NECESIDADES HÍDRICAS DE LOS GRANOS

NECESIDADES HÍDRICAS DE LOS GRANOS

Felipe Velázquez Pérez (CV)
Esteban Peña Peña (CV)
Universidad de Las Tunas

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CAPITULO 3: Estudio sobre necesidades hídricas en los cultivos.

3. Estudio sobre necesidades hídricas en los granos

De forma general, las investigaciones que han abordado el estudio del tema donde se desarrolla la producción de granos  han evaluado diferentes variantes de manejo del régimen de riego en los cultivos del garbanzo, fríjol y maíz, se utilizan los datos climáticos y de suelo de la zona en estudio, con los datos de textura promedio a la profundidad de 0-45 cm, se calculan por regresión varios pares de valores  (q; h), aplicándose las ecuaciones de Rawls (Rawls, 1982). Posteriormente con los pares de valores calculados se obtuvo la curva tensión humedad del suelo ajustada al modelo de Van Genuchten, (1980). Para el cálculo de sus parámetros hidrodinámicos se empleó el software RECT (Van Genuchten, 2000). Aplicándose métodos numéricos de cálculo se obtienen las curvas de Brooks y Corey Y Gardner. Estas se obtuvieron bajo el supuesto de que cuando un suelo presenta una humedad correspondiente a la capacidad de campo, el agua está retenida a 0,33 bares en los suelos arcillosos y 0,10 bares en los suelos arenosos, mientras que si el suelo posee una humedad correspondiente al punto de marchitez permanente, el potencial mátrico es de 15 bares. Para la medición de los datos biométricos de los cultivos, se muestrean semanalmente la altura, número de hojas activas y diámetro del tallo. Los datos se procesan mediante un análisis de varianza de clasificación doble y las medias se comparan mediante la prueba de Tukey al 5 % nivel de significación, para lo cual se utiliza el paquete estadístico INFOSTAT (versión 1.1).

3.1.  Resultados de investigaciones desarrolladas en el mundo

3.1.1.  Cultivo del Garbanzo

Morales et al., (2004) al referirse a la norma de riego a aplicar para siembras que se realicen en diciembre en México plantearon que bajo este sistema de producción, se aplica el riego de presiembra de 20 a 25 cm de lámina, y el primer riego se debe realizar a finales de febrero o principio de marzo, por lo que la siembra deberá efectuarse en diciembre para que el cultivo se encuentre en la etapa de floración para el primer riego de auxilio y en desarrollo de grano para el segundo, mientras que en las siembras que se realicen en enero el potencial de rendimiento se baja hasta en un 30% ya que el período de crecimiento se acorta y las condiciones de clima no son las adecuadas para el desarrollo óptimo del cultivo. Este sistema se utiliza principalmente cuando las lluvias de invierno no permiten sembrar en fecha óptima. Bajo éste sistema deberá usarse alta población de plantas (mayores de 250,000 plantas/ha). Se sugiere sembrar en surquería de 90 a 100 cm con doble hilera de siembra a 30 cm de separación entre hileras, lo que permite dar pasos de cultivadora y aplicar los riegos de auxilio adecuadamente. Se recomienda iniciar el primer riego de auxilio en el inicio de floración y el segundo en el período de llenado de grano.
Por otra parte INTA (2007), plantea que en Argentina el cultivo prospera favorablemente con 350 a 400 mm durante su ciclo, no debiendo faltarle humedad especialmente en el período de floración y formación de granos. Para lograr buenos rendimientos, serán necesarios tres ó cuatro riegos, teniendo la precaución de no mojar el cuello de las plantas para evitar la propagación de enfermedades.
Al respecto Mateo (1961), reporta que las variedades oriundas de la región Mediterránea presentan pesos de 1000 granos con valores entre 280 y 470 g, mientras que las originarias del sur de Asia, muestran este parámetro en el orden de 94 a 128 g.

3.1.2.  Cultivo del Maíz

Doorenbos y Pruitt, (1977) y Doorembos y Kassam, (1986), mencionan que el maíz consume entre 400 y 700 mm de agua. Según Benacchio, (1982) el maíz desde la siembra a la madurez requiere de 500 a 800 mm, lo cual depende de la variedad y del clima. Su requerimiento promedio de agua por ciclo es de 650 mm. Lavastida et al., (1997) recomendaron para las condiciones de México aplicar de cinco a siete riegos con normas parciales altas y un total que oscila entre 75 y 80 mm en todo el ciclo.
En cuanto al parámetro peso de 1000 granos, en estudios realizados por Andrade et al., (1996) y Pandey et al., (2000) en el maíz, también encontraron disminución en el peso del grano cuando provocaban déficit de agua en el cultivo, durante el crecimiento reproductivo y en algunas fases del crecimiento vegetativo
Rivera et al., (2004) reportaron un estudio sobre un suelo franco arcilloso para evaluar la respuesta del maíz forrajero en riego por goteo subsuperficial. Se probaron cinco tratamientos, que consistieron en aplicar cantidades de agua equivalentes a porcentajes del 100, 90, 80, 70 y 60 por ciento de la evapotranspiración real del maíz (ETr); en estas condiciones se aplicó una lámina máxima de 59,6 cm (596 mm) en riego por goteo subsuperficial, equivalente al 100 por ciento de la ETr. Montemayor (2007), reportó láminas de riego de 45 cm (450 mm) en México como lámina óptima para el maíz forrajero. Rivetti, (2007) en Argentina reportó láminas de riego complementarias óptimas en el rango de 300 a 360 mm en todo el ciclo para maíz de grano. REGAMATIC, (2009) recomienda láminas de riego que oscilan entre 120 y 216 mm. Sáenz et al., (2008) reportaron en Argentina para maíz en grano láminas que oscilaron entre 236 y 461 mm para el 50 y el 100 % de la Etr respectivamente durante la campaña de siembra 2005 a 2006 y láminas que variaron entre 92 y 184 mm en la campaña 2006-2007.
Puiatti et al., (1995) en ensayos realizados en Río Cuarto (Argentina), indican que la respuesta del cultivo al riego complementario es altamente significativa, lo que hace recomendable esta práctica en la región semiárida y subhúmeda de éste país similares a las que se presentan en la actualidad en la zona norte de Las Tunas.
Barbieri et al., (2001) en ensayos realizados en Balcarce (Argentina), en secano, encontraron producciones entre 16,27 y 22,77 t.ha-1, con la utilización de 140 kg de N.ha-1. En Río Cuarto (Argentina) Rivetti, (2004), obtuvo producciones de Materia Seca de 34,6 kg.ha-1 cuando se regó el cultivo durante todo el ciclo, mientras que en secano la disminución en el rendimiento de Materia Seca fue del 70%. Sáenz, et al, (2008) encontraron en Argentina al comparar tratamientos bajo riego y en secano en dos años diferentes que durante el primer año del ensayo los tratamientos de riego fueron superiores como respuesta a un año seco, con una participación muy importante de tratamientos con riego 100 % entre los de mayor rendimiento de grano. Durante el segundo año los rendimientos más elevados se obtuvieron en tratamientos con 50 % de riego. Según estos autores probablemente el riego 100 % sea excesivo en años húmedos y señalan además que en las regiones semiáridas con suelos arenosos y permeables es factible alcanzar rendimientos moderados (aproximadamente 60 % del potencial en condiciones no salinas) y estables mediante el riego por aspersión con agua salina.