AMERICA LATINA ENTRE SOMBRAS Y LUCES

 

 

La historia

El origen del dinero se pierde en las penumbras de la historia. Se supone que el hombre lo inventó cuando dejó de ser nómada y necesitó realizar los primeros canjes entre tribus sedentarias.

La arqueología señala que al principio se usó como dinero una gran variedad de artículos, incluyendo piedras, conchas, sal, cuero, ganado, maderas, ornamentos, flechas, miel, azúcar, tabaco, curtidos, ajonjolí, seda, papiro, aceite, perlas, cauris y metales, entre otros.

Pero entre todos esos bienes, solo el metal acuñado en moneda coincide con el despertar de las grandes civilizaciones. Adam Smith señala cuatro metales como los más utilizados en la acuñación de monedas, cuando expresa lo siguiente:[1]

‘Para acuñar monedas... varias naciones han usado  diferentes especies de metales. El hierro fue entre los espartanos el instrumento común del comercio, el cobre entre los antiguos romanos, y el oro y la plata entre las naciones ricas y comerciantes’.

La arqueología señala el Siglo XV antes de Cristo, como la época en que por primera vez se acuñó monedas. Este dato se basa en el descubrimiento de varios pequeños discos de metal diseminados entre las ruinas de la Isla de Creta, que fue cuna de la civilización fundada por el Rey Minos que, según la leyenda, fue hijo de Zeus y de la bella Europa.

La arqueología también ha permitido determinar que, entre los siglos octavo y sexto antes de Cristo, varias civilizaciones que se desarrollaron en el Mar Egeo, ubicado entre las costas de las actuales Grecia y Turquía, acuñaron las primeras monedas que llevaban el emblema de la nación que las usaba, que casi siempre se simbolizaba con la figura de algún animal. Allí se  han desenterrado monedas en las que se encuentran grabados el Caballo de Corinto, el León de Lidia, la Tortuga de Doria y el Búho de Atenas.

Según Adam Smith, la primera moneda acuñada en Roma se denominó Pondus y fue fabricada por orden de Servio Tullio, el penúltimo rey que gobernó Roma, antes de que la monarquía se convirtiera en republica y abriera el camino para el nacimiento del Imperio Romano.

Pero es probable que el personaje que más ha contribuido a diseminar el uso de las monedas de metal haya sido el Rey de Macedonia, Alejandro Magno, quien a partir del año 335 antes de Cristo, impuso el sistema de acuñar monedas en Persia, Mesopotania, Siria, Egipto y en varios territorios que hoy forman parte de Turquía, Afganistán, Pakistán y la India. Después de su muerte, en esos territorios se continuó con la práctica de acuñar monedas y, en gran parte de ellas, tallando el busto del propio Alejandro Magno.

China también disputa el honor de haber sido una de las primeras naciones en acuñar monedas. En algunas de las ruinas pertenecientes a la época de la dinastía Chou, que gobernó por cerca de un milenio hasta el siglo tercero antes de Cristo, se han encontrado monedas de cobre de forma circular, pero con un agujero cuadrado en el centro, muy similares a las que se siguen usando en esos territorios hasta el día de hoy.

La plata fue el metal que sustituyó al hierro, al cobre y al bronce, a raíz de las guerras púnicas entre Roma y Cartago, ciudad que se ubicaba en lo que hoy es Túnez. Los cartagineses dominaban el comercio del Mediterráneo, incluyendo el norte de África y parte de las costas de España e Italia. Durante el avance territorial por las guerras, Roma confiscó grandes cantidades de plata, un metal muy apreciado por los fenicios fundadores de Cartago, quienes ya la habían utilizado para acuñar monedas. Roma adoptó de ellos la costumbre de acuñar en plata y, cuando finalizó la última guerra púnica 146 años antes de Cristo, en todo el territorio del imperio –y en sus posteriores conquistas de Siria, Egipto y en el actual territorio de Israel y Palestina- impuso el uso del denarius de plata.

Los cristianos sentimos una profunda indignación contra Judas Iscariote que recibió 30 denarios de plata por delatar a Jesús. Es probable que en nuestro subconsciente más que el hecho de que hayan sido solo 30 monedas, lo que nos indigna es que hayan sido de plata y no de un metal más noble como el oro. Nuestro enfado quizá se aplaque al conocer que en aquella época, para acuñar monedas, el único metal usado era la plata. 

El oro ya había sido utilizado muchos siglos atrás, pero en otros imperios. Heródoto, el gran historiador griego, nos cuenta que los primeros en acuñar monedas de oro fueron los reyes de Lidia –ubicada en el Asia Menor- en el Siglo VIII antes de Cristo. Heródoto también relata que algunas mujeres del reino de Lidia que deseaban casarse, tenían que alquilar su cuerpo tantas veces cuantas fuesen necesarias para reunir su dote matrimonial. Así, el oficio de acuñador de monedas rivaliza en longevidad con ‘la profesión más antigua del mundo’.

El uso del oro para acuñar monedas comienza a practicarse nuevamente a fines del oscurantismo de la edad media, cuando a mediados del Siglo XIII de nuestra era, se acuña el fiorino d’oro para ser utilizado en las principales transacciones de la renaciente ciudad de Florencia. Esa practica penetra en España por intermedio de Alfonso XI, Rey de Castilla, cuando en 1350 decreta su uso en todo el territorio castellano. Para 1492 -año  glorioso para España porque descubre América y logra expulsar a los invasores moros que habían permanecido en la península ibérica cerca de 800 años- el florín de oro ya era una moneda española. Así, la acuñación de una moneda propia nuevamente coincide con el forjamiento de una gran nación. 

[1] Smith, Tomo I, Libro I, pag.68.

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