LOS LENGUAJES DE LA ECONOMÍA

Un recorrido por los marcos conceptuales de la Economía.

PARTE PRIMERA

CAPÍTULO 1. - INTRODUCCIÓN Y CONCLUSIONES.

Las ciencias sociales

Un eje básico a partir del cual se han construido los diferentes marcos conceptuales científicos es la problemática del objeto de estudio. En este sentido, una primera diferenciación científica es la que se establece entre ciencias naturales y ciencias sociales. Esta diferenciación, de hecho, se ha enriquecido con otros criterios. Así, un criterio comúnmente utilizado es el de la relación existente entre objeto y sujeto de conocimiento. A partir de este criterio, se diferencia entre Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. En las primeras el sujeto que conoce no forma parte o no está contenido en el objeto a conocer; mientras que en el caso de las Ciencias Sociales no ocurre así: el propio sujeto de conocimiento (ser humano: individual o en sociedad) forma parte del objeto de conocimiento.

El hecho de que, en el caso de la Ciencias Sociales, el sujeto esté incluido en el objeto da lugar a que se discuta más abiertamente sobre la presencia de Juicios de Valor y sobre el papel de los mismos en la elaboración del conocimiento y de la investigación. Lo cual no resulta extraño, si tenemos en cuenta que el conocimiento de las ciencias sociales es un elemento esencial del propio sistema social. De esta manera, la objetividad, en el sentido de poder investigar un mundo sin que éste se vea afectado por la investigación, es un absurdo.

De esta diferencia en las relaciones entre objeto y sujeto de conocimiento arrancan, en cierto modo, buena parte de las diferencias que se han establecido entre las Ciencias Naturales y Ciencias Sociales. Estas diferencias pueden presentarse en dos bloques: uno relativo al Fenómeno a explicar y el otro referido a Cómo explicar.

Respecto al fenómeno o naturaleza del objeto de estudio emergen varias cuestiones que podemos resumir aquí en tres. La primera viene referida a la mayor o mejor complejidad o simplicidad del objeto de análisis. A este respecto, cabe decir que no hay duda de que el análisis de cualquier situación social concreta se hace extremadamente difícil por su complejidad. Pero lo mismo vale para cualquier situación física concreta. La creencia generalizada de que las situaciones o fenómenos sociales son más complejos procede, en opinión de Popper, de dos fuentes. Una, tendemos a comparar lo que no es comparable: por una parte, situaciones sociales concretas y, por otra, situaciones físicas experimentales artificialmente aisladas. Dos, la creencia de que la descripción de una situación social debería incluir el estado mental e incluso físico de todos los implicados; esta creencia es injustificada, mucho menos incluso que la creencia de que la descripción de una reacción química concreta incluya la de todos los estados atómicos y subatómicos de las partículas elementales implicadas.

La segunda cuestión se refiere a la predicción. Y, aquí, generalmente se piensa que en los fenómenos sociales raramente se puede predecir el resultado preciso en una situación concreta, mientras que si podemos explicar el principio según el cual ciertos fenómenos se producen y podemos por medio de este conocimiento excluir la posibilidad de ciertos resultados. Buena parte de las características del fenómeno a estudiar en las Ciencias Sociales resultan de la propia interacción humana y de los grados de libertad que los hombres tienen. Para Popper (1973), este pasaje, lejos de describir una situación peculiar de las ciencias sociales, describe perfectamente el carácter de las leyes naturales, las cuales, de hecho, nunca pueden hacer más que excluir ciertas posibilidades.

La última cuestión se refiere a la realización de Experimentos y a la cuantificación. Aquí, las dificultades específicas para llevar a cabo experimentos y para aplicar métodos cuantitativos son diferencias de grado más que de clase. Además, las posibilidades de experimentación y de cuantificación son mayores en algunas ciencias sociales que en ciertas ciencias naturales.

Por otra parte, hablar de cómo se elaboran las explicaciones equivale a referirse a distintas modalidades de explicación científica. En este sentido, se distingue entre explicación causal, funcional e intencional; y tres campos de investigación científica: física -en sentido amplio-, biología y ciencias sociales. La pregunta en este caso es ¿qué tipos de explicación son adecuados, característicos y pertinentes para qué campos de investigación? No obstante, la explicación causal tiene un claro predominio sobre las demás. Si bien cada una de las ciencias tiende a caracterizarse por un tipo de explicación, de hecho los científicos sociales suelen ofrecer explicaciones pertenecientes a los tres tipos. Y, así ocurre en el caso de la Economía.

La explicación causal considera que cualquier efecto o acontecimiento tiene una causa. En principio debe distinguirse muy claramente entre la cuestión de la naturaleza de la causación y la de la explicación causal, entre acontecimientos causales y explicación causal. Si un acontecimiento causó otro es una cuestión aparte de por qué lo causó. La descripción de un acontecimiento por medio de sus rasgos causalmente irrelevantes recogerá la misma causa, aun cuando no proveerá una explicación de por qué tuvo ese efecto en particular. La explicación causal, entonces, subsume los acontecimientos bajo leyes causales. Dos casos importantes son los que podemos denominar epifenómenos (mera correlación) y causación precedente (A sea efecto de B, y que B sea al mismo tiempo efecto de C). El determinismo es el postulado que dice que todo acontecimiento tiene una causa: un conjunto determinable de antecedentes causales que en conjunto son suficientes e individualmente necesarios para que se produzca.

En biología la explicación funcional es, histórica y lógicamente, el principal ejemplo de este modo de explicación. La explicación funcional en biología consiste en intentar demostrar que un pequeño cambio en la característica estudiada de un organismo conduce a una mayor capacidad reproductiva de dicho organismo. Entonces queda explicado porqué el organismo tiene esas características. El atractivo que tiene la explicación funcional en las Ciencias Sociales se origina en el supuesto implícito de que todos los fenómenos sociales y psicológicos deben tener un significado, es decir, que debe haber algún sentido, alguna perspectiva en los que son beneficiosos para alguien o algo; y que además estos efectos benéficos son los que explican el fenómeno estudiado.

Por último, la explicación intencional es la característica que diferencia a las ciencias sociales de las ciencias naturales. Explicar la conducta intencionalmente es equivalente a demostrar que es conducta realizada para lograr una meta. Explicamos una acción intencionalmente cuando podemos especificar el estado futuro que se pretendía crear. No se está explicando la acción en función de un estado futuro: el explanandum no puede preceder al explanans y, el futuro estado deseado puede no producirse por una cantidad de razones. Algunas intenciones pueden ser intrínsecamente irrealizables y, no por ello dejarán de ser mencionadas en la explicación (Elster, 1983). La explicación intencional esencialmente comprende una relación triádica entre acción, deseo y creencia. Pero explicar una acción intencional no queda limitado a enunciar el mecanismo que determina qué acción se llevará a cabo y por qué. Generalmente, se presenta intencionalidad y racionalidad de un modo paralelo.

Una cuestión también relativa a la clasificación de las ciencias, pero diferente a la anterior, se refiere a los diferentes intereses que subyacen en las explicaciones científicas. De acuerdo con Jürgen Habermas, los procesos de investigación se clasifican en tres categorías: ciencias empírico-analíticas, que comprenden las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales; las ciencias histórico-hermenéuticas, que comprenden las humanidades y las ciencias históricas y sociales; y las ciencias de orientación crítica, que abarcan la crítica de la ideología (teoría social crítica).

Para cada una de estas categorías de investigación, se postula una conexión con un interés cognoscitivo específico. En la orientación de las ciencias empírico-analíticas interviene un interés cognoscitivo técnico; en la orientación de las ciencias histórico-hermenéuticas interviene un interés cognoscitivo práctico; y en la orientación de las ciencias dirigidas a la crítica interviene un interés cognoscitivo emancipatorio.

Los intereses cognoscitivos aparecen como orientaciones o estrategias cognoscitivas generales que guían los distintos tipos de investigación. No representan influencia en el proceso del conocimiento que hubieran de eliminarse en aras a la objetividad del conocimiento; antes bien, determinan el aspecto bajo el que puede objetivarse la realidad, y, por tanto, el aspecto bajo el que la realidad puede resultar accesible a la experiencia. Constituyen, para los sujetos capaces de lenguaje y de acción, condiciones necesarias de la posibilidad de toda experiencia que puede ser objetiva. Aunque las ciencias tienen que mantener su objetividad frente a los intereses particulares, la condición de posibilidad de esa objetividad que buscan mantener incluye intereses cognoscitivos que son fundamentales.

Por una parte, las teorías científicas de tipo empírico abren la realidad bajo la guía del interés por la posible seguridad informativa y ampliación de la acción con garantías suficientes de éxito. Éste es el interés cognoscitivo por la disponibilidad técnica de procesos objetivados. Por otra parte, el interés práctico remite a la búsqueda de la comprensión de la realidad estudiada, no a la acción sobre la misma; por tanto, no se pregunta acerca de los mecanismos que puede permitir una actuación o sobre los cuales cabría incidir. Un ejemplo paradigmático sería la Historia. Por último, el interés emancipatorio busca desarrollar una teoría crítica de la sociedad. Aquí pueden incluirse distintos campos de investigación, uno de ellos sería una parte de la Filosofía moral.

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