BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

LA RELACIÓN GLOBAL-LOCAL: SUS IMPLICANCIAS PRÁCTICAS PARA EL DISEÑO DE ESTRATEGIAS DE DESARROLLO

Carlos Barrios Napurí
Ulises Castro Álvarez
Lorena G. Coria
Mario González Arencibia
Remedios Martínez Verdú
Leopoldo Taddey Díez
 

 

 

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Desarrollo Local y Empoderamiento

El desarrollo local podría fortalecerse, si la participación ciudadana incrementara su empoderamiento, por lo que es necesario la aplicación de estrategias que contribuyan al mismo en el marco de la democracia participativa, para la construcción de territorios con un desarrollo adecuado. La noción “empoderamiento”, no como realidad abstracta sino como objetivo participativo con manifestaciones concretas, abordables y viables, alejado de la pasividad y de la indolencia sociales que aparecen representadas en el imaginario colectivo participativo. La noción, traducción literal del término inglés empowerment, se emplea para expresar el ejercicio real del poder por parte de la ciudadanía. J. Rappaport (1981,1987) ha propuesto, en el contexto de la actuación en Psicología Comunitaria, el concepto de empowerment (literalmente, dotación de poder). En una perspectiva ecológica alude a una calidad fundamental de interacción de las personas con su entorno relacional y físico (A., Sánchez, 1996).

Etimológicamente este concepto alude a: permitir, capacitar, autorizar o dar poder sobre algo o alguien o para hacer algo. Conceptualmente, se refiere al proceso o mecanismo a través del cual personas, organizaciones o comunidades adquieren control o dominio sobre asuntos o temas de interés que le son propios (A., Sánchez). Los ejes centrales del concepto, serían entonces, la potenciación y fortalecimiento con la finalidad de sentirse y ser competentes en los ámbitos de interés para la propia vida. Rappaport en 1987, refiere que el empowerment (o empoderamiento) posee dos dimensiones o componentes complementarios para el caso del desarrollo comunitario. Una se centra en la autodeterminación personal, que sería la capacidad de determinar la propia vida (sentido de competencia personal). La otra, se centra en la determinación social y se refiere la posibilidad de participación democrática (sentido de competencia comunitaria).

Se trata de un concepto cada vez más utilizado que relaciona las nociones de poder, política y participación, en general, pero que ha surgido de experiencias realmente concretas, circunscritas a lo próximo, a lo cotidiano, a las necesidades sociales que requieren de satisfacción social. Aparece ante la necesidad de apertura de líneas de acción, desde la reclamación de poder y voz para poder desarrollar planes, programas o proyectos específicos con el horizonte de la promoción de la plena integración de las comunidades locales y la participación social práctica.

En consecuencia, la noción de “empoderamiento” implica formas muy diversas de entender el mundo y las relaciones de poder (desde reformistas hasta revolucionarias). El común denominador entre todas ellas es la idea de compartir poder y tomar decisiones a todos los niveles, “poder” en todos los ámbitos de la sociedad, perteneciente a todo individuo y a todo grupo. Para su concreción, precisa de sujetos activos, convencidos de ser capaces de convertirse en motores de su propio “empoderamiento”. Además, entronca con las nociones de poder vinculadas a los movimientos sociales, a las ideas de participación de acciones colectivas que contrarresten las relaciones de poder hacia las mayorías por parte de unas elites minoritarias, desde una perspectiva marcadamente transformadora y “desestabilizadora” en sus planteamientos originales que han ido evolucionando hacia posiciones como el seguimiento participativo de proyectos. De hecho la monitorización desempeña un papel destacado en esta alternativa participativa.

Empoderamiento es un concepto psicosocial con implicancias políticas: hablamos de poder, de transferencia de poder. Queremos resaltar aquí que un objetivo de vital importancia en la superación de la pobreza es la ruptura de los mecanismos psicosociales que la reproducen (que por cierto tienen su base en estructuras sociales objetivas). La ubicación de las personas que viven en condiciones de pobreza les impide muchas veces, tener control psicológico, material o político en cuestiones incluso cotidianas, más aún su escasa o nula incidencia en la toma de decisiones que se relacionan con políticas que eventualmente pueden mejorar sus condiciones de vida.

Este concepto muy pronto traspasó los límites de la Psicología Comunitaria, comenzándose a emplear en diversos ámbitos, especialmente en agencias internacionales de desarrollo, refiriéndola como un componente fundamental en las estrategias de erradicación de la pobreza (Banco Mundial, 2001; CEPAL, 2001).

El empoderamiento aumenta las oportunidades y aptitudes de las personas de optar y expresar sus opciones y transformarlas en actividades y resultados deseados. La capacidad de las personas de participar en la función de gobierno a nivel local y en la prestación de servicios locales no sólo está determinada por la dotación de recursos individuales (dinero, información, aptitudes, etcétera), sino también por el capital social que sirve de base para las actividades colectivas tendientes a dar respuesta a sus preocupaciones comunes

Las prácticas de este fenómeno son el elemento inverso, a las relaciones verticales de poder vertido desde arriba. La autoestima, el desarrollo personal, la dignidad o la toma de conciencia son elementos constitutivos que enriquecen el enfoque, persiguiendo el objetivo de aumentar la participación individual y colectiva en movimientos o redes sociales activas. No está reñido con un contexto estructural o institucional en la medida en que busca reforzar a los actores sociales como sujetos activos que se convierten en objetivos de estructuras, de instituciones y de organizaciones, en el marco de los cambios en las relaciones políticas y con un carácter ineludiblemente político de reequilibrio del poder.

El entorno propicio para el desarrollo local comprende instituciones formales, como leyes, políticas y sistemas institucionales establecidos, así como sistemas informales, como valores, normas y prácticas sociales, que influyen sobre las decisiones y el comportamiento de las personas.

El respaldo externo para el desarrollo local comprende el suministro a los protagonistas locales —incluidos organismos públicos, organizaciones no gubernamentales y de base comunitaria— de recursos tales como financiamiento, capacitación, asistencia técnica e información. Las transferencias de recursos a organismos locales son comunes en todos los países; en zonas locales menos adelantadas, su proporción tiende a ser mayor.

La sociedad civil a través del sistema político tiene que buscar un nuevo pacto, democratizar el Estado para lo que se requiere una descentralización funcional y una gestión transversal del estado en relación a la sociedad para que se fortalezca la participación ciudadana. Una posible alternativa, está por un lado en la construcción de un estado social, por otro en consolidar una sociedad de bienestar donde lo público no se agota en lo estatal teniendo el ciudadano un conjunto de derechos y deberes abiertos a la aldea global desde la polis local. Lo público adquiere la significación de un espacio dinámico en el que se interaccionan distintos actores estatales, de la comunidad y el mercado con una lógica y objetivos comunes.

Tradicionalmente, los gobiernos de los países en desarrollo han recurrido a organismos convencionales del sector público —entidades sectoriales y gobiernos locales— para proporcionar infraestructura y dispensar servicios a nivel local. Recientemente se ha comprobado que los fondos sociales en que se utilizan métodos altamente descentralizados, participativos y basados en la demanda, como el de desarrollo impulsado por la comunidad, tienen bastante éxito en cuanto a suministro de recursos a los beneficiarios deseados y el logro de repercusiones rápidas. No obstante, esos enfoques innovadores no siempre han garantizado una coordinación e integración adecuadas de sus esfuerzos con la gestión de gobierno y la prestación de servicios por parte del sector público en el sentido más amplio.

El antónimo de empoderamiento es alienación o explotación, dependencia, en definitiva, una concepción de los ciudadanos como instrumentos fácilmente socializables. No es una cuestión menor, no en vano la cuestión de la correlación de fuerzas en el contexto social global (internacional o mundial), regional (europeo) y el local (nacional, autonómico, municipal, provincial) no es ajeno a situaciones de polarización social, por la fragmentación y por el crecimiento de las desigualdades económicas, culturales, étnicas, espaciales, y un largo etcétera que incluye categorías sociológicas como edad, sexo y otras.

Un nuevo modelo de desarrollo debería retomar la tesis de los teóricos de la dependencia de que el subdesarrollo responde a causas intrínsecas al sistema capitalista; y elaborar un marco conceptual que integre los avances teóricos derivados de las relaciones centro periferia y las aportaciones de las diferentes teorías que reconocen el papel fundamental de las instituciones. También tendría que tener en cuenta una redefinición del papel del Estado como agente principal para corregir los desequilibrios macroeconómicos y las brechas económico-sociales, en una nueva forma de gestión y organización de las relaciones de trabajadores y empresarios e impulsar acuerdos regionales de inserción internacional.

 

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