AMERICA LATINA ENTRE SOMBRAS Y LUCES

 

 

Equidad

En el escenario de La Riqueza de la Naciones, el concepto de ‘equidad’ no tiene el significado de moralidad, legalidad o justicia que se le otorga en otros escenarios, sino que con ese concepto se pretende resumir el objetivo final que tiene la economía como ciencia social: satisfacer eficazmente las necesidades materiales del ser humano.

Para Smith, equidad y eficiencia son conceptos equivalentes y,  a su vez, ambos surgen cuando se permite que el mecanismo productivo funcione libremente. Al analizar la contribución del trabajo y del capital al proceso productivo, manifiesta:[1]

‘Los diferentes empleos del trabajo y de los fondos, que se verifican dentro de un mismo territorio en toda sociedad, no pueden menos de ser unos más ventajosos que otros; pero todas estas ventajas y desventajas, en general, o han de ser perfectamente iguales o han de gravitar perpetuamente hacia cierto centro de igualdad. ... Así, a lo menos, sucedería en una sociedad en la que se dejasen ir las cosas por su curso natural, en que hubiese en estas negociaciones una perfecta libertad civil y en donde cada hombre fuese enteramente libre de elegir la ocupación que tuviese por más conveniente.’

Es decir, según Adam Smith, el ser humano no solo que debería tener la libertad de escoger un trabajo de acuerdo a su aptitud y a las oportunidades que se le presenten, sino también sobre la base de las ventajas y desventajas que ese trabajo le ofrezca; ventajas y desventajas que, en una economía libre, tenderían a ser más o menos equitativas.

En ese escenario, desde luego, la libertad que cada hombre tiene para elegir la ocupación que tuviese por más conveniente, queda limitada por las oportunidades que esa sociedad a esa persona ofrezca. Pero esa limitación tiende a desaparecer en aquellas sociedades que ofrecen sistemas educativos abiertos a la mayoría de la gente. En palabras del propio Adam Smith:[2]   

 ‘No es tan grande, como vulgarmente se cree, la dife-rencia de los talentos naturales de los hombres... La diferencia entre los caracteres más desemejantes, como entre un filósofo y un esportillero, parece proceder no tanto de la naturaleza como del hábito, costumbre o educación.’

Además, Smith insiste ‘en lo necesaria que es la educación en todas las ordenes del Estado según los progresos de sus adelantamientos; pero especialmente en la de la gente común pobre y artesana, enseñándoles cuando menos a leer, escribir y contar, y si puede ser el dibujo y la mecánica, concluyendo con las ventajas que de esta instrucción saca el público.’ [3]

Adicionalmente, Smith enfatiza en la conveniencia que para la economía tiene el hecho de que el trabajador sea generosamente remunerado, cuando afirma que:[4]

‘La recompensa liberal y generosa del trabajo fomenta la propagación, anima y aumenta el pueblo industrioso. Los salarios del trabajo son los estímulos de la industria; la cual, como cualquiera otra cualidad del hombre civil, se perfecciona al paso que se fomenta... En consecuencia, hallamos que donde los salarios del trabajo son crecidos los operarios son más activos, más diligentes y más expeditos que donde son cortos.’

Esos conceptos de equidad, eficiencia y productividad tratan de ser consolidados por el propio Smith, al afirmar que la política económica debe proteger al ser humano no solo en su función de trabajador y productor, sino especialmente en su condición de consumidor. En defensa de esta última afirmación, Smith expresa lo siguiente:[5] 

‘El consumo es el único fin, el objeto único de toda producción, en que interviene la industria del hombre, y por tanto no existe otro medio de mirar por los intereses del productor que atender a los del consumidor... No obstante, en el sistema mercantil vemos constantemente que se sacrifica el interés del consumidor en favor del productor.’

Y es esta última frase -‘se sacrifica el interés del consumidor en favor del productor’- la que sintetiza la tendencia que ha guiado las políticas económicas implantadas en Latinoamérica a raíz de la crisis financiera destapada en 1982; políticas que, a su vez, han sido encuadradas dentro de los estrechos limites de  la cerrada disputa mantenida entre los adeptos a la ‘Economía de la Oferta’ y los discípulos de la ‘Economía de la Demanda’.

[1] Smith, Tomo I, Libro I, pag.150.

[2] Smith, Tomo I, Libro I, pag. 59.

[3] Smith, Tomo III, índice de la obra, pag. xxxvii.

[4] Smith, Tomo I, Libro I, pag. 130.

[5] Smith, Tomo II, Libro IV, pags. 427-8

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