CULTURA SIMBÓLICA II<br>ESTUDIOS

CULTURA SIMBÓLICA II
ESTUDIOS

Sonia Ríos Moyano
Reyes Escalera Pérez

Coordinadores
Universidad de Málaga, España

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Más allá de lo efímero. Cinco catafalcos conservados en España y México

Carmen Manuela Rocamora Jiménez

Resumen:
En los siglos del barroco se organizaban en toda Europa e Hispanoamérica lo que conocemos como “fiestas barrocas” para conmemorar, celebrar u honrar diversos sucesos. Una de estas conmemoraciones era las exequias a la muerte de un personaje ilustre, para la cual se construía un túmulo donde se disponía un programa iconográfico con sentido propagandístico, el cual al fin de las ceremonias se desecharía. Estas estructuras también fueron usadas por algunas órdenes religiosas, teniendo en este caso un carácter duradero y un uso comunitario, además de un programa iconográfico de temáticas más populares y generales. Este trabajo reúne los análisis iconográficos de cinco estructuras fúnebres de este tipo conservadas hasta hoy, pertenecientes a los siglos XVIII y XIX: tres de ellas están en España en Zamora y Toledo, mientras que las otras dos se conservan en México, una en Toluca y otra en Taxco.

Palabras clave: Iconografía, fiesta barroca, arquitectura efímera, catafalco, España, México, postrimerías.

* * * * *
1. Arquitectura para la muerte. Los túmulos.

Las celebraciones del Barroco estaban organizadas por el poder tanto político como religioso. Era una forma de enseñar a la población y de hacer que mediante el entusiasmo de las mismas se olvidasen de los muchos problemas que tenían.

Parte importante de estas celebraciones era la construcción de toda una serie de arquitecturas efímeras, que una vez acabado el ceremonial se desmontaban y bien se reutilizaban para otras maquinarias posteriores o bien se desechaban. En el caso de los túmulos, eran grandes estructuras de planta centralizada que se disponían en el interior de las iglesias o catedrales para honrar la muerte de un personaje ilustre, destacando los realizados para honrar la muerte de un rey.

Esta estructura no era solo un mero sustituto de la urna funeraria, sino todo un dispositivo comunicativo, instructor y propagandístico de la autoridad real mediante jeroglíficos de temática religiosa y política que dejaban constancia de las virtudes del difunto y de los hechos importantes de su vida. El catafalco se adornaba con toda una serie de esculturas, pinturas, relieves, poesías, banderolas y luminaria.

2. Jeroglíficos.

En muchas ocasiones los jeroglíficos que se incluyen en la maquinaria funeraria están inspirados en emblemas. Los jeroglíficos empiezan a conocerse por toda Europa a finales del s. XV, cuando el libro de Horapolo titulado Hieroglyphica1, llegado a Florencia en las primeras décadas de siglo, comienza a difundirse. En este contexto Alciato será quien creará el género emblemático con Emblematum liber.

La estructura común de los jeroglíficos está compuesta por un mote o lema, que aporta una frase o sentencia en relación a la imagen para completar su significado; la imagen, figura o cuerpo, que puede estar enmarcada o no en una cartela englobando cualquier tipo de representación, encargada de transmitir la mayor parte del mensaje, pues la mayoría de la población no sabía leer y solo atendería a ella y el epigrama, subscriptio o declaratio, un texto que termina de completar el sentido del jeroglífico, normalmente escrito en verso para que quedase mejor en la memoria del lector2.

3. Catafalcos conservados.

Las entidades privadas también encargaban la realización de un catafalco para disponerlo en los funerales de sus miembros. Éstos ya no eran pensados para ser inmediatamente desmontados, desechados o reutilizados, sino que tenían un carácter más permanente ligado a la liturgia. Algunas cofradías y órdenes religiosas tendrían uno para dichos funerales de los hermanos, que también usarían en fechas señaladas como el día del patrón o de los difuntos.
La estructura en este caso es muy sencilla y piramidal: una fisonomía a base de cajones superpuestos de mayor a menor tamaño conforme se avanza en altura en los cuales figuran representaciones alusivas a la muerte y las postrimerías, incluyendo motivos relacionados con algunos santos y órdenes religiosas3.
El programa iconográfico se sostiene a base sólo de pintura, más barata que las esculturas. En los túmulos españoles reina la temática religiosa, frente a los mexicanos, donde ganan terreno los temas mitológicos y profanos. Todos abordan temas generales, no centrándose ya en hechos de la vida de un único personaje, precisamente por el uso comunitario de los mismos.
4. Las postrimerías o los cuatro novísimos.

Los novísimos constituyen para el cristianismo la parte final de la existencia terrena y son: la muerte y el juicio final por un lado, comunes a todos; y por otro lado gloria, infierno y purgatorio, por los cuales pasará el hombre de manera individual en relación a sus actos en vida4.
Muerte: la muerte se presenta mediante calaveras que pueden ir coronadas y acompañadas por tibias cruzadas, aludiendo al carácter caduco de la vida y al poder igualitario de la muerte. Se suelen disponer repetidamente a lo largo del túmulo para acentuar su triunfo: la muerte reina por encima de todas las cosas. La calavera sería la versión “abreviada” de la muerte, cuya representación primordial es el esqueleto, mostrando su dominio asolador mediante diferentes acciones.
Infierno: ha sido un temor común para todas las civilizaciones. Encontramos breves descripciones sobre él tanto en textos canónicos como apócrifos. En el Antiguo Testamento se describe como un lugar bajo tierra, a modo de fosa, oscuro, polvoriento, con gusanos, etc.5. En el evangelio de san Lucas aparece ya la idea del infierno asociada a un lugar excesivamente cálido y con llamas6.
La mayoría de la iconografía del infierno se debe a la representación de autos sacramentales en los cuales intervenían en escena diablos con una serie de atributos como arcabuces, culebrinas y morteros. A partir de esto se dará una multiplicación del diablo en multitud de seres infernales o diablillos.
En el cristianismo los demonios son ángeles caídos debido a su rebeldía, que personifican el mal moral y tientan constantemente al hombre. En su representación hay una serie de rasgos constantes: cuernos, garras, alas de murciélago, facciones bestiales, etc., y aparecen atormentando a los condenados en el infierno7. También pueden aparecer en forma de serpiente, dragón o macho cabrío o cuernos, orejas de animal, cola simiesca y patas de cabrito. En general su apariencia es desagradable adoptando formas monstruosas de muy diversa índole.
El atributo por excelencia asociado a la figura del demonio es el tridente, el cual es a su vez atributo identificador del dios griego del mar Poseidón, un dios poderoso y violento que descargaba su furia sobre otros personajes atormetándolos8.
Leviatán es la encarnación del demonio más conocida. Su descripción aparece ya en libros del Antiguo Testamento. Muchas veces se ha representado al infiero con las fauces de Leviatán abiertas con afilados colmillos. En el libro de Job se le describe como una bestia de gran tamaño con doble dentadura, piel muy dura y que expulsa llamas y humo.
Purgatorio: en el barroco fue un tema muy recurrente, concebido como un lugar donde las almas ruegan por su salvación. Su representación se caracteriza por situar a los purgantes rogando por su salvación entre llamas. Sobre ellos se suele representar una figura intercesora encargada de salvar a las almas purgantes, además de ángeles que las consuelan9. Las almas se representan desnudas en actitud orante, con los rostros serenos, a diferencia de las almas condenadas al infierno, cuyo rostro refleja el horror.
En las figuras intercesoras destacan la Virgen y el arcángel san Miguel. La Virgen es la gran “abogada” de las almas purgantes por ser la figura más cercana a la divinidad y por haber nacido sin pecado original. Se representa con su escapulario en forma de múltiples advocaciones, aunque la que más abunda es la de la Virgen del Carmen10.
San Miguel es el jefe de la milicia celeste, por tanto, un caballero o guerrero. En el Apocalipsis será quien salve a la mujer, que se interpretado como la Virgen o como la Iglesia, para lo cual derrota al dragón de las siete cabezas, que simboliza al demonio. Además, destaca por sus funciones de psicostasis (pesaje de las almas) y de psicopompo (guía de las almas de los difuntos hacia la otra vida y si procede hacia Dios)11. Se le representa en actitud triunfante contra el dragón y vestido a modo de caballero y también ejerciendo su función de pesaje de las almas o en apariciones y milagros. En el purgatorio es común enlazar la tipología del combate contra del dragón con la de pesador de almas.
Gloria: Se le conoce también como el cielo, lugar donde las almas de los hombres sin cargos de pecado gozan de la bienaventuranza tras la muerte. En el Apocalipsis de san Pablo12 aparecen descripciones y los personajes o seres que allí habitan: el espíritu santo, ángeles y Dios, descrito como un anciano vestido de blanco, sentado en un resplandeciente trono. Dios Padre también se describe en la Biblia como un anciano de pelo blanco.
El Espíritu Santo, por su parte, se ha representado a lo largo de la historia bien en forma de rayo de luz o bien en forma de paloma.
Además de los novísimos aparecen en los túmulos otra serie de temas y representaciones que en general están orientados a incidir en el triunfo de la muerte frente a la futilidad de lo terrenal, es decir, la certeza de la caducidad de los bienes. Algunos ejemplos: reloj de arena, flor, figura de una joven con la mitad del cuerpo en forma de esqueleto, etc.
5. Túmulo del Santuario de Nuestra Señora de la Carballeda. Rionegro del Puente (Zamora).

El Santuario de Nuestra Señora de la Carballeda se sitúa en la localidad de Rionegro del Puente, perteneciente a la comarca de Carballeda, en la provincia de Zamora, cuya fábrica inicial data del siglo XV o quizá algo anterior. Se le conoce también como "Nuestra Señora de los Falifos” en relación a la hermandad del mismo nombre. Fue la misma hermandad quien a encargó a Tomás Montesinos en 1722 la realización del túmulo que hoy se conserva en el Santuario.

La estructura del mismo la componen cuatro cajones de madera de nogal, donde se disponen las imágenes, escalonados de abajo arriba de mayor a menor tamaño y rematados por una escultura que representa a la Muerte triunfante en forma de esqueleto. Las representaciones de la cara frontal se encuentran realizadas en relieve, mientras que, en el resto de caras, las imágenes están pintadas directamente sobre la madera.

El programa iconográfico está basado en las postrimerías o novísimos, representando en el cuerpo inferior el infierno, seguido del purgatorio y por último del paraíso. En el último cuerpo se representan distintos atributos de poder, recordando el poder igualitario de la muerte, la cual aparece triunfante presidiendo el túmulo y portando atributos muy característicos: la azada y la guadaña. Por último, separando el primer cuerpo del segundo, hay un pequeño friso pintado de negro con calaveras en los extremos.

Esta forma ascensional de representar las postrimerías con la gloria en la parte superior implica el mensaje de esperanza propio del cristianismo, el cual promete una estancia eterna junto a Dios a todo aquel que en vida le haya sido fiel. La figura de la Muerte que remata el túmulo sería la encargada de hacer recordar a los vivos que deben ser conscientes del fin de la vida terrena y por ende de sus actos que son los que pesarán a la hora de la muerte.

6. Túmulo conservado en la ermita de la Virgen de las Encinas de Abraveses de Tera (Zamora).

Este catafalco se conserva en la ermita de la Virgen de las Encinas, en la localidad zamorana de Abraveses de Tera, de la comarca de Benavente y Los Valles. Catafalco posterior al del Santuario de Nuestra Señora de la Carballeda e inspirado en el mismo, por lo que el sentido del programa iconográfico es idéntico al anterior.      
La estructura está compuesta del mismo modo: cuatro cajones escalonados presididos por la Muerte triunfante en forma de esqueleto, que representan el infierno, el purgatorio y la gloria. Las representaciones del frente también están en relieve, mientras que las laterales están pintadas, al igual que en el anterior.
7. Catafalco de la Hermandad de Ánimas Benditas. Parroquia de Santa Mª Magdalena. La Torre de Esteban Hambrán (Toledo).

Este catafalco pertenece a la Cofradía de Ánimas Benditas, ubicada en La Torre de Esteban Hambrán (Toledo). El catafalco data de 1753, pintado por Luis Cosón, pintor, tallita y dorador, en el revés de los lienzos que conformaban otro más antiguo13. Es montado cada mes de noviembre en la iglesia de Sta. Mª Magdalena. El catafalco fue adquirido por la Cofradía entre 1791 y 1800, pero se desconoce a quién pertenecía con anterioridad14.
El conjunto está compuesto por siete tablas y doce lienzos, algunos de los cuales son reutilizados de un catafalco anterior, de esta manera, en el revés del que nos ocupa aún se pueden apreciar las antiguas pinturas, muy sencillas y poco profesionales, pues se realizaron sin preparación previa del soporte15.
Según Cruz Valdovinos, la disposición más lógica de la estructura del catafalco sería componiendo un hexágono formado por dos cuerpos: uno inferior y otro superior. Sin embargo, al documentarnos gráficamente, hemos visto como el catafalco en la actualidad es montado formando medio hexágono con tres niveles: inferior, medio y superior.
Hay varios conjuntos de lienzos, agrupados en grupos de tres, que conforman la estructura del catafalco. En primer lugar, hay tres con un lienzo central que sobresale en altura en la tabla. Esta figura central es ocupada por una figura intercesora en el purgatorio: la Virgen del Carmen flanqueada por la muerte en forma de escribano y de hidalgo; San Francisco de Asís flanqueado por dos calaveras con corona de laurel, representando a los poetas; y San Francisco de Paula flanqueado por dos calaveras con coronas representando a la nobleza.
Estos tres trípticos conforman tres caras contiguas del hexágono y sobre ellos se colocarían otro trío de lienzos, divididos en tres partes, dejando la del centro sin representación, justo en la zona que cubre el lienzo central del cuerpo inferior. En este cuerpo vuelve a aparecer la muerte ostentando un poder, así en dos de los trípticos aparece la muerte en forma de obispo y en forma de arzobispo. En el lienzo restante, perteneciente a la cara central, se representa en el extremo izquierdo una cruz sobre un monte inserta en el paisaje, mientras que en el extremo derecho se representa el escudo de la inquisición.
La otra mitad del hexágono la compondrían otros dos cuerpos en altura: inferior y superior. El piso inferior está compuesto por tres nuevos trípticos que presentan dos cartelas en los laterales y en el centro una figura donde de nuevo la muerte representa a algún poder de la sociedad bajo un dosel: rey, emperador y cardenal.
Sobre estos tres trípticos se colocarían otros tres paneles, esta vez unitarios. En uno de ellos destaca la figura de una dama cuya mitad izquierda está representada en forma de esqueleto, sosteniendo un abanico, mientras que en la otra mitad se la representa a modo de cortesana y portando dos rosas. En otro aparece la escena del Juicio Final donde un ángel niño sopla una bocina, mientras que el torso de un hombre surge del suelo con la mitad inferior representada como un esqueleto. En el último lienzo aparece el papa dentro de un féretro abierto, ya convertido en esqueleto, pero aun portando la cruz y la tiara papal.
El remate del túmulo lo componen siete tablas: dos esqueletos, dos plañideras, un alma bienaventurada, una cita bíblica y una meramente ornamental.
8. Túmulo del Carmen de Toluca. México.

Esta pira funeraria del siglo XVIII procede del antiguo convento carmelita del Carmen de Toluca y pasó a formar parte del Museo de Bellas Artes de la misma ciudad, gracias a que un sacerdote del lugar encontró los lienzos sueltos en las dependencias del convento y los donó o los vendió al Estado de México en los años cuarenta del pasado siglo16.

La estructura de madera comprende cuatro pisos en tamaño decreciente de abajo arriba formando un cuerpo piramidal escalonado de planta cuadrada. En cada una de las caras se dispone un lienzo pintado al óleo. De los dieciséis se han conservado solo trece, pues en el último cuerpo sólo resta uno. De los lienzos que conforman el último cuerpo sólo se ha conservado una pintura. Según Vargas Lugo pudo tener un remate que lo hiciera más elevado, pero éste ha desaparecido.

Cada lienzo presenta un fondo negro y rodeado por cenefas ornamentales doradas, así como una misma estructura, a modo de emblema: un lema o mote en mayúsculas en el interior de una filacteria: una escena central a modo de figura o pictura; y el epigrama en verso englobado en cartelas de rocallas plateadas coronadas con el escudo de la orden carmelita. Este epigrama ayuda a la comprensión del tema de la escena y se presenta en diversas formas poéticas: terceto, quitilla, octava, décima o soneto. Vemos así el carácter emblemático del túmulo.

En el programa iconográfico se exalta el poder ineludible y equitativo de la Muerte, mediante la representación de una serie de victorias de la misma sobre oponente de diversa índole, como el amor, la riqueza, el tiempo, la juventud, etc. Esta concepción cristiana de la muerte tiene su mensaje esperanzador en el último cuerpo (del cual, como hemos comentado, sólo se conserva un lienzo), donde se anuncia la salvación de la humanidad mediante la figura de Sansón, prefiguración de Cristo, que vence sobre el mal.

Los jeroglíficos del primer cuerpo representan a los cuatro principales poderes de la época personificados en una figura yacente: rey, obispo, papa y cardenal. En este caso los cuatro lienzos comparten un mismo tipo de epigrama: un soneto. Además de la figura yacente aparecen otras secundarias que ayudan a comprender su significado.

En el segundo nivel aparecen escenas más dinámicas en las que la Muerte hace frente al Amor, a la realeza, a la juventud, etc. Vuelve a aparecer el mote dentro de una filacteria y en la cartela versos que en este caso son dos décimas y dos octavas.

En el tercer cuerpo los cuatro lienzos abordan el tema del destino, del Juicio Final y del tiempo, todos ellos relacionados con tomar conciencia de lo inapelable de la muerte. El epigrama esta vez está compuesto por una quintilla.

9. Pira funeraria de la iglesia de Santa Prisca en Taxco (México).

Esta pira funeraria se conserva en el Museo de Arte Virreinal de Taxco, México, y procede del templo de Santa Prisca de la misma ciudad. La fecha de su creación es indeterminada entre los siglos XVIII y XIX y su autoría se desconoce.
Su estructura es piramidal escalonada, igual que la anterior, pero en este caso consta solo de tres cuerpos más un remate escultórico. Se compone de un total de once lienzos pintados al temple, de los cuales los ocho que forman los dos primeros cuerpos son originales, es decir, del siglo XVIII y los tres (en lugar de cuatro) que conforman el cuerpo superior son del siglo XIX, posiblemente añadidos al perderse las representaciones originales.

Los ocho lienzos inferiores están compuestos a modo de jeroglíficos insertos en una gran cartela, conteniendo el mote en latín en una filacteria y carecen de epigrama. Sin embargo, las representaciones del cuerpo superior son de índole popular, ya no emblemática, y de menor calidad.

El programa iconográfico gira en torno a la figura de la Muerte representada una vez más en forma de esqueleto, protagonizando la mayoría de los jeroglíficos, en los cuales siempre se presenta la acción envuelta en un paisaje.

Aunque su conservación pueda deberse a que tuvo un uso más o menos comunitario y tras su empleo se desmontaba y se guardaba, es evidente que su concepción fue para honrar la muerte de un rey de la casa de Borbón por la insistencia en los símbolos que aluden a la monarquía: águila, corona, león, colla del Toisón de Oro, flores de lis, etc. Teniendo en cuenta la periodicidad del túmulo podemos pensar que se tratase de Carlos III o Carlos IV17.

En el primer cuerpo dos de los cuatro jeroglíficos no contienen la representación de la Muerte. En uno de ellos se puede ver el escudo de la monarquía tras las figuras del escudo de México, mientras que en el otro aparecen expuestos toda serie de artilugios o trofeos de la contienda. Los dos jeroglíficos restantes muestran a la muerte dando caza a un león y derribando una torre.

Las cuatro representaciones que conforman el segundo cuerpo del túmulo muestran a la Muerte como protagonista, en dos de ellos es ella la vencedora, mientras que en los otros dos la virtud real se muestra más poderosa.
En el tercer cuerpo aparecen pinturas posteriores al resto del túmulo y ya no presentan estructura de jeroglífico como las anteriores ni mantienen la temática. Son tres escenas que muestran a un mismo personaje masculino envuelto en un paisaje.

La escultura en madera policromada de un ave Fénix remata el túmulo, haciendo alusión a la resurrección, máxima del cristianismo.

Notas:

1 GONZÁLEZ DE ZARATE, J.M., Hieroglyphica. Madrid, Akal, 2011.  
2 AZANZA, J.J. y MOLINS, J.L., Exequias reales del regimiento pamplonés en la Edad Moderna. Pamplona, Ayuntamiento de Pamplona-Área de Presidencia, 2005, pp. 114-116.
3 ESCALERA PÉREZ, R., “Lo efímero barroco se perpetúa. Arquitecturas y decoraciones festivas que han sobrevivido”, en CAMACHO, R., ASENJO, E. y CALDERÓN, B., Fiestas y mecenazgo en las relaciones culturales del Mediterráneo en la Edad Moderna. Málaga, Ministerio de Economía y Competitividad y Vicerrectorado de Investigación y Transferencia de la Universidad de Málaga, 2012, pp.  261-273.
4 SAGÜÉS, J., “Tratado Sexto de los Novísimos o de la Consumación de la Obra de Dios” http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/STE/Novisimos/carte_novisimos.htm (Consultado 20/05/2015).
5 MINOIS, G., Historia de los infiernos. Barcelona, Ediciones Paidós Ibérica, 1994, pp. 27-31.
6 Ibídem, pp. 92-96.
7 REVILLA, F., Diccionario de iconografía y simbología. Madrid, Cátedra, 2007, p. 177.
8 Ibíd., pp. 595-596.
9 SALVADOR GARCÍA, M. y otros, Los Novísimos. Esperar lo que vivimos y vivir lo que esperamos. Salamanca, Departamento de Ediciones y Publicaciones Universidad Pontificia de Salamanca, 1990, pp. 145-173.
10 RIQUELME, E.A., “Santos intercesores del purgatorio. Representaciones pictóricas en las cofradías de ánimas murcianas”, en CAMPOS Y FERNÁNDEZ, F.J., El culto a los santos: cofradías, devoción, fiestas y arte. Actas del Simposium, 2/5-IX-2008. Madrid, Ediciones escurialenses, 2008, p. 502.
11 RÉAU, L., Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia. Antiguo Testamento. Barcelona, Ediciones Serbal, 1996, pp. 53-79.
12 PIÑERO, A., GARCÍA, F. y MONTSERRAT, J., Textos gnósticos. Biblioteca de Nag Hammadi III. Apocalipsis y otros escritos. Madrid, Editorial Trotta, 2009.
13 GÓMEZ JARA, J., “El ciclo de la Navidad en las pinturas murales de la Ermita de Ntra. Sra. de la Antigua y San Illán de Cebolla (Toledo), en CAMPOS, F.J. (coord.), La Natividad: arte, religiosidad y tradiciones populares. San Lorenzo del Escorial, Real Centro Universitario Escorial – María Cristina, 2009, pp. 525-544.
14 CRUZ VALDOVINOS, J.M., “Un catafalco rococó en la Torre de Esteban Hambrán”. Goya, nº 155, Madrid, 1980, pp. 272-279.
15 Ídem.
16 DIÉQUEZ MELO, M., “El poder de la muerte en el imaginario mexicano: de la época prehispánica al México actual”, en RUIZ, M., CASASECA, A. y PANERA, F.J., El poder de la imagen. La imagen del poder. Salamanca, Edic. Universidad de Salamanca, 2013, pp. 50-53.
17 María Teresa Suárez se decanta por Carlos III en SUÁREZ, M.T., “Pira funeraria de Santa Prisca”. Memoria, nº 7, 1998, pp. 83-87.

Referencias bibliográficas:

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