AMERICA LATINA ENTRE SOMBRAS Y LUCES

 

 

Predicción

La experiencia norteamericana en la crisis de los años 30 con su desempleo del 25 por ciento, la experiencia latinoamericana en las últimas décadas y la crisis argentina del Siglo XXI -también causada por un desempleo del 25 por ciento- son crisis que, aunque de manera indirecta, ya fueron advertidas hace tantos años por Adam Smith con las siguientes palabras: [1]

‘Sea cual fuere el suelo, el clima o la extensión de territorio de cualquiera nación, la abundancia o la escasez de su surtido o abastecimiento anual, no puede menos de depender... de dos circunstancias: la primera por la pericia, destreza y juicio con que se aplique su trabajo; y la segunda por la proporción que se guarde en el número de los que se emplean...’. 

En otras palabras y según Smith, el crecimiento económico de un país –de cualquier país- no depende de sus circunstancias históricas, geográficas o climáticas, sino del número de la gente que trabaja y de su pericia, experiencia y educación.

Desde la perspectiva de Smith, entonces, la política económica no debería tener como brújula el caminar ‘hacia adentro’ o ‘hacia fuera’, ni tampoco tratar de favorecer el ‘lado de la oferta’ o el ‘lado de la demanda’, sino el priorizar la creación de fuentes de trabajo y la educación de la gente.

Así, antes de erigir o eliminar aranceles, incrementar o reducir impuestos, drenar o bombear dinero, obstaculizar o ampliar el comercio, liberar o controlar las tasas de intereses, y regular el superávit o el déficit; deberíamos tratar de prever ante todo si es que esas políticas favorecen o no la generación de empleo.

Nuevamente ahora como ayer, aquí y allá, el crecimiento de un país no depende del valor contable que alcance el PIB, sino del número de sus trabajadores que se encuentren trabajando. Y no es necesario ‘primero lograr que el pastel crezca, para después repartirlo’, porque todos y cada uno de los latinoamericanos pueden producir su propio pastel, sino aquí entonces allá. 

Por lo tanto, entre los tres principales objetivos que tiene el desarrollo económico -crecimiento, estabilidad y equidad- es el crecimiento el que más fácilmente puede ser contabilizado: basta contar el número de sus habitantes que tienen empleo.  

El próximo capítulo se concentra en el segundo objetivo que debería perseguir el desarrollo latinoamericano: la estabilidad de sus economías. 

[1] Smith, Tomo I, Introducción y Plan de la Obra, Pag. 45. 

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