UN PARADIGMA DENTRO DEL COLECCIONISMO ARGENTINO: EL CASO DEL MUSEO DE ARTE DE LA BOCA "BENITO QUINQUELA MARTÍN"

Capasso Verónica y Jean Jean Melina (CV)

Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata
verito_capasso@hotmail.com; melinajeanjean@hotmail.com

RESUMEN

Se propone analizar cómo se constituyó la colección de arte del Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín", revalorizando la labor que asume dicho pintor en la constitución del museo. Se hará hincapié en la diferencia entre el patriotismo de las primeras colecciones de arte privadas (que luego devienen públicas), para las cuales el modelo a seguir era el europeo y el estadounidense, y el “deber patriótico” que emprende Quinquela al formar una colección de obras de artistas argentinos y latinoamericanos con el objetivo de constituirse en patrimonio público. En definitiva se explicará por qué consideramos a esta colección de arte moderno como paradigmática.

Palabras clave: Benito Quinquela Martin, coleccionismo, arte moderno, patriotismo, paradigmático.

INTRODUCCIÓN

La historia del “Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín" comienza el 1º de abril de 1933, cuando Quinquela ofreció al presidente del Consejo Nacional de Educación, donar un terreno de su propiedad para que se construyera en él un edificio. Se terminó de construir en 1938 y consta de tres pisos. De acuerdo a las condiciones que había establecido Quinquela al momento de la donación, en la planta baja se fundó una escuela pública. Originalmente, en el segundo piso se distribuyeron las salas del museo. Quinquela quería un espacio para exhibir el arte figurativo argentino de los siglos XIX y XX. Él mismo comenzó la colección, la cual fue creciendo con el tiempo. De las cuatro salas, una se utiliza para exposiciones temporarias y en otra se encuentra alojada una colección de mascarones de proa (esas figuras a veces humanas, a veces alegóricas, a veces mitológicas que adornaban y protegían las proas de los barcos) en su mayoría pertenecientes a barcos mercantiles del siglo XIX. En las otras dos encontramos un despliegue de diversos pintores argentinos. En las terrazas se encuentra una de las colecciones más importantes de esculturas de artistas argentinos.

El tercer piso es donde vivió y pintó Benito Quinquela Martín. Desde su muerte en 1977, este espacio se utiliza para la exhibición de algunas de sus obras y la conservación de su memoria. En el piso hay series de cuadros del pintor y de otros artistas distribuidas en distintas salas. Además encontramos aquí mobiliario que usó el propio Quinquela, distintos artefactos, espátulas, recuerdos, láminas con fotografías.

El Museo de Bellas Artes de La Boca continúa con el propósito que tuvo en mente su fundador, Quinquela Martín, a la hora de su concepción: ser un espacio de difusión de la cultura y del arte argentino. Algunas obras fueron donadas, otras fueron compradas por Quinquela y otras fueron directamente hechas para el museo.  

Hasta el día de hoy la colección del museo está conformada por artistas de la zona de La Boca como Daneri, Lazzari, Vento, Diomede, Stagnaro y Arcidiácono, paisajistas como Riccio, Tessandori y Butler, retratistas como De La Cárcova y otros más.

Historia del museo y la colección.

“Cuanto hice y cuanto conseguí, a mi barrio se lo debo. De ahí el impulso irrefrenable que inspiró mis fundaciones. Por eso mis donaciones no las considero tales, sino como devoluciones. Le devolví a mi barrio buena parte de lo que él me hizo ganar con el arte”.

Benito Quinquela Martín

Así sentía el artista al barrio de La Boca. La idea de construir esta escuela-museo tuvo la intención de colocar al barrio dentro del mapa artístico cultural de la ciudad. Se trató de un doble proyecto: por un lado, de armar una colección de arte argentino pública y de poner a La Boca en un lugar central dentro del contexto de los años 30, por el otro, esta idea se llevó adelante a partir de un modelo de escuela-museo diferente. Quinquela arma una colección de arte argentino pública en el mismo momento que Luis Falcini está organizando la colección del Museo Sívori y Pettoruti la del Museo de Bellas Artes de La Plata. En todos los casos son artistas que están pensando colecciones de arte argentino moderno  y contemporáneo, aunque hay diferencias entre ellas. En este sentido, según la idea de Quinquela el museo debía servir a la formación de los ciudadanos.

Inaugurada la escuela, Quinquela debía encarar el montaje de un museo como había establecido en su donación, es decir, empezar a armas las colecciones. Siguiendo la definición de Hernández y Hernández, F., una colección es aquel conjunto de objetos que se encuentra sujeto a una protección especial con la finalidad de ser expuesto a la mirada de los hombres. El coleccionismo se desarrolló a lo largo de la historia siendo así el origen de los museos. En el caso de Quinquela, además, la idea que tenía sobre la colección era que fuera fundamentalmente educativa. Para empezar, aportaría siete grandes telas de su autoría y una decena de mascarones de proa que había comenzado a coleccionar poco antes, además de obras de otros artistas argentinos, que también eran de su propiedad, hasta alcanzar unas doscientas piezas. Con este patrimonio abre sus puertas el Museo el 19 de julio de 1938, constando de cinco amplias salas que en 1948 se elevarán a nueve con unas quinientas obras entre óleos, grabados, dibujos, esculturas y mascarones. Para esta tarea de acrecentamiento Quinquela se vio respaldado por una Comisión Asesora ad honorem integrada por amigos y colaboradores. La Comisión se dedicó a la tarea fijada por Quinquela en su legado, de que las obras estuviesen encuadradas en el arte “figurativo tradicional”. Es necesario destacar que, también de acuerdo al acta de donación, el dinero para adquirir dichas obras lo aportaba el propio Quinquela.
La colección fue incorporando a precursores como Eduardo Sívori, Ernesto de la Cárcova, Graciano Mendilaharzu y Lucio Correa Morales; a maestros del siglo XX como Fernando Fader, Lino Enea Spilimbergo, Pío Collivadino, Arturo Dresco o Carlos Ripamonti; a representantes del costumbrismo o del arte “social” como Cesáreo Bernaldo de Quirós, Alfredo Gramajo Gutiérrez y los integrantes de los “Artistas del Pueblo” Agustín Riganelli, Adolfo Bellocq, Guillermo Facio Hebecquer y José Arato. Como no podía ser de otra manera, los artistas boquenses estaban ampliamente representados por Alfredo Lázzari, Miguel Carlos Victorica, Fortunato Lacámera, Santiago Stagnaro, Miguel Diomede, Eugenio Daneri, Pedro Zonza Briano, José Luis Menghi y tantos otros.

En 1968 Quinquela donó 50 grabados al aguafuerte y 27 óleos de su producción al Consejo Nacional de Educación que a su muerte, como el resto del patrimonio del Museo, pasaron a su propiedad por disposición testamentaria.

El Museo fue reabierto al público el 20 de julio de 2000 después de una serie de remodelaciones. A la magnífica muestra permanente, que reúne a los más destacados representantes de la plástica figurativa argentina, se sumó un programa de exposiciones temporarias, pero siempre bajo la consigna de que albergue artistas argentinos o latinoamericanos.

El primer piso alberga las oficinas administrativas y técnicas, la Dirección y los servicios de Archivo y Biblioteca, en cuyo amplio salón es posible consultar la importante biblioteca, cuya colección originaria perteneció al propio Quinquela, su rico y exhaustivo archivo personal, la fototeca y los legajos técnicos del patrimonio. Todo esto actualmente se encuentra en proceso de digitalización integral.

En el segundo piso se distribuyen las principales salas de exposición. La primera, de amplias dimensiones y en forma de martillo, lleva el nombre de “Alfredo Lázzari” y ofrece un panorama del arte figurativo argentino desde el siglo XIX hasta la actualidad, con obras de los maestros precursores de nuestro campo artístico, entre los que se destacan Eduardo Sívori, Ernesto de la Cárcova, Graciano Mendilaharzu y Lucio Correa Morales; trabajos de artistas argentinos del siglo XX como Pío Collivadino, Fernando Fader, Arturo Dresco, Carlos Ripamonti, Lino Enea Spilimbergo, Antonio Berni, Carlos Cañás entre muchos otros, y artistas de La Boca como el propio Lázzari, Pedro Zonza Briano, Santiago Stagnaro, Fortunato Lacámera, Miguel Carlos Victorica, Eugenio Daneri, Miguel Diomede, Benito Quinquela Martín, etc. Lateral a esta sala se encuentra un recinto especial dedicado a la colección de mascarones de proa, única en América Latina y una de las más importantes del mundo. Lleva el nombre de “Américo Bonetti” en homenaje al gran escultor y tallista boquense. La tercera sala, “Miguel Carlos Victorica”, alberga dos grandes líneas de nuestro arte figurativo: aquella centrada en la representación costumbrista de seres, objetos o paisajes y, por otro, aquella vinculada al testimonio social y político, representada en el primer caso por Cesáreo Bernaldo de Quirós, Alfredo Gramajo Gutiérrez, Ceferino Carnacini y Domingo Mazzone, entre otros, y en el segundo, en su vertiente “militante”, por los llamados “Artistas del Pueblo” José Arato, Guillermo Facio Hebecquer, Adolfo Bellocq, Agustín Riganelli, Abraham Vigo y muchos más. La siguiente sala ha sido bautizada con el nombre de “Eduardo Sívori” y está destinada a exposiciones temporarias de grandes maestros del arte argentino, de reconocidos creadores contemporáneos y de artistas emergentes, intentando vincular la tradición representada por las obras patrimoniales con producciones contemporáneas.

En el tercer piso se ha conservado la casa-taller de Quinquela Martín, que se desarrolla alrededor de un gran salón con amplios ventanales sobre la Vuelta de Rocha y exhibe en sus muros óleos de su serie “El puerto y el trabajo”. En esta primer gran sala también tenemos un piano que Quinquela compró y decoró con detalles de barcos. Contiguo a este gran salón, tenemos las series “Cementerio de barcos” y “El fuego”.  A su vez, este piso contiene dependencias de la residencia de Quinquela (el dormitorio, el baño y otras habitaciones). También forma parte de la colección el uniforme de Gran Almirante, el cual descansa en una vitrina, cuyos botones y adornos son pequeños tornillos. Era usado en las ceremonias de la Orden del Tornillo, usado cuando se juntaba con sus amigos pintores. A esto se le suma además la mesa-paleta de trabajo, espátulas y pinceles. Es importante destacar que estas dos tendencias, por un lado la casa y por otro el museo, conviven de forma contradictoria en el sentido de que, por un lado se quiere conservar la casa tal como era en su momento, en su estado original, y por el otro se utiliza a la casa como sala de exhibición o como salón. De esta forma consideramos que únicamente el baño y el dormitorio se conservan en su estado original como parte de la casa, y el resto, como ya dijimos, está transformado en salón de exhibición de las obras y objetos que pertenecieron a Quinquela y a otros artistas argentinos.

Finalmente, las terrazas, donde se exhibe al aire libre una colección de escultura figurativa en la que tenemos piezas de los boquenses Francisco Cafferata, Pedro Zonza Briano y Américo Bonetti tanto como obras de Rogelio Yrurtia, Arturo Dresco, Luis Perlotti, Agustín Riganelli y muchos otros.

El museo continúa hoy con su objetivo principal: el de ser un espacio de difusión de la cultura popular y del arte argentino. Este museo no está dedicado exclusivamente a la preservación de la memoria de este pintor ni de su obra, por lo menos no si entendemos “obra” en un sentido limitado. Este lugar es mucho más. Su misión es la preservación y continuación de aquella obra de Quinquela que iba más allá de la pintura,  la de la educación y la ayuda a su barrio.  

En síntesis, como sostiene María Isabel Baldasarre, esta colección originalmente privada incluyó entre sus móviles principales una voluntad de trascendencia pública que se enlazó con el cumplimiento de un deber patriótico para con la sociedad.

Por otro lado, es interesante remarcar las diferencias con el primer coleccionismo argentino, para el cual el coleccionar suponía un carácter dual: por un lado el signo económico de la obra y por otro las intenciones patrióticas ligadas a la conformación del estado-nación que tenía como modelo principal Europa y EE.UU. A su vez, muchas de estas primeras colecciones privadas fueron pensadas para su posterior donación a instituciones estatales. Sin embargo, la proyección social era una forma de alivianar el carácter mercantil que tenían las colecciones privadas de corte burgués o en todo caso se planteaba la cesión pública como hecho póstumo luego de que las producciones artísticas habían adornado durante años sus mansiones. A su vez, este primer coleccionismo se caracterizó en general por componerse enteramente de pinturas europeas, pudiendo haber una o dos obras de carácter local como excepción. Muchas veces este componente europeo que tenían las colecciones suponía una forma de conocer “la Historia de las Bellas Artes”, es decir, se usaba con fines pedagógicos y como modelos válidos a seguir. Este rasgo del coleccionismo de Buenos Aires, coleccionismo de corte moderno, se asemejó al consumo y prácticas artísticas contemporáneas de las burguesías de los países centrales. Aquí debemos resaltar la gran influencia que tuvo la prensa y los relatos de los viajeros, los cuales contribuyeron a formar los imaginarios artísticos de los que participaban los coleccionistas y consumidores de arte del momento. En el caso de la prensa fue un imaginario literario, que a partir de la difusión, la crítica y la reproducción de las colecciones locales en los diarios, generaban que los coleccionistas argentinos ingresaran al circuito simbólico al igual que sus pares europeos y norteamericanos. Fue entonces la mirada permanente hacia Europa, como proveedora no sólo de obras sino también de expertos, lo que primó en el discurso de esta primera época del coleccionismo argentino, la cual se desarrolló desde la última mitad del siglo XIX hasta entrado el nuevo siglo.

En suma, la colección que inicia y promueve Quinquela es una colección gobernada por una clara toma de posición acerca de un tipo de arte y un tipo de relato de nación e identidad que debía estar presente y en esto radica su carácter innovador. Nos referimos a un relato que debía estar identificado con la cultura popular, colocando al barrio dentro del circuito artístico de la ciudad. Es por ello que no podía haber obras abstractas en el museo y ni siquiera obras de artistas extranjeros. A su vez, en este caso, es el propio artista el que organiza y gestiona los asuntos en torno al museo. Como podemos ver, se produce un viraje muy importante, que no debe ser olvidado a la hora de analizar la colección del Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín".

En conclusión, nuestro museo cuenta entonces con una diversidad de obras inscriptas dentro de lo que se denominó arte figurativo tradicional:

Política institucional de la colección.  

(Custodia, adquisición, documentación, conservación, restauración, investigación y difusión de las colecciones).

A fines de la década del ´90, se llevaron a cabo tareas de conservación, restauración, y documentación de la colección existente en el museo. La dirección de la institución cambió hacia 1998, poniéndose al frente la licenciada María Cristina García Pinto de Sábato quien encaró una tarea de modernización y profesionalización del museo a la vez que vio la necesidad de modernizar sus instalaciones, sistemas y servicios.

Durante el año ´99 el museo debió permanecer cerrado al público para desarrollar las tareas de renovación edilicia al mismo tiempo que se prestó inmediata atención a las numerosas obras en deficiente estado de conservación o en peligro. A tal fin se capacitó al personal del área almacenaje en tareas de restauración de marcos, salvo el dorado a la hoja que se desarrolló posteriormente, y profesionales de la restauración de pintura de caballete dedicaron su atención a las obras de diagnóstico más delicado, sin descuidar la preservación del resto de la colección. Se iniciaron las tareas de fichado y catalogación del patrimonio, realizando 1.200 fichas técnicas e igual número de descriptivas, actualizando los legajos de obras y autores, seleccionando material gráfico e integrando carpetas con las más de 2.000 fotografías existentes en el archivo. Igual tratamiento merecieron el archivo y la biblioteca de Quinquela Martín que, en esta primera etapa, quedaron en condiciones de ser consultados por especialistas e investigadores.

En el segundo piso se encuentra la reserva técnica, un área en la que se concentran las tareas de conservación, restauración de marcos y almacenaje de obras, anexos a esta sala se encuentran los talleres de restauración de pintura de caballete. Es de destacar que estas tareas de conservación no se limitan al patrimonio propiamente dicho del Museo sino que se extienden, a través de convenios, a obras de Quinquela Martín existentes en otras instituciones, escuelas e instituciones privadas. Además, el conjunto de las áreas de exposición ha sido equipado con iluminación de calidad museológica y se realizan permanentes controles en las mismas para garantizar una atmósfera controlada en pro de la preservación de la colección.

A partir de las remodelaciones del año 2000 no sólo se mejoró la iluminación sino que también que pensó en la incorporación de un ascensor para acceder al tercer piso, facilitando la entrada de personas con problemas motrices. Estas mejoras apuntan a tener en cuenta un público más amplio. Complementariamente, se desarrollan actividades culturales tendientes a la difusión del patrimonio artístico del museo (salones, eventos, cursos, talleres, seminarios, etc.), y en este sentido a la promoción, intercambio de experiencias, difusión y acentuación de la participación de la sociedad, propiciando el resurgimiento e integración de la comunidad barrial a la que perteneció Quinquela Martín y pertenece el Museo.

¿Museo de arte moderno o museo de arte contemporáneo?

El Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín" se inscribe dentro de la perspectiva de museo de arte moderno, si bien las producciones que expone corresponden al siglo XX. Hablamos de museo de arte moderno en tanto espacio expositivo y coleccionador, delimitado en este caso al arte figurativo tradicional argentino. Es un museo moderno también en el sentido de la lectura, análisis e interpretación de sus estrategias de presentación, re-presentación y transmisión de sentidos, por su tipo de acción curatorial y por el tipo de análisis y lectura de las colecciones. En este sentido, y a su vez, al estar inscripto dentro de la categoría de museo templo y la museología tradicional, prima el valor estético y exhibitivo de las obras y por ende, el objeto en sí mismo. Se tiende a pensar que el objeto de arte dice todo de por sí, por lo que el aspecto comunicativo se suele dejar de lado. Así, muchas veces se apela a un público conocedor del tema. Hubo ciertos cambios a partir de las remodelaciones del año 2000, por las cuales se hicieron mejoras que apuntan a tener en cuenta un público más amplio, característica de la Nueva Museología. Si bien, como ya dijimos, se desarrollan actividades culturales tendientes a la difusión del patrimonio artístico del museo, se promueve el intercambio y difusión de experiencias y la acentuación de la participación de la sociedad, siguen primando características que hacen que lo cataloguemos como museo de arte moderno dentro de una perspectiva museológica tradicional.

Palabras finales

El coleccionismo de arte surgido en Buenos Aires fue de corte moderno y tuvo muchos puntos de encuentro con el consumo y el acercamiento artístico practicados contemporáneamente por las burguesías de los distintos países centrales. Las primeras colecciones específicamente de artes plásticas se formaron en Buenos Aires hacia el tercer cuarto del siglo XIX, pero recién unas décadas después surgió una voluntad explícita por coleccionar obras de arte desde una dimensión institucional que apunta concretamente a la constitución de la esfera artística.

Siguiendo el análisis de María Isabel Baldasarre, podemos decir que Quinquela consideró a su colección de obras de arte desde una perspectiva de “uso social”. Esta colección de origen privado incluyó entre sus móviles principales una voluntad de trascendencia pública que se enlazó con el cumplimiento de un deber patriótico para con la sociedad. Precisamente, cuando esta colección deja su carácter privado y pasa al dominio público (por decisión de su propietario Quinquela) se restituye la obra artística a la sociedad. Esta colección privada dio origen al Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín", concretando el rasgo distintivo de una colección que es su transmisibilidad.

En este sentido, según sostiene Bourdieu, el ingreso de una obra que era originalmente de una colección privada, a un museo público, hace que se neutralice como bien económico ya que en el museo, el objeto es excluido de la “apropiación privada”, estimulando “una aprehensión pura” que había sido borrada en su oferta como artículo de venta. En nuestro país, las colecciones privadas influyeron en la formación de la institución museo y en el caso de Quinquela Martín es paradigmático. Las obras adquiridas se insertaron dentro de una serie, que si bien podía no ser completa, al menos establecía vinculaciones. En el caso de la colección del Museo de Bellas Artes de la Boca de Artistas Argentinos "Benito Quinquela Martín", vinculaciones nacionales y estilísticas. Lo que destaca a la colección de Quinquela, es que es de carácter local, de Argentina y Latinoamérica, en contraste con la tendencia general, por la cual las colecciones eran de tinte europeo, el arte legitimado por ese entonces. Es decir, las ideas sobre arte moderno e incluso sobre las nociones del coleccionismo eran más que nada europeas. Sin embargo, Quinquela reivindicó lo local, lo nacional y lo latinoamericano en su colección. Es por ello que recalcamos su deber patriótico para con la sociedad argentina, por el hecho de restituir las obras artísticas a la sociedad con el pasaje del patrimonio privado al público, en una época que así lo demandaba. En este sentido planteamos que hubo cuestiones de tipo ideológico, político, cultural y sobre todo biográficas que atravesaron a Quinquela es su posición de coleccionista y que lo llevaron a generar la colección pública paradigmática que hoy conocemos. La relación con el barrio en donde creció y se formó (profesional pero también humanamente), su propósito de educar a los ciudadanos de la Boca en la visión de la vida en el barrio y la exaltación de la identidad popular frente a la importación de las vanguardias artísticas que inundaban la Capital, tenían como objetivo último y primordial la idea de afirmación y transmisión de una identidad cultural a través del arte.

Bibliografía


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