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VENEZUELA, CAPITALISMO DE ESTADO, REFORMA Y REVOLUCION

Edgardo González Medina

 

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INTRODUCCIÓN

He estado convencido de la vieja tesis que considera los partidos políticos como una consecuencia del sistema, en el cual la institucionalidad partidista es un elemento para el ejercicio del poder del Estado por parte de una clase o alianza de clases dominante.

Sin embargo, dicho fenómeno, por venir con frecuencia expresado en términos de una totalidad categorial, no deja claro relaciones que aparecerían así subsumidas en una irreversible fórmula de poder cautivo e inerte. Habría en contrario que deslindar si los partidos son un fenómeno autónomo, un episodio del Estado en el ejercicio del dominio político sobre la sociedad, o si, en su defecto, hay una relación dialéctica, una contradicción entre el Estado y los partidos, con una base real de relaciones sociales, las cuales no obstante ser en la vieja tesis la base explicativa del Estado, no han sido, inexplicablemente, vinculadas a la existencia directa de los partidos políticos sin necesidad de recurrir al propio Estado como variable explicativa. Por otra parte, aún admitiendo el fenómeno relativamente autónomo del Estado, los partidos eran en la teoría académica una expresión de la clase social dominante con independencia de que las relaciones sociales fueran contradictorias, de lucha entre clases opuestas, lo cual hacía más dudable aquella tesis. Y por último, y más importante en el entorno inmediato, habría que dilucidar en todo caso si en Venezuela debe verse al Estado como un apéndice de una clase dominante, es decir como una entidad cautiva de esa clase y derivar meramente, entonces, el papel histórico jugado por los partidos políticos, que es la posición teórica que enclaustró durante mucho tiempo el fenómeno político de las democracias contemporáneas en un esquema cerrado a las contradicciones y vacío de contenido científico.

En este trabajo recreamos en forma deliberada el proceso histórico de vigencia de los partidos políticos contemporáneos en Venezuela, analizando en lo económico el problema fundamental de desequilibrio del desarrollo, que es la desigualdad entre ahorro e inversión. ¿Por qué no se empleó suficientemente el ahorro en inversión?. Algunos pudieran indicarnos que debido a la gente que no sabe invertir, no pudo o no quiere, porque sabiéndolo se dio cuenta que esa decisión no redundaba en atractivas tasas de ganancia, dado que la inversión de capital es una corriente de decisiones que se han debido asumir en el contexto de un modelo capitalista avanzado. Pero la explicación es más profunda y fundamental. La identidad entre ahorro e inversión es una condición esencial en todos los modelos económicos elaborados hasta hoy día: Clásico, neoclásico, keynesiano, y marxista. En cada uno, la identidad tiene un enfoque particular, una explicación específica. En el modelo marxista el valor social del resultado de la inversión productiva equivale a C+V+P, pero para el capitalista su inversión es C+V. La plusvalía puede asumirse aún en un discurso no marxista, como ahorro social, como un excedente que al ser “distanciado” del trabajador no puede llegar a ser un componente de sus decisiones económicas de consumo y así retornar como valor en forma natural a la circulación mercantil.

Keynes y Marx demostraron en sus diseños científicos, que la sociedad no consume el valor de todo el producto que crea. No lo puede consumir, bien porque responde a una tendencia natural, un límite biológico, o cualquier otra causa similar, o porque existe un excedente económico no retribuido a la sociedad, que es apropiado en forma particular por sectores minoritarios de esa sociedad. Los diagnósticos acerca del desequilibrio, en Keynes y Marx no son iguales pero se parecen: En Marx, opera como una denuncia el hecho de que el sistema capitalista avanza inevitablemente hacia la reproducción ampliada del capital, lo cual en fin de cuentas no es sino una reexpresión de viejas leyes de la economía; mientras Keynes se circunscribe a determinar cómo este avance es una solución de equilibrio, aunque nunca aparece concebido explícitamente en sus trabajos como equilibrio de largo plazo. En Marx, por su parte, las soluciones, como sabemos, no son de equilibrio, sino de transformación del sistema capitalista.

Ahora, el análisis de este fenómeno económico que por ser esencial y general no deja de ser una singularidad, nos lleva necesariamente a entender que el excedente económico no retribuido a los trabajadores tiene una doble connotación, es decir, se trata de una falta de reinserción, en el desarrollo material, de elementos físicos e intelectuales, tanto como vemos originalmente presente en la producción social la inversión de energías físicas e intelectuales. Cabe atender que lo físico no se opone a lo intelectual como lo material a lo metafísico, sino que se relaciona dialécticamente. Lo físico y lo intelectual son dos aspectos de lo material. Por ello la producción social es a la vez una producción social física y una producción social intelectual que se identifica mediante un proceso de producción de la conciencia social o conciencia de sí, y existe una puerta abierta para medir la sustitución, dependencia, o correlación, entre los grados de reinserción o desposesión de los recursos físicos o intelectuales a la sociedad, que caracteriza a los diversos modelos o sistemas sociales.

Más aún, esta conciencia de sí que es conciencia del ser social, no es un mero desarrollo de facultades intelectivas del individuo, sino responde con alto grado de identificación natural con el proceso de producción física. No hay, sin embargo, un desarrollo específico de las fuerzas materiales que indique un punto de partida de un determinado grado de desarrollo de la conciencia social, sino que el desarrollo material intelectual se despliega en sus representaciones como una práctica ideológica determinada. La inversión física no está a disposición de toda la sociedad, como no lo está el excedente apropiado por las clases dominantes. La disponibilidad de la inversión intelectual es inmanente: La sociedad invierte el recurso intelectual cuando dispone de él y lo aporta al proceso de producción de la conciencia social, que le reporta un producto que la misma sociedad reinterioriza. Aunque este proceso de producción de la conciencia social es intervenido por las clases dominantes, en diversas intensidades, como lo han demostrado centenares de especialistas y teóricos, el pensamiento es un medio, no conculcable, del hombre apropiarse de su realidad.

La alienación no es un fatal fenómeno de la totalidad, sino que se expresa en singularidades concretas, y por ello la superación de la alienación es la toma de conciencia de esas singularidades concretas, como es la comprensión del problema histórico esencial del desarrollo material de Venezuela, que es la forma de producción del excedente económico y la dificultad de convertir el ahorro social en inversión también social; lo que se corresponde con un diagnóstico sobre el proceso de producción de la conciencia social presente en ese desarrollo material. Cuando analizamos estos procesos, llegamos a la conclusión de que las clases explotadas venezolanas, en su conformación manual e intelectual, han estado en posición inminente de dominio sobre la inversión física. Ha estado presente un proceso de producción de conciencia social acerca del dominio inminente sobre el proceso de inversión física, que en fin de cuentas no ha sido más que el dominio inminente sobre el movimiento del stock de capital en manos del Estado; mientras que el movimiento político real de las clases mayoritarias ha dejado un acervo altamente importante para acometer hoy día grandes cambios sociales.

El presente trabajo se presentó inicialmente en 1980 como Tesis de Grado para obtener el título de economista en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, obteniendo la calificación de “excelente” por el jurado constituido por los profesores Domingo Alberto Rangel, Judith Valencia y Carlos Blanco. Presentó imprecisiones que identifiqué luego, pero sus ideas fundamentales estuvieron y siguen vigentes, como expresión de un análisis de realidades concretas que permita el desarrollo de una estrategia revolucionaria, postulando una reconciliación entre lo real y lo ideal, entre el modelo ideal y el modelo real, en el sentido de levantar la losa del sepulcro de la fase más importante del desarrollo político venezolano en toda su historia después de la Independencia, que es el trayecto que corre entre 1936 y nuestros días. Alcanzar la estabilización de la idea democrática en un país atormentado a través del tiempo por las dictaduras es el punto más alto de su historia. Es a partir de la comprensión más cabal de este proceso democrático, como podremos avanzar hacia una sociedad superior. Siempre ha sido trágica la tendencia del hombre a sepultar el tiempo del que es protagonista, sin haberlo comprendido. Y por ello es necesario desmitificar la batalla política del presente, y entenderla dentro de un modelo de totalidad. Espero con ello haber contribuido modestamente al futuro político de Venezuela.


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