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LA BÚSQUEDA DE LA BUENA PREGUNTA Y EL LIBRO “¿TU QUÉ SABES?”. ELEMENTOS A CONSIDERAR: LECTURAS DESDE EL MUNDO GLOBALIZADO Y LA CONCRECIÓN DEL “PARADIGMA ECOLÓGICO”

Germán López Noreña



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CAPITULO III LA MENTE Y LA CONCIENCIA

3.1 ALGUNAS GENERALIDADES DE LA MENTE Y LA CONSCIENCIA

La Idea De Conciencia y Las Complejidades Del Cerebro

operacionchina.wordpress.com/page/2/

El problema de la inteligibilidad de las funciones de la mente y la consciencia es, por cierto, uno de los temas más espinosos de la ciencia en la actualidad, gestor de un sin número de preguntas, tales como ¿qué es la conciencia? ¿Es parte de una nueva sustancia ontológicamente distinta de la materia? ¿Cuáles son sus propiedades? ¿Es una propiedad emergente de la materia altamente organizada?

Pues bien nos centraremos en una de ellas ¿qué es la consciencia? Y más que el cómo responder a esta pregunta, nos enfocaremos en recorrer algunos elementos teóricos implícitos y explícitos de estudiosos que han abordado este complejo cuestionamiento, desde la perspectiva del tratamiento dado a esta cuestión en Las Conexiones Ocultas de Fritjof Capra. En este sentido iniciaremos con los tipos de acepciones que este término ha acarreado.

La consciencia tiene diversas acepciones. Unas veces imprecisas lo que hace dificultar su definición. Los orígenes latinos de la palabra consciencia de Conscientia –nombre a u vez derivado de Conscire, que significa ser consabedor o tener noticia de algo a la par de otro-, normalmente ha presentado dos acepciones: la primera moviliza un referente a la consciencia moral; la segunda surge en la edad moderna y se relaciona con el acto psicológico de darse cuenta. Históricamente el abordaje de dar respuesta a qué es la conciencia desde el enfoque psicológico antes mencionado tiene sus inicios en el siglo XVII con René Descartes y John Locke.

A partir de Descartes se perfilan dos caminos temáticos a la cuestión de la consciencia: el primero considerarla como una facultad general del conocer gracias al estudio del fenómeno psíquico fielmente en la experiencia inmediata; el otro lo es el tratar de comprender e interpretar los procesos psíquicos de manera asociada. John Locke en 1690 en su obra clásica, Ensayo sobre el entendimiento humano, introduce por primera vez la palabra consciencia de manera abstracta con esta definición “La consciencia es la percepción de lo que sucede en la propia mente de un hombre” (Ballin, 1989). Aproximación a la definición de consciencia la cual deja entrever un tipo de relación no explicitado para esos tiempos entre mente y consciencia.

Volvamos entonces a la pregunta qué es la consciencia. Siguiendo a Capra en su obra ya mencionada, y quien para este apartado de su síntesis y su reflexión teórica, se centra inicialmente en los postulados de la teoría de Santiago de Humberto Maturana y Francisco Varela, principios sintetizados en la concepción e identificación del proceso del conocimiento con el proceso de la vida, para luego referirse a la cognición y la consciencia desde este enfoque. Acto seguido nos ilustra en torno a la naturaleza de la experiencia consciente y realiza una breve reseña de las escuelas del estudio de la consciencia y algunos aspectos de la Neurofenomenología.

Finalmente nos ubica en la dimensión social de la consciencia, el lenguaje humano y sus orígenes, la encarnación de la mente, la naturaleza humana, y la dimensión espiritual.

Tejido discursivo conducente ha demostrar el cambio conceptual sucedido en lo que a la naturaleza de la mente y la consciencia respecta en los tiempos actuales. Paso trascendental lográndose superar en la ciencia la ancestral división Cartesiana entre mente y materia –mente o “sustancia pensante” (res cogitans), materia o “sustancia extensa” (res extensa)-, gracias a la nueva concepción de la vida, en la que la mente y la consciencia ya dejan de ser cosas, para convertirse en procesos. La teoría de Santiago evento contestatario al paradigma cartesiano, define a la mente y a la consciencia como procesos cognoscitivos . Anterior aspecto magistralmente sintetizado por Capra en las Conexiones ocultas al decir:

Así pues, la cognición no es la representación de un mundo con existencia independiente, sino más bien el alumbramiento continuo de un mundo mediante el proceso de vivir. Las interacciones de un sistema vivo con su entorno son interacciones cognitivas, y el propio proceso de vivir es un proceso cognitivo. En palabras de Maturana y Varela, “vivir es conocer”. A medida que el organismo vivo recorre su itinerario individual de cambios estructurales, cada uno de éstos se corresponde con un acto de cognición, lo cual significa que aprendizaje y desarrollo son más que dos caras de la misma moneda.

Podemos ver entonces que el conocimiento esta íntimamente articulado a la autogénesis de las redes vivas, ellas cambian continuamente y sin embargo mantienen su patrón de identidad y al la vez mantienen un registro histórico de su propio desarrollo.

La cognición en la perspectiva de la teoría de Santiago al estar asociado a cualquier nivel de vida es un fenómeno mucho más amplio que la consciencia. La consciencia como proceso hace aparición hacia finales del siglo XIX en los trabajos del psicólogo y filosofo norteamericano William James.

Pionero de la psicología científica, padre del pragmatismo –concepción según la cual la verdad d una idea o un concepto depende de la valoración en términos de lo practico que sea-, y a quien también se le asigna el paternalismo del funcionalismo, escuela psicológica que hace énfasis en el estudio de la finalidad de la consciencia.

En su celebre obra, The principles of psychology (1890), considerada un clásico de la psicología científica, da apertura a nuevos caminos para la investigación en esta disciplina del conocimiento humano, y en el que entre sus temas incluía la sensación, la percepción, las funciones del cerebro. Los hábitos, el fluir de la consciencia, el si-mismo, la atención, la memoria, el pensamiento, la emoción y la voluntad.

A pesar, de lo novedoso del pensamiento de William James, no fue posible cambiar el apegamiento de los estudiosos de la cognición al paradigma cartesiano sino hasta durante los noventa del siglo pasado. Época en la que irrumpe la ciencia de la consciencia como un campo interdisciplinario, con la aparición de diversas técnicas del estudio de las funciones cerebrales.

Este espectacular fenómeno de nuevos planteamientos humanísticos y transpersonales del estudio de la consciencia, conllevo a establecer la importantísima relación de la experiencia vivida con el conocimiento adquirido, y a su vez a la definición de dos tipos de conciencia . La primera la primaria y la segunda de orden superior llamada por Capra “consciencia reflexiva”.

Es de obligatoriedad académica y de reconocimiento investigativo en esta sección de la mente y la consciencia de este trabajo, mencionar el extraordinario trabajo de Gerald Edelman –referente necesario repensado por Capra-, quien ha tratado de construir una teoría científica explicativa de la evolución biológica que conduce a la emergencia de la mente humana.

Gerard Edelman

filosofiaymente.zoomblog.com/archivo/2008/06/...

Para Edelman en su concepción teórica de la mente, la ciencia de la mente tiene dos polos insustituibles: el primero la experiencia fenomenológica de la mente misma (es decir, el explicandum); en una segunda instancia las evidencias biológico-evolutivas (o sea, las procesuales) que son las únicas posibles causas reales de los fenómenos (son el explicans).

El explicandum fenomenológico de la mente, igual a la consciencia, abordado desde el enfoque de Edelman es el problema crucial de la explicación de la mente, y a su vez ese enigma podría ser resuelto siguiendo el hilo explicativo de la consciencia. Temática tratada con claridad en su libro El universo de la consciencia (2000), en donde en la primera parte analiza la experiencia fenomenológica de la consciencia; y en su obra publicada en el 2004, Wider than the Sky, dedica un capitulo de repaso del cómo su teoría de la mente explica finalmente las propiedades fenomenológicas de la consciencia.

La consciencia primaria, aquella relacionada con la percepción y el instinto, presente en el animal y el humano, y dejándonos guiar por Javier Monserrat en su estudio de la teoría de Edelman nos argumenta que:

La conciencia primaria supone “la ocurrencia en tiempo real y en paralelo de categorizaciones preceptúales para cada modalidad sensitiva por medio del sistema cortical, incluyendo los órganos secuenciales. El punto critico final señala la aparición de la conciencia primaria: resulta una escena de correlaciones producidas por la función de las vías de conexión de re-entrada entre sistemas corticales que producen la memoria conceptual valoral- categorial y los sistemas tálamo-corticales que producen las categorizaciones preceptúales discurrentes (ongoing) en todos los sentidos.

En la conciencia primaria, por tanto, la emergencia de cambios de naturaleza morfogenéticas, sobre todo en el sistema tálamo-cortical, permite la sobreabundancia de re-entradas que activan al mismo tiempo todos los registros de la memoria conceptual y del efecto discurrente coordinado de todos los sentidos y funciones en tiempo real. El animal posee así una “escena” coordinada que conecta todos los módulos psíquicos, en pasado y en presente. Es ya el remembered present (que en alguna manera, para nosotros, emerge ya en paralelo necesariamente, aunque poco a poco, al nacer el sistema conceptual valoral-categorial antes mencionado).

(Monserrat, p.19).

La conciencia de orden superior o “reflexiva” en palabras de Capra trasciende la conciencia primaria. En cuanto el escenario presente en que es absorbida la mente del sujeto de la conciencia primaria, su huella del pasado categorial-valoral no posibilita ninguna capacidad de predicción del futuro; aspecto interpretado por Edelman, en el no ser más que una escena muy rica y unitaria iluminada por un potente reflector que, sin embargo está en oscuridad en la periferia que la conecta con pasado y futuro.

Marco de limitaciones el cual erige a la conciencia superior o “reflexiva” como algo esencialmente humano, es decir, surge el sujeto reflexivo, consciente de ser consciente:

En este proceso la conciencia de orden superior surge antes que el lenguaje. Es, digamos, la condición que posibilita la emergencia del mismo lenguaje, dice Edelman apoyándose en Stephen Pinker y otros neurólogos.

“La conciencia de orden superior –nos dice Edelman- requiere obviamente la operación continua de las operaciones que soportan la conciencia primaria. Pero además supone la habilidad de construir una “mismidad” fundada socialmente para modelar el mundo en términos de pasado y futuro, siendo directamente consciente. Sin una memoria simbólica estas habilidades no se podrían desarrollar”. “Por esto (memoria simbólica) entiendo una memoria para símbolos y sus significaciones asociadas. Así un animal con solo consciencia primaria estaría atado a al sucesión de eventos en el presente. ¿Cómo puede romperse la tiranía de este remembered present? La respuesta, aunque imprecisa, es por la evolución de nuevas formas de memoria simbólica y nuevos sistemas al servicio de la comunicación y trasmisión social. En su forma más desarrollada, esto supone la adquisición de la capacidad para el lenguaje. En tanto en cuanto los seres humanos son la única especie con lenguaje, esto significa que la conciencia de orden superior ha nacido en nuestra especie”.

(Monserrat, p.21).

En la afirmación de Edelman, sobre el ser los seres humanos la única especie con lenguaje, hace referencia explicita al tipo de lenguaje proposicional. Ahora, reconociéndose la importancia que reviste la indagación sobre los orígenes del lenguaje para el marco teórico tratado en esta fase del ensayo, haremos un alto en el complejísimo tópico de los orígenes del lenguaje humano, acompañándonos por Capra con lo expuesto en las Conexiones Ocultas sobre los trabajos investigativos de Roger Fouts y también de otros estudiosos de este enigmático campo de investigación.

Actualmente el asunto del origen del lenguaje humano y su evolución se estudia desde diversos enfoques y presupuestos teóricos , con matices interdisciplinarios y con razonables perspectivas de éxito en probidad a la colaboración de diversas disciplinas, entre las que se cuentan la lingüística, la psicolingüística, la sociología, la paleo-antropología, la arqueología, la neurofisiología, etc. Situación propiciadora del incremento del espectro de aproximaciones teóricas tendientes a dar solución a este problema.

Las dos grandes hipótesis sobre el origen del lenguaje y su evolución las constituye la evolucionista y la emergentista. La primera fundamentada en los trabajos de Charles Darwin y direccionada en la premisa del lenguaje como una capacidad simbólica lograda y perfeccionada en milenios de años gracias a un proceso de selección natural; reconociéndose la aparición de protolenguajes como fases que posibilitaron llegar al tipo de lenguaje que hoy conocemos, en donde los inicios del protolenguaje según Bickerton (1994, p.201) pudieron haber sido descubiertos y perdidos muchas veces antes de que el lenguaje quedara firmemente establecido.

La hipótesis emergentista sostiene el paso del protolenguaje al lenguaje actual de las especies no como un evento gradual, sino como el resultado de una mutación espontánea. Posibilidad contemplada años atrás y comentada de la siguiente forma:

Hemos aprendido precisamente en el campo de los fenómenos de la naturaleza orgánica que la evolución no excluye cierto genero de creación original; hay que admitir la mutación súbita y la evolución emergente.

Cassirer (1983, p. 55).

De estas aproximaciones, específicamente en la evolucionista altamente depurada, se matricula la teoría de la consciencia de Humberto Maturana, instituyendo una cadena de nexos entre autoconsciencia, pensamiento conceptual y lenguaje simbólico. Partiendo de esta concepción teórica y sobre la base del espíritu de la fenomenología, es factible preguntarnos sobre el tipo de neurofisiología implícita en la emergencia del lenguaje humano. Indagación no resuelta aún, pero la que a su vez ha dinamizado multiplicidad de eventos investigativos, obteniéndose aportes de gran valor epistémico en aras de dársele solución a los enigmas de la gestación del lenguaje humano.

Entre un elevado número de eventos investigativos acontecidos sobre los orígenes del lenguaje humano, Capra hace mención inicialmente en las conexiones Ocultas, de las varias décadas de investigación de la comunicación con chimpancés, utilizando lenguaje gestual, realizada por el psicólogo Roger Fouts y socializada a la comunidad académica en su libro Next of King. También nos realiza una reseña de las similitudes anatómicas, cerebrales, culturales y sociales de los primates con los seres humanos.

Se sabe, que los primeros intentos didácticos para con el lenguaje humano a los chimpancés se iniciaron a principios y mediados del siglo XX. Actividad investigativa contestataria a la concepción excluyente de teorías del lenguaje que asignaban esa posibilidad únicamente al ser humano.

Pese a los denodados esfuerzos de los pioneros de este campo de indagación, no se obtuvieron logros significativos, y los objetivos presupuestados a alcanzar no fueron alcanzados, teniendo como causa fundamental las diferencias entre las estructuras fonadoras en el hombre y el chimpancé. Fracasos direccionadores de las mencionadas investigaciones hacia la aplicación de métodos indirectos, tales como los lenguajes de signos o símbolos geométricos coloreados que representaban palabras.

Washoe La Gorila Estudiada Por Beatrice y Alan Gardner

www.ape-o-naut.org/.../members/washoe.html

Los registros de estas investigaciones –además de la de Fouts-, dan cuenta de varias experiencias, por ejemplo la de la chimpancé llamada Washoe, enseñada por Beatrice y Allan Gardner a utilizar los 150 signos del lenguaje de sordomudos llamado Ameslan ; David Premack, (ver Gardner et al., 1976: 76-136; 204-225), enseñó a una chimpancé hembra llamada Sarah nacida en África, mediante figuras de plástico; y el caso de Lucy entrenada por Fout, (ver Gardner, et al., 1975: 59-759).

Estos intentos presentaron un moderado éxito y permitieron corroborar la enorme distancia de tipo lingüístico-comunicativa humana del hombre con relación a lo chimpancés. Pero sirvieron para constatar a favor de los primates: a) el poseer por parte de los chimpancés capacidades evolucionadas hacia competencias simbólicas , expresado en la comunicación por signos; b) el de poseer una capacidad natural de la conceptualización, en el sentido de poder organizar las realidades agrupándolas bajo signos según “líneas de fracturas” objetivas o subjetivas.

Es pertinente aclarar como alrededor de estos pocos logros se cierne la duda sobre: el número de signos a ser utilizados por los primates; la complejidad semántica de los mismos signos a utilizar, pues los aprendidos por los chimpancés de las experiencias presentaban un contenido elemental; y sobre las posibilidades de construcción de frases de mayor complejidad.

No obstante, el no cumplirse los objetivos propuestos en las indagaciones comentadas, es también cierto, de ellas el haber marcado la pauta y el haber sido un novedoso vector con dirección y sentido para la formulación de nuevas teorías sobre los orígenes del lenguaje humano. Situación argumentad por Capra en Las Conexiones Ocultas al referirse a la pregunta ¿Cómo consiguieron nuestro antepasados homínidos superar el abismo entre gestos con la manos y torrentes de palabras con la boca? Resuelto por la neuróloga Doreen Kimura, y la reflexión sobre ello de Fouts, a la vez sobre la vigencia del gesto como forma de lenguaje en la totalidad de la cultura humana:

Cuando Fouts supo del descubrimiento de Kimura, se percató, de que en cierto sentido, el lenguaje gestual y el hablado son otras tantas modalidades de gesto…Esta constatación permitió a Fouts formular su teoría básica de del origen evolutivo del lenguaje hablado […] A lo largo de decenas de millares de años, a medida que evolucionaban sus órganos vocales, los humanos siguieron comunicándose mediante combinaciones de gestos precisos y sonidos hasta que llegó el momento en que el lenguaje hablado supero a las señas y se convirtió en la modalidad dominante de comunicación humana. Sin embargo aún utilizamos gestos cunado el lenguaje hablado no nos sirve o no nos basta, “El gesto, la forma más antigua de comunicación de nuestra especie”, señala Fouts, “sigue funcionando como segundo lenguaje” de todas las culturas.

(Capra, 2003: pp.90-91).

Orientándonos por Fouts, inicialmente el lenguaje estaba limitado a los gestos, evolucionando a la par de la consciencia humana, concepción teórica concordante por lo presentado por los científicos de la cognición de que el pensamiento conceptual, en su totalidad está encarnado físicamente en el cuerpo y el cerebro ¡La encarnación de la mente!

¿Pero qué es la mente encarnada? difícil cuestionamiento cuya respuesta investida de un buen talante académico, exige seguir la senda de George Lakoff y Mark Johnson (1999) con su obra Philosophy in the Flesh. Socialización de su programa de investigación denominado por ellos como ciencia cognitiva de segunda generación, con varias decenas de años de trabajo.

El libro citado está precedido por otras publicaciones conjuntamente o por separado, llamando la atención sobre diversos aspectos de la construcción del mundo, el funcionamiento de nuestros sistemas conceptuales, el cómo y el rol de las metáforas en nuestras vidas , la deconstrucción de los mecanismos ideológicos que inducen al hombre a la guerra, a la violencia o el amor.

Trabajos que trascienden la ciencia cognitiva en su primera generación con sus enfoques científicos paradigmáticos de vigencia de varias décadas de años, amenazados ya por la perdida de credibilidad; perteneciendo a estos la lingüística generativa chomskyana, la teoría semántica de la filosofía analítica, como para mencionar algunos.

Entonces realicemos una breve reseña de la obra mencionada de Lakoff y Johnson, empezando por decir que en este extenso escrito de más de seiscientas páginas los autores defienden apoyados en los resultados de la ciencia cognitiva de segundo orden y en las teorías neurales del lenguaje:

1) La no existencia de una mente desencarnada, es decir nuestras mentes son encarnadas, forman pare del cuerpo y se gestan desde el cuerpo, con altos niveles de inconsciencia en gran parte de sus procesos, y nutriéndose de metáforas y metonimias, construyen el mundo, conceptualizan la complejidad a abordar, le dan significado a sus actos, a sus lenguajes y se construyen a si mismos como sujetos.

2) Los trabajos de Lakoff y Johnson son revolucionarios y visionarios. Lo primero en razón de permitir desenmascarar las construcciones filosóficas más elaboradas, y lo segundo puesto que una vez que logremos explicitar y comprender los mecanismos con los que construimos el significado y la vez experienciamos –en palabras del neologismo acuñado por Johnson- el mundo, podríamos utilizar estas herramientas cognitivas para logra mejor y mayores niveles de comprensión entre los humanos. ¡Sin ser utópicos!, rediseñaríamos lo creado por el hombre, se originarían nuevos tipos de relaciones entre nosotros, en síntesis crearíamos nuevas metáforas produciendo nuevas realidades mejores para la vida. Anhelos sintetizados, en uno de los párrafos del artículo titulado La Disolución del Problema Mente-Cuerpo, del investigador Carlos Muñoz Gutiérrez:

Que somos cuerpo, es indudable; pero que lo seamos pudiendo albergar entre su carne nobles ideales de compasión, de ternura o de amor o de profundas teorías sobre el comportamiento del mundo y de nosotros mismos es lo que nos queda por admitir. Somos un cuerpo que piensa, que imagina y siente y que nos concede una singular ventaja, al crear una mente para que simulemos qué nos pasaría si nos amamos o nos odiamos, si nos representamos el mundo de tal o cual manera, si nos reconocemos en sueños o en ensoñaciones, si nos gusta lo que nos pasa o si nos disgusta. La mente es el cuerpo que se experimenta a si mismo.

Uno de los campos de mayor fecundidad en la aplicación de la teoría de la complejidad y el análisis sistemático de la experiencia consciente en primera persona, ha sido los intentos de construcción de una teoría de la consciencia.

Hecho de fácil constatación gracias a la proliferación de escuelas del pensamiento desde disímiles enfoques. Una primera escuela, la más tradicional, es la mencionada por Capra en palabras de Francisco Varela llamada “Neuroreduccionista”, lideradas por Francisco Crick y Patricia Churchland. Escuela que my probablemente dada la formación académica inicialmente como físico de Crick y bajo su influencia, reduce el estudio de la consciencia a mecanismos neurales, explicándola de forma muy parecida a como se explica el calor en la física.

La segunda escuela es la llamada “funcionalismo”, corriente del pensamiento que prioriza el estudio de la mente en la visión de una parte funcional esencialmente útil al organismo humano.

El funcionalismo como escuela fue consecuencia lógica de la difusión del Darwinismo y su doctrina de “la supervivencia de los más aptos”. En el campo psicológico insistía en la importancia de técnicas como los tests de inteligencia, y las experiencias controladas para medir la capacidad de los animales para aprender y resolver problemas, gestando la ruptura con los métodos introspectivos utilizados por los primeros psicólogos del siglo XIX. Son representares destacados los filósofos William James y John Dewey. Desde 1890 hasta 1910 el funcionalismo fue el movimiento más importante en la psicología académica anglosajona y, en muchos sentidos, el precursor del conductismo. Sus puntos de vista teóricos han sido incorporados a la corriente general del pensamiento psicológico. (Limón, 2004: pp. 104-105).

Otra escuela del conocimiento citada, fue la pequeña y más bien desconocida “los misterianos”, caracterizada por cargar el lastre científico del paradigma reduccionista cartesiano de separación entre mente y materia, y concluyendo ellos enfáticamente el ser la naturaleza de la consciencia algo ininteligible y no explicable por el ser humano.

Pensadores como Colin McGinn, son radicales en aseverar de una manera escéptica, el dejar nuestro ego epistémico y entender que no todo lo podemos conocer ni saber en absoluto, pues hay cosas vedadas a nuestras capacidades comprensivas e interpretativas, producto de una “restricción cognitiva”, analógicamente, como por ejemplo a la de un equino para llegar a comprender los modelos matemáticos de la física cuántica:

No creo que podamos especificar alguna vez qué es lo que del cerebro es responsable de la conciencia, pero estoy seguro de que sea lo que sea no es inherentemente milagroso. El problema aparece, sugiero, porque estamos limitados por nuestra constitución cognitiva de conseguir una concepción de aquella propiedad natural del cerebro (o de la conciencia) que de cuenta del nexo psico-físico. Este un tipo de nexo causal de cuya comprensión estamos para siempre marginados, dada la manera de construir nuestros conceptos y de desarrollar nuestras teorías. ¡No es de asombrarse entonces que encontremos tan difícil el problema!

(McGinn, 1991)

Al anterior escepticismo de McGinn y, de otros filósofos inscritos en el pensamiento de los “misterianos”, se antepone las optimistas formulaciones de un buen numero de filósofos, verbigracia Thomas Nagel (2004) y David Chalmers (1996), los que sostienen la posibilidad de la cognoscibilidad de la mente, llegándose a modelos de pensamiento distintos a los que poseemos, y mejorar el alcance de la física para explicar dichos fenómenos, es decir, es cuestión de tiempo e investigación:

El rasgo más importante y característico de los fenómenos mentales conscientes es comprendido de una manera muy pobre. La mayoría de las teorías reduccionistas ni siquiera tratan de explicarlo; y un examen cuidadoso mostrará que ninguno de los conceptos de reducción de los que disponemos actualmente es aplicable a él. Quizá una nueva forma teórica pueda ser dispuesta para ese propósito, pero tal solución, si existe, yace en el distante futuro intelectual.

(Nagel, 2004)

El epilogo de este recorrido por algunas escuelas del conocimiento con Capra, se finaliza con la denominada “Neurofenomenología”, nombre asignado por Francisco Varela. Escuela reconocida por Capra como la de mayor afinidad a su novedosa concepción teórica de la vida, augurándole para un futuro no muy lejano el probablemente permear los otros campos del conocimiento, y a lograr significativas aportaciones en pos de la construcción y consolidación de una ciencia de la conciencia.

Afinidad que no es gratuita, pues ya es sabido como el programa de investigación de la teoría de Santiago ha trascendido el arcaico modelo cartesiano de la ciencia, inscribiéndose en los cánones formales de la teoría de la Complejidad. La mencionada escuela integra tres planteamientos fundantes de la teoría de Santiago, la introspección , el enfoque fenomenológico , y la acumulación de evidencia procedente de la meditación , es decir la espiritualidad. Enfoques complementarios entre ellos los que en un aporte simbiótico y complementario configuran la visión holística.

Ahora bien, realizada la anterior e interesante incursión por algunas posturas teóricas sobre la mente y la consciencia, y dejándonos guiar por el libro ¿Tu Qué Sabes? objeto del presente ensayo, lenguajearemos –en términos de Maturana- sobre la Física Cuántica y la mente, en simbiosis a las novedosas posturas investigativas en la Física Teórica, como resultado del paradigma emergente de la Ecología Profunda y la nueva Concepción de la Vida. Para ello, nos detendremos a explorar el proceso investigativo del matemático y físico Roger Penrose .


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