Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


SUZY CASTOR. HAITÍ, HISTORIA Y DESTINO

Autores e infomación del artículo

José Antonio Escalona Delfino *

Lídice Duany Destrade **

Universidad de Oriente, Cuba

lidiced@uo.edu.cu

Resumen
Entre los intelectuales haitianos no solo interesados en el análisis de los problemas sociales que han afectado y afectan a la hermana nación haitiana, sino ocupados en que se produzcan cambios se encuentra Susy Castor; historiadora, politóloga y activista de los derechos humanos cuya la labor teórica y práctica la sitúan en la vanguardia del pensamiento sociopolítico progresista de América Latina y el Caribe.  Dirigir la mirada a la peculiar manera de teorizar sobre el proceso de forja de la cultura e identidad nacional del pueblo haitiano y como percibe la cotidianidad de la vida sociopolítica haitiana y su devenir Castor, es de particular significación para entender el presente haitiano y proyectar su futuro.
Palabras claves: Historia, cultura, filosofía política, Suzy Castor
Abstract
Among the Haitian intellectuals not alone interested in the analysis of the social problems that have affected the sister Haitian nation, but occupied in that changes take place Susy Castor she is a historian and activist of human rights whose the theoretical  and practice works, she is located  in the vanguard of the progressive social , political thought of Latin America and the Caribbean.  To direct the look to the peculiar way of theorize of Castor about the process of formation of the culture and national identity of the Haitian town and how perceives the day-to-dayness of the Haitian social political life and their becoming, it is of particular significance to understand the Haitian present and to future project.
Key Words: History – culture – political philosophy – Suzy Castor

Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:

José Antonio Escalona Delfino y Lídice Duany Destrade (2017): “Suzy Castor. Haití, história y destino”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (julio 2017). En línea:
https://www.eumed.net/rev/caribe/2017/07/suzy-castor-haiti.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/caribe1707suzy-castor-haiti


El presente artículo – SUZY CASTOR. HAITÍ, HISTORIA Y DESTINO – no tiene como objetivo primario indagar en el pasado o el presente de la hermana nación haitiana, ni analizar las diferentes corrientes ideológicas y sus tendencias, con las cuales se relaciona el movimiento social; tampoco valorar la complejidad de su estructura socioeconómica. Su propósito consiste, en tratar de aproximarnos, someramente, a como Castor, introspecciona y teoriza, sobre algunos procesos y acontecimientos vitales que han intervenido en la forja de la cultura e identidad nacional de ese pueblo, y como percibe la cotidianidad de la vida sociopolítica y su devenir. Planteado así el asunto, el carácter ensayístico que se declara, hace que la complejidad salte a la vista, pues lo que se reflejará será la apreciación del autor de este trabajo, sobre que presupuestos, la historiadora, politóloga y activista de los derechos humanos, ve e interpreta cuestiones fundamentales relacionadas con el pasado y el presente de esa nación caribeña. Detrás de lo anterior subyacen realmente, dos motivaciones: la primera, acercarnos a determinados aspectos cosmovisivos de su pensamiento; y la segunda, que justifica el riesgo o vulnerabilidad de la primera, es contribuir a promover e incentivar el conocimiento, sobre una personalidad, – a nuestro juicio – insuficientemente estudiada, y que sin lugar a dudas, se ubica, por derecho propio, en los primeros planos del pensamiento social contemporáneo, desde una perspectiva crítica sobre la realidad de su país y de la región, en general. En tal sentido, es una invitación a adentrarse en su ideario.
Suzy Castor (1936) nos entrega, a través de su praxis, una percepción comprometida y autentica de las coyunturas por las cuales ha transitado su patria, desde el acto fundacional hasta nuestros días.
Comenzaremos por plantear, que en sus concepciones y pautas interpretativas están inmanentes, sin restarle un ápice de originalidad, la influencia del pensamiento emancipatorio de los siglos XIX y XX, como herencia cultural de un patrimonio común, dado que los pueblos que hoy componen, lo que Martí llamó: “Nuestra América” (concepto, que a nuestro juicio, es el que mejor los integra), han sido protagonistas o sujetos de una historia semejante, caracterizada por la acción depredadora, enquistante y hasta degenerativa de los colonialismos, las oligarquías domesticas y las políticas imperiales. En esta raigambre está anclado el perspectivismo axiológico y político, de Suzy Castor, más allá del antillanismo noble, inteligente y patriótico que insufló para bien, a muchos de nuestros próceres.
Suzy Castor no solo es una prestigiosa historiadora e investigadora social haitiana de su país y del Caribe, sino una destacada activista social, preocupada por los sectores más humildes y desfavorecidos en donde la situación y el destino de los refugiados e inmigrantes ha ocupado, durante un buena trayectoria, una singular atención suya, en particular, los procedentes de Sudamérica y Centroamérica, en México; y los haitianos en la República Dominicana. Con la misma intensidad, se ha pronunciado por una mayor participación de la mujer en el escenario político, aunque considera como una benéfica “mutación”, su incremento desde 1986 en la sociedad haitiana.
Graduada en 1958, en Ciencias Sociales en la Escuela Normal Superior de su país, tuvo que someterse, junto a su esposo Gerard-Pierre Charles, a un  exilio político en México, de más de 30 años, presionada por el régimen duvalierista. En la Universidad Nacional Autónoma de México, hace su doctorado en Historia, e imparte docencia en las facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Políticas, fundando en 1972, el Centro de Estudios del Caribe, en la Facultad de Ciencias Políticas y cuatro años más tarde, la revista Caribe contemporáneo (1976).
Tras la caída de Baby Doc, regresa a su patria y crea con Gerard-Pierre Charles, el Centro de Investigaciones y de Formación Económica y Social para el Desarrollo (CRESFED). Fue vicepresidenta de la Asociación de Historiadores de América Latina y miembro del Tribunal Permanente de los Pueblos. Actualmente dirige la fundación Gerard-Pierre Charles e integra el comité académico del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Ha escrito numerosos trabajos en calidad de autora, coautora o compiladora. De su autoría, se destacanLa ocupación norteamericana de Haití y sus consecuencias (1915-1934) en 1978; Puerto Rico: una crisis histórica (1979);y Migraciones y relaciones internacionales. El caso haitiano-dominicano (1987). Además ha publicado decenas de artículos en diferentes revistas científicas internacionales. Entre ellos se encuentran: “El combate por la democracia en América Latina”, “El significado de la revolución de Saint-Domingue”, y “La transición haitiana: entre los peligros y la esperanza”. Se destacan las profundas valoraciones realizadas en innumerables entrevistas charlas, ponencias, cursos y conferencias para distintos instituciones académicas, medios de difusión, congresos y otros espacios científicos y sociales.
En el análisis de la producción intelectual de Suzy Castor pueden distinguirse tres grandes focos temáticos de interés, estrechamente vinculados entre sí, que se corresponden con tres momentos de la historia de Haití.
1. Desde el nacimiento de la colonia hasta la independencia en 1804.
2. Desde la ocupación norteamericana de 1915 hasta el derrumbe de la dictadura de la dinastía duvalierista.
3. Desde la instauración del gobierno de Bertrand Aristide hasta la actualidad.
La imbricación que tienen estos temas entre sí, en su obra, revela rasgos metodológicos medulares en su acercamiento a los fenómenos históricos-sociales, tales como:

  • Asumir los hechos en su heterogeneidad, pero no de una forma aislada, sino en sus múltiples conexiones contextuales e intercontextuales. No desligando lo interno de lo externo, lo cual, no significa privarlos de autonomía
  • Estudiarlos en su génesis y desencadenamiento lógico; lo cual no excluye una armónica articulación entre el enfoque diacrónico y sincrónico
  • Concebirlos en su totalidad como procesos; sin despojar de rol al carisma de las grandes líderes.
  • Visualizar la universalidad de ellos, a través de su especificidad.

 En el trabajo: “Significado histórico de la revolución de Saint-Domingue”,  la investigadora destaca como esta revolución constituyó un hito en la historia universal, al incidir profundamente en la vida de América, África y Europa como continentes involucrados en el tráfico comercial de la trata negrera. En el mismo, se aborda la excepcionalidad de este acontecimiento de liberación anticolonial y antiesclavista, al engendrar al primer país independiente de América Latina, hecho de especial connotación para el proceso de emancipación de los restantes enclaves coloniales de la región. Cuestión que, a su juicio, no siempre ha sido tratada con toda la envergadura que merece, ya que
[…] los fundamentos ideológicos de la esclavitud, del colonialismo y del racismo fueron sacudidos en sus cimientos, trastocando el propio contexto ideológico donde se habían formados personalidades, tales como: Toussaint Louverture, Dessalines, Petion y Christopher; lo que la lleva a concluir, que la connotación de tal suceso, “fue más allá de lo que muchos de la época podían entender. (Castor, 2004:207)

Lo anterior, ya anuncia otra de las cualidades de su quehacer historiográfico y político: la honestidad científica de su partidismo. En sus análisis, impera el apotegma: “Al pan, pan y al vino, vino” lo cual puede constatarse, cuando sin tapujo alguno, señala los aspectos menos indagados (o mas solapados) especialmente por la historiografía occidental. Como es el caso de la victoria del ejército haitiano sobre las tropas napoleónicas, superiores en experiencias y tecnologías bélicas, la cual atribuye a factores subjetivos tan esenciales, como el predominio de la unidad en el pueblo por encima de las diferencias y en la conciencia de que todo el mundo tiene derecho a vivir y a soñar. (Castor, 2004)
Al exponer estas ideas, parafraseándolas cuidadosamente para no distorsionar el espíritu de la letra, nos podemos percatar como la analista hace énfasis en la unidad como un factor determinante de todo cambio social; aspecto cardinal de su manera de ver el desenvolvimiento socio-histórico, tan concurrente y controversial en el discurso y el hacer libertarios de los últimos doscientos años. Unidad que ha sido la gran ausente, en momentos trascendentales de nuestra historia.
La manera de tratar este aspecto, tan sensible para los proyectos integracionista que se gestan actualmente entre gobiernos progresistas de nuestro continente, lo revalida y le infiere un poder de convocatoria, semejante al que inspirara al chileno Francisco Bilbao, en 1856, al decir:
Uno es nuestro origen y vivimos separados. Uno mismo nuestro bello idioma y no nos hablamos. Tenemos un mismo principio y buscamos aislados el mismo fin. Sentimos el mismo mal y no unimos nuestras fuerzas para conjurarlo. Columbramos idénticas esperanzas y nos volvemos las espaldas para alcanzarlas. Tenemos el mismo deber y no nos asociamos para cumplirlo. (Escalona, 2006: 56)
Son muy agudas las apreciaciones de Castor perfiladas en torno a como la proclamación de la independencia haitiana, en enero de 1804. Destaca como este hecho fue visto como un mal ejemplo por las potencias occidentales, quienes como castigo trataron de aislarla y asfixiarla; lo cual no fue obstáculo luego,  para apoyar en todos los órdenes al movimiento libertario decimonónico que se gestó en Hispanoamérica, en el que la ayuda prestada por  Petión a Bolívar fue emblemática. Dolida en su sensibilidad identitarea, nos recuerda cómo, a la recién nacida república, Francia les  exigió el pago de una indemnización a los esclavistas expropiados que durante muchos años alcanzó aproximadamente el 60% de sus ingresos fiscales, lo cual constituyó, a su juicio, el principio del fin de una opción propiciadora de un desarrollo local.
En este ámbito,  la intelectual haitiana,  analiza el complejo proceso en el que vivió inmerso Haití a finales del siglo XIX, condicionado, a su criterio, por las peculiares transformaciones acaecidas en la estructura socioeconómica del país;  caracterizada por una gran dependencia externa, la existencia de serios antagonismos en el seno de la oligarquía  agraria y comercial, el creciente empuje de la lucha campesina y la necesidad de resolver el problema social y la modernización de la sociedad. Factores que, según el razonamiento de la intelectual haitiana, condujeron, junto a otras circunstancias, a una crisis política sin precedentes que aprovecharon los Estados Unidos para invadir el país en 1915, interrumpiendo, lo que, en su criterio, seria, un proceso natural de ajuste interno de los conflictos entre las clases y sectores sociales, y la marcha de la prosperidad interna. Piensa, así mismo, que ello determinó un acelerado rumbo hacia el subdesarrollo, que se reflejó a partir de entonces, en la precariedad existencial de la gran mayoría de la población y en un dramático y sostenido éxodo; crisis que agravaría, más tarde, el régimen duvalierista y no resolvió la subida al poder de Jean-Bertrand Arístides, que es derribado por un golpe de Estado, durante su segundo mandato en el 2004. Lo que provocó que se instalara en el territorio nacional la Misión de Estabilización de Naciones Unidas para Haití y con ello un proceso eleccionario al término del 2005, mediante el cual, arribó al poder René Preval.
En su artículo: “La transición haitiana, entre los peligros y la esperanza” al aborda la dinámica del funcionamiento social del país ante las nuevas circunstancias, y destaca que “[…] por vez primera los excluidos pretenden su inclusión no solo social, sino también política.” (Castor, 2008:31), y plantea, a nuestro parecer, el núcleo básico de su filosofía política: que la justicia social y la democracia deben sean accesibles a todos por igual. En tal sentido, expresa:
“Las dos reivindicaciones que atraviesan esta época, dignificar al hombre y cambiar el Estado, aunque utilizadas de manera confusa, acarrean un contenido claro. Por una parte, el respeto de la dignidad del hombre y el derecho a la ciudadanía para todos y, por la otra, la exigencia de un sistema político donde las reglas del juego y las leyes sean respetadas y de una nueva institucionalidad que permita la realización de un proyecto nacional y favorezca la participación real de todas las capas sociales.” (Castor, 2008:31)

En esta misma línea de análisis la Castor al valorar la necesidad y la realidad de esta encrucijada señala que, la contradictoria situación por la que atraviesa el país, se revela en que los sectores de la burguesía y la clase política tradicional, muestran su  incapacidad de gobernar y de legitimarse sólidamente; mientras el vigoroso movimiento social, falto de organización política, tampoco llega a consolidar una dirección política y económica capaz de llevar adelante un proyecto nacional y  solucionar  la cuestión de la hegemonía política. Esta deplorable situación socioeconómica, llegó a su colapso tras el devastador terremoto de 2009.
El núcleo, o idea central en la descansa su pensamiento político para el cambio social y el avance de la sociedad haitiana en los momentos actuales,  en nuestra opinión, está, en lo que denomina “la refundación de Haití”, la cual a su juicio, no significa rehacer la historia, pues como sucesión de acontecimientos es irreversible, sino en hacer una autentica lectura de ella, que permita la asimilación de las experiencias del pasado con sus errores, aciertos y desaciertos; asumiendo críticamente las lecciones emanadas de ellos, para ponerlas en función de esta radical renovación que propone.(Petrich,2009)
El efecto demoledor del terremoto funcionó como la anunciación trágica de esta necesidad; corroboró la idea de la inevitabilidad de trastocar el orden social o preconcebirlo, ahora en los marcos de una sensata renovación de la tecnología urbanística.
En su entender, para refundar la nación hay que emprender tres tareas fundamentales, las que considera “constituyen la condition sine qua non para cualquier cambio” (Paéz, 2005:6-7)
1. Modernizar la política
2. Establecer un sistema de participación que haga posible la ciudadanía para todos.
3. Modernizar la economía, porque “un país que no produce, no existe”. Vinculada a esta última premisa, se pregunta: “¿Cómo puede existir un país cuando la mayor parte de su presupuesto depende de la ayuda internacional?” (Paéz, 2005:7)Es decir, cuando no es capaz de producir para satisfacer las necesidades básicas de sus habitantes. A esta coyuntura, se añade la cruda realidad de ser un país con un PIB de 3,900 millones de dólares, con una tasa de desnutrición cercana al 50% y un índice de analfabetismo próximo al 51% de su población.
Luego del desastre producido por el sismo, Suzy Castor expresaba, que este propósito refundacional, había adquirido una mayor complejidad al insertarse en un proceso de reconstrucción bajo la tutela internacional, que margina al pueblo haitiano como decidor.
Una constante que aparece en la “cruzada” permanente que sostiene  para movilizar voluntades y ayudas para su pueblo, es la reiteración de los principales factores históricos del drama ya bicentenario que vive su país, y que – como se recoge en la relatoría del seminario “La política de cooperación hacia Haití: los enfoques nacional, regional e internacional. Un balance y retos a futuro”- resume así:
- El aislamiento que sufrió la flamante república desde su advenimiento por las potenciales coloniales
- La colosal e injusta indemnización económica que le impuso Francia.
- La ocupación norteamericana (1915-1934) que dislocó la perspectiva de un modelo propio de desarrollo e implantó un sistema político y económico desnaturalizado
- La dictadura de la dinastía duvalierista (1957-1986) que hizo más frágil la pervivencia de esa nación en el marco de las relaciones internacionales.
Lógicamente, en los dos últimos factores Castor ve la incidencia negativa mayor sobre un proyecto de desarrollo interno durante estos años, ya que el daño abarcó, tanto la base como la superestructura social, es decir, la manera de imaginar y representarse.
Una de las tesis más importantes de su ideario político de Castor, frente a los intentos (conscientes o inconscientes) de encontrar justificaciones complementarias en determinadas especificidades nacionales, es su noción de que las peculiaridades no llevan necesariamente a la excepcionalidad, pues muchos de los problemas de que afectan el país están presentes en otras naciones de la región.
Al abordar la complejidad de la comprensión de lo que acontece en Haití, en el marco de las relaciones internacionales, señala que hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:
1º. La conflictividad permanente que debilita los procesos de democratización
2º. La situación económica fragilizada y ausente de producción
3º. La pobreza extrema y la exclusión
4º. La debilidad del Estado haitiano que carece de una adecuada estrategia política y económica para resolver los problemas internos y administrar eficazmente los recursos dados por la cooperación internacional a partir del catastrófico terremoto.
5º. La falta de voluntad política. (Castor, 2008)
Frente a esta realidad, enarbola, uno de los principales preceptos de su filosofía política, contenida en el postulado de que, el cambio de la situación en Haití depende básicamente de los propios haitianos; apoyados en la Cooperación Internacional que tendría que dejar de lado todo asistencialismo y la dependencia. No obstante, ella destaca el beneficio de algunas acciones de la cooperación Sur-Sur y Triangular, que ejemplifica con la labor de los médicos cubanos.
Llega a este punto se demuestra que la filosofía política, de corte humanista y patriótico, de Suzy Castor está basada en una interpretación histórica de los desafíos que tuvo que enfrentar el proceso de gestación de la nación haitiana por la defensa de los valores nacionales, la justicia social, la democracia participativa, el antiingerencismo y el optimismo en la edificación de una sociedad mejor
Su rasgo vertebrador será el optimismo, asentado en el reconocimiento de que “Haití es un país y los haitianos un pueblo”, con una memoria histórica que no deja morir los ideales heroicos en que se encumbró. Un optimismo que como ella misma señaló, no es beato, sino con una fuerte carga de confianza en el futuro, de un futuro en el que se puede aceptar la solidaridad, pero donde el mayor peso está en los propios haitianos, a quienes le dice: “La indignación de hoy hay que transformarla en algo positivo y convertirla en fuerza para la lucha.” (Paéz, 2005:6-7)
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* José Antonio Escalona Delfino. (1949-2012). Dr. Ciencias Filosóficas. Se desempeño como profesor titular de la Universidad de Oriente, Departamento de Filosofía e Investigador del Centro de Estudios Cuba-Caribe,

** Lídice Duany Destrade, Máster en Ciencias Sociales y Pensamiento Martiano, Dra. Ciencias Filosóficas e Investigadora Titular, ejerció como Directora del Centro de Estudios Antonio Maceo Grajales, actualmente se desempeña como Profesora Titular del Departamento de Marxismo Leninismo e Historia de la Universidad de Oriente.


Recibido: 05/04/2017 Aceptado: 18/07/2017 Publicado: Julio de 2017

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