: tu vales más»

En esta carta Martí le enseña a María que lo primordial está en los sentimientos de las personas. Es uno de los fragmentos más bellos en la escritura martiana y el lenguaje sencillo asombra por la profundidad que muestra: «Es como la elegancia, mi María, que está en el buen gusto, y no en el costo. La elegancia del vestido,-la grande y verdadera,- está en la altivez y la fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más poderío a la mujer, que las modas más ricas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, necesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere disimular lo poco. Quien siente su belleza, la belleza interior, no busca afuera la belleza prestada: se sabe hermosa y la belleza echa luz »

En varias cartas su deseo es que la niña solo vaya haciendo bien por la vida sin dañar a los demás: «Haz tú como yo: haz algo bueno cada día en nombre mío» (19 de febrero de 1895) Esta idea es una constante en su correspondencia: «No hagas nunca nada que me de tristeza, o yo no quisiera que tu hicieses» ( Cabo Haitiano, marzo de 1895) Martí solo quería que«pases por la vida pura y buena(…) Elévate, pensando y trabajando» como le refirió el 9 de abril de 1895.

Martí esperaba que María fuera esposa y madre; que fuera moral, culta, inteligente, libre. No le dijo que asistiera a la universidad, ni la instó a convertirse en erudita. Le reveló su preocupación por el hombre de quien ella se enamorara un día, con temor de que la deslumbrara una falsa apariencia humana.

Ese profundo amor que siente Martí por María Mantilla lo hace explícito en toda la correspondencia y hasta llega a sentir celos por la relación entre María y Fermín Valdés Domínguez: « ¿Con que Fermín es queridísimo, y yo no soy más que querido? Así dicen tus cartas. Yo me vengo de ti, queriéndote con todo mi corazón» (Waycross, 28 de mayo de 1894) Siente miedo de ser olvidado por la niña: « A mí, a veces, se me llena de lágrimas el corazón- Y me pongo a pensar, y me pregunto si tu me querrás así (…) Y yo, tiemblo de miedo de que tú no me quieras como aquí me quieren» (México, julio de 1894)

Su preocupación sigue latente y ante alguna duda de ella con respecto a su cariño reflexiona: « ¿Y cómo no te querré yo, que te llevo siempre a mi lado, que te busco cuando me siento a la mesa, que cuanto leo y veo te lo quiero decir, que no me levanto sin apoyarme en tu mano, ni me acuesto sin buscar y acariciar tu cabeza? ¿Y tú me olvidarás, o te distraerás de mí y querrás más a quien te quiera menos que yo?» (2 de febrero de 1895) En la despedida de esa carta deja bien claro lo que siente: «Pero nadie te quiere más, ni desea más verte y oírte que tu José Martí» Y lo manifiesta en la carta del 19 de febrero de 1895:« ¿Cuántos días hace ya que no te acuerdas de mí? Yo te necesito más, mientras menos te veo»

Una de las imágenes más bellas en sus cartas aparece en la del 20 de marzo de 1895:« ¿Y cómo me doblo yo, y me encojo bien, y voy dentro de esta carta, a darte un abrazo? ¿Y cómo te digo esta manera de pensarte, de todos los momentos, muy finos y penosos, que me despierta y que me asusta, y cada vez te ve con más ternura y luz?» En la carta del 9 de abril de 1895 es muy claro en lo que siente: « Yo amo a mi hijita. ¿En qué piensa mi hijita? ¿Piensa en mí?» En la propia carta vuelve a reafirmarlo: «Todo me es razón de hablar de ti, el piano que oigo, el libro que veo, el periódico que llega», Sentía la necesidad de verla en aquellos momentos de tanta tensión para él: «Si yo estuviera donde tú me pudieras ver, o donde ya fuera imposible la vuelta, sería orgullo grande el mío, y alegría grande»

Uno de los objetivos de estas cartas era darle a María instrumentos para sobrevivir ante el presagio de la muerte de él, repetido constantemente en las cartas. Por eso le enseñó a hacer traducciones del francés, y le enseñó la disciplina de cada tarea. La alusión a la muerte aparece en diferentes ocasiones: «A ver si piensas en mí, que te cuido y te quiero tanto, cuando todos estén alegres, y yo no esté donde tu estás» (Nueva Orleáns, 29 de mayo de 1894) El 9 de abril de 1895 en vísperas de tomar el barco que lo acercaría a las costas cubanas le escribe: « Estudia, mi María;-trabaja-, y espérame. Tengo la vida a un lado de la mesa, y la muerte a otro, y un pueblo a las espaldas:-y ve cuántas páginas te escribo» Ya Martí avizoraba la muerte al doblar de la esquina y sentía necesario comunicárselo a ella y prepararla para el duro momento.

En otra de sus cartas (19 de febrero de 1895) hace alusión por única vez de manera inteligente a la guerra que se avecinaba y otra vez la muerte ronda la nostalgia que emana de la sentencia: «Estás lejos, entusiasmada con los héroes de colorín del teatro, y olvidada de nosotros, los héroes verdaderos de la vida, los que padecemos por los demás, y queremos que los hombres sean mejores de lo que somos»

La despedida de María fue trágica y lírica ante la certidumbre de la muerte de la que no le mencionó la esperanza del "más allá". Quería ser para ella, aún después de muerto, una compañía positiva: «Y si no me vuelves a ver...pon un libro, el libro que te pido --sobre la sepultura. O sobre tu pecho, porque ahí estaré enterrado yo si muero donde no lo sepan los hombres. Trabaja. Un beso. Y espérame» (9 de abril de 1895).

Todas estas cartas evidencian las palabras de María: «Me siento orgullosa del cariño tan grande que el tenía por mí» Las cartas en este período histórico demuestran que como también dijera ella: «En medio de todas las agonías y preocupaciones que llevaba sobre sí, nunca le faltaba tiempo que dedicarme.»

Este trabajo demuestra que en el período 1894-1895 se evidencia la proyección ética martiana en las cartas enviadas a María Mantilla. Con el análisis de las cartas se demuestra la profunda intensidad emocional que une a Martí con María Mantilla. En las epístolas dedicadas a María Mantilla predomina el tono sentencioso, el consejo oportuno, y subyace el didactismo propio de la escritura martiana aún en momentos de tensión política. En estas cartas Martí con una gran sutileza prepara a María Mantilla ante el hecho de su inevitable muerte y la encamina con pasos firmes hacia el futuro.

BIBLIOGRAFÍA

• Fernández Retamar, Roberto e Hidalgo Paz, Ibrahim: José Martí: semblanza biográfica y cronología mínima, Editora Política, La Habana, 1983.

• García Marruz, Fina: «Las cartas de Martí» en Temas martianos, Departamento Colección Cubana, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 1969.

• Martí, José: Epistolario Tomo IV (1894), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993.

• Martí, José: Epistolario Tomo V (1894), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1993.

• Suárez León, Carmen: Yo conocí a Martí, Editorial Capiro, Santa Clara, 1998.

NOTAS

1. Por esta fecha escribe su primera carta a María Mantilla.

2. Estas cartas también demuestran la importancia que Martí le refiere a las epístolas, hasta en momentos cruciales de su vida.

3. García Marruz, Fina: «Las cartas de Martí» en Temas martianos, Departamento Colección Cubana, Biblioteca Nacional José Martí, La Habana ,1969.

4. Mantilla, María: «Recuerdos de mis primeros quince años» en Suárez León, Carmen Yo conocí a Martí, Editorial Capiro, Santa Clara, 1998, pp.106-108. Todas las notas referidas a María Mantilla que aparecen en el trabajo son tomadas de este libro.

5. Todas estas citas que aluden a la traducción también aparecen en la carta que redacta en Cabo Haitiano el 9 de abril de 1895.

 


Editor:
Juan Carlos M. Coll (CV)
ISSN: 1988-7833
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