Lianet Villa de la Fuente *
Vivian Gómez Varona **
Universidad de Ciego de Ávila Máximo Gómez Báez, Cuba
lianet.29@nauta.cuResumen
  El diagnóstico realizado en el municipio de Ciego de Ávila, a Psicólogos en  ejercicio, evidencia limitaciones para solucionar las demandas de ayuda personal  psicológica, por lo que se plantea como  objetivo de la investigación, en un primer momento, caracterizar el proceso de  formación de la competencia orientadora del psicólogo y sus particularidades en  el posgrado, lo que posibilita precisar las principales transformaciones del  objeto de estudio y carencias, sobre todo relacionadas con la construcción de  instrumentos para el perfeccionamiento de la dinámica de este proceso  formativo. 
  Palabras claves: formación del psicólogo,  competencia orientadora, 
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato: 
Lianet Villa de la Fuente y Vivian Gómez Varona  (2017): “La formación de la competencia orientadora del Psicólogo en ejercicio”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (septiembre 2017). En línea:
 https://www.eumed
.net/rev/caribe/2017/09/competencia-orientadora-psicologo.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1709competencia-orientadora-psicologo
Introducción
   La función social del psicólogo no ha hecho más que crecer  y ampliarse desde el surgimiento de esta profesión en el primer cuarto del  siglo XX. Resulta difícil enumerar todas las funciones  socialmente significativas que este profesional puede  desempeñar en los momentos actuales, por tal motivo su dinámica de  formación debe estar dirigida al desarrollo de capacidades, significados y sentidos acerca de la  profesión, con base en procesos de análisis, reflexión, crítica y  transformación de su práctica profesional. Se trata de  formar un profesional con criterios propios, con sólidas convicciones, poseedor  de una cultura acorde a las necesidades y realidades, en el contexto del mundo  contemporáneo.
   En Cuba se desarrolla esta concepción  revolucionaria de la Psicología que tiene  como objetivo más amplio y general la promoción de aquellos factores  cognoscitivos, afectivos y conductuales que favorecen la salud  y el desarrollo de las potencialidades del hombre en el ámbito familiar,  escolar y laboral en el marco de la sociedad  socialista. Lo anteriormente expresado implica que el Psicólogo concibe al  hombre de forma integral y actúa sobre el psiquismo en su participación en el  proceso salud-enfermedad teniendo en cuenta su condicionamiento social
   A pesar de estos antecedentes, en el Psicologo en ejercicio, se han evidenciado limitaciones consistentes en: ocasionalmente seleccionan de forma adecuada los  métodos y técnicas psicológicas para evaluar los casos, generalmente inician  las intervenciones psicológicas sin un diagnóstico previo de cada caso, no  siempre identifican el tipo de intervención que cada caso necesita, emplean  poco el lenguaje técnico y científico específico de la práctica psicológica, en  ocasiones incumplen con algunas normas que regulan la intervención psicológica  como la confidencialidad y el respeto a las diferencias individuales, existen  en algunos casos actitudes de rechazo ante determinadas  necesidades de ayuda profesional personal psicológica.
   Por lo que se enuncia como problema  científico de esta investigación: limitaciones que  presenta el Psicólogo en ejercicio para solucionar las demandas de ayuda personal psicológica.
   Se revelan como manifestaciones causales: 
Las causas antes mencionadas apuntan a la necesidad  de transformar el proceso de formación de la competencia orientadora del Psicólogo, objeto de estudio de la investigación. 
   En el estudio del objeto se descan los resultados  de Rodríguez (2007), que propone una estrategia para la preparación de los docentes con el fin de  que desarrollen las competencias profesionales en los estudiantes de la carrera  de Psicología y de Gómez y Vega (2012), que determinaron  las competencias profesionales a formar en el psicólogo, las  que en orden de importancia, según estas autoras, son: comunicativa,  orientadora, diagnóstico y evaluación, interventiva, investigativa, ética,  cognitiva, relacionales, resolutiva, trabajo en equipo y didáctica. Además Jhong (2012) precisó un  perfil de competencias de los estudiantes de Psicología.
   Gómez (2015) conceptualiza y  operacionaliza la competencia orientadora, reveló sus componentes estructurales y funcionales; así como los niveles de  dominio con sus correspondientes desempeños, modela el proceso de formación  de esta competencia en la carrera de Psicología teniendo en cuenta los aportes  anteriores y propone una estrategia  didáctica para su formación en los estudiantes de esta carrera.
   Las limitaciones de estas investigaciones radican  en los alcances de los aportes, pues sobre la base de la conceptualización y  operacionalización de esta competencia se requieren buscar los requerimientos  para dar continuidad a su formación en el posgrado, sobre todo porque se conoce  de las insuficiencias que aún presentan los egresados de las aulas  universitarias. 
   En la búsqueda de instrumentos que revelen acciones para la formación posgraduada de la competencia orientadora del psicólogo no se encontraron  evidencias que apunten a la sistematización  de la formación de esta  competencia, lo cual revela un insuficiente soporte metodológico para  desarrollar la competencia orientadora del psicólogo en el posgrado. Se precisa como campo de acción la dinámica del proceso de formación posgraduada de la competencia orientadora del Psicólogo. 
   En el proceso de sistematización epistemológica  y praxiológica del objeto y el campo de acción de esta investigación se  evidencia que existen insuficientes referentes metodológicos que revelen cómo desarrollar la formación de la  competencia orientadora del Psicólogo en el posgrado, teniendo  en cuenta su necesaria sistematización en el ejercicio profesional. 
   En el presente trabajo se caracteriza el proceso de formación de la  competencia orientadora del psicólogo y sus particularidades en el posgrado, precisándose  las principales transformaciones del objeto y carencias, sobre todo  relacionadas con la construcción de instrumentos para el perfeccionaiento de la  dinámica de este proceso formativo. 
Para precisar los cambios fundamentales que se producen en el proceso de formación de la competencia orientadora del Psicólogo inherente al proceso formativo de este profesional, teniendo en cuenta el estudio teórico realiazado, se definen los siguientes indicadores de análisis:
Se inicia el estudio a partir de 1961 porque es en  este año cuando se abre la  carrera de Psicología en la Universidad Central de Las Villas  y en 1972  en la Universidad de La Habana. Tres décadas  después, se extiende a la   Universidad de Oriente la apertura de esta carrera, debido a la creciente demanda de estos profesionales en el país.
   A partir del comportamiento de estos indicadores en el  estudio del proceso de formación de la competencia orientadora del Psicólogo a  partir de 1961, se precisaron cuatro  etapas, cada una marcada por un hito histórico que permite revelar las  insuficiencias, teórica y práctica,  desde las cuales se estructura la investigación. 
   Etapa  I: (1961-1975). Etapa de ausencia  de formación posgraduada e identificación de la orientación como función básica  profesional del psicólogo.
   En 1961 se abre la carrera de Psicología en la Universidad Central  de Las Villas Villas  y en 1972 en la Universidad de La   Habana. En  esta carrera se desarrolla el proceso formativo en vinculación con la práctica,   pero esta relación estaba dirigida más a la  realización de las actividades prácticas de impacto social, que respondieran a  las demandas sociales, y en función de las emergencias sociales; componente de  la formación de los estudiantes. 
   De la   Torre (2007), señala  que el carácter emergente en  la formación de los estudiantes de la  carrera de Psicología, está dado,  por dar solución a las demandas y emergencias sociales, lo  que es un rasgo distintivo de la etapa. En  función de estas emergencias se presentan estudios sobre la consejería y la  orientación, los que estuvieron influenciados por la prevalencia del paradigma  positivista, el que está presente en el proceso de diagnóstico y en el  tratamiento a las técnicas de intervención psicológica, estas últimas solo  desde lo académico, lo que también constituyó un rasgo en esta etapa. 
   Los contenidos de las asignaturas, en esta  etapa, se seleccionan y se organizan a partir de la Psicología Occidental  no soviética, y se asume una posición ecléctica en la búsqueda de estos.  Aunque había la claridad en lo que debían saber los estudiantes de la carrera  de Psicología, la no adscripción a un modelo teórico en particular, sino la  orientación de la   Psicología a la práctica y la solución de los problemas que  las demandas sociales iban imponiendo, fueron factores que influyeron en la no  relación inter y transdisciplinar de los contenidos de las asignaturas en la  formación del psicólogo.
   Se identifica la orientación como una de las  funciones a cumplir por el psicólogo, pero sin una intencionalidad a formarlo  como tal, además se encuentra permeada por el paradigma curativo, por lo que el  contenido de las asignaturas sigue siendo básicamente signado por el enfoque  clínico terapéutico.
   En los finales de los 70 se diseñó un proyecto  de formación postgraduada para los profesores de la ya Facultad de Psicología  de la Universidad de La Habana en coordinación con la Unión de Repúblicas Socioalistas Soviéticas  (antigua URRS), donde  existía un desarrollo  real de la psicología académica en diferentes universidades y el desfavorecido  estado de la psicología como profesión. 
   Como conclusión de esta etapa se puede plantear  que no se evidencia la adscripción a un modelo teórico particular en la  selección de los contenidos sino una clara orientación hacia la solución de los  problemas prácticos que las demandas sociales iban imponiendo. No se evidencian estudios de posgrado desarrollados  para la formación de esta competencia.
  Etapa  II: (1976-1990). Etapa de surgimiento de planes de  posgrado e inclusión de la orientación psicológica en las actividades prácticas  de la formación del Psicólogo.
   En el año 1976, con la  fundación del Ministerio de Educación Superior (MES), surge el Plan de Estudio  “A” con una concepción de la formación del profesional de la Psicología por  especializaciones (Clínica, Educacional, Laboral y Social). 
   Este Plan de Estudio  propició avances teóricos en el proceso de enseñanza-aprendizaje,  incrementándose la Práctica Laboral como componente esencial para la  sistematización de los contenidos y el desarrollo de habilidades. No obstante,  el empleo de la conferencia como tipo de clase preferente, limitó la vinculación  de las asignaturas con la práctica.
   La formación profesional tenía un fuerte  componente biológico en el estudio del desarrollo psicológico, en  detrimento de los aspectos sociales, lo que no garantizó la sistematización  dialéctica de la relación entre lo biológico y lo social.
   Un rasgo característico de este Plan de Estudio,  fue que el tratamiento de casos estuvo centrado en el diagnóstico psicológico  del individuo, no siempre acompañado de las acciones metodológicas propias de  la terapéutica y con una visión orientada desde la Psicología Clínica.
   En la década del 80 se le otorga al Ministerio de  Educación Superior (MES) la facultad de establecer los planes de posgrado, los cuales se dedicaron  fundamentalmente a la formación permanente y  actualización teórica sistemática del graduado universitario para el  perfeccionamiento del desempeño de su actividad profesional y académica.
   En el año 1981 se introduce el Plan de Estudio  “B”, el que no marcó cambios significativos con el Plan “A”, en la organización  de los contenidos, se mantenían una gran cantidad de horas clases lo que fue  expresión del metodologicismo de la época, esto influyó en la  desarticulación entre las actividades  académicas, laborales e investigativas. Pero a diferencia del Plan “A”, se reduce  el tiempo de conferencias, y se incrementan las horas dedicadas a otros tipos  de clases (seminarios, clases prácticas y laboratorios). 
   Su carácter distintivo con relación al Plan “A”,  radicó en el cambio hacia la formación del profesional con un perfil amplio,  que pudiera desempeñar un número más variado de funciones en una mayor  diversidad de campos de actuación. 
   Dentro de los objetivos generales de la  formación del profesional de la   Psicología, por primera vez aparece el saber hacer  orientación y asesoría a todos los niveles, así como el tratamiento a las  técnicas y procedimientos de la intervención psicológica a utilizar en los  diferentes grupos etarios, tanto en el plano laboral, como educativo, familiar,  sexual, matrimonial, e individual, pero solo desde lo académico, pues fue un  Pan de Estudio, que a pesar que contenía la práctica pre profesional,  esta se caracterizó por ser limitada y no tenía relación con la formación  académica. Aparece en el Plan de Estudio “B” la orientación psicológica como tema de los  contenidos de la asignatura Diagnóstico Psicológico y Orientación, y solo desde  ésta se le da tratamiento, pero desde lo académico.
   Se incluye la orientación psicológica como una  de las habilidades profesionales del psicólogo, declarada desde el Plan de  Estudio, pero con insuficiente vínculo con la práctica y con los contenidos de  otras asignaturas. No se incorpora la orientación psicológica como asignatura  continuando diluida en las limitadas prácticas. Se inicia la formación posgraduada, pero fundamentalmente  como actualización en Temas de Psicología.
   Etapa  III: (1991-2001). Etapa de inicio  de modalidades de formación académica en el postgrado y surgimiento de la  orientación psicológica como asignatura independiente en la carrera de  Psicología.
   Se introduce en esta etapa el Plan de Estudio C  (curso escolar 1991–1992), en el que la formación de los estudiantes de  Psicología se vio enriquecida. Por primera vez se cuenta con un modelo  curricular propio de la   Educación Superior Cubana, denominado "Modelo curricular  de los procesos conscientes", con ayuda de un sistema de leyes y  categorías se explicaba el proceso de formación profesional, con un enfoque  sistémico estructural, dialéctico y genético, apoyado sustancialmente en la  teoría de la actividad.
   Su significación, para la carrera de Psicología,  radicó esencialmente en la eliminación del academicismo existente en los planes  anteriores, apreciándose una notable reducción de las horas clases de  conferencias e incremento de las dedicadas a las actividades docentes de  carácter práctico, aumento de la relación entre la teoría y la práctica; y  además la presencia del enfoque interdisciplinario.
   Se distingue la formación de habilidades  profesionales y parte de las concepciones del perfil amplio en la formación, de  la sistematicidad y del papel rector de los objetivos en el proceso  enseñanza–aprendizaje. (Horruitiner, 2009)
   Este nuevo Plan de Estudio representó un salto  cualitativo con relación al Plan B, su objetivo más general fue la formación de  un profesional de perfil amplio, se parte de relaciones armónicas entre los  problemas, el objeto, las esferas, los campos y los modos de actuación  profesional.
   En cuanto a la orientación psicológica, es por  primera vez que se introduce como asignatura dentro de la disciplina Procesos  Básicos. En los contenidos se plantea el estudio de diferentes enfoques y  modelos teóricos en la comprensión y repercusión de la definición teórico y  práctica de la orientación, sin embargo en la impartición de éstos  se toma solo como referente teórico el estudio del Modelo Referencial de  Alternativa Múltiple (Calviño, 2000), en el que se particulariza desde este  referente el proceso de potenciación de la subjetividad individual y concreta  su aplicabilidad en la esfera de actuación clínica.
   En este Plan de Estudio aparece por primera vez la Orientación unido a la Prevención y la Asesoría como campo de  actuación del profesional de la   Psicología; y la orientación, asesoría y consejo como una  capacidad a formar en el estudiante, sin embargo no aparece explícito como un  objetivo ni de la carrera ni del año en que se imparte la asignatura.
   Como aspecto fundamental para lograr la excelencia  del claustro universitario, se inician las especialidades y maestrías. Estas  modalidades de formación académica en el postgrado constituyen un paso de  avance, por cuanto tienen como eje fundamental la investigación científica  vinculada con la práctica profesional, lo que lleva a vincular lo académico,  laboral e investigativo desde el posgrado.
   En el año 1998 se produce un proceso de  perfeccionamiento de este Plan de Estudio C, surgiendo así el Plan C  perfeccionado, caracterizado por un proceso de profundización y actualización  de lo ya logrado en el Plan C, manteniendo su estructura por niveles,  disciplinas y su concepción de perfil amplio. 
   Las asignaturas pertenecientes a la disciplina  Principal Integradora permiten sistematizar la práctica laboral e investigativa  como momento de integración de conocimientos y habilidades que tuvieron como  objetivo lograr la integración. Sin embargo, aunque se plasmó la  intencionalidad y la necesidad de la integración interdisciplinaria, la  concepción de los objetivos continua siendo fragmentada lo que limita la  comprensión de la integración y la inter y transdisciplinariedad. Se  continuó llevando a cabo el proceso de enseñanza-aprendizaje de la orientación  psicológica igual que como estaba en el Plan C.
   La solución entre lo biológico y lo social a  niveles teórico y práctico ha sido dicotómica, y así aparece en los diferentes  programas de las disciplinas y de las asignaturas en los diferentes años de la  carrera, lo que significó la realización de una práctica dirigida a ilustrar la  teoría y no siempre con carácter interventivo, sino con el objetivo de  satisfacer las necesidades de las instituciones en las que se realizan dichas  prácticas.
   En esta etapa aunque se logra que la orientación  psicológica sea concebida como una asignatura independiente, su formación sigue  siendo fragmentada en lo teórico y práctico apuntando solo hacia la esfera de  actuación clínica. Se inician las  especialidades y maestrías que constituyen un paso de avance en la formación  posgraduada, por cuanto tienen como eje fundamental la investigación científica  vinculada con la práctica profesional, lo que lleva a vincular lo académico,  laboral e investigativo desde el posgrado. (MES, 2004)
   Etapa  IV: (2002 a la actualidad). Etapa de sistematización  de la formación académica para la formación de grados científicos y  consolidación de la formación del psicólogo como orientador.
   A partir del año 2002 la nueva Universalización  de la enseñanza, la   Municipalización de la Educación Superior,  y el paradigma de la   Universidad para Todos, contribuyó a un cambio renovador y  acentuar las transformaciones en la universidad cubana, y en especial en la  formación del psicólogo. De esta forma se perfecciona el modelo pedagógico de la Educación Superior,  que contribuyó a lograr que la enseñanza universitaria se extienda a todos los  ciudadanos.
   En el año 2004 se pone en práctica  el Reglamento de posgrado vigente la Resolución 132/04). Teniendo en cuenta la estructura del posgrado, se  trabaja en la sistematización de la formación académica para la formación de  grados científicos.
   Se puso en práctica el  Plan de Estudios “D”, a partir del curso 2009-2010. En este Plan de Estudio, el  modelo de formación del psicólogo, propuesto por la Comisión  Nacional de Carreras (2009), privilegia la autopreparación  del estudiante, el que procede de diversas fuentes de ingreso; así como la  orientación de los docentes, por la heterogeneidad del claustro a tiempo  parcial. 
   Contempla este Plan, dentro de sus indicaciones,  un modelo de perfil amplio, que promueve un mayor protagonismo y autonomía en la  formación de los estudiantes de la carrera de Psicología, lo que implica el  perfeccionamiento de su proceso de enseñanza-aprendizaje, basado en la  necesidad de una formación básica más profunda que le permita a los  estudiantes, una vez egresados, resolver los principales problemas presentes en  los diferentes campos de actuación profesional, así como  los relacionados con su formación integral como persona, y su preparación para  acometer tareas propias de la profesión, es decir, un profesional de la Psicología comprometido  con la práctica social y competente ante las demandas de ayuda profesional  personal psicológica. 
   Se aprecia un reconocimiento de la orientación  psicológica, como función esencial y básica del psicólogo, cambiándose la  asignatura Orientación Psicológica de la disciplina Procesos Básicos, a la  disciplina Principal Integradora Práctica de Producción, como espacio de  integración que articula los objetivos de la formación y los contenidos de la  enseñanza de la carrera, en función del desarrollo de los modos de actuación  del profesional de la   Psicología.
   No obstante, no se ha logrado una formación  académica intencional y sistematizada con respecto a los contenidos desde una  perspectiva inter y multidisciplinar, y con un eje  transversal en la formación del psicólogo, lo que ha provocado que esta tenga  un carácter autodidacta o postgraduada. 
   La asignatura Orientación Psicológica, a pesar  de haberse cambiado de disciplina, mantiene el mismo fondo de tiempo,  estructura de los contenidos y de los objetivos, solo se modifica la forma de  evaluación final, de un examen escrito, al estudio de caso y un cuestionario de  aprendizaje de la asignatura.
   La disminución de las horas clase, menos tiempo  dedicado a la presencialidad, el aumento en las actividades grupales, la  disposición de más tiempo para fortalecer las tareas que  refuercen su auto aprendizaje y su auto preparación, quedando incluidos los  métodos profesionales para la orientación psicológica como contenido de la  práctica laboral investigativa, aunque solo desde la asignatura Orientación  Psicológica; favorece la profundización en la orientación psicológica como modo  de intervención y su concreción en la ayuda psicológica a la subjetividad  individual y grupal, aunque no así en lo social y lo institucional.
   La Práctica pre-profesional  es concebida a través de los propios perfiles y espacios laborales en los  cuales actúan los estudiantes, implica que las prácticas de orientación  psicológica se consideran en función de estos espacios, pero intencionada desde  el campo de acción de la   Psicología Clínica a partir que la formación teórica de los  estudiantes está sustentada en el Esquema Referencial de Alternativa Múltiple,  lo que no permite aprovechar esta práctica en función del desarrollo de  competencias indispensables para la realización de intervenciones psicológicas. 
   De forma general, esta es una etapa en la que se  ha ido perfeccionando el proceso de enseñanza-aprendizaje de la orientación  psicológica reconociéndola como función básica y esencial del profesional de la Psicología, lo que ha  hecho posible que se introduzca como una asignatura independiente en el Plan de  Estudio, que comprende la necesidad de dar respuesta a las demandas  sociales, y con una intencionalidad hacia la formación del psicólogo como  orientador. En el posgrado se fortalecen  las formas de formación académica con la puesta en práctica del nuevo  Reglamento de posgrado, pero aún es insuficiente la formación en el puesto de  trabajo. 
   En general, el análisis de los indicadores por  etapas, reveló que el proceso de formación de la competencia orientadora en los  estudiantes de la carrera de Psicología ha transitado desde:
Todo este análisis, desde el punto de vista de  la presente investigación, conlleva a la reflexión sobre la necesaria formación  del psicólogo como un orientador competente de forma continua en el pre y posgrado, que permita con eficiencia dar solución a las  demandas de ayuda profesional psicológica que requieren de la orientación  psicológica como recurso interventivo. 
   El proceso de formación de las competencias  profesionales del Psicologo se desarrolla desde los estudios de pregrado y tiene como resultado un profesional con un nivel de  desempeño que posibilite asumir de forma creadora e innovadora los roles socio  profesionales que se le adjudican una vez egresados de la Educación Superior.  Este proceso ha sido estudiado en diferentes contextos y  países. En algunos como Canadá, España, Reino Unido, Alemania, México,  Colombia y Perú, han adoptado de una u otra forma la formación del psicólogo  por competencias. 
   Las competencias se entienden como actuaciones  integrales para identificar, interpretar, argumentar y resolver problemas del  contexto con idoneidad y ética, integrando el saber ser, el saber hacer y el  saber conocer. (Tobón, 2013)
   La categoría competencia, como constructo  psicológico, integra en su estructura y funcionamiento a los conocimientos, las  habilidades, los valores, motivaciones y recursos personológicos que se  relacionan y combinan según las condiciones y características del sujeto, del  contexto en el que se desenvuelve y de la actividad específica a realizar. (Castellano,   2003; Colunga, 2005, González, 2006; Tobón, 2006a, 2008, 2010). 
   En Cuba, Rodríguez, (2007),  propone una estrategia para la preparación de los docentes con el fin de que  desarrollen las competencias profesionales en los estudiantes de la carrera de  Psicología; Gómez y Vega (2012), determinaron las competencias profesionales a  formar en el psicólogo, las que en orden de importancia, según estas autoras,  son: comunicativa, orientadora, diagnóstico y evaluación, interventiva,  investigativa, ética, cognitiva, relacionales, resolutiva, trabajo en equipo y  didáctica; y Jhong (2012) precisó un perfil de competencias de los estudiantes de  Psicología. 
   Dentro de ellas un rol incuestionable lo juega  la competencia orientadora por ser una función esencial para el accionar del  psicólogo independientemente del área, modo o campo de actuación en la que este  se desempeñe. 
   El desarrollo de esta competencia tiene como  referente filosófico la concepción de la complejidad de la actividad humana: La  actividad humana se entiende como aquel modo específicamente humano mediante el  cual el hombre existe y se vincula con los objetos y procesos que le rodean, a  los cuales transforma en el curso de la misma, lo que le permite a su vez  modificarse a sí mismo y edificar el propio sistema de relaciones sociales en  el que desenvuelve su vida. La misma se caracteriza por su naturaleza social.
   Desde lo sociológico se retoman las consideraciones  de Doll (2004) sobre cómo la sociedad y la cultura afectan el desarrollo de  competencias: inhibiendo el cambio a través del poder de la tradición,  acelerando el cambio que surge de los cambios sociales y culturales, y  aplicando presiones que se originan en los segmentos principales de la sociedad  y la cultura.
   Según Gómez (2015) cuando el profesional Psicólogo  posee la competencia orientadora, debe ser capaz, a través de un proceso de  comunicación, de establecer relaciones de ayuda profesional en los distintos  niveles (individual, grupal, institucional) y en cualquier campo de acción, que  facilite el cambio personal y promover con eficiencia el conocimiento de las  posibilidades del o de los sujetos para que puedan formular sus proyectos de  vida, el desarrollo de las potencialidades, lograr ejecutar con éxito la toma  de decisiones y tener éxito en las actividades que se deben de enfrentar en la  vida cotidiana y en cualquier momento del ciclo vital de desarrollo,  brindándole los medios y recursos psicológicos necesarios para lograrlo.
   Los contenidos revelados en esa definición son  propios de la asignatura Orientación  Psicológica en la carrera de  Licenciatura en Psicología, sin embargo, la   autora antes mencionada establece un construco teórico para el  desarrollo de esta competencia desde la práctica profesional psicológica.  Considera que su formación debe lograrse a lo largo de toda la carrera, la cual se convierte en  el instrumento fundamental para la solución de los problemas profesionales.
   Es característico, en  la formación del psicólogo cubano, que se conciba la apropiación de los saberes  relacionados con la orientación psicológica, desde un modelo pedagógico en el  que prevalecen los intereses y perfiles de aprendizaje desde una visión  externalista basada en lo que se percibe como necesario a lograr en los  estudiantes. (Calviño, 2002)
   Esta visión deja a un lado las potencialidades  reales para un desarrollo coherente con la formación de la competencia  orientadora, que conduzca a realizar intervenciones psicológicas en las esferas  de actuación profesional de la Psicología Clínica y de la Salud, la Psicología Social,  la   Psicología Organizacional y la Psicología Educativa;  y que resulte de una práctica cotidiana, con el propósito de  fomentar una actitud propicia para la orientación psicológica desde la propia  dinámica de ejecución del proceso formativo.
   Es por ello que se coincide con Gómez y Fleites (2013), cuando se refieren a  la necesidad de integración de la  orientación psicológica a los componentes académico, investigativo y laboral,  de modo que se modelen las relaciones entre la docencia, la ciencia y la  profesión en el período de formación profesional, el cual adopta diversas  formas de manifestarse en la formación de la competencia orientadora del  psicólogo, desde el primer año de la carrera 
   Se convierte entonces en una necesidad,  trascender desde la identificación de la orientación psicológica como una  asignatura, que resume en lo académico los conocimientos relacionados con la  orientación, en lo laboral la práctica orientadora y en lo investigativo el  trabajo relacionado con los estudios de casos; logrando una plena integración  entre los mismos; hasta las diferentes disciplinas del plan de estudio, que  permitan, desde cada una de ellas y entre todas, lograr el vínculo con la  actividad laboral, a partir de problemas seleccionados del perfil profesional y  resueltos utilizando para ello conocimientos y métodos propios de la  orientación psicológica, pero además se requiere  consolidar la formación de esta competencia en el postgrado, en esenarios  reales.
   Todo ello justifica la necesidad de una  formación profesional permanente la que ha de concebirse como un sistema, que  garantice su coherencia y unicidad, desde el primer año de la carrera hasta la  etapa de formación postdoctoral (Bermúdez y Pérez, 2016).
   La formación posgraduada es definida por la Organización de las Naciones  Unidas para la educación, la ciencia y la cultura (UNESCO), como un proceso de  formación permanente, dirigido a la revisión y renovación de conocimientos,  aptitudes y habilidades previamente adquiridas, determinado por la necesidad de  actualizar los conocimientos como consecuencia de los cambios y avances de la  tecnología y de las ciencias.
   La Teoría de la Educación de Avanzada,  por su concepción en la educación posgraduada, puede contribuir a la superación  en el puesto de trabajo, cuestión esencial en la consolidación de la  formación de esta competencia, pues concibe la formación del profesional como proceso permanente y  continuo. Debe producirse durante toda la vida, lo que requiere de una adecuada  estrategia de superación. Centra su atención en las fuerzas laborales, con el  propósito de la producción de conocimientos con una intención creadora, en  función de las motivaciones profesionales en un contexto social determinado  para lograr la satisfacción personal, social y ecológica. (Añorga, 1994)
   Este proceso debe ser aprovechado para dar  continuidad a la formación de la  competencia orientadora inherente  al profesional de Psicología, lo que contribuye a un comportamiento responsable en las situaciones de ayuda  profesional personal psicológica, donde  pueda regirse por determinados  parámetros de desarrollo: comprensividad, tolerancia, respeto a la  individualidad, respeto al derecho ajeno, empatía, racionalidad emotiva,  asertividad, confianza en sí mismo, profesionalidad, sensibilidad, autenticidad  y dominio de las herramientas que le posibiliten cumplir con su función de  intervención psicológica; o sea, un profesional que conozca qué hacer con el  conocimiento científico y de este extraer propuestas, no solo  técnicas, sino de progreso científico; integre en  el continuo teoría práctica los problemas a que se enfrente; sepa no solo  adaptarse a los cambios futuros, sino ser promotor de cambios, en el marco del  proceso de enseñanza-aprendizaje. 
   En este proceso continuo  de la formación de la competencia deben tenerse en cuenta las relaciones  reveladas por Gómez (2015) en la construcción teórica antes referida: 
Tener en cuenta estas relaciones en el proceso de formación de la competencia orientadora en el posgrado contribuye a atenuar las limitaciones que presenta el Psicólogo en ejercicio para solucionar las demandas de ayuda personal psicológica.
** Doctora en Ciencias Pedagógicas. Profesora de la Facultad de Ciencias Pedagógicas de la Universidad de Ciego de Ávila, Cuba. Dirección Postal: Ceballos, Ciego de Ávila, Cuba. Email: viviangv@sma.unica.cu
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