Revista: Caribeña de Ciencias Sociales
ISSN: 2254-7630


EVALUACIÓN DEL PROGRAMA DESAYUNOS ESCOLARES DESDE EL TRABAJO SOCIAL. CASO: RICARDO FLORES MAGÓN, CULIACÁN, SINALOA, MÉXICO

Autores e infomación del artículo

Luz Mercedes Verdugo Araujo

Universidad Autónoma de Sinaloa

Luzmercedesverdugo@hotmail.com

Resumen
Objetivo. Evaluar el programa desayunos escolares en la Primaria Ricardo Flores Magón desde la mirada del trabajo social en la primaria Ricardo Flores Magón en Culiacán, Sinaloa, México. Metodología. Una metodología mixta, implementado entrevistas semiestructurada a  85 madres de familias, cuestionario de  consumo de frecuencia semanal de alimentos a 85 escolares beneficiarios, entrevistas a los implementadores del programa, observaciones, sesiones grupales donde se recaban las experiencias y vivencias de todos los actores involucrados. Se utilizó una muestra representativa utilizando los criterios de Marisa Cortázar. Resultados.  No existen cambios significativos sobre sus patrones de consumo, no existe una coordinación realmente efectiva y sistemática entre el programa y los diversos actores sociales. Las modificaciones que ha experimentado el programa, la variación en los costos, la dinámica y entrega del producto, los relativos cambios que las madres de familia perciben sobre los hábitos alimenticios de sus hijos, las llevan a no participar obstaculizando la implementación. Existen incongruencias en la perspectiva oficial y operación del programa.
Palabras claves. Evaluación, programa desayunos escolares, trabajo social, primaria y política social.
Abstract.
 Objective. Evaluate the school breakfast program in Primary Ricardo Flores Magon from the perspective of social work in primary Ricardo Flores Magon in Culiacan, Sinaloa, Mexico. Methodology. A mixed methodology implemented semistructured interviews with 85 mothers of families, questionnaire weekly consumption of food to 85 school beneficiaries, interviews with program implementers, observations, group sessions where experiences and experiences of all stakeholders are sought. A representative sample using the criteria used Marisa Cortazar. Results. There are no significant changes to their patterns of consumption, there is no really effective and systematic coordination between the program and the various stakeholders. The changes experienced by the program, the variation in costs, dynamics and product delivery, the relative changes that the mothers perceive about the eating habits of their children, take them to not participate hampering implementation. There are inconsistencies in the official perspective and program operation.
Keywords. Assessment, school breakfasts, social work, primary and social policy program.



Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:

Luz Mercedes Verdugo Araujo (2015): “Evaluación del programa desayunos escolares desde el trabajo social. Caso: Ricardo Flores Magón, Culiacán, Sinaloa, México”, Revista Caribeña de Ciencias Sociales (agosto 2015). En línea: https://www.eumed.net/rev/caribe/2015/08/desayunos-escolares.html


Introducción.
En 1991, el Consejo Científico de la Evaluación propuso definir la evaluación como “La actividad de recolección, de análisis y de interpretación de la información relativa a la implementación y al impacto de medidas que apuntan a actuar sobre una situación social así como en la preparación de medidas nuevas”. (André Noel, 2006:140).
La concepción de la evaluación de los programas ha sido predominantemente cuantitativa y reclama de nuevas perspectivas metodológicas para enfocar dichos procesos, por lo cual es importante incorporar aspectos cualitativos para realizar evaluaciones más integrales que repercutan en la efectividad de ser aplicados, de provocar el dinamismo para alcanzar nuevos horizontes que permitan compactar el sentido social de los beneficios alcanzados.
 La concepción de beneficiarios, tiempo de aplicación, frecuencia, actores sociales que intervienen en el programa, y otros, están condicionados desde políticas públicas que no funcionan de forma sistemática, coherente y armónica; como resultado da lugar a complejos procesos de aplicación, falta de integración entre los programas sociales; lo que redunda sobre una falta de planeación estratégica que responda a cabalidad, según las necesidades de las regiones, diagnósticos objetivos y no mediados por intereses exclusivamente políticos. Investigar la evaluación de la política social del programa de desayunos escolares desde la orientación del trabajo social constituye una reflexión, para generar procesos de discusión, en torno a lo operativo. Desde la profesión se pueden desarrollar perspectivas de análisis que contemplen evaluaciones desde un enfoque mixto que recupere las voces  de los beneficiarios en ocasiones olvidadas por la política social.
Revisando los programas de nutrición, se puede ver que en su diseño ha sido elaborados tomando en cuenta los estándares de organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO); sin embargo, pese a ingentes esfuerzos por impulsarlos, el problema ha radicado en su implementación, y esto parece demostrarse en los datos estadísticos sobre problemas nutricionales. Muestra de ello es el Programa Nacional de Salud 2007-2012  donde se menciona que México es el país más afectado por el problema de obesidad: “39% de la población adulta sufre de sobrepeso y otro 30% de obesidad, se estima que alrededor de 29.9 millones de mujeres y 16.2 millones de hombres mayores de 20 años, tienen sobrepeso y obesidad”. (Programa Nacional de Salud, 2007-2012:43).
A tono con lo anterior, los niños también se ven afectados por esta enfermedad ya que según el Instituto Nacional de Salud Pública y la Secretaria de Salud a través de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006 señala que “en México alrededor de 4 158 800 escolares sufren sobrepeso y obesidad”. (INSP Y SS, ENSANUT 2006: 95).  Pero el problema de la alimentación no solo se refleja en la obesidad sino también es relativa a la sub-alimentación o desnutrición. En México según Cruz Martínez “Un millón 145 mil niños menores de cinco años, 15 por ciento de la población de ese grupo de edad en México, padecen algún grado de desnutrición”. (Cruz Martínez, 2007:1).
Estos datos muestran que tanto la obesidad como la desnutrición representan los principales problemas nutricios de la población mexicana, además estos porcentajes nos alertan sobre el riesgo de presentar enfermedades crónicas en forma temprana y representa un reto importante para el desarrollo del país y para los servicios de salud. Por eso es necesario analizar lo que está ocurriendo con los programas de alimentación en México, en especial los que son desarrollados en las escuelas primarias, por ser una política de Estado que pretende solucionar dicha problemática.
Al revisar la literatura se puede observar que existe poca bibliografía que da cuenta de resultados de evaluaciones en programas alimentarios, a su vez México comparado con otros países como Estados Unidos e Inglaterra tiene pocas prácticas evaluativas, en el caso de los programas alimentarios es a partir del año 2000 cuando comienzan a tener auge los diversos abordajes a dicha problemática.

Las políticas alimentarias deben desarrollar estilos de vida saludables y diseñar directrices y programas relacionados con la disponibilidad, el acceso, la distribución y la utilización de los alimentos. La nutrición de la población en edad escolar ha formado parte del plan de desarrollo de los diferentes gobiernos, lo que genera condiciones favorables para la prestación y mejoramiento de los servicios (voluntad política, asignación presupuestaria, interés y presión comunitaria), con la comunidad requerida para el logro del impacto esperado en la población objetivo.

Metodología.
Se seleccionó la primaria “Ricardo Flores Magón” en base a algunas observaciones realizadas con anterioridad donde se pudo visualizar el alto consumo de alimentación chatarra en los escolares, paradójicamente cuando en dicha primaria operaba el programa desayunos escolares, .Se utilizó una metodología mixta. Una evaluación siguiendo los criterios de Fetterman (1996), en dicho modelo se incorpora la evaluación por empoderamiento la cual ha sido adoptada en la educación superior, el gobierno, distritos de educación pública, corporaciones sin ánimo de lucro y fundaciones, tanto en los Estados Unidos como en otros países.

La evaluación por empoderamiento es definida como el uso de los conceptos, técnicas y hallazgos para fomentar mejoramientos y autodeterminación; ésta es diseñada para ayudar a la gente a ayudarse a sí misma. Este es un proceso democrático en que las personas se empoderan, interviniendo la asistencia de un experto externo, el cual actúa como un conductor, un facilitador, un entrenador, un consejero, pero no como un evaluador convencional. Los participantes del programa deciden llevar a cabo su propia evaluación, ellos planean e implementan ésta, recogen y analizan sus datos, interpretan hallazgos, proponen sus recomendaciones y lecciones aprendidas e implementan sus recomendaciones.

Desde una perspectiva del empoderamiento, el ejercicio de la evaluación no es el punto final del programa, sino un proceso en marcha de mejoramiento en que los autoevaluadores aprenden a continuar midiendo sus progresos hacia la autodeterminación de sus metas y redireccionar sus planes y estrategias acorde con los hallazgos de los procesos de evaluación continua.

Las etapas de la evaluación por empoderamiento son:

  • “Entrenamiento: donde los evaluadores enseñan a las personas a conducir su propia evaluación, desmitificando e internalizando el proceso de evaluación. En una evaluación convencional, el proceso evaluativo concluye cuando el evaluador entrega los resultados al administrador. Es un proceso de evaluación por empoderamiento, el proceso de evaluación es internalizado dentro de la organización y llega a ser un permanente y continuo ejercicio de autoevaluación para mejorar por su propia cuenta su desempeño.
  • Facilitación: cuando el evaluador actúa como entrenador, un facilitador, que ayuda a las personas a conducir su propia evaluación. El evaluador presenta las diferentes alternativas basado en metodologías y técnicas propuestas, explicando beneficios y preocupaciones de cada alternativa, pero los participantes controlan el proceso de toma de decisiones. Ellos deciden qué alternativas metodológicas van a emplear, ayudados por el facilitador-evaluador.
  • Iluminación y liberación: muchos participantes experimentan el ejercicio de evaluación por empoderamiento como una iluminadora y reveladora experiencia que formula una nueva conceptualización de sí mismos. Muchas experiencias demuestran cómo, ayudando a las personas a encontrar el útil camino de la evaluación por ellos mismos, liberados de las tradicionales expectativas y roles, ellos se capacitan para encontrar nuevas oportunidades, redefinir sus roles e identificar y facilitar sus visiones de los recursos existentes desde una nueva luz”. (Fetterman, 1996:18).

Se aplicó un cuestionario a 85 escolares beneficiados, integrado por dos apartados: uno que recuperaba la  frecuencia de consumo semanal de alimentación y otro que visualizaba la opinión del programa desayunos escolares. Se utilizó una muestra representativa siguiendo los criterios de Marisa Cortázar. Así mismo se realizó una entrevista semiestructurada a 85 madres de familias donde se rescataba la visión sobre el programa. Así mismo se entrevistó a los coordinadores del programa para conocer el discurso oficial y poder compararlo con lo operativo. Se realizaron observaciones en el comedor escolar, sesiones grupales, charlas con maestros, autoridades escolares y con la encargada de la operativa escolar. La parte cuantitativa de procesamiento de datos se tabulo con el paquete estadístico SPSS y la parte cualitativa se recuperó rescatando sus vivencias y experiencias en las sesiones grupales y observaciones, realizando tablas donde se rescataban diferencias y similitudes.

Resultados.
La fase analítica de la investigación nos permite aportar que se refleja en la perspectiva oficial de los implementadores formas verticales de operación, ocultamiento de información, lo que no permite la necesaria trasparencia en el conocimiento del funcionamiento del programa. Esto refiere que en un programa de política alimentaria el acto humano de los profesionales que intervienen queda a la deriva en la evaluación y solamente se realiza un mapa cuantitativo.
Los hábitos alimentarios que presentan los niños y niñas dentro del espacio escolar y familiar nos presentan diferencias significativas y se caracteriza principalmente por alimentos de muy poca calidad de nutrientes, llegando a existir una sobrealimentación.  El dato anterior revela que no existen cambios significativos sobre sus patrones de consumo, no existe una coordinación realmente efectiva y sistemática entre el programa y los diversos actores sociales.
En cuanto al alimento ofrecido en el desayuno escolar la mayoría comento que no le gustaba, expresiones como la siguiente se intensificaron:
“Siempre hacen lo mismo pura soya y está bien mala además es bien cansado duramos mucho tiempo parados haciendo cola pa desayunar y lo pior  los hijos de las doñas que nos dan la comida ni fila hacen ay les tenemos que gritar ¡a la cola! pero les vale porque son sus mamás, mejor a veces nos salimos de la cola y desayunamos a la hora del recreo no le hace al cabo traemos dinero pa comprar”. (Rember, 10 años).

Dentro de las propuestas que dieron para mejorar el programa es que debería haber más variedad en la alimentación, así como desarrollar estrategias y mecanismos de operación a la hora de la entrega del desayuno escolar para evitar las largas filas que se hacen a la hora de la entrega lo cual provoca impaciencia por parte de los escolares, hay que tomar en cuenta que en esta edad los niños y niñas no pueden permanecer mucho tiempo estáticos en un solo lugar, por lo cual se tiene que motivar a los escolares para incrementar la participar en el programa de alimentación. En los alimentos se tienen que tomar en cuento productos que componen la dieta de cada región en específico, combinando poco a poco la introducción de otros elementos para la aceptación de los mismo.

La mayoría de las madres de familia considera que el programa no ha tenido el impacto esperado, consideran que ha sido un programa propositivo; sin embargo, les ha faltado realizar un impulso mayor ya que han existido cuestiones al interior del programa que hacen que este quede nada más a nivel de escritorio. Por ello, dentro de las propuestas que consideran pertinentes, es que exista realmente una orientación alimentaria, el 45.9% comenta que no existen charlas, pláticas o conferencias que fomenten hábitos saludables en el niño y que, aunque estas existieran, debería coordinarse tanto con la encargada de la cooperativa escolar, vendedores ambulantes, padres de familia y maestros, para que haya más congruencia entre “lo que se dice” y “lo que se hace”, más del 20% comentó que es importante la coordinación para el mejor funcionamiento del programa.

“pá que sirve que le digan a los niños que no coman chucherías si ellos mismos las ponen a la venta en la tiendita, además están bien caras, se pasan” (Blanca, 30 años).
Otros aspecto interesante son que las modificaciones que ha experimentado el programa, la variación en los costos, la dinámica y entrega del producto, los relativos cambios que las madres de familia perciben sobre los hábitos alimenticios de sus hijos, las llevan a no participar activamente, obstaculizando con ello la operación e implementación del mismo.
Finalmente podemos precisar que  en los programas de nutrición no se puede entregar una oferta igual para todas  las personas. Se deben concentran los recursos disponibles en una población con riesgo nutricional claramente identificada. A pesar que el programa hable de focalización se sigue utilizando el universalismo como estrategia de operación.
Conclusiones.
Es necesario realizar observaciones que fomenten la coordinación entre todos los distintos actores sociales involucrados en el proceso de implementación y operación del programa; es por ello que desde la profesión de trabajo social se pueden desarrollar estrategias que fomenten conductas y hábitos alimenticios saludables pues son los profesionistas que tradicionalmente han trabajado estrechamente con la población; lo que da como resultado que posea un conocimiento más cercano de la problemática de los grupos sociales. Estos elementos nos llevan a precisar que se puede contribuir no solo a implementar programas sociales si no también estar en la toma de decisiones donde se deciden las políticas públicas.
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Recibido: 26/06/2015 Aceptado: 19/08/2015 Publicado: Agosto de 2015

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